La reunión con sus ascensores no se pudo posponer ni por más que él casi gritaba a todos los vientos que deseaba permanecer junto a su prometido. La medica le dedico una sonrisa para tranquilizarlo asegurándole que solo fue el shock de lo presenciado.
El pelinegro muy a su pesar tuvo que salir de la enfermería no sin antes darle una última ojeada al rubio que de forma acompasada por los sedantes dormía. Se veía tan frágil.
- Lord Von Wincott Dell Kearson se fue a dormir exactamente en cuanto el sol se oculto, su habitación esta dispuesta entre las de Lord Von Radford y Lady Von Rochefort pero ninguno de ellos lo escucho salir o percibió algo en especial en él – decía Gwenldal
- Yo creo que por más que les preguntemos a ellos no sacaremos nada en claro pero caso aparte deben ser los soldados se suponía que tenían patrullas dobles ya que los nobles se encontraban aquí – ese era Conrad
El pelinegro escuchaba atento, su mano estaba tamborileando sobre la mesa, quería estar con Wolfram. Se deslizo suave listo para decir que ese caso se los dejaba a ellos y retirarse además quería hablar con su suegra, no le había quedo en claro eso de “otra vez”.
Las yemas de su mano se toparon con un sobre que reposaba ahí, de inmediato reconoció los dobleces y sin importarle el hecho de que ahora lo miraban con curiosidad la desplego a toda prisa
Los ojos verdes me miraron en la penumbra que invadía la habitación, sabia quien era, me reconocía y aun si su boca se quedo seca y no pudo pronunciar absolutamente ningún sonido, bello, hermoso, no existe palabra para describir su faz, una que pronto dejaría de ser apreciada.
La navaja brillo, iluminada por la luna. Sus cabellos rubios serian lo primero que tomaría.
Un fuerte golpe le lleno de horror, con sus manos intento calmar el correr de la sangre que brotaba de su garganta. Ahora ya no podría gritar. Con brusquedad me coloque sobre él y sin esperar más taje los sedosos cabellos como el oro, sacando después las esmeraldas que tenia por ojos
Solo le quedan cuatro días majestad
Yuuri dejo salir un jadeo y sus acompañantes se colocaron junto a él.
- Wolfram - grito saliendo a todo correr a la enfermería – Wolfram, Wolfram – repetía como poseso
Los hermanos del rubio lo siguieron, entro empujando a Gisela quien pensó en detenerlo para que no incomodara al ojiverde.
- Oh!! Wolfram – se recostó completamente sobre el chico que no reacciono a su contacto – Wolf no te preocupes yo te protegeré, te lo prometo – su mano acaricio con exquisita delicadez esa faz tan hermosa – no sé qué haría si algo llegara a pasarte
- Majestad le ruego se explique – el general se estaba cansando, su paciencia tenía un límite, como respuesta solo recibió una papel
El general Von Voltaire fue leyendo, su seño se frunció con molestia parecía no entender que tenia de importante eso
- Recibí una igual ayer por la tarde pero la diferencia es que narraba la muerte de Von Wincott – se acomodo de nuevo junto a su prometido
- Como sabe que se refería a él en especifico
- Tenía características físicas como esa – giro un poco su cabeza sin dejar el regazo del rubio, parecía que solo junto a él se sentía seguro – hablaba de sus ojos y cabellos azules como el agua – los miro con angustia – y la muerte fue la misma
- ¿Tiene la carta majestad? – Conrad de verdad estaba intrigado
- Si, esta sobre mi buro en la habitación
- Iré a por ella – dijo rápidamente el castaño al ver que el chico no tenía ni la mas mínima intención de separarse de su hermano
La leyeron detenidamente una y otra vez, en efecto no había confusión posible. Eso quería decir que esa noche la victima seria su hermano.
Todos se movilizaron, reforzando la seguridad en torno a la enfermería. Estarían despiertos toda la noche de ser necesario. Yuuri por su parte dormiría con el rubio sin importarle los pretextos de los demás de ponerse a salvo, el no dejaría a su amigo.
El alba estaba cerca se notaba en la leve iluminación que ya se extendía por el castillo del Pacto de Sangre, Wolfram abrió los ojos y con suavidad se aparto del pelinegro que se había quedado dormido abrazándolo
Salió de la enfermería y camino despacio, sus dos hermanos lo seguían a una distancia prudente. Con los pies descalzos se detuvo frente a la puerta de su tío
Abrió la puerta y sus ojos se abrieron de la impresión. Sus piernas temblaron y cayó de bruces al suelo frio.
El Maou lamentaba la desastrosa confusión, se había olvidado que no solo Wolfram tenía los ojos verdes, ahora Waltorana estaba muerto.
La pregunta fue patente ¿Quién sigue?
Y aun con todo lo ocurrido el rey de los demonios solo podía lamentar el hecho de que fuese Wolfram quien tuviera la mala suerte de ir descubriendo cadáver por cadáver.
Un momento ¿Por qué él?
Solo faltaban tres días, pero tres días para ¿Qué?
Continuara…