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Acompañante de placer: Oiran por RiSaNa_Ho

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Capítulo XIII

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By Risana Ho

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…oooO*Oooo…

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El bosque se hundió en un sepulcral silencio, un inquietante escenario donde la noche anticipaba la calma antes de la tragedia. Cada segundo complacía a Orochimaru, deseaba grabarse detalle a detalle la imagen doblegada de Sasuke Uchiha, no todos los días tenía el placer de humillar a un hombre orgulloso. Pero sabía, aún con la cabeza gacha y los ojos ocultos, que Sasuke mantenía una mueca de ira y agotamiento. Por primera vez en muchos años, desde su nombramiento como Capitán de las Fuerzas en Edo por Ieyasu, se sintió poderoso e inalcanzable. Olvidó completamente el fracaso de su plan y sustituyó su decepción con una sonrisa satisfecha. La tenue luz del claro mostraba un perfecto ejemplo de su superioridad sobre el actual líder militar de Kioto. Cobraría los antiguos desprecios vividos a manos de esa miserable familia; odió a Fugaku por ganarle el primer puesto al mando del régimen en Kioto. Mikoto Uchiha hubiese sido su esposa, la mujer nada le interesaba, pero gracias a su matrimonio él formaría parte de la prestigiosa familia Uchiha, un sueño frustrado cuando Fugaku apareció y sus logros convencieron al patriarca Uchiha concediéndole la mano de su única hija. Si no fuera suficiente, Itachi y Sasuke, genios prometedores, continuaron degradándolo en el ámbito táctico. La muerte se había llevado pronto a Fugaku y Mikoto, sin embargo su venganza caería contra sus bastardos… empezando por Sasuke. Pobre muchacho, perdía el buen juicio tratándose de Naruto. Ciertamente jamás pensó que su idea funcionaría, pero ver la reacción de Sasuke al revelarle su emblema fue suficiente para continuar con su careta de absoluta confianza. Porque, en realidad, Orochimaru desconocía el paradero del joven Oiran. Sus hombres habían fallado en la misión de atraparlo. Fue Tayuya, después de una bofetada que la tiró al suelo como castigo, quien sacó temerosa el dije, entregándoselo de último recurso para apaciguar su furia. Era obvio que dicha pieza pertenecía a Sasuke y, dada su estrecha relación con "Tayu", la posibilidad de habérsela obsequiado parecía muy factible. Maravilloso. Naruto había desaparecido, brindándole una ventaja que supo manipular.

Y ahí estaba el resultado; mataría a Sasuke Uchiha y luego buscaría a Naruto para tenerlo en su dominio. Poco importaba perder su rango si la muerte de un Uchiha endulzaba su paladar.

—Despídete de tu asquerosa vida, Sasuke.

La hoja de su katana brilló firme en el aire. Sus manos apretaron el mango justo en la posición correcta para dejarla caer y cortarle la cabeza de un tajo preciso. Se concentró en su próxima sentencia degustando el segundo exacto, bajar sus brazos y…

Entonces ocurrió en un parpadeo.

Orochimaru ignoró el ligero silbido del aire cortándose hasta que el impacto llegó a él. Sufrió un dolor punzante en su brazo derecho y soltó la espada al instante, gimiendo miraba el arma incrustada en su carne. ¿Una flecha? Retiró la saeta de un fuerte tirón y la sangre empezó a escurrir de la herida, cayó al suelo de rodillas preguntándose qué demonios tenía la punta para torturarlo de tal manera.

Los alaridos alertaron a Sasuke, alzando la cabeza descubrió al Capitán retorciéndose de dolor, tratando inútilmente de contener la hemorragia. Ni siquiera pensó demasiado antes de levantarse y sostener a Kusanagi, la katana vibró en sus dedos. Inspeccionó su entorno en busca del arquero, debía estar cerca y no podía confiarse. ¿Con quién trataba? ¿Amigo o enemigo? Una batalla exhibía la peor parte de las personas, y las opciones variaban; podría ser un aliado, o, en caso irónico, un hombre desesperado que había fallado e iba por él.

Sin embargo cuando por fin halló al culpable, a una distancia poco considerable, sintió un enorme peso inexistente caer de sus hombros. El alivió le hizo sonreír de medio lado.

Porque justo a unos metros de él, sentado en una rama baja, se encontraba Naruto. No solo él, lo acompañaba su hermano Itachi. Fue reconfortante saber que su carta había sido entregada exitosamente a su destino. Unas semanas atrás consideró la petición de refuerzos a su hermano, Itachi asumía un puesto relevante en Edo, y al mismo tiempo formaba parte de Akatsuki, un grupo de líderes que resguardaban la seguridad de Ieyasu y el país. Como había predicho Suigetsu, Orochimaru interceptó varias comunicaciones y mensajeros, pero Sasuke anticipó el riesgo y envió una persona diestra, astuta; Karin Uzumaki. ¿Quién sospecharía de la irritante cocinera? Ella era más que una sencilla sirvienta, Karin pertenecía al equipo especializado del Cuartel, a simple vista pasaba por una chica engreída que discutía con Suigetsu y, aunque los coqueteos a Sasuke eran reales, el resto servía de cubierta. La mujer guardaba varios métodos eficaces. Y su misión de informar a Itachi resultó acertada. El por qué Naruto estaba con él, eso pronto lo descubriría.

 —Excelente puntería, Naruto. —A pesar de la situación Itachi sonrió, felicitándolo de forma sincera. Saltó hábilmente del árbol, bajando en un excelente movimiento.

Asintiendo, Naruto guardó el arco en su espalda junto a las flechas. Se sostuvo de los brazos de Itachi para apoyarse y descender. En un tiempo diferente él hubiese realizado el mismo truco que Uchiha, pero en su actual condición quedaba fuera de sus manos.

—Gracias, Itachi —estaba orgulloso de sus habilidades, manejaba más que una espada, precisa y certera—. Aunque no querías creerme, el arco es otro de mis puntos fuertes.

Naruto sonrió satisfecho consigo, sintiéndose nuevamente útil. La mejor muestra de su talento estaba arrodillada en el suelo luchando por contener la sangre. No obstante, su mayor logró no fue herir a Orochimaru, sino haber salvado a Sasuke. Sus ojos azules brillaban aliviados, verlo vivo le había regresado el alma al cuerpo. Aún hormigueaban sus manos y la adrenalina corría por sus venas… estuvo a punto de perderlo. ¿Cómo hubiese seguido su vida sin él? El simple pensamiento lastimaba su corazón, dejándolo deshecho y roto. Quería correr hasta él, abrazarlo y sentirlo, cerciorarse que no fuese la ilusión de un sueño por la desesperación. ¿Y si hubieran demorado cinco minutos más? No. Construir escenarios funestos sería desconcertante. Solo importaba el ahora, su presente. Esos fuertes sentimientos escocían la punta de sus dedos y el límite de sus labios en una sonrisa. «Sasuke está vivo.» En ocasiones la suerte también los acompañaba.

Recordó su desesperación en el bosque.

Después de perderse en la inconsciencia despertó en un lugar diferente. Una marea de confusión lo azotó cuando abrió los ojos y percibió una cálida sensación, pues imaginó una celda húmeda, sucia y oscura. Nada de ello había ahí. Por el contrario, la habitación era amplia y confortable, del estilo de una mansión noble, olía a flores frescas, y él descansaba envuelto en un cómodo futón. Parecía un sueño y no una pesadilla. Estuvo tentado a dormir nuevamente pero los alarmantes recuerdos del secuestro golpearon su cabeza como un puntapié. ¿En dónde estaba? ¿Qué harían con él? ¡Su hijo corría peligro! Buscó rápidamente alguna arma para defenderse, aunque el único adorno en las paredes de madera eran las bonitas y pequeñas lámparas de aceite. La sensación de vértigo al sentarse lo detuvo de huir por la primera puerta, respiró profundo, necesitaba calmarse y pensar con claridad.

Mas su futuro intento de fuga quedó descartado, la puerta corrediza se abrió revelando al mismo sujeto del ataque en el bosque.

—Me alegra que hayas despertado.

Su voz poseía un timbre grave, sereno. El hombre entró a la habitación y Naruto advirtió la bandeja con comida que traía en las manos.

—¡¿Quién eres tú?! ¿Por qué me trajiste aquí? —Exigió saber, aunque no parecía inteligente enfrentar a su enemigo, menos desarmado. Además, con más luz notaba a la perfección su uniforme militar—. ¡Por Dios! Seguro eres cómplice de Orochimaru.

—No me rebajes al nivel de esa escoria. —Por el ceño fruncido supo que la afirmación molestó a su captor—. Confía en mí, soy un aliado.

—¿Por qué te creería?

—Si fuera tu enemigo estarías atado en una celda, ¿verdad?

«Podría ser un truco», pensó. Pero había algo en él que trasmitía familiaridad.

—Tal vez quieras escucharme, estás seguro en esta casa, tú y tu amiga.

