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Túnel Ciego por AkiraHilar

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Notas del capitulo:

El acercamiento ha sido ineludible, y ambos lo saben. Antes esa verdad, ¿cuánto tiempo más evadirán lo evidente?

Hoy soñé contigo.

Hoy soñé que estabas a mi lado, hablábamos de los nuevos avances tecnológicos. Me decías que estabas contento con tus logros, que habías llegado al lugar que buscabas.

Te vi sonreír y sonreí en respuesta.

Te vi mirarme lleno de amor y te observé de la misma manera.

Te tomé de la mano, me acerqué acortando distancia. Te vi cerrar tus parpados, el tono carmín que tiñó con lentitud tus mejillas. Ladeaste tu rostro buscando el ángulo, te acompañé. Sentí tu aliento golpeando mi rostro, tu nariz rozando mi cara y yo. Yo no podía cerrar mis ojos. Dejar de verte, de venerarte.

Hasta que se apagaron.

Conforme te acercabas, la oscuridad me fue quitando la visión de tu rostro. Mientras más me acercaba a ese beso, las sombras se hicieron dueñas de toda mi visión.

Hasta que deje de ver.

Hasta que solo había oscuridad.

Y ese beso nunca llegó.

Cuando desperté de nuevo estaba llorando.

03 de Mayo del 2000

«Desperté emocionado por la idea de verle. Mu me avisó en la noche que afortunadamente la operación salió bien, pero no sería hasta el viernes que podríamos saber a ciencia cierta si había sido un éxito. Comí tan pronto como pude y ciertamente no estaba seguro si ir a preguntarle de una vez, si ir hasta su consultorio. Pero me arriesgué»

Pidió sólo media hora a su nueva paciente para que lo esperara. Tenía que hacerlo. Necesitaba verificar como se encontraba, que opinaba al respecto de la operación. Caminó todo el pasillo con extremo nerviosismo, escondió sus manos por el sudor que manaba de ellas, víctima del temor que le embargaba al pensar en sus posibles reacciones.

¿Qué le diría? La noche anterior había podido tenerlo entre los brazos, sentirlo cerca. El olor a musgos le adormecía mecido en brazos de paz. Definitivamente ese hombre había sabido como clavársele en el pecho y hondamente. No recordó haberse sentido así con Mu.

No, no se había sentido tan idiotamente enamorado como se sentía esa vez, cazando, buscando, tratando de conseguir la forma de acercarse. Ese temblar en su cuerpo, esa expectativa no la había sentido con Mu.

¿Por qué?

Conforme caminaba en los pasillos de la enorme clínica él mismo respondió su propia interrogante. Cuando se conocieron Mu y él se complementaron tan bien que no hubo tiempos de cortejo. La atracción fue evidente y solventada de inmediato. Fue cosas de una cena, terminaron enredados en las sábanas del hotel más cercano y luego de una fogosa noche decidieron «intentar» e intentando llevaban ya cuatro años. Nunca se vio en la necesidad de buscar nada más, Mu solventaba todo lo que pudiera requerir para la compañía de una persona. Conversador, amable, buen humor, inteligente y buen amante, ¿qué podría pedir más? Pero allí estaba, dejándolo de lado un momento para ver a otro joven que apenas le ha dirigido la palabra y quien le rehúye, buscando ganar su atención.

Para cuando se dio cuenta ya estaba frente al consultorio. Dos pacientes lo esperaban sentado en los asientos de espera. Esperó un momento antes de ver que la puerta fuera abierta y una joven adolescente saliera en compañía de su madre con unos lentes gruesos. De inmediato ambas mujeres lo miraron de arriba abajo y logró escuchar cuando la jovencita comentó un: ¡todos los doctores de esta clínica son guapos! que le hizo sonreír. Ciertamente uno de los más apuestos estaba detrás de esa puerta.

