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La vida de cenicienta por Vampire White Du Schiffer

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+ : : Quinto Capítulo  : : +

¿Causa del divorcio? Bueno, Haruka dijo «Ya no te amo». Y ésa fue la razón, ¿muy factible, no? Ambos Kuran, desde que se nombraron en  «santo incesto», dijeron que la única motivación que podría orillar a separarse, sería desamor. Porque, siendo sinceros, desafiando a la Iglesia, a la sociedad, incluso a la ley, ya no debían temer a nada. Sólo a la falta de amor. Y eso fue lo que ocurrió. O por lo menos, eso fue lo que dijo Haruka un día.

−Ya –respondió Rido, dando un paso hacia atrás, sonriendo con tranquilidad –. Está muy bien –y se dio la vuelta, tomando la gabardina negra del perchero, sin ver a Haruka, sin hacer maleta alguna. Salió por la puerta y Kaname no le intentó detener.

Eran jóvenes, pensó Haruka.

Pero tal vez sería mejor regresar un poquito en el tiempo.

+ : : : : +

Rido nació cuatro años antes que Haruka. Yuri Kuran, la madre de los dos vástagos, murió en el parto del segundo hijo, y el padre desapareció al día siguiente. Por lo que Rido y el pequeño bebé aún sin nombre porque Yuri no tuvo tiempo ni siquiera de eso, fueron a parar de orfanato en orfanato. Hasta que un buen día, Rido llegó a la edad en que ningún lugar de beneficencia podía hacerse cargo.

−Pero nos encargaremos de que tú hermanito encuentre familia –dijo una de las pocas mujeres que le mostró piedad.

De lo que Rido no estaba muy seguro, era de si él iba a salir solo. Se preocupó mucho, habían pasado ya varios años. Haruka dentro de cuatro, si nadie lo adoptaba, iba a ser lanzado a la calle. Entonces, en la noche en que cumplió los dieciséis, se llevó a Haruka y la oscuridad los engulló.

Fue difícil. Pero estaban juntos.

−Tengo hambre –no hay nada peor que eso para un padre, mucho menos para Rido.

−Lo sé –respondía cuando no sabía qué hacer.

Pero conforme fueron pasando los meses, Rido se hizo de un apartamento en lugar de mala muerte. A los dieciocho, Rido ya contaba con varios trabajos de medio tiempo. Haruka tuvo la oportunidad de estudiar y trabajar poco, y así, lograron salir de los barrios bajos. Por cuestiones de suerte, el mayor de los Kuran encontró buenas personas, se hizo de amistades y cumplió el sueño de su hermano menor. Una pequeña librería a las afueras de la ciudad, que después fue aumentando en número hasta consolidarse como el Imperio Kuran.

Así que todo pintó muy bien. Sin embargo, poco antes de que se cumplieran buenos deseos, hubo horror y desesperanza. Una noche en que Haruka regresaba tarde a casa, se topó con una desagradable sorpresa; Rido estaba en el departamento con dos mujeres baratas y alcohol en las venas.

−¡Qué clase de estupidez haces! –gritó Haruka, arrancando la botella de mal vino y golpeando en la mejilla a su hermano.

−No te metas, sólo enciérrate en el cuarto –sonrió socarronamente y se abrazó de la chica que no había huido –. Estoy ocupado.

Realmente así parecía, porque el mayor se encontraba semidesnudo y con varios, sucios, besos repartidos por pecho y cuello. Haruka sintió pesadumbre en el corazón, un dolor que antes no había experimentado. Con catorce años, escuela media, y carencias, no había tenido tiempo para plantearse ciertas cosas. Amor, no conocía otro más que a Rido. Confianza, sólo con Rido la sentía, igual ocurría con la seguridad.

Y Rido siempre parecía tan fuerte; era el héroe.

Haruka estuvo a punto de salir corriendo, pero su hermano lo detuvo a tiempo.

−¿Estás llorando? –inquirió con burla.

−Suéltame –masculló, sacudiéndose del agarre que Rido ejercía sobre su menuda muñeca –. Por mí puedes quedarte con cuanta puta se te cruce enfrente –escupió y se pudo liberar.

La mujer se había cansado del poco teatro.

−¿Sabes qué? –comenzó ella –. Cuando arregles esto me buscas –tomó sus cosas y desapareció por el umbral de la puerta.

−¿Por qué no vas tras ella? Perdón por arruinarte tu noche de calentura, hermano –apretó los labios y miró hacia la derecha. Afuera, las pocas farolas del alumbrado eran la única luz en el oscuro departamento. Lejanas sirenas de policía o tal vez de ambulancias. No importaba, los dos hermanos se veían entre las pocas penumbras.

−Será mejor si tú recompensas lo que pagué, ¿no lo crees, hermanito? –se le acercó a paso decidido, y por primera vez, Haruka tuvo miedo de Rido.

−No puedo pagarte, y bien lo sabes, todo lo que… -pero la rapidez con la que su hermano se le puso enfrente, cortó todas sus palabras y posibles argumentos. Repasó los datos conforme se fueron dando, Rido rodeó la cintura delgada con ambas manos, y como era tan alto, le robó un beso en la mejilla y luego en la boca.

