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La vida de cenicienta por Vampire White Du Schiffer

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Notas del capitulo:

Ooc!!!!

+ : : Tercer capítulo : : +

+ : : En la plaza comercial : : +

−¿Se puede saber qué rayos estabas pensando cuando lo trajiste? –Preguntaba Ichiru enojado sosteniendo un par de corbatas.

−Es mi amigo, y quiere formar parte de mi felicidad.

−See~ claro, tu felicidad. –Le reclamaba con los ojos entrecerrados. –Lo detesto.

−Tranquilo, él lo sabe. –dijo mientras veía a su amigo comprando un par de crepas.

−¿Y aun así vino? –Arrugó el entrecejo.

−Le gustas. –dijo sin ningún problema, a lo que Ichiru gruñó −¿Por qué te molesta?

−Porque todos son iguales. –Dijo tomando una corbata y dándosela a la dependienta. Que estaba que babeaba por tanto chico guapo. –Siempre se fijan en mí porque me parezco a Zero. –Decía entre enojado y triste: frustración total.

−A mí me gustas por ser Ichiru. –Kaito aparecía detrás de ambos. Kiriyū brincó desde su lugar, casi pegando en el techo.

La dependienta gritó asustada, pero Kaname le entregó una crepa, ya que Kaito las había botado para tomar la mano de Ichiru.

–Eres único, y aunque se parezcan: El que me gusta es Ichiru.

Kaname estaba comiendo tranquilamente, recargado cerca de la caja registradora.

−Creo que habrá boda doble. –Kuran estaba de lo más complacido. La chica se puso a asentir frenéticamente.

Después de aquella escena. Todos se quedaban viendo fijamente a la pareja. Kaname bostezaba desinteresadamente. El momento romántico aún no re rompía entre esos dos. El castaño miró la hora. Y seguían mirándose fijamente. Miró el reloj de pared. Y nada cambió.

−Ejem. –Tosió levemente. –No quisiera interrumpir. Pero, tenemos cosas que hacer ¿Recuerdan? –Había una enorme aura rosa sobre la pareja. –Arg, ¿Así me veo yo cuando estoy con Zero? –Se preguntó ladeando la cabeza y con su mano derecha sobre su mentón.

−En tu caso, primo, te ves mucho más diabólico. –Aparecía  con una linda sonrisa Senri Shiki, un relajado estudiante, de nivel secundaria. Llevaba un par de cajas.

−Shiki, oye. ¿No deberías estar en la escuela? –El oji verde se puso nervioso.

−Es que…

−Senri. –Llegaba el compañero del primo de Kaname, un rubio de ojos claros, Ichijou Takuma. –Ah, Pero si es Kaname-pin.

−Takuma-pon, No pensé encontrarlos aquí. ¿Qué haces con mi precioso pariente?

−Nada que él no quiera. –Sonrió deslumbrante. –El director me pidió un par de favores y Senri salió temprano de la escuela −¿Y tú?

−Las compras para mi boda. –Declaró sonriente.

−Ah, cierto. Me anuncio como padrino tuyo.

−Gracias. –Platicaban amenamente mientras ignoraban los llamados de Ichiru. Shiki jaló de la ropa a Takuma para que le hicieren caso. Pero estaban centradísimos en su propio tema. El jovencito de azules y cabellos rojos fue con el recién abandonado Ichiru.

−Buen día, Ichiru-san. –Reverenció lentamente.

−A veces pienso que eres el único sensato en ésa familia.

−Je. Es normal que mi primo se pierda, todo lo que se relacione con su boda lo trae muy distraído.

−No es necesario que me lo digas.

−¿Y Takamiya-san?

−Ah,… ¿El?

−Sí, él.

−Ah… pues… quién sabe. –Se rascó la nuca con nerviosismo. El joven enarcó una ceja.

−No soy el mejor para meterme en esos asuntos pero… -Shiki era muy inteligente y mil veces más accesible. –Creí ver a Takamiya-san haciendo un par de piruetas antes de irse. ¿Estará bien?