Tocó con respeto antes que alguno de los pacientes se le adelantara y escuchó esa hermosa voz diciéndole: adelante. Su corazón latió con rapidez y no pudo evitar sonreírse como jovenzuelo ante la idea de que ese hombre estaba allí, detrás de esa madera y esperando sin saber que venía una sorpresa. Sin meditarlo más y con el corazón en la boca, abrió la puerta y la cerró detrás de él deteniéndose a admirarlo.

Shaka aún no había subido su mirada; la mantenía en su agenda mientras hacía una serie de anotaciones y movía con cierta elegancia las monturas de sus lentes. Contempló con dulzura el perfil del menor, la forma en la que movía su mano escribiendo mientras con sus labios al parecer realizaba el movimiento fonético de cada palabra.

Se sintió embargado por algo que no supo describir.

Un cosquilleo tan infantil en su estomago. Un vibrar en su piel, un escalofrío. Un…

—Puede sentarse —dijo el médico sin subir la mirada. El pediatra obedeció, en silencio, esperando ansioso que pasaría cuando el rubio se diera cuenta que era él quien estaba allí.

Lo vio buscando algo entre las gavetas mientras se distrajo observando una fotografía que estaba en su escritorio, en un portarretratos de vidrio y el espaldar de madera. La fotografía mostraba a Shaka graduándose, con su madre y Asmita junto a él. Vio que Asmita estaba sentado en una silla de madera, Shaka se colgaba a su cuello, con la cabeza de su hermano en la mejilla y la mujer se acoplaba a ellos, tomándole la mano al mayor. Asmita era quien tenía el titulo mientras Shaka, vestido de blanco por completo, sonreía.

Se graduó con honores. No pudo dejar de pensar en lo admirable que era eso.

—Buenos días. —Salió de su pensamiento al oír esa voz y voltear, para verlo ahora mirarlo con asombro, con esos ojos tan especiales desbordados de sorpresa y sí, un brillo, un brillo que le seducía—. ¿Dr. Saga?

—Buenos días, Shaka. —Y el corazón quería desbordarse al ver el leve, muy leve carmín que intentaba asomarse por las mejillas blancas—. Lamento molestarte en horas de consulta.

—Si… —El rubio se echó un tanto hacía atrás en el asiento, desviando la mirada y de nuevo acomodando la montura. Parecía hacerlo cada vez que se notaba nervioso y el gesto no dejó de ser analizado por el pediatra. Se sonrió, tratando de controlar la explosión de burbujas que le creaba cosquilla en el estomago—. ¿Y, a qué se debe su visita? —notó que le costaba mantener la distancia y hablar de usted.

—Pues, ¿vine a ver qué tal te fue ayer en la operación? —Realmente ni estaba seguro si debía decir que era sólo para eso.

—Afortunadamente fue satisfactoria. Estamos esperando ahora el viernes para quitar las vendas y comprobar si fue un éxito —informó con los ojos clavados en el pediatra—. Gracias por venir a preguntar. —Bajó la mirada—, pero ya le había informado a Mu de eso…

—Lo sé, esto fue sólo una excusa. —El rubio volvió a mirarlo con estupor, tratando de mantenerse sereno—. En realidad… —Y tener esa mirada no le ayudaba mucho a los nervios de Saga—, vine a pedirte una cita.

—¿C-cita? —balbució Shaka con dificultad, evidenciando el desconcierto en el palpitar de sus pupilas y el sonrojo algo más evidente. Ambos corazones latían acelerados.

—Médica… —Se apresuró a corregir el pediatra con un ligero temblar en sus cuerdas vocales—. Cita médica. —Ahora el rubio mostraba entre desconcierto y confusión—. Es que, me ha estado doliendo la cabeza luego de trabajar horas en el computador. —Todo fue un infantil cuento que se le acababa de ocurrir, esperando sonar convincente. Los ojos azules lo miraban aún con asombro, con preguntas, con una mezcla de todo tan potente que no podía dejar de observarlos—, así que, quise comprobar si…

—Comprendo…

Bajaron y desviaron ambos la mirada.