—¿Hinata se encuentra bien?

—Fue gracias a ella que pude localizarte. Tu amiga nos pidió ayuda cuando la hallamos deambulando en el bosque. Déjame explicarte, así entenderás muchas cosas.

Su alivio fue evidente, saber de Hinata tranquilizó un poco su instinto. El hombre aprovechó esa calma para aproximarle la bandeja, depositándola muy cerca del futón.

—¿Quieres probar algo? —Naruto examinó los diversos tazones, había mucha comida. Su boca casi babeaba por el rico olor pero no tocó ninguno, aún desconfiado—. Adelante, la comida no está envenenada, y seguro tienes hambre. Sé que sospechas de mí, un desconocido, el tipo extraño del bosque que te dejó inconsciente… sin embargo estamos en el mismo bando. Permíteme presentarme; soy Itachi, Itachi Uchiha, Capitán en Edo bajo las órdenes de Ieyasu.

Los ojos azules mostraron evidente sorpresa. Itachi se sentó junto a él en el tatami y sacó del bolsillo de su uniforme un emblema familiar colocándolo en las manos de Naruto, éste distinguió la similitud con el dije de Sasuke, tallado con las iniciales I.U en lugar de S.U. El apellido Uchiha resonó una y otra vez en su mente. Ahora, descartando la presión de un secuestro, apreciaba el gran parecido con Sasuke. ¿Sería familiares cercanos?

—Sasuke y yo somos hermanos —aclaró su duda silenciosa—, y debes comer. Mi sobrino necesita crecer sano y fuerte —Naruto tardó en reaccionar, preguntándose cómo había averiguado su estado—. Si terminas cada porción prometo contártelo todo.

Él regresó el emblema y aceptó.

Cuando tomó el cuenco de arroz, dando el primer bocado, Itachi aprovechó para narrarle sobre la carta que Sasuke había enviado. Se trataban de circunstancias especiales, Sasuke no le confesaría su vida privada a menos que fuera realmente inevitable, su hermano menor había roto su propia regla por el bien de Naruto. En pocas palabras escritas en un pergamino, había explicado su relación complicada con Naruto, la alianza con la Oposición, las intenciones de Orochimaru y el próximo enfrentamiento, esa misma noche. Razón principal para viajar de Edo a Kioto urgentemente, con otro par de miembros de Akatsuki. El destino debió manejar sus hilos y acabaron tomando un atajo por la arboleda, el mismo camino de Hinata. En un principio, como sería normal, la chica desconfió de ellos, pero lloró aliviada descubriendo la insignia del emperador en sus uniformes. Era inconfundible el emblema de la guardia personal de Ieyasu. Hinata lo sabía con certeza, pues antes de entrar a la casa de Tsunade perteneció a la clase alta. Su padre tuvo relaciones diplomáticas con rangos importantes en la mansión Hyuuga, la insignia estaba grabada en sus memorias. Ignoraba la razón de su estadía en el bosque, aunque inmediatamente rogó por ayuda. Entre balbuceos, lágrimas y ademanes temblorosos explicó su situación de vida o muerte.

—Po-por favor, deben ayudar a mi amigo, se llama Naruto y está perdido en el bosque, nos están persiguiendo para matarnos, se los suplico.

—¿Naruto?

—Él no hizo nada, Sakura abandonó Shimawara y quiso asesinarlo por celos —explicó desesperada, esperando trasmitirles la gravedad—, pe-pero el capitán Uchiha nunca le dio ilusiones a ella.

Entonces las piezas comenzaron a encajar; un nombre poco común relacionado con su hermano y Shimawara. Y las características físicas que recitó la muchacha completaron su teoría. Actuaría de inmediato. Dejó a Hinata bajo el cuidado de sus compañeros, Nagato y Kisame, y él avanzó solo, mejor pasar desapercibido. Lo encontró media hora después siguiendo el camino que ella indicó, amarró su caballo a varios metros, acercándose despacio a pie para no asustarlo, pero consiguió el resultado opuesto. Tuvo que noquearlo, o sus enemigos podrían descubrir la ubicación, no quería un enfrentamiento innecesario consciente del embarazo de Naruto. Así terminó escoltándolo a la mansión de Nagato.

r13;Discúlpame por dejarte inconsciente, nunca fue mi intención lastimarte. Me golpeaste y era riesgoso si gritabas.

—¡Estaba asustado! r13;confesór13;. ¿Cómo querías que reaccionara? ¡Unos sujetos peligrosos me perseguían para llevarme con Orochimaru!

—Lo siento. —Realmente lo hacía. Era hora de marcharse—. Por cierto, tu amiga descansa en la otra habitación, puedes ir a visitarla. Únicamente tienes prohibido salir de la mansión, esta noche será peligrosa. Debo retirarme.

Itachi estuvo a punto de levantarse pero Naruto sujetó firme su manga del uniforme. Pronto sus amigos enfrentarían un crucial conflicto, un momento decisivo, y él deseaba ayudarlos como fuera.

—Llévame contigo, por favor, no dejaré solos a mis compañeros.

La mirada oscura de Itachi se tornó severa.

—Es peligroso.

—¡No puedes detenerme! —rebatió, repentinamente molesto—. Quiero servir de algo, ellos están haciendo su mejor esfuerzo, arriesgarán su vida y yo estaré de brazos cruzados. ¿Parece justo?

—Comprende, Naruto, en tu condición puede ser riesgoso —esperaba entrara en razón.

—¡Es una tontería-ttebayo! Estoy bien, no me falta un brazo o una pierna, ni soy un frágil inútil. Sé pelear a larga distancia —no daría su brazo a torcer con facilidad—. Créeme, Itachi, parezco irresponsable pero no lo soy, sino estuviera confiado de mis habilidades yo mismo daría un paso atrás, puedo conseguirlo. Quedaré al margen, en un espacio prudente, sólo dame un arco y flechas. ¡Te lo demostraré!

La determinación en los irises azules convenció a Itachi. Sasuke le había contado sobre ese carácter impulsivo, y, por su conversación, reconoció que Naruto era una persona decidida, confiada, un tanto imprudente y valiente. Poco a poco comprendió la razón que había atrapado a su hermano; Sasuke cayó ante la parte opuesta que lo complementaba. Como el Sol y la Luna. Ying y Yang. Además, manteniéndolo encerrado cabía la probabilidad de un escape, sería precavido cuidarlo de cerca, o Sasuke le arrancaría la cabeza si algo malo les pasaba. Resignado, asintió ligeramente.

—¡Gracias, Itachi! —sonrió victorioso, dándole un fugaz abrazo.

—Con una condición, si es demasiado peligroso volverás aquí, sin excusas.

—De acuerdo.

—Sasuke querrá matarme cuando se entere de esto —dijo más para sí mismo, pero Naruto bajó la vista, sonriendo ahora de manera forzada. ¿Había dicho algo malo?

—No te preocupes, Itachi, no tiene por qué molestarse, Sasuke y yo decidimos seguir caminos separados. Mis decisiones no le importarían a él.

Las heridas aún no cerraban, la expresión decepcionada en su rostro confirmaba sus palabras. Itachi quiso abogar por su hermano, aunque el tiempo jugaba en contra y precisaban salir lo antes posible. La batalla iniciaría en cualquier instante. Al final apretó el hombro de Naruto en señal de apoyo. Ambos abandonaron la habitación.

Cabalgaron juntos en el caballo de Itachi, despacio y con un ritmo prudencial para Naruto, guiándose por la torre de fuego y humo alzándose en el centro del bosque, justo en el campamento Konoha. Los pocos subordinados de Itachi –que habían arribado desde Edo– ya estaban ahí, asistiendo al ejército de Sasuke y la Oposición. Naruto ahogó una maldición por haber llegado tarde. En un segundo fueron interceptados por Suigetsu. Hozuki reconoció a Itachi y explicó la situación del paradero de Sasuke, pues había ido tras Orochimaru. Reanudaron su camino por la dirección indicada, en un tramo abierto abandonaron el caballo y avanzaron a pie, cautelosos para darle una ventaja a Sasuke. Los encontraron guiándose por el sonido de sus voces. Itachi eligió un árbol bajo y cercano para tener una mejor panorámica, y así subieron aguardando el minuto de intervenir. Fue inevitable escuchar la conversación de los Capitanes. Naruto estuvo tentado a salir del escondite, gritarle a Sasuke que Orochimaru mentía, que él estaba a salvo. Itachi lo impidió porque sería una distracción. «Confía en mí, sólo prepara tu arco», susurró Uchiha. Y accedió, Itachi no permitiría que dañaran a su hermano. Cuando Orochimaru bajara la guardia, confinándose de su victoria, ellos actuarían rápido. Naruto preparó su arco, soportando un palpitar desenfrenado casi taladrándole los oídos. Observaba perplejo a Sasuke, éste había tirado la katana y se había arrodillado frente a Orochimaru. ¡Y todo por salvarlo! El orgulloso Sasuke Uchiha estaba sacrificándose, daría su vida por él, por su hijo.

