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Túnel Ciego por AkiraHilar

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Notas del capitulo:

Los celos han comenzado y las cosas empiezan a calentarse. Shaka huye de Saga, Saga lo cela estando con Mu y Shura se ha incorporado en la partida ¿Qué ocurrirá con tantos sentimientos?

La mano que me toma, que me acaricia, me da un leve apretón fraternal.

—Dohko…

—Tranquilo muchacho. —Escucho su voz grave, ese leve acento de jovialidad a pesar de que es un hombre de ya tocando los cincuenta años. Lo recuerdo aún, de piel algo tostada, cabello castaño que siempre ataba a una cola hacía atrás. Ojos verdes, proveniente de china… Mi terapeuta de hace años—. Lamento mucho lo que pasó.

Ya salí de la clínica, ando de reposo en el apartamento de mi hermano. Si, recuerdo que fue exactamente seis años que él y yo nos separamos.

Lo lastimé…

Lo lastimé mucho y ahora es quien está cuidando de mí.

Ha contratado una enfermera para atenderme mientras trabaja. La inflamación ya ha bajado, al menos el contorno de mi rostro poco a poco regresa. Tengo algunos puntos en la frente, tuvieron que cortarme el cabello para suturar también algunas heridas en mi cráneo. Ahora con un corte casi militar, sin vista, estoy aquí casi desahuciado en casa de mi hermano.

—Debe ser el karma… —murmuré, recordando esas palabras… tus palabras Shaka.

—No existe algo como eso.

—Empiezo a creerlo.

—Saga…

—¿A qué has venido, Dohko?

—Tu hermano me llamó. Me ha dicho que no has querido comer mucho, que no has dormido bien. Está preocupado por ti. Entiendo que lo que estás pasando es una etapa dura pero…

—Soy un inútil ahora…

—Saga, ¿Y qué del hermano de ese hombre? ¿Lo consideraste inútil?

Me callo. No tengo nada que decir…

24 de Marzo del 2000

«Hoy amanecí con Mu a mi lado. Se quedó en el apartamento, cenamos juntos ayer y bueno: terminé haciéndole el amor desesperadamente. Siendo sincero conmigo mismo, lo que intentaba era borrarme la idea de que ahora Shaka estuviera saliendo con Shura, que Shura se le acercara… que no podría tenerlo… que no quería engañar a Mu… pero tampoco perderlo.

Pero, mientras besaba el cuello de mi pareja, mientras acariciaba su pierna, lo hacía delirar por mi yo…»


El cuerpo se restregaba bajo las sábanas víctima del placer dulce que sólo su pareja podría entregarle. Las esmeraldas desorbitadas del más joven buscaban el rostro de su acompañante en medio de la penumbra, mientras acallaba los gemidos sin querer incomodar a su cuñado que aún vivía allí. Las manos expertas del griego acariciaban indolente sus muslos, pasaban por toda la parte interior. Pellizcaba de vez en vez y Mu se sobresaltaba desesperado, con la piel bullendo, su corazón quemando. Su tórax se contraía y expandía al paso veloz del aire a sus pulmones. El color sonrojado de sus mejillas, rostro y cuello delataban el nivel de su excitación. Bellas hebras danzaban sin orden entre las sábanas celestes y Saga comía… comía el noble sexo que se alzaba clamando de su atención.

Intentaba olvidar.

—Ha… Ha… ¡Saga! —Le escuchaba gemir… la escuchaba clamarlo.

El sabor del sudor, el olor de su piel plagándose de sexo, todo aquello que alguna vez le gustaba, le apetecía, le alebrestaba; no era suficiente. Buscaba concentrarse en el placer, más placer, más de esos gemidos que lo llamaban y le recordaran a quien le pertenecía. Quería más, mucho más…

Sus labios pasaban de nuevo sobre el ancho del tronco sexual, lamía con presteza la carne roja del menor, le enviaba millares de señales a su cerebro y observaba la curva exótica de su espalda a cada espasmo que sacudía todo su organismo. Lo veía gemir, clamar, buscar más… Lo veía como siempre entregado al fuego de sus manos, mirarlo con esmeraldas ahogadas de placeres, venerándolo.

