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Túnel Ciego por AkiraHilar

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Notas del capitulo:

La relación de Saga y Shaka siguen desarollándose pese a la presencia de Shura y Mu en el medio ¿Hasta que punto podrán mantenerse ocultos? ¿Es acaso el presente de Saga un karma?

Salgo de la habitación por el ruido que hay en la sala. Kanon se nota molesto, muy molesto. La forma en la que alza su voz me inquieta. Y Mu parece intentar explicarle algo. Hablan tan rápido y aun ando algo aturdido por mi siesta que no me permite entender que está ocurriendo.

—¡Eso que hiciste fue ruin, perverso! ¡Jamás lo pensé de ti! —grita mi hermano golpeando la madera de la puerta. Se nota agitado.

—¡Se lo merece! —Sentencia Mu con tono soberbio. De repente el sonido de vidrio caer me asusta y decido asomarme, buscar saber que está pasando.

—¡MALDITA SEA! ¡SOLO ERES UN MALDITO RESENTIDO!

Antes de que pudiera salir es mi hermano quien pasa a mi lado y cierra con un golpe la puerta, cortando toda vía de comunicación. Me encuentro totalmente perdido, sin entender y ayudándome del bastón intento acercarme a Mu para saber que ha pasado.

—Detente Saga. —Escucho su voz imperativa y el sonido de los vidrios muy levemente—. Te puedes lastimar. —Frunzo el ceño, incomodo al sentirme de nuevo como un perfecto imbécil y minusválido.

—¿Qué sucedió? —pregunto de inmediato, tratando de alejarme para hacer caso a su advertencia. Oigo un resoplido de aire con una leve risilla, tan cínica, que me hiela los huesos.

—Lo que debió pasar hace muchos años…

Sin comprender, y aterrado, prefiero volver a mi habitación y dejarlo solo. Entro en ella tocando las paredes hasta sentarme frente al televisor y accionarlo. Escuchó entonces las noticias, dejándome caer sobre la cama y respirando hondo, intentando olvidar lo ocurrido. Se oye la noticia de que Michael Schumacher piensa retirarse a final de la temporada en la fórmula 1. Me sonrió escuchando todo para tener al menos alguna visión opaca del mundo.

Faltan nueve días para tus treinta y un años Shaka. ¡Qué rápido pasa el tiempo!

Quisiera saber si la pasaras con él…

02 de Agosto del 2000

«Hoy nos volvimos a encontrar en el baño, pero al contrario de las otras veces, no fue algo pasional. Con tenerlo en mis piernas abrazado a mí me sentí como si tuviera el Olimpo mismo tomado con las manos. Le hablé entonces de lo fue mi relación con mis padres, de Kanon y de lo que sentía él por Mu. Le explique las razones que me impiden aún encontrar las palabras para terminar con Mu…»

Sus dedos pasaban con ternura por su cabello, que por pedido se había desatado. Hacía calor, sí, pero estar así abrazados en aquel cubículo parecía ser lo que ambos anhelaban. Besos eran regados por el cuello y su mejilla, besos suaves, cariñosos que se intensificaban cuando se encontraban ambas bocas y dejaban de hablar unos segundos. Saga tenía la necesidad, desde lo ocurrido, de hacerle sentir a Shaka que de verdad a quien quería era a él.

—¿En qué se equivocó Mu? —preguntó de repente el oftalmólogo, con la frente recargada a su hombro, sin mirarle a la cara.

—No creo que haya sido cuestión de equivocarnos… o quizás sí. —Medito un tanto, antes de continuar—. Quizás nuestro error fue apresurarnos. Quizás no asentamos buenas bases o… —Se acercó a su rostro, sudado un tanto por el calor, sonrojado al igual, pero con zafiros mirándolo con sumo cariño—, quizás simplemente eras tú de quien me iba a enamorar, fuera que estuviera con Mu o no.