A Itachi le pareció advertir, por un segundo, un tono rojo fuego en los ojos de Naruto mientras se concentraba en su objetivo y soltaba la flecha, dando en el blanco: el tendón del brazo derecho de Orochimaru. Descartando la gravedad de la escena, y los gritos de Sannin, Itachi pudo haberles recalcado la verdad de sus sentimientos ahí mismo. Sonrió sutilmente. Ese par de tontos era tal para cual, ambos obstinados, orgullosos, pero compartían un amor tan grande que ellos desestimaban. Y la prueba más noble estaba ahí; Sasuke habría ofrecido su vida, prefiriendo morir a cambio de la seguridad de sus personas amadas.

r13;Naruto, ¿aún piensas que mi hermano no te ama? ¿Que no le importas? habló en tono suave, sin recriminaciones. Mejor prueba no existía—. A veces Sasuke comete errores, todos lo hacemos en nuestra vida, ¿cierto? Él es una persona más, una persona decidida a punto de morir por ustedes. Mi hermano te ama y, por tu reacción, tú a él.

Cuánta verdad había en Itachi. Tenía razón, su corazón también lo sabía. Jamás dejaría de amar a ese bastardo.

Es cierto.

¿Y merece otra oportunidad?

Posiblem-

—¡ESTO NO SE QUEDARÁ ASÍ!

La inesperada exclamación colérica dejó su respuesta incompleta. Todo fue rápido, imprevisible. Orochimaru se había valido del descuido recuperando el arma con la mano sana, la adrenalina y la furia movieron su cuerpo, ofreciéndole la velocidad necesaria para lanzarse a la espalda baja de Sasuke en una embestida letal. Los reflejos de Uchiha quedaron imposibilitados, el potente dolor le hizo bajar la mirada y descubrir la hoja ensangrentada traspasando su estómago. Orochimaru sonrió triunfante, el filo de su katana atravesándolo fue una estampa perfecta.

Naruto contuvo una maldición, sintiendo su mundo temblar y derrumbándose en pedazos.

Sangre. Había mucha sangre.

El miedo lo paralizó. Itachi reaccionó primero, desenvainó a Susano y corrió hasta él, cortándole el brazo que sostenía la espada encajada en su hermano, la extremidad mutilada cayó al suelo llevándose el arma consigo. Orochimaru aulló agónico, revolcándose en la tierra manchándola de rojo, Itachi sostuvo a tiempo el cuerpo débil de Sasuke, recostándolo celosamente en el suelo lejos del hombre sin brazo. Los gritos de Sannin regresaron a Naruto del trance y casi voló a arrodillarse junto a Itachi, con mucho cuidado depositó la cabeza de Sasuke en su regazo.

—Sasuke, Sasuke, Sasuke. —Inevitablemente sus ojos comenzaron a humedecerse, intentaba con fuerza retener las lágrimas. Pero al final, descubriendo la cantidad de sangre alrededor, y siendo testigo de su mortecina palidez, fue imposible reprimirlas completamente. Un par de ellas rodaron por sus mejillas y mojaron el rostro del Capitán—. Ba-bastardo, no te atrevas a dejarnos solos, no te-te…

El nudo en su garganta le impidió continuar, sólo acarició el cabello negro de su compañero.

¿Cuántos órganos había dañado la katana? Sasuke ignoraba el número, el dolor era insoportable, penetrante. Le costaba respirar y su esfuerzo provocaba que tosiera sangre. ¿Así acabaría? Jamás conocería la cara de su hijo, no lo vería crecer ni convertirse en un hombre honesto. Sin embargo era confortante saber que Naruto estaría ahí para él, enseñándole valores, mostrándole a seguir su propio camino. Porque Orochimaru había mentido y Naruto sería libre, estaba a salvo. Unos minutos atrás, a punto de perder la cabeza, había solicitado como último deseo contemplar nuevamente esos bonitos ojos azules, y, cruelmente, se había concedido. Lástima que estuvieran velados en lágrimas. ¿Por qué lloraba? Naruto era una persona fuerte, de espíritu inquebrantable. No quería verlo así. En un esfuerzo doloroso quiso levantar el brazo y llegar a sus ojos, necesitaba limpiarlos, borrar cualquier rastro de sufrimiento. «No llores, Naruto, estarás bien, tonto». Fue su voluntad reconfortarlo, un capricho que terminó perdido en la punta de sus dedos fríos. Su mano perdió la batalla a medio camino, desplomándose en un golpe seco. Tenía frío y estaba cansado, muy muy cansado. Quería descansar. Y por fin cerró los ojos.

—¿Sasuke? —Contuvo la respiración, movió el cuerpo del Capitán y no obtuvo respuesta. No, no, no, eso no estaba pasando. Unas gruesas lágrimas le traicionaron otra vez, su garganta escoció de forma dolorosa—. ¡Despierta, Sasuke! ¡¡¡SASUKEEEE!!!

Su grito desgarrador rompió el sepulcral silencio del bosque… pero los ojos de Sasuke Uchiha permanecieron cerrados.

Del otro lado, en el centro de las cenizas del antiguo campamento Konoha, el enfrentamiento se reducía. La Alianza ganaba terreno a cada paso, los hombres de Orochimaru caían por la organización de ambos bandos, muchos pusieron resistencia y la vida de otros se perdió. Sólo los más fuertes resistieron a la espada de los Tenientes, entre ellos los Cuatro del Sonido. Los mercenarios arribaron como refuerzos, pero la balanza de victoria aún estuvo a su favor. Ellos asesinaron varios miembros de Konoha hasta que Kiba, Kakashi y Gaara los desafiaron. Cada uno tomó un camino diferente.

Kiba enfrentó al par de gemelos; Sakon y Ukon, los hermanos aguantaban un ritmo coordinado, parecía estar enfrentando a un rival de cuatro manos, una ventaja clara sobre él. No obstante el refuerzo acudió de la mano de Shino Aburame, un hombre serio que había llegado de Edo en el grupo de Itachi Uchiha. Kankuro Sabaku también los ayudó, reduciendo a los hermanos en poco tiempo. Los demás corrieron con la misma suerte. A excepción de Gaara, después de someter al líder Kidomaru apareció un nuevo contrincante, un sujeto de largo cabello blanco, piel pálida y mirada dura. Kimimarou, como respondió al llamado de su compañero, arremetió contra Gaara. Inflexible, Kimimarou había demostrado una extraña sed de sangre, pero Shukaku contrarrestó la embestida, e iniciaron un fiero choque de katanas, Kimimarou tenía dificultades en seguir todos los movimientos de Gaara, aunque aprovechó el descuido en su defensa cuando escucharon un grito del otro lado de los árboles. El error estuvo a punto de costarle la vida a Gaara, pero logró salir vivo gracias a una nueva katana interponiéndose en el ataque. Era la primera vez que sentía tanto alivio viendo a Sai Shimura de su lado.

—No tenemos tiempo, Gaara —dijo Sai, concentrado en su enemigo—. Con los dos será más rápido.

Gaara salió de su asombro y asintió, dispuesto a reforzarlo. Aquella voz que lo distrajo era la de Naruto, estaba seguro, y posiblemente necesitaba ayuda. Sai empujó la espada de Kimimarou, dándole espacio a Gaara para continuar, él comprendió el mensaje silencioso y así lo hizo. Shukaku atravesó el pecho del hombre y éste se derrumbó en la tierra, muerto.

—Gracias.

Shimura negó, limpiándose el sudor de la frente antes de envainar su katana.

—Ya me agradecerás luego, tenemos que ir con Naruto-kun. ¿Escuchaste? Sasuke debe estar con él, tengo un mal presentimiento.

Los ojos verdes de Gaara descubrieron los negros de Sai; en ellos había miedo. E inconscientemente deseó desaparecerlo con un toque. ¿Por qué? Se contuvo y apartó la mirada.

—Vamos, démonos prisa.

Sai lo siguió en silencio.

El dolor de cabeza era realmente insoportable, se sentía desubicada y mareada. Quedó arrodillada esperando poner las cosas en orden. Miró la oscuridad alrededor y apretó los nudillos en la tierra, sin importarle el daño. ¿Qué había pasado con ella? El último recuerdo que su mente guardaba estaba difuso, apenas unos fragmentos de la discusión con Naruto. Estuvo a nada de matarlo, la ira había nublado su cordura, pero la inconciencia la hizo presa y una punzada insoportable atravesó su cerebro. Asustada, tocó la parte lacerada y sus dedos se mancharon de sangre pegajosa. ¿Por qué nadie la había ayudado? Sollozó al escuchar los aullidos de los animales, la oscuridad impedía distinguir las cosas y el susurro de los árboles le causaba escalofríos. Debía salir de allí. ¿A dónde? Si Naruto había huido con Tsunade tendría a todos en su contra, mas sería su palabra contra él, y no importaba quien había llegado en su rescate, ella negaría todo y juraría que Orochimaru la tuvo bajo amenaza. Buen plan.