Y no era suficiente…

Con el lubricante preparaba su entrada al cuerpo de su pareja, como ya tantas otras veces había hecho a los largo de cuatro años. Lo veía removerse, danzar, restregarse al paso de sus dedos lubricados con la fría crema con la que haría mucho más sencilla la penetración. Se dejó caer sobre él mientras proseguía, y sentía las manos de Mu húmedas por el lubricante empapando toda la extensión de la virilidad de Saga. Recibía los besos ansiosos en su mejilla y mandíbula y en cuanto podía correspondía besando ávidamente los labios. Pronto la lubricación era lo suficiente para iniciar su entrada y así empezó, empujando levemente mientras Mu abría sus piernas todo lo humanamente posible. Su rostro, con ojos cerrados, se restregaba entre las suaves hebras y la sábana mientras sentía todo su cuerpo tensó soportando la excitación al percibir las paredes caliente ahorcándolo. Gemía, seguía gimiendo y escuchando a Mu gemir en su oído, cada vez más alto. Más ahogado…

La mente le hizo una mala jugada…

El sentir las hebras en su piel húmeda le hizo evocar la textura de los dorados cabellos cuando los tuvo entre su mano en el baño. El rostro redondeado del joven oftalmólogo, esos ojos azules que lo miraron. La textura de sus manos lisas, cuidadas, largos y delgados dedos. ¿Cómo se sentiría pasar su rostro por esas hebras de oro plagadas de sudor y éxtasis? ¿Cómo sería sentir el cuerpo más delgado de aquel hombre? Descubrir rostros que no conocía, verle el sonrojo total de su piel ante la excitación y gemir. Escucharle gemir en su oído.

Aquella voz melodiosa con cierto timbre particular…

La escuchaba ahora en la punta de su oído. Lo escuchaba clamándole. Sintió aquellas manos presionando su espalda e imaginó que eran las de él, que lo imploraba aún más. ¿Cómo se vería el flequillo pegado en su frente por el sudor y tapando el tilak entre sus cejas? ¿Esas cejas doradas estrujándolo por las muecas de placer carnal? Y sólo imaginarlo lo llevó a un punto crítico donde el esperar por aquel cuerpo hasta que se acoplase no fue suficiente.

Estocó. Mu jadeo guturalmente ante la inesperada intromisión que lo hizo entrar hasta el fondo. Un movimiento frenético de las caderas de Saga sobre él, el golpeteo intenso de sus testículos sobre las lisas colinas blancas, aquel entrar y salir violento y cada vez más rápido, tan distinto a como lo tomaba. Pero no le importaba, Mu igual lo disfrutaba y aprovechaba toda esa furia con la que Saga lo penetraba incesantemente, al ritmo de ese corazón griego que palpitaba con fuerza, violento, inalcanzable…

Porque quería demostrarle a aquel…

Quería demostrarle a Shaka que era a él a quien quería, que fuera a sus caricias las que deseaba. Imaginaba a Shaka debajo de él, negando con su rostro, aún el temor tatuado en sus zafiros. Lo veía así, oponiéndose, mientras que su cuerpo sin poderlo detener le llenaba de caricias que lo dejaba al borde del éxtasis. Lo imaginaba, a él con sus palabras diciéndole un detente, mientras que con sus caderas le decía que continuara. Doblegándolo al paso de su hombría en su interior, llenándolo del más pecaminoso goce que no le permitiera, en ningún momento, alejarse de él.

Empezaba a creerlo como cierto…

Se removió con ansías entre las sábanas y el cuerpo. Se levantó manteniéndose de rodillas, con sus ojos cerrados, llevándose consigo las caderas tomadas de su pareja y moviéndolas con mayor violencia contra su virilidad, dejando a Mu con sólo la parte superior de la espalda, cuello y cabeza en las almohadas. Jadeó como poseído, sintió las grandes y gruesas gotas de sudor surcando su frente, atravesando su mandíbula y recorriendo todo el resto de su piel.

Lo escuchaba…

Escuchaba a Shaka clamándole que se detuviera mientras al paso de palabras los gemidos le cortaban todo entendimiento. Sentía esa caderas estremecerse y en un momento perdido en el limbo de sus pensamientos, ya totalmente desubicado en cuanto a que era realidad o no, abrió sus ojos. Esperó ver el rostro hindú sonrojado y ahogado por el placer…

Y encontró a Mu.

