Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Acompañante de placer: Oiran por RiSaNa_Ho

[Reviews - 318]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

http://www.youtube.com/watch?v=_-mYQomV3wA

 

 

 

Capítulo III

.

By Risana Ho

.

…oooO*Oooo…

.

El desayuno se veía delicioso, Naruto no probó ni un bocado. Escuchaba distraído las risas de las personas alrededor, las conversaciones banales y los chismes del día, cada uno enfrascado en su propia burbuja de realidad. Sus ojos azules estaban fijos en la comida, como si ésta estuviera a punto de ofrecerle una respuesta maravillosa, pero sus problemas quedaban lejos de resolverse solos. Decidió empezar a trabajar, abandonó el lugar y salió del salón dispuesto a tener una pequeña charla con Tsunade. Después de leer la carta de Jiraiya estuvo pensando en cómo avanzar, no había marcha atrás y continuaría firme, nada de indecisiones. Seguiría sin importa qué, daría pie a la primera fase de su plan, y la ayuda de Senju era indispensable.

El trayecto hasta la habitación fue largo y solitario. La propietaria desayunaba en su propia estancia, posiblemente habría terminado ya, momento indicado para hablar con ella. Se detuvo en la amplia puerta y pidió permiso para entrar, al escuchar la afirmación del otro lado, abrió las puertas corredizas e ingresó. Una vez dentro Tsunade le señaló el cojín frente a ella.

—¿Y ese milagro que vienes temprano a visitarme?

La mujer sirvió una considerable cantidad de sake en su bonita taza de té. Naruto ignoró el hecho y respiró hondo.

—Es porque necesito pedirte un favor, abuela Tsunade.

A ella le creció una pequeña venita en la frente al escucharlo. No por el favor, sino por la última palabra.

—¡Oye, mocoso irrespetuoso! ¡No me digas abuela, no estoy tan vieja! —reclamó enojada. Pero enseguida recompuso su porte, la cara asustada de Naruto compensaba la situación. Bebió su copa completa—. Ya no importa, dime qué quieres.

Naruto puso cara seria, olvidando el pequeño lapsus de la mujer.

—Quiero un encuentro con Sasuke Uchiha, estoy seguro que pronto vendrá y me solicitará.

Un favor bastante obvio, admitió ella. Según recordó el pedido de Jiraiya, la única persona que Naruto recibiría, sería a su objetivo de la misión. Las cosas se tornarían interesantes.

—¿Es él?

Asintió. Senju observó la determinación en el rostro de Naruto, supo que estaba tomándoselo muy seriamente. Por tantos favores que le debía al viejo-verde de su amigo, ella haría lo que estuviera en sus manos para apoyarlos. Sirvió más sake y lo tomó de un solo trago, degustando lento el último sorbo. Una sonrisa iluminó su bello rostro.

—Está bien. Di mi palabra de cooperar con ustedes y así lo haré.

—¡Gracias! —correspondió, devolviéndole el gesto.

Él se levantó a prisa, listo para marcharse. Debía preparar las cosas en su habitación, aunque la voz de Tsunade lo frenó antes de cruzar la puerta.

—Otra cosa importante; recuerda que actuar como un verdadero Tayu será difícil —advirtió en tono grave—. Concéntrate y mantén tus impulsos al margen, ¿de acuerdo?

—Lo sé, ahora éste es mi trabajo.

El fin de semana pasó como agua entre sus dedos, demasiado rápido y muy atareado. Firmar cartas, revisar reportes, leer documentos de soldados de nuevo ingreso y confirmar el inventario de armas, se convirtieron en prioridad. Las horas pasaban volando encerrado en su oficina. Luego de una pequeña ceremonia en el patio del Cuartel su nuevo cargo como Capitán era oficial. Requería mayor responsabilidad y arduo trabajo. El cansancio pesaba en sus hombros y deseaba dormir, por lo menos, un día entero. Una idea imposible. Varios documentos aguardaban en su escritorio para ser leídos, revisados y respondidos. Sin embargo su propósito de apresurarse no contó con una interrupción, ni siquiera necesitaba despegar la vista del papel para saber quién entraba a su oficina con enorme familiaridad.

—¡Tengo una sorpresa para ti!

Sai irrumpió importándole poco la mala cara de su amigo.

—¿Y ahora qué hiciste, Sai? —Apretó el puente de su nariz, recurriendo a su completa paciencia. Abandonó el pergamino a un lado—. Deja de molestar, estoy ocupado trabajando.

