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¿Y si hubiese sido así? por mitko_kitsune

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Notas del capitulo:

Hola gente hermosa :B ¿cómo les va? Aquí vengo con el segundo one-shot (recuerden que no tiene nada que ver con el primero :P)

Primero que nada: Tanto el título del capítulo como los personajes, le pertenecen a Takehiko Inoue, ese gran gran hombre xD

Unas aclaraciones del capítulo:

"Tiene menos onda que un renglón": esta es una frase típica de Argentina, quiere decir que alguien es insulso o soso :P

Se mencionan como prácticas estúpidas: hablar con uno mismo en voz alta y hablar con mascotas... en este caso la aclaración es para que nadie se sienta ofendido, ya que yo misma lo hago todo el tiempo xD así que espero que no se malentienda.

 

Espero que les guste este one-shot :B

Un beso gigante!!!

 

 

2. What I am (Lo que soy)

 

Me preparo, con mucho cuidado de no pisar la línea e intento un triple. Entra increíblemente limpio y me sorprendo. Nunca deja de sorprenderme. No quiere decir que no tenga seguridad en mí, o que no sea obstinado y orgulloso. Para mí todos los días el básquet me enseña algo y todos los días juego mejor que el anterior. En él, sé que soy bueno tanto en ataque como en defensa, soy prolijo y a la vez voy con todo, soy realmente sensible cuando el balón está en mis manos, soy temible y tal vez un poco egoísta. No soy un gran pensador de jugadas, pero puedo ayudar llegado el momento, improvisando sobre la marcha. Soy discreto con los pases, e intento no llamar demasiado la atención, para que el rival no pueda adivinar mis movimientos. Soy como un gato, silencioso, concentrado en la presa, listo para atacar en el momento más inesperado. Creo que fuera de la cancha no tengo tantos atributos, al menos no tantos como la gente piensa. Simplemente me gusta disfrutar de las cosas pequeñas de la vida, como dormir serena y profundamente en cualquier lugar, a cualquier hora, de cualquier modo, aunque me termine chocando con cuanta cosa se me cruce en el camino. Comer una buena comida, degustarla, apreciar y sentir su sabor. Disfrutar con excesivo placer el sonido del silencio, cortado apenas por el vuelo de un pájaro o una ráfaga de viento o por mi propia voz, ya que tengo la estúpida costumbre de hablar conmigo mismo en voz alta. ¿Que por qué no hablo con los demás? Pues… creo que porque nunca encuentro algo interesante para decir, y quizás tengo miedo de quedar como un idiota, aunque no lo sea. Todos, alguna vez, podemos resultar idiotas aún sin serlo. En los entrenamientos, los del equipo, siempre hablan de lo que hicieron el fin de semana, o de sus conquistas… y yo, el fin de semana duermo, juego al básquet en una cancha cerca de casa, leo algún libro, alimento a mis tres gatos y ya, no es algo muy interesante para comentar. ¿Y mis conquistas? Bueno, se reducen tristemente a cero, ya que esas tres porristas del demonio jamás me agradaron, la hermana de Akagi tiene menos onda que un renglón y todas las demás… son todas las demás.

 

Nunca logré encontrar algo que me movilizara demasiado, tiendo a ser cansino y sólo me despierta el rebote de un balón. Hasta que un día, un tipo, de la nada, me encajó una piña que realmente me desestabilizó. Nunca nadie (y cuando digo nadie, es NADIE) lo había logrado. Encima con esas fachas que traía, todo parecía demasiado bizarro. Resultó que este tipo me pegaba por una mina y, de repente, entró al equipo de básquet, creyéndose un genio, cuando no tenía ni idea de cómo picar una pelota. Se la agarró conmigo desde el primer momento, desesperado por vencerme, por ganar el amor de aquella chica que sólo me miraba a mí y esperaba poder conquistarme. Pensé que él no iba a durar demasiado en el equipo, hacía unos quilombos bárbaros y los entrenamientos eran insoportables con sus gritos. Sin embargo, y para mi gran pesar, el mejoró mucho y se hizo indispensable para el equipo. Por más que yo intentara, puteándolo, pegándole y de mil maneras posibles, él no claudicaba jamás. Tiene una perseverancia de hierro.