—Asmita dice que existe alguien que complementa cada alma de forma perfecta en algún lugar cerca de nosotros y que si perdemos la oportunidad con ese alguien, puede que consigamos a otra pero, no será igual. —Buscó su mirada, su nariz, sus labios… besó—. Pensé que es un cuento algo fantástico.

—Creo que tiene razón… —Besó su comisura, su mejilla, mandíbula, llegó al oído—. Hoy me siento completo y sé, que si llegara a cometer la estupidez de perderte, no será igual. Te llevaras algo de mí y me aseguraré de quedarme con una parte de ti. —Shaka buscó de nuevo su mirada, con curiosidad por lo último. Saga sonrió con felicidad antes de volverlo a besar y clavar su mirada—. Me aseguraré de quedarme con algo para que vuelvas a mí… soy egoísta.

Se rieron un poco, antes de volver a fundirse en otro abrazo, hacerse sentir que era más, mucho más que sexo, mucho más que la fascinación física…

—No sé cuando empecé a sentir esto por ti. —Confesó el rubio—. Pero cuando me di cuenta dolía, verte al lado de Mu y no poderte dirigir una mirada indiferente. No sé si era tu silencio, o la protección que destilas a tu paso, sólo sé que en algún momento cuando caminaba a los pasillos y te veía despedir a uno de tus pequeños pacientes, sonriendo, no podía bajar la mirada.

—A mí me impresionaste desde que te vi, el día que Mu nos presentó. Cuando mi relación con él terminé, creo que deberemos esperar antes de mostrarnos como pareja.

—No me importa eso, no me importa si debamos permanecer escondidos por más tiempo… sólo… sólo no quiero serle más infiel a él.

«Ahora que lo pienso, Shaka le pesa más la infidelidad que a mí. Yo siento que estoy con la persona correcta y todo lo demás deja de preocuparme, pero él no, siempre lo tiene presente, como si estuviera cargando un gran peso.

Sinceramente, tengo dos razones de peso para acabar esta relación con Mu: una, la comodidad de Shaka y porque quiero ser por entero de él»


04 de Agosto de 2000

«Hoy de nuevo nos encontramos en el baño. Esta vez fue en el del mismo piso donde doy las consultas y es que simplemente no pude tolerarlo. Ayer tuvimos otra sesión de sexo por el teléfono y sus gemidos clamando por más de mí los tenía aun taladrando en la cabeza. ¡DIOSES! ¡Jamás pensé que su voz pudiera sonar tan extremadamente sensual llamándome en medio de las fantasías!

Pero lo que vine a decir no fue esto, sino en lo que terminó convirtiéndose diez minutos de sólo beso»


Se necesitaban, se ansiaban, así atestiguaban sus manos que afanosas acariciaba con fuerza y decisión el cuerpo del otro. Lo marcaba, lo hacían suyo. Las piernas siempre recogidas alrededor de la cintura del pediatra mientras este con sus manos acercaba más aquella cadera a su cuerpo, para sentirlo vibrar, y sentir como todo su cuerpo se incendiaba al paso de esa lengua fogosa. Se deseaban… la noche anterior entre fantasías había sido un detonante, las mejillas de Shaka atestiguaban el ardor acumulado en la boca del estómago. Ese deseo insano que ya no podía soportar, la forma en la que cerraba sus mandíbulas con fuerza para soportar la excitación… Si, Saga lo veía, Shaka estaba demasiado dispuesto en ese momento y no podía desaprovecharlo.

—Saga… —Jadeó contra su oído, sujetándolo con fuerza mientras los labios del mayor de nuevo mordían su cuello con hambre, con ansías—. Vas… muy… rápido…

—No… —Una mano que jalaba la camisa vino tinto del mayor, la alzaba sacándola de los pantalones beige y provocando que Shaka empezara a sopesar las circunstancias. Rastro de piel blanca se presentó frente a él y sólo lo agitó aún más. Desesperado empezó a besar sobre la camisa, humedeciendo al paso de sus labios hasta que consiguió erguido lo que buscaba. Mordió y las manos de Shaka se clavaron en sus hombros mientras temblaba de placer.

