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Acompañante de placer: Oiran por RiSaNa_Ho

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Notas del capitulo:

Gracias por continuar :)

Capítulo VII

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By Risana Ho

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…oooO*Oooo…

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En su despacho tenía la oportunidad de revisar los informes sin interrupciones, pero sus pensamientos divagantes no cooperaban. Parte de ellos se centraban en su relación con Naruto, habían pasado dos semanas desde el inicio de sus visitas, contando tres citas por semana, y avanzaba a ritmo seguro. Esas pocas noches sirvieron para conocerlo mejor, apreciar su naturaleza espontánea y saborear sus dulces labios, siempre conteniéndose. Estaba acercándose a él despacio, y Naruto también parecía tratarlo como un amigo, un posible amante tal vez, no un cliente. ¿Obtendría una respuesta a sus sentimientos? Era su meta, algo bueno en medio del posible desastre. La otra fracción de sus problemas tenía un rostro y nombre. Recordaba la noche que Sai interrumpió su cita en la casa de Tsunade, aunque le desconcertó más la presencia de su acompañante; un hombre de cabellos grises atados en una coleta baja y facciones serias; Kabuto Yakushi, conocía bien al mensajero oficial, y mano derecha, de Orochimaru. Kabuto saludó con una sonrisa cínica entregarle un pergamino, luego se marchó con un escueto saludo militar y desapareció por el callejón como un fantasma. Leyó el rollo ahí mismo, la carta mencionaba que Orochimaru arribaría antes de la fecha prevista; un día después del festival para ser exactos. No mencionó el tema en los siguientes encuentros con Naruto, eran asuntos militares carentes de importancia, las pláticas de política o el ejército aburrirían a Tayu. Prefería distraerse ideando un plan para fugarse en Tanabata.

Esos días pasaron a prisa y en menos de lo previsto el festival de Tanabata estaba a la vuelta de la esquina, y a horas de enfrentarse cara a cara con la Serpiente. El ambiente del Cuartel era estable y deseaba mantenerlo así, venían tiempos difíciles y una noche de fiesta serviría como una recompensa anticipada. No quería preocupar a nadie por la llegada de sus nuevos huéspedes, los soldados de Orochimaru amenazaban con transformarse en un dolor de cabeza para los miembros del cuartel de Kioto. Le molestaba el hecho de tener más hombres. ¿Qué tramaba Sannin? ¿Un nuevo enfrentamiento?

Sasuke esperaba equivocarse en sus conjeturas y sospechas, pero considerando el terrible historial de Orochimaru, sería muy iluso quedarse de brazos cruzados a la espera de un puñal por la espalda. Aunque las suposiciones no servían de nada sin pruebas sólidas, y debía concentrarse también en Naruto. Sólo necesitaba una oportunidad para lograr el paso más significativo.

Pasó más de media hora recostado bocarriba en el suelo de su habitación, con la vista pegada al techo como si éste escondiera las respuestas a sus dilemas. Pensaba en muchas cosas y en nada a la vez. ¿Qué haría? Por la mañana le había contado a Tsunade del ingenioso plan para escape que elaboró junto a Sasuke, y tuvo que aguantar las carcajadas de la mujer, ella tenía razón al burlarse. Mirándolo de forma crítica parecía un juego de adolescentes enamorados, y no una idea razonable. Aprovecharse del callejón trasero de la casa, saltar la barda, utilizar el árbol convenientemente cerca de su ventana y huir, conllevaba pocos méritos tratándose de un plan tramado por dos personas adultas, una de ellas militar. Pero la simplicidad de la idea contaba con cierto encanto de ingenuidad. Ante los ojos de Sasuke mantendría su papel, comportándose con fingida sutileza. Y Tsunade, luego de mofarse, dio su apoyo. Su permiso y colaboración fueron suficientes para continuar los demás detalles que tomarían lugar al anochecer.

Consideraba su situación con Sasuke Uchiha mejor. Sasuke lo visitaba, hablaban de cosas triviales, reía de sus tonterías tratando de ser su amigo. Haciendo un lado la recolección de información (para su frustración, Uchiha jamás mencionaba cuestiones del Cuartel), iba ganando terreno. Por primera vez Naruto sintió que podía pasar horas escuchando esa voz grabe, o sólo admirando los mechones oscuros que caían en su rostro. Se sentía atraído por Sasuke como una polilla a la luz. Era consiente que compartían el mismo afecto. Los besos habían aumentado, en cada placido roce imaginaba una puerta abierta al desastre. ¡Y quería más! Su relación no debía avanzar con emociones, pero estaba en un mar de arenas movedizas, entre más intentara escapar más pronto se hundía. Sasuke Uchiha sería su maldición divina. Ganó su confianza, ganaría su amor… logros que empezaban a inquietar su consciencia. Si no fuera suficiente, le costaba retener su curiosidad; deseaba saber los detalles del mensaje de Sai la noche que los interrumpió. Preguntar levantaría sospechas. Sasuke esquivó la conversación en varios intentos que hizo, e insistir quedaba descartado. ¿Qué interés tendría un Oiran por saber asuntos militares, noticias políticas? Ninguno. Aquel detalle frenaba sus intenciones. Quiso pensar que conocía a Sasuke, por las expresiones tranquilas, sus miradas inquietas y los ceños fruncidos, intuía noticias desfavorables. Por alguna razón imaginó que Orochimaru tendría cierta responsabilidad.

Suspiró cansado levantándose de su lugar, abrió la ventana y el aire despeinó un poco su cabello rubio. Se sentó al borde del marco de madera, contemplando a lo lejos el jardín y el pequeño bosque con árboles de colores suaves. Más allá la barda de tablones delimitaba el perímetro de la residencia, segura y firme.

Naruto sonrió recordando su plan de escape. Deseaba que fuera de noche.

El plan era tan simple que podían considerarlo tonto, a ellos les parecía suficiente.

Comenzaría con la actuación de Naruto; pediría descansar en su habitación luego de su visita al hamirise, los demás estarían ocupados con los clientes del festival y prestarían poca atención. Una vez en su cuarto cambiaría su ostentoso vestuario por uno más cómodo. Esperaría media hora, y entonces Sasuke entraría por la parte trasera de la casa, saltaría la cerca y se ocultaría en el pequeño bosque hasta llegar al árbol frente a la habitación indicada.

Fácil y simple.

El Capitán siguió los pasos al pie de la letra y, aun sintiéndose un adolescente visitando a su amor prohibido, terminó rápido el trayecto. Sus subordinados pensarían que habría sufrido un golpe en la cabeza si lo vieran escurriéndose en la oscuridad como un ladrón, Sasuke no desechaba la teoría. Su actual comportamiento difería de la acostumbrada rutina monótona que vivía. Todo gracias a la persona que conquistó su atención desde el primer momento que la notó tras el hamirise. Un poco más y llegaría a él. El acceso que le mostró Naruto con anticipación fue sencillo, escalar la barda de madera y adentrarse al bosque tampoco sugirió problema. Aunque Tsunade manejaba una residencia amplia supo arreglárselas cómodamente. En la zona no había vigilancia, por esa noche la concentración del personal radicaba en la entrada principal. Rápidamente salió del pequeño grupo de árboles, divisó la casona a lo lejos y la única habitación en la segunda planta con las luces de una vela parpadeando. «La señal de Naruto», pensó. Caminó despacio, contemplando el árbol cerca de la ventana, perfecto para escalar en él y entrar por la ventana. El proceso costó menos esfuerzo y cuando irrumpió por la ventana se encontró frente a frente con la silueta de Tayu. A Naruto no le sorprendió la intromisión del Capitán, había visto su sombra al salir del bosquecillo.

