Capítulo anterior
- No te preocupes, lo cuidaré como quise que lo hubieran hecho mis padres conmigo – No sabía por qué pero había desarrollado ese sentimiento de cariño, pero a la vez también lo odiaba. Era como un 10% de cariño (que sólo tuvo en ese momento) y 90% de odio.
- Bien tú sabrás, ¿y cómo piensas llamarlo?
Soubi volteó con cara de pocos amigos asustando al peliverde para después mirar seriamente al niño dormido entre sus brazos
- Lo llamaré… Ritsuka
DIFICULTADES
Después de que Soubi y Kyo salieron de ese callejón, se encontraron con toda la pandilla y se sorprendieron al ver a su líder cargando a un bebé.
- La misión se ha completado, se pueden retirar – Ordenó seriamente Soubi mientras seguía caminando junto a Kyo.
- ¿Y qué piensa hacer con ese mocoso de neko? – Preguntó valientemente uno de los del grupo
- Eso no te incumbe y espero que no se corra la voz sobre esto ¿de acuerdo? – Todos sabían que si alguien desobedecía al rubio, éste era capaz de cualquier cosa para castigarlos
- Sí señor – Respondió firme aquel hombre
Soubi tenía una casa no muy grande pero con suficiente espacio para dos personas. A Ritsuka le había asignado uno de sus cuartos y Soubi seguiría con el suyo. Al principio fue difícil criarlo más cuando su superior lo llamaba para varias misiones, así que le encargaba a su vecina que lo cuidara por él todo el día y que además guardara el secreto de que criaba a un neko. La señora era bastante amable, tenía como unos 60 años de edad y a diferencia de las demás personas, ella no odiaba a los nekos. Se divertía mucho con Ritsuka ya que era muy inteligente y a los cuantos meses después de haberlo acogido empezó a hablar claramente.
Y se acercó el día en el que Ritsuka cumpliría un año en esa casa, Soubi lo tomó como el cumpleaños del pequeño. Así que cuando llegó ese dia, cumplió 3 años. La señora lo estaba cuidando en ese momento ya que era de mañana y Soubi no se encontraba. En eso el rubio llegó un poco mareado y se sentó pesadamente en un sillón de la sala, justamente donde estaban aquellos dos.
- ¿Se siente mal joven Agatsuma? – Preguntó preocupada la señora mientras cargaba a Ritsuka
- Estoy bien – Respondió secamente Soubi acostándose y poniendo el dorso de su mano sobre su frente
Ritsuka ya lo conocía así que empezó a moverse indicando que quería tocar el suelo, la señora lo bajó a la alfombra y su sorpresa fue al ver que aquel niño estaba dando sus primeros pasos dirigiéndose hacia Soubi.
- Joven Agatsuma mire – Dijo sorprendida la señora haciendo que Soubi volteara inmediatamente – Es la primera vez que camina – Siguió diciendo la señora
Ritsuka se fue acercando lentamente hacia el sillón en donde estaba recostado, el mayor se sentó para ver mejor al pequeño; así que cuando Ritsuka llegó a las piernas del rubio, estiró sus manitas hacia Soubi indicando que quería que lo cargara.
En ese momento Soubi volvió a sentir algo raro en su pecho, la cara que tenía Ritsuka era de inmensa felicidad; pero Soubi recordó el odio hacia esa raza así que sin más se paró pasando a lado del pequeño y dirigiéndose hacia su recámara.
- Me iré a descansar – Dijo Soubi a la señora mientras caminaba
Ritsuka bajó sus bracitos y agachó su cabeza tristemente, la señora se acercó rápidamente para consolarlo.
- ¿Por qué amo no querer Ritsuka? – Preguntó el pelinegro a la señora que lo cargaba
- Claro que si te quiere, sólo que llegó cansado, eso es todo, así que no te pongas triste.
A pesar de que Soubi le hacía malos gestos al menor, Ritsuka siempre lo admiraba y no podía llegar a odiarlo. Soubi lo notaba pero seguía siendo indiferente y algunas veces cruel con él.
Cuando Ritsuka cumplió los seis años, aquella señora tan amable falleció a causa de un infarto. Ritsuka lloró mucho aquel día, por alguna razón a esa edad comprendía muchas cosas; así que después de eso Soubi tenía que quedarse en casa para vigilar que no hiciera nada indebido.
- Ya deja de llorar ¿qué acaso no eres un hombre? – Regaño enfurecido el rubio al menor haciendo que llorara en silencio con unos cuantos espasmos
Soubi era un tanto estricto con él, la señora había querido sugerirle que no fuera tan duro con él ya que era sólo un niño pero no pudo por el orgullo del joven.
Los años siguieron pasando y Ritsuka cada vez estaba más grande; Soubi había implementado un tipo de estudio con él que sólo consistía en dejarle libros de historia, literatura, biología, etc. Y le decía que mientras él anduviera fuera leyera todos y cuando regresaba le preguntaba y como típico de un neko, todo se lo grababa y a la vez le gustaba mucho leer.
Un día, Soubi se quedó todo el día en su cuarto preparando un plan para asaltar una casa que su jefe le había ordenado. Ritsuka que ya tenía ocho años había terminado de hacer todos los quehaceres del hogar, tanto de hacer de comer como limpiar toda la casa. Al terminar subió a su cuarto y se asomó por la ventana; cómo deseaba estar afuera con las demás personas, pero no podía salir ya que según lo que le había dicho Soubi fue que sus padres lo abandonaron en la calle de bebé y Soubi lo acogió, además que todos los de su especie eran así de crueles, que era gente d elo peor y era por eso que los habitantes de la ciudad los odiaban.