Se detuvo.

Las esmeraldas se abrieron ensanchando los parpados hacía atrás. Labios gruesos que resecos se abrieron del estupor. Su cuerpo se tensó, por completo y aquel frío que le penetró desde los pies hasta su cabeza. Su pareja estaba con sus ojos cerrados, ya con la boca abierta soltando y exhalando gemidos, totalmente pérdido en la nebulosa de aquel orgasmo que ya sentía llegar. Pero al notar que su compañero se había detenido, abrió sus parpados mostrando ojos verdes embotados de lujuria con cierta extrañeza.

—¿Saga…? —Logró soltar al cabo de casi un minuto tratando de recuperar el aire, escrutándolo con sus ojos. Estrujando los dos puntos de su frente—. ¿Qué pasa…? —Su pareja lo veía, lo veía incrédulo.

No era en él en quien pensaba…

—Nada… —Suspiró ahogado. Se dejó caer a un lado de él, sintió el beso en su cuello…
Mordió sus labios frustrados.

Y se dedicó a terminar con el vaivén que había empezado. Ya no violento, sino gentil, como solía hacerlo con él. Lo hizo explotar en el mayor de los orgasmos y el suyo le supo amargo…

«No sé qué hacer…

No sé qué hacer…

Y hoy, al verlo en el pasillo, bajó su rostro, me desvió la mirada. Tuve la necesidad de preguntarle a Shura que tal le había ido en su salida. Como un hipócrita manipulador me acerqué a él diciéndole que Mu me había comentado lo de su interés pero, como siempre callado, no me dijo mayor detalle. Pero sonrió. Shura, quien difícilmente sonríe; sonrió y dijo que había sido una noche maravillosa.

¿Lo habrá tenido como yo soñaba mientras le hacía el amor a Mu?

¿Lo habrá besado, lo habrá acariciado, lo habrá poseído?»

27 de Marzo del 2000

«Hoy fue el cumpleaños de Mu. Veinticinco años cumplió y a pesar que lo habíamos planeado en su departamento, terminó siendo en el mío. Invitamos a muy pocos, apenas estaba Afrodita con Angelo, Shura y Shaka a su lado. Estuvo con su brazo encima del hombro de Shaka durante toda la reunión, le comentaba cosas al oído. Shaka le sonreía y yo… yo me moría de celos y…

Dolor…

¿Por qué siento dolor?

Según mi terapeuta lo que me pasa con Shaka no debe pasar de una simple obsesión sexual pero… ¿por qué empieza a dolerme la idea de que esté con otra persona?»


En el apartamento la torta que Mu le había encargado a Shaka ya estaba en la mesa, en espera del momento para cantar el cumpleaños. Ya Shaka le había regalado unos vales para tener postre gratis los viernes por un mes junto a una camisa de marca color crema. Shura por su parte regaló un buen libro de poesía española en una distribución en griego. Afrodita y Angelo juntos le regalaron una costosa agenda y Saga había preparado un viaje el fin de semana para pasarla con él y ver si de alguna manera con eso podría dejar de darle vuelta al asunto de Shaka.

En ese momento una buena música sonaba, Angelo servía otras copas de coctel mientras los otros cinco sentados en el mueble hablaban de cualquier cosa. Saga notaba que ya Shura tenía demasiado tiempo con un brazo sobre los hombros de Shaka y el rubio no hacía nada para quitárselo. Temió que fuera lo que pensaba…

—Y entonces, ¿desde cuándo? —Empezó a preguntar Afrodita, con una sonrisa picara en sus labios, dirigiéndole la mirada al español—. Jamás pensé ver a Shura ya “pasando hombros” —acotó con un tono jocoso. Mu se rió, prácticamente recostado sobre el pecho de su pareja mientras dejaba una mano sobre su muslo.

Shura sonrió, Saga desvió la mirada intentando aplacar sus emociones.

—Bueno, empezamos a salir desde el lunes.

