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Acompañante de placer: Oiran por RiSaNa_Ho

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Notas del capitulo:

Espero que les guste el capítulo :)

Capítulo VI

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By Risana Ho

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…oooO*Oooo…

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Hacía una bonita tarde.

La brisa acarició sus mejillas mientras estaba sentado en el corredor de madera, observaba el atardecer haciéndose presente; un cielo inundado de colores rojizos, amarillos y naranjas. El agradable panorama lo relajaba y dejaba de pensar en más tonterías. Había intentado olvidar sus problemas a la hora de ayudar a Hinata con la decoración del salón principal, las habitaciones para los clientes y la entrada. Los adornos multicolores, que un día antes compraron, lucían alegremente en la enorme residencia. Pero cada farol le recordaba esa mañana en el mercado. Las palabras se repetían una y otra vez en su cabeza, cada minuto pareciéndole más tontas. «¿Escaparse? ¿En serio? Debe haber algo malo contigo, Naruto.» Había hecho un espectáculo muy bochornoso, pero el semblante abatido de Sasuke removió una emoción en su pecho, sintiéndose culpable. Sasuke Uchiha jamás admitiría esa decepción, aunque él comenzaba a reconocer sus gestos, leer entre líneas. ¡Y no hubo opción! Gritar a mitad de la calle tampoco fue inteligente, una persona educada como Tayu nunca alzaba la voz ante tanta gente. El lujo de mostrarse espontaneo y libre no pertenecía a su papel de Oiran. Sin embargo, para su mala suerte y poco profesionalismo, cerca de Sasuke era imposible evitarlo, bajaba un poco su máscara. Por alguna razón no quería comportarse como una persona sumisa y obediente, Naruto deseaba ser él mismo. Una decisión peligrosa que solo traería problemas.

¡Estúpido Sasuke Uchiha! Lo hacía parecer un idiota. Aun así sonrió.

Sonrisa que no pasó desapercibida para la muchacha de ojos perla que ocupó un lugar a su lado.

—Tienes cara de enamorado, Naruto-kun.

A ella le dio gracia el ceño fruncido de su amigo.

—¡No digas tonterías, Hinata!

—Ninguna tontería, es la verdad —reclamó la muchacha—. ¿Es por el guapo sujeto de uniforme que encontraste ayer en el mercado? —cuestionó curiosa, dándole un ligero codazo en las costillas.

La timidez de Hinata desaparecía día a día desde que había compartido su historia. Un cambio agradable. No tanto para él cuando se convertía en el centro de sus preguntas indiscretas.

—¿De qué hablas? Estás suponiendo cosas raras —quiso hacerse el desentendido.

Hinata sonrió más, la expresión delatadora de Naruto decía que estaba en lo correcto.

—No soy tan ingenua como la mayoría cree. ¿Pensaste que Haku lograría distraerme? Con Tenten y Shizune lo logró, pero yo los vi juntos.

Naruto parpadeó sorprendido, intentando no darle prioridad. ¿Dónde quedó la chica retraída que conoció la primera vez?

—El Capitán Uchiha es sólo un amigo. —Tutear a Sasuke sería inoportuno.

—¿Amigo? Pocas veces nosotros tenemos amigos —dijo en tono triste—, la palabra correcta sería "cliente". Las personas nos ven como simples juguetes que compran a su antojo, piensan que su dinero mueve al mundo, y tal vez así será siempre —suspiró y golpeó sus mejillas con ambas manos—. ¡Qué tonta soy! Se supone que estoy animándote… y también hay excepciones, ¿no crees?

—Imagino que sí.

Sospechaba el rumbo que tomaría la plática. Ella no parecía darse por vencida fácilmente.

—¿Te invitó al festival?

—Acabas de recordármelo, Hinata; tenemos clientes y está prohibido salir de Shimawara. Y el detalle más esencial, yo soy Tayu.

—Tienes razón, pero sería romántico —habló entusiasmada—. ¿Sabes la historia de Tanabata?

—No, las historias cursis no son lo mío-ttebayo.

—¡La leyenda no es cursi! ¿Quieres que la cuente?

Naruto encogió los hombros, nunca le habían atraído los sentimentalismos de los cuentos románticos. Siempre estuvo concentrado en otras cosas; entrenando con la katana, el arco, peleando cuerpo a cuerpo o investigando en una misión. Los asuntos relacionados con el amor y demás cursilerías los dejaba en segundo término. Conocer historias de princesas no formaba parte en su lista de intereses. Y aunque ahora Sasuke lo hacía comportarse como tonto, no significaba que empezaría a leer historias sentimentales, tiernas y pasionales. La idea revolvió su estómago.

Hinata entrecerró los ojos, reprochándole la falta de interés.

