Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Competencia de verano por Yunalesca

[Reviews - 38]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Disclaimer: La última vez que lo consulté, KHReborn seguía siendo propiedad de Akira Amano. Pero no desisto, en algún momento acabaré secuestrando a Gokudera, a Hibari, y a una larga lista más.

Pairing: 18x59, RxL

Notas: Buenaaas. Otro jueves, así que vengo a dar guerra de nuevo. La semana anterior quedó interesante (espero), así que no me enrollo más y os dejo la continuación ^^

Dejarse llevar

Se le había fundido el cerebro, estaba seguro de ello. Quizás había sido la fiebre, o tal vez la simple presencia de Hibari, que le había tenido durante tres días en la más absoluta tensión. Fuera lo que fuera, algo le pasaba a su cabeza porque lo que acababa de proponer no era normal. Aunque, siendo sincero consigo mismo… era algo que había estado deseando en algún oscuro y retorcido rincón de su mente.

Con movimientos algo tensos, desabrochó el cinturón de Hibari. De hecho, estaba tan nervioso que necesitó dos intentos para soltar la hebilla, y cuando finalmente lo consiguió levantó levemente la cabeza para mirarle, temiendo que hubiera perdido la paciencia. El moreno se limitaba a contemplarle con los ojos entrecerrados y expresión suspicaz, pero no hizo ningún intento por apartarle así que se atrevió a desabrochar también el pantalón.

Hayato tomó aire en profundidad, intentando contener el temblor que amenazaba con aparecer en sus manos. Aquella era la primera vez que llevaba la iniciativa y no podía evitar tener los nervios a flor de piel. Con un movimiento de apariencia más firme de lo que en verdad sentía, apartó los pantalones y la ropa interior del moreno. Coló las manos bajo la camiseta, acariciando los costados, guiándolas hasta la parte inferior del vientre, perdiéndose bajo el ombligo. Cuando rozó la ingle, la entrepierna de Hibari reaccionó con una palpitación, y terminó de endurecerse por completo cuando la envolvió con una mano y empezó a acariciarla con suavidad.

No podía creerse lo que estaba haciendo mientras deslizaba lentamente las manos a lo largo de su erección. Se había pasado semanas, desde que regresaron del futuro, buscando excusas para evitarle, y ahora allí estaba, sintiendo un agradable calor extenderse por su columna vertebral con cada caricia que le proporcionaba. Se sonrojó violentamente al darse cuenta de que estaba disfrutando, de que realmente quería ese tipo de relación con Hibari. Quería que siguiera a su lado, enfurruñado y protestando al mismo tiempo que se preocupaba por él. Quería que fuera capaz de dormir a su lado para poder despertarse cada mañana junto a él. Quería sentirle dentro, escucharle gemir de manera ahogada y llevar sus marcas sobre todo el cuerpo para no olvidarse nunca de él.

Mierda, me he enamorado de Hibari, se dio cuenta, con algo de temor. El corazón le retumbaba violentamente en el pecho cuando enfrentó su mirada tras aquella revelación. Hibari se había incorporado un poco sobre los codos y le observaba con curiosidad. Se dio cuenta de que la respiración del moreno se había acelerado considerablemente y su pecho subía y bajaba con velocidad, aunque seguía conservando una expresión calmada en el rostro.

No estaba en absoluto molesto con la situación, así que Hayato se atrevió a ir un poco más allá. Empezó a bajar lentamente, hasta que tuvo su erección a escasos centímetros de los labios. Se dio cuenta de que Hibari no había apartado la mirada de él y se quedó inmóvil, nervioso, sin atreverse a seguir.

-¿Sabes lo que haces, herbívoro?- inquirió Kyoya, ladeando una sonrisa burlona.

-Por supuesto que lo sé- replicó indignado. Miró la erección que todavía tenía entre las manos y sintió un repentino ataque de inseguridad- Creo...- murmuró, y antes de que le asaltaran más dudas terminó su descenso y se introdujo el miembro en la boca.

Hibari dejó escapar el aire en un jadeo al notar la repentina humedad. Aquel sonido de clara excitación provocó en Gokudera una placentera punzada, que se propagó en forma de calor abrasador por todo su cuerpo y se concentró en su entrepierna. Con algo de timidez, abarcó con su boca todo cuanto pudo del generoso miembro, antes de ascender lentamente hasta liberarlo. Entreabrió los labios y rozó la punta con la lengua, antes de volver a engullirla por completo. El modo en que la respiración de Hibari se había vuelto contenida e irregular le dio confianza en lo que hacía, así que empezó a envolverla con mayor rapidez, alternando con algún que otro tortuoso lametón que logró arrancarle más de un gruñido de placer. Hayato aumentó las succiones, arrastrado por su propia excitación, hasta que de pronto notó como Hibari tiraba de él hacia arriba y, sin demasiada dificultad, le volteaba para quedar posicionado sobre él.