—¿Listo?

Esa noche Naruto vestía un sencillo yukata color naranja pálido, un simple obi rojo y un lienzo café atado en su cabeza como una pañoleta para ocultar su cabello rubio. Anteriormente había comprobado que vistiendo humilde –nada de extravagante ropa y adornos– pasaba desapercibido. Nadie lo reconocía, nadie volteaba a mirar a un muchacho común. Un pueblerino más en medio de tanta gente. Como Tayu, u otro miembro de la casa, sería un escándalo verlo en el festival, un problema que solucionaría así. Le encantaba la idea de quitarse el pesado kimono y usar un yukata, aunque debía mantenerse a raya, recordar su papel de ingenuidad ante un mundo nuevo fuera de los muros de Shimawara. Sasuke Uchiha era bastante observador.

—Por supuesto —caminó a la ventana, la oscuridad del exterior ayudaría mucho—. Vámonos, Sasuke.

—¿Podrás bajar tú solo?

Naruto frunció las cejas en un involuntario reflejo de molestia. La pregunta ofendía. Había trepado árboles miles de veces. Sin embargo los zobi eran bastante incómodos para escalar y en las enseñanzas como Oiran no entraba la materia de "escalar árboles en caso de escape".

—Sé arreglármelas un poco, no seré un ninja profesional —rió por su chiste personal y continuó su papel—, pero no dejaré que un árbol se interponga entre el festival y yo. ¡Tú me ayudarás a bajar!

Ambos contemplaron el árbol por un instante. Sasuke fue el primero en salir, su hakama vieja le sirvió a descender fácilmente. Cuando estuvo en el suelo alzó las manos, animando a Naruto a dar el primer paso, él respiró hondo y apretó la tela de su yukata antes de pisar la rama más cercana. Lo difícil no era fingir miedo por caer, sino evitar sentirse nervioso por tener a Sasuke abajo, observándolo desde ese ángulo. ¡Le estaba mirando las piernas! Sabía que Sasuke Uchiha, como buen Señor de Honor, disimulaba bien aunque parecía inevitable. Naruto notaba perfectamente. La distracción provocó que resbalara a pocos metros del suelo, pero la oportuna intervención de Sasuke evitó que terminara besando la tierra.  

Pero hubiese preferido ese beso, y no caer así encima de él.

La posición comprometedora hizo que sus mejillas ardieran. Quedó sobre él, casi sentándose en la pelvis del Capitán, con su yukata naranja más arriba de las piernas, mostrando los muslos que anteriormente intentó cubrir y las manos de Sasuke sosteniéndolo de las caderas. Duraron viéndose a los ojos por un interminable segundo, sólo hasta que Naruto reaccionó poniéndose de pie, acomodando su ropa mientras esperaba que su cara regresara a su tono natural. Sasuke no dijo nada, sacudió su hakama en un impulso por despejar el aire extasiado. Eso había sido peligroso en muchos sentidos.

El corazón de Naruto aún palpitaba fuertemente cuando atravesaron la barda y salieron del callejón.

Ninguno mencionó nada al respecto, en un mutuo acuerdo por no hacer las cosas más raras. Porque el accidente dejó algo claro; comprendieron lo mucho que ansiaban y necesitaban su mutua compañía, un deseo casi prohibido, un apetito restringido por entregarse en cuerpo y alma.

Al abandonar la zona residencial, y posteriormente los muros del barrio rojo, encontraron la calle principal repleta de personas dirigiéndose al festival. De alguna manera dejar atrás Shimawara les dio una agradable sensación de libertad. Sasuke por olvidar el lugar de las obligaciones de Naruto, y éste por renunciar unas horas su falsa prisión de sumisión, no habría honoríficos, ni formalismos, ni Capitán ni Tayu, ni militar o espía. Solamente serían ellos; Sasuke y Naruto.

A medida que avanzaban las luces del templo principal parecían más brillantes. La amplia y larga escalinata adornada de farolillos les dio la bienvenida, mostrándoles un rio de luz que guiaba el sendero. Una vez arriba, en la plaza principal, Naruto caminó al lado Sasuke, admirando fascinado los candiles multicolores que decoraban los negocios y puestos. Había muchas personas y ninguna lo reconoció, con tanta multitud pasó inadvertido. Ocultar su cabello bajo el lienzo demostraba su teoría; mientras no vistiera los kimonos de Tsunade, no valía la pena admirarlo. El resultado le agradó bastante. Además, si por asares del destino lo reconocieran, sería cuestión de negarlo, después de todo el Tayu de la casa de Tsunade nunca iría solo a un festival.

Recorrieron los puestos; había máscaras coloridas, flores frescas, animales artesanales, e iluminados con más farolas de papel multicolor. Naruto sonreía alegre disfrutando un festival así de grande. En cambio, Sasuke intentaba seguirle el paso, nunca le agradaron los lugares concurridos, lo ponían de mal humor. De pequeño se emocionaba como cualquier niño, pero al ir creciendo perdió interés en dichos eventos, entonces los ignoraba excusándose en el trabajo o su entrenamiento. No obstante, admirando la expresión divertida de Naruto –una sonrisa genuina, no las rígidas del hamiriser10; supo que podía soportarlo por él.

Los ojos de Naruto resplandecieron pasando por un nuevo puesto de comida.

—¡Mira, Sasuke, venden ramen! —exclamó emocionado.

—¿Te gusta el ramen?

—¿Bromeas? —Reclamó ofendido e hizo una mueca graciosa con los labios—. Es un manjar de los Dioses, y mi comida favorita. Tengo tiempo de no probarlo.

El gesto infantil desconcertó un segundo a Sasuke, jamás había conocido a una persona adulta que utilizara esas expresiones; despreocupado, espontáneo, ingenuo… libre. Naruto era único. Ambos habían decidido que esa noche arrojarían los honoríficos a la basura; la historia de sus vidas, sus pasados, las cargas lastimando sus hombros, quedarían guardadas en una cajita imaginaría que cerrarían con llave. Serían sólo ellos dos. Naruto estaba mostrándose como una persona abierta, expresiva. ¿Por qué no regresarle la confianza? Como una pareja común, igual a las demás. Y como tal, comerían ramen, olvidando su poco agrado por los fideos. Sasuke tenía la facilidad de probar sus platillos favoritos cualquier día de la semana, Naruto no, él regresaría a su vida de encierro condenada. Las prioridades de la balanza claramente declinaban su razón hacía Naruto.

—Acompáñame.

