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Túnel Ciego por AkiraHilar

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Notas del capitulo:

El final de aquel tunel en donde Saga iba llevando a Shaka ha sido encontrado irremediablemente. ¿Qué consecuencia traerá estos nuevos hechos en ellos? ¿Habrá acaso consuelo?

Las manos grandes se tomaron de las caderas, aquellas caderas finas, aquellas caderas extranjeras. Las empujó, estrujó, sometió, en el mismo vals que ya en movimiento orquestaba las hebras doradas sobre las sábanas color carmesí. La lluvia se escuchaba desde la ventana, la ciudad por fuera estaba fría, tan distinto al ambiente donde con el sexo se cocinaban heridas.

Heridas.

Los ojos azules se abrieron embotados de placer, se encontraron con irises de color dorado, felino, de un hombre que ahora tomaba el espacio en su cuerpo y penetraba constantemente, sin pausa, sin tregua.

«—¿Por qué le dijiste a Mu que fuera a felicitarme? ¿Es esto lo que querías, Asmita? ¿Hacerme sentir como un vil impostor?

—No hice nada de lo que deba arrepentirme. Allá tú y tu consciencia Shaka.

—¿Tienes idea de cómo me sentí?

—Si eso te ayudó a sentar cabeza y acabar con esa tontería, creo que hice lo correcto.

—¿Te crees con derecho para meterte en mi vida, Asmita? ¿De decidir a quién debo amar? ¡Yo amo a Saga!»


Los labios apresaron el cuello de nácar, besaron, succionaron, marcaron. Las falanges blancas tomaron los cortos cabellos dorados y estrujaron sin piedad, clavándose en el cuello cabelludo al tiempo que lanzaba un potente gemido de deleite. Lo ojos azules estaban embotados en una bruma donde el placer y el dolor se conjugaban. Se mezclaban, opacándose.

«—¡Es la pareja de tu amigo! Además un hombre inconstante, irresponsable, ¡Que no te ha dado tu lugar Shaka!

—¡Me ama!

—Permíteme dudarlo…

—¿A dónde vas? ¡No he terminado!

—¡Estoy muy cansado como para estar aguantando tus tonterías, Shaka!»

Si tan sólo me hubiera dado cuenta…

Su pantorrilla fue besada y mordida con deseos, las corrientes corrieron deprisa bajo su piel. Aquellas manos inglesas se tomaron de su pierna y la adoraron. Sus labios succionaron, besaron y lamieron. Sus cuerpos se erizaron y su espalda formó un arco perfecto en las sábanas, jadeó de nuevo y abrió mucho su boca mientras recordaba, recordaba la imagen de su hermano cuando se tomo el pecho…

Si me hubiera detenido a verlo…

«—¡Tendrás que escucharme! Estoy harto, ¡harto que día y noche me sigan restregando lo de Saga! ¡No me arrepiento de lo que hice!

—¡Me avergüenzas…!»


El cuerpo cambió de posición. Ahora de espaldas, vio sólo la tersura de la almohada contra su cabeza y las enormes manos posarse para conseguir acomodo de nuevo entre sus entrañas. Lo recibió con júbilo, se permitió disfrutar de aquella potente entrada dentro de sus carnes, jadeó, sintió los besos en su cuello y hombros, aquellas palabras en inglés que le decía cuanto lo amaba, lo deseaba. Implorándole que le contestara un te amo que no llegaría…

«—¿Te avergüenzo?… ¿De verdad te avergüenzo?

—Me avergüenzas.

—¡¡MALDITA SEA!! ¡¡HE ESTUDIADO TODA MI VIDA PARA DEVOLVERTE LA VISTA!!»


Lágrimas… lágrimas de nuevo cubrieron su rostro en medio del acto sexual, en los límites donde su cuerpo y su alma se separaban, el corazón seguía llorando, mientras sus caderas se movían frenéticamente buscando más de ese falo para que lo partiera en miles de pedazos y jamás se recuperara.

«—POR TI NUNCA SALÍ A UNA CITA, JAMÁS ESTUVE ENAMORADO, NO ME PERMITI FIESTA NI NINGÚN TIPO DE DISTRACIÓN. LO HICE POR TI, ¡ASMITA!

—¡JAMÁS TE PEDÍ QUE LO HICIERAS!

