Cuando entró al departamento no quiso hablar con nadie, necesitaba pensar… Miyu se había atravesado en su camino, deseando saber que pasaba, porque Kiyoshi no podía quitar una sonrisa de satisfacción y por que a diferencia de él, Reita lucia tan abstraído.
- ¿Qué sucede?- preguntó intrigada, impidiéndole la entrada a su dormitorio, algo raro estaba sucediendo y la excluían, estaba claro.
- Nada...- dijo de paso, en verdad no deseaba hablar con nadie, menos con ella, sentía que si le miraba a los ojos, podía descubrir lo que había hecho.
“La venganza es dulce” esa frase se la había oído a su padre alguna vez y ahora no podía dejar de recordarla, mas después de lo sucedido, Takashima sabia todo y seguramente estaba sufriendo, sufrimiento que debía celebrar, que debía degustar, pero no lo hacia, tal vez esa parte de humanidad que nunca pudo acallar, se levantaba molesta y furiosa, pero lo aborrecía, podía mas su odio que su conciencia.
- Dime la verdad...- dijo tomándole de la muñeca, quería saber, algo estaban ocultándole.
Miyu no debía saber la verdad, haría demasiadas preguntas, preguntas que no podía responder, mañana o pasado, que reclamara su parte de la empresa, no faltaría alguno que diera parte a los periódicos, la salida de Takashima tal vez no fuera tan silenciosa como lo pensaba, y si ella se enteraba, si lo despreciaba por eso, no podía arriesgarse, debía mantenerla al margen, mandarla lejos.
- Debes irte- comenzó a hablar, estaba completamente desencajado, debía calmarse o Miyut no le creería lo que iba a decirle.
- ¿Por qué?
- Ahora que volví a mi departamento, no creo conveniente que te quedes- mintió, que fácil le resultaba ahora hacerlo- lo mejor es que regreses con tus padres.
- Es cierto- dijo un tanto convencida- una joven decente no vive con su novio antes de casarse- sonrió apenada.
Reita le tocó la mejilla, eso era lo que mas amaba de ella, su pureza, la cálida luz que radiaban sus ojos avellana, como necesitaba perderse en ese amor y olvidar, pero ahora no era prudente, debía irse, lo mas pronto posible, antes que cualquiera pudiera contarle, él ya sabría que decirle cuando se diera cuenta que de la noche a la mañana se había vuelto rico, cualquier cosa, menos que se enterara que tuvo que enamorar a otro hombre hasta el punto de acostarse con él, pero claro, se le estaba olvidando que a él no lo obligaron.
- Has tus maletas, en un rato mas te llevo a la estación- dijo tomándola de los brazos.
- Si, será rápido, no traje mucho- dijo con tristeza, le dolía separarse de su novio, pues sabía que era por tiempo indefinido, nuevamente lejos.- ¿Cuándo volveremos a vernos?
- Solo será el tiempo suficiente para que planees la cena de compromiso- dijo sin mucho ánimo.
- Es cierto, eso todavía esta pendiente...- dijo para después irse a su habitación y recoger sus cosas.
Reita la miró alejarse, a veces sentía que no merecía el amor de Miyu, nunca había tenido quien le amara sinceramente, por eso no debía perderla, toda su infancia y juventud fueron al lado de su padre, quien solo le hablaba para envenenarle en contra de aquellos que eran los causantes de todos sus males, la imagen de su madre se perdió con el pasar de los años, además nunca la conoció bien, era muy niño cuando ella murió, pero la imaginaba como Miyu, pero ¿No solo eso la ataba a ella? ¿No era la falta del amor materno? No deseaba más cuestionamientos, además ya había dado su palabra en matrimonio y en poco tiempo Miyu se volvería su esposa, ante Dios y ante los hombres.
Necesitaba despejarse un rato, tal vez dormir era la mejor opción, bueno si le era posible, de todas formas lo intentaría.
*~*
Lo único que recordaba era haber llorado hasta el cansancio, en auto de Ruki, en su trayecto hasta el apartamento, hasta que sus propias lagrimas lo adormilaron y él prefirió perderse en ese sueño profundo que enfrentarse a la realidad, ahora todo estaba oscuro, era ya de noche, estaba solo en su habitación sin mas iluminación que la luz de la luna que se colaba por las ventanas.