Sujetó la mano de Naruto dirigiéndose al puesto de comida. Ocuparon los banquitos frente a la barra de madera y una joven llamada Ayame los atendió. Con el primer bocado Naruto tuvo ganas de llorar, era uno de los mejores ramen que, a su consideración, había probado en su vida. El primer tazón no fue suficiente y estuvo tentado a pedir un segundo, acostumbrado a devorar tres o cuatro, pero reconsideró su nueva faceta y declinó, sin querer abusar. Lamentándose por dentro desechó la oferta del Capitán cuando le propuso un nuevo cuenco. Quedó hambriento. «Mejor uno a nada», se consoló. Continuaron el recorrido, entre niños disfrutando las máscaras de demonios, animales de papel, peces dorados y olores diversos. Un ambiente bullicioso y emocionante. Naruto paró ante a otro puesto, observándolo por unos minutos. Sasuke, yendo adelante, advirtió la ausencia de su compañero y volteó a buscarlo. Lo encontró distraído unos metros atrás y regresó por él.

—¿Sabes qué es? —preguntó, parándose a su lado.

Naruto negó un par de veces.

—Es la primera vez que vengo a un festival, en mis obligaciones no está pasear por los templos de Kioto, precisamente.

Y no mentía exactamente. Dejando su actual misión, y concentrándose en sus días del campamento, no había disfrutado un rato libre en el pueblo debido al entrenamiento. Siendo Hakodate su pueblo natal, un punto costero, las pequeñas festividades centraban su atención en las costumbres locales; la pesca como principal atracción. De niño, sus padres le compraban varias golosinas y un pez dorado por cada visita. Era lógico que ahí, rodeado de coloridos adornos y puestos exóticos, el festival del Tanabata representara un mundo nuevo para él. Por verse ignorante ante el juego, Sasuke lo atribuiría a su encierro en Shimawara y no atormentaría con más preguntas.

—Es una rifa de hilos.

—¿Una qué?

Observó nuevamente el puesto detallando cada uno de los objetos. Eran un montón de hilos unidos en un extremo, en el otro lado quedaban conectados a diversos premios; muñecas, máscaras, flores de papel y pequeñas figuritas de trapo. Tenía una vaga idea del propósito de la atracción.

—Una rifa, es fácil. Primero eliges un hilo del montón, jalas y esperas a descubrir qué premio está en la otra punta —Sasuke explicó como si fuera lo más natural del mundo. Dominaba bien la atracción, jugaba mucho de niño en competencias con su hermano mayor. Retaba a Itachi pero, no sabía cómo, su hermano siempre conseguía el mejor premio. Él hacía bastante berrinche, y al regresar a casa, sin importar la ocasión, Itachi terminaba regalándole su trofeo. Recordarlo le hizo sonreír un poco.

—¿Puedo intentarlo? —interrumpió Naruto, cortando sus memorias.

—Adelante.

Uchiha pagó al dueño del puesto un turno. Naruto miró detenidamente el montón de hilos, esperando encontrar la unión de ellos con los premios, estaban muy enredados y era difícil distinguir algo. Irritado, eligió a la suerte y jaló uno al azar. Su recompensa se asomó pronto y el vendedor lo entregó.

—Parece que tienes mala suerte —dijo Sasuke, señalando el objeto.

Naruto apretó el pequeño muñeco rojo en forma de rana y sonrió. Estaba en desacuerdo con la opinión de Sasuke. Alzó el peluche a la altura de los ojos del Capitán, todavía sonriendo.

—Es simpático, ¿verdad?

—Te gustan las ranas —no fue una pregunta.

—¡Me encantan! Son unos animales muy astutos-ttebayo —tomó impulso lanzándola al aire para volverla a atrapar después—. ¿No es bonita? Desde ahora será Gamabunta. ¡Salúdala!

La acción de Naruto provocó que Sasuke soltara una ligera sonrisa, casi una mueca divertida. Otra persona se hubiese molestado o desanimado por obtener un anfibio, la mayoría prefería cosas grandes y bonitas, conejitos o gatitos. Un renacuajo redondo no era precisamente un muñeco "lindo". Pero Naruto estaba feliz, apachurrando su rana nombrada Gamabunta. Con esos pequeños detalles rompía sus expectativas y los esquemas presuntuosos que tenía de él. Conquistaba su corazón, haciéndole comprender que había hecho lo correcto al dejarlo atravesar sus duras barreras.

Por insistencia de Naruto, y como la costumbre indicaba, escribieron sus deseos en unos recuadros de papel y los colgaron de las ramas en un árbol de cerezo cerca del Templo. Naruto fue muy reservado con el suyo, manteniéndolo cerca de su pecho sin la intención de mostrarlo. En cambio, Sasuke solo escribió: Quiero ser feliz con esta persona.

Luego siguieron por otros puntos del festival. Iba juntándose más gente y el pasillo dejó de ser una vía accesible. La multitud apretujaba a Sasuke, alejándolo de Naruto a cada paso. Molesto, prefirió sujetarlo de la mano o lo perdería en el mar de personas. La repentina acción sorprendió a Naruto, sentir los dedos fríos de Sasuke entrelazarse con los suyos provocó un inesperado escalofrío desde la espalda. No la apartó, por el contrario, apretó fuerte. Ni saliendo del tumulto se soltaron. En la plaza el murmullo de los fuegos artificiales conmocionó a los presentes. Naruto también se emocionó, fascinado por mirar las luces matizando el cielo oscuro, como miles de estrellas multicolores. Y, aunque las cosas cursis le causaban cierta reticencia, aceptaba que junto a Sasuke era realmente especial.

Los pensamientos del Capitán iban por el mismo camino, sabía cómo concluir la velada.

—Sígueme —ciñó más la mano de Naruto, caminando en sentido contrario a las demás personas.

—¿Qué? —dijo confundido—. ¡La gente está yendo al otro lado! ¿No veremos los fuegos artificiales?

—Claro que sí, pero conozco un lugar mejor.

El camino que Sasuke siguió los llevó a la zona posterior del templo, donde comenzaba una colina repleta de árboles, bajaron por un sendero angosto y unos minutos después llegaron a un pequeño lago. Naruto pensó, mientras se quitaba el lienzo de la cabeza y envolvía a Gamabunta con él, haberlo visto antes, parecía similar al del Cuartel. Sasuke le explicó que ese lago abarcaba gran parte del territorio, del Cuartel hasta el templo.

—¿Aquí, Sasuke? ¿Por qué?

Ciertamente no encontraba nada especial.

—Sólo guarda silencio, siéntate y observa el lago.

Había un tronco tirado cerca de la orilla, allí se sentaron en silencio y dejó su paquete a un lado. Naruto no comprendía del todo, esperó encontrarse una colina o una terraza, un lugar alto donde pudieran tener una mejor panorámica… no un sitio oscuro en medio de la nada. ¿Cómo los vería si miraba hacia abajo? El sitio era bonito, pese a estar rodeados de árboles cerca del borde dejaba un gran espacio para admirar el cielo, y el agua estaba tan pacífica que parecía un gran espejo… Oh, entonces lo entendió. Cuando escuchó el sonido de los primeros petardos en el aire contempló la razón. Quedó mudo admirando el reflejo del agua, miles de luces emergieron de un profundo abismo oscuro y explotaron libres en la superficie, cubriéndola de muchos colores. Como si el cielo quedara al alcance de sus manos y sus dedos pudieran acariciar las estrellas de tonos brillantes. Un espectáculo hermoso.