−Te aseguro que sí. –Dijo en medio de un aura depresiva. –Acepté tener una cita con él. –Comentó ajustando su mochila

−Eso es bueno. –Dijo inocentemente.

−No lo creo. ¿Nn? ¿Y Kaname?

−¿Eh? Estaba junto con… -Los dos se quedaron vueltos piedra. Takuma y Kaname estaban haciendo competencia de fuerza en los brazos en una de las mesas del centro comercial.

−No de nuevo. –Ambos dijeron al mismo tiempo.

+ : : Hora después : : +

−Sigues siendo un debilucho, Takuma-chan.

−Eso no es cierto, te vencí cuarenta veces antes de que me pudieras ganar.

 −La verdad es que me deje derrotar.

−Eso no te lo cree nadie.

−¿Podrían calmarse los dos? Ya perdimos muchísimo tiempo y apenas están terminando de jugar.

−Esto no es un juego, cuñado. Es una competencia, sin nada de sano. Extremadamente sádica y a muerte.  No me voy a rendir hasta que  acepte que perdió.

−¿Ahora qué apostaron?

 −Simple. –Respondieron los dos.

−¿Qué? –Ichiru temió la respuesta.

−A Shiki.

−¿Podrían dejar de hacer eso? ¿Qué les pasa?

−No entiendes, Ichiru. –Le habló Kaname. –Éste fetichista quiere vestir a mi primo de niña para la boda. Claramente, yo lo iba a defender.

−Estoy, cien por ciento, seguro que tú le diste la idea. –Farfulló el peli plata.

−No sé de qué me hablas. Además, pienso que un vestido de novia les vendría bien a ti y a Zero. –Suspiró enamorado cuando mencionó al último.

−Ya. –Interrumpía –Me parece que ya jugamos demasiado. Será mejor que volvamos, el Director me acaba de llamar por teléfono.

−Adelántense. –Dijo Ichiru.

−¿Olvidaste algo? –le preguntó Kaname ayudando a su hermano con la carga.

  −No-No es eso… le dije… a… Kaito que le vería en el cine… dentro de unos… minutos. –Cada palabra parecía más lejana.

−No cabe duda de que ese sujeto es mi mejor amigo. –Dijo Kaname tremendamente orgulloso. –Consiguió un “Si” del frío Ichiru.

−¡Ca-Cállate! –Gritó el peli plata poniéndose rojo. –Haré que esta cita sea la peor de toda su vida.

−No y no. Deberías tomar las cosas con madurez. Acepta tu derrota.

 −¡Si ni siquiera he luchado!

−Esta tarde vas a conocer a Takamiya Kaito, y créeme más vale que no opongas resistencia. –Se subió al Ferrari, propiedad de Takuma, en color azul. –Yo no elijo a simples vagos para ser mis compañeros de maldades. Kaito es una verdadera bestia. –Dijo en medio de una sonrisa y subiendo el vidrio.

−Con que una bestia ¿Eh? –Intentó parecer calmado. Pero con aquello que le decía Kaname, ya no pudo fingir mucho tiempo. Si Kaname era… Kaname, no se quería imaginar cómo sería Kaito.

Con pasos extremadamente lentos llegó al Cine. Respiró hondamente, decidido a hacer el día imposible al amigo de Kaname. Se armó de valor y cambió su cara en determinación pura.

−Eres tan lindo cuando los nervios te consumen. –Kaito aparecía detrás de Ichiru, brincó casi pegando en el techo.

Takamiya portaba unos pantalones deslavados, zapatos bajos y camisa de manga corta de color beige que dejaba ver perfectamente sus bien trabajados brazos

–Vamos. –Le tomó de la mano. –Comparé los boletos y tú elegirás los dulces. ¿Te gustan los dulces, Ichiru?

−Los detesto.

−¿Palomitas?

−Las odio

−¿Chocolate?

−¿No entra en la categoría de dulces? –No se dio cuenta que conforme iban caminando sus pasos se alejaban más del cine. –Es-Espera ¿Qué no íbamos al…? –Kaito lo arrinconó en un lugar poco concurrido.