—¿Y desde cuándo lo andas cazando eh? —Se entrometió Angelo, con una sonrisa sádica. El oftalmólogo subió la mirada hacía el interlocutor, con rostro sereno, inmutable.

—Están pidiendo muchos detalles ¿no? —infirió Shura al notar la expresión de su acompañante. Afrodita y Angelo se miraron para luego echarse a reír.

—Vamos, ¡cuéntenos y les contaremos como empezamos nosotros! —Shura negó con su rostro y de inmediato Mu vio necesario intervenir.

—¿Supieron que ayer murió el escritor Alex Comfort? —Angelo y Afrodita lo miraron como si no supiera de quien hablaba. Mu chasqueó con la lengua, con un leve movimiento en forma horizontal que denotaba una negación—. ¿No saben quién es? Era un reconocido escritor estadounidense que estudiaba el comportamiento sexual. Escribió un bess-sellers llamado “La Alegría del sexo”…

Conforme Mu explicaba sobre el escritor y lo que había leído de él y sus estudios respecto a la sexualidad, captando así la atención de Afrodita, Angelo y traumatólogo; la mirada del pediatra se postró fijamente sobre el oftalmólogo.

Una mirada llena de angustia…

Shaka intentó no prestarle atención a esa mirada que clamaba por él, mientras buscaba concentrarse en el nuevo tema de conversación, en el ambiente, la música.

Más no pudo…

Casi atraído como si fuera la misma fuerza de gravedad, los ojos azules buscaron los verdes y se anclaron, se observaron. Se perdieron en ese minuto de contacto casi eterno. Se hablaron en ese instante lo que ninguno de los dos quería asumir, lo que uno doblegaba, lo que el otro quería hacer desaparecer…

Shaka terminó el contacto, bajando su rostro un tanto agitado. Saga tuvo que desviar la mirada también.

Minutos después Mu le pidió a Shaka para que lo ayudara a cortar la torta y repartirla. Luego de cantar el cumpleaños, el rubio se dedicó a hacer los cortes mostrando una destreza privilegiada y demostrando que si había crecido en una pastelería. Afrodita y Mu bromeaban por el afilado sentido de administración de torta que Shaka tenía, mientras Saga permanecía sentado en el mueble, viendo la nada, peleando con todo lo que le hervía en la sangre. En ese momento la puerta de su apartamento abrió, y Kanon entró con una canasta decorada para el cumpleañero. Saga subió la mirada y vio el regalo, mientras que Mu emocionado por la inesperada llegada se acercó con una jovial sonrisa.

Tomó la canasta al tanto que Kanon excusaba el regalo diciendo que un conjunto de ingenieras se le pegaron atrás para ayudarlo a conseguir el mejor. Tenía de todo, desde un buen vino blanco de excelente cosecha, dulces, bombones de chocolates, galletas, algunas frutillas y tanta chuchería que de seguro Mu tendría que picar por toda la semana. La sonrisa de Mu se mostró esplendida a lo que Kanon bajó la mirada para hacerse el desentendido.

Saga frunció el ceño, comprendiendo. Conocía a su hermano y sabía que todo era una pantalla y que a quizás había pasado toda la tarde pensando en si regalarle algo o no. Pero ambos no esperaron que Mu se acercara para abrazarle en agradecimiento por el agasajo, y ante el contacto, Kanon no pudo más que estrecharlo entre sus brazos e inundar sus pulmones con el olor del joven a su lado, enviándole una mirada dolida a su hermano.

Saga bajó la mirada…

Kanon lo soltó…

Mu fue hasta el mesón emocionado por ver qué clase de dulces traía.

«La mirada de mi hermano fue tan certera que comprendí. O al menos empezaba a comprender.

Y aquí estoy, en el apartamento de Mu, esperando que salga de su ducha para…

Diablos…

Me siento perdido… ¡No quiero dejar esta estabilidad! Pero algo me está empujando a seguirle.

No quiero atarme a Shaka»


08 de Abril del 2000

«Tengo días sin verlo. No sé qué ha pasado pero según Mu está algo estresado y ha preferido no acercarse. Estás dos semanas sin verlo ciertamente me han servido. El no tenerlo cerca me ha hecho replantearme muchas cosas además que el viaje que hice con Mu a las islas Creta fue maravilloso. He seguido el consejo de mi terapeuta, me aconsejó evitarlo y así he hecho. Cuando Mu quiere pasar a comer algo en la pastelería, le he dicho que vaya solo, le invento cualquier escusa para no quedarme.

