Si, habían pasado exactamente tres meses... ¿Cuánto le había costado estar ahí?...
Alejó el puro de sus labios y lo colocó en el cenicero de cristal que estaba a su lado, sobre el escritorio de caoba fina... SU escritorio.
Dejó escapar el humo grisáceo de su boca con tal gracia, que a simple vista parecía un experto, pero jamás en su vida había probado uno... claro... uno de tan buen marca, lo mejor era que había sido un regalo. Miró por la ventana el atardecer que caía, por lo menos debía aceptar que tenía buen gusto.
Faltaban solo un par de horas para que el día terminara, recién había salido de una reunión de trabajo al otro extremo de la ciudad y solo había vuelto a su oficina a esperarlo.
¿Cuánto le había costado estar ahí?... Nuevamente se formuló esa pregunta en su mente.
- Parece ser que aun tengo conciencia... - sonrió cínicamente mientras se alejaba de la ventana.
La vista desde ahí era impactante, 46 pisos, y por un momento se había sentido mareado y asqueado a la vez, no solo por la altura sino también por los recuerdos que le volvían a la mente de golpe... se acomodó en el amplio asiento ejecutivo para relajarse.
Los últimos tres meses había dejado de lado su dignidad y su razón, había logrado lo que tenia a costa de muchas cosas, se había valido de engaños y mentiras, todas dirigidas y creídas por su actual pareja... Takamisha Kouyou... Uruha para algunos… como él dice.
- Pareja…- repitió en voz alta.
Solo unos cuantos lo sabían, esos dos tontos amigos de Uruha, Satoshi y Ruki, de ahí nadie mas, y no deseaba que se hiciera publico, no le convenía que nadie más supiera.
- Por cierto, ¿Dónde diablos esta?- preguntó a la nada al recordar que el motivo de su espera era el castaño.
Miro la hora en su reloj de pulsera eran apenas las 6.30, por lo tanto tendría que permanecer media hora mas o un poco menos.
Había tejido bien su red de mentiras para atrapar a Shima, había utilizado bien sus dotes de actor y sus recursos de Don Juan, pero los resultados saltaban a la vista, en su forma de vestir, en el auto que conducía, en su actual residencia, así como en su puesto ejecutivo.
Se levanto de su asiento con pesadez mientras miraba el inmenso reloj de la plaza central señalando las 6.35 y después a la puerta de la oficina que no se abría, el tiempo pasaba relativamente lento, aunque no entendía por qué deseaba tanto que se apresurara a llegar, si pronto esos serian de los pocos instantes que podría estar tranquilo, ya que en unos días se mudaría al departamento del castaño y sabia que no tendría ni dos segundos de paz, ya que era peor que un niño, sino hacia eso, hacia aquello bajo la excusa de que estaba feliz y enamorado se daba el lujo de ir de un lado para otro cantando por todos los rincones del departamento, estrujarlo como si de un peluche se tratara y besarlo hasta que les faltaba el aliento, lo bueno es que nunca había pasado de ahí.
¿Qué pasaría cuando se diera cuenta que sus besos le daban asco, que sus caricias eran una tortura y su sola presencia le era insoportable? ¿Qué pasaría cuando supiera que todo era parte de su venganza?
Solo una parte de su venganza...
Bajo la vista y descubrió el objeto de brillo dorado colocado en su mano… Uruha le había dado un anillo símbolo de su amor, lo rozó con sus dedos delineando su contorno, el fino acabado y las iniciales grabadas en él.
Recordó con cuanta emoción se lo había entregado y en la forma tan original en que lo había hecho.
Había sido una vez que le había forzado a ir de compras, ante lo inusual de la petición no pudo mas que aceptar, a mitad del recorrido se le había perdido, le busco entre la gente pero nada... hasta que le vio venir corriendo hacia él, había fingido robarse la sortija de un escaparate y mientras huía con toda la policía y el vendedor detrás suyo gritaba a todo pulmón si deseaba vivir con él.
Sonrió divertido por aquella pasada vivencia, pero no había burla en su rostro... cosa que ni el mismo notó, hasta que esta se esfumó dando paso a una melancólica expresión, por un momento había sentido pena por el... ¿Y si Takashima era una victima como él?
- Los hijos siempre cargan con los errores de los padres- se dijo para sí mismo, como una excusa para sus actos.