−Lo repetiré, «dulcemente» ¿Te gustan los dulces, Ichiru? –El aludido pasó saliva con dificultad. El moreno le veía con extrema maldad.

−Ya-Ya te dije que no…

Kaito sonrió.

−Pues a mí sí. –Susurró antes de chocar sus labios con los de Ichiru.

Kiriyū se quedó en estado de idiotez. Le gustó probar aquella boca. Tan caliente y experta. Sus manos inconscientemente habían terminado en el duro pecho de Kaito. La suave camisa era sólo el principio de la piel de seda.

Un par de plantas cubrían sus dos cuerpos de miradas ajenas.

 −La… la función… ya debe de…

Kaito fue dejando unos cuantos besos en el aterciopelado cuello del oji amatista.

−¿Qué función? –Murmuraba.

−El… El cine… −Suspiraba. Sentía que su cuerpo estaba comenzando a elevarse por el cielo, pero iba directo al infierno, pues el calor era abrazador.

−No recuerdo nada sobre eso. –Jaló a Ichiru por la cintura. -¿Tú si?

−Sí… sí…

−Te daré opciones, entramos a ese cine aburrido donde podría hacerte estas cosas (Pero donde estoy seguro no ibas a parar de gemir) o nos quedamos aquí y te sigo tatuando mi nombre en tu cuello. –Ronroneó.

−Las dos… son… iguales. –Respiraba entrecortado.

 −Claro que no. Aquí hay luz y puedo ver perfectamente cómo te ruborizas -Le mordió la oreja. Ichiru sentía que se volvía loco. –Vaya, eres más sensible de lo que creí. Qué lindo.

−No digas esas cosas. –Se ruborizó más. –No me gustan;  se parecen… tú y Kaname.

−Claro que no. Yo soy mejor.

−«Eso también lo diría él»

−¿No te parece que estamos en una situación equitativa? –Ichiru le miró sin entender. –Así dejémoslo. –Levantó las manos del menor hacia arriba de su cabeza. –Yo soy Kaito, tu eres Ichiru, ¿Quieres entender otra cosa? –Ichiru vibró. –Te declararía mi eterno amor, pero no creo que sea posible. –Lo soltó lentamente.

−¿Por qué?

Kaito le dio la espalda y le miró de reojo.

−Porque serás tú primero el que se declare. –Sonrió macabro. –Puedo esperar un par de días antes de que me ruegues tomarte. Por lo mientras me iré… -Y dejó a Ichiru, alborotado y confundido.

−Está loco.

+ : : Un día después : : +

−Y así fue cómo mi pobre e inocente Ichiru me dijo que me viniera a vivir aquí lo más pronto posible. –Kaito abrazaba a Ichiru en medio de la sala de la familia Kuran.

El menor de los Kiriyū había ido a ver a Kaname, porque éste le había llamado por teléfono, en aras de un par de negocios fraudulentos relacionados con Zero, y grande fue su shock cuando el que salió a recibirlo en el pórtico de la casa, era nadie más y nadie menos que el guapo Takamiya.

−¿Soy yo, o ésta casa, cada vez que vengo, se llena más de gente? –Zero estaba llegando y varias gotas le caían de la cabeza. -¿Quién es él? –Miró a Kaito.

−Hola, tú debes ser Zero. –Caminó Kaito sin soltar a Kiriyū. –Soy Takamiya Kaito, el novio de tu hermano.

−Ah, ya veo, ya veo. El novio de mi hermano… un momento. ¡El qué! –Kaname estaba sentado, tranquilamente tomando el té. -¡KANAME! ¡Tú tuviste algo que ver! –El moreno se encogió de hombros. -¡Claro! ¡TENÍAS QUE SER TÚ!

−No te alteres, querido cuñado. Cuidaré muy bien de Ichiru. Los dos estamos muy enamorados y aunque tal vez nos comprometamos el día de su boda, no seas celoso y comparte la felicidad que rodea esta casa.