Se revolvió entre las sabanas, aun llorando, sus ojos dejaban salir las lagrimas, ya no podía controlarlo, pero no cumplían su fin, no podía desahogarse, tenia tantos pensamientos en su mente, recuerdos, viejos deseos, palabras, dulces y dolorosas, voces……… quiso acallarlas…… se tapó los oídos con sus manos en un afán desesperado, pero nada, seguían taladrándole dentro de su cabeza, recordándole el por qué de su pena.
- Reita...-dijo pero era apenas un murmullo, aun lo seguía llamando, deseando que lo vivido fuera solo una pesadilla, solo el producto de su mente, no podía resignarse a perderlo…… lo amaba tanto.
Escucho voces afuera, seguramente era Satoshi y Ruki, después de unos segundos las reconoció, su capacidad estaba disminuida y no podía distinguir con claridad, estaba aturdido, triste, demasiado triste para reaccionar, pareciera que estuviera en estado vegetal para no aferrarse a su almohada y llorar como un niño, demasiado para desear vivir.
*~*
El timbre sonó y Ruki fue a atender, seguramente era Satoshi, le había intentado localizar hacia ya varias horas, pero nada, mejor había optado por dejarle un mensaje con la esperanza de que lo oyera de inmediato.
- ¿Cómo esta?- fue lo primero que preguntó en cuanto Ruki abrió la puerta.
- Esta dormido- respondió con cansancio, permitiéndole la entrada y cerrando tras de él.
El chibi cerró los ojos y se sentó con cansancio sobre el sofá cercano, había estado ahí todo la tarde y seguramente así estaría el transcurso de la noche, no podía ni debía dejar a Uruha solo, él no estaba en sus cinco sentidos.
- Tu mensaje me dejo muy preocupado, lo único que me dijiste es que viniera porque Shima y Akira terminaron y Uru estaba muy mal.
- Si… bueno, Akira terminó con él...- dijo recordando las escenas anteriores.
- Pero ¿Cómo fue? No me digas que ese desgraciado lo dejo por otro tipo...- se aventuró a pensar enojándose de golpe.
- No, pero tranquilízate porque no quiero que salgas corriendo a darle una paliza al desgraciado ese...- advirtió con fastidio- Shima nos necesita mas que nunca.
- Esta bien, prometo mantenerme tranquilo- dijo tomando asiento junto a el y prestando la máxima atención.
- Reita solo estaba con Uruha por una estúpida venganza...
- ¿Venganza?- preguntó sin entender.
- Si me dejaras hablar te explicaría mejor...
- Este bien, gomen...
- Supuestamente el padre de Uruha estafó al padre de Akira y lo dejó en la ruina, por eso es que idiota le prometió a su padre vengarse… Akira le quitó todo a Uruha…y cuando te digo todo es TODO, pero eso no es lo importante, le echo un discurso capaz de romperle el corazón a cualquiera, nunca lo quiso, solo lo uso para arrebatarle de todo, para según él recuperar lo que le pertenecía…… Uruha esta destrozado… ido… nunca imagine que pudiera verlo así- dijo volteando el rostro, quería ser fuerte pero a veces sus ojos lo traicionaban.
- ¿No lo quería? Eso debió ser un duro golpe para Uru… estaba tan ilusionado, creía que al fin alguien lo amaba.
- Pero todo fue una burla...
- Solo porque te lo prometí no voy y le rompo la cara a ese hijo de puta.
*~*
La imagen de Reita la tenia impresa en su mente, había estado ahí desde el día que lo había conocido, había hecho bien su trabajo, se había vuelto tan indispensable desde ese momento, ¿Cómo iba a borrarse los recuerdos si uno a uno eran únicos? Cuando lo conoció, la noche de charla que pasaron, los días que le había invitado a pasear, los cafés vespertinos, los abrazos, los besos furtivos, ¿Cómo aceptar que todo era parte de un maldito plan? habían sido tres meses los que bastaron para que se enamorara perdidamente… tres meses que Reita confabulo para atraparlo, pero ¿Cómo aceptar el hecho... de que no le amaba?
