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Acompañante de placer: Oiran por RiSaNa_Ho

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Notas del capitulo:

 

Gracias por continuar :D

Capítulo VIII

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By Risana Ho

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…oooO*Oooo…

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Despertó con los primeros rayos del sol. Había dormido solo tres horas, tenía pocas ganas de levantarse pero prefirió ponerse al día. Su primera noche vigilando tuvo resultados irrelevantes; recorrió las calles cercanas al Cuartel, el perímetro del bosque y varios puntos de la plaza, sin embargo los soldados de Orochimaru no aparecieron. Debió suponer que, siendo su primer día en el cuartel, estarían ocupados coordinando su estancia con los subordinados anfitriones. Aun así permaneció atento hasta las tres de la madrugada. En conclusión; su primera noche fue tranquila, aburrida e infructífera. Cuando llegó a la casa de Tsunade el lugar estaba silencioso y desierto, fácil trepó el árbol junto a su ventana y entró sin causar alboroto. Se quitó el uniforme negro, cambiándolo por una yukata verde, y sus armas fueron a parar al baúl de ropa, cerciorándose de mantenerlo bajo llave. Apenas tocó la calidez del futón quedó completamente dormido, hubiese deseado pasar más horas descansando, aunque, por muy Tayu que fuera, él debía respetar las reglas igual a los demás. Levantarse temprano contaba como una importante.

¿Qué hacer primero? El desayuno era buena idea, ¿o hablar antes con Tsunade? Luego de la visita de Konohamaru ella había pedido hablar en privado, pero su emoción por preparar la nueva misión le tomó más tiempo e ignoró su petición. ¿Estaría molesta? Sería mejor averiguarlo.

Algunos compañeros lo saludaron al bajar y él regresó el gesto. Parecían contentos de saber que atendía a un daimyõ como cliente exclusivo, de tal manera ellos podrían quedarse con los demás clientes importantes. Un resultado beneficioso para Naruto porque dejarían de molestarlo.

Conocía de memoria el trayecto a la habitación de Tsunade, en el final del largo pasillo había una puerta corrediza adornada con dibujos de flores de loto, peces koi y mariposas. Respiró profundo antes de llamar, albergando la esperanza de encontrarla con buen humor.

—¿Puedo entrar, abuela Tsunade?

Ella no contestó. Iba a preguntar nuevamente pero la puerta se abrió de golpe, mostrando el rostro furioso de la mujer.

—¿Cuántas veces debo recordarte que no soy abuela? ¡¿Me ves tan vieja?! —reclamó. Naruto rió nervioso dispuesto a contestar—. Ni se te ocurra decir una palabra, niño. Entra, tengo cosas importantes que hablar contigo.

Naruto cerró rápidamente la boca, guardándose su comentario. Molestar a Tsunade Senju era pedir un golpe a gritos. Sabía muy bien las consecuencias por boca de Jiraiya; él, siendo un muchacho calenturiento, había espiado a una joven Tsunade en los baños públicos, ella descubrió su fechoría y lo golpeó hasta dejarlo inconsciente. ¿Quién imaginaría tanta fuerza guardada en una hermosa mujer? Mejor estar callado. Tomó asiento frente a ella en uno de los cómodos cojines de color jade, fue imposible no hacer una leve mueca. En la mesita un par de tazas acompañaban una tetera, Tsunade miró su rostro por un segundo y en seguida sujetó la tetera, sirviendo té para ambos. Olía delicioso. La habitación en general emitía cierto aire de complicidad y calma.

Su cansancio desapareció poco a poco con cada sorbo de té.

—¿De qué quiere hablarme, Tsunade?

Hubo silencio. Ella lo veía atenta tras su taza.

A Tsunade le agradaba Naruto. Su forma de sonreír, la manera de enfrentar las cosas, su espíritu de lucha y desafío. Durante esos meses reconoció el valor del chico escandaloso. Y por ese mismo cariño que había despertado en ella compartiría su experiencia. Le haría comprender el verdadero filo de la realidad por donde él caminaba a pasos descalzos. Las cosas no siempre eran fáciles.

—Ayer no tuvimos tiempo de conversar por la prisa en tu nueva misión, y me hubiese gustado advertírtelo antes, al menos antes del festival.

—¿El festival? ¿Por qué?

—No quieras verme la cara de tonta, mocoso —ella frunció las cejas—. Sé muy bien lo que pasó la otra noche. ¿Cuántos años crees que llevo en el negocio? Apenas cruzaste la puerta para encontrarte con Jiraiya me percaté de inmediato. ¡Entregaste tu cuerpo al idiota Capitán! Debí aconsejarte, creí que no cederías con él —suspiró—, aunque eres joven e impulsivo, y la pasión es inevitable, ¿cierto? Ahora espero que hayas tomado precauciones.

La cara de Naruto enrojeció. Tsunade había sido muy directa, dejándolo sin oportunidad de protestar.

—Y-yo, ¿q-qué?... ¿Cómo?

—Deja de balbucear, pareces idiota.

—¡No soy idiota! Sólo se me fue de las manos.

Una parte de ella estaba muy molesta. Pensó que Naruto sería precavido en sus acciones, y no caería fácilmente en las garras del placer. Sin embargo, cediéndole un voto de confianza, Naruto Namikaze no formaba parte del mundo real tras los muros de Shimawara. Pertenecía a un grupo de la Oposición, un buen muchacho centrado en los ideales de sus compañeros, jamás había pasado por la desconfianza y crudeza de vender su cuerpo, adelante en una luchar perversa por sobrevivir. Era un joven inexperto entre ellos, tal vez experimentando, en mal momento, una vorágine de amor. Y su "aventura" traería consecuencias. ¿Sabría cuidarse? Si fuera parte de su familia tendría el conocimiento, pero su rostro avergonzado, el nerviosismo en su voz y la respuesta esquiva, confirmaban sus sospechas.