—Voy a contártela de cualquier manera, Naruto —hizo una mueca, parecía estar recordando el inicio—. A ver, creo que es así… Hace mucho, mucho, mucho tiempo, vivió una hermosa y delicada joven llamada Orihime, hija del rey del Cielo. Ella disfrutaba tejiendo vestidos para su padre y era muy feliz realizando su labor. Pasaba plácidamente los días en la Llanura Alta del Cielo, absorbida en su trabajo. Pero una mañana, al dirigirse al telar, Orihime vio a un joven y apuesto pastor de bueyes llamado Hikoboshi y se enamoró perdidamente de él. Eran almas destinadas. Mantuvieron su romance en secreto por un tiempo, luego el rey del Cielo advirtió en su hija el amor que sentía por Hikoboshi y los unió en matrimonio.

»Sin embargo, la felicidad no duraría mucho. Su apasionado amor y el indescriptible gozo, provocó que descuidaran sus deberes; Orihime dejó de tejer y Hikoboshi abandonó los bueyes a su suerte. El rey del Cielo no toleró la situación. Fue así como castigó a los dos amantes y los separó para siempre convirtiéndolos en estrellas —sonrió—. Aunque separar a dos enamorados por toda la eternidad era muy cruel; y les fue concedida la posibilidad de volver a verse una noche cada año, la noche del séptimo día del séptimo mes. Esa noche las urracas acuden a volar en el río Celestial y con las alas totalmente desplegadas forman un puente por el que Hikoboshi cruza el río camino a los brazos de su amada. Terminada la noche él regresa a su trabajo de pastor de bueyes y ella queda tejiendo, anhelando ambos el próximo reencuentro. Cada noche miran las estrellas, imaginando que pronto estarán nuevamente juntos.

Los ojos de Hinata brillaron concluyendo la romántica historia, esperaba haberle trasmitido esas emociones a su amigo. Sin embargo, a pesar de escuchar atentamente el relato, Naruto no parecía conmovido ni emocionado.

—Creo que suena un poco cursi.

Hinata miró horrorizada, había puesto su máximo entusiasmo contándola y recibía una completa falta de respuesta.

—Eres un insensible, Naruto, quiero saber cómo te comportarás cuando realmente te enamores.

Ella cruzó los brazos sobre el pecho, molesta. A veces exageraba un poquito. Naruto evitó reírse. ¿Enamorarse? Si lo veía desde la perspectiva de un verdadero Tayu debía recordarse que enamorarse no cabía en sus opciones. Vivir como Oiran significaba prostituirse al mayor precio posible, obtener un jugoso beneficio del cliente sediento de atención; ser un experto en el arte del placer sexual, desechando sentimientos referentes al amor. Una ramera siempre sería una ramera aun disfrazándola con finas sedas y adornos de piedras preciosas. Sabrían danzar, tocar diferentes instrumentos, leer poesía o manejar una conversación, pero al final los clientes únicamente se interesaban por cómo terminarían gimiendo en el futón. Vender su cuerpo no era precisamente algo para alardear. Por ello no tenían amigos o amantes. Amar estaba prohibido en Shimawara.

Más allá de los muros también los despreciaban. A menudo lo tachaban de ingenuo, pero se equivocaban, comprendía perfectamente cómo las personas decentes repudiaban el barrio rojo. Ver la realidad desde los zapatos de un cortesano fue algo nuevo. Las veces que había salido al mercado notó la diferencia. Tanto Shizune como Hinata o Haku ignoraban a propósito, pero a él le era difícil. Las miradas reprobatorias, de asco, los ceños fruncidos, hasta escupían cuando pasaban cerca, reflejaban la otra cara de la moneda. A las intenciones pervertidas y depravadas de los clientes, también debían sumar el desprecio de los decorosos y dignos. ¡Vaya vida! ¿Cómo soportaban tanto? Ante la sociedad, fuera de Shimawara, eran basura –fina, hermosa y elegante basura–, un desecho más…

Entonces, ¿por qué Sasuke Uchiha lo trataba diferente? Cierto, la primera impresión fue pésima, no obstante, con el paso del tiempo admitió que había prejuzgado. Conociéndolo poco a poco descubrió mucho; bajo esa fachada de seriedad pudo encontrar un hombre dedicado y honesto. Cerca de él nada importaba, ni su forma de comportarse, guardar la etiqueta o dejar su máscara un segundo. Únicamente porque Sasuke ofrecía cierta confianza, cuando no debía. Las consecuencias de sentir algo más por su enemigo serían desastrosas, pero su cabeza y raciocinio gritaban una cosa, y su corazón y afecto decían otra distinta. ¿Qué significado debería concederle a esas emociones contradictorias? Se negaba a caer por dichos sentimientos.

—Enamorarme no entra en mis planes, créeme, Hinata. Me ocasionaría problemas, problemas y más problemas. ¡Olvidemos esta conversación!

Hinata quedó con la palabra en la boca cuando Naruto se levantó y entró a la casa, dejándola sola. Ella contempló el corredor vacío, luego el cielo oscuro. Esperaba realmente que su amigo mantuviera su palabra, de lo contrario sufriría tanto como ella lo hacía. Para ellos el amor se dibujaba en una ilusión efímera, como nubes moviéndose con el viento y perdiéndose en el horizonte.

