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Acompañante de placer: Oiran por RiSaNa_Ho

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Notas del capitulo:

http://www.youtube.com/watch?v=_-mYQomV3wA

 

Capítulo IV

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By Risana Ho

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…oooO*Oooo…

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Cada vez que recorría la casa muchos de sus nuevos compañeros lo saludaban cordialmente, recibía los buenos días y miradas amables, pero… siempre había un pero. Otros más, casi contados con los dedos de una sola mano, lo veían con odio y envidia. Sabía perfectamente que su alto rango despertaba mucha codicia; servir como Oiran Tayu significaba atender a personajes distinguidos, ostentar los kimonos más finos, los accesorios más llamativos y degustar el sake más dulce. Y la razón principal; siendo Tayu poseía el privilegio de elegir a sus clientes. Los beneficios cambiaban las actitudes, especialmente en las personas ambiciosas. Pero tanto tiempo rodeado de gente realmente peligrosa lo hizo inmune a las habladurías y comentarios groseros, poco le interesaba volverse blanco de los malos gestos. Sin embargo, Sakura Haruno comenzaba a ganarse un lugar especial en su lista de personas desagradables. La primera vez que la vio, antes de su encuentro en la puerta del salón, pensó que era una mujer bonita, sus largos cabellos rosas y los llamativos ojos verdes le parecieron interesantes. Quiso pensar que su comportamiento altanero se debió a una mala noche, y la verdadera Sakura sería una persona sensata que podría tratar después de limar sus malos entendidos. Pero estuvo equivocado.

Sakura Haruno le había declarado la guerra.

Desde que ella supo sobre su trato exclusivo con Sasuke Uchiha, no dejó de molestarlo; sus malas miradas, los comentarios ofensivos y los tratos agresivos le cansaban. Ino Yamanaka, su inseparable amiga, le seguía el juego. Ambas mujeres dispusieron como reto personal atribuirle una mala fama. Según Sakura, él le había robado su puesto, no merecía portar el título de Tayu siendo una persona vulgar. Unos le creyeron, otros como Hinata ignoraron los chismes tratándolo de manera cordial.

Una vez escuchó susúrrale la palabra hashi. Preguntó a Hinata el significado y la respuesta poco le sorprendió. Hashi era un Oiran que se convertía en una simple prostituta al perder su belleza, despreciada por su cliente principal. Supuso que Sakura hacía referencia a Sasuke. Aunque, restando ese pequeño inconveniente que le importaba un comino, su rutina en la casa empezaba a mantenerse. Por las tardes Hinata y Haku lo acompañaban al estanque de peces koi, colocaban una manta bajo el árbol de sakuras y platicaban de cosas banales mientras comían bolas de arroz. Esa tarde pensaba hacer lo mismo.

Era grato pasear por los pasillos vacíos, la búsqueda de su amiga sería más fácil. Había ido a su habitación y fue en vano. Pasó por varios cuartos sin obtener resultados, decidió salir al jardín en dirección a la puerta trasera, e inesperadamente ahí la vio. Mantuvo una distancia prudente percatándose que estaba con un hombre de cabello castaño y traje fino. El tipo le daba la espalda, razón suficiente para no identificarlo, pero ella, estando de frente, tenía una dulce sonrisa. Pasaron unos minutos y el hombre se acercó a darle un beso en la mejilla antes de marcharse. Naruto prefirió regresar, esperándola en el lugar de siempre, bajo el árbol. Ella lo acompañó unos más tarde, todavía sonriendo.

—¡Hola, Hinata! —Lanzó unos granos de arroz al estanque—. No sabía que tenías un pretendiente, es genial.

Las mejillas de Hinata enrojecieron, negando efusivamente con la cabeza y manos.

—N-no es un pretendiente, Naruto-kun, es mi primo —respondió azorada.

—¿Tienes un primo?

—Sí, y prometí que un día te compartiría mi historia, ¿verdad? Me gustaría contártela ahora. ¿Te gustaría escucharme?

—Por mí no hay problema, tómate tu tiempo.

Hinata quería desahogarse, Naruto daba la suficiente confianza para platicarle de su pasado. Lo apreciaba y necesitaba un poquito de consuelo. Ella se sentó a su lado sobre la manta, agarró un par de granos de las bolas de arroz y lanzó las migajas al agua. Miró a los peses comer mientras reunía el valor. Él también veía al estanque.