—Sé que no lo dices en serio, jamás te molesto y tú lo sabes, Sasuke —Sonrió, de esa manera tan suya que desesperaba a cualquiera. Sasuke lo ignoró volviendo a los papeles—. Pero está bien, te perderás mi sorpresa. ¿No quieres conocer y conversar con Tayu? Entonces iremos solos. Suigetsu está emocionado y Juugo dijo que también nos acompañaría.

Sai cruzó los brazos tras su espalda, esperando la respuesta de su amigo. Sasuke no podría resistirse a la invitación. Durante la semana había notado su mal humor, más irritante de lo acostumbrado, y el trabajo extra tenía poca relevancia. ¿Qué distraía a Uchiha? Una idea desfiló al instante, y cuando tuvo la oportunidad la aprovechó. Shimawara formaba parte en sus recorridos de vigilancia, esa misma mañana había pasado a la casa de Tsunade con la esperanza de conseguir una cita de Tayu para Sasuke. Grande fue su sorpresa al obtenerla. La selecta lista de clientes tras Naruto Oiran no era un secreto, y lograr un encuentro podía considerarse un premio. Posiblemente el nuevo rango de Sasuke, y el admirado apellido Uchiha, influyó en la nueva decisión de Tsunade. Más dinero para la casa, más prestigio, más influencia. Las prioridades que movían el barrio rojo de Shimawara.

—¿De qué rayos hablas? —cuestionó el capitán, dejando, una vez más, los papeles.

—He tenido suerte, Tsunade respondió a mi pedido y conseguí una cita esta noche. Nos recibirán, es perfecto.

¿Perfecto? El hecho de encontrarse con Naruto sería más que perfecto. A pesar de haber intentado sacárselo de la cabeza fue un completo fracaso. La presencia de Tayu no deseaba abandonar sus pensamientos. Sentía cierta emoción, aunque sus facciones serenas no lo demostraran.

—De acuerdo, iremos en la noche —respondió tranquilo, omitiendo el tinte ansioso.

—¡Así se habla, Sasuke!

Sasuke hizo un movimiento con la cabeza indicando desinterés.

—Sólo así me dejarás en paz. Ahora márchate, tengo mucho trabajo por terminar.

—¡A la orden, Capitán!

Sai pasó por alto la mentira de Sasuke, hizo una reverencia exagera y sonrió al salir. Había hecho su buena acción del día.

La hora por fin había llegado, Naruto arreglaba los últimos toques de su fino kimono rojo y acomodaba los accesorios brillantes en su cabello. Empezaba a tener cierta práctica en los detalles. Haku ayudó con el obi azul, el niño sonrió emocionado presenciando el arreglo completo. A Naruto le disgustaba su reflejo en el espejo, pero una excelente presentación era indiscutible para atraer la atención del cliente, de su objetivo. Manipularía todo su "encanto" y tendría a Sasuke Uchiha comiendo de sus manos. El encuentro se había orquestado más rápido de lo planeado, la participación del amigo de Sasuke –un tal Sai Shimura– pidiendo una cita, fue inesperada. Se beneficiaría de esa ventaja obsequiada en bandeja de plata. La suerte estaba de su lado.

Pasaron unos minutos más antes de escuchar los golpes en la puerta, significaba que su dichoso pretendiente había aparecido.

Suspiró por enésima vez, acomodó el moño del obi saliendo de la habitación. Recorrió el pasillo con un tinte inquieto y encontró cuatro Sanchas vestidas también con kimonos elegantes –menos vistosos que el suyo–, le dieron una reverencia respetuosa. Naruto deseó que la tierra se lo tragara. Ellas lo acompañarían para distraer a los demás clientes mientras él dedicaba su completa atención al Capitán Sasuke Uchiha. La idea de Tsunade parecía perfecta. Con el tiempo encima, y los nervios besándole la espalda, continuó a la estancia reservada para ellos.

Un paso más. La trama comenzaría ahí.

La habitación elegida por Tsunade era, sin duda alguna, la más elegante de su residencia. Iluminada por la tenue luz de lámparas de aceite y faroles, acentuaban el color crema de los tapices y enmarcaban los dibujos plasmados en las puertas corredizas. Un ambiente fragante de flores dulces e inciensos aromáticos. Pero la delicada pieza carecía de interés para Sasuke, guardaba un sentimiento incómodo, irritante y contradictorio. Jamás había pagado por la compañía de otra persona, y allí estaba ahora, quebrantando parte de sus ideales por disfrutar la belleza de Naruto. Un cortesano, un Oiran, un Tayu. Existía algo indescifrable atrayéndolo. ¿Su determinación? ¿Esos bonitos ojos azules? Había en ellos un misterio que deseaba descubrir. Tantas razones lo mantenían sentado a la expectativa de su llegada. Y no tuvo que esperar demasiado; las puertas se deslizaron dejando pasar a unas cuantas Sancha. De pronto su atención fue tras ellas, hacia Naruto, su mirada oscura atenta a él. Portaba un hermoso kimono rojo bordado con hojitas doradas que combinaban a su cabello rubio, y el moño azul del obi resaltaba el tono de los irises añiles.