Salir huyendo de situaciones incómodas estaba haciéndole costumbre, y le molestaba mucho. Porque la respuesta para Hinata guardaba más de una intención. De uno u otro modo Sasuke pronto daría su brazo a torcer, y dependía de él saber cómo utilizar la ventaja. Pero no quería darle más vueltas al asunto, su prioridad era ponerse al corriente con el nuevo reporte de Jiraiya. Esa noche estaría libre de presentaciones y necesitaba tener los datos completos. Sacó el pergamino guardado estratégicamente bajo el tatami y leyó a prisa. El rollo refería detalles y puntos sobre Nagato Uzumaki –pese a tener el mismo apellido de su madre pertenecían a otra rama familiar– y Orochimaru Sannin. Inconscientemente Sai había brindado información valiosa.

—Lo sabía.

Tanto Nagato Uzumaki como Orochimaru Sannin formaban parte de la elite del Gobierno. Ambos eran líderes de ejércitos grandes con sede en Edo. Según el informe, el Capitán Nagato Uzumaki era un tipo serio, estricto y justo, comandaba a su cargo un escuadrón sobresaliente, los miembros eran conocidos como Akatsuki, ellos se dedicaban a disolver las revueltas alrededor del país y conservar la paz para Ieyasu Tokugawa como su guardia personal. Por otra parte, Orochimaru Sanin era el lado podrido de la manzana, el nombre de Orochimaru sonaba en los barrios bajos, estar relacionado con él significaba conflictos. Una vez perteneció a la unidad Akatsuki, pero su mentalidad retorcida, la tortura y sadismo, fueron suficientes para degradarlo. A sus compañeros les hubiese gustado desterrarlo también del cargo como capitán, mas Orochimaru hizo lo posible para desaparecer las pruebas en su contra. Gradualmente el ejército a su cargo ganó batallas sangrientas, recuperó el liderazgo y obtuvo un puesto en la Guardia personal de Ieyasu. Y pronto residiría en Kioto como supervisor de Sasuke.

Los hombres como él, que mataban por aumentar su poder, daban asco.

Había considerado a Sasuke Uchiha igual; un objetivo de la misma calaña, similar a los anteriores personajes enemigos. Fue un error. Orgulloso –no lo negaría–, serio y arrogante. Poco conocía de él, sin embargo, durante acenso, jamás había testificado abusos, o actos negligentes imponiendo su autoridad. Al contrario, sus subordinados lo admiraban, recibía saludos respetuosos de los campesinos y mantenía al margen su opinión de Konoha.

«Sasuke Uchiha es distinto. Ser imparcial no lo hace débil.»

Quizás tales cualidades demostraban la injusticia de ganarse su confianza y engañarlo después. ¿Qué era bueno o malo? Desde el matiz de la Oposición hacía lo correcto, desde la perspectiva de una persona ajena estaba siendo inmoral. Ojalá las cosas fueran fáciles como Kiba intentó explicarlo. ¿Cuáles eran correctas e incorrectas?

Anhela descubrirlo pronto, arrepentirse en el camino haría sufrir a más de uno.

Los rayos del sol molestaban su vista y sujetó firme la espada. A esa hora de mañana el campo de entrenamiento estaba lleno de soldados practicando arduamente, ocupaban espadas de madera y las contiendas no daban tregua. Sasuke pasó la mano libre por su frente y limpió el sudor que escurría por ella antes del próximo golpe. Cualquier otro Capitán observaría en la comodidad de la sombra, él no. Era satisfactorio enfrentar y practicar con sus subordinados, y tocaba el turno a Sai. Años atrás, cuando vio por primera vez las habilidades de su amigo en aquel oscuro callejón, supo que sería un buen elemento. Sai Shimura guardaba secretos que a él nunca importaron, pues le había brindado una oportunidad para demostrarle su valía. Su espada fluía con el viento, en un último movimiento arremetió un certero embiste contra su adversario, Sai intentó esquivarlo pero acabó tendido en el suelo con la respiración agitada.

—Si esto fuera una pelea de verdad estarías muerto, Sai.

Lo ayudó a levantarse, Sai rodó la mirada mientras sacudía el polvo de su uniforme.

—Estaba distraído, para la próxima tú probarás el polvo, Sasuke.

Uchiha encogió los hombros, Sai decía lo mismo cada vez que perdía. Echó la espada en su hombro y caminó fuera del campo de entrenamiento seguido por su amigo. Tomaron agua y ambos se sentaron a la sombra de los árboles, contemplando a los demás.

—¿Lo invitaste? —Sai soltó de repente, desconsiderado.

—Sí, pero sabes que no puede salir —respondió sin más detalles. No hablaría de la propuesta de Naruto a mitad de la calle.

—Pensé que aceptaría.

—Pues no lo hizo, ¿cuándo has visto a un Oiran andando libre fuera de Shimawara?