Naruto estaba perdido y ella lo guiaría.

—Está claro que ninguno pudo controlarse, par de mocosos irresponsables. Pero tampoco soy tu madre para reclamarte con quien te acuestas. Aunque da la casualidad que estás bajo mi techo, a mi cuidado y con mis reglas. Es mi obligación recordarte tus actos imprudentes, pueden acarrearte inconvenientes.

—¿Le contarás a Jiraiya? Sasuke no es malo como ustedes piensan, hace bien su trabajo y reconozco que yo metí la pata, pe-

—Alto, Naruto —cortó el discurso, fastidiada—. Dije que no soy nadie para juzgar tus actos, quiero apoyarte. No iré con el chisme, porque sé cómo luchas muy duro en Konoha, eres inteligente en algunos aspectos, e ignoras otros por falta de interés. Solo respóndeme, ¿qué harías si tu noche de lujuria trajera consecuencias?

—Intentaré explicaré a Jiraiya qu-

—¡Deja de meter al viejo verde! ¡Estoy hablando de un hijo!

La idea cayó como un balde de agua helada. «¡Imbécil, imbécil, imbécil!» ¿Cómo había olvidado un aspecto tan obvio? La preocupación por quedar descubierto, sus debates mentales y la posibilidad de decepcionar a Konoha, provocaron que postergara un punto importante. El tema de Sasuke Uchiha nublaba su buen juicio, desequilibraba sus emociones y perturbaba sus prioridades. Si hubiese sabido que acabaría enamorándose de él, nunca habría aceptado la misión. No obstante, imaginarse a otra persona en su lugar, seduciendo a Sasuke, revolvió su estómago. Sería más responsable.

—Cierto, soy un idiota.

Tsunade suspiró, suavizando el gesto.

—Mi intención no era sermonearte, al contrario, pretendo cuidarte y prevenir los accidentes. Aún tenemos tiempo de preparar algo.

—¿Cómo lo haremos?

Ella palmeó su mano sin responder. Se levantó para llamar a Shizune, ella apareció y Tsunade susurró en su oído. La muchacha asintió antes de marcharse. Quince minutos después regresó acompañada de otra taza de té.

—Es para ti, Naruto. Espera unos momentos para tomarlo, está recién hecho.

Cuando Shizune dejó la taza en la mesita la observó con recelo. Olía diferente a la infusión que Tsunade había servido primero, un color gris desagradable lo saludaba. Tenía cierta idea del propósito del brebaje, y corroboró sus sospechas por la explicación de Tsunade.

—Despreocúpate, es un té bastante efectivo. En el negocio debemos conocer diferentes hierbas para evitar un embarazo no deseado, nuestro trabajo depende de ello. Ésta —señaló la taza—, la conocen como Hierba de la Luna, difícil de conseguir sino frecuentas los lugares correctos. Funciona en los primeros días, sentirás náuseas, un dolor leve y posiblemente sangrarás un poco. Suena cruel pero es la mejor opción.

Tsunade comprendía mejor que nadie, tuvo una vida difícil desde niña y trabajar en Shimawara le había enseñado muchas cosas, entre ellas la barbaridad de las mujeres desesperadas. Un té a tiempo evitaba traer bebés inocentes a un mundo de encierro, pues sería un constante recordatorio de su origen; concebidos en una noche de placer que un cliente sin rostro habría comprado. ¿Cómo brindar un futuro prometedor tras las rejas de un hamirise? Aunque también había excepciones, y esas niñas bonitas, hijas de Oiran, se convertirían en futuras kamuro.

—Supongo que tienes razón —Naruto metió el dedo índice en el líquido, sacándolo inmediatamente al sentir el escozor—. Quema.

Tsunade sonrió un poco.

—Regresa a tu habitación, llévatelo y bébelo cuando esté tibio.

En un acto impulsivo Naruto se levantó de golpe, rodeó la mesa y la abrazó, realmente admiraba a esa fuerte mujer.

—Gracias, abuela Tsunade.

Salió de la casa por el corredor de madera, dispuesto a sentarse frente al estanque mientras esperaba por su té. La mañana era tranquila, daba una agradable sensación de libertad. Sostenía la taza con ambas manos, cubriéndolas por la tela de las mangas del kimono. Una vez en su banca favorita se sentó y puso la taza a un lado. Estaba cansado y tenía sueño. La plática con Tsunade no ayudó a mejorar sus ánimos, pero agradecía sinceramente su preocupación. Contar con ese apoyo le hizo sentirse nuevamente en casa. Su madre habría reaccionado peor, un sermón acompañado de un golpe en la cabeza. «¡Naruto, eres un insensato-ttebane!», hubiese dicho ella. Merecería el regaño. Ingenuo. ¿Cómo dejó pasarlo? La jerarquía de sus preocupaciones iba mal, se alarmaba más por el hecho de ser descubierto y echar la misión abajo, a estar esperando un bebé de Sasuke.

Un bebé de Sasuke Uchiha.