Algunas veces esas palabras que le decía el rubio lo herían ya que sentía que nadie más lo querría en ese mundo por ser un neko y que si daba un paso fuera de esa casa, lo matarían en un instante. Deseaba tanto tener amigos y salir con ellos a jugar, así que para no aburrirse, dibujaba niños en un cuaderno imaginándose que eran los mismos que veía cada tarde por su ventana. Ya que los terminaba de dibujar y colorear, los recortaba y los ponía en su cama y jugaba y hablaba con ellos. Si alguien viera esto le daría tanta lástima porque además de que no podía salir ¿cómo es que un niño no tiene ni un solo juguete para entretenerse?
Soubi se desocupó de sus asuntos, salió de la habitación y se dirigió hacia la cocina y su sorpresa fue que ya había comida, siempre hacía él de comer y ahora Ritsuka había aprendido a cocinar. Después de eso subió a la habitación del menor para avisarle que bajara a comer. Cuando llegó vio la puerta entreabierta, iba a tocar cuando oyó la voz del menor.
- ¿Verdad que nos divertimos mucho Fujisaki? – Hablaba con el pequeño dibujo Ritsuka
Eso hizo que Soubi detuviera su mano y se asomara un poco para ver con quién hablaba
- … sí lo sé, pero no podré ir ya que no debo de salir de casa, nadie debe saber que vivo en esta casa – Dijo tristemente Ritsuka
Al escuchar eso, Soubi se sintió culpable por todo lo que le había hecho al menor, le había arrebatado una vida normal junto a sus padres. ¿Pero en qué estaba pensando? Lo hizo porque fueron órdenes, además, él odia a esos nekos.
- ¡Ritsuka! – Llamó fuerte desde afuera el mayor
Al oir la voz de Soubi, Ritsuka escondió sus muñecos bajo su cama rápidamente y se levnató
- ¿Si amo? – Preguntó un poco asustado el menor
- Baja que ya comeremos – Dijo con voz fría el rubio
- Sí, en un momento bajo – Respondió un poco tranquilo al saber que no lo había visto con esos dibujos
Todas las pocas veces que comían juntos Soubi y Ritsuka siempre era silencio y uno muy incómodo para el menor. A Soubi le daba igual, si fuera por él lo dejaría sin comer pero cuando muriera Kyo le reprocharía, así que mejor ahorrarse el enojo de ese peliverde.
- ¿A… Amo? – Preguntó de repente Ritsuka sacando de sus pensamientos al rubio y al voltear se encontró con una mirada demasiado tierna mirándolo directamente
- ¿Qué sucede? – Preguntó el mayor
- ¿Le sabe bien la comida? – Preguntó un poco apenado y asustado a la vez porque sabía que cuando algo no le gustaba a su amo, éste golpeaba y tiraba todas las cosas a su alcance
Ante esa pregunta Soubi se quedó atónito, ¿acaso se estaba preocupando por él? A lo mejor le hizo esa pregunta al estar haciendo caras raras mientras pensaba en los arranques de Kyo
- Sí quedo bien – Contestó un poco amable sorprendiendo a Ritsuka
- La señora Asahi me enseñó este platillo antes de que falleciera, pensaba que no iba a salir bien, pero si le gustó a usted quiere decir que no quedó tan mal – Ritsuka tenía una gran sonrisa, ¿de dónde había tomado tanta confianza para platicar con él?
- Ya veo, sí que te enseñó muchas cosas – Respondió el rubio mientras comía otro bocado
- Sí, qué lástima que ya no esté con nosotros, pero no me siento solo ya que usted está aquí – Ahora estaba un poco apenado al decir eso y también hizo que se avergonzara un poco Soubi, así que trató de cambiar de tema
- ¿Mañana es tu cumpleaños verdad? – Preguntó indiferente Soubi como si no le interesara
- Sí, cumpliré nueve – Respondió sonriente Ritsuka
Soubi sabía que al menor le encantaba escuchar música de todo tipo, hasta clásica, pero nunca cantaba ya que pensaba que Soubi lo regañaría, pero el rubio se dio cuenta un día que lo oyó cantar en voz casi inaudible una canción mientras lavaba la loza.
Sin decir más, Soubi se levantó dejando a un Ritsuka algo decepcionado ya que pensó que por fin podría saber mas cosas del mayor, como de qué trabaja, cuándo cumple él, etc.
- No olvides lavar la loza – Ordenó serio Soubi mientras se dirigía a la puerta
- Si amo – Respondió Ritsuka mientras se levantaba
- Voy a salir un momento – Y sin más, el rubio salió de la casa con un abrigo
Ritsuka se puso triste cuando lo vio salir, pero se reanimó pensando en que el mayor era un hombre ocupado y no tenía tiempo para estar en casa con un niño enfadoso como él. A pesar de lo que él pensaba, Ritsuka no era para nada enfadoso, al contrario, era un niño muy tranquilo y muy educado, no había niño que se le pareciera, algo que a Soubi le gustaba ya que no le preguntaría sobre sus andanzas por las noches.
Ya afuera, el rubio sacó su celular y marcó un número en específico y esperó a que alguien contestara
- ¿Diga? – Respondió al otro lado de la línea
- Kyo, necesito que compres algo para mí