Sai quedó pensativo, como recordando algo que nunca expresó en voz alta. A Sasuke le desconcertaba esas expresiones en Shimura. A veces se preguntaba por qué lo consideraba su amigo.

—Tienes un buen punto —aceptó luego de varios minutos. Sai supuso que Naruto huiría de Shimawara para ir a Sasuke, como había hecho con su antiguo amante de Osaka, aunque estuvo equivocado—. Sin embargo puedes buscar otra opción, aparte del festival. Visítalo el fin de semana.

Sasuke enarcó una ceja.

—¿Por qué tanta insistencia? Hasta pareces más interesado que yo.

—Sólo pretendo pagar la deuda que tengo contigo.

—No tienes ninguna deuda, Sai, lo sabes perfectamente.

Nunca tocaban el tema, en cierto punto parecía tabú entre ellos. Sai agarró una rama y dibujó círculos en la tierra, no deseaba alzar la vista y mirar los ojos negros de Sasuke. Su intención era verdadera, quería que fuera feliz.

Sasuke tampoco dijo nada, observó con atención el entrenamiento y recordó a Naruto. Agradecía la intención de su amigo, pero su carácter reservado le impedía hablar a la ligera, Sai ignoraba sus encuentros con Naruto en el lago. Ninguno de sus subordinados imaginaba que había caído en las redes del Oiran Tayu de la casa de Tsunade. Aún se preguntaba cómo hacía exactamente Naruto para salir de la casa, su amiga secreta debía ser muy especial, tanto para guardar el secreto de él. ¿Cuánta verdad había ahí? Naruto sería incapaz de engañarlo, ¿verdad? Tal una visita a Shimawara resolviera sus dudas.

—Pedirle una cita a Tsunade no sería mala idea.

Sai levantó la cabeza y observó a Sasuke, aliviado con él por olvidar el tema anterior. Sonrió.

—Lo sé, confía en mí, tengo muy buenas ideas.

—Tampoco exageres.

Shimura palmeó su hombro derecho.

—Puedo cubrirte con el papeleo, un fin de semana libre no te hará daño.

La propuesta sonaba tentadora. Era difícil prolongar sus citas en el lago, tendrían problemas, sobre todo Naruto, si alguien llegase a descubrirlo.

—Tomaré tu palabra —se levantó, acomodando su espada—, ahora seguiremos con el entrenamiento, vamos.

—Está vez usted caerá, Capitán.

La reverencia exagerada de Sai provocó un bufido burlón en Sasuke. Sai sujetó su propia espada de madera y corrió nuevamente al centro del patio. Él lo miró, preguntándose cómo hubiese sido su estancia en el cuartel sin la compañía de su loco y extravagante teniente. No, ni siquiera él estaría allí.

Entre los entrenamientos, revisar informes y las constantes interrupciones de sus compañeros, el resto de la semana había pasado presuroso. La noche ocupó su lugar y el cielo oscuro se llenó de estrellas. Decidido, Sasuke avanzó apático por la calle iluminada de farolillos multicolores del barrio rojo; Shimawara. Había acordado ir solo para no soportar la curiosidad y las preguntas de sus, denominados, amigos. En su recorrido observaba los alrededores, esa noche desistió de su uniforme militar y llevó una común hakama azul. Las personas ignoraban su presencia, más concentrados en admirar los hamirise. De alguna manera ser parte del mismo rebaño le irritaba, sólo recordar los ojos azules de Naruto mantenía fijo su destino. La casa de Tsunade era la más grande del lugar. Al llegar pasó de largo los invitados y entró al vestíbulo, una Sancha lo reconoció y casi corrió a llamar a la dueña. Tsunade Senju dio una reverencia, invitándolo a pasar.

—Bienvenido, Capitán Uchiha.

El saludo cortés de Tsunade no le sorprendió. La mujer proporcionaba un excelente trato a los clientes de buena posición económica. Podría calificarlo como un "niño" por la diferencia de edad, pero un miembro distinguido (Capitán) siempre beneficiaba las ganancias de la casa.

—Buenas noches, Tsunade.

—¿A qué debo el agradable honor? —Ella sonrió, mirándolo fijamente. Los ojos miel brillaban—. No esperábamos su visita, ¿qué puedo ofrecerle esta noche?

Sasuke iba directo por una persona especial.

—Solicito la compañía de Tayu.

—Por supuesto, la noche es joven y Tayu estará disponible. Usted dispondrá lo mejor de nuestra humilde casa —asintió complacida, llamando a su ayudante con un elegante movimiento de mano—. Shizune le mostrará la habitación adecuada, por favor acompáñela, Capitán.

Shizune apareció, obsequiando una ligera reverencia y en seguida indicándole el camino. Sasuke fue tras ella en silencio.

Tsunade borró el gesto adulador cuando ambos desaparecieron de su vista. Suspiró y se masajeó las sienes. Esperaba que Naruto hiciera un buen trabajo y lograra manejar la visita inesperada. Ese mocoso Uchiha sería muy peligroso.