Tenía un terrible dolor en el pecho que le impedía respirar con normalidad y unas ganas inmensas de gritar y maldecir a todo el mundo, quería obligarle a que lo amara, a que cumpliera las una y mil promesas que le había hecho, quería que estuviera a su lado para siempre.
¿Cómo iba a arrancarse ese amor? Le estaba carcomiendo las entrañas por no tener a quien dárselo, por no tenerlo, por saber que jamás fue suyo y que jamás lo seria, que la única noche de pasión fue un error, solo el resultado de una noche de alcohol.
¿Qué iba a hacer de ahora en adelante? No podía simplemente darle vuelta a la hoja, no podía hacerlo… Reita estaba tatuado a su corazón... a su piel, no podía arrancarlo de golpe, no iba a poder seguir con su vida como si nada hubiera pasado… era demasiado ese dolor como para si quiera imaginar una vida sin él.
Nuevo llanto, más agonía, más tristeza, más dolor, más miedos, mas por que, para él no era valido una venganza, no encontraba lógica alguna, ¿Por qué jugar con sus sentimientos de esa forma? ¿Por qué desear destruirlo por unos malditos ceros?
- ¿Por qué Reita… si yo te amaba... si yo te amo?- preguntó a la nada, apenas con un hilo de voz.
Cuantos momentos compartidos, cuantos sueños se habían conversado en medio de la oscuridad de una noche, cuantas palabras de amor, cuantas memorias de un amor efímero y falso, ¡No! No podía ser cierto, él había visto en sus ojos, ellos no pudieron haberle mentido, era amor lo que había visto en ellos, fue ternura la que le transmitieron sus manos en cada caricia, fue pasión lo que reino en la noche que se volvieron uno, eso no podía ser fingido, era un insulto tan solo pensarlo.
Se acurrucó hecho un ovillo como si estuviera devuelta en el seno de su madre, apretando sus manos hasta que sus nudillos se tiñeron de blanco, era tal su frustración, su desaliento, había perdido toda ilusión de lleno.
- ¿Qué voy a hacer sin ti?- preguntó a la nada.
Como si en medio de esa oscuridad se encontrara aquel que pudiera responderle esa pregunta, el único que tenía poder sobre él, que era su único motivo de vida... Suzuki Akira.
*~*
Los números fluorescentes del reloj se lograron distinguir en la oscuridad, estáticas por largos momentos, como si el tiempo transcurriera con la lentitud de su pensamiento; y así era, porque este seguía estancando en la misma idea, a pesar de la renuencia de su mente, la nítida imagen de Takashima Kouyou aparecía una y otra vez.
Manoteo el aire como si con eso fuera a desvanecerse su exasperante visión, estaba cayendo en la desesperación y en la incertidumbre, en la ansiedad y en la ignorancia, si, era ignorante o quizás era tal su negación que no aceptaba el verdadero motivo.
Estaba recostado boca arriba, con los ojos fijos en algun punto inexistente del alto techo, que se veía aun más alto debido a la espesa oscuridad. Su cabeza descansaba en uno de sus brazos, mientras el otro permanecía acomodado sobre su pecho, esperaba que el tiempo en que Miyu recogía sus pertenencias, él pudiera descansar un rato, pero nada, todo lo llevaba a recordar el desagradable momento vivido esa tarde, fuera de su apartamento.
Frunció el entrecejo como claro gesto de su molestia, era como si se culpase de lo ocurrido, e interiormente lo hacia, pero había una voz en su mente que le repetía con constancia, que le había dado su merecido, que al fin su padre podría descansar en paz, pero tampoco podía evitar imaginar que diferente hubiese sido su vida si Takashima no hubiera aparecido, si jamás les hubiese quitado todo, si a él no se le hubiese ocurrido concretar una promesa... ¿Por qué su vida tenia que ser tan complicada?