 

Ya no queda nadie en el gimnasio y se está haciendo de noche. No importa, un par de tiros más, total no tengo nada que hacer. Hoy me llegaron un millón y medio de cartas de admiradoras y, por desgracia, mi maldita curiosidad me llevó a leerlas todas, impidiéndome dormir mi sagrada siesta del recreo. Algunas sonaban realmente estúpidas o, al menos, irreales para mí, era como si fueran para otra persona. “Sos tan simpático, puedo ver en tus ojos todo el cariño que guardás dentro. Estoy segura de que sos una persona muy dulce”. ¿Simpático, yo? ¿Dónde? ¿Dulce? .No es que yo sea un asco de persona, no, pero tampoco para irse a los extremos, soy normal, supongo. ¿Alguna de estas chicas piensa que yo me voy a transformar de un segundo a otro y voy a ir corriendo a buscarla para darle un beso tipo película de Hollywood frente a toda la escuela, dejando caer mi máscara de frialdad (que no es tal), profesándole mi amor eterno?. Ninguna sabe nada de mí y yo no sé nada de ellas, no se supone que sea así el amor. ¿Cómo se supone que sea?. Mmmm… bueno, supongo que como una ráfaga que te azota de repente, como un huracán, algo que te estremece de arriba abajo, algo inexplicable, insensato, irracional, que te deja sin palabras, inmóvil, como preso de un sueño del que no te podés despertar. Eso soy, un romántico empedernido, un enamorado de la vida y del amor, como dicen. Soy un tarado que se maravilla con las cosas más simples.

 

-¿Un uno contra uno, zorro?- Tan tranquilo estaba yo pensando, murmurando esas conclusiones filosóficas de mi vida, cuando soy interrumpido por este tipo. Sabe que le voy a ganar y lo sigue intentando. Juego porque es una causa digna, él necesita vencerme para lograr sus objetivos y nunca se rinde, no puedo negarme.

 

-Torpe… - Me hubiese gustado ponerle un mejor apodo, pero éste le queda tan bien.

 

Hoy me cuesta más pasarlo que otros días. Antes era demasiado fácil, hasta aburrido podría decirse. Él se ponía demasiado nervioso cada vez que yo anotaba y empezábamos a los golpes y terminábamos ahí, nunca podíamos terminar un partido. Pero ahora, su técnica mejoró muchísimo y está mucho más tranquilo, no se alborota tanto cuando anoto y no empieza a los gritos. De hecho, creo que entendió que mi silencio no se debe a la mala onda, sino a un gusto personal. Llevamos 10 minutos jugando. Yo anoté 6 puntos y el también. Levanta la mano, como pidiéndome que espere y se saca la remera. La tela acaricia con parsimonia su vientre torneado, perfectamente bronceado, secando un poco la transpiración, haciendo desaparecer las gotas que surcaban deliciosamente por esa piel, descubriendo sus pectorales tan masculinos y… ¿Qué mierda estoy pensando?. ¿Realmente estoy mirando embobado cómo se contraen y se distienden los músculos de sus brazos al retirarse esa maldita tela del demonio?. No, no es eso… creo que es el suspiro que escapa de sus labios al sentir la liberación del calor que le producía la remera, o la sombra que producen las luces del gimnasio en las curvas de su rostro, o la boca entreabierta tan roja y llena, o esa mirada de total intriga ante mi minucioso análisis. Soy un idiota.

 

-¿Qué tanto mirás, zorro? – Cómo me gustaría tener una respuesta que no sonara completamente sicótica, pero a esta altura estoy completamente convencido de estar babeando internamente por él. Cómo me gustaría decirle “torpe” y seguir jugando, pero es imposible. No me queda más que escapar. Me disculpo como puedo y me voy, ¿cómo me puede estar pasando esto?.   

 

Llego a casa, abro la puerta y tiro el bolso al piso. Necesito calmarme, esto no es normal. Es como un huracán… ¡NO!, no se parece en nada a un huracán, NADA. Porque eso significaría que a mí… que a mí me… pasan cosas con… Imposible. Es que este tipo hace estragos con mi pobre mente, con mi tranquilidad, mi sueño, mi rutina. Hace que me sobresalte con sus gritos, me obliga a decirle “torpe” cada vez que hace alguna idiotez de las suyas, interrumpe mis prácticas con sus “uno contra uno”, me incita a mirarlo cada vez que se ríe. ¿Soy…?. No, no soy. Podría serlo, pero no. Aunque tampoco soy… es que no soy ninguno de los dos. Entonces soy… no creo serlo, no tendría demasiado sentido. Kaoru, Touya y Seiki me miran, interrogativos. Malditos felinos, no tengo ganas de dar explicaciones. Kaoru, la más comprensiva, se acerca a mí y refriega su cabeza contra mi brazo. También tengo la estúpida costumbre de hablarles a mis gatos, por eso sé que me miran inquisitivos.

 

-¿Qué soy? – Le pregunto súbitamente a ella, íntimamente deseando a todos los dioses que ella pudiera darme la respuesta.

 

-Miau – Me contesta. Yo esperaba algo más que eso. Me estoy volviendo loco. Pretendo que mis gatos me hablen y yo entenderles, pero ni yo mismo me entiendo a esta altura. Fue un momento de debilidad, eso fue. No va a volver a pasar.