Entraron a una gran habitación, Shizune deslizó las puertas con cuidado, dejándole ver el extraordinario trabajo de los artistas plasmado en los lienzos y tapices; desde animales silvestres y diversas flores en tonos ocre. Las velas daban un toque enigmático, mientras los sutiles aromas de los inciensos inundaban el lugar. La fina madera del tatami relucía esplendoroso, un toque más elegante, digno de una alta posición. Como había dicho Tsunade; solo lo mejor.

—Espere aquí, por favor —dijo con otra reverencia.

—Claro.

De inmediato la mujer desapareció cerrando tras su partida. Sasuke contempló su alrededor, pasó la vista por cada detalle y notó un par de instrumentos en una esquina, cerca de un montón de cómodos cojines. Una flauta y un Shamisen –un laúd de cuello muy largo y plano. Admirando los instrumentos se percató de un detalle curioso; en el tiempo que conocía a Naruto jamás lo había escuchado tocar un instrumento. Las especialidades de un Tayu incluían un talento musical. Naruto no sería la excepción, ¿cierto? Quizá en sus citas al aire libre eran inadecuadas para mostrar su capacidad. Inevitablemente agarró la flauta, meditando si era correcto usarla, la llevó hasta sus labios sin pensar demasiado. Un dulce sonido pronto se escuchó. La agradable melodía inundó la elegante habitación, acompañándolo en su espera por su persona deseaba.

Los pies le dolían. Naruto avanzaba lentamente por el pasillo, no soportaba el peso del extravagante kimono, y debía aguantar las incómodas getas. Cada noche Tsunade hacía lo posible por conseguirle el mejor kimono, las sedas brillaban con la combinación de colores; vestía uno color azul marino con detalles bordados en plata, y un obi azul cielo, ciertamente hermoso. Sin embargo el peor resultado lo sufrían sus pies, normalmente en el día utilizaba unos zori –sandalias bajas hechas de cuero o algodón– y tabi. Pero los kimonos requerían llevar getas. ¿Cómo podían aguantarlo? Extrañaba la ligereza de su yukata naranja, su cómodo calzado y, esencialmente, la naturalidad de su comportamiento. Había pasado casi un dos meses ahí y todavía no terminaba de acostumbrase. Por las noches cuidaba la rutina; salía al hamirise, sonreía de manera forzada, saludaba a unos cuantos personajes nobles y regresaba a su habitación, no hacía demasiado y aun así le fastidiaba ese trabajo. Era su deber. Y pretendía olvidarlo en el refugio de su habitación, pero la madera de sus getas magullaba más. Harto, y alejado de ojos críticos, se sentó en el suelo, deshaciéndose del horrible calzado para estirar un poco las piernas.

No contó con la intervención de su compañera que apareció unos minutos después.

—Qué postura tan deplorable —reprochó la voz engreída de una mujer. Naruto siguió mirando sus pies, no tenía ganas de levantar la vista.

Sakura lo había seguido disimuladamente al pasillo solitario. Un momento adecuado para encararlo y pedirle respuestas. Descubriría a cualquier costo el secreto de Naruto.

—Mi modo de sentarme no es de tu incumbencia, Sakura —dijo de manera tranquila.

Ella explotó.

—¡Claro que sí! Eres Tayu, debes mantener una pose elegante y refinada. ¡No tienes derecho a avergonzar la casa de Tsunade! ¿Qué dirían tus clientes si te vieran así?

¿Clientes? Pues él no los tenía. Y aún si los tuviera no necesitaba darle explicaciones a esa mujer histérica.

—Aquí no hay ninguno, no encuentro el gran problema.

Naruto observó los puños temblorosos de Sakura, estaba seguro que gritaría más y él no deseaba perder el tiempo con ella. Acomodó nuevamente sus getas, se levantó del suelo y, dándole la espalda, dio un paso hacia su habitación. Ella fue más rápida sujetándolo del brazo.

—Espera, no he terminado —Naruto frunció el ceño, volteando a verla—. Puedes engañar a todos con tu fachada de inocente, pero a mí no —reclamó—, ¿por qué cuentas con tantas libertades y consideraciones? ¿Qué te hace especial para que Tsunade cumpla tus caprichos? ¡Ni siquiera sabemos de dónde vienes!

—Eso no te corresponde.

Él jaló su brazo de un tirón, zafándose del agarre.

—¡Por supuesto que sí, robaste mi título! Tú no eres como nosotros, tú escondes algo. Algo muy malo y yo descubriré tu secreto ante todos, dejarán de verte como una blanca paloma y te convertirás en una asquerosa rata —los ojos verdes miraban con desprecio—. ¿Quién eres en realidad, Naruto Uzumaki?

Por primera vez Naruto descubrió la verdadera amenaza que podría representar Sakura Haruno. Aunque no se intimidaría, menos por una muchacha ignorante. Ella estaba metiéndose en territorio peligroso, con la persona equivocada.