Era evidente, la tensión del ambiente; la excitación y expectativa se respiraba en todo el lugar. Los ojos verdes se levantaron un tanto para verlo. Los ojos azules hicieron lo mismo al mismo tiempo. Se encontraron.

Y silencio…

—¿Me atenderás? —Un trago grueso se vio bajar de la garganta del hindú. El temblor que recorría toda la piel griega.

—Déjame apartar una cita. —Fue lo único que dijo.

Lo siguiente fue algo sumamente extraño, pero hermoso para él. Shaka con cierto nerviosismo pasaba la página de un lado a otro y luego tenía severos problemas por ubicar el bolígrafo el cual había olvidado que tenía atajado entre su oreja. Saga lo observaba emocionado, sonriéndose con cierta timidez mientras veía el desespero que le dio al doctor por no encontrar el dichoso bolígrafo. Se acercó entonces y extendió su mano hasta la oreja, rozando tenuemente su cabello y paralizándolo al instante, hasta tomar el bolígrafo y liberarlo para mostrárselo frente a él. Esta vez, por mucho control que Shaka pudiera tener de sí; el sonrojo cubrió toda su mejilla por el bochornoso asunto de ponerse tan en evidencia. Tomó el bolígrafo musitando un gracias mientras volvía a acomodar sus lentes.

Anotó la hora y el día, avisándole que para las ocho de la mañana del viernes lo esperaba para la revisión. Saga sonrió, con los pálpitos a mil mientras lo observaba dulcemente. Nervioso salió del consultorio luego de casi tropezarse con la silla donde se había sentado al despedirse y caminó hasta el suyo propio emocionado como si tuviera su primera cita.

«Sé que es ridículo. No sé ni porque me comportó así pero, simplemente estoy feliz. No sé en que terminará la revisión pero sólo pensar en que estará frente a mí mirándome a los ojos me hace sentir como un adolescente.

Sé que está mal, pero ya no quiero remediarlo…

Sólo quiero sentir…»

04 de Mayo del 2000

«Hoy fue la cita…»

Tal como lo habían cuadrado, Saga ya estaba en el consultorio a la hora prevista y entró con sus manos en los bolsillos. No le había comentado a Mu al respecto, prefirió mantenerlo como un secreto y notó, para su alegría, que al parecer Shaka tampoco le comentó de nada. ¿Acaso sería cómplice de ese pequeño juego? Ciertamente para ese momento Saga no esperaba más que aquella sensación de quinceañero jugando a cortejar a su enamorado. El hecho de que fuera a escondida le daba un sabor aún más excitante.

Shaka esa vez estaba bastante tranquilo. De alguna forma de seguro había aprovechado el tiempo para prepararse mentalmente a la consulta y abocarse a hacer su labor de doctor. Le hizo ver unas letras de lejos y repetirlas, tapando uno de sus ojos. Luego lo pasó a una maquina y mientras iba enfocando hacía preguntas. Todo transcurría tan normal, que ya Saga empezaba a desilusionarse. No esperó que Shaka se concentrara tanto a la consulta.

—No veo problema. Quizás sea cansancio por la exposición directa de los rayos del monitor. —Concluyó el menor mientras alcanzaba su agenda y se sentaba frente a él. Abrió con parsimonia e iba realizando una serie de anotaciones—. Puedo recomendarle usar lentes para el uso del computador que lo protegerá de las radiaciones UV del monitor. Así también evitará la migraña.

—¿Lentes? —Enarcó una ceja el pediatra. Jamás se había imaginado estando con lentes.

—No serán permanente, sólo tendría que usarlo cuando… —De improvisto se calló, cuando sintió los dedos del mayor quitándole los lentes. Aquel acto lo descolocó, subiendo la mirada confundida mientras Saga veía con curiosidad sus lentes y luego intentó ponérselo. Se veía pequeños para él—. No creo que esos le queden.