—DEJÉ DE VIVIR SOLO PENSANDO EN CURARTE.

—¡BASTA SHAKA!

—TRASNOCHABA DURANTE SEMANAS, LEÍA LIBROS ENTEROS, ME ESFORCE PARA SER EL MEJOR, MALDITA SEA, ¡¡TODO POR TI!!

—¡¡¡TE DIJE DECENAS DE VECES QUE PARARAS!!! ¡¡QUE NO ERA NECESARIO!! ¡¡QUE PODÍA SEGUIR ASI!! ¡¡QUE NO FUE TU CULPA!!»


El movimiento se detuvo. Los ojos dorados sólo vieron el rostro de Shaka contorsionado por el dolor y las lágrimas. Salió de él, con la excitación aún a flor de piel y los ojos azules se abrieron para verlo. Suplicarle que terminara.

«—¡¡PERO LO HICE!! ASI QUE NO PUEDO… ¡NO PUEDO PERMITIR QUE TE METAS EN MI RELACIÓN CON SAGA! ¡¡AHORA QUE ME HE ENAMORADO NO PUEDO!! ¡¡NO ME IMPORTA LASTIMAR A MU!! ¡NO ME IMPORTA YA SI TE AVERGUENZO! ¡NADA DE ESO ME IMPORTA!

—…

—¿Asmita?

—¡Aarghh…!

—¿Asmita? ¡ASMITA! ¡¡ASMITAA!!»


El orgasmo llegó, tan ácido, tan amargo… El inglés salió de él, dejó que el semen corriera por su pierna derecha y acariciando tiernamente su cadera. Entre espasmos el cuerpo debajo de él se cubrió la cabeza con la almohada. Cubrió sus lágrimas, cubrió su frustración, cubría sus deseos de haber sido él quien muriera…

Fue mi culpa…

Fue mi culpa, Asmita…

12 de Septiembre del 2000

En el pasillo que daba hacía la oficina, Saga estaba pasmado, con lágrimas que corrían por su rostro y totalmente envuelto en un espeso brebaje ácido que se encargaba de corroerlo, lentamente. Ya los paramédicos se habían llevado el cuerpo, la muerte había sido anunciada.

Mu llegó minutos después en cuánto supo la noticia. No supo quien lo llamó, pero llegó al lado de Afrodita, quien de inmediato atendió a la madre. Logró tranquilizarla y con eso listo, fue hasta la oficina donde aún Shaka estaba. Saga había tenido que salir, el oftalmólogo no respondía a ningún estimulo desde que aquel cuerpo fue cubierto y por ello Afrodita vio necesario ir a atenderlo. Por mucho que se intentó, apenas pudo reaccionar, y cuando finalmente lo hizo, pidió que le dieran algo de comer.

Fueron llevados a su casa, Degel decidió encargarse de los preparativos fúnebres. Shaka al final no lloró esa noche.

«¿Por qué? ¿Por qué tuvo que pasar esto? ¿Por qué tuvo que…? ¡Maldita sea! Mald»

No pudo seguir escribiendo los garabatos en su diario cuando llegó esa madrugada a su apartamento. Llorando, con los ojos desbordados dificultándole la visión, Saga cayó sobre la bitácora y ocultó su cabeza entre sus manos. Recordaba el rostro desencajado de Shaka, sus ojos azules con cúmulos de emociones… más apagados que incluso los de su hermano abiertos y sin vida.

Mientras que en el calendario se marcaba el doce y faltaban diez días para él día por el que había esperado durante catorce años.

Y recordaba la mirada acusadora de Degel y Kardia, la forma en que el pastelero tuvo que calmar a su pareja que estaba por golpearlo, las preguntas de Mu junto la conclusión de Afrodita.

Esta en Shock…

13 de Septiembre del 2000

«Me sorprendió que apenas a las tres de la tarde de hoy se decidiera hacer el entierro. Supongo que me hice a la idea de que querían velarlo un poco más, por lo general se vela por un días entero antes aunque, las cosas no fueron así. Cuando recibí el aviso de Mu me alisté para estar allí y buscar la forma de estar al lado de Shaka, aunque… aunque no tenía palabras para acercarme. El problema fue, que Shaka no estaba allí.