 −Qué educado eres. –Sonreía Zero. -¿Qué? ¿Compromiso? No, no y no. ¡Ichiru! ¡Di algo! –Zero comenzó a sacudir sin tregua a su hermano menor, que no lograba reaccionar. -¡Defiéndete, estúpido hermano! –El alma del menor casi salía de su cuerpo. Mientras tanto, Kaito se sentaba a un lado de Kaname y se cruzaba de piernas.

 −Hiciste un buen trabajo. –Alabó Kuran. –Ichiru lo tomó bien, y a Zero parece encantarle la idea. –Ambos sonrieron malvadamente.

−Gracias, aprendí del mejor. Entonces ¿Doblamos apuestas? –Kaname enarcó una ceja.

−De acuerdo, dos a uno a que Zero me entrega el anillo antes que Ichiru a ti. –Zero se volvió de piedra. Le dio un golpe a su hermano y le vació el agua de un enorme jarrón que tuvo a la mano, el pobre Kiriyu despertó sin entender nada, pero en cuanto su mirada se encontró con la de su, auto nombrado, novio volvió a sucumbir a su confusión. 

−¡Mira, Ichiru-Idiota! ¡TUVISTE QUE ATRAER AL GEMELO DE KURAN KANAME!

+ : : Una semana después : : +

−Y entonces, supongo que debo asistir a la obra teatral. ¿Verdad, mi bello Zero?

−No vayas sino quieres. –Zero bajó su mirada. –No es obligatorio.

−¿Cómo no? Mi ausencia sería pecaminosa. Sería una completa deshonra que no viera la actuación de mi amado prometido –Miró la invitación. –Esto servirá muy bien para que nadie se te acerque mientras yo te presumo ampliamente.

−Eh… no es para eso.

 −Ah, ¿No? –Le ignoró. –Por cierto, hablando de invitaciones, Kaito y yo iremos por las de nuestra boda. Está abajo, esperándome.

 −Gr. –Gruñó. Kaname le miró enarcando una ceja. –No me agrada tu amigo…

−Es idéntico a mí. –Barajeó un par de hojas. –Es normal que no soportes ver a una joya a uno lado de otra joya.

−¿Y dónde dejaste tu ego?

−¡Es algo que traigo siempre puesto! ¡Igual que tu imagen de bebé en mi cartera!

−¡Aún traes esta fotografía!

−No entremos en detalles. –Guardaba su cartera sigilosamente. –Bien, por hoy me retiro. –Agarró a Zero por sorpresa y le dio un beso en la mejilla.

−¿Te vas sólo con eso? –Preguntó pero enseguida se tapó la boca ante la mirada maliciosa de Kaname. -¡No! ¡No-No dije nada!

−Ay, cómo adoro que me temas. –Le acarició la mejilla. –Sólo un par de días más. –Y salió malvadamente por la puerta.

−Ese tipo me va a matar un día. –Apoyó la diestra en su frente y miró al techo.

+ : : Afuera : : +

−¡Ya te dije que no! –Ichiru intentaba zafarse de los brazos de Kaito. -¿Qué no habías dicho que no te me acercarías, estúpido?

−¿Quién dijo eso?

−¡¡Tú!!

−Claro… que no.

−¡Tengo que entrar a MI casa!

−¿Desde cuándo tan receloso?

−¡Contigo, para toda la eternidad!

−Aww, dices cosas tan tiernas.

−Arg. Ya, Ya suéltame.

−Sí, Kaito, suéltalo. –Aparecía Kaname en el pórtico. –Por lo menos hasta mañana en la mañana. –Dijo el moreno pasando en medio de aquellos dos, contoneando un papel en color crema. Ichiru brincó por la sorpresa.

−No me digas que eso es -Comenzó a articular después de un par de segundos de verdadero pánico.

Cosa que sólo le sirvió a Kaito.