En realidad no le molestó abrigar la idea. Un niño de ojos y cabellos negros, corriendo alegre por allí, parecía una escena encantadora. Mas su actual situación quedaba lejos de concluir con un final feliz. Eran enemigos. Contempló la taza de té, concentrado en el humo que salía en una fina línea. ¿Cuántas personas ahí habrían recurrido a él? Criar solo a un hijo era dificultoso, y él no tenía derecho a juzgar sus decisiones.

—¡Naruto!

Una voz femenina lo atrajo de sus pensamientos. Miró al extremo del pasillo y brincó de su lugar reconociéndola, casi corrió a encontrarla. Una agradable sorpresa.

—¡Temari!

La abrazó fuertemente, ella apretándolo del mismo modo. Estuvieron así por un minuto, sólo hasta que Temari se soltó para verlo mejor, observándolo crítica de arriba abajo, notando la fina tela del kimono. Rió por hallarlo diferente, tanto que debió examinarlo dos veces antes de reconocerlo. No obstante, la efusividad de su amigo continuaba igual.

—Me alegra que estés pasándola bien —dijo—. ¡Mira cómo has cambiado, Naruto!

—Es mi nuevo trabajo —reconoció—. ¿Pero qué haces aquí? ¿Quién te dejó entrar?

Temari se acercó a él, susurrándole al oído. Sería discreta en un lugar donde las paredes podrían escucharlos.

—Llegamos ayer del cuartel de Suna. Jiraiya nos explicó tu situación y quise venir a visitarte, él mandó una carta a la dueña para dejarme pasar. Esperé en el vestíbulo después del desayuno, y como no apareciste preferí buscarte aquí afuera. Pedí a Tsunade guardar el secreto de mi visita.

—¿Deambulaste sola por la casa? ¿No tuviste problemas?

—Tranquilo, Shizune me presentó como la sustituta de la florista, nadie sospechó nada.

Buena idea. Una mujer recorriendo los pasillos para ubicar los arreglos florales pasaría desapercibida.

—¿Cómo están los demás? ¿Gaara está en Kioto?

Ella rió maliciosa al escuchar el nombre de su hermano menor.

—¡Por supuesto! —Pasó un brazo por los hombros de Naruto, picándole las costillas con la otra mano—. Sé que él quería presentarse, aunque sabes cómo es, haciéndose el digno y desinteresado, cuando en realidad muere por verte.

—Exageras como siempre, Temari.

—Es la verdad. Y si te encontrara con este bonito kimono seguro te propone matrimonio.

Naruto rodó los ojos, negando ligeramente con la cabeza. Temari Nara nunca se cansaba de sacar el tema a flote. ¿Cuantas veces debía repetirle que Gaara era solo un buen amigo?

—No es gracioso, Gaara es mi A-MI-GO. Jamás te ganaré, eres un caso especial. —Ella sonrió y dio la pelea por pérdida. Mejor cambiar el hilo de la conversación—. Hay otras cosas que debo contarte, acompáñame a mi habitación.

—De acuerdo, además traigo un regalo y dudo que éste sea el mejor lugar.

Cuando ellos dieron la vuelta para entrar a la casa, Haku apareció por otra puerta, alegre de ver a Tayu sonriente y animado. Se percató de la taza en la banca y corrió a recogerla, entregársela a Naruto sería ideal. Pero, ¿era prudente interrumpir la visita de Tayu? Tuvo un pequeño debate interno; molestar o no molestarlo. Al final decidió desistir, pocas veces Naruto sonreía así. Curioso, olió el contenido y casi vomita. ¡Apestaba! Comprendía por qué lo había abandonado allí. Sin remordimientos vacío el contenido en un arbusto, lavaría la taza y estarían orgullosos de él por contribuir en las tareas de limpieza.

Sasuke golpeó fuerte la madera del establo, un caballo relinchó e intentó tranquilizarse. El pésimo humor que guardaba desde la llegada de Orochimaru podía identificarse a kilómetros. Soportar la presencia del Capitán ameritaba de su autocontrol, principalmente a la hora de hacer hincapié en la irresponsabilidad que desempeñaba en su nuevo cargo. La última reunión acabó con sus nervios. Según las investigaciones de Orochimaru, el área de Kioto era la menos protegida, y el nuevo grupo rebelde funcionaba bajo su nariz.

—Tener familiares influyentes en la Capital no debería contar como garantía para asignar un puesto. La experiencia sobre todo. Por ejemplo, en tu caso, Sasuke-kun, te faltó más disciplina antes de subir de rango, tampoco estoy menospreciando tu trabajo, mi presencia aquí es solo para ayudarte. A partir de mañana formaré grupos con mis hombres para reforzar la vigilancia. No significa que tus subordinados sean incompetentes, sólo es por la seguridad. ¿Comprendes?

Había dicho mientras sonreía. ¡Por supuesto que Orochimaru menospreciaba el trabajo de sus soldados! Sasuke tuvo que apretar los dientes, no caería en sus provocaciones. Desconfiaba de él. Dos horas tardó su discurso, explicando los métodos y recorridos de las próximas semanas. Si no fuera suficiente, acompañaría su recorrido por la ciudad; en la plaza central, los campos de cultivo, los barrios pobres y Shimawara. En palabras de Orochimaru; el viaje serviría para disponer los últimos puntos en el plan de protección. Juugo y Suigetsu se habían ofrecido a acompañarlo, aunque Sasuke, siendo Capitán, prefirió guiarlo él mismo, vigilándolo de cerca. Y la posibilidad de encontrarse a Naruto durante la excursión al barrio rojo era alta, haría todo por mantenerlo alejado de Tayu.