No, Shaka no estuvo en el entierro y a ese que estaba sustituyendo su espacio no me pude acercar»


Mu y Saga lo observaban, pasmados. La mirada de Afrodita en cambio no dejaba de analizarlo, Angelo a su lado sólo rascaba su cabeza mientras escuchaban las oraciones últimas destinadas al féretro frente a ellos. No hubo muchos invitados, los conocidos eran pocos. Al lado de Shaka su madre seguía sujeta en sus brazos, Degel y Kardia estaba allí mismo en caso de cualquier inconveniente ya que los nervios de la mujer le habían disparado la tensión. Pero el rostro de Shaka estaba inflexivo y ausente.

Después de las oraciones, el ataúd empezó a bajar para tomar posición en tierra. El cuerpo de la mujer comenzó a temblar, el rostro de Shaka seguía inerte y mientras Mu lloraba, Shaka no había lanzado ni una lágrima.

—Esto no está bien. —Concluyó Afrodita metiendo sus manos en el bolsillo. Saga tragó grueso, sin quitarle la vista, sólo cubriendo con un brazo a Mu que trataba de calmarse ante el panorama—. Me dijo Degel que al parecer Shaka no ha llorado.

En ese momento ocurrió lo impensable. La madre de Shaka entró en pánico apenas la tierra cubría con mayor extensión la madera del ataúd. Corrió hacía la tumba, gritando el nombre de su hijo en un desbordante alarido de llanto maternal que le nacía del alma y Degel junto a Kardia corrieron para detenerla y tranquilizarla. Shaka no se movió. Para terror de los presentes, sólo vio con frialdad su reloj de mano, dio media vuelta, y dejó todo atrás, a su madre tirada en el suelo desbordada en llanto, a los presentes que aún en silencio se despedían de su hermano, A Mu que intentó acercarse y fue detenido por Saga, a Afrodita, que tomando la intención de Mu decidió seguirlo para buscar alguna reacción.

Shaka le sonrió, le dijo que solo buscaría agua.

«Afrodita le recomendó a la madre de Shaka que durmiera con él y no lo dejara solo. Degel y Kardia decidieron dormir esos días en casa de ellos en caso en algún problema. La habitación de Asmita permanece cerrada y pese a los intentos, hasta ahora, Shaka no ha derramado una sola lágrima. Supe también, por lo que me dijo Ángelo, que la clínica le había enviado una carta de pésame y una semana de reposo para el duelo.

Se supone entonces que no lo veré hasta dentro de algunos días»


14 de Septiembre del 2000

«Shaka fue hoy a trabajar y para espanto de todos los que conocemos la situación, estaba normal, muy normal. No vestía con luto, apenas vio a los pacientes que habían ido a pedir cita ese día les sonrío y entró al consultorio como siempre. Afrodita ya sabe que fue lo que pasó entre nosotros… fue a la pastelería para preguntar pidiendo la mayor sinceridad para poder actuar de forma correcta frente a Shaka. El mismo dijo que no podía estar bien después de lo que pasó. Supo que la discusión fue por mi culpa y la relación que tenía con Shaka»

—Lo mejor es que no te acerques. —Sentenció el sueco frente al escritorio del pediatra con la mirada férrea—. No pienso decir nada, mi ética como profesional me lo prohíbe. —Echó sus bucles celestes a un lado—, pero eres asqueroso ¿sabes?

—Quiero verlo. —Omitió el último comentario—. No puede pedirme que me quede quieto sabiendo que Shaka está mal por… por mi culpa.

—Shaka está bloqueando la muerte de su hermano. Es un mecanismo de defensa, pero no puede permanecer por mucho tiempo ciego a la realidad. En algún momento se va a dar cuenta y si tú estás… podría ser contraproducente.

—¿Entonces qué hago?

—Lo que debiste hacer desde el principio, alejarte. —Agregó el sueco poniéndose de pie—. Me encargaré y, mantén lejos a Mu de él.

—Afrodita, yo lo amo… —susurró y contuvo lágrimas.

—Quizás, pero dudo que Shaka pueda seguir contigo y la culpa de lo que sucedió. —Cerró sus ojos, ocultó su rostro entre las manos—. Lo lamento mucho, por él, no por ti. Ni Mu, ni Shaka merecían que jugaras de esa forma con ambos.

Cerró la puerta, partió. De nuevo, y como venía haciendo de ese día, le escribió un mensaje a Shaka pidiendo perdón…

Y no hubo respuestas.