—Mi nombre completo es Hinata Hyuuga. —A Naruto le impresionó escuchar el apellido Hyuuga pero la dejó continuar—. Cuando tenía doce años mi madre murió de una rara enfermedad, dejándonos a mi hermana pequeña y a mí a cargo de nuestro padre. Aunque él también quedó devastado por la pérdida, jamás se recuperó. Con el paso de los años fue cayendo en el vicio, tomaba mucho y empezó a meterse en apuestas, perdió enormes cantidades de dinero y terminó completamente endeudado. Una noche llegó golpeado, su rostro con horribles moretones y la ropa cubierta de sangre, al parecer uno de los cobradores lo había amenazado para recuperar su dinero. Otros tipos lo siguieron, y un día, así de la nada, lo encontraron muerto en un callejón —ella comenzó a llorar—. Quedamos solas y desamparadas, nuestro único pariente cercano era el hermano menor de nuestro padre, él fue quien nos acogió en su casa de campo. Pero el tío Hizashi nos despreciaba, siempre estuvo resentido con mi padre por haber nacido primero y convertirse en el heredero principal. Reflejaba su odio en el trato que me daba por ser también primogénita, y lo soporté por mi hermanita. Si ella tenía comida en la mesa y un techo en su cabeza yo era feliz.

»Así pasamos dos años y medio, poco después los cobradores de la deuda llegaron hasta la casa de Hizashi, él no quiso problemas y aceptó venderme como pago de la deuda. Yo tampoco me opuse, pero gracias a mi primo entré a este lugar. Tsunade me trata muy bien, ella cedió a cuidarme mientras él consigue dinero para pagar mi libertad. Mi primo insistió mucho en un trato, logró que fuera solo una Hikikomi, nada de clientes por un año. Tsunade espera que compre mi libertad antes del límite, o deberé asumir mi asenso como Yuujo —limpió sus lágrimas y respiró profundo—. Hoy vino a visitarme, hace lo posible por saludarme cada vez que tiene oportunidad de viajar a Kioto.

Admirable. Naruto no supo si abrazarla o darle unas palmaditas en la espalda en señal de apoyo. ¿Cómo actuar? Escuchar la historia le hizo pensar en su propia niñez, comparando ambos casos él había crecido en el cielo. Sus padres seguían vivos, tuvo una infancia feliz y una adolescencia rebelde. Llevó una vida pacífica. Sin embargo, perteneciendo al grupo opositor, vivía día a día los problemas de la gente infortunada a manos de gobiernos corruptos e injustos. Gente hipócrita y desalmada que aprovechaba de la vulnerabilidad de personas indefensas. La buena vida no siempre le sonreía a todos.

—Lo siento —dijo luego de un minuto en silencio, eligiendo las palmaditas en la espalda.

Ella sonrió agradecida.

—No te preocupes, las cosas pasan por algo, ¿no? Y Neji siempre está pendiente de nosotras.

—¿Neji? ¡¿Neji Hyuuga?!

Otra sorpresa. ¿Hablaría del mismo Neji Hyuuga que él conocía? ¿Cuál sería la probabilidad de equivocarse? Compartían un apellido exclusivo y rasgos específicos, comprendió por qué Hinata le había parecido bastante familiar. Los ojos color perla de ella eran idénticos a los de Neji. El mundo era un pañuelo.

—¿Conoces a mi primo?

Podría decirle que sí, que conocía a Neji de años atrás, pero la respuesta conllevaba demasiada información confidencial. A Neji Hyuuga lo conoció en una de sus primeras misiones. Aquella noche un equipo de dos personas y él irrumpieron en la mansión de un ministro para robar un paquete de cartas que informaban sobre el arribo de un barco cargado de armas al puerto. No obstante, la misión falló en los cálculos y fueron descubiertos por un miembro de la guardia. Huyeron, los persiguieron de cerca y estuvieron a punto de ser atrapados. Lo hubiesen logrado, sino fuese por la ayuda de Neji Hyuuga. Cuando entraron a la zona privada de la familia Hyuuga, Kakashi Hatake –líder del grupo– solicitó la ayuda del joven, por un momento pensaron que se negaría, pero él aceptó. Los escondió durante una semana en la alacena de su mansión hasta que los soldados desistieron. Descubrieron que Neji lo hizo, en parte, para fastidiar los planes de su padre, siendo Hizashi Hyuuga el jefe de la seguridad local, había quedado como un incompetente por dejar escapar a los ladrones.

Admitía que al principio le desagradó, siempre lamentándose por el destino y cosas parecidas. Posiblemente en ese tiempo Hinata había quedado huérfana y recibía los malos tratos de su tío. Neji se sentía impotente. Pero unas cuantas riñas y enfrentamientos demostraron el verdadero valor de Neji. Acabó conociéndolo mejor y aceptando su amistad. Devolvería el favor cuidando a su prima.

—No lo conozco, me confundí un poco, soy algo despistado para los nombres —revolvió los cabellos de su nuca—. Tu primo parece una buena persona. Y ahora también puedes contar conmigo-ttebayo.

Ella sonrió enternecida por las palabras de apoyo.

—Muchas gracias, Naruto-kun.

Naruto asintió, dándole por fin ese pequeño abrazo que pensó al inicio.

¡Tayu!

El grito de Haku lo detuvo a medio camino. Había acompañado a Hinata hasta su habitación, pues el llanto durante su conversación le había provocado un horrible dolor de cabeza, él pretendía regresar al jardín.