Sasuke sonrió ligeramente, sincero.

El rostro de Naruto, inundado de sorpresa, emoción y alegría, fue mil veces mejor que las esplendorosas luces del firmamento.

Rojo, verde, amarillo, azul… las diferentes tonalidades iluminaban una tras otra. Sin embargo Sasuke las había olvidado por completo, atento a las reacciones de Naruto. ¿Por qué mentirse? Remarcaba cada detalle de sus labios, deseaba besarlo. La cercanía de sus cuerpos tampoco contribuyó a disminuir su anhelo. Las cosas marchaban bien, mas no estaba seguro de su reacción si lo besaba de improvisto, podría reaccionar mal o, siendo optimista, correspondería con la misma intensidad, como muchas veces antes. Jamás sabía cómo reaccionaría, era indescifrable. Una decisión militar sería menos complicada que interpretar esos sentimientos.

De un pensamiento a otro, el sonido de los fuegos artificiales quedó perdido entre los murmullos de las cigarras y el susurro los árboles que se mecían por el viento. Olía a hierba húmeda. La luz de la luna destacaba los detalles de su compañero. Naruto percibió la intensa mirada de Sasuke y giró, encontrándose esos ojos oscuros observándolo atento. Su corazón saltó repentinamente.

—¿Sasuke?

—Quiero besarte, Naruto.

Lo dijo así, de improvisto, como en un hechizo. Naruto sintió la garganta seca y tragó pesado, engañarse en ese punto sería inevitable; él también lo ansiaba. Hizo gala de su impulsividad, aferrándose a los hombros de Sasuke para tomar apoyo, deshaciendo la distancia que los separaba. Sus labios chocaron contra los de Uchiha en un movimiento brusco que por poco los deja en el suelo. Sasuke sujetó firme de la cintura evitando la caída. En dicha posición, separándose unos centímetros para respirar, se miraron a los ojos. Las palabras no hacían falta. Un nuevo beso, esta vez delicado, provocó una explosión de placer. Sasuke profundizó el contacto, mordió el labio inferior de Naruto, incitándolo a soltar un gemido bajo. Estaban entrando a un terreno peligroso, muy peligroso, sabían y aun así desearon continuar. La lengua de Naruto fue abriéndose paso, buscando el contacto de la otra, degustando un sabor dulce que acreditaba al algodón de azúcar que obligó a Sasuke a comer en su recorrido por los puestos.

Su corazón latió con mayor fuerza, un agradable golpeteo recorriendo sus venas, calentando su sangre, perdiéndose del buen juicio. Sasuke había esperado demasiado. Quería a Naruto, lo necesitaba, marcarlo como suyo. Tal vez fundirlo en sus brazos y aspirar su aroma para siempre. Nunca negaría más lo evidente; estaba enamorado. Y por los besos de Naruto, él también le correspondía.

La pasión y el deseo crecieron a pasos agigantados. Con una danza ruda entre sus bocas.

—¿Puedo? —jadeó Sasuke sin aliento, besándole la barbilla.

Naruto se retorció en su lugar y asintió, consciente de la lujuria fulgurando en los ojos negros, él permanecía en las mismas condiciones. Los besos de Sasuke habían destrozado sus defensas.

—Adelante —susurró riendo—, no pidas permiso, tonto.

Sin dejar de besarlo deslizó ambas manos por la espalda hasta rodear la cintura de Naruto. La posición incómoda no permitía un fácil equilibrio y cayeron al suelo en un montón de hojas secas, hierba y ramitas de árbol. Naruto rió besándolo en las comisuras de los labios y se acomodó en el cuerpo de Sasuke. Él lo apretó contra su torso, cada segundo aumentaba la necesidad de sentirlo cerca, suyo. Deseaba poseerlo por completo. ¿Naruto trataría igual a sus demás clientes? Su mente bloqueó el cauce de esos pensamientos, no, ahora no había papales de por medio, sólo dos amantes más, habían acordado. Sasuke sería diferente a ellos, lo movía un sentimiento superior, más fuerte que un anhelo por la carne. ¿Amor? Susurró una voz en su interior. Sí, amor.

Naruto, ajeno al campo de los sentimientos, jamás había experimentado la exigencia de sentir el tacto de otra persona, y por tocar a esa persona. La idea confundía y excitaba al mismo tiempo. Cada caricia de Sasuke, cada beso ansioso, trasmitía cierto grado de complicidad. Lo querían con el mismo apetito. Le preocupaba un poco parecer inexperto en el área del placer, sin embargo recordó las pláticas con Tsunade, en su momento parecieron innecesarias, pero ella insistió en explicarle para hacer más creíble su disfraz. Ahora le agradecía. Jugaría con fuego. Comenzó a retirar el haori de Sasuke, la acción fue torpe y no paró hasta tener completamente al descubierto el pecho del Capitán. Tragó saliva, admirando los músculos marcados en la pálida piel. El uniforme y la ropa escondían perfectamente un cuerpo bien trabajado. Sonrió sabiendo que tendría el privilegio de probarlo. Los ojos negros lo examinaron, él parecía querer soltar una sonrisa y preguntar un presuntuoso; ¿te gusta lo que ves? Pero Naruto no le dio tiempo, lamió sus labios y bajó al cuello de su compañero, besando y mordiéndole ligeramente. Por primera vez en su vida Sasuke Uchiha experimentó una corriente eléctrica atravesarle la columna. Naruto no se detuvo, continuó bajando del cuello al pecho, depositando algún beso o pasando la lengua por los pezones. Sus manos tampoco quedaron quietas, deslizándose al borde del hakama, y encima de la tela sintió perfectamente la erección de Sasuke. Sonrió nuevamente cuando su mano la apretó y escuchó un gemido ronco, entonces la movió de arriba abajo en un rítmico mimo, consciente de su dureza. ¿Qué haría Sasuke al respecto? Pues lo descubrió en un fuerte movimiento que intercambió las posiciones; él con la espalda en la hierba y Uchiha entre sus piernas. Debió imaginar que Sasuke también lo acorralaría. 

—Es mi turno.

—Adelante, muéstrame lo que puedes hacer.

Sonó como un experto catador a punto de probar un buen sake y dar su veredicto final. Bastante irónico, porque apenas dominaba los placeres de sexo. No obstante, la expresión desafiante de Sasuke lo emocionó. Levantó los brazos hasta su cuello, acariciando los cabellos negros de la nuca.

Sus ojos se encontraron.

Negro intenso y azul zafiro. Combinación perfecta.

Volvieron a besarse. Los dos sabían que no habría marcha atrás.

—Naruto, ¿somos libres?

La cuestión encerraba tantas cosas en simples palabras. Por un segundo replanteó sus actos. ¡Entregaría su cuerpo y corazón al enemigo! Sasuke lo decía por su rango de cortesano, Naruto lo atribuía a su misión. Podría empujarlo, levantarse e irse con la barbilla en alto, alegando que no haría nada sin dinero de por medio. Entonces terminaría por decepcionar a Sasuke y perdería su ventaja. ¿Realmente dolería perder esa "ventaja"? No, arruinar la misión lastimaría menos que perderlo a él. «Has perdido, Naruto, caíste en tu propia trampa.»