—¡NHGGGH! —Ahogó el menor un gemido, mientras sentía otro tumultos de ellos atascarse en su garganta. Agitó su cabeza, sudado, asfixiado al tiempo que esos labios y dientes jalaban y saboreaban su tetilla sobre la tela y con el roce áspero de ella. Una mano del mayor se fue internando por dentro y terminó capturando la otra, robándole todo rastro de consciencia.

Plegó su cabeza contra el hombro del pediatra y mordió sin misericordia su hombro, buscando ahogar de esa forma la tormenta de sonidos que agitaban su garganta. Saga si no pudo callar, un jadeo sordo salió de sus labios al sentir los dientes y la forma en la que esa piel sudaba y temblaba entre sus manos. Estaba muy incómodo, demasiado incómodo en ese lugar como para maniobrar pero la excitación había llegado a tal punto que no podían irse hasta liberarla. Cinco minutos de besos, y ya tenían otros diez profesándose caricias que no pensaban ahondar aún.

—No… Saga…—volvió a morder sus labios, sus manos despeinaron la alborotada cabellera añil del mayor, sudada, vibrando a cada roce. Esos labios ahora chupaban y marcaban su abdomen mientras Shaka se sostenía de rodillas sobre los muslos del pediatra, totalmente superado por el placer.

De repente, alguien entró.

El escalofrío que ambos sintieron los obligó a detenerse. Escuchó que entró a uno de los cubículos, por el ruido estaba realizando sus actividades fisiológicas y luego, a los pocos minutos, salió para abrir la llave de los lavamanos. Saga ya esperaba que se fuera, que le permitieran terminar lo que ya estaba avanzado, sin dejar de acariciar tiernamente el cuerpo del hombre que ante el nuevo integrante del baño se había quedado estático y no dispuesto a mover un sólo músculo. Aprovechó entonces el griego para ver aquel rostro enrojecido, jadeando sin voz, con la boca abierta, los labios inflamados, el cabello dorado sudado.

—¡Shura! —Aquella voz… entrando al baño. Ahora sí, ambos, se quedaron congelados. La expresión de terror de Shaka no tenía nombre.

—Mu, que raro verte por aquí —Respondió el que ya estaba en el baño al recién bañado—. Una gota de sudor que recorrió todo el filo de la mandíbula hindú, terminó cayendo en la mejilla derecha del pediatra, igual de paralizado.

—Estaba buscando a Saga, pero no está en el consultorio. —Shaka cerró los ojos, con la culpa manándole por los poros. Saga, desesperado, termino abrazándolo con fuerza contra él y tapando su boca con una de sus manos, mirándolo ahora recargado sobre su pecho, diciéndole con la mirada que no temiera—. ¿No lo has visto?

—Sinceramente no —respondió el español. Se escuchó un bufido de preocupación en el tibetano y Shaka, en los brazos del pediatra, temblaba, temblaba de miedo. Aquellos zafiros le decían que estaban mal, que lo que estaba haciendo estaba mal. Los labios del mayor besaron su frente, su tilak, le susurró al oído un te amo.

—Bueno, ¿y qué tal te ha ido con Shaka? ¡Tengo semanas sin hablar con él! —De nuevo Shaka cerró sus ojos, se notaba totalmente colapsado.

—Shaka y yo terminamos hace un mes. —Saga, quien había olvidado todo rastro de existencia de esa relación, fue hasta ese momento que se enteraba de ello. Lo miró con una cantidad de preguntas y Shaka le devolvió la mirada con dolor—. Aunque, seré sincero contigo Mu, pero lo nuestro fue más una farsa. —El rostro de Saga decía todo. Shaka desvió su rostro—. Bueno, quiero decir, cuando lo invite ese lunes y le confesé mis intenciones, desde un principio me hizo saber que no le gustaba, pero, que necesitaba mostrarse “ocupado”. —El tono del español en ese momento marcaba esas palabras.

—¿Ocupado?—repitió Mu sin comprender.