—No tienen aumento. ¿No los necesitas cierto? —El rubio bajó un tanto la mirada, con una sonrisa de medio lado.

—No, no los necesito. Pero si mis clientes me ven con unos lentes les resultara más fácil acostumbrarse a la idea de llevar uno por el bien de su salud.

—Interesante. —Llevó de nuevo los lentes ante su dueño, buscó colocárselo observando fijamente esos ojos.

El magnetismo.

Sus manos permanecieron pegadas a la montura cerca de las orejas del menor, mirándolo fijamente, traspasando sus ojos a través del cristal sobre aquellos potentes zafiros. Los labios de Shaka se entreabrieron, temblando ligeramente, mientras buscaba decir algo, algo que no era capaz de encontrar. Las manos de pediatra soltaron la montura para alojarse en aquel rostro, forzarlo a mirarle, grabándoselo en la memoria.

Se aproximó.

Con lentitud fue acercando su cuerpo, su rostro, su boca hacía él. Sintió el respingo del oftalmólogo pero no hubo resistencia. No hubo mayor resistencia. Para cuando estaba lo suficiente cerca como para sentir el aliento que emanaba de aquella boca entreabierta, Shaka había cerrado los ojos. Su tórax subía y bajaba velozmente, notando la agitación de su respiración. Seducido acortó distancia. Enamorado fue en busca de su objetivo, sintiendo que la sangre le bombeaba tan rápidamente que pensó en cualquier momento se desmayaría o le daría un ataque cardiaco.

Y rozó.

Con el leve contacto, el oftalmólogo intentó hacerse hacia atrás y fue detenido por esas dos manos que lo afianzaron, tomaron, estrujaron, los labios corrompieron. Labio a labio se dedicó a besar aquella boca, a robar su aliento, a secuestrar dudas. Con su boca se dedicó a destruir argumento y a obligarlo a responderle…

Así  hizo.

Para cuando ambos se dieron cuenta el beso se había intensificado. Para cuando ambos se dieron cuenta la lengua entró como invitado, el otro aceptó su llegada. Conforme avanzaba una mano de Saga bajaba hasta el cuello, pasó hasta la nuca. Buscó el ángulo, profundizó. Y se apoderó del primer gemido.

Se encendieron, hasta que el teléfono de Saga mostró la llamada entrante de Mu.

«El beso, el beso fue el mejor que he dado y recibido en mi vida. Me sentía como un jovenzuelo besando por primera vez, con nervios y deseos, con ansías y anhelos.

Pero…”


—Esto no debió pasar —replicó el rubio apenas la llamada cortó. Cuando sintieron el ruido del teléfono la atmosfera cambió por completo, levantándose el oftalmólogo con visible temor y contrariedad. Se limpió su boca del pase de esos labios ajenos.

—Shaka, ambos lo deseábamos —dijo él a su defensa. Shaka levantó su mirada indignada.

—¿Esa es tu justificación? —reclamó, ahora con más rabia que miedo—. ¿Y qué pasa con Mu? ¡Esto está mal por él!

—¿Mu? ¿Sólo te preocupa Mu? —Aquello le revelaba algo escondido.

—¡Claro que sí! Mu es mi amigo. ¡Mu te ama!

—¿Y Shura?

Silencio. Shaka se quedó en silencio, sin palabras…

«…aunque no me quiso decir, aunque quiso retractarse diciendo que también se preocupaba por Shura, no le creí»

07 de Mayo del 2000

«Ahora quiere alejarme de nuevo. ¡Maldita sea!»

