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Hard-Love/Boy por UnknownOrchestra

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Notas del capitulo:

Este capitulo es mas extenso que el anterior... creo que me emocioné y me deje llevar un poquito.

 

De igual manera, espero que sea de su agrado, y desde ya, les agradesco por leerlo.

Recuento de la situación en una sola palabra: Desesperación

 

Hard-Love/Boy

 

Nivel 2: Sabor Cereza

 

>> S T A R <<

 

Desperté en la enfermería.

 

Por la posición de la luz he de suponer que habrá pasado a lo máximo una hora desde que fui noqueado por Erizawa en el dojo.

 

Con la vista fija en el techo, paso desapercibido al chico que está a mi lado, y no es sino hasta que hace ruido con la silla al acomodarse, que reparo en que está ahí, con el ceño fruncido por la preocupación y sus puños cerrados Parece estar a punto de decir algo o llorar, o de hacer ambas cosas al mismo tiempo. Es Tsuna, mucho más “uke” de lo que lo recuerdo –si… hice mi tarea y me dedique a investigar la rara terminología del mundo “yaoi”, lo que de aademá me valió un par de traumas con algunas imágenes que encontré, de personajes muy queridos en situaciones poco “respetables” con otros personajes queridos-.

 

>> ¿Cómo te sientes? –Pregunta cruzando miradas. Sus ojos tiemblan como un par de gelatinas, pero sin lograr ocultar el temple resuelto escondido debajo, listo para saltar en los momentos críticos.

 

*No responder

 

*Responder: Bien. Me duele un poco la cabeza, nada más. [X]

 

>> Lo siento. Llegué tarde y no pude detener a Erizawa-kun.

 

Tras varias preguntas y cosas, supe que Erizawa era: “algo así como mi primo” –en sus propias palabras-. Ellos se llevaban bien pues desde muy pequeños estaban juntos casi todo el tiempo, hasta la muerte de los padres de Tsuna, tras lo cual su hermano empezó a hacerse cargo de él y a Erizawa le prohibieron tajantemente volver a verle, aunque por lo visto el neko boy se las ingenio para asistir al mismo instituto que él sin que sus padres se enteraran, y siguiendo la línea del comportamiento del chico, al parecer estaba tomando una “siesta” en el dojo porque le gustaba la tranquilidad que se respiraba por las mañanas en ese tipo de lugares. Lo que no entiendo es ¿Por qué haciendo nudismo? –no me atrevía a preguntarle a Tsuna-.

 

Al salir de la enfermería fuimos al salón de clases.

 

Me presentaron ante todo el salón y una cálida y artificial bienvenida se generó. El profesor señaló mi lugar y casi me da un paro al ver a Erizawa sentado delante del lugar que me indicaron, con la cola de gato enrollándose en la punta y sus orejas en alto. Tsuna me dedicó una mirada de “no te preocupes” desde el asiento al lado mío, y caminé a mi sitio.

 

>>Así que el friki-kendo-pervertido va en nuestra clase… -chasqueó la lengua- que mierda.

 

*No responder

 

*Responder: Que extraño. Soy yo el pervertido cuando tú eras el que dormía como si te acabaran de coger.

 

*Responder: Lo siento. No sabía que estabas en el dojo [X]

 

Me escaneo con la mirada antes de que me sentara.

 

Al terminar la clase, hizo una completa metamorfosis que me recordó a su tocayo de la realidad.

 

Se colocó junto a Tsuna tras levantarse, y sonrió ampliamente, con todo su ser brillando y opacando la belleza del mundo, cortando el aire con su forma para dejar al resto de nosotros asfixiarnos con su imagen, inmolando nuestra vida por no perder detalle de su presencia. Como solía ocurrir exactamente con el Gokudera de la realidad y esa estampa destellante de belleza que tiene, aunque en su caso es en todo momento… ¡y yo debo dejar de pensar en esas cosas!