—Si, al parecer alguien de la clínica buscaba algo con él y estaba viendo la forma de evitarlo. —Los ojos de Saga, la expresión. Ahora comprendía porque para Shaka jamás la presencia de Shura le era signo de culpabilidad, el porqué era Shura quien se acercaba. Lo comprendió y una sarcástica sonrisa se dibujó en los labios gruesos al comprobar lo que había llegado a hacer para huirle—. Acepté, porque me dio la oportunidad de cortejarlo mientras jugábamos a la pareja, pero no funcionó.

—Lo lamento mucho…

La mano de Saga acomodó un tanto el cuerpo de su amante sobre él, apretando la cabeza dorada. Ubicó su oído, los oía hablar a los otros dos fuera del baño y una parte malvada de él empezaba a brotar.

—¿Tienes idea de cuantos celos me provocaste? —Aquel susurro ronco en su oído le provocó un intenso temblor, más de miedo que de expectativa—. ¿El cómo deseé incluso golpearlo por pensar en tocarte? —La mano libre del pediatra que desataron su pantalón, dejó salir su erección, dura, palpitante por un deseo más allá de lo prohibido.

Al sentir aquella hombría erecta sobre su vientre, Shaka se removió un tanto ya asustado, negando con su rostro sometido por la fuerza del agarre del mayor. Pero superior era su terror a verse descubierto por aquellos en esa situación, que  el de saber que Saga ya sabía que todo lo de Shura desde un inicio fue una farsa. La mano de Saga busco desabrochar el pantalón de su acompañante, y ante los intentos de Shaka de quitar su mano, solo le sonrió de medio lado, con ojos inyectados del más primitivo anhelo.

Sacó la virilidad del rubio, las juntos a ambas en su palma y empezó a masturbar, creando un intenso espasmo en el cuerpo del oftalmólogo que doblegó con fuerza con su otro brazo. El cuerpo de Shaka temblaba, compulsivamente, casi como si fuera víctima de una convulsión neuronal que le quitaba todas las facultades. Escuchaba las voces de los dos hablando y el latir acelerado del corazón de Shaka a punto de explotar por el bombeo. 

Gotas salinas de lágrimas brotaron de los ojos azules, víctimas de todos los alaridos de goce que reprimía y cortaban su garganta, apretando con fuerza y hasta con violencia los gruesos hombros del pediatra. Siguió realizando el movimiento, de arriba abajo, a ambas fuentes del placer mientras mordió el hombro del oftalmólogo para reprimir sus propios gemidos, sonriendo lascivamente, extasiado. Los ojos de Shaka estaban abiertos desorbitados hacía la nada, peleando contra su cuerpo y rogando a todos los dioses que no hubiera movimiento en falso que los delatase.

Pronto Shura y Mu salieron del baño, mientras que aquellos seguían torturando sus cuerpos. Ya sin ellos allí, Shaka dejó caer sus piernas y echo atrás su cuerpo, en un arco erótico, totalmente fuera de sí. Se meció con él, respiraba agitadamente por él… eyaculó en sus manos junto a él…

«Fue… ¡lo más excitante que he hecho en mi vida! Aunque al final Shaka salió tan furioso que pensé por un momento que había sido una broma. Las lágrimas de ira en su rostro me atestiguaron que al parecer me pase. Pero por lo menos aún ahora me siento en las nubes luego de semejante encuentro sexual que supero cualquiera de mis expectativas.

¡Oh Dios! ¡No me contesta las llamadas, ni los mensajes! ¡Sí está molesto!»


05 de Agosto del 2000

«Hoy mi hermano decidió irse de viaje por un mes. No me quiso decir ni el lugar, ni las razones, ni siquiera como comunicarme. Y lo que más me molesta de todo fue que me dijo que Mu habló con él»

Lo veía alistando las maletas con desazón, ira y un tanto de decepción. Era extraño, nunca había visto a su hermano tan molesto y mucho menos despachando sin recato alguno a uno de sus tantos amantes. Vio a Mime, un pelirrojo muy hermoso, salir del apartamento con falsa pleitesía, cuando Saga sabía perfectamente que era uno de los tantos con los que Kanon se acostaba.