Tragó saliva cuando vio la mirada azul totalmente velada de deseo, los esfuerzos que hacía por controlar su acelerada respiración. Cuando tras unos segundos logró recuperar el control, Hibari se quitó la camiseta de un rápido movimiento y la lanzó a algún punto lejano. Luego hizo una mueca de fastidio al darse cuenta de que Gokudera todavía conservaba puesta casi toda la ropa y, con poca delicadeza, se deshizo de ella.

Le acarició brevemente la mejilla, bajó por el cuello, pasó los dedos por su torso, deteniéndose un instante sobre un endurecido pezón antes de continuar el recorrido. Exploró cada centímetro de su piel hasta llegar al final de su sinuoso recorrido y envolver con sus manos la erección. Hayato le obsequió con un coro de sugerentes gemidos ante sus caricias, que se prolongaron hasta que resultaron casi insoportables. Cuando pensaba que en cualquier momento le sorprendería el orgasmo, Hibari le acercó los dedos a la boca.

Gokudera se sonrojó de nuevo pero los aceptó sin un rastro de duda. Una violenta palpitación sacudió su entrepierna al ser consciente de lo que estaba a punto de pasar. Y entonces sintió la intrusión en su interior, y tuvo que hacer uso de toda su fuerza de voluntad para no gritar cuando los dedos comenzaron a moverse y el intenso placer se extendió por todo su cuerpo.

-Hibari...- susurró cuando no pudo soportar más la excitación y la impaciencia.

Éste extrajo sus dedos y posicionó su erección contra la entrada de Gokudera.

-¿Estás seguro de esto, herbívoro?- inquirió.

-Te dije que tengo nombre- replicó el peliplateado, mirándole desafiante.

Hibari entrecerró los ojos una fracción de segundo, pero finalmente cedió.

-¿Estás seguro de esto, Hayato?- volvió a preguntar.

-Segurísimo- afirmó.

Contuvo el aliento y sintió como Hibari se hundía en su interior, en una estocada lenta y profunda que le hizo aferrarse con fuerza a su espalda. Tensó las mandíbulas cuando la contradictoria mezcla de placer y dolor le asaltó con brusquedad. Kyoya debía de haberse dado cuenta porque se detuvo y aguardó, expectante.

-Estoy bien- aseguró Gokudera. Hibari enarcó una ceja, dudando claramente de sus palabras. Aquella preocupación tan inusual en él consiguió arrancarle una risita que se llevó toda la tensión de su cuerpo-. De verdad que estoy bien- insistió.

Esta vez sí, el moreno empezó a moverse, embistiendo contra sus caderas, enterrándose cada vez más en su interior. Sintió electrizarse cada célula de su cuerpo cuando Hibari se acomodó de manera que con una mano pudiera llegar hasta su erección. Hayato gimió lentamente al sentir sus caricias entremezcladas con sus embestidas, sus jadeos, la intensa mirada que no se apartaba de él. Alzó las piernas para atraerlo más contra su cuerpo, para sentirlo en lo más profundo de su ser.

Hibari gruñó al notarse completamente enterrado en el peliplateado, que le envolvía de forma húmeda y sugerente. Fue un sonido ronco de pura excitación que hizo sentir un escalofrío de placer a Hayato. Definitivamente, se había enamorado como un completo idiota. Hizo un intento de alzar las manos para enredarlas tras el cuello de Kyoya y atraerlo hacia sus labios, pero finalmente no se atrevió. Y entonces el moreno aumentó la velocidad de sus caricias, y todo a su alrededor se volvió tan caliente y sofocante que no pudo pensar en nada más. Se mordió el labio inferior para silenciar un poco los gemidos que escapaban de sus labios sin control. Hibari aceleró una vez más, y él perdió el mundo de vista mientras se sumía por completo en el clímax del placer, gimiendo esta vez sin pudor.

Sintió como Kyoya embestía un par de veces más contra su cuerpo, y de repente le notó contener durante un segundo el aliento. Luego enterró la cabeza en su hombro y le dio un mordisco casi animal mientas el orgasmo se apoderaba también de él. Sentir los dientes clavarse en la base del cuello le provocó a Hayato un agradable estremecimiento que le sacudió por completo y le hizo apretarse más contra él.