Platicaron de las actividades en Osaka al principio, luego Naruto explicó brevemente la misión de Jiraiya, guardando ciertos detalles de sus verdaderos sentimientos por Sasuke. No deseaba tener a Temari molestándolo por ello.

—Jiraiya nos reveló poco, está más concentrado en el asunto de Orochimaru. ¿Piensas lograrlo con dos asignaciones?

Naruto suspiró.

—Mi desempeño ha sido un fiasco, necesito demostrarle al equipo que mis habilidades tienen potencial, acepté porque quiero compensarlo.

—¿A quién le importa eso? —Se pegó a él, golpeándole el hombro—. He oído muchas cosas por el campamento, ¿es cierto que ese Capitán Uchiha es tan guapo como dicen?

—¡Temari! —reclamó—. ¡Tú estás casada!

—¿Y qué? Shikamaru sabe que nunca le sería infiel, no pierdo nada con verificar la calidad del producto.

Ella guiñó un ojo coqueta. Con los demás se mostraba seria, gruñona y estricta. Sin embargo Naruto la conocía de años atrás y su amistad la hacía comportarse relajada, tanto que no evitaba molestarlo con sus comentarios fuera de lugar.

—Nunca cambiarás —Nara soltó una risa desvergonzada—. Sabes cuánto me alegra su regreso, Temari, pero sé que su presencia en Kioto solo significa una cosa: dificultades. ¿Tan mala está la situación?

La sonrisa desapareció.

—Eres bastante acertado si hablas de trabajo… tienes razón, llegamos de Osaka porque Jiraiya reúne a más gente. Con Orochimaru cerca es prioridad vigilarlo, su presencia es sospechosa, estamos seguros pretende algo e investigaremos. Hasta ahora poseemos poca información, hay elementos que nos tienen inquietos. Sé poco, Gaara me contará el resto luego de su conferencia con Jiraiya mañana.

Orochimaru Sannin representaba peligro. Tanto Sasuke como Jiraiya desconfiaban de él.

—Quiero ayudar pronto, estoy a cargo de la vigilancia nocturna, el área del cuartel y los alrededores. La noche pasada no obtuve resultados, y será más peligroso con el paso de los días.

—Hablando de peligro, tengo un paquete para ti. Es un regalo de Gaara.

—¿Un regalo?

La mujer sacó un fardo delgado, guardado estratégicamente en su manga, depositándolo en las manos de su amigo.

—No preguntes, solo ábrelo.

Por la forma del envoltorio tenía una idea del contenido. Retiró cuidadosamente la soga y desenvolvió la tela, revelando una magnifica arma; una daga de plata.

—¿En verdad es para mí?

—Obviamente, Gaara mandó a forjarla especialmente para ti. Pensó que sería un buen regalo por tu cumpleaños, pensaba guardarla hasta octubre, pero con las próximas amenazas decidió entregártela antes. Ofrecí a traerla porque él no tendría tiempo, y entre más rápido estuviera en tus manos, mejor. Espera que sea útil, es pequeña y puedes esconderla fácilmente bajo el obi de tu kimono. Nadie se dará cuenta y estarás protegido.

Sus ojos azules brillaron emocionados.

—Gracias, y dale las gracias a Gaara también —sonrió y ella asintió—. Y aprovechando tu visita, quiero presentarte a otra persona.

—¿Quién?

—La prima de Neji.

—¿Neji? ¿Neji Hyuuga? ¿Qué hace su prima aquí?

—Larga historia. ¿Quieres acompañarme a conocerla?

—Claro.

Antes de salir Naruto envolvió la daga y guardó el paquete en su baúl junto a las otras armas.

Apenas desaparecieron por la escalera, la puerta de la habitación de al lado se abrió, revelando a otra persona. Sakura Haruno verificó el pasillo y salió por completo. El destino le había regalado una oportunidad de oro. Aunque con las paredes poco delgadas no escuchó la conversación, sólo susurros y risas, estaba segura que sería una ventaja para descubrir los secretos de Naruto. ¡Vaya suerte! Ninguna puerta de las habitaciones de arriba contaba con cerrojo. Examinó nuevamente el borde de las escaleras antes de abrir cuidadosamente la puerta, entró con pasos sigilosos y sostuvo la respiración por un segundo. Esperó encontrarse una lujosa estancia abarrotada de cuadros, adornos florales u obsequios de sus pretendientes, pero el lugar relucía por su sencillez, igual al suyo. El espacio parecía un desperdicio siendo utilizado simplemente para un futón central. La mesita de escritura, un baúl de ropa, los espejos y el armario en la pared donde acomodaba los kimonos, no contaban como decorados. ¿Qué pensaba Naruto? Si ésa fuera su habitación estaría mejor acondicionada, digna de un rango tan importante como Tayu.

Sin embargo no tenía tiempo de pensar en ello. «Concéntrate, Sakura». El primer objetivo fue el baúl, ni siquiera logró moverlo por el fuerte cerrojo. Su mal humor aumentó al abrir el pequeño armario y tropezar con la seda de los hermosos kimonos de Naruto. Los finos y elegantes diseños parecían burlarse de ella. Los hizo a un lado de un manotazo, así vio una caja al fondo y, tras ella, otro paquete curioso. Intentó alcanzarlo, sus dedos rozaron el borde y separaron un extremo de la tela. Como el grabado de… ¿una katana? Quiso sacar el objeto y verificar su naturaleza, pero el sonido de la estridente voz de Naruto la alertó. Cubrió el borde y cerró el armario, corriendo a la salida con el tiempo justo para entrar a su propio cuarto, que no alcanzó. Quedó ahí parada, desconcertada, frente a la puerta de Tayu. Y él en las mismas condiciones al verla.