Naruto tragó con dificultad.

El atento repaso de Uchiha lo hizo sentirse inseguro, e intentó no darle relevancia. Se repetía una y otra vez: «Sasuke no me recuerda, no va a recordarme, no me recordará.» Su encuentro en el callejón quedaría olvidado, aquella noche usaba el traje negro y las posibilidades estaban descartadas, al menos así contendría los nervios. Sasuke Uchiha lo veía fijamente por su extravagante disfraz, no por comparar semejanzas con el ladrón del callejón. Respiró hondo de manera disimulada, pasó a través de las Sancha y quedó al frente de ellas. Usaría los consejos de Tsunade. Arrodillándose sonrió, dándoles una reverencia de bienvenida. Ahí saludan a los clientes importantes como grandes Señores, y sus compañeras lo imitaron.

—Buenas noches, espero que nuestra compañía sea de su agrado, Capitán Uchiha —dijo en tono suave. Costaba demasiado actuar el papel de persona sumisa y complaciente. Dejar a un lado su actitud desafiante y agresiva le crispaba los nervios, mas la misión no permitía margen de error. Una careta perfecta. Darse el lujo de ser él mismo quedaba estrictamente prohibido—. Para sus amigos también.

Suigetsu y Juugo quedaron ensimismados observándolo, sumidos en la presentación. Poco duró el momento porque Tayu se puso de pie yendo directo al Capitán. Ciertamente estaban acostumbrados a eso; Sasuke, en cualquier lugar, captaba la mayor atención. Y esa noche, gracias a Sai, Tayu atendería exclusivamente a su amigo. Ellos aprobaron la decisión de Shimura, el mal humor de Sasuke era insoportable y necesitaba algo de sexo para recuperar una migaja de ánimo, aunque viniendo de él sería un tanto difícil. Ojalá Tayu cumpliera un prodigioso trabajo. Además, tampoco podían quejarse, las mujeres eran hermosas y no desaprovecharían un trago gratis.

Ignorante a los pensamientos de los tenientes, Naruto dio un rápido vistazo a Sasuke, él había dejado su habitual uniforme y vestía un hakama gris y un haori azul que resaltaba el símbolo Uchiha a la altura del corazón, hasta parecía un respetable samurái. Ocupó un lugar a su lado junto a la pequeña mesita que exhibía platillos exquisitos y la más cara botella de sake.

—Es un honor tenerlo aquí de vuelta, que haya elegido nuestra casa nos alaga. Anhelo ofrecerle una noche agradable, Capitán Uchiha.

—Sasuke.

—¿Disculpe?

—Sólo dime, Sasuke.

—Sería descortés de mi parte. —Aún con la negativa a Naruto le agradó el detalle, mostrarse respetuoso le quitaba parte de su esencia.

—Pero es cansado llamarme Capitán sino estamos en el cuartel.

Sasuke tampoco daría el brazo a torcer.

—Está bien, será un detalle entre nosotros —sonrió—. ¿Te gustaría probar un poco de sake, Sasuke?

—No me agrada el sake.

¡¿No bebía?! Naruto lamentó perder la distracción del alcohol. Su plan consistía en embriagarlo lentamente hasta que las palabras fluyeran por sí solas. La lengua de un ebrio tendía a desinhibirse con unos cuantos tragos en su sistema. Jiraiya siempre decía que un hombre poderoso sufría de tres vicios; la bebida, el dinero y la lujuria. ¿Cómo era posible que Sasuke Uchiha no gustara de emborrachase? Lo obligaría a cambiar de estrategia, Uchiha era rico y el dinero no entraba en juego. Oh, solo poseía una carta bajo la manga.

—Un trago no te hará daño —insistió, sirviendo el líquido—. ¿Piensas rechazarme? —preguntó con fingido tono triste.

El capitán miró atento la taza y luego los brillantes ojos azules de Naruto.

—Está bien, un trago.

Siendo sincero, le impresionó su rápida aceptación, aun así tomó la copa. Naruto observó gustoso como ingería la porción de sake, disimuladamente le sirvió un poco más antes de retomar la conversación. Normal ante otros, no para un espía que buscaría un significado oculto bajo las palabras.