—¿Qué pasa, Haku?

—Llegó esto para usted.

Haku extendió la mano entregándole un rollo de pergamino. Naruto reconoció el sello oculto de inmediato; un nuevo comunicado de Jiraiya había llegado. Agradeció a su kamuro y dio media vuelta directo a su propia habitación. Una vez solo abrió el papel a prisa y leyó:

¿Cómo te va, muchacho? Espero que bien.

Voy a ser breve nuevamente y pasaré a las noticias relevantes. En los últimos días hubo un par de revueltas en Osaka, se solucionaron rápido pero varias personas resultaron heridas. Aquí, en Kioto, las cosas han marchado tranquilas, el nuevo capitán Sasuke Uchiha está trabajando al margen de su anterior superior, no podemos confiarnos.

Sé por Tsunade que las cosas podrían tardar más de lo previsto. Por ello necesito que te concentres también en los recorridos cerca del cuartel militar. Será tu nueva asignación, por así decirlo. ¿Por qué? Según uno de nuestros informantes anónimos, están reuniendo armas, no me confió de él. Quiero que lo verifiques.

Mantenme informado. Espero tu próximo informe, Naruto.

Cuídate.

Una nueva tarea sonaba bien, al menos tendría algo más para servir. Cierto, la situación con Sasuke marchaba a pasos lentos. Dudaba que Uchiha, de la noche a la mañana, soltara la lengua simplemente por haberle pedido una disculpa. Buscaría una nueva oportunidad, aunque no tuviera una idea clara de cómo continuar. Observó la camelia roja puesta en un pequeño florero junto a su ventana, se había marchitado con el paso de los días. Aún la conservaba, e ignoraba exactamente por qué. El regalo y la disculpa lo habían tomado por sorpresa, jamás imaginó que Sasuke pudiera tener gestos tiernos. Recordaba cada detalle; la mirada, sus palabras sinceras, la duda escondida tras su voz grave. Era inquietante. ¿Bajo ese gesto arrogante existía una persona diferente? Con los mismos sentimientos de cualquier persona, lejos de un vil enemigo… ¡¿Qué sucedía con él, pensando así de su rival?!

Enojado consigo mismo apartó la mirada de la flor, dispuesto a salir. Hallaría la forma de continuar con su objetivo, y encerrado no conseguiría nada.

Su primer movimiento sería investigar los puntos débiles en la seguridad del cuartel.

Como espía sabía que la noche era su fiel compañera, sin embargo el día le brindaría la capacidad de memorizarse el camino, pasando inadvertido. Cuando logró su propósito de convencer a Tsunade para salir a escondidas, gracias a la carta de Jiraiya, esperó la hora indicada. Casi todos tenían una actividad dentro de la casa y desapareció a prisa. Sacó una bolsa con lo indispensable, atravesó el bosque trasero con sigilo y llegó al límite del terreno. Antes de saltar la reja sacó su disfraz, a petición de Tsunade utilizó una peluca de cabellos negros, un yukata viejo, un sombrero de paja y un lienzo alrededor del cuello. La salida de Shimawara estaba prohibida, pero mezclándose como pordiosero entre la gente del pueblo no levantaría sospechas. Daría un recorrido por los alrededores del cuartel, como un pueblerino más, concentrándose en el número de guardias en cada entrada y en los movimientos dudosos.

Era un camino largo. Mientras avanzaba repasó muchas cosas, la principal; planear un modo de tener otra cita con Sasuke Uchiha. La primera había desencadenado pésimos resultados, y dudaba que la próxima fuera mejor. Pensó en un encuentro "casual", el problema sería cuándo. Si no tuviera suficiente con el capitán, también pensaba en la conversación con Hinata. Escuchar el nombre de Neji le trajo un par de memorias de aquella misión.

Recordó las dificultades que vivió junto a Kakashi e Izumo. Pasaron seis días encerrados en la bodega, esperando que los soldados dejaran de peinar las calles y viviendas. Neji los abasteció con mantas, agua y comida, sin él habrían muerto de hambre, o peor aún, sometidos a la tortura. Le alegró saber que Iruka no había formado parte del grupo debido a su estado. Iruka Hatake era el esposo de Kakashi, ambos trabajaban para Jiraiya y por esa misma fecha tendría a su bebé. Jamás olvidaría los ojos emocionados de Kakashi cuando regresaron a la base y supo que su hijo había nacido antes de tiempo. Corrió a la habitación de Iruka y los llenó de besos. Sakumo Hatake era una bolita de carne arrugada, rosada y con pelusa blanquecina en la cabecita. ¿Cuánto habría crecido? Perdió comunicación con ellos luego de esa misión, Kakashi había decidido regresar a su pueblo natal por unos años para que su hijo creciera fuera del peligro, y pronto regresarían a la organización. Su hijo era prioridad.

¿Hijos?