Por un momento en su vida pensó que su vida libertina en cuanto a los amantes era molesto y tantas otras incluso le reclamó. Más sin embargo, en ese momento, no se veía con la moral de decirle absolutamente nada. Aunque presentía que algo había pasado para que tuviera ese humor.

—Me voy. No me preguntes a donde, ni te preocupes por llamarme. Regresaré cuando tenga que hacerlo, fin de mes después de todo —dijo Kanon apenas sintió la presencia de su hermano en el umbrakl de la puerta.

—¿Me quieres decir que te pasa? —Un golpe seco, agudo, a las maletas de cuero que iba preparando. Una mirada esmeralda y pulsante del menor lo amenazaba.

—¿Tienes las agallas de preguntármelo? —El mayor sintió un escalofrío recorriendo la médula. ¿Acaso ya sospecha….?—. Hoy Mu me cito en el almuerzo—esmeraldas del mayor desorbitadas.

—¿Mu? —preguntó casi sin voz, sin comprender…

—Me dijo que necesitaba hablar conmigo porque estaba creando conflicto en su relación. —El latir, certero. Ambos hermanos enfrentados, uno con extrema sorpresa y otro con desbordante angustia—. ¡Te dije que no me usaras como excusa!

—Ya no te usaba como excusa pero le dije a Mu que iba a buscar por mi cuenta y…

—¡No seas estúpido! ¡Obviamente no se creyó el cuento y piensa que soy yo el que no te deja irte con él!

Se quedaron observando uno al otro con dolor, Saga con las palabras atragantadas. ¿Decirle en ese momento que pensaba dejarlo sería apropiado? No, en definitiva no, Kanon estaba tan molesto, mal, tan…

Lastimado…

—Kanon…

—Hasta se ofreció de nuevo a buscarme pareja… ¡maldita sea!

—Perdóname…—«por engañarlo, porque lo voy a dejar por otro. Porque todo este tiempo guardando ese sentimiento ha sido en vano. Por haber sido yo la piedra» 

Esos eran los pensamientos que pasaron por la mente del mayor mientras veía a su hermano cerrando las maletas y saliendo de la habitación sin dirigirle la mirada de nuevo.

—Espero que al llegar ya te hayas decidido.

«Estoy escribiendo en la habitación de mi hermano. Ya se fue y espero que haya sido a vacaciones. Nunca me he separado de él y, sinceramente, no me siento preparado para ello. Kanon también se llevaría una parte importante para mí.

Mi única familia…»


06 de Agosto del 2000

«¡¡No me responde!! ¡Maldita sea! ¿Cómo se me ocurre haberme dejado llevar por mis bajos instintos? Incluso se negó a recibirme en su casa, ¡estoy perdido!»

08 de Agosto del 2000

«Nada, no responde, ¡no me dice nada! Le he dejado mensajes de texto rogándole, pidiéndole perdón, mensajes de voz haciendo lo mismo. Incluso llamé desde un centro telefónico y apenas me oyó me cortó. ¡MALDICIÓN!

Shaka ¡te extraño! Te amo, ¡por los dioses! Jamás ni siquiera en una de las terribles discusiones con Mu me he sentido tan desesperado como ahora. Por favor, ¡respóndeme!»


09 de Agosto del 2000

«¡No me aguanté! Fui hasta su oficina arriesgándome que me mandara a botar a gritos de allí. ¡Pero tenía que verlo!»

Allí estaba, con su porte serio y decidido colándosele al joven que iba a entrar a su cita. El rostro del rubio era un verdadero poema, al verlo simplemente así, abriendo la puerta y pidiendo permiso casi como si ordenaran que desalojaran la oficina. La mirada esmeralda del mayor lo miró dictando una sentencia y la del rubio, al recuperarse de la impresión, dibujó la más pura ira.