Hibari se incorporó sobre los codos y le miró en silencio. Durante unos segundos que se le hicieron eternos, no hubo el menor rastro de emoción en sus facciones, y Hayato temió que se arrepintiera de lo que acababa de pasar. Finalmente su rostro se relajó y dejó caer casi todo el peso de su cuerpo contra él. Descendió hasta que sus rostros casi se tocaron. Por un momento Gokudera creyó que le iba a besar, y se le formó un nudo en la garganta ante la expectación. Pero en el último momento Hibari inclinó la cabeza y sus labios apenas se rozaron, en un contacto tan sutil que casi no parecía real. El moreno se limitó a recostar la frente contra la suya, todavía terminando de normalizar su respiración. Cuando por fin recuperó todo el control sobre si mismo salió de él con un cuidadoso movimiento.

Hayato cerró con fuerza los ojos, temiendo que Hibari se alejase de él y la decepción delatara sus sentimientos, destruyendo ese momento de pasajera complicidad que habían logrado. Pero el moreno sólo se movió un poco para acomodarse a su lado, la cabeza recostada contra su hombro, y no parecía tener intenciones de moverse de allí. Gokudera sonrió levemente al comprender que tenía intención de dormir así.

-Oye, Hibari… en otra vida fuiste un vampiro, ¿verdad?- bromeó al notar cómo le escocía el mordisco del cuello. 

-No estropees el momento- gruñó el guardián de la nube, con voz un tanto adormilada.

Hayato rió con suavidad y tanteó el suelo en busca de algo con que taparse. Dio con lo que le parecía una camisa y se dijo que tendría que servir. No quería moverse mucho para que éste no cambiara de opinión y se apartase de él. Echó la prenda por encima de ambos y, todavía con la sonrisa instalada en sus labios, cerró los ojos y dejó que el sueño lo acunara.

 

OoOoOoOoOo

 

Reborn soltó una maldición al darse cuenta de que habían caminado en círculos y vuelto otra vez al mismo lugar. Fulminó con la mirada a Lambo. Era su culpa, que no paraba de parlotear sobre comida, chicas, caramelos y cosas sin sentido en general. Esta vez decidió acortar bosque a través en vez de seguir el camino, mientras refunfuñaba por lo bajo sin parar.

-Reborn, espera... no me dejes atrás, no quiero quedarme solo aquí- suplicó Lambo, apretando el paso para alcanzarle.

Los árboles eran espesos, las sombras le conferían un aspecto tétrico y los animales se escuchaban corretear aquí y allá. Si le perdía de vista no sabía si le volvería a encontrar. Incluso estuvo tentado de agarrarse a la americana del mayor para asegurarse de que no le perdía, pero una simple mirada de Reborn bastó para lograr que retirase presuroso sus manos y las ocultase tras la espalda.

-Esto no me gusta...- lloriqueó Lambo, mirando a un lado y a otro- Tengo un mal presentimiento...

A penas había terminado de decir esas palabras que se escuchó un graznido sobre sus cabezas. El pájaro descendió y los dos reconocieron al halcón de Colonnello.

-Tsk... Los idiotas no paran de aparecer- protestó Reborn.

-¡Kora! ¿A quién llamas idiota?- inquirió el militar, que tenía los brazos cruzados sobre el pecho. Pareció entonces darse cuenta de la estatura del hitman y le miró sorprendido- Oye, Reborn... has recuperado tu forma original- indicó.

-Ah, Colonnello-senpai, gusto en verle- saludó Lambo con una sonrisa.

-No le llames senpai. Y no le hables tan educado maldita sea- gruñó Reborn.

-Así que venís del futuro- dedujo al ver al guardián del rayo en su forma adolescente-. Dime una cosa, Reborn... ¿en el futuro todos hemos roto la maldición?

-Oh, apuesto que quieres saberlo... pero no te lo diré- replicó el hitman con una sonrisa socarrona.

-Kora, veo que los años no han conseguido que seas menos engreído- observó el arcobaleno- Bien, supongo que alguien debe darte una lección- decidió, con un brillo malicioso en sus ojos azules. En un rápido movimiento, descolgó el rifle de su espalda y disparó sin avisar.

Reborn se apartó a tiempo con un elegante movimiento. Lambo fue demasiado lento y acabó revolcado por el suelo, lleno de tierra y hojarasca. Sacudió la cabeza, algo aturdido por el golpe, y se puso en pie. Para entonces, los dos arcobaleno estaban disparando a diestro y siniestro, riendo maliciosamente y provocándose el uno al otro sin parar. El bovino pensó que aquello acabaría muy mal, pero de repente una pequeña figura apareció de la nada y pateó a Colonnello sin compasión.