Al principio las ansías me comían, pero he tratado de concentrarme lo más que puedo en una sola cosa: Mu y yo llevamos cuatro años. Sería idiota de mi parte destruir esta relación que me resulta tranquila, apacible, serena… Además, Mu es un excelente amante, lo quiero, sé que lo quiero y me siento en confianza con él. Y él sigue siendo el mismo, el obediente, el complaciente Mu que conocí hace cuatro años.

Cuándo me puse a sopesar entre lo que podría ser una aventura con Shaka junto con la relación estable con Mu, terminé decidiendo por Mu. Aún él me cuenta que al parecer Shura y Shaka han seguido saliendo y aunque aún tengo celos, trató de doblegarlo.

Debo olvidarlo…

Debo matar esto…

Debo dejarlo ser feliz en otros brazos…

Está eso bien, ¿verdad?»


20 de Abril del 2000

«Ya casi se va a cumplir un mes, y a duras penas lo he visto de lejos en el pasillo. Él también me rehúye y creo… creo que eso es mejor. Al parecer el estrés que tenía, según me comentó Mu hoy en la tarde, es porque se le había presentado la oportunidad de realizar su primera operación. Fue inevitable recordar entonces las palabras de su madre, de la promesa que le hizo Shaka a su hermano, de la opinión de su hermano sobre ello.

¿Cómo se sentirá? Pasé todo el día preguntándome eso, preguntándome qué pensará al respecto. ¿Estará confiado? ¿Asustado? ¿Qué haría yo en su lugar? Si estuviera consciente que en mis manos está la esperanza de alguien a quien amo ¿Cómo reaccionaría ante semejante carga? Aunque lo suyo haya sido impuesto por su propia voluntad, no dejó de pensar que de alguna forma se sentirá presionado en cuanto a su desempeño.

¿Será que Shura lo apoyará como yo lo apoyaría?

Saga, olvídalo…»

24 de Abril del 2000

«Hoy Mu al final me contó más detalles. Sé que no debería estar averiguando al respecto, pero… no puedo dejar de pensar sobre ese asunto y es mejor preguntándoselo a mi pareja que yendo yo a buscarlo directamente, ¿cierto?

Me sorprendió al saber que el paciente es uno de los niños que yo había atendido un tiempo atrás. Lo recuerdo, el pequeño Shiryu, al parecer tuvo una caída bastante fuerte y casi mortal de la que se salvó, pero perdió la vista. Durante estas semanas le han hecho varios estudios y al parecer tiene esperanza.

Según lo que me dijo Mu, el problema de Shiryu es parecido al de su hermano y espera que la operación sea un éxito. Sé que el término de las 5 operaciones fue la condición que Asmita le puso, cinco operaciones satisfactorias y con resultados favorables. No dejo de preguntarme por esa condición.

Como doctor estoy consciente que no todas las operaciones terminan con la cura. Muchas veces el problema supera los alcances de la medicina. ¿Espera acaso Asmita que Shaka se encuentre con ese muro con otro paciente antes que con él? ¿Espera que de ese modo Shaka esté preparado para un fracaso?

Y sigo… sigo pensando en él…»


27 de Abril de 2000

«Mu ya me lo ha comentado. La fecha de la operación está pautada para el 2 de Mayo. Me comentó que Shaka tiene un calendario en su consultorio, y todos los días marca con una X la fecha de hoy y observa el marcado con el círculo. Según palabras de Shura, de las pocas que logró sacarlo, esta algo nervioso pero seguro de sí mismo. Mu me dijo que lo veía calmo pero algo hermético.

Aún no sé porque motivo jamás le comenté a Mu sobre la conversación que tuve con la madre de Shaka, pero estoy seguro que si tan siquiera supiera eso, comprenderían su estado.