—Soy fuerte —murmuró infundiéndose valor.

El mareo le impidió avanzar mucho, cada paso era un tormento. Un camino difícil esperaba. Procuró ir en línea recta para no perderse, los árboles sirvieron de apoyo aunque por poco tiempo, se detuvo a descansar y escuchó el sonido de voces. El alivio iluminó su rostro y deseó gritar por auxilio antes de razonar la situación. ¿Quién andaba por los bosques a más de medianoche? Alguien peligroso. No, mejor correría, se alejaría en silencio del claro. Recogió una parte de su kimono sucio y dio media vuelta con una meta firme, pero su plan fracasó al tropezar en la raíz de un árbol. Gritó horrorizada viéndose rodeada, inmediatamente, por un par de hombres. Uno de ellos la levantó de un tirón en el cabello, y cubriéndole la boca con su gran mano. Sakura lloró desesperada y pataleó frenética.

—Si continúas así te romperé el cuello, mujer estúpida.

El otro sujeto rió a carcajadas mirando el terror en su cara. Ella quedó inmóvil como una muñeca de trapo, valoraba su vida y ellos eran capaces de cumplir la amenaza. El desagradable olor a sake advertía que iban ebrios. El hombre más bajo rompió una manga de su kimono rosa y la utilizó para amordazarla, después sacó una cuerda de su cintura y amarró sus brazos y piernas.

—Tenemos suerte, hermano —dijo, terminando el trabajo—. Nos encontramos una hashi que nadie quiere.

¿Hashi? La habían rebajado a una simple prostituta vulgar. Una Oiran de belleza deteriorada y desechada a la basura. Sakura gimió frustrada.

—Para algo ha de servir.

—¿La llevamos con nosotros?

—Por supuesto, ganaremos dinero si la vendemos, y el dinero siempre es bueno. —Sin dificultad la echó en su hombro izquierdo como costal de patatas, palmeándole el trasero un par de veces—. Conseguiremos algo con esta pequeña tonta que se perdió en el bosque, supongo nadie la extrañará.

Las nuevas carcajadas de los bandidos tronaron en sus oídos. Sakura tembló sabiendo que su grito, perdido entre la tela de su boca, nadie lo escucharía.

Estaba sola. Y así continuaría.

El amanecer se convirtió en el fiel testigo de los crueles resultados del enfrentamiento. Las mujeres andaban presurosas de un lado a otro, los pasillos de la base militar abarrotados para socorrer a los heridos. La Alianza de Konoha y el Cuartel había ganado, pero como toda lucha, a un elevado precio que recaía en las memorias de los sobrevivientes. Las heridas fueron tratadas a tiempo con vendajes y ungüentos, otros requirieron amputaciones, algunos más se debatían entre la vida y la muerte. En el aire se respiraba una mezcla de angustia, felicidad y melancolía. Por fin la calma después de la tormenta.

La mitad del gran comedor se convirtió en una enfermería improvisada evitando así más bajas, la otra fracción y el patio funcionaban como cocina abasteciendo el hambre de los supervivientes. Chiyo y la joven Amaru –curandera de Konoha–, habían organizado pequeños grupos para atender a todos. Amaru quedó encargada, capaz de manejar el equipo y curar heridas graves, mientras la vieja Chiyo ponía su completa atención en un solo herido. Desde muy temprano no había pegado ojo, atenta a los cambios en su paciente. La habitación del Capitán Sasuke Uchiha olía a muerte. Recordaba la conmoción que causó el arribo del Capitán Uchiha malherido, ella había corrido a su encuentro, Itachi y Gaara iban cargándolo con una camilla improvisada de palos y chaquetas de uniformes. Su pulso era débil, la respiración apenas audible y había perdido mucha sangre. Tras ellos venía Naruto acompañado de Kiba y Sai, el semblante ausente del muchacho precedía una terrible preocupación.

Pero Sasuke la tenía sorprendida, aún se preguntaba cómo consiguió resistir a la gravedad de su herida, por un momento pensaron que había muerto. La herida fue mortal y el veneno del arma empeoró las cosas. Ella hizo lo posible limpiándolo, sustrayendo el veneno y suturándolo, aunque la pérdida de sangre agravaba el resultado. Cuando salió al pasillo la recibieron varias miradas ansiosas e impacientes. Naruto casi saltó presuroso frente a ella.

—¡¿Cómo está?! —La angustia en su voz parecía palpable. Su corazón latía desesperado, inquieto a la espera del diagnóstico—. Se pondrá bien, ¿verdad? —sería optimista, debía ser optimista.

Chiyo respiró hondo. ¿Cómo responder y evitándole el dolor? Deseaba aferrarse a una esperanza, mas sus años de experiencia le aconsejaban no darles falsas ilusiones para un cruel final.

—Lo siento mucho, Naruto. El veneno avanzó en el corte profundo y sus órganos fueron afectados, si llega hasta la noche sería un milagro.

La respuesta lo dejó mareado, retrocedió un paso como si le hubiesen dado una patada en el estómago. Sus ojos ardieron y el pasillo comenzó a darle vueltas. Itachi lo sujetó pegándolo a su pecho, e impidiéndole acabar de arrodillas en el suelo. El abrazo trasmitió un poquito de confort.

—¿Podemos trasladarlo a la Capital?

En una situación diferente Chiyo se habría sentido ofendida por la poca fe en su capacidad, sin embargo sabía que Itachi sólo deseaba salvar a su hermano.

—Un viaje sería inconveniente, el movimiento y la distancia empeorarían su estado, y posiblemente moriría a mitad del camino —suspiró—. Hice bastante, los daños del corte pude suturarlos, aunque el filo del arma tenía un fuerte veneno. Traté de eliminar cualquier rastro, pero como dije antes, la profundidad de la herida complicó el proceso. Mi trabajo está hecho, el resto depende de él… esperen lo peor.

Aún en los brazos de Itachi, Naruto se mordió el labio inferior para no gritar de impotencia y pena. Posiblemente su petición de mantenerse separados sí se haría realidad. Vaya destino.

El cielo estaba despejado, sería un día agradable. En las calles concurridas de Kioto se escuchaba el clamor de las personas; desde los comerciantes ofreciendo sus mercancías, las mujeres repartiendo chismes y los niños jugando a la pelota. Lejos de Shimawara. A su espalda quedó el barrio rojo y, cubriéndose con un lienzo atado en su cabeza, caminaba tranquilo pasando inadvertido. Se detuvo en pequeño puesto de flores y la dueña sonrió a su cliente habitual. Preparó un ramo de camelias rojas y otro de crisantemos blancos, ella se sonrojó cuando él ofreció un par de monedas extras como pago. Una ligera reverencia fue suficiente despedida, con la promesa silenciosa de volver al día siguiente. Listo, reanudó su camino en dirección a las afueras de la ciudad.

Una rutina agradable.

Alrededor la vida continuaba y él también lo haría.

Había pasado dos semanas de la lucha entre la Alianza y Orochimaru. La noticia se extendió como pólvora a la mañana siguiente, los rumores iban de boca en boca; de las mujeres del mercado, a Shimawara y los altos mandos. Las ciudades colindantes y los líderes del propio Edo no fueron la excepción. La batalla había hecho ruido. Itachi, Nagato, Jiraiya y Gaara viajaron a la capital para explicar la situación a Ieyasu, éste escuchó atento y reconsideró las consecuencias. Cierto que Orochimaru fungía como principal culpable, pero el conflicto se había derivado de la riña que venía de tiempo atrás con los integrantes de la Oposición. La gente pedía paz y sustentabilidad económica, y él como líder haría lo posible por su pueblo. Las reuniones con los consejeros duró varios días hasta tener un acuerdo. Se disminuyó el efecto del cambio económico en la vida rural; rebajó intereses de los préstamos a campesinos, evitaría la división de las fincas familiares e incluso instaló un buzón de sugerencias en las puertas del castillo de Edo para recibir las quejas y propuestas. A mucha gente agradó y benefició los cambios, todavía faltaba bastante camino por recorrer, pero establecerían un buen inicio. Irónico resultado, pues Orochimaru había ideado la visión de empezar una guerra y el conflicto acabó abriendo una oportunidad para enmendar la brecha entre la Oposición y el Gobierno.

Por otra parte, se confirmó la culpabilidad de Orochimaru Sannin. Desde la masacre de la familia Temura, el complot contra Ieyasu, el desfalco monetario, la recolección de armamento y la traición de sus subordinados. Orochimaru había sobrevivido y residía en una celda de Edo. No habría ejecución, la muerte sería bastante satisfactoria para un hombre cobarde como él. Pasaría el resto de sus días manco, deshonrado y pudriéndose lentamente del otro brazo. El resto de los soldados sí recibirían la pena de muerte, su reputación estaba manchada, ellos valían menos que un grano de arena.

Costó vidas, sudor, sangre y lágrimas. Hoy en día podía respirarse un aire de paz y tranquilidad.