Haruka se preguntó qué clase de calor era ése. Un simple beso, lo sabía. Pero nunca había recibido uno. Le supo amargo, por el alcohol y por el hecho ser hurtado.

+ : : : : +

Por insistencia, Kaname pudo enterarse del pasado de sus padres.  Y sólo por un muy necesitado momento de recordatorio, pudo saber el lugar indicado al que Zero sería llevado.

La persecución se dio al estilo policiaco. Y la motocicleta que Kaname había robado derrapó en el asfalto, justo después de haberse lanzado a la solitaria acera.

Atrás de él venía todo el barullo de las sirenas, perdióse el eco tras los edificios que caían por descascaro. Quería actuar sin ayuda de los uniformados, pero no iba a entrar al edificio sin oír a Rido.

−¿Cuáles son tus demandas? –preguntó Kaname a través del megáfono, miraba cualquier tipo de señal de vida. Mantenía la vista clavada sobre la ventana del quinto piso del edificio.

Ya las sabes –pensó  Rido y dio una vuelta en rededor, trayendo recuerdos muy de antaño. Casi pudo ver con claridad a Haruka sentado en el polvoriento escritorio. Pero no. En la silla estaba Zero Kiriyū, amordazado y atado. Todavía parecía dormir.

Después de una hora que pudo parecer eterna, Haruka apreció por la puerta.

—Estoy aquí, ahora, ¿quieres dejar al pobre chico libre? Ya has entorpecido demasiado la boda.

—Tengo derecho a estar en ella, ¿quién te crees tú para impedírmelo?

Haruka paseó la mirada por la estancia, hacía demasiados años lejos de aquí, la vida tranquila que había conseguido gracias al estudio, la casa, Kaname… todo se lo debía a Rido. Sabía que estaba siendo duro con él, pero ¿el incesto? ¿La concepción de un amor así de enfermo? No quería que Kaname viviera un ciclo así.

—Te sigo amando, lo sabes.

—He venido a reclamar el lugar que me corresponde.

—Ellos no tienen por qué estar involucrados –miró a Zero, que estaba comenzando a despertar –. Es a mí a quien buscas toda la vida.

—Ciertamente –se echó a reír y fue a desatar al oji amatista –. Si lo que deseabas era darle a Kaname la salud mental que yo no tengo estás equivocado al pensar que ganaste. Mi hijo es digno heredero mío.

—Sí, pero para tu desgracia –se aproximó, para dejar que Zero se recargara en él. Tan cerca estaba que pudo sentir la respiración de Rido que ayudaba a levantar al yerno –, esta persona logra calmar su bestia.

Rido los dejó marchar, con el escándalo que hizo le bastó, claro que le hubiera encantado asistir, estrechar entre sus brazos a Kaname y decirle cuánto lamentaba haberlo maldecido con semejante sangre, sin embargo, viendo la reacción de Haruka, pudo aceptar la resolución de Zero cuando pudo articular palabra:

—Escuche… no sé… -intentó mantenerse de pie por sí mismo – qué quiera de Kaname, pero yo lo voy a proteger y estaré a su lado, sin importar qué.

Una sonrisa se desplegó por los labios de su ladino rostro.

Cuando arribó la noche, los fantasmas de sus recuerdos de nuevo le azotaron contra las rocas. El sonido de la voz de Haruka era como trinos del ave más maravillosa del mundo, sin embargo él había osado mancillar su cuerpo, cortado sus alas, mezclando las sangres…

—No todo es malo, ¿cierto? –sintió unas varoniles manos apretarse a su espalda, él tomó una despacio –. Después de todo, te puedo tocar de nuevo.

—A veces eres tan absurdo.

—No más que tú.

+ : : : : +

Zero miró profundamente a Kaname, éste estaba apreciando la oscuridad a través de la ventana, a pesar de que su boda con todo el incidente de Rido se había llevado a cabo, notó que una tristeza indecible rodeó el alma de su ahora marido.

—No quiero que me digas nada –se le acercó y recargó su frente en la espalda del moreno –. Sólo quiero que me veas. Nada más.

—Lo lamento –se dio la vuelta y lo abrazó –. Debe haber algo de locura en mi –sonrió y le tomó delicadamente por las mejillas –, tenerte suspirando de amor por mí y yo con la cabeza en marte.

—Yo no suspiro de amor –enarcó una ceja –. Pero eso no significa que dormiré contigo hoy –sonrió con maldad.

—Espera –dijo entre perplejo y divertido –¿A qué se debe eso?

—Ichiru y yo sabemos perfectamente las apuestas entre tú y K… ese tipo que odio.

—Kaito.

—Como se llame.

—No puedes soportar que haya desflorado a tu hermanito, ¿eh?

 

El rubor que encendió las mejillas de Zero fue tremendo, hasta iluminó la habitación.

—¡I-Idiota!