-Maldita sea, soldado... no se deja a una señorita en el bosque sin protección- gruñó Lal Mirch- Además de desvergonzado, eres un desconsiderado- le reprendió.

El rubio se puso en pie frotándose la zona dolorida.

-No veo ninguna señorita por aquí...- replicó-. Al menos tú nunca te has comportado como tal. Eres demasiado gruñona y no te dejas cuidar.

La respuesta le valió otro golpe por parte de su instructora, que le sujetó del cuello de la camiseta y empezó a arrastrarle lejos de allí.

-Mete a ese soldado desvergonzado en vereda- animó Reborn con una sonrisa maligna antes de perderles de vista.

-No entiendo cómo han acabado casados con lo mal que se llevan- murmuró Lambo cuando llegó junto a él.

-Eso es porque no eres más que un crío... no entiendes nada- se quejó el hitman, retomando el camino-. Mueve el culo si no quieres quedarte aquí.

-Yare, yare... siempre de tan mal humor- protestó Lambo.

Continuaron campo a través hasta que la el bosque empezó a ser menos espeso. A lo lejos se escuchaba el sonido de agua al caer y Reborn se encaminó directo hacia allá. No tardaron en llegar a una pequeña cascada, que no tendría más que un par de metros de altura, bajo la cual se formaba una pequeña poza natural. El hitman se aseguró que no había nadie por la zona y sonrió.

-Bien- murmuró. Aquel era su segundo día atrapado en medio de la naturaleza, sin ninguna de las comodidades de la ciudad, así que encontrarse con el lago fue una grata sorpresa. Por fin se podría asear un poco.

Se acercó a la orilla y se quitó el sombrero y la americana. Luego desanudó la corbata, consiguiendo que Lambo diera un bote de la impresión.

-Re... Reborn... ¿qué haces?- inquirió al ver que empezaba a desabrocharse los botones de la camisa.

-¿No es evidente? Voy a tomar un baño, vaca estúpida- informó.

-¿Ahora? ¿Aquí? ¿De... delante de mí?- inquirió Lambo, repentinamente avergonzado.

-¿Qué diablos significa delante de mí?- gruñó Reborn-. Voy a tomar un baño contigo. Tú también te vas a bañar- sentenció.

-¿Yo? ¿Con... contigo?- su sonrojo ante aquella idea fue más que evidente y se apartó un par de pasos de él- Creo que mejor voy a comprobar...- se interrumpió porque Reborn le había sujetado de la muñeca, impidiendo que se alejara más.

-He dicho que te vas al agua, maldita sea. No quiero una estúpida vaca llena de polvo y sudor- sentenció.

Y por si a Lambo le quedaba alguna duda al respecto, Reborn le alzó en volandas y le lanzó al agua tal cual. El pobre se hundió por completo antes de tener tiempo si quiera para coger aire. Por suerte no era muy profundo, por lo que se puso en pie rápidamente y empezó a toser.

-Diablos, Reborn, no seas tan impulsivo- protestó mientras se giraba-. El agua está...- se interrumpió de golpe- helada.

Se sonrojó violentamente al ver al hitman. Había llegado hasta el lago y se había adentrado en él. El agua le cubría hasta la cintura pero a través de las aguas cristalinas todavía podía ver que estaba completamente desnudo. No era su intención, pero la vista se le fue del pecho, firme y musculoso, hasta la cintura y se perdió más abajo, en aquella parte que las aguas apenas lograban ocultar. Apartó la vista, azorado. Puede que el agua estuviera helada, pero le acababa de subir una oleada de calor abrasador por la columna vertebral. No pudo evitar volver a mirarle de reojo. Reborn se había sumergido un poco para mojarse el pelo y cuando volvió a ascender lo hizo con la vista clavada en él.

-¿Es que no vas a quitarte la ropa y a limpiarte?- inquirió.

-Ah... voy, voy...- murmuró Lambo.

Parecía el único estúpidamente avergonzado con la situación, así que decidido a no perder ante él, empezó a quitarse la ropa. Se acercó a la orilla para dejarla secar y se giró poco a poco. Se llevó un susto de muerte cuando volteó y se encontró a Reborn justo delante de él. Demasiado cerca, pensó, notando como se le tensaba el cuerpo al instante, como se le formaba en el estómago un nudo de expectación.