−MI bello Zero, del cual estoy profundamente enamorado… -Y así empezó su monologo de «Zero es mío, mío, mío… de mi propiedad» por cercanos cinco minutos. El otro moreno suspiró y le quitó la invitación a su amigo que aún se quedó divagando entre nubes de color rosa.

«La bella y la bestia»

−¿Una obra escolar? –Kaito enarcó una ceja, vio que Kiriyū se intentaba escabullir, y para detenerlo lo jaló del cuello. –Explícate, cómo es que yo no tengo una de estas. –Le paseó la hoja enfrente de sus ojos amatistas.

−Arg, no tengo por qué invitarte. –Kaito lo soltó.

−Hummm. Vámonos Kaname. –Le aventó la invitación a su amigo y salieron del cuadro.

Ichiru respiró con profundo alivio. Pero en cuanto estuvo en medio del marco de la puerta se dio cuenta de dos cosas: uno: su cartera había desaparecido junto con su celular y llaves, y dos: tenía un enorme chupetón, visible a más no poder, en el lado izquierdo de su cuello.

−¡¡¡Waaaaa!!! ¡¡Maldito Kaito!!

−¿Y se supone que yo soy considerado una bestia? –Preguntaba el castaño que sostenía un celular en color blanco.

−Ayúdame y no cuestiones. Debo saber con quiénes se relaciona mi novio. –Kaname se echó a reír.

−De acuerdo. Aquí tenemos a un tal:  Cross, Yagari, Isaya, Rima, Sara, Aidou…  

−Bien, dame las direcciones de cada uno.

−¿Para?

−Simple, los asesinaré mientras duermen.

−Er, no creo que puedas hacerlo.

−¡Serán crímenes perfectos!

−No quiero que mi padrino sea un asesino.

−Tienes razón. –los dos intercambiaron miradas y dijeron al unisonó: después de la boda.

Mientras fraguaban un par de muertes, perdón, de cosas relacionadas con la boda, Kaito esculcaba la cartera de Ichiru, no pudo evitar querer saber.

−¿Qué papel hará Zero?

−La Bella. –Dijo con tremendo orgullo.

−Estás bromeando. –Kaname negó con la cabeza. -¿Ichiru?

−Me parece que el mejor amigo de la chica.

−¿Casualidad?

−Destino.

−No habrás tenido algo que ver, ¿verdad?

−¿Piensas que yo, en una bien aventurada dicha de portar dinero e influencias, torcí los linderos del director para que le diera a Zero ese papel con el que se verá forzado inmediatamente a portar un vestido con cientos de moños y al siguiente minuto se tendrá que arrodillar ante una enorme y omnipotente bestia que tendrá absoluto control sobre su cuerpo y alma por toda la eternidad y hasta que su deseo mengüe? Ah, tendré que alegar demencia.

+ : : Al día siguiente : : +

Todos corrían despavoridos. Adornos aquí y allá. Los actores terminando de aplicarse el maquillaje. El director apresurando a la modesta orquesta. El auditorio lleno. En primera fila: la familia Kuran. Incluso una  manta con la leyenda: «Zero, te amo» haciendo competencia a «Ichiru es el mejor» se hacían ver en todo lo largo y ancho de la sala.

(Nota: Kaname sería capaz de cualquier cosa, en serio, con tal de poner a Zero en jaque y de Kaito… no piensan lo mismo? ¬3¬)

−¿No creen que están exagerando? –Preguntó el padre.

−Nah. –Contestó Kaname. Mientras tanto, Kaito recorría el auditorio con un par de binoculares y con una pequeña nota (En su cabeza) iba tachando a sus enemigos.

Pidieron silencio entre el mar de murmuros. Y la función comenzó. Salió Zero. Con un sencillo vestido en colores azul y blanco. Portaba un delantal. Y fue allí donde el pánico escénico que quiso apoderar de él. Pero ver a su prometido y familia (incluyendo a futuro papi-suegro y hermanos) le dio el impulso necesario para plantarse más seguro.