—¿Quieres saber? Soy alguien que no te conviene tener de enemigo, Sakura —advirtió en voz fría. Soportaba reclamos de cosas insignificantes, como su puesto de Tayu, pero si metía la nariz en los asuntos correspondientes a Konoha por intentar descubrirlo, la hundiría. ¿Ella se creía con el poder de acorralar? Le faltaban años para igualarlo. «¿De dónde sacó esas suposiciones?» Sakura merecía más atención—. Te recomiendo alejarte de mí. Créeme, no querrás haber descubierto nada, mantén la boca cerrada y no causes alboroto.

Ella retrocedió un paso, abrumada. Aquel muchacho ingenuo a simple vista desapareció, dejándole el lugar una persona diferente, confiada y amenazante. Los irises azules mostraban un toque de advertencia. Su boca quedó seca e quiso reclamar pero las palabras abandonaron su garganta.

No obstante, la atmosfera pesada desapareció por la intervención de Shizune.

—¡Me alegra encontrarte, Naruto! —Shizune sonrió, ignorando el ambiente tenso alrededor de ellos.

—¿Para qué me necesitas, Shizune?

—Tienes un cliente esperándote.

La oración le cayó como un palo en la cabeza, desconcertándolo por un segundo. Su mente trabajó rápido para asimilar las palabras, jamás recibía a un cliente, y Tsunade lo sabía muy bien. Sus deberes constaban en salir y saludar. ¿Quién era tan importante? Pensó en una lista de clientes y de la nada la imagen de Sasuke apareció. Sonaba lógico, Tsunade había decidido ayudarlo cuando se tratara de su objetivo. Además, en caso de no ser Sasuke, tampoco podía exagerar su negativa o Sakura tendría más motivos para desconfiar de él. Entre menos problemas tuviera con ella sería mejor.

—¿Quién es?

Shizune sonrió más.

—El Capitán Uchiha. Está esperándote en una habitación.

Extrañado, asintió e ignoró los labios apretados de Sakura.

—¿Qué pasa? ¿Le digo que no podrás atenderlo?

—Descuida, iré contigo.

—¡Muy bien! Sígueme.

Shizune tomó su brazo, apresurándolo a la salida.

Sakura no dejó de observar sus espaldas, cuando estuvo sola golpeó la pared de madera y unas cuantas lágrimas de frustración la traicionaron. Naruto se equivocaba al pensar que mantendría la cabeza gacha. Él no la conocía. Ahora estaba más decidida a descubrirlo. Una mujer astuta como ella sabía cuidarse de las advertencias, había sobrevivido a experiencias peores. Naruto guardaba un gran secreto y ella lo desenterraría. Sonrió con una idea en mente; Tayu le advirtió de él, mas nunca habló acerca de su adorado Capitán. ¿Sasuke Uchiha era la famosa persona que Naruto engañaba? ¿Por qué? Pronto lo sabría, y cobraría esa humillación.

Solo esperaría la oportunidad adecuada.

¿Desde cuándo los pasillos cambiaron de tamaño? El último tramo fue más corto de lo normal. Sus pensamientos aún persistían en las palabras de Sakura, estaría alerta de ella. Jiraiya le había contado una vez, cuando una chica le dio unas cachetadas en la plaza, que las mujeres rencorosas eran las más peligrosa, y ahora concordaba con él. No le daba miedo. Pese a sus pocos avances con Sasuke, todavía portaba orgulloso su profesión de espía competitivo. Nunca se consideró una persona rencorosa, pero si Sakura quería guerra, guerra tendría.

Sin embargo sus reflexiones bélicas pasaron a segundo plano al escuchar la armoniosa melodía de una flauta, el sonido relajante provenía de la habitación del fondo, justo donde lo había mandado Shizune –antes de entrar al pasillo Tsunade los había interceptado, Naruto supo que ella lo hacía para darles más privacidad, y Shizune se ocupara en distraer a otros clientes. La música lo regresó a la realidad. ¿Sasuke tocaba la flauta? Silenciosamente se acercó a la puerta corrediza, no tocó para no interrumpir al intérprete, sería una descortesía. La curiosidad ganó a su buen juicio y deslizó la puerta suavemente, dejándolo entrar con sigilo, un beneficio de sus habilidades. Sasuke le daba la espalda, las puertas que daban al jardín interior estaban abiertas y él permanecía sentando en el corredor, tocando a la luz de luna. Una imagen que atesoraría. Naruto sonrió, claro signo de sus sentimientos. Fue acercándose despacio, al estar junto a él se sentó a un lado. Sasuke miró de reojo, luego regresó la vista al frente, aun tocando.

Cuando la melodía finalizó por fin Sasuke se giró, quedando frente a frente.

—Tocas muy bien —dijo Naruto, impresionado—. Fue asombroso.

Desde niño, Sasuke recibió halagos. Que estos fueran de Naruto le llenó más de orgullo. Su semblante sereno no lo demostraba, pero observar la emoción en los ojos azules recompensó la espera.

—Tenía tiempo que no lo hacía, mi hermano me enseñó.

—¿Tienes hermanos? No lo sabía.

