Me encontraba con mis amigos Yao e Iván en la cafetería, estábamos planeando una fiesta para celebrar el inicio de clases, la verdad es que las fiestas que organizo son las mejores, no por algo soy el héroe.
- ¿Y dónde la haremos?-. Pregunto Yao.
- En mi casa no se puede, recuerda que están mis hermanas y mis primos, no estaríamos a gusto-. Respondió Iván.
- En la mía tampoco, no olviden que casi me destruyen la casa en la fiesta anterior y mis padres me castigaron como dos meses-. Dijo mi amigo chino.
- Pero algo bueno salió de eso, ¿no?-. Le dijo Iván a Yao, lo cual hizo que se sonrojara.
Me alegra saber que son muy felices, ya llevan casi un año.
- Pues en mi casa, es bastante grande, además que sea este sábado-. Propuse.
- Es buena idea, ¿Y a quien le decimos?-. Pregunto Yao.
- Pues a toda la escuela-. Dije.
- Estás loco, Alfred. Sería demasiado-. Comento el ruso, algo alarmado.
- No, entre más gente vaya mejor, además será muy divertido-. Comente.
- Como tú digas, pero sigo pensando que lo hagamos solo con los del salón, como va vez pasada, aunque ahora que recuerdo Iván, tú fuiste a esa fiesta sin ser invitado-. Dijo Yao muy tranquilamente.
- Sí, pero te convino-. Comento seductoramente Iván a Yao, quien se volvió a sonrojar.
- No, seriamos muy pocos-. Los interrumpí en su jueguito-. Esta será la fiesta del año, todos deben hablar de ella, recuerden que me gusta hacer todo en grande-. Finalice.
- Ni que lo digas, lo sé muy bien-. Dijo el oji violeta.
- Muy bien y ya sé por donde comenzar-. Dije, en eso me puse de pie y me dirigí hacia la mesa en donde se encontraba mi amigo Kiku, lo iba a invitar.
Fui caminando muy tranquilamente hacia allá, veo que Kiku está acompañado, pero no me importa.
- Hola Kiku, ¿Cómo estás?-. Pregunte a mi nuevo amigo japonés, mientras tomaba asiento en su mesa y agarraba algo de su comida, que para mi gusto sabría mejor con cátsup, ese arroz blanco esta algo simple.
- Buenos días Alfred-. Me saludo muy cortésmente.
- Alfred, ¿Qué se te ofrece?-. Me pregunto Roderich, uno de sus acompañantes, quien además es uno de mis compañeros de salón.
- Claro, claro, pues vine a invitarlos a mi fiesta-. Dije muy seguro.
- ¿Es tu cumpleaños?-. Me pregunto Kiku, con su bella sonrisa.
- No, solo quiero celebrar el inicio de clases, va ser la fiesta del año, será este sábado-. Respondí, mientras seguía picando la comida de Kiku-. Deberías ponerle cátsup-. Le dije al lindo japonés.
- ¿Cómo le va a poner cátsup al arroz blanco?-. Dijo otro amigo de Kiku, un rubio, creo que se llama: Ludwig.
- Si, no es mala idea-. Dije.- Por cierto, la fiesta es en mi casa, le daré al rato la dirección a Roderich, no vayan a faltar, va ir toda la escuela-. Le dije antes de despedirme, no pude evitar sobarle la cabeza a Kiku, tiene un hermoso cabello.
- Nos vemos Kiku, no vayas a faltar-. Dije al momento de irme.
- No, ahí estaremos Alfred-. Dijo el japonés.
Al momento de dejar esa mesa, pude notar la mirada de Arthur, así que decidí ir a informar a su mesa de mi heroica y gloriosa fiesta.
- Hola, ¿Cómo están?-. Dije muy feliz.
- ¿Qué onda, Alfred?-. Pregunto Antonio, amigo de Francis y compañero de salón.
- Pues solo quería decirles, que este sábado hay fiesta en mi casa y quería invitarlos-. Dije muy tranquilo.
- ¿Estás seguro?-. Pregunto mi ex, Arthur, algo nervioso.
- Si, va ir toda la escuela, será la fiesta del año-. Comente todo alegre y feliz.
- Si, recuerdo que todo lo haces a lo grande-. Me dijo Francis, mientras abrazaba por los hombros a Arthur.
- Sí, bueno pues los dejo, así que no olviden ir a la fiesta, bye.- Dije mientras me retiraba a mi mesa.
Al llegar a esta, vi como Yao e Iván se sorprendieron por mi actitud con Arthur y Francis, al fin ellos saben la historia, pero les pedí que no tomaran partido y siguen siendo amigos de ellos, aunque me dan la razón a mí, el héroe.
- Pensé que no ibas a invitar a Francis ni a Arthur-. Dijo mi ruso amigo algo sorprendido.
- ¿Y por qué no?, ya supere eso-. Dije muy seguro de mí.
- Es más, ya sé que hacer para anunciar la fiesta, ahorita vengo-. Les dije mientras salía corriendo, si eso me ahorraría trabajo.
- No hagas locuras, Alfred-. Oí como Yao me gritaba, pero ya ni le respondí.