—Por cierto, escuché de tu nuevo cargo, ¿qué tan emocionante es? El anterior Capitán manejó unas leyes bastante rígidas —opinó de manera desinteresada—. Alguien como tú debe tener un puesto ajetreado durante los días. Sobre todo por esos individuos que andan por ahí alborotando a la gente. ¿Konoha? ¿Igualdad? ¿Qué significa ese término en estos días?

A Sasuke nunca le gustó hablar de trabajo fuera del cuartel, no lo veía ético ni necesario. Principalmente por las delegaciones secretas que realizaban. Mantenerse precavido respecto a la información era parte de sus obligaciones.

—Mi trabajo es papeleo y contabilidad, nada interesante en cuestión a rebeldes —mintió descaradamente—. No pensé que tuvieras interés por la política.

«¡¿Me llamas ignorante, maldito bastardo?!» Naruto apretó ligeramente los puños y disimuló su enojo. Podría alegarle un motón de cosas sobre política; la actual situación del régimen de Ieyasu Tokugawa, citarle las nuevas normas opresoras contra el pueblo o la situación económica que vivían Tokio, Osaka y Edo… pero tenía una traba en la lengua. Un Tayu sabía manejar una conversación ocurrente aunque a pocos clientes les impresionaba, ellos iban por la maestría de un Oiran en el arte del placer. ¿A quién le motivaría conversar? Muy astuta la respuesta de Sasuke, aceptó. La situación sería más difícil de lo previsto, necesitaba dar un paso más. Pasaría al plan B. 

—Tienes razón, la política no es lo mío, sólo escucho cosas por ahí de nuestros clientes —encogió los hombros—. Pero no hablemos de temas aburridos. La habitación está llena, hay muchas personas aquí, ¿no, Sasuke? —Se acercó más a él, susurrándole al oído y acariciándole discretamente el muslo derecho—. ¿Te gustaría estar más cómodo en privado?

Se estremeció al sentir el aliento de Tayu en su oreja y estuvo cerca de escupir la bebida por el roce en su pierna. Aceptó la propuesta de manera automática. Las piernas de Naruto agradecieron el descanso cuando se puso en pie, sonrió tendiéndole la mano a Sasuke, él también se levantó y ambos caminaron a una puerta alejada, al extremo de los exóticos adornos floreales. Naruto agradeció la distracción de los otros, concentrados en los bailes de las Sancha y el alcohol nadie notaría su ausencia. El discreto confort de la nueva estancia fue acogedor; las luces iluminaban de forma sutil y un dulce olor a jazmín, cereza y canela los abrazó. Un toque íntimo, una pincelada de capricho. La puerta corrediza se cerró y quedaron solos por completo. La jugada era muy peligrosa, pero sería profesional, completaría su tarea. Si evitaba mirarlo directo a los ojos tendría una mayor ventaja, debía esquivarlo como hasta ese momento. ¿Y después? Ni siquiera sabía qué sucedería exactamente. Su experiencia pruebas afectivas estaba un poco oxidada.

Lo condujo al centro del cuarto, a la comodidad de unos mullidos cojines. Naruto ocupó uno y Sasuke lo imitó, quedando frente a frente, muy cerca. El corazón del espía latió fuerte, las manos comenzaron a sudarle y las limpió en la tala del kimono. «Es ahora o nunca.» Confiando en su instinto, sujetó el rostro de Uchiha con ambas manos. Sus ojos azules concentrados en los delgados labios de Sasuke. Lo haría. Jamás daba un paso atrás cuando se proponía algo. Así, evitando pensar demasiado, acercó su rostro para besarlo. Fue débil, simple y frío. Su escasa experiencia en demostraciones amorosas había quedado clara, la escueta unión de sus labios lo demostró. ¿Qué pensaría Sasuke? ¿Cómo justificar la nula pasión en un beso profesional? Sintió las mejillas calientes por la vergüenza y humillación, ansió separarse de él y golpear algo, pero, apenas cedió unos centímetros, la mano de Sasuke lo sostuvo por la nuca para besarlo nuevamente. Un beso diferente. El capitán sujetaba fuerte, saboreando sus labios con la lengua, consumiendo la esencia dulce de su boca. Esa misma mano fue descendiendo, deslizándose lentamente por la espalda y parando en la cintura, ciñéndolo más a su cuerpo.

Sasuke quería más y más.