—Discúlpeme, Dr. Sardillat. Pero tengo un caso urgente que conversar con usted de uno de mis pacientes. —Y una sonrisa de medio lado enmarcaba el rostro que decía: no me iré de aquí hasta que hablemos. El rostro orgulloso, como nunca había visto frente a él lo miro prepotente.

—Lamento decirle que no puedo atenderlo en estos momentos.

—Es urgencia.

—Puede pedirle…

—Estaré esperando afuera —dijo apenado el joven paciente viéndolos a ambos queriendo matarse con la mirada.

El leve rubor en las mejillas del rubio marcó la rabia mientras que una sonrisa de triunfo se dibujó en el mayor. El pediatra le dio el espacio para que se retirara el paciente para luego cerrar la puerta del consultorio con llave. Ver esos zafiros amenazantes no le importaba. Ciertamente el sólo tenerlo allí ya eran razones suficientes para hacerlo sentir feliz.

—¡Estás loco! —reclamó el oftalmólogo con los brazos cruzados y sin salir del área del escritorio.

—Creo habértelo dicho antes. Sí lo estoy, y no quiero curarme —dio dos pasos revisando todo el lugar y notando que había un día marcado en rojo y algunas cruces incluyendo ese día. Recordó que Mu le había comentado que esa era la forma en la que Shaka esperaba las operaciones. Vio marcado el día 14 de Agosto—. ¿Tienes una nueva operación y no me avisaste? —reclamó un tanto dolido. El rubio enarcó una ceja de evidente desinterés.

—No eres mi pareja ni yo soy la tuya, Saga. —El golpe bajo—. Ni soy un objeto para que andes probando tu hombría como si fuéramos monos de una manada. —El segundo golpe, Saga cerró los puños sintiéndose herido y con mucha razón—. No respetaste mi decisión de no hacerlo hasta que estuvieras libre, ni mis sentimientos al respecto con lo de Mu. ¡Mientras tengas mi cuerpo lo demás te vale mierda! —Un golpe seco en el escritorio, una mirada fulminante.

Jamás Shaka había alzado la voz. Fue lo suficiente para hacerle saber a Saga el malestar, pero moderada para que los pacientes no escucharan por fuera. Los zafiros embotados de ira contenida voltearon la vista a otro punto muerto. Ambos estaban agitados, metidos en un fango donde cualquier movimiento en falso los hundiría cada vez más al abismo.

—Lo único que te pedí de condición fue eso…

—Shaka…

—Era mi primera vez… —Las esmeraldas se abrieron desorbitadas. Notaron y comprendieron el dolor—. Sé que es ridículo, sé que no debería importarme, soy hombre después de todo. ¿Pero crees que si me había mantenido tranquilo hasta este momento era para perderla en un sucio baño y como una muestra asquerosa que te quisiste dar a ti mismo de que te pertenecía? —Los zafiros subieron enfurecidos—. ¿Crees que lo disfruté? ¿Crees que tengo una maldita idea de donde me besaste? Claro, las marcas que me dejaste sí que me dan una leve idea de que pasó, pero del resto, ¡no sentí nada del supuesto amor que dices profesarme!

Las lágrimas. La negación.

«Si es sólo sexo, no me tomes…»

El sueño…

—Perdóname…

—Vete Saga. Olvidemos que algo pasó.

—No, ¡eso no pienso aceptarlo!

—¿Crees que estás en posición para tener opinión sobre esto? —exclamó el oftalmólogo con ira.

—El fin de mes. —Los zafiros lo vieron extrañados—. Kanon ahora está de vacaciones pero viene en fin de mes. Apenas llegue le haré saber mi decisión y de allí… se lo diré a Mu. Te lo juro.

—Bien. —Una tenue sonrisa en el pediatra al tener una esperanza—. Entonces no nos veremos hasta entonces. —Sonrisa que se borró al instante.

—Shaka…

—Dile al paciente que entre. Tengo trabajo que hacer, vete.