—¿Qué haces aquí, Sakura?

La muchacha, evitando revelar su nerviosismo, alzó una ceja.

—Mis asuntos no te incumben. Venía de la habitación de Ino y paré por tus gritos, ¿ahora debo pedirte permiso para visitar a mi amiga? No te creas tan importante.

Ella pasó a su lado, la frente en alto, orgullosa de su respuesta. No volteó, aun sabiendo que Naruto la observaba. Entró a la seguridad de su estancia y soltó el aire que contuvo. Se dejó caer de rodillas en el suelo, maldiciendo no haber contado con tiempo suficiente para tomar el misterioso objeto. Nadie podría sacarle de la cabeza su conclusión; había visto el grabado de la punta infinidad de veces en los clientes de la calle. Una cacha de katana. ¿Qué hacía Naruto con una espada? La "seguridad" quedaba descartada, a Tsunade no le gustaban las armas, las restringía en el vestíbulo.

—¿Qué más ocultas, Tayu?

Su desconfianza aumentó.

Después de cambiar su kimono por un sencillo yukata regresó a la puerta trasera de la casa donde Temari esperaba. Sus pensamientos continuaban dándole vueltas al encuentro con Sakura. Ella estaba nerviosa y casi huyó de él. Revisó sus pertenencias y nada faltaba. ¿Serían ideas suyas?

—¿Por qué tardaste tanto? ¿Sucedió algo malo?

—Nada, solo imaginaciones mías.

Temari quiso creerle.

—Entonces apresúrate, me agradó conocer a Hinata, pero todavía tengo que encontrarme con Kiba.

—Ya lo sé.

Pasaron poco con Hinata porque ella debía practicar su danza. Un saludo de presentación, las bromas de Temari y una disculpa de Naruto, fueron suficientes para despedirse, con la promesa de volver otro día por una charla más larga. Temari informó de su encuentro con Kiba y pidió a Naruto acompañarla. Tsunade estuvo de acuerdo, con la condición de mantenerse precavidos y anónimos. Acordaron usar la puerta trasera, ella esperaría mientras él iba por un atuendo informal. Así acabó chocando con Sakura cuando se dirigió a cambiarse.

—Creo que tienes la cabeza en las nubes, te faltó algo.

—¿Qué?

Ella no respondió, desató la tela morada de su brazo y cubrió la cabeza de Naruto.

—El cabello rubio llama mucho la atención, y no queremos atraer miradas curiosas.

Naruto olvidó a Sakura y volvió a reír.

—Claro, mamá.

Kiba aguardaba cerca de la salida de Shimawara, había poca gente y nadie daba importancia a un muchacho sentado a la sombra de un árbol. Distinguió enseguida la presencia de Temari y, aún envuelto en tela morada, reconoció el alborotado cabello de Naruto.

—¡Hola, chicos! —Se puso de pie alzando ambas manos.

—¡Kiba! —Naruto abrió los brazos como si fuese a darle un fuerte apretón, pero en su lugar le golpeó la cabeza—. ¡Maldito desconsiderado! ¿Por qué no fuiste tú a dejarme el paquete? ¿Sabes cuánto se rió Konohamaru?

—¡Auch! Cuidado con mi cabeza, tonto, yo no tuve la culpa. Jiraiya me envió urgente a guiarlos a ellos —sobó el golpe y señaló a Temari—, y Konohamaru se ofreció a sustituirme.

—Eres un mal amigo.

Un nuevo golpe voló a Kiba, éste esquivó a tiempo y empezaron un juego amistoso para comprobar quien era más rápido, despreocupados del escándalo en la calle. Temari chasqueó los labios. Iban a descubrirlos si continuaban actuando como niños.

—Dejen de pelear, o las personas vendrán de curiosas. Tendremos problemas si reconocen a Naruto. Prometí a Tsunade que pasaríamos inadvertidos.

Rápidamente ambos quedaron quietos, Kiba sacudiéndose el polvo y Naruto acomodando la tela que había resbalado por el forcejeo. Verificaba que nadie les prestara atención. Kiba se valió de la distracción y saltó a su espalda, sosteniéndolo así, alzándolo un poco del suelo.

—¿Ahora quién es el indefenso? —Namikaze no hizo nada por zafarse, como pudo dio media vuelta y, ante un sorprendido Kiba, lo abrazó fuerte—. ¿Naruto?

—Cállate, idiota. ¿Es muy extraño que abrace a mi mejor amigo porque lo extraño? Aprovecha este minuto de locura afectiva que me da cada cien años-ttebayo.

Temari sonrió cuando Kiba admitió su derrota y regresó el gesto. Igual que críos, hermanos, un segundo riñéndose y al siguiente apapachándose.

El recorrido de inspección casi concluía. Habían pasado la mañana por los alrededores; desde el bosque hasta los sembradíos de arroz, locales del centro y el templo. Dejaron el barrio rojo para el final, no entrarían directamente, sólo un vistazo en las puertas y regresarían al cuartel. El plan sonaba bien, conseguiría ocuparse de Orochimaru. El hombre ahondó en un monólogo sobre los aspectos de Edo que podrían implementarse en Kioto, Sasuke realmente no escuchaba. Las ideas de Sannin diferenciaban de las suyas y dudaba que funcionaran ahí.