Ah, padre mío. Estoy cansado (a) de esta vida aburrida. ¡Cómo desearía poder una vida a mi ideal! –Gracias al cielo no tuvo que cantar. El padre era un chico de lentes y con una barriga a base de trapos.

−¡No llores más, mi querida niña! ¡Esta vez sí que he logrado una gran hazaña! –Sacaba a la luz un enorme aparato hecho en madera.

−¡Padre! ¡Pero qué magnífica obra! ¡De seguro ganarás el primer lugar este año! –Y así continuaron los diálogos. Kaname con una cámara, tecnología de punta, no se perdía ni un valioso segundo en grabación.

Pasaron a la escena donde “Bello-Zero” se encuentra en el peligroso castillo. Los murales estaban pintados para dar alusión a un tétrico bosque en el que, cuyo final, estaban un par de imponentes torres negras. El cielo relampagueaba por la acción del choque de dos láminas de metal. Las luces iban y venían para darle más efecto real.

−¡Por favor! –imploraba Bello-Zero. -¡Deja ir a mi padre! ¡Se lo imploro, oh gran señor!

−¿Oh, gran señor? –Kaito puso los ojos en blanco.

−¡Shh! –Le silenció Kaname. –Cualquier parecido con la realidad, es mera coincidencia.

No tengo porque dejarle. –Respondía la gruesa voz de la bestia. Un joven con un enorme disfraz y máscara monstruosa. –A menos que…

−¡Dígame! –Rogó. -¡Haré lo que sea! –La bestia se empezó a reír. A Haruka le comenzaron a recorrer varias gotas de nerviosismo por todo aquello.

Y en medio de todo eso: Ichiru con una vela en la cabeza, haciendo alusión a un candelabro.

−¡Toma las fotos! –Kaito le intentaba quitar la cámara a Kaname. Parecían perros y gatos.

En la obra: Bello-Zero y bestia comienzan a tratarse. Haruka había previsto el enfrentamiento entre Takamiya y su hijo, así que trajo su propia cámara de vídeo para dársela a Kaito. Como niños pequeños intentaban ganar el mejor ángulo con el que pudiesen enfocar a sus respectivos novios.

−Ah, no los conozco, no los conozco. –se hundía en la silla.

Bello-Zero se entera de que su padre se encuentra peor que enfermo. Pide a Bestia una oportunidad para salir del castillo y éste se lo otorga con la libertad completa y con su corazón dolido. Después Bello-Zero intenta rescatar a su padre de las garras de una mala mujer que intentaba casarse con aquél, sin importar qué. La mujer invocó a todos los hombres de la aldea dándoles por enterado que existe una enorme bestia que llegará y asolara el pueblo a la caída del sol. Bello-Zero intenta convencerles de lo contrario, y en eso se da cuenta de sus verdaderos sentimientos. Y sin lograr nada, todos marchan con tridentes y antorchas hacia el castillo.

−Creo que es hora de que me vaya. –Dijo Kaname tomando sus cosas. Kaito y todos los demás le miraron extrañado… más que extrañados: idiotas. No podían dar crédito a lo que estaba ocurriendo. Kaname, simplemente, no podía estar dejando pasar una oportunidad como esta. Pero dado al ambiente de mutismo que se vivía allí, no pudieron detenerle o algo por el estilo.

Siguieron viendo la obra, con un enorme signo de interrogación. Pero en un momento, Kaito se echó a reír.

Escena: Cuando la malvada mujer clavaba un enorme puñal en la espalda de la Bestia. Bello-Zero se hincaba ante el cuerpo casi frío del ser que había aprendido a amar locamente. En un suspiro, aquellas lágrimas que debieron ser falsas, se tornaron totalmente reales. Pues el actor, irremediablemente, captó la desdicha y sufrimiento que Bella tuvo que pasar. Y a pesar de que habían hecho muchos ensayos, este momento, en el que Kaname debía estar viéndole con esa extrema devoción que le hace palidecer, era  sumamente sensitivo.