Reborn le contempló detenidamente. Ya no quedaba nada del niño que fue. Ahora era el objeto de sus más oscuras fantasías. Hasta unas semanas atrás creía que era algo imposible, totalmente inalcanzable para alguien con su maldición. Ahora había recuperado su cuerpo original y tenía que lidiar con unas necesidades adultas que llevaban largo tiempo olvidadas. Insistía en mantenerlas a ralla a base de fingida irritación, pero se había movido hasta él sin pensar, atraído por el modo en que las gotas de agua se deslizaban por su tez bronceada, por el impulso de tocar esos músculos ágiles y flexibles que se adivinaban bajo la superficie del lago.

-¿Re…. Reborn?- inquirió Lambo con voz ahogada, al notar la intensidad de su mirada. Estaba tan nervioso que pensaba que en cualquier momento se pondría a temblar. Vio al mayor inclinarse hacia él y se humedeció los labios de forma instintiva conforme se acercaba a su altura.

-Tienes un cuerno del revés- se obligó a decir el hitman. No sabía que le había pasado, pero al escuchar su nombre en aquellos labios había estado tentado a dejarse llevar. Estaba claro que Lambo le tenía pánico, y si pudiera leer las mil ideas que le pasaban en esos momentos por la mente, estaba seguro que haría algo más que simplemente echarse a temblar. Llevó una mano hasta el cuerno y lo colocó en su posición original.

Lambo se ruborizó violentamente, no sólo por el cuidado con el que realizó el gesto, si no porque el brazo del moreno le rozó el pecho al bajar y la piel se le erizó con el contacto. También tuvo mucho que ver con su sonrojo el hecho de que hubiera esperado… otra cosa.

-Gracias- susurró el bovino.

Reborn resopló quitándole importancia y se apartó de él.

-Sal ya del agua, vaca estúpida… estás tiritando de pies a cabeza.

Lambo asintió y le hizo caso sin rechistar, aunque tenía muy claro que el temblor que le recorría el cuerpo no tenía nada que ver con el frío. Tampoco con el miedo que le solía inspirar. Tenía que ver única y exclusivamente con el hombre que tenía delante, con la sensación de insatisfacción que le había quedado cuando se apartó de él y, sobre todo, con las ganas de más.

 

OoOoOoOoOo

 

El insistente ronroneó que se escuchaba junto a su cabeza le arrancó de su sueño. Gokudera abrió los ojos para encontrarse con Uri, que le daba suaves toquecitos con la cabeza en actitud mimosa.

-Shhh- le exhortó a guardar silencio al notar el considerable peso del moreno sobre la parte izquierda de su cuerpo-, vas a despertar a Hibari- advirtió a media voz.

Como si le hubiera entendido, su gato cesó el sonido y se recostó a su lado sin molestar. Sonrió al ver que estaban cubiertos por una sábana. Hibari debía haberse levantado en algún momento para sacarla de su mochila, porque no estaba allí la noche anterior. Podría haber aprovechado para alejarse de él, pero parecía considerar que Hayato era un lugar cómodo sobre el que descansar porque estaba recostado tranquilamente contra él. Le contempló mientas dormía, su pecho subiendo y bajado con lentitud en su tranquilo sueño.

-Así hasta parece buena persona…- murmuró muy bajito. Podría acostumbrarse a despertase toda la vida así, con su agradable peso sobre él. Sonrió y le enredó las manos en el pelo, con más cariño del que había pretendido.  

Hibari se incorporó, le miró ceñudo unos instantes, resopló y volvió a dejarse caer sobre él.

-Deja de moverte- protestó justo antes de bostezar.

-¿Hoy sí has conseguido dormir?- inquirió Gokudera, reprimiendo el impulso de deslizar la mano por su espalda en una caricia.

-Hn- fue la desdeñosa respuesta, justo antes de que se sentara y se desperezara con lentitud.

La sábana resbaló más allá de la cintura, dejando al descubierto gran parte de su piel desnuda, pero si Hibari se sentía algo incómodo por ello no dio ninguna muestra. Se limitó a ponerse de pie y tirar de la sábana, destapándole.

-En pie, herbív…- se interrumpió al ver que Gokudera le fulminaba con la mirada y recordó cuanto le molestaba que le llamara así. Maldito herbívoro rebelde, incluso por las mañanas se levantaba con ganas de pelear- Hayato- se corrigió.

El herbívoro le obsequió una sonrisa radiante al escucharle pronunciar su nombre. Mientras Hibari empezaba a vestirse con aspecto distraído, pensó que quizás podría acostumbrarse a llamarle así.

Notas finales:

Ya no le queda mucho al fic... tal vez un par de capítulos, no creo que se alargue mucho más.

Espero que por ahora os esté gustando. Como siempre, muchísimas gracias a todos los que leéis y especialmente a los que os tomáis unos minutos para comentar, me animan mucho vuestras palabras ^^


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).