«Tampoco Kanon ha regresado a casa aunque ya sé que supo lo sucedido… no sé cómo se sentirá al respecto»

19 de Septiembre del 2000

«Mu, desobedeciendo mis palabras y las de Afrodita, fue a ver a Shaka. Decía que estaba muy preocupado, que parece que todo estaba demasiado bien y él, como amigo, debía acompañarlo.

Como amigo…

Mu no sabe qué fue lo que pasó entre nosotros, y yo ni siquiera sé si aún hay posibilidad de restaurarlo, pero confesarle a Mu definitivamente no es una opción.

Le pregunté a mi terapeuta sobre el caso de Shaka, me dijo que dejarlo solo era peligroso, lo mismo que Afrodita me comentó. No sé qué hacer… he estado tomando antidepresivos y calmantes para poder dormir, me la paso maldiciendo y llorando con rabia por esta impotencia que me embarga. No puedo verlo, no puedo acercarme, ni hablarle… no me contesta y… me da miedo pensar, en qué pasará cuando Shaka no pueda seguirse mintiendo y… se dé cuenta… que Asmita no está.

Que lo matamos… entre los dos»


20 de Septiembre del 2000

«Estoy asustado, muy asustado. Mu desobedeció mi pedido de no acercarse a él y fue a verlo en la mañana, a saludarlo e invitarlo a salir. Dijo que no podía entender porque Afrodita había evitado que nos acercáramos, pero debía apoyarlo y que lo mejor que podíamos hacer era distraerlo. 

Si supiera lo que pasó… 

Pero en estas circunstancias no tengo forma de hacérselo saber, mucho menos si no tengo idea de qué forma podría actuar, si en un ataque de ira se le ocurre decirle algo a Shaka y él. No, no puedo hablar, al menos hasta que Shaka salga de ese estado y me temo no será pronto»


No entendía porque razón Mu había entrado con el rostro pálido como un papel, las manos temblando que pasaba por su cabello lavanda recogido en una cola baja. Lo cierto es que verlo entrar sin pedir permiso e interrumpiendo una de las citas médicas de los pacientes de Saga ya era suficiente razón para pensar que algo había ocurrido. El pediatra se levantó, atolondrado y un tanto asustado, mientras la madre con el bebe en manos no prava de ver al ginecólogo entre sorprendida y molesta.

—Lamento tener que interrumpir así pero, necesito hablar algo urgente. —Se disculpó Mu bajando la mirada, apenado pero con verdadera urgencia.

—Por favor, puede esperar un momento afuera —suplicó ahora el griego a la mujer, que no muy convencida abandonó el consultorio musitando algunas palabras de molestia. Cerrada la puerta, Mu volvió a elevar sus ojos verdes, a mirarlo con verdadero horror.

—Shaka no está bien —concluyó luego de varios minutos buscando las palabras y antes de dejarlo hablar, continúo—. Acabo de verlo en el consultorio. —El rostro de Saga recriminándole la acción—, sé que Afrodita dijo que no sería bueno pero ¡lo lamento! ¡Es mi amigo! —El pediatra bajó la mirada, entre la culpa y la vergüenza—. No puedo quedarme ciego y sordo de lo que pasó, sin estar con él mientras… ¡mierda!

—Cálmate Mu… —suplicó el mayor levantándose para tranquilizarlo.

—Saga, él sigue marcando los días. —El temblor en el pediatra, los ojos verdes del tibetano llenos de lágrimas—. Sigue marcando los días en el calendario y hasta lo encontré de nuevo revisando las placas que le había hecho a… Asmita… antes de… ¡oh dioses!

—Mu —murmuró el pediatra mientras lo llevaba a sus brazos y él mismo se sentía perdido.

—Entonces… entonces no soporté. Le dije, le dije que su hermano ya había muerto, que no habría operación, que había sido cancelada ya y… —Mordió sus gruesos labios con dolor. ¿Hasta qué punto les seguiría haciendo daño? ¿Hasta qué punto Shaka…?—. ¿Y sabes que dijo? Que él lo vio. —Los ojos verdes del mayor que se abrieron desorbitados—. Que lo vio en la mañana diciendo que estaría en la pastelería. ¡Estoy asustado por él! ¿Será alucinaciones? ¿Sera que lo soñó? ¿O de verdad lo ve? ¿O es que…?