¿Qué pasaba con él? Su deseo aumentaba. Culpar al alcohol era ilógico, difícilmente lo había probado, dos copas era ridículo. Sin embargo sus sentidos parecían entorpecidos; probar la boca de Naruto, oler el perfume de su piel y tocar el calor de su cuerpo bajo la tela, representaba la combinación perfecta de la locura. Se aferró a la cintura de Tayu, apretándola en un posesivo abrazo, incapaz de soltarlo. Las puntas de sus dedos ardían por recorrer cada parte de él, un beso era insuficiente y descendió poco a poco, desde la barbilla hasta el cuello. ¿Por qué no se detenía? Como si conociera a Naruto de años, tal vez como un amante de una vida pasada. Suspiró en su oído haciéndolo estremecer. «¿Cuántos hombres más han hecho lo mismo que yo?» La repentina cuestión le recordó los clientes de Tayu. Satisfacerlos era la prioridad de un Oiran. E imaginarlos en esa habitación, besándolo y acariciándolo de la misma forma, causaba una repentina rabia burbujeándole en el pecho. «Soy otro cliente, nada más.» Aceptarlo dolía el doble. Besó bruscamente, y la fuerza de sus brazos lastimó a su compañero.

—¡Detente! —Naruto lo empujó, zafándose de él. Había seguido el juego de Sasuke, permitiéndole dar un paso más para sostener su disfraz. Los besos de Uchiha también habían nublado su mente, pero nunca consentiría una agresión—. ¡Me lastimaste, idiota! —Por primera vez en la noche, demasiado molesto, lo miró directo a los ojos.

Ni el insulto o la furia en sus ojos amedrentaron a Sasuke. ¿Por qué reclamaba? ¿Su dinero y posición eran insuficientes? El sentimiento de frustración impidió razonar con claridad. Un cliente más.

—¡Debes respetarme, éste es tu trabajo! —Estaba comportándose como un chiquillo malcriado. Según su hermano, Sasuke solía alejar a las personas con su mala actitud, y cuando alguien lograba atravesar una de sus barreras, intentaba lastimarlo. Así no saldría herido. Y por el gesto dolido de Naruto, supo que lo había logrado.

—¿Mi trabajo? —susurró, apretando los puños, olvidándose de su posición. Sasuke Uchiha era un completo bastardo—. ¿Piensas que voy por ahí abriéndole las piernas a cualquiera?

Uchiha bufó, riendo de lado.

—Esa respuesta ambos la sabemos.

¡Suficiente! Ese idiota cruzó la línea de su paciencia. Tuvo el enorme deseo de golpearlo pero se contuvo. Prefirió levantarse y salir de ahí con la cabeza en alto.

—Tiene razón, aunque yo elijo a quién abrirle las piernas —mintió y sonrió descarado—. Poseo la libertad de elegir a mis clientes, y por hoy he tenido suficiente de usted. Buenas noches, Capitán Uchiha.

No esperó una respuesta, acomodó la tela del kimono y se marchó digno de la habitación.

Sasuke quedó ahí sentado, consciente de su estupidez al verlo partir.

—¡Maldición!

Por primera vez le gustaba alguien y terminaba arruinándolo. Idiota.

Entró a su cuarto y cerró la puerta corrediza de golpe. Le bastó menos de un minuto para arrancarse los accesorios de la cabeza y desatar el obi que le cortaba el aire, siguió el pesado kimono rojo junto a las demás capas de tela, el conjunto completo acabó amontonado en una esquina. Olvidó su desnudez y buscó abrigo en el calor de su futón, cubriéndose entero dispuesto a dormir. El sueño lo ayudaría a menguar el coraje, pero algo le decía que sería difícil cerrar los ojos y desaparecer la realidad. ¿Por qué terminó peleando? Iba controlando la situación hasta que Sasuke lo arruinó de la nada. ¿De dónde había salido aquel enojo? Ojalá tuviera habilidades para leer la mente, lástima que fuera imposible. La noche acabó en fracaso. Cero resultados. ¡Besó a Sasuke Uchiha para nada! De solo recordarlo le ardían las orejas; cada roce, las caricias, la sumisión, fallaron totalmente. Se había dejado atrapar por la pasión de Sasuke y culminó en desastre. Si Jiraiya llegara a enterarse le daría un buen sermón. ¿Tanto costaba contenerse? ¿Cómo lo hacían sus nuevos compañeros? Imaginarse bajar la cabeza, rebajar su dignidad y aguantar las ofensas de un cliente, era imposible. Las personas merecían respeto.

Y las palabras de Sasuke, muy en el fondo, habían dolido. ¿Quién se creía ese idiota, tratándolo como una vil puta? Cierto, actuaba el papel de una ramera cara, pero había sobrepasado la línea del descaro. Aunque pensándolo con calma, tal vez sí había metido la pata. Gritarle a un Capitán y darle la espalda traería consecuencias. ¿Uchiha reclamaría el mal servicio a Tsunade? ¿Ella, siendo la dueña, cargaría con la responsabilidad de su ofensa? ¡Genial! Una preocupación más a su insomnio. La perspectiva de causarles problemas le preocupaba realmente.