Hoy al final de la jornada pasamos por la pastelería. De nuevo Mu pedía un dulce extraño, cada vez que venimos pide uno nuevo. Por un momento vi cuando Asmita salió pidiéndole a Kardia que anotara una serie de ingredientes que había que comprar para el siguiente día. Mirarlo me hizo evocar a Shaka, a su sueño de ser el mejor oftalmólogo y a esa promesa.

Y deseo estar a su lado…

Deseo confortarlo, decirle que no está solo…

Sí, ya no importa. Nada importa. Sólo quisiera tenerlo en mis brazos por un momento y…»


—Besarlo… —suspiró entre sus labios, dejando el bolígrafo a un lado de la bitácora que escribía todos los días.

Solo en su habitación, miraba el techo con sus esmeraldas desbordadas de emociones intensas. Regresó su vista al escrito. Exhaló, sintiendo aquello que le pugnaba en el pecho, que le daba un calor inmensurable. Que le doblegaba, que intentaba apagar, controlar, pero no podía…

Le vencía…

Escribió.

«No he podido olvidarlo…»

02 de Mayo del 2000

«Hoy, hoy fue un día especial. Aunque no pude quedarme a esperar el resultado, hoy fue especial»

Eran horas de la tarde y según le había comentado Mu la operación sería a las siete de la noche, por lo tanto, ellos ya no estarían allí. Shura le había comentado que lo mejor era que no hubieran mucho esperando por los resultados y ciertamente Mu tampoco veía razones para estarlo, ya que confiaba en él. Pero para Saga, quien sabía lo que significaba esa operación, el quedarse lejos se estaba volviendo pesado. Finalmente media hora antes de la salida salió de su consultorio y se dispuso a caminar.

Memoraba, memoraba el momento en que lo vio en la recepción ese día que Mu se lo presentó. El día que por primera vez lo vio en la pastelería, la forma en que tomó la mano de su hermano para guiarlo hacía él.

La sonrisa…

Resoplo con fastidio y cierto pesar mientras subía las escaleras al siguiente piso, el de cirugía. Por lo general no solía subir hasta allí, incluso, a duras penas subía escaleras pero en ese momento había tenido la necesidad de hacerlo. Pensaba en muchas cosas a la vez, volvía a sopesar sus opciones, a darle peso a su relación con Mu, convencerse por enésima vez que las cosas con Mu estaban muy bien como para arriesgarla, convencerse que…

Se detuvo.

Lo vio.

Con su bata blanca enfundada, el cabello dorado sujeto religiosamente en una cola alta, parecía tener los brazos cruzados frente una pequeña sala de espera solitaria y con la vista al ventanal que daba al estacionamiento del edificio. No había ningún buen panorama por ver, pero mantenía su vista en algún punto muerto.

Debatió…

¿Acercarse o no? Saga se mantuvo expectante sin saber qué hacer, si debía retroceder el paso y volver o aproximarse. Su corazón latía con fuerza, su garganta empezaba a secarse al ritmo de sus latidos que imperioso parecía querer arrancar el corazón de su pecho. Y allí permanecía inmóvil, solo, en aquella sala, a aún dos horas de la operación.

¿En qué pensaría? Sin meditarlo sus pasos empezaron a acercarse a él, con silenciosas pisadas, su mirada clavada en su espalda. Si, se sentía tan nervioso como si fuera él quien tuviera la esperanza de su hermano a cuesta, como si fuera él quien tuviera tan pesada responsabilidad.

Y llegó a su lado.

Pero Shaka parecía estar totalmente absorto en inhalar y exhalar como para notarlo, con sus parpados cerrados, totalmente sumergido en una especie de trance. Dedicó un minuto en ver el perfil del rubio, en de nuevo admirar ese rostro tan cerca. Observó el desliz de su frente hasta el tilak tatuado, la forma en que se alzaba la pequeña y fina nariz, para luego entrar al declive de sus labios delgados.

Lo entendió. No podía olvidarlo.

Shaka se estaba clavando a lo hondo y él no estaba haciendo suficiente para evitarlo.

Cerró sus puños impotentes por el deseo de besarle, mordió sus labios y metiendo sus manos en los bolsillos de su bata, exhaló un poco de aire turbio. El olor a musgo de la fragancia del rubio inundaba el lugar.