Naruto no había considerado el tema. Posiblemente su falta de interés se ligaba a la carencia de tener un compañero para compartir la responsabilidad. Si algún día encontraba a esa persona indicada quizá lo consideraría seriamente. Inevitablemente un flash en su mente reflejó la figura de Sasuke compartiendo su lecho. ¡No! ¡Nunca! Negó varias veces con la cabeza. ¿Por qué su objetivo entraría en la lista de candidatos? Era un enemigo. E-NE-MI-GO.

Su absurda imaginación lo absorbió tanto que inevitablemente chocó contra otro individuo, igual de distraído. El golpe provocó que Naruto cayera de sentón al suelo, provocando que el sombrero se moviera un poco. Sobó su espalda y frunció el ceño dispuesto a insultar al idiota que lo había derribado. Levantando la mirada, y acomodando su accesorio, los reclamos quedaron atorados en su garganta. Por un instante pensó en Sasuke, pero contemplándolo mejor, y por la extraña sonrisa, admitió su error. Parecía tétrico verlo sonreír. ¿Sasuke sonreiría igual?

El hombre le tendió la mano, ayudándolo a ponerse de pie.

—Disculpa, venía distraído.

Naruto aceptó el apoyo, apretando la mano, desconfiado. Disimulado pasó la vista en torno a él, percatándose de su ubicación; estaba a tres cuadras del cuartel militar. El callejón se hallaba vacío a excepción de ellos dos.

—Lo siento, también es culpa mía.

Su instinto gritaba problemas, necesitaba escabullirse rápido antes de ser descubierto. El tipo portaba un uniforme y lo miraba fijamente, como si se conocieran de otro lugar. ¿De dónde?

—Ambos tenemos muchas cosas en la cabeza —respondió el sujeto. La intensidad de la mirada oscura lo puso nervioso.

—¿Sucede algo malo?

Sai no respondió. Observó atento cada rasgo del muchacho frente a él. Por un segundo sospechó de esos irises azules, pero había cabellos negros en lugar de rubios, y ropa vieja en vez de un elegante kimono. ¿Un disfraz? Había visto de cerca el inconfundible color de ojos de Tayu, imposible equivocarse. Y el nerviosismo en sus gestos lo confirmaba. ¿Qué hacía Tayu deambulando solo por los alrededores?

—Pretendes huir, Oiran.

La frase arrojada como afirmación hizo que Naruto abriera los ojos abrumado.

—¿C-cómo lo sup…? ¡No, no, no! ¡Está equivocado, me está confundiendo!

Shimura frunció las cejas.

—Te creería si no hubieses reaccionado así, y temo decirte que he visto antes tu rostro de cerca. Soy el Teniente Sai Shimura, amigo del Capitán Uchiha, una vez lo acompañamos a visitarte.

Genial. Un amigo de Sasuke. Por eso le pareció conocido, Sai iba en el grupo donde él se presentó. ¡Maldición! La conmoción le había hecho actuar imprudente, arreglaría su error o las consecuencias serían alarmantes. «Piensa, Naruto, piensa, piensa.»

—Por favor, déjeme explicarle, no estoy huyendo —una idea brilló—, le suplico que guarde mi secreto o tendré muchos problemas —Sai asintió—. De acuerdo, le contaré la verdad. Es un poco complicado, estoy haciéndolo por un deseo egoísta. Hace unos días recibí el mensaje de un cliente que conocí en Osaka, mi antigua casa. Es un hombre influyente y quería verme antes de regresar, sin embargo sería perjudicial que lo relacionaran con una casa de Shimawara. Por eso robé la peluca y la ropa, y salí a su encuentro porque atesoraba su compañía. Pero Kioto es grande y me perdí, regresaré pronto. ¿Tengo su palabra? Seré castigado si me descubren —bajó la cabeza y sus hombros temblaron.

Excelente, debían darle un premio a la mayor mentira y actuación del año. ¿Sai Shimura caería por sus lágrimas falsas?

Cuando Sai le apretó el brazo, consolándolo, supo que lo había logrado.

—De mi boca no saldrá nada, aunque es peligroso que deambules por este lugar, Tayu.

Tayu arriesgaba mucho por ese hombre. ¿Tan importante era? ¿Sasuke aún guardaba una oportunidad? Sin embargo había dado su palabra y sellaría sus labios. Además, por alguna razón Oiran parecía una persona misteriosa, y al mismo tiempo confiable. ¿Eso hechizó a Sasuke? Su aspecto natural también impresionaba.

—No se preocupe, Teniente Shimura, y puede llamarme Naruto, ése es mi nombre.

—Entonces tú puedes decirme Sai, Naruto-kun.

—Sería una falta de respeto, ¿puedo llamarlo Teniente Sai?

—Es un progreso —Sai intentaba ser amable, deseaba conocer más de la persona que había rechazado a Sasuke—. ¿Puedo acompañarte de vuelta?

—¡¿Qué?! ¡No hace falta!