—Calma…

Le costó mucho lograr calmarlo, pero al lograrlo lo primero que hizo fue llamar a Afrodita para informar lo sucedido y luego a su terapeuta, buscando conseguir una forma de ayudar. Se sentía atado de manos, temeroso de que podrá ocurrir cuando Shaka marcase el último día y se diera cuenta que Asmita ya no estaba con él, que Asmita ya no dormía en su cama, en su cuarto, ya no estaba en la pastelería haciendo dulces, ya no…

Terminó llorando de nuevo en el escritorio, impotente, deseoso de ir y abrazarlo hasta que él mismo se diera cuenta y terminara llorando con él. Deseoso de estar a su lado y totalmente atado por la culpa.

«Vengo llegando de la pastelería. Casi Kardia me golpea al verme, por poco lo hizo, hervía de ira y de inmediato me recriminó, me dijo que no quería volverme a ver la cara, que todo era mi culpa. Degel, fue el único que me atendió, pero solamente para hacerme ver que, en realidad, todo estaba en nuestra contra»

—Shaka llegó del trabajo molesto, habíamos tenido un día agotador y si noté a Asmita algo más cansado de lo normal pero cada vez que le preguntaba si todo estaba bien me sonreía y decía que si, que quizás eran los nervios por la operación.

Sentados en la parte trasera de la cocina, Saga recibía en sus manos una taza de café, al mismo tiempo que el francés se llevaba la suya a sus labios. Había logrado mantener a Kardia a raya, convenciéndolo que lo mejor era dejar las cosas como estabas y que sin duda alguna la prioridad era el estado de Shaka.

—Entonces, cuando él llegó discutieron primero afuera, Asmita molesto fue hasta la oficina, Shaka le siguió. Discutían de ti. Las voces se levantaron, Kardia y yo ya estábamos preocupados temiendo que de nuevo Shaka lo abofeteara o, en el peor de los casos, fuera Asmita quien lo hiciera. Pero, de repente los gritos de Shaka nos alarmaron y cuando entramos Asmita estaba en el suelo. Kardia salió corriendo a llamar una ambulancia, yo no supe cómo reaccionar, sólo… sólo vi a Shaka tratando de revivirlo, presionando sus manos contra el pecho de él, llorando y palmeando sus mejillas para hacerlo despertar. —Se detuvo, viendo las mejillas del griego inundadas de lágrimas, sólo dibujando esa maldita escena—. Yo no pude separarlo del cuerpo cuando me dpi cuenta que el esfuerzo era inútil, sólo uno de los paramédicos pudo, me dijeron de salir, cuando lo hice Kardia estaba con la señora Saira en brazos y… llegó usted. Lo demás, ya lo sabe.

—Yo… yo no quise…

—Nadie quiere hacer daño, Saga, pero se hace cuando tomamos las acciones incorrectas. Lo que le molestaba a Asmita no era que estuvieras con Shaka, sino la forma en que se gestaron las cosas. ¿Tiene idea de la impresión que se llevó cuando su hermano vino a golpearlo y a llamarlo perra, ramera?

—Yo amo a Shaka…

—Quizás… pero para Asmita usted estaba jugando con él. —Sentencio el francés—. Aunque, —agregó—, yo mismo me siento culpable, en parte, de lo que ocurrió. Había notado que Asmita varias veces se detenía en la mitad de la cocina tomando su pecho, pero cuando le preguntaba simplemente me desviaba la atención a los pedidos. Incluso, una vez le dije de comentárselo a Shaka y lo que me dijo fue que no quería preocuparlo por sólo el cansancio debido al calor. —El pediatra recordó esa última noche que lo vio, la forma que tomó su pecho, el sudor que corría en su frente—. No fui el único que lo vio, hasta Defteros lo había hecho y… callamos pensando que no era nada.

—¿Defteros? —El francés asintió, subiendo la mirada al cielo.

—El encargado de los hornos. —Una lágrima que corrió por la mejilla gala. El dolor aún palpable—. Fue difícil decirle hoy que Asmita había muerto, cuando lo vino a buscar… Asmita me había dicho que… lo único… —La voz se le entrecortaba—… que le ilusionaba de… volver a ver es que… vería el rostro de él.