—Hay muchas cosas que no sabes de mí, Naruto —Sasuke le entregó la flauta, sin intención de seguir con el tema familiar—. Me alegra que hayas aceptado recibirme, después de nuestras diferencias iniciales pensé que no desearías verme aquí.  

Si Sasuke no hubiese demostrado su error por haberlo juzgado antes, posiblemente todavía estaría enojado con él. De sus encuentros en el lago, la disculpa y conociéndolo más, aceptaba que molestarse era una pérdida de tiempo.

—Tienes razón, debería echarte a patadas, pero soy generoso y mereces una segunda oportunidad de estar conmigo —las palabras parecían duras, aunque la sonrisa de Naruto y el tono burlón las demeritaban por completo—. Las cosas del pasado deben quedarse en el pasado, ¿no crees?

Sasuke asintió ligeramente sintiéndose mejor, el hecho de jugar con la situación demostraba que Naruto realmente lo había dejado atrás. Costaba creer sus momentos juntos, casi como si fueran amigos. Sintió la extraña necesidad de aclarar la razón principal de su visita.

—¿Sabes por qué estoy aquí?

—Porque soy irresistible —Naruto bromeó guiñándole un ojo. Sasuke sintió las mejillas calientes, porque parte de la razón era cierta—. No pongas esa cara, es un chiste. En verdad tengo curiosidad por tu visita, recuerdo haberte escuchado que no querías ser un cliente más.

—En parte tienes razón, no pretendo ser otro cliente, pero vine para no causarte más problemas.

—¿Problemas? ¿A qué te refieres?

—Sé perfectamente que está prohibido salir de Shimawara, no eres libre, Naruto. Y vernos a escondidas solo traerá consecuencias. Por un momento olvidé que tu casa tiene reglas que no puedes romper.

Parpadeó desconcertado. ¿Qué responder? Pensó que el detalle de sus salidas clandestinas tardaría más en salir a flote. Comprendía la situación, antes de entrar a Shimawara estaba acostumbrado a su libertad, ahora debía respetar las reglas del barrio rojo. Ellos vivían en una jaula, con las alas rotas, su libertad en manos de las dueñas y no en las suyas. Tsunade obsequiaba cierta independencia a sus inquilinos, pero pocos propietarios mostraban un mínimo de tolerancia. Shimawara era una celda, los mantenía cautivos para complacer, pagando sus deudas con, literalmente, el sudor de sus cuerpos. Sus mentiras no funcionarían por mucho tiempo.

—Es verdad —admitió distraído—. Hasta ahora he tenido suerte, me han ayudado y creo que pronto podrían descubrirme.

—Por eso decidí buscarte hoy, así no tendrás inconvenientes por salir, soy un "cliente".

¿Un cliente? Su único cliente, aunque Sasuke lo ignorara.

—Entonces, Señor Cliente, póngase cómodo —bromeó otra vez, intentando desviar la conversación. Si Sasuke indagaba más por el mismo camino sobre sus métodos para escapar, estaría en apuros—. No le ofrezco sake porque sé que le desagrada. ¿Qué puedo hacer por usted?

En la compañía de Naruto, Sasuke perdería un poco la cabeza. Sonrió, o lo que parecía una sonrisa en él. Con Tayu cada gesto era natural, reafirmaba sus emociones del inicio; como si ambos pudieran ser rivales, buenos amigos o amantes. Como si fuesen reencarnaciones de otra vida. Y tenerlo así de cerca provocaba tocarlo. Sin soportarlo más levantó ambas manos, acariciándole las mejillas, perdiéndose en el azul de sus ojos, un azul familiar y desconocido.

—Con tu compañía basta —susurró cerca de su rostro.

Los ojos oscuros inspeccionaron cada gesto, envuelto en el suave tacto de su piel, en el hermoso azul de los irises y en el irresistible color de sus labios. Lo atrajo a él, permitiéndose respirar el aroma de sus cabellos rubios, un olor dulce a flores silvestres y naranja. Pretendía solo abrazarlo, contenerse, pero cada parte de su cuerpo deseaba un beso. No quería cometer el mismo error de la primera vez y desmoronar el poco avance logrado.

—Sasuke.

La voz de Naruto hizo vibrar su corazón.

—¿Puedo? —preguntó, tocándole los labios con sus pulgares.

La acción causó un escalofrío en la piel de Naruto. Debía responder con un rechazo, una negativa, pero la cercanía de Sasuke le impedía pensar claramente, sentía un mayor deseo de probar nuevamente sus labios. Aceptó, arrinconando los pensamientos de sensatez.