Sasuke Uchiha lo había derrotado primero, sin proponérselo…

—Por esta noche somos libres, Sasuke.

Y daría el último paso hacia el vacío con los ojos cerrados.

Definitivamente no había vuelta atrás. Sasuke besó su frente, luego tocó sus labios. Bajó las manos en un recorrido por la barbilla y el cuello. En el borde de la tela desató fácilmente el obi y tuvo un mejor acceso a su pecho desnudo. Ansiaba acariciarlo, marcarlo. El toque de Naruto había quemado su piel en un sentido deleitante, Sasuke quería hacer lo mismo. La ferviente necesidad incitó a probar sus pezones. Imprimía ansiosamente, complaciéndose de los sonidos que Naruto soltaba al morderlos.

La tela del yukata se deslizó completamente, sirviéndoles de manta. Poco a poco, inconscientes de sus actos debido al placer, las prendas fueron olvidadas hasta quedar desnudos. Sasuke recorrió el torso, descendió lentamente a la altura del ombligo y acarició sus costados. Pero algo estaba mal. Justo por debajo de su costilla izquierda resaltaba una cicatriz. Sus dedos pasaron detenidamente por la zona, agudizando la mirada para examinarla mejor. Conocía el tipo de corte, y el arma que provocaba una incisión de tal magnitud. Sasuke lucía varias del mismo tipo en su cuerpo. La cicatriz era el resultado de una espada.

—Es un corte de katana, ¿quién te hizo esto? —frunció el ceño.

Naruto contuvo la respiración. «Fue uno de tus compañeros», respondió su subconsciente, tensándose al recordar la noche de unos meses atrás. Una herida producto del robo de un pergamino, una herida que empeoró por culpa de su enfrentamiento con Sasuke en la calle. ¡Dios! Parecía que habían pasado años, como un sueño lejano. ¿Qué debería decir? Significaba más que una simple marca, representaba la prueba de su última misión y, por supuesto, su primer encuentro con él. ¿Reconocería su figura? ¿Lo mataría ahí mismo? La herida había sanado, pero la evidencia de su verdadero oficio vivía con él. Aspiró aire despacio e intentó controlarse, las palabras atoradas en su lengua. Quedó en silencio ante la atenta mirada de Sasuke. Sé inteligente. La voz de Tsunade lo despertó del shock.

Una excusa. Otra mentira en su larga lista. Sasuke no lo dejaría pasar hasta obtener una respuesta.

—Fue un accidente —habló en voz baja—. Mi última noche en el barrio de Shimmachi en Osaka, un cliente se molestó por mi partida, reaccionó de manera agresiva y utilizó su katana para atacarme, quiso matarme por sus celos. Yo… no me gusta hablar de eso, Sasuke, me siento mal y todavía tengo pesadillas. ¿Podrías olvidarlo?

La mueca dolida en su rostro completó el cuadro. ¡Genial! La facilidad de sus mentiras salía cada vez mejor. Cada maldito día se convertía en un ruin embustero.

Sasuke apretó los puños, molesto consigo. Se aseguraría de protegerlo, debían enfrentar su ira si trataban de ponerle una mano encima otra vez. Prometía cuidarlo de cualquier peligro.

—No dejaré que vuelvan a lastimarte —susurró, besando sus labios y acariciando la cicatriz.

Un repentino flechazo de culpa le hizo desviar la vista. Una linda promesa difícil de cumplir.

Decidieron en un mudo acuerdo dejar el tema. Naruto lo jaló del cuello, apretándolo fuerte. Sus cuerpos se unieron, compartiendo el calor contra el frío del bosque; cubiertos de sudor, acariciándose, disfrutando del sabor en sus pieles. La realidad no existía ahí, cobijados por los árboles y el sonido de cigarras. Sasuke rozó el miembro de Naruto, rodeándolo con sus dedos mientras éste se retorcía. No pretendía terminar rápido, llevó sus dedos húmedos a los muslos y posteriormente entre sus nalgas, buscando la entrada e introduciendo uno de ellos. Su amante volvió a temblar. El toque incomodó a Naruto, fue inevitable gruñir. Mentiría si dijera que se sentía bien, el segundo dedo empeoró la sensación y protestó. Contrario a lo que Sasuke suponía, era su primera vez.

—Eso duele, idiota.

A Sasuke no le importó el insulto.

—Pensé que estabas acostumbrado —su tono no sonó a burla, sólo había curiosidad.

—No empieces con eso —advirtió, fingiendo enojo—. No arruines el momento.

Le hubiese gustado gritarle un par de cosas, no estaba acostumbrado porque nunca lo había hecho antes, Sasuke sería el primero por muy ridículo que sonara. ¿Cómo tomaría el hecho que Tayu fuera virgen después de su mizuage? La ventaja de no ser mujer ayudaba bastante, al menos él no pasaría por la bochornosa situación del sangrado. Porque un kamuro se convertía en Yuujo durante su mizuage, cuandoperdía la virginidad con su primer cliente. Como Yuujo era el rango más bajo de una Oiran, con la experiencia, preservando su belleza y un estricto entrenamiento en diversos artes, ganaba terreno para escalar a la posición de Sancha/Umecha y al final, si conseguían lograrlo, Tayu.

Naruto solo intentaría fingir que no dolía demasiado. Jiraiya daría el grito en cielo si descubriera lo que estaba a punto de suceder. Mejor no pensar en ello.

—Tienes razón, aquí no eres el Tayu de la casa de Tsunade. Para mí solo eres Naruto.

—Y para mí, solo eres Sasuke.

«No una misión, no un enemigo.»

Sasuke asintió conforme, su dolorosa erección no soportaría más y decidió ir despacio. Una vez le habían dicho que tenía dedos privilegiados, no recordaba quién y poco le importaba, pero escuchando como Naruto dejaba de gruñir y empezaba a gemir, sonrió orgulloso. Consciente que no sería doloroso para Naruto, sostuvo ambas piernas abriéndolas más, ocupando un lugar accesible para su pene y empujándolo poco a poco. Cuando la apretada carne envolvió su miembro sintió que podría venirse en ese instante. Recuperó la respiración y controló su instinto, Naruto tenía los ojos fuertemente apretados y sus puños arrugaban la tela del yukata.

—Naruto, mírame.

Él abrió los ojos y el azul de sus irises bañados de placer cautivó sus sentidos. Sasuke besó su frente húmeda, aún dentro, quieto, aguantándose la ganas de moverse.

—No soy de cristal, idiota.

Era fácil decirlo, pero las uñas de Naruto habían abandonado la tela y ahora se aferraban dolorosas a la piel de su espalda pálida, posiblemente dejaría marcas allí. El agarre disminuyó un poco y supo que sería hora de continuar, el cuerpo de Naruto lo recibió mejor. Empezó con embestidas lentas, escuchando los nuevos gemidos, listo para el siguiente nivel, y el movimiento de sus caderas aumentó. Encontraron un nuevo ritmo, un compás perfecto, afuera y adentro, tocando un punto exquisito. Pronunciaban sus nombres en susurros, besándose con ansiedad. La mano de Sasuke no dejó abandonada la erección de su compañero, al mismo tiempo que entraba y salía de él sus dedos estrechaban con mayor fuerza, no se detuvo hasta que Naruto terminó en su manos. A Sasuke le faltaba poco. La parte lógica de su cerebro indicaba que saliera de su cuerpo, pero la sensación del acto y la posesividad lo dejaron encerrado en una neblina de placer, bastante densa para pensar claramente. Sus instintos primitivos pedían marcarlo como suyo, dejar su esencia de pertenencia en el interior de su amante.