La sonrisa de Shimura desapareció. Naruto no sabía moverse en Kioto, parecía lógico que aceptara su ayuda. ¿Por qué negarse?

—Al menos hasta la calle principal.

Naruto aceptó, aun maldiciéndose interiormente. Sería más sospechoso rechazar nuevamente su ayuda. Se suponía que una persona indefensa como él, a merced de cualquier aprovechado, necesitaba la protección de una figura de autoridad. Eso arruinaría su idea de huir, aunque, ¿por qué no sacar provecho del momento?

—No quiero parecer entrometido, pero me gustaría saber más de ustedes.

Caminaban juntos, uno al lado del otro.

—Adelante, una conversación no estaría mal.

Bien. Luz verde.

—Me preguntaba si últimamente han tenido mucho trabajo, desde aquella vez que me presenté no regresaron. —Presentía que su problema con Sasuke era del conocimiento de Sai, y quería escuchar la excusa del teniente. Sai Shimura poseía un aura diferente, escondía algo tras esa sonrisa falsa.

—Cierto, trabajo y más trabajo, principalmente Sasuke, en algunas semanas tendremos la visita de un supervisor.

Interesante. Sasuke era una tumba, la lengua de Sai podría ser más beneficiosa.

—¿Qué es un supervisor? —fingió ignorancia.

—Un supervisor es un Capitán que proviene de las filas de Edo, los miembros de la Capital son los más importantes, él se encargará de inspeccionar los procedimientos del cuartel, especialmente verificará el nuevo mando en Kioto. Hay varios de ellos, la última vez vino el Capitán Nagato Uzumaki, en esta ocasión arribará el Capitán Orochimaru Sannin. Un hombre bastante prepotente, piensa que unas cuantas medallas lo convierten en intocable. En mi opinión, un sujeto muy peligroso, Naruto-kun.

Anotó los nombres en una lista mental. Más tarde le enviaría un mensaje a Jiraiya para informarle, él los investigaría con mayor precisión. Orochimaru tenía una de las peores reputaciones en los barrios bajos.

—¿Tan malo es Orochimaru?

—No debería decir esto de un superior, pero el tipo tiene un fuerte rencor contra la familia Uchiha, y por Sasuke. Desconozco exactamente por qué, a nadie le da confianza.

Sai miró de reojo el rostro pensativo de Naruto. ¿Habría hablado de más? Tayu no parecía una persona interesada en la policía. ¿Qué le preocupaba? ¿Sasuke? ¿Existía un interés real por parte de Naruto? Las dudas acabarían ahí.

—Naruto-kun, ¿puedes responderme algo con sinceridad?

—Claro.

—¿Te gusta Sasuke? —La repentina cuestión lo aturdió. Sai no tenía tacto—. ¿No te gusta? Porque él está muy interesado, aunque lo niegue frente a otros, es un hombre testarudo. Yo difiero de sus argumentos, puedo asegurarte que está enamorado.

¿Enamorado? ¿Aquel tipo serio y engreído, enamorado de él? Error. Enamorado de su disfraz. Una fachada construida especialmente para ese motivo, molestaba un poco aceptarlo. ¿Se aprovecharía de los sentimientos de Sasuke? Naruto nunca había sentido un interés especial por otra persona, pero era consciente del gran riesgo que conllevaba jugar con los sentimientos. ¿Utilizaría la ventaja del amor? Como si fuese a blandir una espada de doble filo. Destruir al enemigo desde dentro…

—Me parece de mal gusto que hables así de tu Capitán, insinuaciones como éstas pueden causarle problemas —dijo, desviando el tema—. Conozco mi lugar, él se cansará de mí y se casará con una buena mujer de alto linaje, digna del emblema familiar, ¿por qué tendría interés en un huésped del barrio rojo?

Insistía, merecía un reconocimiento por su actuación. Ninguno de sus amigos lo reconocería, ahí, menospreciándose a sí mismo como si valiera menos que un plato de arroz.

El teniente lo detuvo del hombro, girándolo para mirarlo directo a los ojos. Muy serio.

—Sasuke es un amargado que rehúye de las relaciones amorosas, y pretendientes no le faltan, mujeres de buena familia como mencionaste. Sin embargo, estás equivocado, lo conozco de años, pongo las manos en el fuego cuando digo que contigo es diferente. Hay algo especial en ti.

La situación estaba yéndosele de las manos, quería llegar rápido a la calle principal.

—Será mejor que vaya solo desde aquí.

—¿Por qué?

—Así nadie notará mi presencia, un soldado llama mucho la atención. Quiero pasar desapercibido hasta la puerta de Shimawara.

—Es una mala idea, pero tampoco quiero causarte dificultades. Fue un gusto conocerte mejor, Naruto-kun.

—El placer fue mío. Y una última petición, por favor, recuerda guardar mi secreto con el capitán, reconozco que actué de forma imprudente y no volverá a suceder.