 

Lo que sigue no vale la pena relatarlo ampliamente puesto que son elecciones de un día cotidiano de clases, solo que con una vertiente yaoi:

 

Empiezo a notar cierto interés por parte de Tsuna y Erizawa hacia mí, aunque el segundo intente disimularlo arrojándome libros, libretas y cuanto encuentra a su paso, encrespando su cola y sus orejas cuando advierte que le he descubierto espiándome. Por su lado Tsuna es más discreto, menos escandaloso y mucho más tierno, sonrojándose al verme, tartamudeando en ocasiones, y compartiendo una preciosa sonrisa conmigo cuando hablábamos a solas en los recesos entre clase y clase.

 

Lo interesante de ese nivel vino casi al final –al quinto bostezo en la realidad-, cuando de la nada, en el pasillo mientras iba por copias, un chaco amenazó con darme de lleno en la cara. Me resguardé del ataque con mis brazos cruzados al frente, dando un salto hacia atrás. Observé mí alrededor para descubrir el origen de la agresión y casi al instante apareció un chico con el rostro serio y una mirada sedienta -pero cauta- de batalla, con los chacos listos para lanzar otro golpe.

 

>>Te morderé hasta la muerte por alterar el orden –Dijo contundente.

 

*Responder: tsk

 

*Responder: Ya veremos

 

*Responder: ¿Yo? [X]

 

 

El chico frente a mí, es nada más y nada menos que quien ya se han de imaginar. Aquel cuya frase bandera no pude cambiar porque es parte de su esencia, de lo más primitivo de su alma, y que aun en un mundo 2D, persiste: Hibari Kyouya.

 

Y por si me quedaba más duda sobre con quien era que compartía, aquel personaje -de cabellos negros, mirada afilada y carácter salvaje-, características, la cámara enfocó la insignia en su pecho: “Hibarin Kyo. Presidente del Comité de Disciplina”.

 

Sonreí involuntariamente al recordar la forma en que me había ayudado ese día y no pensé en cómo afectaría la imagen que tuviera de él, aquel juego.

 

 

 

>>Si. Tú, herbívoro –respondió tensando la cadena de los chacos- ¿O acaso no fuiste tú la causa de que Yamashita Tsunayoshi estuviera gritando por ayuda desde el dojo?

 

*Responder: Lo siento, no fue mi intención causar tanto alboroto…

 

*Lanzar ataque [X]

 

*Retirarse

 

 

 

¡Mierda! Temiendo que mi padre se hubiera despertado -al escuchar ruido en su habitación cuando se acomodó en el futon- he dado mala selección y ha empezado el primer mini-juego de combate.

 

 

 

A diferencia del resto del juego, el mini-juego permitía combos sencillos del estilo de KOF, con movimientos vistosos y cargados de imágenes de pétalos de cerezo que acompañaban el filo de mi katana en su travesía por el aire, en busca de dar el primer golpe contra Hibarin, que se movía con gran soltura, desapareciendo y reapareciendo en mi campo visual cuando menos lo esperaba.

 

En un descuido, y antes de que le advirtiera, un chaco dio en mi mejilla derecha, mandándome al suelo de espaldas, apenas pudiendo sujetar la katana. Me costó ponerme en pie, aturdido por el golpe.

 

¡Vaya que incluso ahí Hibari era un oponente digno de temer!

 

Hice un combo, entre a lo estúpido y medio recordando algo de lo que leí en la introducción del primer capítulo, cuando logré fijar donde se encontraba.

 

>>Postura 11: Sakura no Ame

 

 

 

No me importa el nombre ni los miles de pétalos de cerezo que con esa técnica parecen atacar a Hibarin, lo que me importa, es que mire por donde lo mire, mientras el ataque se efectúa automático al terminar de presionar los botones, esa parece una vil copia shôjo de mi Beccata Di Rondine.