*~*
A penas se levantó de la cama, de repente se le había revuelto el estomago y sentía unas nauseas espantosas, quizás debido a la falta de alimento, tenias ya casi el día entero sin probar algún alimento, pero eso era lo que menos le importaba en ese momento, se sentía desfallecer y aun así se encaminó al baño, en cuanto llego, se agachó frente al escusado y vomito, fue poco pero sintió un gran alivio, se alzó con cansancio, se acercó al lavabo y tomo un sorbo de agua, el espejo justo encima le devolvió su imagen… que horrible se veía, tenia los ojos extremadamente irritados, las venitas en ellos se dibujaban rojas a causa de tan llorar, se le habían marcado una horribles líneas en el rostro, lucia demacrado como si fuera alguien mayor, su cabello castaño totalmente desordenado, sus mejillas inundadas de un llanto que no dejaba de fluir, más cuando se miro.
Ruki siempre le había dicho que era apuesto, algunas veces tontamente quizás lo había creído, nunca tuvo suerte en cuestiones de amor, ¿Cómo esperarlo? Si su padre, alguien que supuestamente debía amarte por el hecho de ser su hijo, lo había rechazado abiertamente, cuando le confeso sus preferencias, ni en su funeral quiso verlo, había muerto para él…… tal vez eso lo había destinado a no ser amado, a estar solo toda su vida, pero cuando conoció a Reita sintió que el alma le volvía al cuerpo, que los años de soledad se habían terminado, que la maldición se había roto, pero todo fue un fraude y él inocentemente se había enamorado como un idiota.
Y aun lo amaba a pesar de todo, a pesar de si mismo, a pesar de que su amor lo odiara y lastimaba, no podía arrancar ese amor de golpe… porque si le permitiera estar a su lado, aunque fuera para humillarlo, no le importaría, se arrastraría como un perro si fuera necesario, solo para que Reita se dignara a mirarlo. Tanto era su necesidad de él, que quemaba, y sabia que ni como su esclavo lo aceptaría junto a él, no podría vivir así, mejor era morir y perderse del dolor que le esperaba en vida.
Y fue ahí que la miró, lucia brillante y llamativa, había sido un obsequio del rubio, nunca la uso, e irónicamente tal vez ese fuera el momento para estrenarla, lo plateado de su color lo ínsito a tomarla, ese era el remedio de todos sus males, era tanta su pena que no sintió dolor, cuando esta se incrustó en su carne y partió en dos su piel, cerró los ojos y cayó de rodillas, su sangre fluía vaciando sus venas y manchando el blanco piso de rojo.
*~*
Reita conducía rumbó a su apartamento, había llevado a Miyu a tomar el tren, la chica no había dejado de llorar de camino a la estación ni aun ahí, había sido una despedida difícil, pero indispensable obviamente para él, pero solo faltaba poco para que estuvieran nuevamente juntos, tendrían un futuro feliz donde nada les faltaría.
Estaba tan concentrado en sus pensamientos que no se percató en la calle que había tomado en la ultima vuelta, y no pudo evitar sorprenderse al lugar que sin querer había llegado, estaba justo frente al edificio de Takashima, una ambulancia que se colocó detrás suyo lo obligó a estacionarse para darle paso, misma que se estacionó solo a escasos metros, quiso irse, no tenia nada que ser ahí, pero varias personas se amontonaron curiosas, impidiéndole a los autos seguir su camino, desde donde estaban se podían oír claramente los cuchicheos de la gente, que al parecer algunos eran de las personas que vivían ahí.
- Tan joven y apuesto que estaba...- dijo una de las mujeres asombrada.
- Sabe Dios que le haya pasado para tomar una salida tan fácil...
Seguramente era algún estúpido suicida, pensó Reita con enfado, había quedado atrapado en una aglomeración justo a unos pisos del departamento del castaño, más mala suerte no podía tener.
- ¿Va ha salvarse?- oyó una voz a la distancia, voz que le sonó demasiado familiar y le hizo moverse mecánicamente.
Junto a los paramédicos se encontraban Satoshi y Ruki, desabrochó el cinturón de seguridad y bajó con rapidez del vehículo, no podía ser cierto, Uruha no había podido llegar a tanto, la sangre se le heló en las venas cuando confirmó con sus propios ojos, que la persona que transportaban en la camilla era Kouyou.