Shimura accedió, pues confesarle a Sasuke que encontró a Tayu luego de una cita clandestina con su amante de Osaka sería un golpe bajo para él. Lo guardaría por ambos. Confiaría en la palabra de Naruto.

—De acuerdo, es una promesa, nadie lo sabrá.

—Gracias.

Como despedida hizo una reverencia y continuó su curso. Volteó disimuladamente, descubriendo que Sai había desaparecido también, avanzó hasta toparse con un cruce y esperó unos minutos más, asegurándose del tiempo adecuado. Regresar a Shimawara no estaba en sus planes. Buscó una vía alterna; el bosque trasero del cuartel sería su nueva ruta. Observó la calle desierta y atravesó los árboles frondosos. En el fondo encontraría los portones traseros de las bodegas, inspeccionar ahí a plena luz del día sería peligroso, y se resguardaría en un margen seguro. Contempló los grandes árboles, más altos que los muros de piedra del cuartel. Tuvo una idea. Un vistazo rápido al interior no haría daño.

Eligió un árbol cercano, suficientemente alto y frondoso para esconderse bien. Dejó sus sandalias en las raíces, junto a la estorbosa peluca y el sombrero, remangó las magas de su yukata y se apresuró a subir el tronco. Siempre había sido hábil en trepar. Se detuvo a mitad de su destino, había subido un par de metros y sus brazos temblaron al sostenerse de una rama delgada. Intentó alcanzar otra en busca de sustento, trató de ponerse en pie, pero no contó con la presencia de otra persona abajo.

—¡¿Qué haces ahí?!

—¡Aaahh! —Gritó asustado.

Sobresaltado, perdió el equilibrio y saltó. Aún con la poca altura vio su vida pasar, un tanto aburrida, cabía destacar. Cerró fuerte los ojos esperando un duro golpe, éste no resultó tan doloroso como pensó. Parpadeando poco a poco descubrió la razón de su comodidad; había caído sobre la otra persona, su "salvador" permanecía tendido bocabajo y él sentado en su espalda.

—Pesas —protestó el sujeto, su cara enterrada en las hojas secas.

Ni la voz amortiguada evitó reconocer a su dueño, y esos cabellos negros con tonos azules le dieron la respuesta. De un brinco se levantó, acomodándose la ropa. Su corazón latió violento viendo a Sasuke incorporarse con el rostro manchado de tierra. ¿Por qué de todos los soldados tenía que toparse precisamente con él?

Sasuke frunció el ceño, sacudiendo su uniforme lleno de hojas secas y polvo. Cuando salió en busca de Sai –éste había mencionado dar una vuelta por los alrededores para su inspección diaria– no esperó toparse con Tayu intentando trepar un árbol. Por un segundo dudó, pero esa piel morena y la cabellera rubia eran inconfundibles. ¿Desertaba de Shimawara? Curioso se aproximó despacio, mas el resultado fue inevitable e inesperado.

—¿Qué haces aquí?

Naruto articuló por puro instinto, apretujando hasta su última gota de confianza para mantenerse firme.

—Eso debería preguntarlo yo, ¿y por qué parecías un mono trepando el árbol?

El hecho de haberlo llamado "mono" ameritaba una respuesta similar, aunque lo pasó por alto. Su prioridad era inventarse otra excusa creíble, o sería descubierto. «Piensa, cerebro, nos lucimos con Sai, ahora vamos por Sasuke.»

—B-bueno, y-yo —balbuceó. Nervios traicioneros. Los astutos ojos de Uchiha no se apartaban de él. Entonces miró al suelo, sus pies descalzos pisaban pequeñas flores rojas, y una luz iluminó su interior como cientos de velas. Se arriesgaría—. No te burles de mí, tal vez no me creas, pero… en realidad estoy aquí por ti, Sasuke.

El rostro desconcertado del Capitán lo alentó a insistir.

—Necesitaba verte de nuevo, porque tú no regresaste. Pensé que me odiabas y quería disculparme. Me dejaste sin alternativas, vi la peluca en el baúl de mi habitación como una oportunidad irresistible, una amiga me ayudó a salir por atrás. Sin embargo a medio camino me arrepentí, ¿por qué querrías recibir a un cortesano vestido de pordiosero? Busqué otro modo de mirarte a la distancia, y subí al árbol —rió avergonzado—. También salió mal, ¿no? Disculpa si causé problemas, regresaré a Shimawara antes que alguien lo note.

No iba a esperar su reacción. Corrió a recoger sus cosas y calzó sus sandalias, listo para marcharse. De un momento a otro Sasuke saldría de la estupefacción, conectaría bien las ideas y resolvería la farsa.

—Eso fue peligroso, podrían descubrirte, tuviste mucha suerte.

Su cuerpo se tensó. Ahora Sasuke sostenía su brazo, demasiado cerca.