 

Fue muy tonto de mi parte pensar eso. Al día siguiente, llegué a la práctica y nada era lo mismo. Con remera o sin ella, el torpe me seguía provocando lo mismo y esa expresión que él tenía en el rostro no ayudaba en nada. Me miraba, inquisitivo, como mis gatos, y yo sentía que la verdad se me salía por los poros. ¿Qué verdad?, me pregunté en ese momento. Esquivé la respuesta como a un rival en la cancha, no estaba dispuesto a escucharla ni aceptarla. Me banqué la mirada del torpe durante toda la práctica, evitando hasta el más mínimo roce, forzando mis movimientos, luciendo demasiado intranquilo. Lo único que quería era quedarme sólo y seguir practicando. Todos se fueron a las duchas. Me paré en el punto de tiro libre y lancé la pelota. Entró limpiamente, al menos eso no había cambiado. Poco a poco fueron saliendo los del equipo, hasta que no quedó nadie, sólo yo y mis pensamientos.

 

Di unos pasos hacia atrás para empezar a tirar triples. Piqué la pelota un par de veces pero, incapaz de contenerme, me pregunté en voz alta: “¿Qué soy?”. La respuesta no tardó en llegar y fue inesperada, no sólo por la respuesta en sí, sino porque no era mi voz la que la pronunció:

 

-“Un zorro apestoso, dormilón y creído”

 

Me di vuelta. Ahí estaba él, con los brazos cruzados a la altura del pecho y con una sonrisa divertida. Lo medité unos segundos, mientras él sostenía su mirada sobre mí, seguramente esperando algún “torpe”, pero parecía tener bastante lógica. Tal vez lo que siempre pensamos que éramos nunca fue así, quizás hay mucho de nosotros que nos cuesta reconocer y que otros ven a la perfección. No seré simpático ni dulce, pero puede que yo sea… eso, un zorro apestoso, dormilón y creído. Y creo que no me gustaría ser otra cosa.

 

-¿Un uno contra uno? – Propongo. Él se acerca a mí, dispuesto a marcarme. Pico la pelota, le hago un amague bastante tonto y el cae en el trampa, permitiéndome hacer un Slam dunk, de esos que tanto le molestan. –Torpe.. – le digo pasando por su lado, no pudiendo evitar sonreír como un idiota.

 

-Hacé eso de nuevo – Dice, de repente.

 

-¿Qué? ¿Un Slam dunk? Todos los que quieras – Lo reto.

 

-No – Niega con la voz y la cabeza. Luego señala mi cara. –Sonreí. Te queda bien.

 

Se me fue de las manos. Su comentario me hizo hervir la sangre, me puso la piel de gallina. Lo dijo con suma tranquilidad, con voz baja pero segura. Sonreí sin pensarlo, sin negarme a ello, entregándome completo a su pedido. Se acercó a mí una vez más, para continuar el partido, pero lo agarré del brazo, quedando nuestros rostros a centímetros y nuestros cuerpos prácticamente pegados.

 

-Me gustás… - Pronuncié en piloto automático porque la cordura me había abandonado hacía rato y aunque quisiera mirarlo a los ojos, los míos propios se iban a sus labios.  

 

-Bueno… es que soy un Tensai…- Me contestó sin apartarse ni medio milímetro de mí.

 

-Torpe… - Rodé los ojos. Solté su brazo y puse mi mano en su mejilla, aplicando un poco de presión, terminé de acortar la distancia entre nosotros hasta llegar a sus labios con los míos y entender todo lo que me estaba pasando. Ese beso, esos labios, fue más que un huracán, fue un tsunami que por poco me paraliza de cuerpo entero. En milésimas de segundos, mis dos manos estaban en su rostro, buscando la ayuda para profundizar el beso y sus manos estaban en mi cintura, produciéndome cosquillas sin moverse. Abrió su boca, deleitándome con su sabor, dejando que nuestras lenguas batallaran ese “uno contra uno”. Nuestras bocas se separan y él apoya su frente contra la mía. Sus manos pasan de mi cintura a mi cuello, donde sus pulgares pasan suavemente sobre mi piel, con movimientos continuos. Ese beso contestó todas mis preguntas. ¿Lo que soy?. Él es el único que lo sabe… y yo que pensé que era un torpe.

 

Notas finales:

Ya saben, pueden pedirme lo que deseen, preguntarme lo que deseen, criticarme lo que deseen, etc :P

Como ya dije anteriormente, estoy utilizando una escritura mas "argentinizada", así que agradecería si pudieran avisarme si hay muchas palabras que no se entienden y trataré de ser más explicativa en las notas del capítulo, si?

Nos vemos en el siguiente shooot

 

Los quiero!! ^.^


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