«Pasé toda la tarde diciéndole que lo amaba, que no tenía la más remota idea de cuánto lo amaba. Me siento asqueroso…

Quiero tenerlo conmigo, quiero abrazarlo, quiero besarlo y aquí estoy escribiendo luego de levantarme al lado de Mu, quien todavía duerme tranquilo sin saber todo lo que ha pasado. Con el cuento de que quería cambiar la rutina sexual lo hice alcanzar el orgasmo sólo con las manos, sin penetrar.

Le pediré a Mu que nos demos un tiempo… mientras llega Kanon y le informo. Es lo único que se me ocurre.»


10 de Agosto del 2000

«La prima de Mu, quien lo crio, tuvo riesgo de un aborto. Mu se tuvo que ir desde la mañana hasta la ciudad donde conviven…

No pude decirle nada…»


14 de Agosto del 2000

«Recibí la llamada de Shaka a las doce de la noche y supuse que algo debía estar pasando. Al escucharlo de esa forma me desesperé. Su voz estaba turbia, lloraba.

Shaka lloraba…»


Apenas recibió el llamado se vistió de inmediato para ir al hospital central, donde estaban todos. Al parecer un intento de robo fue lo que sucedió. Asmita opuso resistencia y su madre, asustada, se interpuso entre su hijo y el maleante armado.

El arma accionó.

Su madre fue herida.

Para cuando llegó Shaka estaba de pie, temblando, pasando sus manos una y otra vez por su cabeza en la entrada del hospital. Saga se detuvo, totalmente asfixiado y desbordado de preguntas que no sabía por dónde comenzar a contestar, pero sabía que no era momento para ello. Se acercó con cautela mientras sólo veía perdido. Extendió sus manos con sólo una idea en mente,

Sin importarle que lo vieran.

Si importarle lo que pasara, él iba a estar allí…

Tapo los ojos del rubio con sus manos. Le susurró al oído.

—Estoy aquí, Shaka… —Y en un segundo después el oftalmólogo se había dado la vuelta, abrazándolo con fuerza. Temblando…

—¡Tuve miedo, Saga! ¡Tuve miedo de perderla! Tuve miedo…

19 de septiembre del 2006

Tomo el grabador. Me lo dejo Dohko en su última visita. Me dijo que aunque sea más difícil escribir, mantener mi bitácora es algo vital para mí y una forma de recordar todo lo bueno…

Recordar lo bueno…

Acciono el play. Lo acerco a mis labios.

—Hoy cumples treinta y un años, Shaka. Debes estar más hermoso… me imagino que algunas líneas de expresión te deben surcar cuando frunces tu ceño. Por cierto, ese corte te sienta muy bien, aunque siempre me gustó tu cabello largo. Pero ahora con ese corte a la altura de tus orejas te ves un tanto joven a pesar de tu edad y más serio. Tus lentes también son hermosos… —Se me corta la voz—. Te amo, te sigo amando Shaka. Cuando te dije que te llevarías una parte de mí, ¡lo dije en serio! Yo, yo aún te amo aunque ya no me ames. Aunque ya te hayas entregado a otros brazos para mí, para mí tu eres el único que puede llenar este vacío

Lágrimas ruedan de nuevo. 

De nuevo, no puedo dejar de llorar

—¡Te extraño! Quisiera estar contigo... Quisiera hacerte el amor como lo hice esa primera vez ¿Te acuerdas? No la del baño, esa la enterré en cuanto pude verte en plenitud, besarte, escucharte gemir con tu voz al borde del colapso…

¿Y cómo no recordarlo? Incluso, puedo rememorarlo, de nuevo, mil veces, todo lo que ocurrió. El cómo te aferrabas a las sábanas, el cómo me daba es espacio para poseerte. Tus gemidos, el carmín de tu rostro. Shaka… todo, todo lo recuerdo.

Y revivo.

Son las doce de la noche. Y de nuevo, como hace seis años, me estoy masturbando recordándote.

¿Acaso mis gemidos clamando tu presencia llegaran a tu oído allá en Inglaterra?

Notas finales:

Y bueno, hasta aquí por hoy. Veré si saco dos más mañana :3

Gracias por las lecturas.


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