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Enchanted por Eiri_Shuichi

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Notas del capitulo:

M siento como el conejo blanco x.x

AIRE!!!!

     Todo estaba oscuro, la cabeza le dolía terriblemente y sentía el estómago descompuesto; aquella era sin duda una cruda realidad, la primera resaca de su vida. Abrió los ojos maldiciendo la luz del Sol que le daba de lleno en la cara y fue entonces cuando varias imágenes confusas de la noche anterior, un hombre rubio, el llorando, después subir a un auto con aquel sujeto, entrar es su apartamento y tenderse en la cama…

 

 

 

-Veo que ya despertaste, ¿qué tal te sientes?- miró a un joven, la misma figura de la noche anterior pero de ojos azules y cabello oscuro –supongo que te duele la cabeza, descuida, con esto se te pasará- le sonrió tendiéndole un par de pastillas y una vaso con agua

 

-Tú…¡Qué he hecho!- de pronto el dolor de cabeza había caído en segundo plano porque no solo estaba en un lugar desconocido con alguien a quien jamás había visto en la vida, sino que ese no era el mismo sujeto de la noche anterior.

 

-¿Eh?, pues, no podría asegurártelo, por cierto, ¿no tienes frío?- el comentario, si bien parecía normal, le hizo dudar más de aquel joven

 

-¿Frío?

 

-Si, es que como no traes nada encima

 

-¡Ah!

 

-Déjate de pavadas Tatsuha- la alta figura del rubio hizo acto de presencia en el marco confundiendo aún más a Suguru

 

-Aniki, nunca imagine que te gustaran niños, pero no te culpo, es bastante lindo- la mirada azul iba cargada de perversión y sin poder evitarlo sintió como su cuerpo empezaba a temblar

 

-Yo… anoche…- no encontraba las palabras para preguntar con exactitud lo que quería porque de solo pensarlo quería que se lo tragara la tierra

 

-Anoche estabas tan ebrio que apenas llegaste a dormir en “mi” cama- por primera vez prestó atención a las facciones del hombre rubio descubriendo que eran idénticas a las del moreno, excepto por el cabello y el color de sus ojos, un tono miel o ámbar, no estaba seguro de eso, pero no le quedaban dudas de que su expresión era de fastidio.

 

-Entonces, ¿no paso nada?

 

-Claro que no criajo, ¿por qué tendría que haber pasado algo?- encendió un cigarrillo y se fue a su estudio –Que alivio- exhaló e inhalo nuevamente retomando la compostura como si la vida le volviera al cuerpo, agradeciendo a Dios por que nada grabe había sucedido

 

-Mi hermano tiene una manera muy rara de hacer las cosas, dime, ¿cuál es tu nombre?

 

-Suguru…

 

-Claro, algo tan tierno como tú no merecía menos que un nombre lindo

 

-No soy mujer por si no lo has notado…- reclamo el menor

 

-Sí, lo se; bueno, en cuanto te vistas te invito a desayunar, vamos. Diez minutos después ambos estaban en un café cercano mientras esperaban ser atendidos y conversaban ya con más calma, sin importar las iníciales negativas del músico que finalmente había accedido al descubrir que ni su primera resaca le robaba el apetito.

 

 

 

-¿Sabes?- Suguru interrumpió el bocado que estaba a punto de llevarse a la boca llevado por la curiosidad -tengo una duda

 

-¿Cuál?

 

-Si tu hermano dice que llegue y quede dormido, ¿en que momento me desvestí?

 

-Bueno… en realidad… yo te quite la ropa para que descansaras mejor- Tatsuha mostró una sonrisa despreocupada que lo desconcertó más

 

-¡Degenerado!, ¿te parece normal ir desvestir a la gente así nada más sin conocerla!

 

-¿Hubieras preferido que nos conociéramos primero?

 

-¡Maldito desgraciado pervertido sin sentido de la moral!

 

 

 

 

 

 

 

     Shuichi, aún con el dolor de cabeza, yacía picando con una vara a Sakano que desde el día anterior no se despertaba, cuando la puerta fue azotada por un iracundo peliverde que no podía mitigar su enfado.

 

 

 

-Eh Suguru, ¿qué pasó contigo anoche?- Hiro, que había estado afinando su guitarra, le saludo alegremente al verlo entrar sin darse cuenta de la cara de pocos amigos que llevaba el menor

 

-No quiero hablar de eso Nakano

 

-Seguramente ligo y en la mañana ella lo abandono como un trapo usado- y tras abrir la boca Shuichi fue atacado violentamente por un teclado que, aparentemente, había aprendido a volar

 

-¡Calla!- tanto Nakano como Shuichi quedaron estáticos y sin decir una sola palabra, sospechando que a la menor provocación lo siguiente que aprendería a volar sería una bocina y de esa, probablemente no salían ilesos.