Y, desconsiderando las consecuencias, Naruto igualmente abrumado por el orgasmo, acabó dentro de él con un grave gruñido.

—Te amo, Naruto.

Entregaba por fin su corazón, de manera sincera. Sasuke Uchiha aceptaba que había caído ante Naruto Uzumaki.

La confesión de Sasuke le causó un hueco en el pecho, porque en esos ojos oscuros había sinceridad y cariño. Iría al infierno por mentirle a un hombre que estaba entregándole su corazón en bandeja de oro.

—Yo también te amo, Sasuke. Nunca, nunca lo dudes.

Se aferró a él en un abrazo desesperado. ¿Qué oportunidad habría de perdón si aceptaba que también se enamoró en el camino? Sería su perdición y lo merecería. ¿Cuánto duraría esa perfecta burbuja de irrealidad? Quizá no tanto.

Hacía calor. Naruto abrió los ojos de golpe, miró a su alrededor y descubrió las paredes tapizadas de su habitación, descansaba cómodamente en su futón. Recordó haber entrado antes del amanecer, su ropa manchada de tierra y el cabello lleno de hojas y ramas. Sasuke había ayudado con cuidado a subir el árbol, marchándose después con un último beso. Quiso levantarse y su cuerpo reprochó el brusco movimiento, proporcionándole una punzada dolorosa en la espalda baja y su trasero. Gruñó al sentarse erguido, tallándose la cintura para disminuir el malestar. Maldito Sasuke, le había gustado pero también era doloroso. Sus mejillas enrojecieron. Debería estar dándose de topes en el tatami por su poco profesionalismo. ¿Qué pensarían sus amigos al saber que flaqueó por necesidad de su cuerpo? Esperaba que nunca lo descubrieran.

La felicidad duraría poco.

—Naruto Tayu.

La voz de Haku lo despertó de sus meditaciones. Le indicó pasar y la puerta se abrió.

—¿Qué pasa?

—La señora Tsunade quiere verlo en el salón de visitas.

—¿A esta hora?

Haku bajó la mirada, apenado.

—No quiero parecer impertinente, pero está acompañada de un hombre. ¿Su amigo? Me pareció haberlo visto cuando usted entró a la casa.

¿Jiraiya? ¿Kiba? Su curiosidad ganó, se incorporó de un salto e ignoró –en lo posible– el dolor de su cuerpo. No esperaba a nadie, esa visita indicaba que habría problemas. O la situación, cualquiera que fuera, estaba saliéndose de las manos.

—Enseguida voy. Puedo vestirme yo solo, Haku, gracias.

El pequeño kamuro estuvo inconforme con la idea, pues él debía ayudar a Tayu en todo. Sin embargo Naruto le revolvió los cabellos en un gesto amable y dijo que no se preocupara. Cuando Haku salió, él sacó ropa limpia de un baúl y lavó su cara. El día comenzaría muy interesante.

En el Cuartel General, al centro del patio de entrenamiento, los soldados permanecían reunidos, formados diestramente en largas filas para presentar su respeto a la llegada del Supervisor. Aun tratándose de un bonito día, recién por la mañana, nadie sonreía. La presencia de Orochimaru Sannin arruinaba el ánimo de cualquiera.

Frente a ellos otro pequeño grupo de hombres hicieron un saludo militar. Orochimaru, en medio de sus escoltas, sonrió mirando sus rostros. Sasuke estaba junto a él, acompañado de Sai, Juugo y Suigetsu. Siendo Capitán del Cuartel en Kioto era su obligación recibir a su superior. Inspeccionaba cada gesto, esperando descubrir sus verdaderas intenciones. El semblante sereno no decía nada, tampoco el cordial apretón de manos por su parte. Esa serpiente tramaba algo, y lo descubriría antes de esperar las consecuencias. Luego de una excelente noche con Naruto, su día estaba convirtiéndose en una mierda.

Jiraiya se veía preocupado y supo que realmente había problemas. Tsunade los dejó solos, palmeándole el hombro antes de salir. Naruto quedó de pie, dando de vueltas en el lugar mientras escuchaba el reporte del hombre. Mordió levemente su labio inferior y por fin ocupó un cojín para sentarse.

—Pensé que Orochimaru tardaría otra semana en llegar.

—Lo mismo pensamos, pero uno de nuestros espías vio su escuadrón a las afueras de la ciudad durante la madrugada. Orochimaru debe estar ahora en el Cuartel. ¡Ni tú lo sabías, Naruto! ¿Cómo puedes explicar este fracaso? ¿Qué hacías mientras esto pasaba? —Jiraiya estaba furioso, y con justa razón—. ¡Se suponía que viniste aquí para investigar a Uchiha y evitar que nos tomaran por sorpresa! Creo que esta misión fue mucho para ti.

Sarutobi cruzó los brazos, molesto. Naruto desvió la mirada, no por mucho tiempo.

—Acepto la culpa, mi desempeño ha sido pésimo, la información que debí saber pasó frente a mi nariz, pero…

—Nada, nada —Jiraiya interrumpió más calmado—. No hay peros que valgan, tú tendrás tus razones y métodos, y aún estamos a tiempo. Uchiha tampoco es un boca floja como otros, sabía que sería difícil con él. Y no vine a reclamarte por todo, sino a darte una nueva asignación.

—¡¿Qué?! ¿Me iré de este lugar?

—No tan rápido, muchacho. En el campamento estaremos ocupados, cuento con pocos elementos para esto, y lo pensé mucho antes de venir. Será complicado manejar dos tareas a la vez, aunque confío en el progreso de tus resultados desde ahora. Debemos mantener vigilado a Uchiha y te quedarás aquí, pero también necesito de tus habilidades fuera. ¿Podrás con la responsabilidad?

La cuestión de Sasuke hería su orgullo como profesional, no obstante, tendría una nueva oportunidad para remediar su fracaso. Reivindicarse ante los ojos de Jiraiya. Fallar quedaba descartado, estaba decidido.

—Estoy listo. ¿Cuáles son los datos?

—Esa respuesta quería escuchar —Jiraiya sonrió—. Verás, con los nuevos hombres de Orochimaru deambulando por las calles y el Cuartel, necesito que vigiles sus movimientos. Varios de nuestros compañeros se dispersarán por la zona, pero requiero de tus habilidades silenciosas para el área del Cuartel. Orochimaru conserva una escolta con él, y será difícil acercarnos, por ello nos concentraremos en los subordinados. Por las noches vestirás nuevamente tu uniforme y recorrerás los alrededores. Ellos estarán atentos y nosotros igual, seremos más inteligentes. Nadie sospechará de ti, antes hablé con Tsunade y está dispuesta a brindarnos una coartada; mientras tú atiendes a un "nuevo cliente" en la habitación reservada, en realidad estarás fuera monitoreando a los intrusos. Averiguaremos que trama Orochimaru al venir a Kioto, no me trago ese cuento del supervisor.

