Me dirigí junto a Feliciano a nuestro salón de clases, una parte de mi se encontraba triste y decepcionada pero a la vez sentía alegría por ver a mi Ludwig feliz.
- ¿Qué te ocurre Kiku?-. Me pregunto mi amigo italiano.
- Nada-. Y lo recordé.
- Por cierto, ¿Dónde está tu hermano, no se supone que hoy empezaba clases junto a nosotros?-. Volví a cuestionarlo.
- Es que se sintió mal, le cayó algo pesada la pasta, según él le faltaba tomates-. Comento un poco triste mi amigo.
Después de hablar, más bien Feliciano hablaba de su cena de nueva cuenta. Llegamos a nuestra aula, nos sentamos a tomar clases, la primera fue de matemáticas, es una de mis asignaturas favoritas.
Yo solo veía la cara de Feliciano, que no entendía poco o nada de la clase, así pasaron las dos horas de la asignatura.
Al finalizar la clase, nos dirigimos a la clase de Educación Física, en donde nos pusieron a dar vueltas corriendo o trotando alrededor del gimnasio, según el maestro era para ver nuestra fortaleza y rendimiento.
Digamos que no nos fue muy bien a mí y a Feliciano, pero el maestro dijo; “Que si entrenamos duro, mejoraremos”, si supiera que no es la primera vez que me lo dicen.
Después de esta clase, nos dirigimos a nuestro receso para encontrarnos con Ludwig y Roderich, quienes ya nos estaban esperando.
- Vengan aquí estamos-. Nos decía Ludwig.
- Ahí vamos-. Respondía Feliciano, mientras me jalaba hacia la mesa de Ludwig.
- ¿Cómo les ha ido en su primer día?-. Nos pregunto Roderich.
- Pues muy mal-. Contesto mi italiano amigo, mientras se ponía a llorar.
- No llores Feliciano, no pudo ser tan malo-. Intento consolarlo Ludwig.
Y así fue como iba trascurriendo la hora del descanso, entre quejas de Feliciano, un Ludwig intentando calmarlo y un Roderich algo celoso de cómo trataba Ludwig a mi amigo.
Después de terminar mi almuerzo, me levante de la mesa con la excusa de ir al baño.
Me dirigí hacia allá, pero en el camino me encontré con una pareja de estudiantes, según yo eran de segundo, uno era de cabello algo largo y rubio con una barba un poco mal afeitada, vestido con el uniforme un poco extravagante, tiene ojos azules y según mi oído un acento francés y se encontraba acompañado de otro joven rubio pero este parecía molesto por algo, su cara tenía unas enormes cejas, además de ser rubio, oji verde y algo menudo.
Pase por ellos, no alcance a escuchar sobre lo que discutían, según yo era por que el chico menudo había terminado con su novio, pero decidí seguir mi camino.
Debido a mí distracción me tropecé accidentalmente, pero algo o alguien hizo que evitara que me estrellara contra el piso.
Para mi sorpresa fue otro estudiante con una bella y amplia sonrisa, tenía los ojos azules más hermosos que había visto en mi vida, estos se ocultaban detrás de unos lentes, contaba con un precioso cabello rubio.
- ¿Te encuentras bien?-. Me pregunto.
- Este yo…- Me quede sin palabras.
- Qué suerte que te encontraste con el héroe-. Me dijo.
- ¿El héroe?-. Conteste con duda.
- Si, conmigo el gran Alfred F. Jones-. Me siguió diciendo.
Yo seguía en mi inconsciencia me deje llevar por su gloriosa forma de ser y su lindo rostro. Hasta que su voz, que por cierto es muy melodiosa me saco de mis pensamientos.
- ¿Cómo te llamas?-. Me pregunto.
- Kiku Honda-. Respondí un poco tímido.
- Qué lindo nombre al igual que tu-. Comento.
Me había sonrojado por sus palabras.
- Gragracias-. Respondí.
- De nada, solo señalo lo que es obvio-. Me dijo.-. ¿Hacia dónde te dirigías?-. Me volvió a cuestionar.
- Al baño-. Conteste.
- Pues bien, no te distraigo, ojala nos veamos después. Bye.- Se despidió mientras retomaba su camino.
Yo me había quedado a la mitad del camino pensando en lo que me había acabado de ocurrir.