 

 

 

 

 

 

 

     Ambos se miraban con fiereza, ninguno estaba dispuesto a ceder y mucho menos a aceptar la derrota, morirían luchando si era necesario pero jamás darían su brazo a torcer…

 

 

 

-Bien, esta es la última oportunidad, ¿listo?

 

-…

 

-Entonces: ¡piedra, papel o tijeras!- Ryuichi saco su mano con el puño cerrado ante Noriko que yacía estupefacta y K que, al otro lado de la habitación, se dedicaba a limpiar su magnum -¡no es justo, Kuma-chan tú siempre ganas!

 

-No se que parte es peor, el que comienzo a creer que crees que Kumagoro tiene mente propia o el que en tres horas no has dejado de perder

 

-Noriko- la voz y expresión eran serias en ese momento, Ryuichi dejo aflorar su personalidad seria y seductora al dirigirse a la morena –tú no conoces el secreto de Kumagoro, él… ¡puede leer las mentes!- y así como había llegado, se esfumo -¡vamos por Shuichi na no da!

 

-K…- el americano respondió con un ruido ausente, dándole a entender que le escuchaba -¿tú crees que terminemos internando a Ryu en el psiquiátrico?

 

-Lo dudo mucho, suficiente dinero para comprar el manicomio en que termine

 

-Ah si… lo olvidaba… “El dinero lo puede todo”

 

 

 

 

 

 

 

-No, Hiro, por favor, no aquí…- la voz del pelirrosa parecía quebrarse en un gemido acompañado de su miraba turbia

 

-No puedo esperar Shu, sabes que lo necesito- Hiroshi no se quedaba atrás haciendo alarde de un porte seductor, su mano se poso sobre la cintura del más pequeño y la otra acariciaba suavemente la mejilla del pelirrosa

 

-Por favor… Hiro… espera…

 

-¿Qué es lo que hacen Shu-chan y Nakano-kun?- un Ryuichi en modo infantil los miraba con ingenuidad -¡Ryu-chan quiere jugar también!

 

-No es nada Sakuma-san, jeje, solo recordábamos viejos tiempos

 

-Sí, tengo que aprovechar mientras eres libre, algún día nuestro dulce rosa volara del nido y ya no podremos jugar como ahora

 

-¿Shu-chan se va a ir?

 

-No, claro que no, voy a quedarme con ustedes mucho tiempo más

 

 

 

 

 

 

 

-Bueno, ya ha sido mucho tiempo para descansar, hora de trabajar- entró Suguru, shockeado pero sin poder sacarse la imagen del pelinegro de la cabeza, por lo que prefería ponerse a hacer algo útil en vez de seguir atormentándose solo con cosas que sabía, no iban a ninguna parte.

 

 

 

Shuichi y Hiroshi se acomodaron y, por primera vez, el que se equivoco fue el joven tecladista que aunque luchaba por mostrarse tranquilo estaba hecho nervios, aquel rostro tan seductor difuminado en la oscuridad del salón y después el ver al otro… ¡era demasiado para su joven e inocente mente!, aunque ya dudaba de la veracidad de dicha “inocencia”…

 

 

 

-Suguru, si no te sientes bien, lo mejor es que lo pospongamos por hoy- dijo el pelirrojo en tono conciliador pero el menor lo miró con una mezcla de tristeza y culpabilidad

 

-Sí Fujisaki- interrumpió el rosa –te ves un poco decaído, Hiro puede llevarte a casa

 

-¿No… están molestos?

 

-Para nada, has trabajado más duro que nosotros dos juntos- le animó Hiroshi –vamos, te llevo

 

 

 

Tomaron sus cosas y ambos salieron de NG Records en la motocicleta del pelirrojo mientras Shuichi se quedaba con Ryuichi conversando, tarareando y dibujando, todo a la vez en una de las salas comunes de la empresa.

 

 

 

-Shu-chan- alzo su mirada violeta y frente a él un felpo rosa claro parecía hablar

 

-Dime Kumagoro- rió, en el tiempo que llevaba conociendo a su “Dios” este no dejaba de sorprenderlo con su faceta tan dulce, tierna y aniñada que fácilmente se transformaba en una fuerte y seductora cuando estaba en el escenario y que inicialmente había atraído su atención.

 

-Tú… ¿te irás?

 

-¿Eh?, no, claro que no

 

-¿Honto?