—Perdona, perdona –se echó a reír –. ¿qué tiene de malo que dos amigos apuesten? –lo tomó por la cintura, empezando por repartir besos por el cuello níveo.

—Que nos involucran como tarifas.

—Oh no, como variables en una ecuación.

—¡Estás demente!

—¡Pero por ti!

Quedaron en silencio.

—No quiero que Ichiru salga lastimado, eso no lo perdonaría  a nadie, ni a ti por haberlos presentado.

—Esos dos no podían haber caído en mejores brazos, al igual que tu en los míos. Además si llegan a discutir, es completamente normal, tu y yo discutimos todo el tiempo.

—Eso me hace replantearme el matrimonio.

—Oye, los que pelean se aman. Peleemos toda la noche, Zero –le susurró al oído.

+ : : : : +

A la mañana siguiente, Kaname amanecía radiante, al mismo nivel enfermo que Takamiya Kaito.

Estaban en la terraza mientras bebían un delicioso café.

—¿Quién paga?

Los dos dejaron dinero sobre la mesa.

—¿Qué? –preguntó Kaname –¿A ti también te amenazaron anoche?

—Si no mal recuerdo –dijo Kaito –, la apuesta era quien folle primer gana. Pero es peor para ti, parece que llegaste virgen al matrimonio, lo cual, debo ser sincero amigo mío, me da mucha risa.

—Claro –soltó sorprendido –, tan puro como tú, seguro conservas todos tus pétalos –mordió con sarcasmo.

—Es sabido –respiro lentamente –, que Ichiru quiere superarse profesionalmente antes de casarse conmigo –el fruncimiento de ceño le pareció divertido a Kaname, pero ocultó tal gesto al beber –. ¿No te parece extraño que tú y yo, casi hermanos diabólicos nos hayamos estancado con semejantes y angelicales mellizos?

Eso dejó mudo a Kaname.

—¿Ocurre algo, pareces pálido? –pero segundos después, su cara morena estalló en sonoras carcajadas.

—Parece que estamos malditos, Kaito. Estamos llamados a corromper sus almas y cortar sus alas –levantó la mirada al cielo.

Al igual que mis padres.

+ : : Dos años después : : +

—Ni pensarlo.

—¿Te niegas, otra vez?

—¡No quiero casarme y que me rapte el diablo que tengo por suegro! ¡Todos en los Kuran están dementes!

—Yo sólo rapté a Zero porque me pareció divertido –dijo Rido, bebiendo vodka en un fino vaso de vidrio –. Además, Kaito podría parecer mi hijo por el satanás que lleva dentro pero no me urge hacerle tango –tomó asiento a un lado de Haruka, que leía tranquilamente.

—¿Habla en serio, suegro-san? –le recorrió una gota por la cabeza –. De cualquier forma odiaría casarme, en serio.

—¿Sigues en eso? ¿No ves que cada año envejezco? ¿Qué harás cuando ya no quede nada que puedas saborear? –inquirió una y otra vez con extremo dramatismo.

—Un flamante abogado como tú nunca envejece –intervino Kaname –. Además, he escuchado que quienes menos quieren casarse son los de tu clase.  

—Es porque ninguno de esos pobres diablo ha posado sus ojos en Ichiru –aseguró, comenzando a molestarse. El sonrojo en el menor de los Kiriyu se constató –. Además, lo dice el socio que lleva casado décadas y todavía hijos no tiene.

—Encadenaré a Zero embarazado en cuanto termine la universidad.

—Los encamaremos como es debido entonces –y volvieron a estrechar sus manos con ahínco maligno.

A los dos Kiriyu ya les daba completamente igual las juergas de los morenos, ¿qué podían hacer? Una vez intentaron dejarlos en abstinencia con tal de que evitaran las apuestas, ¿el resultado? Parecían tan fieras enjauladas privadas del sexo que los acorralaron, cada uno a su modo, hasta que tuvieron que ceder, con nalgas melladas de por medio.

—Yo quisiera ser abuelo –comentó Rido –. Así podría enseñarle el camino del mal y…

—Ni lo sueñes –acotó Kaname.

—Oh vamos, será divertido~

 

Las discusiones familiares se prolongaron así hasta altas horas de la noche.

En resumen, Ichiru, después de casi tres años de salir con Kaito, aceptó casarse, con la única condición de que lo obedeciera en todo. Está más que claro que Kaito aceptó de muy buena gana y acató todas las órdenes de Ichiru… los primeros cinco minutos.

Zero se desesperó cuando no encontró ninguno de los métodos anticonceptivos, Kaname dijo que todos habían desaparecido misteriosa y justamente esa noche en que él andaba como potro en celo. Casualidades de la vida.

Hubo tanto, pero tanto sexo, que pudieron poblar como conejos el mundo.

Sin embargo, expresarlo en palabras sería una Odisea tan grande que llevaría más años de los que ya tomó llegar hasta aquí.

Sepan que, el final sino es completamente feliz, como la vida real, tiene una escala de grises muy bella.

+ : : Fin : : +

Notas finales:

Los amo mil <3 a cualquiera que esté ashí, leyéndome.


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