Sasuke tampoco tuvo tiempo de pensarlo demasiado, sus manos tomaron acciones propias y poco a poco fue acercándose a los labios de su compañero hasta desaparecer el espacio. Una sensación cálida lo embargó cuando finalmente Naruto correspondió al beso. Él tenía poca experiencia en el área de los sentimientos, y posiblemente había muchos errores, pero las emociones que Sasuke despertaba en su interior eran diferentes. Sasuke Uchiha poseía mayor experiencia; lo demostraba en cada rose, las caricias de su lengua y los mordiscos en sus labios, y él no deseaba quedar como un tonto. La intensidad del beso cargó el ambiente de una atmosfera íntima y pasional. No obstante, aún con sus fuertes deseos, Sasuke terminó el contacto, dejando respirar a Naruto, y dándole a sus impulsos la oportunidad de tranquilizarse. Esperaría por una mejor ocasión y necesitaba distraerse.

—Lo que dijiste el día de tu visita al mercado, ¿realmente lo harías?

—¿Escapar para ir al festival? —Sasuke asintió—. Por supuesto, yo nunca me retracto de mis decisiones, pero acabamos de hablar de reglas y quieres desobedecerlas otra vez. Creo que soy una mala influencia para ti.

Naruto rió ruidosamente, olvidándose del beso para no enrojecer. Además hacía semanas que no le emocionaba tanto jugar a romper las reglas. Sasuke descubrió, sorpresivamente, que también le gustaba escuchar esa risa.

—¿Quieres ir contra ellas?

—¡Me gusta ir contra cualquiera-ttebayo!

El entusiasmo provocó que dijera su inseparable muletilla, a Sasuke no pareció importunarle y él respiró aliviado.

—¿Qué propones?

—Tú eres el militar estratega, ilumíname, Capitán.

Sasuke idearía un buen plan, la casa contaba con el resguardo de muros fáciles de saltar por la noche. Aunque al ver la flauta cerca de su mano tuvo una mejor idea. La oportunidad se presentaba en buen momento.

—Toca algo para mí y te digo mi plan —dijo, entregándole la flauta.

Naruto palideció. ¡Nunca había tocado ningún instrumento! Durante su entrenamiento con Jiraiya trabajó muy duro en perfeccionar el uso de dagas, el arco y la katana, entrenó día y noche para lograr derribar oponentes del doble de su tamaño. ¿Música? Sus clases siempre acabaron en fracaso. ¿Qué haría ahí? Según su educación, Sasuke esperaba un concierto de suaves melodías y sonidos hermosos, cosa que él no lograría, y el hecho de negarse causaría un montón de preguntas que lo meterían en aprietos. Requería una excusa creíble, o Sasuke sí sospecharía de él.

—¿Prefieres otro? ¿Cuál instrumento te gusta más? —insistió.

—B-bueno, l-la, eso que tocaste suena bien, pero l-la verdad y-yo n-

Los nervios trabaron su lengua, hasta Hinata balbuceaba menos. «Piensa rápido, piensa rápido.» Sasuke lo miró confundido y él sintió el cuerpo rígido. Pero la suerte pareció estar de su lado y unos toques en la puerta hicieron que Sasuke dejará de interrogarlo con la mirada. Shizune entró a la habitación luego de un "adelante".

—Disculpe la interrupción, Capitán Uchiha, pero en la entrada lo buscan —a Shizune le supo mal irrumpir, sin embargo habían dado el mensaje con carácter de urgente—. Dijeron que es de suma importancia.

El Capitán frunció el ceño. ¿Qué tan relevante sería para molestarlo hasta allí? ¿Quién? ¿Cómo sabían que había asistido a la casa de Tsunade? «Sai.» Sólo Shimura conocía su paradero, y si él estaba buscándolo se trataba de algo realmente urgente. La sensación menos le gustó.

—En seguida voy.

Shizune dio una reverencian y desapareció en silencio. Sasuke abandonó su lugar, dispuesto a salir.

—¿Es algo malo?

—No lo sé, no lo creo. Tengo que irme.

La flauta quedó olvidada y Naruto lo acompañó a la puerta. Así, uno frente al otro, Sasuke no supo exactamente cómo despedirse, como aquel día en el bosque. Un beso en los labios sería la mejor opción, mas ignoraba si Naruto lo aceptaría.

—Está bien, ¿nos veremos después?

—Por supuesto, estaré esperando el día del festival. Quiero saber de ese asombroso plan.

—Me debes una melodía, aunque podrías pagármelo de otra forma.

Sasuke no lo pensó dos veces, se acercó a él dándole un rápido beso en la boca. Un trato justo a su parecer.

La respuesta de Naruto quedó atorada, observó a Sasuke dar la media vuelta y marcharse por el pasillo. Instintivamente sonrió con la mirada atenta en la espalda de Uchiha. ¿Por qué Sasuke lo desconcertaba tanto? Pero esa no debía representar su principal cuestión, sino preguntarse la razón del llamado repentino al Capitán. ¿Qué sería así de urgente? Los problemas no tardarían en llegar.

Mantenerse firme a su misión, y a él mismo, costaría demasiado.

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Continuara…

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…oooO*Oooo…

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Notas finales:

Muchas gracias a: haruhi28, drew_yaoi, Tsunade, sayuri-chan, ANGELUZ, tsuki13, gogo-chan y sue.


Gracias x leer (°~°)/


 


 


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