 

-Hai, no tengo por que irme, estoy muy feliz aquí con todos ustedes

 

-¿Quieres estar  con Kumagoro y Ryu-chan… por siempre?

 

-Kumagoro, ven, voy a contarte un secreto- se acerco a una de las largas orejas afelpadas y susurro –me gusta mucho estar contigo y con Sakuma-san, pero a veces lo veo un poco triste y desearía que encontrará a alguien para ser feliz- aquello fue peor que un balde de agua helada para el peliverde, ¿acaso Shuichi se había percatado de ese dolor que guardaba en lo más profundo de su alma?; no quería creerlo porque, si supiera cual era la verdadera causa de su pena seguramente se alejaría para siempre y eso sería devastador, no podía permitir que fuera consciente de la verdadera magnitud de aquello y lo peor era que los segundos transcurrían sin piedad, ¡cómo diablos iba a responderle!

 

-Etto… es que tú no sabes lo difícil que es para Ryu-chan no saber en que terminara su serie favorita- respondió Kumagoro

 

-¿Ah si?, ¿y de que trata?- preguntó muy interesado

 

-El protagonista es un sujeto cualquiera que vive en América y no tiene nada en la vida excepto pudín

 

-¿Pudín?

 

-Hai

 

-Aja…- eso a Shuichi le pareció muy raro, pero igual nunca había entendido las series americanas

 

-Es su única razón para vivir y entonces aparece un hombre que quiere venganza porque es alérgico al pudín

 

-Aja…- comenzaba a tener dudas sobre la salud mental de Kumagoro, lo cual resultaba bastante preocupante porque, a menos de que el felpo estuviese poseído (teoría que rondaba por los pasillos de la empresa donde juraban haberlo visto caminar solo mientras cantaba), ¿quien en su sano juicio duda de la salud mental de un muñeco?. Entonces aceptó para si mismo que si “Kumagoro” estaba loco, él debía estarlo mucho más.

 

-Entonces, en medio de un arranque de ira decide destruir todo el pudín del mundo

 

-Eh…

 

-Y Super E junto con su compañero, Jr. Rgg han jurado salvar al pudín de todo mal

 

-¿Eh?

 

-¡Y al descubrir el protagonista las intenciones de Sr. Evil decide que solo él puede defender al pudín del villano y los superhéroes convirtiéndose en Pudín Man na noda!

 

-Jajajajajajajajajajaja muy bueno Kumagoro, de verdad, tengo que irme pero espero verte pronto para que me digas como termina todo

 

-Hai, bye bye Shu-chan- se despidió el muñeco alzando su felpudo y rosa brazo que se balanceaba de un lado a otro

 

 

 

     Ryuichi se quedo con cara de tonto todavía un rato hasta que, siendo más consciente de sus actos, o más bien los de Kumagoro, de dejo caer sobre la mesa sin ánimo.

 

 

 

-Vaya, esa es la historia más estúpida que he escuchado en mi vida, que buena suerte la tuya el que Shindou sea tan simple

 

-¡No hables mal de Shuichi, Noriko mala!

 

-Esta bien, entonces que suerte para ti que sea tan lindo, tierno, inocente, talentoso, dulce, agradable, sincero…

 

-¡Ya entendí!

 

-De verdad que no hay manera de tenerte contento y luego dicen que es culpa de las mujeres- sonrió burlona la tecladista

 

-Noriko, por favor, no seas cruel conmigo

 

-En verdad que eres idiota- lo miro con ese aire maternal que afloraba con el cantante y se sentó a su lado para poner sus manos en sus hombros en una expresión de apoyo y afecto –deberías decirle lo que sientes

 

-Yo… solo quiero… un poco de tiempo

 

-¿Y eso para que?, solo estas sufriendo

 

-Yo se que él solo me ve como un amigo, si acaso como un ídolo pero no es lo que yo quiero, quizá si espero un poco él…

 

-¿Se enamore de ti?- Sakuma no respondió pero era obvio lo que pasaba por su mente –también podrían pasar muchas otras cosas, ¿sabes?, las cosas pasan de la forma y en el momento preciso pero aún así el destino siempre nos da oportunidad de elegir

 

-¿De donde sacaste eso?

 

-Cheza

 

-Oh, es verdad, Cheza, ella siempre dice ese tipo de cosas pero hace mucho no se que fue de su vida

 

-Pues yo recibí una llamada suya la otra noche

 

-¿En verdad?

 

-Sí, intentaré convencerla de que venga a Japón o iré a España si hace falta

 

-¡Kumagoro y yo vamos contigo!

 

-Claro, déjalo todo en mis manos

 

 


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