En el poco tiempo de haber convivido con ellos descubrió muchas cosas que tenían en común; durante el día eran simples personas con sueños –quizá inalcanzables–, ilusiones, esperanzas y anhelos. Sentimientos que les recordaban a sus propios amigos, y escuchar a Sasuke despreciar su trabajo lo enfureció. Por un momento consideró, cuando le pidió atenderlo sin formalismos, que él sería diferente, se había equivocado. Al final resultó igual a otro cliente exigente, esos que piensan con la cabeza de abajo, sólo en su satisfacción.

Pues nada lograría recriminándose lo pasado. Debía pensar a futuro. ¿Se rendiría tan fácil? En absoluto, jamás abandonaba una misión al primer tropiezo. Encontraría la manera de acercarse nuevamente al bastardo Uchiha, y las fichas jugarían a su favor. O dejaba de llamarse Naruto Namikaze.

Por la mañana le alivió tener mucho trabajo, había pergaminos que revisar y sacar cuentas del próximo abastecimiento de alimentos. Sasuke agradecía el silencio de la oficina mientras los demás soldados disponían su tiempo en desayunar. No tenía interés de encontrarse a sus amigos y recibir una avalancha de preguntas debido a su repentina marcha del burdel. Sin embargo, al escuchar los toques en la puerta y ver a Sai, supo que el tema resaltaría inevitable. Shimura no entendía de razones, su ausencia en el comedor aumentaba la curiosidad.

—Tienes unas ojeras horribles, parece que no dormiste bien, Sasuke —dijo Sai, sentándose en la silla frente al escritorio de Uchiha—. ¿Es por Naruto-kun?

—No contestaré tus preguntas absurdas, Sai.

—A veces no hace falta que me respondas para adivinar lo que sucedió. —En parte era verdad. Sai, siendo el único sobrio de la noche, fue testigo de los gritos y reclamos en la otra habitación, las paredes delgadas contribuyeron mucho. La mueca molesta de Naruto y, minutos después, la apresurada salida de Sasuke, confirmó el fiasco de la cita. Esperó hasta la mañana a confirmarlo, aunque el semblante frustrado del capitán explicaba todo—. Tu cara estreñida habla por ti. ¿Tan mal quedaron?

Sasuke bufó. No supo ni por qué, pero decidió responderle.

—Me comporté como un imbécil.

—Es porque realmente te interesa —dijo sincero—. Te conozco, Sasuke, mostrar tus sentimientos no es tu fuerte. Somos similares, ¿recuerdas? Como dijo una vez Itachi; eliges lastimar a las personas antes de ser lastimando. Esa sería la mejor descripción de tu comportamiento.

Fatigado, Sasuke entrecerró los ojos. Hasta cierto punto Sai tenía razón.

—Soy un idiota.

—Y no lo dudo —sonrió Shimura—. ¿Qué piensas hacer?

—Nada.

—¿Nada? Pensé que te gustaba.

—Ni yo lo sé, no sé qué espera de mí.

Por primera vez en mucho tiempo Sasuke se sentía confundido y frustrado. Una actitud inusual en él. Sai lo miró pensativo, nunca aceptaba sus consejos –la mayoría siempre bromas–, y ahora quería realmente apoyarlo.

—Comienza por disculparte —Sasuke iba a rebatir. Sai alzó una mano y lo detuvo—. Entiendo que no entra en tus "cosas favoritas de Uchiha", pero supongo que él lo aceptará como una oferta de paz. Una disculpa hará la diferencia, y no es tan difícil como imaginas.

—¿Disculparme?

Ciertamente era la mejor opción, aun viniendo de la propuesta de Sai. El problema recaía en encontrar el momento indicado, dudaba que Naruto deseara recibirlo otra vez. Su trabajo lo obligaría si Tsunade intercedía a su favor, pero imponiéndose así, obligándolo a aceptar la disculpa, desencadenaría un efecto contrario. ¿Por dónde abordarlo entonces? Allí sentando no encontraría la respuesta, se levantó de la silla dispuesto a dar un recorrido.

—¿A dónde vas, Sasuke?

—Quiero estar solo, necesito pensar.