Un plan bastante astuto.

—¡Puedo manejarlo! Confía en mí otra vez, invertiré mi esfuerzo en obtener buenos resultados.

—Cuento contigo, Naruto. Tu antiguo traje quedó roto por los cortes de katana, y conseguí uno nuevo que traerá Kiba más tarde, también varias armas.

Los ojos azules de Naruto brillaron.

—¿Empezaré desde hoy?

—Entre más pronto mejor, no me fio de Orochimaru —hizo una mueca y se puso de pie—. Procura organizarte, como mencioné antes, Uchiha tampoco quedará fuera del círculo, podría intentar algo con Orochimaru cerca, quién sabe, es recomendable seguirle los pasos. Es un trabajo pesado.

—Es un trabajo.

Un sabor amargo quedó en su boca al reconocerlo.

—Ten cuidado, la situación estará más peligrosa.

—No te preocupes, viejo. ¡Daré mi mejor esfuerzo-ttebayo!

Jiraiya rió ante el apodo, extrañaba a Naruto llamándolo así.

—Confío en ti, mocoso. Tal vez solo tengas una mala racha, sé que te recuperarás.

Sarutobi revolvió sus cabellos antes de salir de la habitación, justo como él había hecho con Haku. Naruto soltó un suspiro cansado cuando estuvo solo.

—Espero que tú estés mejor que yo, Sasuke.

Una vez que la presentación del protocolo concluyó, los subordinados de Sasuke guiaron a los nuevos huéspedes (unos cien hombres) a su respectiva área del cuartel. Contaban con un espacio limitado, suficiente para sus necesidades básicas y entrenamiento durante las semanas restantes de su visita. Uchiha dejó a cargo a sus Tenientes, mientras él orientaba a Orochimaru y su fiel guardia Kabuto Yakushi. En medio del recorrido, Orochimaru pidió hablar en la privacidad de su despacho, y ahí estaban ahora, sentados frente a frente.

—Manejas bien la responsabilidad, Sasuke-kun.

Ser felicitado por Orochimaru le causó cierta desconfianza. Reconocía el odio tras las palabras amables.

—Son buenos soldados, disciplinados, el mérito es de ellos.

—No seas modesto, un buen líder es el engrane principal —rió—. Si el líder cae, los demás también lo harán.

Los ojos amarillos no perdieron detalles de su rostro. Sasuke sostuvo el reto. Una amenaza disfrazada no intimidaría su confianza.

—Cierto, me sorprende que llegara a tal conclusión por sí solo, igualmente se aplicaría a sus hombres, ¿verdad? Un líder débil maneja un grupo débil.

Dos podían jugar el mismo juego. La sonrisa de Orochimaru desapareció y estrechó los ojos, fastidiado. Abandonó su lugar ante el escritorio, con la barbilla en alto y la promesa de hacerle tragar sus palabras al mocoso arrogante.

—Me retiraré a descansar, no era mi intención adelantar el viaje, pero me comunicaron de un movimiento inusual, pronto ordenaré equipos de patrullaje. Tengo informes sobre las actividades de la Oposición, los miembros de Konoha andan libres provocando disturbios como si no hubiese autoridad —una sonrisa apareció al percatarse de la mandíbula tensa de Sasuke—. Haré una evaluación de las zonas e identificaré los problemas, debo redactar un informe detallado para Ieyasu. No podemos permitirnos un nuevo grupo de rebeldes surgiendo de las rocas. Sé que manejas bien el cargo, Sasuke, pero requerimos gente más competente en altos rangos como el tuyo. Esto no es un juego de niños que se gana por un apellido.

Con una exagerada reverencia salió del despacho, seguido fielmente por Kabuto.

—Maldita serpiente, te crees muy astuta —golpeó los papeles de su escritorio y gruñó. Sai entró en ese instante.

—Tranquilo, sólo pretende molestarte.

Irritado, Sasuke pasó una mano por su cabello. Caer en las provocaciones de Orochimaru le impediría pensar claramente. Sannin tramaba algo; el repentino interés por la zona de Kioto cuando él tomó el cargo de Capitán, el falso informe del recién grupo de rebeldes y la exagerada cantidad de soldados, para una simple inspección, inquietaba. ¿Desde cuándo su "negligencia" había dado lugar a un nuevo grupo rebelde bajo su nariz? Absurdo. Sasuke vivía en la zona, patrullaba todos los días, manejaba las denuncias del pueblo. En ninguna ocasión escuchó, o encontró, referencias de más rebeldes en Kioto. Y de la nada… ¿Edo recibía noticias de un problema que él desconocía? Definitivamente Orochimaru conspiraba en su contra. Porque ni su relación con Naruto haría olvidarse de sus obligaciones.

Naruto.

Era un alivio saber que se hallaba al margen de los problemas. ¿Estaría tocando la flauta, el Shamisen? ¿Practicando danza o arreglos florales? Imaginarlo en el salón frunciendo el ceño delante de un montón de flores parecía correcto. ¿Cómo habría amanecido? Recordaba el tacto de su piel, el aroma de sus cabellos y el sabor de sus besos. Se había convertido en un prisionero de Naruto. Quería verlo otra vez, apretarlo en sus brazos. Aunque la amenaza de Sannin sería un impedimento. Miró los pergaminos y supo que no podría concentrarse. Dejó el sillón, dispuesto a salir.

—¿A dónde vas, Sasuke?

—Necesito un poco de aire, la presencia de Orochimaru revuelve mi estómago. ¿Te encargo el resto?

—No hay problema.

—¡Maldito Kiba! Me las pagarás, sucio traidor.

Mascullaba el nombre de su amigo todavía enojado, dando vueltas en el cuarto esperando tranquilizarse antes de abrir los paquetes que Jiraiya había enviado. Su oportunidad de redimirse estaba a la vuelta de la esquina y aplicaría sus habilidades al máximo para mejorar. Esperó paciente la visita de su compañero, ¿y qué recibió a cambio? ¡Una carcajada por parte de Konohamaru! Según la respuesta del niño, Kiba se había ofrecido a ejecutar una misión importante. Konohamaru no dudo en sustituirlo como mensajero. A Naruto le alegró verlo, y hubiese estado bien sino contaba las burlas. Tuvo que golpearlo en la cabeza para que dejara de reír.

—¿Tan mal me veo, tonto? —Su fino kimono había sido el causante de la risa—. ¿Quieres pelear conmigo? ¡Te daré una lección-ttebayo!

Konohamaru observó mejor de arriba abajo, sus mejillas enrojecieron y desvió la mirada, avergonzado. Eso le molestó el doble y prefirió correrlo de una patada. El niño le sacó la lengua a modo de despedida.