¿Valió la pena?

Naruto estrujó los ramos de flores en su pecho y paró a mitad de la calle, sus ojos ardieron un poco. ¿Realmente lo valió? Tuvo la enorme necesidad de regresar a casa y dormir el día completo, resguardado de sus propios juicios.

—Estás muy distraído, no es común en ti.

Un ligero apretón en el hombro le hizo saltar. ¿Cuándo se había parado a su espalda? Realmente estaba en las nubes. Guardó cualquier pensamiento triste e intentó sonreír con ánimo.

—Tal vez yo esté distraído, pero tú escapas de los deberes y no digo nada. ¿Quieres que Jiraiya se entere de tus salidas para evitar el trabajo?

Kiba movió la cabeza de forma negativa y pasó un brazo por los hombros de Naruto, incitándolo a caminar nuevamente.

—Eres un mal amigo, te acompaño y escucho tus tonterías, ¿y así me pagas? —Se rió, la falta de efusividad de su compañero lo desalentó—. En serio, Naruto, no puedes seguir con esto, pensé que hoy no vendrías.

—Tengo mucho tiempo libre y no puedo faltar.

—Llevas flores todos los días, deberías descansar un poco.

—Estoy bien r13;mintiór13;. Y no me cuesta nada llevar flores frescas y alegrar esa tumba fría.

Kiba observó los ramos de flores y sonrió con nostalgia.

r13;Ojalá pudiera creerte.

Ninguno dijo más. Avanzaron en silencio hasta abandonar el pueblo y entrar a un recinto especial; el cementerio. Las pilas de concreto y piedra los recibieron como viejos amigos, con los nombres familiares adornando cada una. Un fuerte olor a incienso llenó sus pulmones y deseó otra vez regresar a casa.

La noche caería pronto.

Abrió las puertas corredizas y dejó pasar los últimos rayos rojizos del sol de la tarde. El aire fresco entró acompañado de un dulce aroma a flores mezclado con la hierba, se acercó al futón dispuesto en el centro de la gran habitación. Había un hombre recostado ahí, un hombre persistente luchando por su vida. Por primera vez en el día respiró a gusto junto a él. Procuró continuar su labor arrodillándose cuidadosamente a un lado, tomó un trapo húmedo del cuenco que había dejado antes y exprimió fuerte. Acomodó la tela fresca en la frente caliente de su compañero y observó atento el pálido rostro, sus dedos repasaron el contorno de los labios delgados y secos. Un nudo doloroso oprimió su garganta, los ojos le escocieron pero respiró hondo, olvidándose de funestos escenarios. Su mano picó con una sensación agradable cuando apretó el emblema familiar que colgaba de su cuello. Sería optimista

 —Cumple tu promesa —susurró despacio—. Querías una oportunidad, ¿verdad? ¿Entonces qué esperas? Abre los ojos y consideraré la opción… quiero confiar de nuevo en ti.

Pero Sasuke Uchiha no reaccionó. Era una sensación frustrante y, de igual manera, esperanzadora. Un milagro aferrándose a no ceder, a la vida.

Desde el anuncio de Chiyo, sobreviviendo a la noche crucial y hasta la fecha, Naruto había permanecido cuidándolo. Muchos asumían –personas menos optimistas y ajenas– era una pérdida inútil, un esfuerzo inservible. Sasuke nunca despertaría, sería una muerte ineludible. En cambio, contaba con el aliento de sus amigos, apoyándolo día y noche, aun sabiendo el doloroso y delicado estado. Pero Naruto Namikaze jamás se rendía. ¡No comenzaría con Sasuke! «Despertará».

Agradecía los esporádicos momentos lucidos entre la neblina de inconsciencia, porque ello favorecía a mantenerlo hidratado con agua dulce. La peor parte venía con las constantes fiebres, desvaríos y escalofríos; Uchiha terminaba empapado de la cabeza a los pies, temblando como un niño indefenso y retorciéndose de dolor. Temieron por un órgano pudriéndose como consecuencia, en ese punto Itachi mandó un mensaje urgente a Edo solicitando su mejor médico, él en colaboración con Chiyo evitaron la tragedia. La gran herida parecía no querer cerrar, pero con el paso de los días iba sanando, tomaría tiempo a su organismo deshacer el veneno.

A veces los días pasaban a una lentitud mortal.

Jiraiya insistió en sacarlo del cuarto de Sasuke, no quería cargar con dos personas enfermas. Para sentirse productivo aprovechaba las mañanas, pasaba al nuevo cuartel de Konoha, ahora funcionando como sede de las nuevas propuestas de Ieyasu y auxiliaba a sus compañeros para distraerse. Después de acomodar el papeleo llevaba flores al cementerio, acompañado por Kiba. Crisantemos blancos a la familia Temura, asesinados a sangre fría por las ambiciones de Orochimaru, sentía un grado de culpa como miembro de Konoha, pues esas personas habían muerto únicamente para inculparlos a ellos. Incluso crecía una presión en su pecho cada vez que visitaba la tumba y emergía una idea del nombre de Sasuke descansando entre ellas. Prácticamente corría a casa para cerciorarse que él continuara respirando en su futón. Entonces, tranquilo, buscaba un jarrón limpio y ponía el ramo de camelias rojas. Significaba un agradable recordatorio de la primera vez que Sasuke se disculpó regalándole esa flor.

Libre de sus tareas dedicaba las tardes completamente a él.

—¿Sabes? Itachi tuvo que irse a Edo, debe arreglar el problema de la destitución de Orochimaru, prometió regresar para estar pendiente de ti, y nos invitó a visitarlo cuando despiertes —rió decaído, parecía loco hablando solo. Quería pensar que Sasuke sí escuchaba—. Me gustaría conocer a Deidara, Yukio y Kanae, me contó de ellos, tus sobrinos son unos niños increíbles. También espero presentarte a mis padres, posiblemente intenten ahorcarte porque serán abuelos y no estamos casados. Sobre todo mamá, ella tiene un carácter fuerte, es maravillosa, pero da miedo enojada. Papá es un hombre bastante tranquilo, consentirá mucho a su nieto —sujetó firme la mano pálida de Sasuke colocándola en su vientre de cinco meses—. ¿Sientes? Suzaku espera que despiertes pronto. ¿Te gusta? A mí me encantó, Sai sugirió ese nombre, dice que una vez le contaste una historia (bueno, realmente él te hostigó hasta contarla) sobre las cuatro Bestias Sagradas, tu favorita era Suzaku, el Ave Fénix que simboliza el fuego como la representación de tu familia. ¡Suena genial! ¿La relatarás para mí algún día? —A estas alturas de su "conversación", la conmoción fue inevitable y sus ojos se humedecieron—. Recupérate pronto, Sasuke.

Soltó la mano depositándola en su lugar, luego limpió sus ojos con la manga de su yukata y se apresuró a retirar el pañuelo tibio, cambiaría el agua por más fresca. Salió de la habitación ignorando, al cruzar la puerta, el movimiento en los parpados del hombre en el futón.

—Su-Suzaku e-es un buen no-nombre —susurró despacio y difícil, las palabras raspándole la garganta y quedando flotando en sus labios resecos.

Increíble como la voz de Naruto hacía ése efecto en él.

Cuando Naruto volvió con un nuevo recipiente de agua limpia, éste cayó en el tatami mojándole los pies. Estuvo a punto de gritar pero prefirió cubrirse la boca con ambas manos, temblando de emoción. ¿Se había quedado dormido y estaba soñando? Porque no encontraba otra explicación para esa imagen. ¡Sasuke había despertado! ¡Despertado! Yacía sentado en el futón mirándolo a los ojos, viéndose cansado, delgado y pálido. El Capitán dibujó una tenue sonrisa y, aunada a sus lúcidos ojos hundidos, Naruto no soportó más. Corrió hasta el futón arrojándose al cuerpo de Uchiha, procurando no usar demasiada fuerza en el abrazo y ser cuidadoso con su hijo. Su emoción superó la realidad y rodeó el cuello de Sasuke con ambos brazos, él regresó el afecto despacio, sus brazos punzaron agotados debido a la falta de estabilidad pero tuvo la enorme ansiedad de sentir más cerca el calor de Naruto.

—Bienvenido, Sasuke.

Sasuke levantó una mano y acarició los cabellos rubios que tenía a su alcance.

—Gracias a ti, Naruto. Sólo por ti.