Hacía un bonito día, pero él bajó desanimado a desayunar. Esperaba soportar los reclamos debido al problema con Sasuke, correr e insultar a un cliente importante se convertiría en el chisme de ocasión. No obstante, mientras comía despacio su tazón de arroz, las quejas nunca llegaron. Sus compañeros no le dedicaron miradas reprobatorias, ni siquiera Sakura se acercó a molestarlo. ¿Qué estaba mal? ¿Dónde quedó la protesta de Sasuke Uchiha? Pensó que, una vez fuera de la habitación, Sasuke correría a reclamarle a Tsunade su mal comportamiento. ¿Se habría equivocado al juzgarlo tan pronto? Lo desconcertaba y no deseaba pensar en ello. Dejó su porción a la mitad, prefiriendo salir al jardín. En el primer pasillo fue interceptado por Shizune, ella le sonrió amable mirándolo de arriba abajo, curiosa.

—¿Estás bien, Naruto?

—Claro, todo bien, Shizune-neechan.

La respuesta no concordaba con su semblante apático. Shizune tampoco le creyó. Dos semanas conviviendo con el hiperactivo chico le había enseñado a reconocer su ánimo. Naruto era alegre, efusivo, y algo le preocupada. Tuvo una idea para animarlo, aprovechando su visita al mercado del barrio lo llevaría con ella.

—¡Ya sé! Puedes acompañarme al mercado, te distraes un rato y olvidas los problemas —propuso alegre.

—¿En verdad puedo salir? —A Naruto le brillaban los ojos. Estar tanto tiempo encerrado le causaba ansiedad.

—En realidad está prohibido, pero puedo hacer una excepción contigo. Cubriré tu cabello un poco y nadie lo notará. Dentro de los límites de Shimawara estamos seguros.

—¡Genial! Me aburre quedarme todo el día encerrado.

—Buscaré un lienzo y nos iremos.

Naruto asintió contento, siguiendo a Shizune a su habitación. Un poco de aire fresco ayudaría a poner sus ideas en orden.

Las personas del mercado recibían a los clientes de todo tipo. Siendo parte de la multitud, Naruto sintió un respiro, siempre le gustó perderse entre tanta gente distinta. Deseó olvidarse de su deber y dedicó el tiempo a observar los puestos alrededor. Mientras Shizune compraba las verduras le había dado permiso de curiosear por ahí cerca. Sin el llamativo vestuario, los accesorios y el maquillaje, la gente lo ignoraba. Ni una mirada para el simple muchacho que vestía una yukata café y cubría su cabello con un lienzo gris. Eso le agradó. Pasó el resto del recorrido visitando los artesanos, poco tiempo después vio una banca justo bajo un árbol de sakura. Esperaría a Shizune sentado allí, observando a los demás continuar sus compras.

¿Cómo había acabado metido en el mercado ambulante dentro de Shimawara? Dejando su oficina no asumió en un destino específico, su subconsciente parecía tener más sentido común que él, acercándolo al origen de sus problemas. Pudo dar media vuelta y regresar al cuartel, pero sería mostrarse renuente a la solución, la casa de Tsunade quedaba a pocos metros.

Mientras caminaba advirtió las miradas curiosas de los transeúntes, escuchó también un par de risitas provenientes de unas muchachas que cargaban canastas de pescado y arroz. Él las miró por un segundo y ellas se sonrojaron hasta las orejas. Ahora recordaba porque le desagradaba recorrer los lugares concurridos. Pasó de largo los cuchicheos concentrándose únicamente en su objetivo.

Tal vez el destino estaba de su parte, porque a unos cuantos pasos descubrió una silueta familiar. Se acercó despacio a contemplarlo mejor. ¿Realmente era él? ¿Tayu? Usaba una yukata sencilla y mantenía la cabeza gacha, jugaba con sus pies que movían los pétalos rosas del suelo. El cabello rubio lo conservaba cubierto pero algunos mechones salían por los bordes de la tela. Era la primera vez que lo veía así, siendo una persona común, lejos de un fino kimono y valiosas joyas. Preguntarse qué hacía solo fuera de casa de Tsunade debió ser prioridad, sin embargo la simpleza de la imagen ganó a la razón. Su aspecto natural le sorprendió de buena manera. También sonreía, la acción más interesante. Esa sonrisa opacaba las anteriores que parecían falsas y forzadas. ¿Sería el momento adecuado para disculpare, como recomendó Sai? ¿Cómo lo haría? Pocas veces había pedido perdón, su orgullo era demasiado grande. ¿O huiría como cobarde? Ese mismo orgullo tampoco lo permitía.

Observó un puesto de flores y supo la respuesta.

El sol pasaba a través de las ramas, dándole calor en la espalda, agradecía haber acompañado a Shizune. Aunque su paz fue interrumpida por una persona que paró frente a la banca. Desde su posición notó el cuero de unos zapatos militares, frunció las cejas dándose una idea de a quién pertenecían.