«Sólo fue una decisión, una maldita decisión que no tomé y de qué forma, de qué manera termino lastimando hasta a gente que no conozco y nunca vi. Temiendo lastimar a mi hermano y a Mu, terminé lastimando a una cantidad de personas por mi cobardía.

Le dije a Degel lo que me comentó Mu en la mañana, me agradeció que fuera a avisarle para así estar al pendiente de Shaka y comentarle a su madre. Supongo que Afrodita también habrá actuado de su manera. Yo… yo sólo quiero que él se recuperé de… de lo sucedido.

Dohko me dijo que lo más importante es conseguir las fuerzas para seguir y que me preparar, ante el eventual caso de que Shaka decidiera no volver a verme.

Yo no quiero perderlo… yo no quiero perderlo…»


21 de Septiembre del 2000

«Hoy Shaka debió haber marcado el último día. Afrodita me ha comentado que ha logrado que Shaka duerma mejor con los medicamentos, aunque, todavía el tema de Asmita para él lo sigue evadiendo. Estoy asustado, no he podido dormir pensando en mañana, en que ocurrirá, en como lo tomará. Al menos, todos decidimos estar cerca en la clínica en caso de que lo necesite.

Por otro lado, hoy pude hablar con Kanon. No dijo nada, se mantuvo en silencio. Supongo que debía estar pensando en todo lo que sucedió, no pude juzgarlo por lo que hizo de ir a la pastelería e insultar a Shaka cuando yo, yo soy el culpable de todas esas reacciones. Sólo le pedí que me perdonara y que, que hablaría con Mu, que o que pase con Shaka no cambiaría mi decisión de terminar nuestra relación porque no me paree justo permanecer con él cuando no lo amo.

Kanon esta vez fue quien me pidió que esperara primero a que Shaka reaccionara a la muerte de su hermano. Supongo que tal como yo, él debe imaginar lo que sería perder ese lazo tan arraigado»


22 de Septiembre del 2000

—Se ha tardado —comentó Afrodita mirando su reloj de mano, mientras miraba efusivamente la entrada de la clínica.

Ocho de la mañana, día viernes. Mu, Saga y Afrodita esperaba en la entrada la llegada de Shaka para verificar su actitud, precisamente ese día que ya no había día que marcar. Saga golpeaba con ritmo angustiante el piso con la suela de su zapato, abrumado de cosas, pensando en que pasaría. Por mucho que Afrodita insistió en que solo podía con ello, Mu se negó a irse y Saga no opuso tampoco su voluntad a los deseos de Mu, porque él mismo quería estar allí. La desesperación por saber que pasaría, como lo había tomado, le estaba angustiando.

Pronto pasó media hora más, y los pacientes seguían siendo atendidos por todo, pero Shaka no había aparecido. Afrodita llamó al teléfono de la casa de Shaka y nadie contestó. Esperó mejor a que se diera tiempo, si la madre de Shaka no lo había llamado no debía temer.

—Lo más probable es que si ya se dio cuenta haya preferido quedarse en casa. Si es así, ahora al mediodía iré a verlo. —Dedujo el psiquiatra con un leve movimiento de sus bucles celestes—. Será mejor que comiencen sus actividades. —Recomendó.

—No, no puedo ir a las consultas hasta no saber qué pasó con Shaka —reclamó Mu con la mirada decidida, mientras subían los tres la escalera al segundo piso—. Al menos deberíamos llamar a la pastelería o…

Los tres voltearon al escuchar la voz de la madre de Shaka en la recepción. Vestía con un manto original de la India, un sari la envolvía por encima, de negro, preguntaba en la recepción con evidente temor y desesperación. Saga fue el primero que reaccionó y bajó de las escaleras con el palpitar angustiado en su pecho, lo siguieron de cerca Mu y Afrodita. Apenas la mujer lo miró con sus ojos azules, corrió hasta alcanzarlo.

—Señora Saira…

—¿Han visto a Shaka? —El temblor en su cuerpo, su corazón siendo aplastado por la agonía—. Han visto a Shaka, ¡dígame que si! —Mu se acercó tomando los hombros de la mujer, visiblemente alterada—. ¡Dígame que Shaka si vino y está aquí!

—Él no ha llegado, lo estábamos esperando —informó Afrodita tratando de mantener el temple. Saga estaba en silencio, con la mirada perdida, el frío colándose en la nuca, Mu tratando de evitar que la mujer cayera sobre sus pies.