—¿Nervioso? —Logró preguntar. El rubio volteó al sentir la voz y mostró sorpresa al ver que quien estaba a su lado era precisamente el pediatra. Aplicó un nuevo paso de distancia que Saga comprendió antes de posar la mirada en el vidrio.

—Es mi primera operación —argumentó.

—Lo sé. Mu me comentó que hoy era el gran día. —Desvió sus esmeraldas de nuevo en la figura del médico—. Dime Shaka, ¿cómo te sientes?

—Seguro…

—¿Seguro? —replicó de inmediato, frunciendo el ceño—. Quieres decir que estás preparado en caso de que la operación no funcioné, ¿cierto? Mu me comentó que no había 100% de seguridad.

—Funcionará.

—¿Eso crees?

—Así debe ser. Para ello estudié.

—En la medicina no hay nada seguro…

—Entonces llámalo fe. —Un palpito, tan fuerte que sintió que la tierra le tembló en los pies.

—Por tu hermano… —El rubio le miró de reojo, algo impresionado por la acotación—. Confías en que puedes devolverle la vista a tu hermano, pero tienes miedo al mismo tiempo.

—No lo tengo…

—No está mal temer, Shaka.

Silencio, minutos largo y eternos de silencio.

El pediatra le miró de nuevo, observó con pesar la forma en que pasó saliva en su garganta. Ese trago ahogado, esa turbación que le manaba y se negaba a demostrar, encerrado en sí mismo. Sin permitir que nada fuera capaz de trastocar lo que él consideraba su única opción…

—No puedo fallar… —confesó al final—. Por él no puedo fallar.

Dio un paso, se acercó. Una mano se escurrió a uno de los hombros del oftalmólogo, lo hizo voltear, verle de frente, encontrarse con su mirada. Detrás de los lentes los turbios zafiros lo observaban con un cumulo de cosas que no pensaba soltar. Y él tampoco quería que lo hiciera.

Aún así, su cuerpo por inercia reaccionó. Acortó distancia, extendió sus brazos. Abrazó.

Los cuerpos se estremecieron. El ligero temblor de Shaka fue evidente y aplacado por el apretón fuerte y seguro del mayor, quien ayudado con una de sus manos hizo que aquella cabeza dorada se plegara en su pecho, mientras que dejaba caer la suya propia sobre los cabellos de oro. El olor a musgo lo embriagó, embargó, ahogó en una bruma de sentimientos contradictorias que ahora sometía, sometía con todas sus fuerzas.

Ya no era sólo la atracción, terminó comprendiéndolo. Aquello que le hacía pensar en el bienestar del hindú antes de él le era fiel indicio.

Ya no sólo era sexo…

—Saga… —murmuró el rubio contra la bata blanca, abrumado, sin responder el gesto. Sentía que toda la piel se crispó en ese momento.

—Todo saldrá bien. —Los ojos azules que se abrieron con mayor fuerza, los lentes que se movían al paso de los dedos de Saga, que con cierto dejo de ternura pasaba caricias sobre su cabello recogido—. Sé que todo saldrá bien. Podrás realizar las cinco operaciones. —Tembló—, los cinco pacientes podrán volver a ver la luz y entonces, iras a que tu hermano, lo convencerás y cumplirás tu promesa. —Una lágrima que terminó brotando en contra de su voluntad.

—¿C-cómo lo sabes? —Intentó mencionar con voz serena, aunque su garganta ahogada le traicionaba.

—Tu madre me contó. —El menor se notaba aturdido entre sus brazos. Una de sus manos bajó hasta la nuca, la otra tomó con fuerza y respeto la baja espalda—. ¿Te acuerdas de ese día que Mu los ayudó empacando? —Fue unos segundos de silencio antes de que Shaka rememorara y asintiera con el rostro—. Ese día me lo contó…

—No debió…

—Sólo está preocupada por ti, al igual que lo debe estar tu hermano. —El rubio iba a mencionar algo—. Escúchame Shaka, te entiendo, te entiendo porque también tengo un hermano. Sé, que si yo pudiera salvarlo, devolverle algo como los ojos, lo haría, haría lo mismo que tú.