 —Vete, no quiero hablar contigo.

—Necesito decirte algo importante.

Tayu se puso de pie, mirándolo a la cara, enfrentándolo.

—¿Qué? ¿Quieres seguir insultándome? —Sabía que desperdiciaba la oportunidad de acercarse nuevamente a él, pero su enojó regresó con creces. Le dio un pequeño empujón en el pecho, importándole poco las consecuencias.

Sasuke no se movió.

—Lo siento, Naruto —dijo serio y firme. Usar su nombre le dio un toque personal—. Disculpa mis palabras de la otra noche, no debí tratarte así, mi comportamiento quedó fuera de lugar. Tampoco quise lastimarte.

—¿Eh?

Naruto quedó desconcertado y sus defensas cayeron. Por supuesto que Sasuke tenía derecho a comportarse como un imbécil si lo deseaba, era un cliente importante, ¿y él?, él la fachada de un cortesano. ¿Por qué aquel hombre, la viva imagen de la arrogancia, pedía una disculpa? Nadie lo preparó para tal suceso.

—Lo que oíste, tonto —no le hacía gracia repetir las cosas—. Sé que te conozco poco y por ello, si me lo permites, me gustaría tratarte más.

El capitán acarició su mejilla con la mano izquierda y no rechazó el contacto, todavía sorprendido por la declaración. Su toque fue cálido y las palabras sonaron sinceras.

—Supongo que ambos tuvimos la culpa, tú por ser un bastardo y yo por exaltarme.

Bastardo. Sasuke alzó una ceja ante el vocabulario desinhibido de Naruto. Le gustó de cierta manera, denotaba su gran confianza para expresarse abiertamente con él.

—¿Significa que aceptas mi disculpa?

Bastó un asentimiento de Naruto. Sasuke respiró satisfecho. Entonces, como si hubiesen cerrado un tratado de paz, él extendió la mano derecha –que mantuvo oculta todo el tiempo– y le mostró una camelia roja. ¿Cursi? Posiblemente, ni él mismo se reconocía. Jamás consideró plasmar un sentimiento por alguien, pero ahí estaba, revelando su lado vulnerable a otra persona. Sus amigos creerían que el inminente fin del mundo comenzaría pronto. Naruto dudó en aceptarla, pero consciente del nerviosismo oculto en los ojos de Sasuke supo la importancia del detalle.

—Gracias.

La sonrisa de Tayu le cautivó. Confiado, Sasuke bajó el rostro a la altura de su compañero, los labios quedaron demasiado cerca, eran una tentación. Naruto sintió un impulso similar, quería sujetar el cuello de Sasuke y desaparecer el espacio entre ellos. Esos profundos ojos negros no le dejaban pensar claramente. Aún no lo sabía, pero Sasuke Uchiha sería su perdición.

—¡Nos vamos, Naruto!

El grito de Shizune fue como una afilada aguja que rompió su pequeña burbuja de complicidad. De un rápido movimiento se apartó de Sasuke, sus mejillas ardían pero le restó importancia. ¿Por qué deseó besar a Sasuke? ¿En qué pensaba? No pensaba, de lo contrario hubiese alejado al capitán en lugar de aferrarse a él.

—Lo siento, debo regresar con Shizune, ella está a cargo de mí.

Shizune le había regalado una excusa perfecta para huir. Hizo una apresurada reverencia, despidiéndose con un gesto de mano.

Sasuke maldijo a la imprudente mujer, al menos habían hecho las paces. Y casi se besan cuando se miraron a los ojos. Otra referencia interesante, pensó que Naruto esquivaría el contacto. ¿Eran exageraciones suyas? Pero esos bonitos ojos azules le parecieron familiares. ¿Dónde los había visto antes? Quizá su imaginación jugaba malas pasadas.

.

Durante el resto del camino Naruto sonrió. La disculpa de Sasuke llegó inesperada, especial. Quién sabe, podría ganarse la confianza del Capitán Uchiha más fácil de lo planeado.

Sólo esperaba no arrepentirse después por destruirla.

.

Continuara…

.

…oooO*Oooo…

.

.

.

Notas finales:

Muchas gracias a: liesel, mitsuki-chii, Aru-chan, jocelyn sakura, iranduka, yelina uchiha, KiRiZari_Hotachi=^^=, ANGELUZ, kawaiipuppy, Zaphyrla, yoko13, koguitsune, Natura Karma, Cara Amaterasu, Ryoko Sakura, Nidga y tenten.


Gracias x leer  (°~°)/


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).