 

Anonadado por la nueva similitud entre ese mundo fantasioso yaoi y la realidad -esta vez con mayor relación hacía mi persona-, esperé con la mirada fija en la pantalla pero sin realmente ver -pensando en cómo ese conjunto de “coincidencias” eran posibles-, a que el resultado atrapara de nuevo de mi atención y me abstrajera de mis pensamientos con sus colores pasteles anunciando que con un solo golpe, había ganado.

 

Sacudí mi cabeza para volver en pleno, fatigado, exasperado. Ese, había sido un día demasiado largo y confuso en el que, ahora que me lo permitía -esperando la siguiente escena del juego-, me cansé física y emocionalmente ¡como nunca! Y a pesar de todo ese cansancio, al caer la noche, no fui capaz de pegar los ojos y dormir, por lo que buscando una forma de agotarme y sucumbiendo a la curiosidad malsana que me despertaba el causante de todos los problemas que actualmente me acosaban, bajé a hurtadillas a seguir con el videojuego aquel, intentando convencerme de que, tal vez si terminaba de jugarlo, las imágenes que permanecían en mi cabeza, se irían como vinieron. Y es que la noche pasada cometí una verdadera burrada antes de ir a “no dormir” a mi habitación.

 

----**Flash Back**----

 

Salvé el juego –contra mi voluntad-, y sin más ganas que las de olvidar, me levanté a apagar la consola y tv. Distraído por lo que acababa de suceder, con un paso más largo de lo debido, me di contra una esquina del mueble de la tv. Saltando en un pie, sosteniéndome el otro intentando aliviar la punzante sensación en tres de mis deditos, no sé como, pero reinicie el juego.

 

Tarde, me di cuenta de lo ocurrido y el intro que antes me brinqué por ir a asaltar el refrigerador, dio el tiro de gracias a mi pobre mente llena, ya de por sí con imágenes que me harían imposible ver a los ojos a Tsuna y Gokudera. El intro, a comparación de lo que hasta entonces conocía del juego, era muy, muy, muy, muy, muy, muy, muy, muy, muy, muy, muy, muy ¡demasiado! Hard, erótico, sexual... por lo que tuve que apagar todo de un solo golpe desenchufando la tv en bruto, aunque ya era demasiado tarde… nada podía “desconectar” de mi cabeza las imágenes que se reproducían frescas, aferrándose decisivas a cada pensamiento para mantener su color. En especial, dos imágenes…

 

La imagen de Tsuna en una esquina del dojo de kendo, con los ojos cerrados fuertemente, el cuerpo arqueado hacía el frente, semi-desnudo. Sus mejillas relucían rojizas bajo el naranja del atardecer que se adentraba por las ventanas, haciendo brillar el resto de su excitado cuerpo, con sus tetillas duras y erguidas como su hombría, por la cual mi mano repasaba cada arruga, haciendo que se mordiera los labios para evitar que escuchara sus gemidos.

 

La imagen de Gokudera contra una butaca del instituto, en una noche profunda que apenas si permitía verle bajo unos cuantos rayos de luna que iluminaban su rostro y resaltaban el blanco de su cuerpo. Su camisa escolar, desabotonada, dejaba ver su pecho desnudo frente a mí, con uno de sus dedos acariciándose un pezón. Su boca, abierta, era una clara muestra de sus jadeos de placer superando su razón. Con la otra mano se sostenía de la butaca en tanto sus piernas rodeaban mi cintura, y en lo bajo de la imagen… la unión perfecta de dos personas…

 

… ¡¿Y porque tengo que pensar todo eso como si fuera YO, cuando es el personaje del videojuego quien lo hace con ellos?! Y… además… no eran Tsuna y Gokudera… sino dos personajes ficticios que por azares del destino tenían el mismo nombre y un sorprendente parecido físico.