−Le amo… -Susurró vertiendo gruesas gotas saladas en la Bestia. Y una rosa arrojaba a la nieve su último pétalo rojo.  Una densa capa de humo, en color miel, llenó el escenario. Y el cuerpo de la Bestia se comenzó a llenar de una luz pálida, en principio. De allí, se oscureció todo. Segundos en los que el público no articuló palabra alguna, transcurrieron lentamente.

Poco a poco se fue aclarando. Dejando ver a una silueta, de pie, frente a Bello-Zero, que seguía llorando desconsoladamente. Pero en eso…

−¿Por qué lloras? –Preguntó una varonil voz. Entonces todas las mujeres palidecieron.

−Perdí lo que más amo. –Murmuraba Bello-Zero sosteniendo la capa que solía ostentar su amada Bestia.

Pero, si no lo perdiste–Fue en aquel instante que Bello-Zero levantó la vista. Encontrándose con aquella silueta que le extendía la mano en medio de una hermosa sonrisa. –Aquí estoy, Zero. –Lo jalaba para darle un apasionado beso en los labios. Las mujeres gritaron al unisonó. Los hombres, algunos inconformes, fueron asesinados por las amantes del amor entre hombres.

Un bello príncipe sostenía a Bello-Zero por la cintura. Y Bello-Zero estaba en shock.

Vivamos juntos en mi castillo. –Le susurraba. –Casémonos y seamos felices por lo que resta de nuestras vidas. –Bello-Zero necesitó un momento para dejar de tartamudear. Se bajó el telón después de que el protagonista diera el “Sí”

Se levantaron múltiples odas. La obra gustó mucho más de lo esperado y todos detrás del telón se sintieron satisfechos. Aunque también hubo escépticos.

−Gracias por dejarme participar. –Kaname sonreía eufórico mientras abrazaba a Bello-Zero que intentaba ahorcar al director.

−No es nada, Kaname-sempai. –El maestro, detrás de la obra, reverenciaba. –Sin usted no hubiera sido lo mismo. –Guardaba un cheque en su bolcillo.

−¡¡Aidou Hanabusa!! ¡Maldito amigo traidor! –Mascullaba Zero.

−¿Yoooo? –Articulaba inocentemente. –Yo sólo sigo mis valores morales. –Y desaparecía en medio de un par de brinquitos antes de que Zero fuese libre. Kaname pasaba sus dedos para terminar de limpiar las lágrimas de Zero.

−¿Sorprendido? –Zero le miró enojado. –Parece que te encantó.

−No pongas palabras en mi boca.

−En tu boca deseo poner, siempre, otra cosa. –Susurró con maldad. Zero se estremeció. –Ah, mi Bello-Zero.

−Ya no me digas así.

−Oye, todos te llamaron así en toda la obra.

−Claro que no.

−Creo que lo soñé.

−Mejor dime cuándo no sueñas.

−Eso es fácil, cuando me seduzco a mí mismo pensando en ti. –Zero se puso rojo, rojo, rojo, pero tan rojo que parecía foquito de navidad.

 Aparecía la familia Kuran.

−Felicidades por su actuación.

-Gracias.

−¿Qué les parece sí vamos a festejar? –Propuso Haruka.

−Me parece buena la idea. –Contestó el hijo. –Los veremos afuera. –les dijo. –Les avisan a Takamiya y a tu hermano. –Miró a Zero.

−De veras, ¿Dónde están esos dos? –A Kaname le brillaron los ojos con malicia. -¡Mi hermano! –Gritó casi quedándose mudo. -¡¿Ichiru, dónde estás?!

−Nada de “Hermano”. –Kaname jaló a Zero, arrastrándole por el piso. –Tenemos una comida.

−¡Kaname! ¡Tú sabes dónde está! ¡Dímelo! ¡Ichiru! ¡Ichiru!

Mientras tanto Lámpara-Ichiru estaba en el camerino, siendo acosado sexualmente por un relojero de ojos de león.

−¿Co-Cómo entraste aquí?

−Ya te dije, con el poder del amor, lo puedo todo –respondió un tranquilo Kaito Takamiya.


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