El ruido de la puerta al abrirse lo trajo de nuevo a la realidad, fue solo una fracción de segundo después cuando fue atrapado en un efusivo abrazo.
- ¿Qué haces a oscuras?- pregunto con una amplia sonrisa mientras enrollaba sus brazos alrededor de su cintura, se sentía también ahí.
- Esperarte... - murmuró Reita deshaciendo el abrazo con disimulado fastidio, por un momento había querido decirle que no lo tocara, pero se contuvo, no debía reaccionar así, no ahora que todo parecía marchar a la perfección- ¿Nos vamos?- se obligó a decir.
- Si- respondió su pareja mientras disminuía su sonrisa.
Akira tomo su maletín y su abrigo para dirigirse a hacia la salida, a un lado iba Uruha con sus cosas también.
El camino hacia el estacionamiento fue en completo silencio, el castaño se encontraba unos pasos mas atrás, meditando sobre la próxima reunión de accionistas con un aire de seriedad irreconocible en él, pero era necesario, ya que en esa reunión se discutiría por enésima vez el asunto de la fusión y solo faltaban un par de semanas para ella.
Detuvo sus pensamientos sobre la empresa y se paro en seco, solo para ver a Reita caminar sin notar su retraso, lo cual sucedía con demasiada frecuencia para su gusto...
No era de hoy, no era de ayer... era de siempre, sabia y sentía que le quería pero muchas veces su conducta tan fría le hacia tener sus dudas, pero Uruha… que lo amaba completamente se cegaba a ver eso y prestarle mayor atención.
Reita caminaba con las manos en los bolsillos de su abrigo largo, el cual se había colocado debido al frío, mirando despreocupadamente al frente sin percatarse de que cada paso que daba hacia más grande la distancia entre los dos.
- ¡Reita!- gritó mientras corría a alcanzarlo.
El susodicho se giró y lo miro sorprendido, no había notado el trecho que les separaba.
- Kouyou...
Takashima se le colgó al cuello mientras tomaba sus labios por sorpresa, era un beso suave y apasionado, fiero pero dulce... el rubio quiso separarse sutilmente, pero no lo logro, Uruha se apegaba a él fuertemente.
Al principio sintió cierto rechazo, pero después los labios del castaño se abrieron para cederle el paso, eran tan tibios y suaves, a diferencia que al principio ahora era Reita quien lo apretaba contra sí profundizando el beso.
Lentamente se separaron, Uruha estaba fascinado, por otro lado Reita se asombraba de sí mismo, había encontrado la forma perfecta para separar el cuerpo de la razón… de ahora muchas veces podía responder las caricias del castaño sin sentir nada.
- ¿Tu departamento o el mío?- preguntó Shima con una sonrisa cínica en el rostro, a pesar de tener ya casi tres meses de novios, aun no habían hecho el amor y moría por ello, sabia que Akira deseaba esperar hasta que vivieran juntos pero él no podía.
- Recuerda el trato... - enfatizó meneando su dedo índice en negativa.
- Podrías llevarme a casa por lo menos... esperar a que duerma y después marcharte o mejor…. porque no te quedas a dormir conmigo prometo portarme bien...
Reita se quedó pensativo un momento, ciertamente muchas veces Kouyou parecía un niño.
- ¿Tu auto o el mío?- preguntó mirando como una suplica el convertible rojo del cual era poseedor el rubio, quizás así lo terminaría de convencer.
- No, cada quien ira en SU auto a SU departamento- dijo al tiempo que apretaba el botón de la alarma para desactivarla- No es conveniente que vean que salimos en el mismo vehículo, además es momento de descansar- comentó en voz baja mientras miraba a su alrededor- Por cierto Uruha, no vuelvas a besarme así aquí... hoy tuviste suerte de que no hubiera nadie a la vista... ¿Bien?
- Bien- dijo el otro joven con desgano.
- Hasta mañana- se despidió mientras encendía el motor.
- Hasta mañana- respondió únicamente el castaño, mientras veía al otro alejarse a gran velocidad.
*~*
En cuanto se abrió el ascensor, ya la tenia esperándolo, esa joven de larga cabellera castaña y micro minifalda era su asistente personal, quien leía a gran velocidad la agenda preparada para ese día durante el trayecto de 5 metros que hacia desde el elevador hasta su oficina.