El viento soplaba fuerte y movía las pocas hojas que aún quedaban en los árboles. Era una sensación agradable y fresca, un alivio que hace mucho no se permitía. La tranquilidad del lago lo confortaba. ¿Cuántos recuerdos guardaba ese lugar? Había sido fiel testigo de sus encuentros con Naruto, de sus pláticas banales y besos concedidos. Sintió que habían pasado años, y no unos cuantos meses. Le gustaba sentarse en la hierba, lanzar piedras al agua y observar las ondas romper la armonía. Sasuke continuaba débil, y después de una larga semana de reposo la cama había resultado incómoda. Al principio fue fácil estar inmóvil e inactivo; con su cuerpo cansado, la herida sanando lentamente y las fuerzas reducidas. Sin embargo con el paso de los días fue molesto, pretendía empezar con tareas pequeñas. Aunque sus compañeros, sobre todo Sai, ignoraban sus peticiones tratándolo como un inválido. Comprendía esa preocupación –estuvo a punto de morir–, pero llegaría a su límite de tolerancia. Odiaba ser tratado como un frágil enfermo. Tanta insistencia logró que Chiyo autorizara sus salidas al patio, y aprovechaba para dar algunos recorridos en el área de entrenamientos. Ver a sus subordinados entrenar por las mañanas le llenaba de ansiedad, le comían las manos por sujetar una espada y practicar hasta el cansancio, su cuerpo pedía a gritos volver a la acción. Como el entrenamiento sería imposible había optado por abandonar el Cuartel y adentrarse a la calma del lago.

Y había acabado ahí. Pasaba horas en paz y silencio.

Sai lo acompañaba alguna veces, Naruto en otras.

Considerando los últimos días, Naruto estaba bastante ocupado con los asuntos de las nuevas disposiciones de Ieyasu con Konoha. Jiraiya insistía en ello, era un puesto sencillo que no complicaba su estado de salud. En su tiempo libre, regularmente por las tardes, visitaba su habitación del Cuartel, sonriéndole y abalanzándose a él como un remolino dorado de emociones. Sasuke no diría en voz alta, pero esos instantes juntos mejoraban su día. Sus conversaciones eran insuficientes, las cuestiones triviales ganaban terreno y descartaban temas importantes, como deseando posponer lo inevitable. Sasuke intuía que Naruto los esquivaba a propósito. Todavía había muchas cosas por zanjar entre ellos.

Una ramita seca tronó a su espalda trayéndolo a la realidad, en unos segundos un par de manos cubrieron sus ojos, armonizados por una risa contenida.

—¿Quién soy?

Una pregunta tonta.

—Reconocería tu voz chillona donde fuera, Naruto.

—¡Eres un amargado, Sasuke! Arruinas la emoción del juego-ttebayo.

Soltándolo, Naruto bufó e hizo un gesto raro con la mano. Sólo un minuto duró su malhumor. Miró la posición de Sasuke –las piernas flexionadas y abiertas– y tuvo una idea. Sonrió divertido mientras se sentaba entre ellas con bastante dificultad. A Uchiha le sorprendió.

—¿Qué pretendes?

—Lo mínimo que puedes hacer, como compensación, es servirme de asiento. No digas nada, aquí estoy cómodo.

En ocasiones, Naruto era igual de despistado para admitir que solo necesitaba un abrazo. Sasuke había aprendido a leer sus líneas ocultas, pasó los brazos alrededor de la amplía cintura y colocó su mentón en el hombro de Naruto. Se sintió correcto y real. El olor a madera y cítricos llenó su nariz regalándole una emoción cálida. ¿Cuándo fue la última vez que estuvieron así de cerca? A él le parecieron décadas. Y quería comenzar de cero, dar otro paso, hundir los secretos.

—¿Quién eres realmente, Naruto?

La voz sonó despacio, acariciando el oído de su compañero. Un escalofrío recorrió el cuerpo de Naruto porque sería tiempo de avanzar, darse esa segunda oportunidad que había prometido. Mostrar su verdadero rostro a Sasuke Uchiha. Por fin destruiría los pedazos restantes de la máscara que alguna vez utilizó. Se lo debía.

—Mi verdadero nombre sí es Naruto, Naruto Namikaze.

—¿Namikaze?

—Tal vez hayas escuchado de él, hace años mi padre fue un gran espadachín.

—Recuerdo ese apellido, es famoso en Edo y muy conocido en las prefecturas. Le decían el Rayo amarillo por su velocidad y precisión.

Namikaze asintió.

—Es una persona sorpréndete —habló orgulloso—. Pero un accidente lo obligó a dejar su oficio. Mi madre apoyó mucho su recuperación y él decidió darse un descanso, poner un pequeño negocio junto a ella. Además, un buen espadachín crea muchos enemigos, nada bueno para la crianza de un niño, según las palabras de mamá. Ambos se concentraron en cuidarme y darme lo mejor. Son increíbles.

El gran cariño impregnado en las palabras de Naruto decía la verdad. Sasuke recordaba tal sentimiento de protección y afecto, su madre dedicó tiempo a rodearlo de amor. Y, aunque Fugaku siempre se mostró estricto en su educación, también obtuvo de él reconocimiento y admiración. Extrañaba a sus difuntos padres.

—No entiendo —dijo de repente.

—¿A qué te refieres?

—Si tus padres son tan protectores… ¿por qué dejaron que formaras parte de un grupo rebelde?

Naruto rascó su mejilla riendo nervioso.

—Ellos no estuvieron de acuerdo al principio, ni siquiera quisieron escucharme. Pero había decidido solo, y cuando algo entra en mi cabeza no hay nadie que me haga cambiar de opinión. Tampoco era un grupo desconocido, Jiraiya, el maestro de mi padre, lideraba Konoha.

La información daba vueltas en sus memorias, intentando darle sentido a las piezas del rompecabezas. Aquella historia de una madre muerta y un padre vicioso fue mentira. Jamás hubo una deuda, ni un pago por su cuerpo. En cambio, Naruto tuvo padres amorosos, una infancia feliz corriendo por el bosque como un niño travieso, rodeado de cariño. Costaba creerlo, algo no estaba bien, había un hueco en la versión. ¿Qué pasó? ¿Por qué abandonar un hogar pacífico para unirse a un agrupo rebelde y arriesgar la vida? Más que una fantasía o emoción por una aventura, ocurría algo de mayor peso. Sasuke esperaba ser digno de su confianza.

—¿Me contarás todo? —Naruto echó la cabeza hacia atrás, la duda pintando sus ojos azules. Sasuke comprendió haber sido ambiguo e intentó explicarse—: Pienso que no entraste a Konoha por mero capricho, o por sentirte aburrido en casa. Sé que tú no lo harías sólo porque sí, hubo algo que te motivó. Eso creo.

La afirmación lo tomó por sorpresa. ¿Cuánto conocía Sasuke de él? Gran parte de sus compañeros aseguraba que estaba en Konoha por irresponsable, un juego de su tiempo libre. La realidad difería. Otra vez Sasuke Uchiha veía a través de su historia.

—Tienes razón, Sasuke, no decidí esto de la noche a la mañana, pero tampoco es un drama de novela —hizo una pausa, mirando atento un punto fijo en el agua—. Mi familia vive en Akita cerca de Hakodate… un puerto pequeño dedicado a la pesca. Un día visitamos a la tía de mi madre al otro lado del pueblo. Mis padres estuvieron largo rato platicando con ella y yo preferí dar una vuelta, saludar a Tazuna e Inari, su nieto. Ellos fueron los constructores de nuestra casa, les tenía mucho aprecio, consideraba al pequeño Inari un hermano menor. En fin, terminé yendo solo, la casa estaba más a la orilla cruzando un cerco de árboles en un camino tranquilo. O eso pensé hasta escuchar el sonido de unos sollozos. Procuré no hacer ruido, me acerqué discreto y encontré a Inari y su madre Tsumani. Junto a ellos había cinco soldados del ejército, rodeándolos, vestían el uniforme militar de la ciudad de Mito. Se suponía esos sujetos conservarían el orden, velar el bienestar del pueblo, no intimidar a los aldeanos a su conveniencia. Había escuchado varios rumores; brindaban "protección" de los bandidos a cambio de un pago. Pago que, parecía, la familia de Tazuna no había conseguido.

»Me dio coraje. Empeoró cuando un soldado tiró a Inari al suelo y aplastó su cabeza con el pie, él lloraba y su madre gritaba desesperada. Entonces el tipo dejó a Inari y se fijó en ella, desenfundó su katana y, desvergonzado, rompió la parte superior de su kimono, Tsumani entró en pánico. En ese punto no soporté más, lancé la primera piedra que encontré y mi buena puntería golpeó la cabeza del soldado haciéndolo sangrar, hubiese sido una victoria, pero ellos siguieron la trayectoria y descubrieron mi escondite. No tuve tiempo de nada, me rodearon en un abrir y cerrar de ojos. ¿Tuve miedo? Ni un poco, sabía defenderme gracias a las lecciones de papá, aunque la desventaja en número era considerable. Pretendieron sujetarme de los hombros y solo consiguieron una patada en la entrepierna. Pensé zafarme con una mordida y los hice enojar más, al final me sostuvieron por la espalda.

»¡Váyanse de aquí, yo estaré bien-ttebayo! Les grité, esperando creer mi propia mentira. Mis amigos estaban libres.