 

La cuestión, es que durante todo lo que quedó de la noche no conseguí conciliar el sueño, este me huía con una risa burlona que retumbaba en mi cabeza con un eco tétrico, preludio de todo el calvario queme tocaría vivir al llegar al salón de clases y enfrentarme a Tsuna y Gokudera, sabiendo de antemano que apenas los viera, no podría evitar evocar aquellas malas imágenes. Sé que solo pueden ser dibujitos muy sugestivos de chicos amarrados, sodomizados, torturados sexualmente, etc. Sin embargo el problema no eran los dibujos, sino que su parecido con Tsuna y Gokudera de la realidad es tal, que prácticamente he acabado imaginándolos a ellos debajo mío, con esa expresión de sumisión tan sensual que desata lujuria pura, con los labios abiertos en un gemido, un hilo de saliva escurriendo por la comisura de sus labios, bajando por su mejilla hasta perderse en la deliciosa curvatura de sus cuellos, y esa mirada temblorosa que… ¡Ahí va de nuevo! Y eso que solo vi las primeras imágenes.

 

 

 

 

--¡Lo siento, no volverá a pasar!

 

El salón de profesores me parecía tan grande y al descubierto -escritorios, sillas y demás muebles perdían su presencia física- como el resto del mundo, tal cual si pudiera apostar que todos sabían lo que la noche anterior viví, la razón por la que no dormí y por la cual, luego de llegar 2 horas tarde a clases -¡Mi viejo pegó el grito en el cielo cuando me vio tirado, durmiendo!- me encontraba en ese problema, con una marcada reverencia frente al tutor de la clase, al ser llevado directamente ahí tras saltarme el muro y ser descubierto por otro profesor.

 

--Confió en que así será, Yamamoto-kun. Eres un chico con un futuro valioso y no debes desperdiciarlo en banalidades.- El profesor miró mi nuca unos segundos, en silencio- Puedes retirarte.

 

--Gracias, Yoshida-sensei.- Erguí el cuerpo, con un talante sinceramente arrepentido.

 

Salí cargando sobre mis hombros el peso de la noche, abatido por completo pero al menos con algo mejor en que pensar que aquellas imágenes gay eróticas. Tenía que ponerme al corriente con los apuntes de la clase perdida y eso seguramente mantendría mi mente ocupada, lo que era bueno, aunque me hubiera costado dos regaños –mi padre y el profesor-.

 

Aun somnoliento caminé hacía la clase. Estábamos en descanso así que no hubo problema cuando entré y se arremolinaron a mí alrededor un par de chicas y algunos amigos que empezaron a cuestionar sobre el porqué llegué tan tarde.

 

Cuando finalmente pude andar hacia mi lugar, sentado, rebusqué en la mochila una libreta.

 

--Yamamoto-kun… -Mi corazón pegó un salto olímpico cuando la voz, suave y tímida de Tsuna, se abrió paso en el murmullo escolar desde mi derecha, haciendo que la libreta saliera de la mochila y cayera al suelo con un estrepitoso sonido que fue exagerado en mis oídos por el aturdimiento que me sobrevino al recordar que, ELLOS –ambos-, estaban en la misma clase que yo… ¡Un año conviviendo con ellos, peleando a su lado y no puedo creer que se me hubiera olvidado ese gran detalle!- ¿Esta todo bien? –Preguntó con esa mirada que desenterró las imágenes del videojuego de nueva cuenta.

 

Me obligué a mi mismo a tranquilizarme. Tragué en seco y asentí, abordando la sonrisa despreocupada de siempre.

 

--Claro que si, Tsuna. Solo me desvelé viendo películas porque mi viejo no estaba y llegué tarde porque me quedé dormido. –Reí como si no fuera la gran cosa.

 

--¿Ve, Décimo?

 

La segunda voz que apareció en escena, asesinó todo control que me permitiera seguir manteniendo la apariencia de quien solo se ha levantado tarde, forzando a mi mente, con su estrepitosa voz, a tomarle en cuenta. Aunque, no hacerlo, en cualquier situación es casi imposible para cualquiera, ya que no hace falta recordarle como un neko boy para advertir esa aura de hermosura que mana naturalmente de su cuerpo… ¡¿Y porque pienso en eso?! Tampoco es como si yo me hubiera dado cuenta antes de lo ocurrido, de que Gokudera era guapo… bueno… si…es imposible –como ya dije- no hacerlo pero… ¡no de ese modo en el que paraliza el mundo entero con solo estar ahí! –suspiro- Temo que enloqueceré a este paso.