—Yo sólo quiero que él vuelva a ver. Es, es lo que puedo hacer por él…

—Y está bien eso, pero, estoy seguro que Asmita preferiría, sin importar si puede volver a ver o no, que tú siguieras estando a su lado, siendo sus ojos.

El rubio impuso un poco de distancia, usando sus brazos para separarse de aquel amplio pecho y mirarlo lleno de emociones variadas. Saga vio la lágrima en su mejilla derecha, la única que logró brotar y al verla le dedicó una tierna sonrisa, apartándose lo suficiente para tomar el cuello de la bata y limpiarla con la tela, sin perder el contacto visual.

—Mi madre habló de más. —Resintió bajando la mirada, tratando de ocultar así su debilidad y bochorno.

—Así son todas las madres. —Tomó entre sus manos los lentes del menor, se los quitó provocando que de nuevo le subiera la mirada. Con la misma atención, volvió a ponérselo—. No te presiones. Ve a ese quirófano y demuestra lo que has estado estudiando, lo que has hecho, por lo que te has esforzado. —Acomodó la montura—. Y pasé lo que pase, recuerda, siempre serás los ojos de tu hermano. Aunque le devuelvas los suyos, seguirás siendo sus ojos, Shaka: un hermoso celeste cielo que se refleja en la tranquilidad del mar.

Aquellas últimas palabras habían logrado lo que esperaba. El rubor tenue apareció en sus mejillas, mirándolo, simplemente clavados uno al otro a través de sus ojos.

«Me faltó valor para hacer algo más. Ciertamente en ese momento que lo tuve frente a mí, con ese ligero sonrojo en sus mejillas, con esos… esos ojos…

¡DIOSES! Es justo eso lo que me hacen sentir al ver semejantes ojos, un hermoso cielo reflejado en la tranquilidad del mar, un azul con verde tan intenso. Zafiros, turquesas, ya no sé…

Me siento como adolescente enamorado. Me sonrió como idiota recordando el cómo lo abracé, en lo maravilloso que fue simplemente ponerle de nuevo esos lentes de montura negra rectangular que le sientan tan bien. Observar de tan cerca sus ojos, verme reflejados en ellos…

Si. Estoy enamorado de él. ¿Y ahora? ¿Qué debo hacer?»


21 de Julio del 2006

Acostumbrarme a andar por los demás sentidos no ha sido fácil. Ya me he tropezado varias veces con la misma mesa que está al lado de la puerta al baño. Todo tipo de sensación de frio o calor me aturde demasiado y ni hablar de los ruidos. Llego a escuchar cuando mi hermano regresa del trabajo tan claramente que hasta he pensado que parezco un perro esperando por su dueño…

Patético, me siento patético.

—¿Cómo amaneciste? —Oigo a mi lado. Kanon ha llegado y como ya venía escuchando; trae al parecer una bandeja de comida. Me sonrió tenuemente, acomodándome de nuevo en la cama mientras deja la bandeja a un lado. Todavía está preocupado tratando de arreglarme las almohadas pero me resisto. Ya puedo hacerlo por mí mismo…

—Como siempre…

—Traje el periódico. ¿Qué te comienzo a leer?

—Lo que sea…

Estoy desganado, realmente no quiero hacer nada. No sé qué hacer… ¿qué puedo hacer así?

Desahuciado…

—¡Oh! En la página de medicina parece que están promoviendo un nuevo método para las cirugías oculares. A ver… —Me sonrió tristemente. No quiero saber nada de operaciones—. Mmm, dicen que un grupo de médicos de la New England Eye Center están…

Tiemblo.

Ese nombre me pone a temblar.

Y creo que Kanon lo ha notado…

Una lágrima, dos.

—Saga… ¿Saga que pasó?

Es allí donde tú estás. Es allí donde sigues con tu vida ¡¡Es allí Shaka!!

—Saga, ¡¡por los dioses!!

Y recuerdo, recuerdo tu rostro en esa fotografía presentada en el congreso. A ti, junto a esos demás médicos, lejos… ¡LEJOS DE MI!

¿Por qué no vienes a ser mis ojos, Shaka?

Notas finales:

Hasta aqui la actualización, el viernes dejo otros dos. Se agradece comentarios ^^


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