»Ambos se negaron a moverse. Desde la distancia vi a Tsumani susurrarle algo a Inari, él negó varias veces rechazando su petición. Ella acarició sus cabellos, sonrió y volvió a susurrar, convenciéndolo ahora. El pequeño corrió por un sendero estrecho, cortándoles la oportunidad de perseguirlo. Tsumani quedó arrodillada en el suelo, apoyándome con su muda compañía. El soldado me soltó y sacó una soga para atarme, yo escupí en su cara.

»No tientes a tu suerte, jovencito.

»Advirtió con un tono burlón, observando mi cuerpo de arriba abajo. Intuía que tramaba, tenía dieciséis años, no era estúpido. Y comprobé eso cuando empuñó su navaja y comenzó a romper mi yukata. No voy a mentirte, Sasuke, sentí pavor —Uchiha lo apretó más fuerte entre sus brazos—. Sin embargo reuní todo mi coraje, necesitaba defenderme, y patee otra vez. El color rojo de su cara aún lo recuerdo —rió.

»¡Maldito mocoso! Aprenderás a comportarte por las malas.

»Enfurecido alzó el arma ante mis ojos. Instintivamente quise protegerme, levanté una mano para detenerla y evitar que cortara mi rostro, la hoja atravesó mi palma como si fuera mantequilla. Escurrió mucha sangre y el soldado retiró la navaja, tenía la firme intención de un segundo golpe. Pero desde ahí todo ocurrió como una ilusión en cámara lenta; en un segundo alguien había lanzado una flecha atravesando la garganta del tipo, contemplé el cuerpo caer, en shock. Estuvimos rodeados por más personas, un grupo de la Oposición. Inari había ido a buscar ayuda. Kiba fue el arquero, él se convertiría en mi mejor amigo unos años después. Los rebeldes sometieron a los soldados, y otra mujer atendió a Tsunami, yo contemplaba mi herida sangrante. Temblé de ira y frustración. Me sentí pequeño y débil. Cada gota de sangre se transformó en un impulso para superarme. ¿Cómo pretendía defender a mis personas queridas si no podía ni protegerme a mí? Sería más fuerte, tenía que serlo. El cuerpo inerte del soldado gritaba la realidad de nuestra sociedad. ¿Convertirme en un héroe? No, la meta iba alejado de ello; apoyaría a la gente pobre, los soldados abusaban de un poder que no les pertenecía. Ahí elegí. Konoha era el lugar indicado, pedí a Jiraiya cuidarme como su alumno, aprender lo posible de él. Se negó, la relación con mis padres lo detenía, pero demostré que hablaba en serio retándolo a un duelo. Aceptó no muy convencido, aunque quedó como un secreto, igual que la herida de mi mano. Mi determinación ganó. Ante ojos de mis padres, Jiraiya me llevaría en un viaje de "conocimiento" y así permitieron acompañarlo. Konoha funcionaba en secreto, si menos gente supiera de ellos mejor. Soporté un entrenamiento duro y mis habilidades fueron desarrollándose con éxito, hasta el propio Jiraiya se sorprendió del avance. Empezó a darme misiones con el equipo de Kakashi, Iruka y Kiba, ellos me enseñaron a utilizar la espada, el arco y las bombas de humo, bases para convertirme en un buen espía. Las misiones de infiltración lentamente aumentaron, mi técnica se expandía. La situación marchaba bien; obtenía papeles, rollos, archivos de información relevante, seguía a personajes importantes, descubría sus secretos. Amaba mi trabajo. Era perfecto… hasta que una noche, sin pensarlo, robé a un mensajero del Cuartel. Por un descuido salí herido, me persiguieron y logré huir de ellos. Casi cantaba victoria, pero un soldado arrogante truncó mi camino. ¿Recuerdas esa noche? La primera vez que te vi y nos enfrentamos —Sasuke asintió y él continuó—. El resto de la historia la sabes ya, Jiraiya supo del nuevo líder del Cuartel y asignó la misión en mí: recolectar información de nuestro enemigo haciéndome pasar por el nuevo Oiran Tayu en la casa de Tsunade.

—Y así nos conocimos en Shimawara.

—La idea de Jiraiya me puso entre la espada y la pared. Acabé aceptando. Quise creer que sería igual a otras misiones. Había hecho encargos similares; conseguir datos de hombres importantes, altos rangos, conquistarlos. Esas personas solían manejar un patrón similar, abusaban de su posición, manipulaban el poder a su beneficio. Calañas que merecían una lección. ¿Y tú? El Capitán Sasuke Uchiha tuvo que ser diferente.

—¿Diferente?

Naruto eligió responder sincero. Pocas veces se daba el lujo de hablar con el corazón en la mano.

—Cada día a tu lado, conociéndote más, acepté mi error. Eres serio, calculador y reservado, mas no explotas la superioridad de tu mando, no aprovechas las debilidades a tu conveniencia. Las personas te respetan, tus subordinados también, como parte de una familia. ¿Sabes cuántos se han corrompido obteniendo un puesto superior? Muchos hombres se ciegan ante poder, y tú demostraste lo contrario. ¿Cómo no enamorarme de ti? —Su cara ardía, seguro sus mejillas tenían un tono rojo, agradecía estar de espaldas y no mirar a Sasuke a los ojos—. Traté de ignorarte, manejarme como un profesional y conseguir la misión, evitar involucrar sentimientos confusos. El destino fue cruel, actuó contra nosotros. Comprendí la magnitud de mis sentimientos y desee terminar mi tarea, dejar el disfraz atrás, que nunca supieras la verdad.

—Pocas veces las cosas salen como esperamos —Sasuke respondió, en un tono sin reproche. Suficiente tenían con el pasado.

—¡Lo sé! Me alegra no haberte perdido, bastardo.

El insulto no le molestó, la verdadera esencia de Naruto era así de imprevisible y libre. Estuvo aliviado de escuchar su historia.

—Tú me salvaste primero, estamos a manos, tonto.

Sasuke besó los cabellos rubios, sintiéndose nuevamente embriagado por el agradable aroma de éstos. La oportunidad que habían anhelado estaba a su alcance. Una nueva familia les esperaba con los brazos abiertos.

Las condiciones progresaron y los eventos desafortunados quedaron rezagados gracias a la aparición de nuevas noticias y chismes. En ocasiones la gente olvidaba muy rápido. Dentro del Cuartel General los soldados retomaron sus actividades lentamente; reconstruyeron las viviendas afectadas y dieron asistencia a las nuevas leyes. Itachi se marchó una semana después de la recuperación total de Sasuke, prometiendo visitarlos en compañía de su familia. La noticia emocionó a Naruto, escuchar de ellos había despertado su curiosidad. Y hablando de familia… Jiraiya viajó hasta Hakodate para informarles a Minato y Kushina los sucesos en Kioto, la noticia había atravesado las ciudades, y dudaba que ellos desconocieran el problema que enfrentaron. Jiraiya constató sus dudas cuando Kushina lo recibió con el ceño fruncido y una bofetada. La mujer exigió la verdad y él contó casi todo; el conflicto de Konoha, las ambiciones de Orochimaru y su alianza con el Cuartel. Pero omitió los detalles de la misión en Shimawara por petición de Naruto (quien desistió del viaje debido al avance de su estado). Nada del problema con Sasuke, nada del peligro de muerte, nada del bebé, nada le concernía a Jiraiya. Según Naruto, ellos dos darían la sorpresa luego del nacimiento del pequeño.

Hasta considerar el momento adecuado hablarían con sus padres. Ninguna mentira duraba para siempre, ellos sabían a la perfección.

Incluso los demás miembros de la Oposición tomaron un nuevo rumbo, dividiéndose en el proceso. Los actuales acuerdos mejoraron las relaciones, había poco trabajo y el conflicto tranquilizó las aguas. Jiraiya continuaba al mando, pero pensaba disfrutar unas vacaciones en primavera. Kiba permaneció a su lado, Konoha era su único hogar y le gustaba ayudar a organizar los miembros activos. Gaara y Temari, y sus hombres, volvieron a Suna, las consecuencias de Kioto habían avivado la llama en Osaka, requerían estar pendiente de su territorio. Gaara hacía constantes visitas al Cuartel, curiosamente buscando el apoyo de Sai (Sabaku fue perspicaz reconociendo el verdadero género de Sai Shimura desde su estancia en Konoha, sería un idiota –como Sasuke– si ignoraba algo obvio). Naruto no entendió nada hasta que una sonriente Temari y un molesto Sasuke, le explicaron las intenciones del pelirrojo; Gaara gustaba de Sai. ¿Cuándo sucedió? ¿Cómo supieron ellos? Ni idea, posiblemente en el trascurso de los acontecimientos ellos se volvieron cercanos. Aunque, para frustración de Temari, su hermano era más lento que un caracol dando el segundo paso. Naruto solo deseaba lo mejor para sus amigos, ambos merecían eso, con creces.

En la casa de Tsunade, bien o mal, los habitantes también retomaron el ritmo del bullicioso barrio rojo.