 

--Le dije que no debía preocuparse por el idiota del baseball. –Soltó un “tsk”, agachándose para recoger mi libreta, colocándolo con fuerza sobre mi mesa- ¡Le debes una disculpa al Décimo por preocuparle, imbécil!

 

--Go-Gokudera-kun, tampoco es para tanto.-Trató de tranquilizarle Tsuna al ver que los demás, como siempre, se nos quedaban viendo a causa de los gritos del Smoking Bomb

 

Yo, simplemente los observaba con la boca entreabierta… recordando, contra mi voluntad imágenes que no debía.

 

--¿Te pasa algo, Yamamoto? –Preguntó Tsuna arrebatándome de mis pensamientos cuando posó su mano sobre la mía, haciéndome sobresaltar, y posterior, mirándome extrañado.

 

Y pegué un salto real -levantándome de la silla- cuando Gokudera, me tocó la frente para medirme la temperatura, diciéndole a Tsuna que seguro que el dicho de que “los “cabeza de musculo” nunca enferman”, era mentira –Tsuna hizo cara de: no creo que el dicho vaya así-.

 

--¡¿Qué mierda te pasa a ti, idiota?! –Exclamó de inmediato Gokudera por mi reacción.

 

--Yo… -Intenté hablar.

 

--Tienes la cara roja, Yamamoto. Deberías ir a la enfermería. Tal vez has pescado un resfri…

 

--¡Una resfriado! Ja, ja ¡Justo es eso! Seguro que por dormirme hasta tan tarde me he resfriado. –Seguí riendo nerviosamente con los brazos cruzados tras la nuca, andando hacía la puerta para salir.

 

La mitad del salón advirtió mi extraño comportamiento pero no me interesó, no demasiado. Solo seguí mi camino y antes de que recomenzaran las clases, me eché a correr por el pasillo pasando de largo la enfermería y metiéndome en los baños -extrañamente vacios-. Me detuve frente al espejo de los lavabos, observando detenidamente mi reflejo, con el rostro rojo de la vergüenza.

 

Dios… pero que infierno estaba viviendo.

 

Me toqué las mejillas… estaban calientes. Miré a mí alrededor y agradecí que ninguna de las imágenes del videojuego se realizara en los baños. Al menos ahí estaba seguro pero no podía quedarme eternamente ahí… y si no era ahí ¿Dónde más?

 

 

Si, sé que es arriesgado venir a este lugar pero no sé de otro donde, de darse el caso de que me busquen Tsuna y los demás, no se atrevan a entrar… porque si la situación no fuera desesperante, de hecho yo también lo evitaría lo más posible. Sin embargo, era una situación DESESPERANTE –con mayúsculas-.

 

De pie frente a la puerta corrediza, aun dudaba.

 

Los profesores no me buscarían pensando que estaría en la enfermería porque seguro Tsuna lo diría así, y no podía arriesgarme a regresar a casa, no aun.

 

Respiré profundo y abrí.

 

Cara a la ventana, observando la zona de Namimori que se extendía frente a sus ojos, abarcándolo como una fiera protegiendo celosamente su territorio, el Presidente del Comité de Disciplina del Instituto Namimori me daba la espalda con los brazos cruzados, y no fue sino hasta que di un paso dentro que Hibari se giró para dedicarme esa mirada afilada que le caracteriza.

 

--Lamento interrumpir, Hibari, pero… quería  ver si me podías permitir quedarme aquí un rato.

 

Enarcó los ojos.

 

--Solo por estar vez… por favor. –Dije enseguida juntando las palmas y haciendo una reverencia.

 

Silencio. Solo el silencio reinó durante varios segundos, calándome los huesos temiendo el peor resultado.