- Ahh Señor, le hablo nuevamente su Tío, dijo que era urgente así que le hice una cita con él- comentó la chica sin dejar de ver ni un solo momento su inseparable libro de notas- A las 12.30 café Mirash... Ahh Sr. Una cosa más... – indicó la joven sonriendo- También le llamó el Sr. Shiroyama, desea hablar con usted a la brevedad, dejo el número telefónico de su casa así como el de su portátil.
- ¿Shiroyama? ¿Shiroyama Etsuya?
- No, Yuu, el hijo prodigo... - comentó Aya cómicamente.
- Bien, le llamare, gracias, ¿Aya?- la detuvo en su salida.
- ¿Sí?- preguntó la chica con un tono de voz sumamente sensual.
- Tráeme la chequera... - le ordenó sin siquiera mirarla lo cual le molesto.
- En un momento- dijo al tiempo que daba media vuelta y cerraba la puerta con un golpe seco.
Reita no le prestó mayor atención, en cuanto estuvo solo tomo el teléfono y marcó el número de Yuu, no sabia a ciencia cierta para que deseaba hablar con él, pero no se quedaría con la duda.
- Mochi mochi- se escuchó del otro lado de la línea.
- Yuu... soy Akira…
- Vaya que sorpresa… no espere que te comunicaras tan rápido, pero en fin- dijo en un tono de voz fuerte y seguro- debes preguntarte el porque de mi llamada…
- Por su puesto...
- Bien, hay algo que tu tienes que yo deseo...
- ¿Qué cosa?- preguntó Reita a la defensiva… ¿Quién era ese tipo?
- La pregunta no es ¿Qué? Sino ¿Quién?
- No comprendo- dijo desconcertado.
- Lo se... pero eso debo explicártelo en persona ¿Puedes?
- No se... déjeme ver mi agenda- comentó tomando el calendario de notas que Aya le tenia al día.
- ¿Qué te parece mañana por la mañana? Iré a tu oficina así no perderás tiempo con el trafico matutino...
- Bien, entonces le espero mañana, anotare la cita.
- No te arrepentirás Akira, tenlo por seguro.
Reita colgó sin esperar a que el otro cortara… no podía imaginar el motivo de Shiroyama Yuu para verlo, pero sentía cierta incertidumbre al respecto, ya sabría mañana. Revisó la hora en su reloj y apenas si tenía el tiempo justo para terminar con algunos pendientes antes de salir a ver a su Tío.
*~*
- Hola Akira- saludo su tío mientras tomaba asiento, se habían situado ahí por la insistente petición de Kiyoshi.
- Traje lo que me pediste- señaló el moreno sin mayor discusión, sabia que no valía la pena refutarle al mayor.
- Perfecto- sonrió con un cinismo que no se molestó en ocultar.
Reita colocó sobre la pequeña mesa del café, lo que tan celosamente deseaba su tío, el cual enseguida tomó el sobre y sin la convicción de contar el dinero por desconfianza lo oculto dentro del bolsillo interior de su abrigo.
El rubio lo miro fijamente, incrédulo de esa circunstancia pero a la vez no tan sorprendido, ya que podía esperar cualquier cosa hasta de él mismo…
- Espero que no te molestes conmigo por esto Aki- comentó el mayor sin dejar de sonreír.
Akira odiaba ese diminutivo.
- Recibirás una suma igual cada mes- comento únicamente antes de ponerse de pie y tomar su abrigo y paraguas del asiento de a lado, había amanecido lloviendo copiosamente.
- ¿No te vas a tomar siquiera un café conmigo?- preguntó Kiyoshi con desfachatez- Afuera hace un frío del demonio... además hoy yo invito.
Le miro aun de pie, tenía la firme intención de irse de inmediato, tenía mucho trabajo que atender... En esos momentos no deseaba estar ahí y ese café hubiese preferido mil veces que lo hubiese invitado Uruha… Al solo pensamiento sobre el castaño su sonrisa se esfumó.
- Vamos - insistió de nuevo- No me lo tomes a mal, velo solamente como un pequeño obsequio por salvaguardar tu relación con Miyu, imagina lo que pasaría si ella supiera todo lo que has hecho estos últimos meses ¿Cómo es que llegaste a ser “la mano derecha” de Takashima Kouyou y com-
- Esta bien- aceptó, aquello era un claro chantaje y por el momento fingiría ceder- Un café no me caería mal.
Continuara...