De Sakura Haruno, aquella muchacha de bonitos ojos verdes y exótico cabello rosa, solo quedó el recuerdo. La buscaron en el bosque, el pueblo y sus alrededores, nadie supo de ella. Los forasteros rumoreaban haberla visto trabajando en Yoshiwara, cierto o no, de sus antiguos compañeros nadie la extrañó. Ni siquiera Ino, la obsesión de Sakura superó a la muchacha rubia y evitó compartir su locura, con el puesto de Tayu libre tenía cosas más importantes por atender. Ino reconocía la competencia, Tenten sería una rival y en pocos días entraría un par de mujeres nuevas, Anko y Kurenai. Hinata quedaba descartada, Neji había pagado su deuda, regresaría a vivir con él y Hanabi. Asimismo Neji había pedido su mano, estaban comprometidos y celebrarían una pequeña boda. Hinata no cabía de la felicidad.

En una mañana fría Naruto regresó a Shimawara a despedirse formalmente de ellos. Agradeció a Tsunade el apoyo, el cariño y la confianza. Abrazó fuerte a Shizune y prometió cuidarse. Tenten, incrédula de su verdadera identidad, quedó pasmada. La parte más difícil llegó cuando tuvo que despedirse de Haku, el pequeño kamuro había ganado parte de su cariño. De imaginar que perdería su sonrisa inocente dentro del hamirise causaba una sensación de impotencia. Porque ni juntando sus ahorros podría pagar su deuda, pero se convenció de sacarlo pronto.

Sin embargo, al día siguiente, grande fue su sorpresa al ver a Haku en las puertas del Cuartel acompañando al Capitán. Sasuke había liquidado la deuda del niño.

 «Necesitaremos ayuda con el bebé», dijo Sasuke respondiendo la muda pregunta de Naruto. Fue inevitable besarlo y reír agradecido.

¿Y ellos? Ellos estaban listos para organizar una vida, juntos.

Unos meses más tarde del nacimiento de Suzaku decidieron dejar Kioto. Sasuke pidió su traslado al Cuartel de Akita. La situación en Kioto avanzaba continuamente, pero la seguridad de su familia era prioridad. Las personas impertinentes hablaban a sus espaldas sobre su relación con Naruto, el papá de su hijo y futuro esposo. La gente creía firmemente –excluyendo a sus amigos– que Naruto Uzumaki, Tayu de la casa de Tsunade, había hechizado al buen Capitán Uchiha con las artimañas de su cuerpo y sexo. Esas malas lenguas de víbora aseguraban que Naruto atrapó a Sasuke por medio de un hijo bastardo, un hijo que no llevaba sangre Uchiha. Después de todo, ¿cómo un vulgar cortesano de Shimawara consiguió capturar el corazón de Sasuke Uchiha? ¿Por qué Sasuke pagaría su deuda y se casaría con una persona sin apellido digno? A Naruto le causaba gracia los chismes y reía a carcajadas cada vez que Haku contaba alguno al regresar del mercado. Sasuke no tenía tan buen humor como Naruto, y no esperaría consecuencias innecesarias. El puesto de Capitán en Kioto pasó a manos de Sai Shimura. Un honor que correspondió orgulloso. Sai dedicó el logro a su difunto hermano Shin, su principal motivación.

Emprender en nuevo lugar, donde nadie los conocía, fue un soplo de aire fresco.

La Capital quedaba cerca de Hakodate, y acordaron que había llegado el momento inevitable de la visita a Minato y Kushina. Ella casi sufre un colapso nervioso al reconocer a Naruto con un bebé en brazos, Sasuke, a su lado, pasó en segundo término al primer vistazo. Cuando Kushina notó su presencia, sumando dos más dos y atando cabos, Sasuke no se salvó de un puñetazo en la cara. Minato ayudó a levantarlo, entre Naruto y él convencieron a Kushina por la oportunidad de una explicación. La conversación fue larga aunque descartaron ciertos detalles, bastantes en realidad, sobre todo los relacionados con sus peleas a muerte.

Sólo hasta que Kushina cargó a su nieto, cautivada por la pequeña bolita de carne, sonrió y aprobó la propuesta de Sasuke para casarse con Naruto. A él lo tomó por sorpresa, no imaginaba que Sasuke le pediría matrimonio en casa de sus padres. Aceptó gustoso arrojándose a él para abrazarlo.

Los preparativos de la ceremonia corrieron a cargo de Kushina, una reunión pequeña con sus amigos más cercanos. Itachi llegó de Edo con su familia completa, y aunque los padres de Sasuke habían muerto hace años, ambos hermanos sabían que Fugaku y Mikoto habrían recibido a Naruto como otro hijo. Y una tarde de abril, rodeado por adornos de flores, inciensos y lienzos blancos, Naruto Namikaze se convirtió en Naruto Uchiha.

Días, días, días. El tiempo pareció escurrir de sus dedos como agua, dejando solo recuerdos.

Naruto miró su alrededor; desde las paredes de madera, el piso limpio de tatami y las puertas corredizas. Rozó cada detalle a su alcance hasta salir al jardín. La agradable vista de los árboles cubiertos de brotes de cerezo y el sonido del pequeño riachuelo fue como una cálida bienvenida. Adoraba ese jardín, la principal razón de haberse enamorado de la nueva casa. Sus ojos se concentraron en la persona sentada en la banca bajo el árbol más grande, no, sus dos personas importantes estaban ahí; Sasuke cargaba a Suzaku y leía un pergamino de alguna leyenda interesante, el niño balbuceaba contento a cada palabra. Podría mirarlos el día completo sin cansarse.

Sonrió cuando Sasuke alzó la vista y descubrió observándolos.

—¿Sucede algo?

—Nada en especial, por la mañana recibí una carta de Hinata, dice que hará un viaje en barco con Neji, regresará en un mes —dijo, acercándose a sentar con él. Acarició el cabello negro de su hijo y sonrió más—. Kiba también escribió el otro día, me contó que hay un pequeño grupo de bandidos haciendo de las suyas.

—Sai controlará pronto el problema.

—No lo dudo.

El silencio siguiente no fue incómodo. Realmente sentía extraña tanta tranquilidad. Pero no podían culparlo, luego de todos sus problemas y dificultades costaba adaptarse a una rutina serena. Suspiró hondo y palmeó sus propias mejillas para apartar esos pensamientos de lado.

—¿Qué lees?

—La historia de las cuatro Bestias Sagradas —Sasuke rió de lado—, tu favorita.

—Porque tú la cuentas muy bien. ¡Pero yo soy el mejor en hacer voces graciosas-ttebayo!

Sasuke negó, entregándole el rollo.

—¿En serio? Pues tendrás que continuar ahora, Suzaku está de acuerdo conmigo, ¿cierto?

Suzaku lo miraba con sus grandes ojos azules. Irresistible no caer por ellos.

—¡Está bien, está bien! Son dos contra uno. r13;Aceptando su derrota, Naruto sujetó el pergamino y comenzó a leer.

Esos pequeños momentos familiares eran preciados para ellos.

Sasuke contempló atento a Naruto mientras Suzaku juagaba con sus dedos. Habían atravesado muchas cosas, recorrieron un largo y difícil camino, pero ahí yacía su recompensa. Volvería a vivir cada minuto pasado con tal de regresar a ese punto. Naruto era una persona valiosa, él mismo había sido presa de su personalidad, de su opuesto, de su determinación. Se había enamorado de su naturalidad. Prefería mil veces verlo feliz en su yukata sencilla, y no con el rostro cubierto de maquillaje tras un hamirise, como la primera vez. Aquel recuerdo de Tayu vistiendo un fino kimono de girasoles dorados y pétalos amarillos había quedado sepultado en Shimawara, junto a los pedazos de su máscara rota.

Porque después de esa noche en el barrio rojo no había caído por un atractivo Oiran, sino ante la fuerza y voluntad de Naruto Namikaze.

Al final nadie sabe dónde conocerá el amor de su vida. Sin embargo, guardado en el fondo de sus memorias, se consideraba afortunado por haber cumplido su petición escrita en Tanabata:

Quiero ser feliz con esta persona.

Habían cumplido su deseo.

Les tocaba a ellos mantener ese fuego vivo.

.

FIN

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…oooO*Oooo…

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.

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Notas finales:

Muchas gracias por los comentarios, no saben cuánto los he valorado: alicia, YURI-17-08, Cristal, hanakaede85, asochann, miya_uchiha, Emina2040, Enea, ira-chan, RockerKarina1, conan-chan, Tama-chan, nagiss, EveUsagi, Ritsu Uchiha, lili yaoi, sue, tsuki13, kuromokona, moonrose, Ya-chan, ETSUKO04, kariina, LadyRosier, Aiko_Wittakker, kutsuneaya, kenjin y arael28.

Y un enorme abrazo para todas las personas (antiguas y nuevas) que leyeron esta historia hasta el final. Agradezco de corazón la oportunidad que me brindaron <3

Gracias x leer (°~°)/


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