En las puertas de Shimawara la gente transitaba cerca; ebrios, apostadores o sirvientes. Una estampa común. Él detuvo su caballo cerca de la entrada, vigilaría la periferia mientras el palafrén de Orochimaru avanzaba un poco más, admirando los hamirise vacíos. Su intención fue seguirlo pero un par de personas a lo lejos atrajo su atención, posiblemente porque uno de ellos le pareció bastante familiar. Aun de espaldas tuvo curiosidad por ese muchacho que ocultaba su cabello claro bajo un pedazo tela, otro sujeto castaño lo abrazaba de manera íntima. Sintió un tinte de incomodidad en el pecho. ¿Celos? ¿Sería él? Imposible. Naruto no andaría deambulando libre por esa zona; sus citas a escondidas en el bosque distaban mucho de exponerse a plena luz del día. Quiso acercarse a comprobar su duda, sin embargo era consciente del riesgo que correría. Si Orochimaru se percataba de sus sentimientos por Tayu estaría obsequiándole una debilidad. Consideraba a Naruto su debilidad. Orochimaru sería capaz de dañarlo solo por el placer de verlo sufrir a él. Además, por mucho que le irritara, Oiran no le pertenecía.

Justo cuando Orochimaru regresó, los tres individuos se alejaron por otra calle, ajenos a sus pensamientos.

—¿Sucede algo, Sasuke?

—No —dijo jalando las riendas de Sharingan—. Es hora de regresar.

Guio a su caballo en dirección al cuartel, sin esperar una respuesta de su acompañante. Sus pensamientos se cuestionaban sobre la posibilidad de una visita a Naruto esa noche.

Temari Nara volvió al campamento luego de su recorrido con Naruto. Kiba la escoltó hasta la entrada, ella iría directo a su tienda a cambiarse de ropa e Inuzuka ayudaría a sus compañeros con la inspección de los alrededores. El inmueble que Konoha disponía como cuartel residía a las afueras de Kioto, pequeña e imperceptible gracias a la valla de árboles. El grupo de Suna, cuarenta personas aproximadamente, debieron acomodar tiendas de campaña entorno a la casa principal. Jiraiya y Gaara habían prevenido equipos de patrullaje en los límites como medida de precaución. Ella saludó a sus camaradas, no le sorprendió encontrar a su hermano en la entrada de su carpa, cruzado de brazos y serio.

—¿Cómo está Naruto?

—Hola, a mí también me da gusto haber regresado a salvo, gracias por preocuparte, hermanito.

—Temari —advirtió.

Molestar a Gaara era poco inteligente, aunque ella tenía el privilegio de ese lujo. Ni Kankuro arriesgaba su suerte.

—Eres un desconsiderado, te invité a la visita y rechazaste mi oferta, ¿ahora quieres todos los detalles? —A Gaara no le hizo gracia su respuesta. La mirada intensa derrotó a Temari—. ¡De acuerdo, tú ganas! Naruto se encuentra bien, un tanto diferente, supongo es por la presión de la misión. Y se emocionó por nuestra estancia, entregué tu obsequio y me dio un "gracias" exclusivo para ti. Pero insisto, él hubiese preferido recibirlo de tus manos.

Cansada, por fin entró a la tienda imaginando que la conversación había terminado. Situación equivocada, pues Gaara pasó también.

—¿Qué más, hermano? —suspiró agotada—. No tengo más por contar.

—Tienes razón.

—¿En qué?

—Debí acompañarte.

Nara quedó perpleja. Gaara estaba dándole la razón. Se pondría a saltar de felicidad sino fuese porque había perdido la movilidad en las piernas, y la expresión sincera de su hermano era la cereza del pastel. Sonrió enternecida comprendiendo que Gaara lo hacía por Naruto. Merecía una pequeña ayudadita.

—Bueno, aún tienes tiempo de ir, una visita nocturna quedaría ideal. Hay mucha gente extranjera y pasarías desapercibido. Tengo varias ideas, mi recorrido no consistió en un simple paseo, investigué las calles más seguras y puedo guiarte por una zona libre de soldados. Anda, ponte guapo y déjame el resto a mí, por algo soy tu hermana mayor. A Naruto le encantará la sorpresa.

«Quedarás con la boca abierta, hermano.»

—Tengo trabajo, es una mala idea.

—¡No! Nada de arrepentirse, Gaara. Cámbiate con una hakama elegante y espero en la salida. La reunión con Jiraiya será hasta mañana, somos libres de echar un vistazo fuera del campamento, y nos moveremos cuidadosos.

La determinación de Temari lo empujó a ceder. En verdad había deseado saludar a Naruto desde que Jiraiya informó su asignación a Shimawara. Sus personas importantes podía contarlas con los dedos de una sola mano, y Naruto Namikaze entraba en dicho grupo, considerándolo un amigo increíble.

—Por esta vez ganas, Temari.

Su hermana cumplió al pie de la letra. Temari lo obligó cambiarse dos veces, probarse su mejor hakama y peinar su pelo rojo hacia atrás y ligeramente desordenado. Por sus instrucciones, debía parecer un respetable Señor adinerado para silenciar sospechas. Gaara consideraba ridículo eso; su objetivo era pasar desapercibido, no resaltar. «¡No entiendes cómo funciona este mundo, Gaara! Confía en mí, conozco el juego de cartas del barrio rojo, es parte de mi territorio», había dicho ella muy segura. «Coloca una espada en el centro del bosque y todos la notaran, planta un árbol en el mismo lugar y nadie sabrá que hay uno más.» Sabias palabras. La experiencia respaldaba sus acciones. Como parte de las exploraciones de Suna en Osaka, ella había recopilado información en Shimmachi, laboró unos meses en la zona roja, un trabajo parecido al de Naruto, infiltrándose en una casa de citas. Temari Nara manejaba las presentaciones y etiqueta ceremonial como una profesional.