Cargó la caja y el paquete a su habitación para inspeccionarlos, sin dejar de maldecir a Inuzuka. Se sentó en el suelo, indiferente a las arrugas en la seda roja del kimono, la tela era estorbosa pero no tuvo tiempo de cambiarse. Desdobló cuidadosamente el papel del paquete y sonrió al encontrar una copia de su viejo uniforme negro con el emblema de Konoha, idóneo para el servicio, gracias a él se transformaba en uno con las sombras de la noche. Resistió las ganas de probárselo y cerró el paquete otra vez dejándolo a un lado. Su interés creció por la caja, sus armas, sus confiables compañeras; kunais, shurinkens, bombas de humo y su pequeña katana. Acarició la parte superior de una estrella, admirando su reflejo en el metal. Moría de impaciencia por practicar su puntería en algún árbol fuera de la casa.

—¿Qué guardas ahí?

La voz a su espalda provocó un salto en su corazón. Retiró pronto la mano y sintió la sangre helada.

—¿Sa-Sasuke…?

Giró lentamente la cabeza esperando que fuera una invención de su imaginación. Pero no. Sasuke Uchiha estaba ahí, sentado en el marco de la ventana, mirándolo con interés. Posiblemente había utilizado la ruta de la noche pasada. Saltar la barda, cruzar el bosque y entrar por el árbol no sería difícil para alguien entrenado como Uchiha. ¿Cuánto tiempo llevaba allí?

—¿Ocultas algo?

¡Dios! Iba a descubrirlo. Así de fácil terminaría su disfraz. Si veía el traje con la insignia de los rebeldes, el símbolo de Konoha, no tendría más excusas. Peor serían las armas. Sasuke era una persona bastante reflexiva. ¿Saldría bien librado inventando una mentira? Tragó saliva amarga.

—Na-nada interesante, adornos para… ¿el nuevo kimono? ¡Sí, eso! Son joyas nuevas.

A Sasuke le desconcertó el nerviosismo de Tayu. Cuando entró por la ventana, muy sigiloso y precavido, no esperó encontrárselo de espaldas, concentrado en una caja que no pudo mirar bien por el exceso de tela alrededor. Bajó del marco y caminó hacia él.

—¿Puedo verlos?

—¡NO! —Gritó exaltado.

Sasuke alzó una ceja, confuso.

—¿No? ¿Por qué?

Él procuró tranquilizarse y sonreír.

—Son una sorpresa, quiero lucirlos por la noche, Tsunade se molestará si descubre que no están en su habitación. Será mejor que los guarde.

No supo si Sasuke realmente se tragó la mentira. Rápidamente empujó el paquete en la caja, y por la prisa su dedo índice rozó la punta de un kunai –la adrenalina inhibió el dolor. La guardó en el baúl de su ropa, resguardándolo con llave.

—Listo. —Y respiró aliviado.

Uchiha pensó que Naruto exageraba por unos simples adornos. Pero la idea quedó olvidada al notar la sangre en su dedo.

—Estás herido.

—Un corte pequeño, nada grave.

—Claro que sí.

Por instinto, el Capitán sujetó el dedo lastimado llevándoselo a la boca, eliminando cualquier rastro de sangre. Naruto parpadeó un par de veces, incrédulo. Sus mejillas enrojecieron por el calor y la humedad de la lengua de Sasuke.

—No tenías que hacerlo.

—Me desagrada verte herido —besó el dorso de la misma mano y la dejó libre—. Yo nunca te haría daño.

Esa frase debió tratarse de algo encantador, sin embargo a Naruto le recordó su verdad.

—¿Realmente lo evitarías? —Susurró—. Las palabras se las lleva el viento, es malo forjar promesas que no cumplirás.

—¿A qué te refieres? Jamás te lastimaría, Naruto.

¿Por qué atormentarse con sucesos que aún no ocurrían?

—Lo sé, a veces digo cosas absurdas, olvídalo —prefería cambiar de tema—. Por cierto, me agradan tus visitas pero podrían descubrirnos. ¡Entraste como un ladrón por mi ventana!

—Solo quería verte.

—Podíamos encontrarnos en el lago.

En otra ocasión hubiese aceptado la idea, en su actual posición sería difícil. Pensar en los riesgos que Naruto correría cerca del Cuartel activaba su alerta. Protegería a su persona más valiosa.

—Por ahora no quiero que regreses al lago. Es peligroso, habrá nuevos soldados, personas desconocidas merodeando los alrededores, y no permitiré que alguien intente lastimarte o propasarte contigo. —Los soldados de Orochimaru molestaban, concebirlos cerca de Naruto le hacía perder los nervios—. Además, necesito pedirte un favor, sé que no tengo derecho… son tus clientes y tu trabajo, pero prométeme que no recibirás a un hombre llamado Orochimaru Sannin.

Naruto sonrió conciliador. Agradecía la preocupación de Sasuke, era sincero, aunque le hubiera gustado decirle que podía cuidarse solo. En cuanto a Orochimaru, sabía cómo manejarlo.

—De acuerdo, hablaré con Tsunade. Como Tayu elijo a mis clientes, ¿recuerdas?

Sasuke asintió más tranquilo.

La suerte parecía favorecerle y la noche sin luna ofrecía un escenario adecuado. Luego de la visita inesperada de Sasuke cerró la ventana con llave y procuró tener todo listo. Por él no debía preocuparse, al menos por una semana, el Capitán estaría bastante ocupado en el Cuartel con sus nuevos invitados y evitaría acercarse a Shimawara por precaución, así no levantaría sospechas en Orochimaru, exponiendo su relación con Tayu. Se valdría de ese tiempo libre. Gracias a Tsunade tenía una coartada preparada; atendería a un daimyõ importante y reservado, utilizando una habitación privada.

Estaba ansioso.

Naruto ató la parte delantera del traje negro hasta el cuello, apretó firmemente el porta-armas a su cintura y aseguró la pequeña katana en su espalda. Cubrió el cabello rubio y su rostro con la máscara, dejando a la vista únicamente sus ojos azules. Su reflejo en el espejo lo saludo, y sonrió complacido bajo la tela. Por fin era él; un guerrero silencioso, no un muñeco de estante. Subió al marco de la ventana, detallando la oscuridad del bosque y saltando a una rama cercana, sus ágiles movimientos ayudaron a caer de pie en el pasto. ¿Qué pensaría Sasuke Uchiha si lo veía saltando así del árbol? Cuando pasó la barda de madera y estuvo en la calle, inspeccionó el camino. Era peligroso deambular en las calles y consideró otra vía; los techos de las casas de teja serían la mejor opción. Una vez arriba buscó el Cuartel General a lo lejos.

Las piezas comenzaban a moverse y él estaba parado en medio del tablero. Sus principios y prioridades habían cambiado de rumbo, atesoraba un deseo egoísta. ¿Sería mucho pedir concluir su teatro antes de verse descubierto? Pensar en alejarse de Sasuke causaba un hueco en su pecho. Perderle lastimaría demasiado. Sí, quería ser egoísta.

Un movimiento en falso y todo se vendría abajo como una delicada casa de naipes.

.

Continuara…

.

…oooO*Oooo…

.

.

.

 

Notas finales:

Muchas gracias a: KiRiZari_Hotachi, Pikacha-sama, sue, isanenaru, TSUNADE, bitchy9316, merisusa, Sorazumi, Niru, Zaphyrla, ANGELUZ y gogo-chan.


 


Gracias x leer (°~°)/


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