 

--Este no es un lugar al que los herbívoros puedan venir cada que se les antoja. –Dijo acercándose con paso marcado, pero no me erguí.

 

--¡Por favor! –Seguí insistiendo.

 

Se detuvo frente mío, observándome desde lo alto sin hablar.

 

--Solo por esta ocasión te permitiré entrar, Yamamoto Takeshi.

 

Me enderecé, sonriendo agradecido, sin siquiera preguntarme el motivo de tal generosidad de su parte.

 

--Pero como te atrevas a causar disturbios –sacó sus tonfas- te morderé hasta la muerte. –Cortó mi intento por agradecerle pasando por mi lado y perdiéndose en el pasillo con rumbo desconocido.

 

Cerré la puerta y recargué mi espalda en ella.

 

Necesitaba poner mis ideas en orden porque, de la nada, mi cabeza era un caos de imágenes eróticas gay –cuando antes apenas si pensaba en chicas-, y para empeorar el caso, teniendo a dos amigos míos como protagonistas, por culpa de un videojuego.

 

--Que problemático… -murmuré.

 

Me eché en uno de los sillones y sin poder pensar en nada más, caí rendido en los brazos del sueño que durante la noche, me negó su consuelo.

 

No soñé nada. Solo fui víctima de una absoluta y calma oscuridad, de forma que al abrir mis ojos, con el sol del atardecer golpeando mis pupilas, estaba descansado, visiblemente mejorado y con la mente tranquila… a penas si recordaba el motivo de que estuviera ahí.

 

Me estiré a gusto. Bostecé.

 

--¿Cereza? –En mis labios, un fantasma dulce vagaba. Y yo no recordaba de donde o cuando venia ese sabor.

 

Tantee mis labios.

 

--Si ya estás bien será mejor que te largues.

 

Eché la cabeza hacia atrás para ver a Hibari, quien tenía la expresión de siempre, con los brazos cruzados y sus tonfas guardadas de momento.

 

--Si. Eso haré. –Respondí levantándome despacio, rascándome la nuca- Yo… en verdad te lo agrades…

 

--Las puertas del Instituto están por cerrarse.

 

----**Fin Flash Back**----

 

 

 

Hibari no me dio ni tiempo de agradecerle.

 

Suspiré al recordar todo lo sucedido ese día.

 

Con una mano en mi cuello, lo moví de derecha a siquiera, dirigiendo la mirada a la tv.

 

 

 

>>PLAY<<

 

 

 

--¿Play? –Acepté.

 

Aquello, era un mini-corto de segundos, donde enfocaban a Hibarin Kyo desde diferentes ángulos en la posición que ahora se encontraba, mientras se esforzaba por ponerse en pie con movimientos que aludían, más que aun herido enojado, a un herido siendo violado. Tan sensual… con la ropa hecha jirones por el ataque, sus tetillas endurecidas por la adrenalina… ¡y una vez más he caído en la trampa!... ahora ver a Hibari será otro suplicio completo por culpa de esa cosa

 

¿Pero qué clase de chica compra esos juegos? Y aun mas importan ¡¿Qué clase de pervertido los hace?!

 

Luego de chocar la cara contra la mesa, sinceramente arrepentido por dar “play”, por aventarme a seguir jugando, pidiendo disculpas mentales, una y otra vez a Tsuna, Gokudera ¡y ahora Hibari también!, miré por el rabillo del ojo lo que seguía y me enderecé para no perder detalle de lo que llamaba mi atención, en la escena: el chico logró ponerse en pie, y con andar trémulo desaparecía por el pasillo. En el suelo, quedaba un paquete de goma de mascar sabor cereza.

 

Me llevé una mano a los labios, recordando el sabor dulce de cuando desperté en el salón del Comité de Disciplina…

 

¿Podría ser que… Hibari me hubiera… besado?

Notas finales:

Dejen rewius, ya sea que les haya gustado o no, para saber, corregir y mejorar.

 

Gracias


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