—Pero… ¡¡pero entonces donde!!

—¿Qué pasó?

—Salió, salió corriendo a buscar a Asmita. —Su madre confesó en los brazos de Mu desbordada en llanto. Afrodita la observó con espanto—. Despertó, todo estaba bien y de repente, cuando ya estaba listo, fue al cuarto de Asmita… lo llamó, lo buscó hasta en el baño y me preguntó. Yo… ¡no pude reaccionar y entonces se fue! Y… tardé… en seguirlo… fui a la pastelería y… Degel… Kardia… que entró, lo buscó y… —El llanto empezaba a quitarle la fluidez de sus palabras—… Entró… a la oficina… se quedo paralizado y… entonces lloró… y corrió… gritando que no… ¡que no era cierto!, ¡que no…!

Y Saga también corrió, corrió olvidando lo que estaba a su alrededor, el grito de Afrodita y Mu llamándolo, el llanto desconsolado de la madre. Lloró al mismo tiempo, y se dio cuenta fue cuando ya estaba en su camioneta y se vio en el espejo retrovisor. Encendió el vehículo y secó sus lágrimas decidió ir y buscarlo por sí mismo.

Llamó a su teléfono y no le contestó. Le dejó mensajes diciéndole que le contestara, que le dijera en donde estaba. Las palabras de Afrodita y Dohko se colaban en su mente, en lo peligroso que podría ser que Shaka estuviera solo… en lo que podría llegar a cometer…

—¡No Shaka! —gritó desbordado por la impotencia, golpeando el volante, gimiendo ahogadamente—. ¡Tienes que ser fuerte, Amor! ¡Tienes que ser fuerte…! ¡Por favor!

Veía a todos lados, fue de nuevo a la pastelería y escuchó con terror lo mismo, Degel y Kardia intentaron detenerlo, Kardia incluso le arrancó la manga de la camisa en el forcejeo pero Shaka estaba simplemente fuera de sí. Ambos temían en lo que podría convertirse ese día. Mu luego lo llamó avisándole que le había Ángelo había ido también a realizar una búsqueda en el auto, Afrodita y su madre habían regresado a la casa en caso de que Shaka volviera y habían avisado a la pastelería de tratar de distraerlo si Shaka llegaba a ese lugar, al menos hasta que Afrodita llegara.

Todos se movilizaron… Saga buscó como poseído metiéndose en cada calle de la enorme Atenas. Recibía mensajes de Angelo y Mu preguntando si lo habían visto y obtenía al mismo tiempo la negativa. Incluso fueron al cementerio donde le dijeron que sí les pareció ver a un rubio entrar, pero así mismo como entró, salió, nadie prestó atención. Ya no sabían por donde buscar, la desesperación corroía la paciencia y Saga empezaba a asustarse con verdadero horror, pensando, pensando en que Shaka pudiera cometer una locura.

Lo siguiente fue tratar de involucrar a la policía, sin éxito. No se podía hacer una denuncia de pérdida de una persona hasta que no se cumpliera las 72 horas, por lo tanto Afrodita intentó hablar con algunos de los cabezas de la clínica para que usaran su influencia y permitiera al menos programar un comité que los ayudaran a hallarlo. Mientras tanto, los autos seguían dando vueltas por la ciudad, viendo todas las personas caminando alegremente por toda Atenas, en el centro hasta los bajos suburbios, incluso subiendo al Mirador central de la ciudad.

Y las horas se fueron consumiendo, lentamente, sin noticias.

El temor se apoderaba cada vez de la mente de Saga, le enviaba a su vez imágenes, las imágenes de Shaka al ser besado, cada uno de sus encuentros, su sonrisa, el color de sus irises azules someterlo a un lejano sueño. Sólo imaginar en perderlo le agobiaba, sólo pensar en perderlo le asustaba y lo enclaustraba a una depresión imposible de soportar.
Así se hicieron las ocho de la noche. Doce horas, sin noticia.

Empezaron entonces a buscar en las oficinas de la policía y hospitales, ya agotando sus fuerzas. Cuando Mu le avisó que Afrodita le dijo que buscara entre los posibles muertos, sintió como si con un puñal de acero caliente le atravesaran la médula.