—Shaka me comentó que fuiste a verlo al consultorio. —Casi el bocado de yogurt lo ahogó. Tosiendo con un tanto de dificultad, Saga subió sus ojos llorosos debido al ahogo para ver a su pareja, quien lo observaba intrigado—. ¿Qué pasó? ¿Te estás ahogando? —Unas leves palmadas de Mu a su espalda le ayudaron a reaccionar, aunque su corazón se agitó de tan sólo recordar lo ocurrido en esa consulta.

—Sí, gracias —Tomó un largo sorbo de agua para bajar la acidez—. Sí, fui a consulta.

—No me habías comentado que te daba migraña.

—No quería preocuparte. —Se excusó, desviando la mirada.

—Saga… —Y esta vez Mu tomó su rostro, le obligó a verlo directamente. Los ojos verdes del tibetano se clavaron, escrutadores, buscando la verdad tras sus esmeraldas—. ¿Todo está bien? ¿No me ocultas nada?

—¿Qué podría ocultarte? ¡Sólo fue una consulta! —Los puntos de su pareja se estrujaron, inseguros.

—Normalmente me dices todo lo que hac…

—¿Qué sucede? ¿Ahora debo ponerte al tanto de cada mínimo movimiento que haga? —reclamó levantándose del asiento del comedor, dentro de su propio apartamento. Su pareja lo observó absorto, totalmente descolocado por la forma violenta en la que contestó—. Sólo fui a una consulta porque tenía migraña y pensé que era la vista. ¿Hice mal el no decirte?

—No me refiero a eso…

—¿No confías en mí? —«Eres un cínico Saga…»

—¡No tienes que ponerte de esa forma! —se defendió el menor, cruzándose de brazos y poniéndose en pie para quedar a su nivel—. Sólo te estaba haciendo una pregunta.

—¡Me estás reclamando!

—¡Estoy preocupado por ti!

Los dos se miraron. Los dos se observaron fijamente. Los dos terminaron desviando sus miradas.

Mu exhaló una gran cantidad de aire antes de volverla a levantar y ver el rostro de Saga, aún mirando la otra pared, visiblemente molesto.

—Perdón, no es que quiera que me informes de todo, pero se trata de tu salud… —«Perdóname Mu…»—. Un dolor de cabeza, migraña, puede significar muchas otras cosas. Eso me preocuparía, que fuera algo más grave… —«Perdóname por mentirte…»—. Por eso, ¿todo está bien?

Y Saga subió la mirada. Asintió.

Luego un abrazo, un beso. El sexo…

«Y mientras le hacía el amor de nuevo pensé en él…

Quiero a Mu, no quiero hacerle daño. ¿Pero qué hago con esto que me está quemando?»


08 de Mayo del 2000

«Hoy no pude verlo. De nuevo me está huyendo y con saber que le contó a Mu lo de la cita me está diciendo algo bastante claro: no piensa apoyar lo que sentimos. No piensa ser cómplice de citas a escondidas. Ponerlo al tanto fue como si quisiera darle una alerta. Afortunadamente, logré desviar la atención de Mu hacía otros rumbos.

Sin embargo, al encontrarme con Shura pude entrarme de los resultados de la operación y aproveché para tener algo más»


Se habían encontrado en el baño de nuevo. Al trabajar en el mismo piso y el mismo pasillo ese tipo de encuentro no eran para nada extraños. Sin embargo en ese momento Saga veía la forma de sacarle conversación mientras Shura se lavaba las manos. Lo ocurrido en la cita había dejado algo en evidencia para él y es que la unión de Shura con Shaka no era tan fuerte como aparentaba.

Pensó en las veces que lo veía juntos, pero jamás se veían tomados de manos. Siempre Shura establecía conectando, pero Shaka no era quien tomaba la iniciativa. Cada uno de esos detalles que no reparó antes por los celos ahora los veía claros y como indicativos de que tal vez Shura no fuera del todo una amenaza. Sin embargo el hecho de que Shaka y él tuvieron un poco más de dos meses saliendo no dejaba de preocuparle.