La incursión a Shimawara fue un éxito, se percató del resultado cuando las personas inclinaban la cabeza sin atreverse a mirarlo a los ojos, temerosos de las represalias que un señor poderoso haría contra ellos. Veían un tipo rico en busca de diversión. Shimmachi le fastidiaba, y por lo visto Shimawara también. Pagar por la compañía de una pareja era patético. Y sin embargo él imitaba esa fachada.

Revisó una vez más el mapa de Temari y comprobó que había llegado al lugar. La casa de Tsunade era gloriosa, de estilo elegante y un amplio hamirise. Procuraría ser cuidadoso, no obstante, apenas pisó el vestíbulo, su porte noble atrajo rápidamente la atención de los inquilinos. Una mujer ofreció una reverencia antes de invitarlo a pasar, iniciando una charla respecto a las cualidades de sus hermosas mujeres disponibles. Había mucho para su elección.

—Sólo me interesa Naruto.

—¿Disculpe, Señor? ¿Se refiere a Tayu? Él atiende clientes exclusivos, necesita una previa cita, puedo recomend-

—No comprende —interrumpió y la muchacha palideció—. Me gustaría hablar con Tsunade.

—Tsunade-sama tampoco tie-

—Permíteme, Shizune, yo atiendo a nuestro invitado.

Gaara intuyó que la hermosa mujer rubia que apareció tras su guía era Tsunade Senju. La dueña disfrutaba del humo de un cigarrillo largo y sonreía. Shizune asintió aliviada y se marchó, dejándolos solos.

 —Usted es Tsunade Senju.

—Es correcto, soy la propietaria, y tú debes ser Gaara Sabaku. Me hubiese gustado recibir algún aviso por tu parte, y no tomar desprevenida a mi asistente.

—Admito mi error, ¿pero cómo me reconoció? Es la primera vez que nos vemos.

—No subestimes mis conocimientos, muchacho. Aunque agradece a tu hermana el mensaje que envió hace una hora.

Los detalles de Temari en su carta eran precisos. El líder de Suna, su hermano, un hombre pelirrojo de ojos verdes iría a saludar a Naruto. Pedía por favor recibirlo. Tsunade estuvo conforme.

—Lo haré cuando la vea, Temari nunca deja nada suelto.

—Una mujer muy inteligente —echó un vistazo de arriba abajo—, entiende las reglas de Shimawara. Vistiendo así, nadie imaginaría que manejas un grupo rebelde, pasas fácilmente como un joven y apuesto daimyō. ¿Quieres seguirme? Estoy segura que prefieres hablar con Naruto que estar aquí conmigo.

Sujetándolo del brazo, negándole la oportunidad de responder, Tsunade caminó al interior de la casa. Ellos recibirían una grata sorpresa. Aún con poco tiempo hizo que Naruto luciera un kimono nuevo, de seda escarlata, bordado con abanicos y aves dorados. Un ostentoso obi cobrizo, los bellos adornos en el pelo, el sencillo maquillaje y las getas completaban el atuendo. En ese instante Tayu esperaba en una habitación tradicional, creyendo que Jiraiya había dado la orden para recibir a un valioso "cliente". Ella había aguantado una carcajada por el ceño fruncido de Naruto.

 —Hasta aquí llego yo —se detuvo en la puerta soltándolo del brazo y retiró su cigarrillo—. Nadie los molestará, hablen tranquilamente.

—Gracias.

—Dáselas a Jiraiya, confío en él, y si tú estás en Kioto es porque también lo hace y te necesita.

El cigarrillo abandonado volvió a sus labios rojos y dio media vuelta de regreso al recibidor. Gaara distinguió su elegante caminar, preguntándose cómo presentarse con Naruto. ¿Un saludo normal o besándole el dorso de la mano? ¿En serio? ¡¿Qué estaba imaginando?! Bajo ese disfraz siempre sería su amigo, la persona cálida y despreocupada que conoció en su peor momento. Tratarlo diferente debido a su nueva posición sería un insulto para él. Sin embargo, al abrir la puerta sigilosamente, jamás esperó toparse con la atractiva figura de Naruto Namikaze envuelta en un hermoso kimono. Por un segundo desconoció su origen. Permanecía sentado en el tatami frente una mesita baja, sus ojos azules concentrados en la taza de cerámica que giraba con el dedo índice. ¿Realmente era él? «Las apariencias engañan.» Su amigo por fin advirtió su presencia y alzó la vista, sonriéndole al reconocerlo. Gaara prefería mil veces eso; una emoción sincera, una sonrisa real. El delicado kimono nunca sustituiría la típica yukata naranja, ni el maquillaje ganaría al rostro cubierto de tierra por el esfuerzo de un entrenamiento matutino.

—¡Gaara!

Se levantó en tiempo record y corrió a abrazarlo ¡Esa vieja astuta lo había engañado!

—Hola, Naruto.

—Pensé que tenías mucho trabajo, Temari no me contó nada. Tsunade mantuvo muy bien el secreto.

—Fue una decisión improvisada.