—A veces soy impulsivo —no mentía—, pero no habrá una segunda vez —Sasuke asintió pensativo, como debatiéndose en exteriorizar sus pensamientos—. ¿Qué ocurre?

—¿Puedo robarte un poco más de tiempo?

Uchiha inquietaba sus emociones, y la petición en esa voz gruesa empeoró. ¿Con qué propósito? No obstante abrazó su papel de Oiran, aceptando como obligación.

En un impulso repentino Sasuke sujetó su mano libre, Naruto estuvo a nada de echarse hacia atrás. «Contrólate», repitió un par de veces mientras avanzaban al interior del bosque. Era una sensación diferente, no desagradable, tal vez natural. Los dedos del capitán raspaban, muestra inequívoca del arduo entrenamiento que manejaba, pero al mismo tiempo parecían afables. Una sacudida cálida recorrió su brazo al descubrirlo.

Prefirió distraerse en el sendero, iban directo al lago.

Alcanzando su destino Sasuke soltó su mano, unos metros al límite del bosque. Un esplendoroso árbol de sakuras sobresalía justo en la orilla, las bonitas flores rosas caían en el pasto como una ligera alfombra y otros pétalos terminaban en el agua. Sasuke usó una gruesa raíz de asiento, buscó unas piedritas y las lanzó, se formaron ondas que rompieron el reflejo. Naruto, confuso, se sentó a su lado. ¿Cuáles eran las intenciones de Uchiha para llevarlo ahí? El sitio era bonito y no sabía qué esperar.

—Siempre vengo aquí a relajarme, a pensar.

—Es un sitio agradable.

Un incómodo silencio cayó entre ellos. ¿Qué más decir? En otras circunstancias Naruto estaría hablando hasta por los codos, palabras tras palabras sin parar, pero debía cuidar su lengua con él.

Sasuke tampoco comprendía cómo romper la barrera invisible que los separaba. Sobresalía por su carácter directo, darle tantas vueltas a un asunto le irritaba. Más en situaciones importantes, y Naruto entraba en ellas. A partir de su plática en el mercado recapacitó en ello; había desistido de buscarlo en Shimawara deseando convertirse en más que otro cliente, no por despreciarlo. ¿Odiar a Naruto? Jamás. Ansiaba entenderlo, revelar los secretos guardados en sus hermosos irises azules. Aquellos ojos familiares y a la vez desconocidos. Sasuke Uchiha anhelaba todo.

 —Parecerá algo repentino, pero quiero conocerte más —dijo al fin—, no como Tayu, no como cliente-Oiran, sino como Naruto, sólo Naruto.

Vaya, Naruto había quedado sin palabras. Observó los pétalos en el agua mientras trataba de separar los labios y responder. ¿Cosas personales? Sasuke pisaba un terreno peligroso. Confesarle sucesos de su vida real estaba completamente descartado, aunque, irónicamente, también abría una puerta beneficiosa. Un dar y recibir inocente. Él contaría mentiras y, a cambio, obtendría verdades.

—De acuerdo, te contaré de mí si tú haces lo mismo. —Se giró a él extendiendo la mano, parecía a punto de cerrar un trato crucial.

Por respuesta Sasuke la apretó. No perdía nada y ganaba mucho.

—Hecho.

Naruto sonrió.

—¿Por dónde comenzamos? —animó—. ¿Qué quieres saber de mí?

Obviamente distorsionaría la verdad. Durante su tiempo libre había creado una historia para su nueva vida, contestaría adecuándose a la petición de Sasuke. Y agregaría unas pizcas del relato de Hinata, el drama valdría puntos extras.

—¿Cómo entraste a trabajar en Shimawara?

Primer paso: dibujar un semblante triste. Así lo hizo.

—Realmente es una historia corta; mi madre murió cuando tenía doce años, dejándonos solos a mi padre y a mí. Él era un buen hombre trabajador pero la pena lo condujo al vicio, gastó nuestros ahorros en apuestas y ganó una gran deuda sobre su cabeza. Bebía demasiado y nadie le daba trabajo, el dinero apenas nos alcanzaba para comer, pagar una deuda no estaba en nuestras posibilidades —sus ojos se llenaron de falsas lágrimas—. Una noche papá apareció muerto en un callejón, los cobradores saquearon la casa y me obligaron a vivir en Shimmachi, en Osaka, mi pueblo natal. Me vendieron para recuperar su dinero. Después de mi ingreso como Yuujo estuve unos años trabajando hasta convertirme en Sancha. Según Tsunade, cuando me conoció en su viaje, vio un diamante en bruto dentro de mí, y decidió pagar mi deuda para recibirme en su casa, Shimawara. Bonito, ¿verdad?

Su voz se quebró en este punto y miró a Sasuke de reojo, él tenía un aire tenso, molesto y afligido. Sintió una punzada de culpa por engañarlo. Pensaba limpiarse los ojos con las mangas del yukata, sin embargo el acto inesperado del capitán –abrazándolo con un brazo y atrayéndolo a su cuerpo– impidió su meta. Tampoco protestó, la persona desamparada que interpretaba aceptaría la calidez y el confort de un abrazo protector. El problema fue otro… esa sensación rara apretujando su pecho.