—¿Supiste como salió el paciente que Shaka operó? —preguntó directamente, sin mirarlo. Esperó en silencio sus palabras.

—Shaka me comentó que todo salió bien. Pudo volver a ver, la familia está muy agradecida. Ahora solo está recuperándose por completo. —La noticia provocó una noble sonrisa en el mayor, un sentimiento de emoción tal en su pecho que no podía describir.

En ese momento se descubrió deseoso de buscar a Shaka y besarlo, besarlo y abrazarlo con todas sus fuerzas para hacerle ver lo feliz que se encontraba por él. ¿Acaso Shura hizo lo mismo? ¿Acaso Shaka recibió esa forma de felicitaciones?

Él estaba dispuesto a dársela.

—Ya veo, debió estar muy contento por ello —comentó Saga con mirada calculadora, observándose a sí mismo en el reflejo. Sí, haría ese movimiento…—. Shura estoy sin saldo para comunicarme con Mu, ¿me regalas un mensaje de texto?

—Por supuesto.

Le entregó el celular y con rapidez Saga ubicó los contactos, buscó su nombre, encontró.

Memorizó el número y realizó el mensaje más no lo envió.

—Gracias Shura…

Salió con la información que quería, con una sonrisa.

«Aproveché que ya tengo su teléfono y le escribí un mensaje. Fue algo directo, lo suficiente como para hacerle entender que quiero ir en serio, que no pienso oponerme más a esto que siento. Que deseó estar a su lado, que deseó besarlo de nuevo…

Que me estoy enamorando de él…

No me respondió.»


18 de Mayo del 2000

«Otra vez le dejé un mensaje. Le saludó en las mañanas, le escribo al mediodía deseándole buen provecho, en la merienda le digo que quiero verlo en el pasillo y en las noches le deseó buenas noches. He tratado de mantenerme al margen al menos hasta que me responda, porque aún hoy no me respondió.

Mu entretanto anda preparando nuestra fiesta de cumpleaños, aunque le pedí algo bastante privado. Shura sigue diciendo que va muy bien su relación con Shaka pero cada vez lo creo menos. Y seguiré enviándole mensajes a él hasta que terminé aceptando lo que siente por mí.

Mi terapeuta me dijo que no debería hacerlo, que estoy metiéndome en un asunto delicado. Me preguntó si pensaba arriesgar mi relación de cuatro años por un mero enamoramiento. Pero él no entiende, no entiende que yo nunca me había sentido así…

Y debo admitirlo, el hecho de que no sea correcto me provoca mayor ansías de seguir.

Mientras más Shaka me ignoré y trate de detenerme, más deseos me da de obligarlo a demostrarme lo que sé que siente…»

30 de Mayo del 2000

«Hoy fue nuestro cumpleaños. Dios, ¿ya son treinta y tres años de vida y es apenas para esta edad que vengo a conocer lo que es estar enamorado? Cualquiera diría que es patético.

Afortunadamente al menos llegó, ¿no? Y hoy lo pude ver de nuevo en el apartamento. Shura le había dicho que iría, pero al parecer no pudo cumplir, por lo que estaba él, Mu, mi hermano y yo, juntos en una velada que más bien parecía el intentó de no gritarnos lo que sentimos. Mi hermano mirando a Mu a cada tanto para luego bajar la mirada, Shaka tratando todo lo posible de no cruzar su mirada conmigo y yo, aprovechando cada mínimo instante donde nadie me viera para verlo a él.

Ese era el panorama.»


Allí estaban los cuatro sentados comiendo su torta, la cual Mu había pedido doble, dos pequeñas, una negra con las frutillas que fue la que más le gusto a Saga y una totalmente de chocolate para Kanon. El tibetano hizo enormes esfuerzos para que la velada fuera al menos divertida, tomando en cuenta que ni Shura ni los otros dos médicos pudieron asistir. Sacaba conversaciones, instaba a Kanon contar anécdotas de sus viajes en las gabarras donde siempre ocurrían cosas interesantes, todo en medio de un vals de miradas que no terminaban de concretarse.