Y lloró…

Ya había perdido la cuenta de cuantas veces lo había hecho desde la muerte de Asmita, cuanto había llorado. Pero de nuevo cubrió su cabeza en sus manos sobre el volante, otra vez derramó lágrimas por su cobardía, por lo que había logrado. Gimió, implorándole a Asmita, porque no sabía a quien más hacerlo, que no permitiera que Shaka fuera a perseguirlo hasta el más allá.

Que no pensara en el suicidio.

Entonces lo escuchó, un susurro en su oído.

Encendió la camioneta. Fue hasta el lugar que algún ente le envió a su mente.

Después de un largo tiempo recorriendo, al fin lo consiguió.

—¿Sabes Saga? Cuándo mi hermano recupere la vista, quisiera que fuéramos juntos a la playa, el mar Egeo

—¿El mar?

—Mi hermano sólo pude ver una vez el mar, fue en ese viaje del accidente. De regreso del viaje todo ocurrió. Así que, quiero que vuelva a ver el mar ¿Me acompañarías?


Frente al mar Egeo, en la costa de Apolo, una de las más cercanas de Atenas, el cabello dorado danzaba sin forma en la costa, de pie, inmóvil con la vista en la nada.

Bajó de la camioneta, se le acercó. Se detuvo en seco cuando vio aquella navaja en su mano derecha… ensangrentada…

10 de Octubre del 2006

—¿Estás listo? —escuchó la voz de mi hermano, sujetándome la mano con fuerza, como si intentara darme esperanzas.

Esperanzas, no es que tenga pocas, pero tampoco muchas. Creo que tengo la cuota necesaria para alegrarme si todo sale bien, o resignarme si todo, por el contrario, sale mal. Dohko también pasó a verme y desearme suerte, el doctor ya me dijo que en pocos minutos me llevaran a Cirugía.

—Estás más nervioso que yo. —Le bromeo, sonriéndole de medio lado e infundiéndole fuerzas. No quiero que él se desesperé por mí, no quiero que sufra por mí. Lo hice sufrir y perder lo que más amaba hace seis años por no tomar una decisión cuando debía.

Que tanto me costó no haberla tomado a tiempo.

Que tanto le quite a otros…

—No es cierto, estoy bien. Por cierto, Mu está afuera.

—¿Mu? —Me sorprende la noticia. Realmente no espere que volviera luego de lo que pasó con Kanon.

—Sí, lo acabo de ver pero, no hable con él… Me alegré de verlo. —Le sonrío comprendiendo. Debe sentirse acompañado, incluso yo me siento acompañado aunque sé que él no ha venido a verme a mí.

—Mu es buena persona aunque lo lastimé, aunque lo herí, aunque aún guarde rencor sigue siendo buena persona. Sólo, sólo debe dejar de lado todo lo malo de lado y…

—Lo sé… Ahora, cuando todo esto acabe hablaré con él. —Asiento apoyándolo—. Espero todo acabe bien. —Aprieto su mano, una unión fraternal, no sólo de sangre.

Él que más salió herido por mí…

Él que ahora incondicionalmente está a mi lado…

No merezco su apoyo, su compañía y entrega. Yo que desde niño le arrebaté todo lo que más quería y él que desde niño siempre me acompañaba y lo cedía a mis caprichos.

Mi hermano…

—Kanon… —Una lágrima ha rodado por mi mejilla—. Gracias por todo.

—No digas más…

—Gracias…

Llegan a avisarnos que ha llegado el momento. Tomo con fuerza su mano, le insisto a que se quede un segundo más conmigo.

—Kanon… pasé lo que pasé, quiero, quiero decirte que… —Mi voz sigue algo quebrada, turbia—, que quiero escribir. —Siento su mirada, interrogante, extrañada—. Quiero escribir, así que, si yo no puedo recuperar la vista, ¿serías mis ojos?

—Hasta las manos si quieres. —Su voz conmovida me lo confirma.

Nuestras manos se sueltan. Me llevan al lugar donde intentaran devolverme la vista mientras yo en la oscuridad, esta oscuridad que se ha vuelto mi aliada, sólo puedo intentar con estas manos abrirme un espacio, para que al menos pueda entrar un rayo de luz, en el túnel ciego que significa mi vida.

Quizás, quizás haya alguien al otro lado de esta pared…


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