Sasuke pretendía reconfortarlo. Naruto poseía un aura positiva, costaba creer que hubiese pasado por tanto, que bajo una sonrisa escondiera una herida profunda. Había sido un miserable por pedirle recordar su amarga realidad. Esas lágrimas no debían empañar el azul brillante. Cuidarlo, tenerlo cerca, se sentía correcto.

—¡SASUKE!

Y entonces la burbuja se rompió, apartándose de Naruto.

—Al parecer me buscan —reconocía la voz de Sai. Su amigo siempre inoportuno—. ¿Puedes marcharte solo, Naruto? No pretendo darte más problemas, y mi compañero a veces no sabe cerrar la boca.

—Está bien, recuerdo el camino, nadie me notará. Pero la próxima vez será mi turno de preguntar.

—Trato.

Próxima. Significaba volver a encontrarse. Ambos se levantaron del tronco, permaneciendo frente a frente. Sasuke tuvo un debate mental entre besarlo en los labios o en la mano, al final sujetó sus dedos y depositó un beso en su dorso. Naruto enrojeció hasta las orejas.

—Nos vemos, Sasuke.

—Cuídate, Naruto.

El capitán dio media vuelta, dispuesto a marcharse para interceptar a Sai y evitar que descubriera la presencia de Naruto. Él esperó y, cuando el ruido de las voces cesó, siguió su propio camino. Ya atardecía, tendría verdaderos problemas sino corría.

Entró fácilmente a la casa por la barda trasera. Gracias a Tsunade nadie reclamaría su ausencia, despertar sospechas sería un inconveniente. Una vez en su habitación alistó su siguiente disfraz para la noche. Saldría un rato al hamirise y esperaría por Sasuke. Recordarlo provocó en su cabeza un remolino de emociones encontradas. Por una parte era provechoso saber que Sasuke guardaba sentimientos por él, su objetivo de engatusarlo y usarlo cobraba fuerza. Sin embargo, al mismo tiempo, aparecía una sombra de culpa por jugar con dichos sentimientos. ¿Qué papel tendría Sasuke? ¿Realmente era un enemigo peligroso? Sus acciones decían lo opuesto. Con el paso de los días, cada gesto que veía en él, iba acompañado por otra sorpresa agradable. ¡Se confundía! El bastardo era muy guapo, sí, pero su actitud seria también sobresalía. Cualquiera podría llegar a enamorarse de Sasuke Uchiha. ¿Y él? Sai había preguntado qué sentía por el capitán. Una pregunta muy difícil. Balancear los pros y contras sería ridículo. Una misión era una misión, nada más interesaba, repitió varias veces como un mantra.

En el proceso sacó un pergamino de su cajón y empezó la tarea de escribir los nombres que Sai le había facilitado. Por ahora Jiraiya tendría algo para entretenerse.

El viento revolvió su cabello cuando retiró la tela que lo cubría, la dejó a un lado antes de acuclillarse en la orilla del lago. El mismo aire arrastró varios pétalos rosas al agua. Naruto levantó una piedrita y lanzó con fuerza, contemplando las ondas que mecían las flores. ¿Qué hacía ahí tan temprano, luego de prometerle a Sasuke no huir más? Precisamente su culpa. Las obligaciones de Sasuke como capitán les habían impedido verse en Shimawara, y como una idea loca acordaron reunirse, una vez por semana, allí. Era ideal, casi nadie conocía esa parte del bosque. Naruto usaría el disfraz de pordiosero y Sasuke acudiría con otra excusa, alejándose del cuartel. La adrenalina de ser descubiertos agregaba cierta emoción al juego.

Su disciplina pedía un comportamiento profesional, pero aquel nerviosismo en su estómago mostraba lo contrario. ¡Como una muchacha enamorada a la espera de su amado! No un espía cazando su objetivo. Tendría serios problemas si descuidaba su lista de prioridades. Jamás había pasado antes.

Escuchó unos pasos a su espalda y la persona se paró tras él dejando caer una lluvia de pétalos rosas sobre su cabeza.

Entonces contempló el reflejo en el agua y quedó sin aliento. Ahí había una imagen especial; Sasuke sonreía, le sonreía.

Una tenue sonrisa que heló el corazón de Naruto. Ese hombre serio y orgulloso estaba mostrándole parte de un rostro diferente; el humano, vulnerable, enamorado… puesto que, finalmente, había ganado parte de su confianza gracias a tal sentimiento.

Amor. Era una hoja de doble filo pendiendo entre sus dedos. ¿En verdad deseaba obtenerlo?

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Continuara…

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…oooO*Oooo…

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Notas finales:

Gracias x leer (°~°)/

 

 


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