Los ojos de Saga buscaban cada espacio libre para clavarse en los azules de Shaka, detallando su pantalón beige y la camisa de colores blanco, verde y azul en finas líneas que tenía puesta. El oftalmólogo por su parte intentaba concentrar su atención en Kanon y en sus cuentos, moviendo de vez en vez la montura de sus lentes en señal de nerviosismo. Todo estaba muy tenso aunque quisieran intentar escudarlo.

En un momento Saga se excusó y se retiró al baño, sólo para sacar su móvil y escribir otro mensaje de texto.

«No hay color que no te quede bien. Simplemente todo te queda perfecto»

Envió. Esperó unos minutos. Salió.

Se encontró con Shaka bebiendo agua con bastante necesidad, luego que escondiera su teléfono. Mu le bromeaba preguntándole si había sido Shura quien le escribió, debido a la forma en la que se puso nervioso. Con eso, Saga ya había tenido clara señal de las reacciones que le provocaba los mensajes.

—Creo que ya debería irme —concluyó el rubio bajando la mirada, sin ánimos de cruzar los ojos con Saga. 

—Puedo llevarte. —De inmediato Saga se ofreció. Los ojos azules del oftalmólogo lo miraron con visible advertencia.

—Mejor que lo haga Kanon. —Secundó Mu levantándose del asiento y abrazándolo de forma efusiva frente a los demás. Kanon bajó la mirada y Shaka miró hacia otro lado—. Yo todavía no te he dado mi regalo, espera en el cuarto.

Y el ambiente no pudo ponerse más tenso.

Saga correspondió el abrazo de su pareja mirando fijamente al rubio, quien ya tomaba sus cosas para irse. Kanon seguía con la mirada en el suelo.

—Yo, yo me encargaré de llevar a Shaka. —Accedió el menor de los gemelos con una corta sonrisa. Mu le sonrió con picardía.

—Gracias Kanon.

—Bien, nos vemos mañana. —Fue lo que salió de la voz del invitado, viendo fijamente al pediatra—. Que lo disfruten.

Ambos partieron. De inmediato Mu lo arrastró hasta su habitación.

«El sexo fue divino, lo admito. Tomé mi regalo, tal como me pedía pero, deseé, en incontables ocasiones que hubiese sido él.

¿Qué puedo hacer? Ahora antes de sentarme a escribir le dejé un mensaje diciéndole lo que de verdad deseaba de regalo a Shaka.

Igual, no respondió.»


Y en la habitación a oscura leía por enésima vez el mensaje.

«Mi mejor regalo hubiese sido quedarme contigo Shaka. Aunque solo sea dándonos besos como los de aquella cita, aunque en eso pasáramos toda la noche. Extraños tus labios…»

Hecho su cabello rubio hacía atrás, sostuvo su cabeza entre las manos.

Pidió fuerzas.

25 de Julio del 2006

—Saga, alguien vino a verte.

Ya al menos puedo sentarme tranquilo, aunque aún usando la muleta por el yeso. Escucho la voz de mi hermano en la puerta y solo asiento. ¿Quién querría verme? De seguro sería Dohko que ha venido de nuevo a hacerme compañía. Quizás Shura, o Afrodita y Angelo. Cuando supieron lo que pasó vinieron a verme y darme ánimos.

Realmente no tengo a muchos que quisieran verme…

Escucho la puerta abrirse de nuevo. Mi hermano pide que pase. Yo oigo atento. Sus pasos suenan distintos, pausados, tranquilos. No pesados. Su aroma también es diferente pero, lo reconozco.

Alzo mis ojos vacíos, conmocionado. Volteo hacía donde el ruido me da indicio de que se encuentra quien me visita.

—Soy yo, Saga.

Y con la voz, ya sé quien ha venido a verme.


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