—No importa, me alegra verte, amigo.

Ni tenerlo en sus brazos disminuyó la incomodidad de la última palabra.

—Igual a mí, Naruto.

Sakura sacudió las arrugas invisibles de su bello kimono rosa y acomodó firme su obi rojo dándole los últimos toques a su atuendo. Estuvo satisfecha repasando su reflejo en el espejo y salió al pasillo directo al hamirise. Cada detalle iba en su lugar; su cabello rosa recogido en un moño alto, el blanco maquillaje envolvía suavemente su rostro y los labios cereza resaltaban su encanto. Cualquiera estaría a sus pies por conseguir una noche con ella… su encantadora boca roja se frunció ligeramente recordando su posición. ¿Qué importaba? Su belleza solo tenía el segundo lugar. La meta de convertirse en Tayu quedó destruida por un sujeto que apareció de la nada. Esos ojos azules y el cabello rubio competían con sus propios toques exóticos, pero dudaba que Naruto manipulara las técnicas que ella había aprendido por años. Desde kamuro tuvo el objetivo de resaltar, no como una simple prostituta, sino una cortesana importante al servicio de un rico señor. ¿Qué obtuvo a cambio? Un sueño destrozado.

Odiaba su posición. Y odiaba más a Naruto por arrebatarle su lugar.

Perdió ese puesto sobresaliente, los privilegios de Tsunade y la atención de Sasuke Uchiha. Ahora, no conforme con la atención del Capitán, Naruto atendía otro cliente noble. Todos murmuraban sobre el apuesto hombre pelirrojo que Tsunade llevó a la habitación atendida por Tayu.

Respiró profundamente, evitando llorar de frustración o arruinaría el maquillaje.

La idea del hamirise no pareció tan mala cuando, a unos pasos de ella, entrando por el salón, reconoció a Sasuke Uchiha. ¿Cómo ignorar al hombre perfecto de sus sueños? En el pasado, contadas veces Sasuke asistía a la casa acompañando a sus amigos porque no gustaba de ir a Shimawara, aunque ella aprovechaba esas pocas oportunidades para acercársele. Lástima que sus provocaciones no tuvieron los resultados deseados. Habría hecho más pero la presencia de Naruto arruinó sus esperanzas de atraerlo con el título de Tayu. ¿O aún podría? Tayu estaba ocupado, Tsunade y Shizune tampoco se hallaban cerca, entonces ella cuidaría de Sasuke. Ajustó el escote de su kimono y caminó a pasos elegantes, destilando dulzura en su coqueta sonrisa carmín.

—Buenas noches, Capitán Uchiha.

Sasuke conocía a Sakura, admitía que era hermosa y sabía utilizarlo a su favor. Desconfiaba de esos encantos.

—Buenas noches, Sakura.

—¿Puedo atenderlo? Shizune debe estar ocupada en otra habitación. Sería una descortesía por nuestra parte hacerlo esperar de pie en el vestíbulo. Déjeme guiarlo a una sala e invitarle una copa de sake —se aferró a su brazo.

Él no se apartó por educación, sólo frunció el ceño.

—Sakura, no quiero sonar grosero, sabes que estoy aquí por una persona. ¿En dónde está Tayu?

¿Otra vez él? Se soltó en un brusco movimiento como si le quemara el tacto. Procuró mantenerse linda y dulce, pero la bilis burbujeaba en su interior.

—¿Por qué? —Preguntó, fingiendo inocencia—. Tayu atiende otro cliente —el desconcierto en los ojos negros de Sasuke la animó—. ¿No sabía? ¿Pensó que usted era el único? Hoy llegó un hombre muy apuesto, ha pasado un largo rato acompañándolo, se veía bastante emocionado. Tayu parece una persona ingenua y buena, pero es una fachada para engañar y obtener favores. Es una zorra como todos. ¿Realmente lo conoce?

La expresión seria de Sasuke no cambió, no demostraría que esas palabras fueron un golpe bajo.

Con una exagera reverencia Sakura se despidió, orgullosa por plantar la semilla de los celos y la duda. Si ella no conseguía a Sasuke Uchiha, tampoco dejaría el camino fácil a Naruto.

Detrás de la taza de té, Gaara observaba disimuladamente a Naruto peleando con la tela extra de las mangas de su kimono. Luego de la emoción inicial se instalaron en la mesita, sirviéndose de la tetera que Tsunade había dejado para ellos.

—¿Cómo están los demás en Osaka? ¡Siempre supe que te convertirías en un excelente líder!

—Costó un largo camino, gracias por apoyarme, Naruto. Al igual que Jiraiya, es tiempo de regresarle el favor.

—Ni lo menciones-ttebayo. ¿Extrañas Kioto, Gaara?

Kioto fue su casa, el lugar donde nació, pero su familia había huido a Osaka y allí estaba su único hogar. La familia Sabaku había formado parte de un linaje importante, un clan que sucumbió por la ambición de su padre al involucrarse con las personas equivocadas. Ese grupo peligroso había organizado un complot para matar a Kamakura. Los guardias detuvieron a tiempo el ataque y la insolencia de los perpetradores les costó su patrimonio, el legado de una antigua Casa, el buen nombre y sus vidas. En Tadashi Sabaku cayó la responsabilidad y pagó con la muerte. ¿Ellos? Gracias a su tío Yashamaru –que pidió ayuda a Jiraiya para escapar y esconderse en el grupo de Suna–, sus hermanos y él se salvaron de la ejecución. Entre el odio, vergüenza y sus deseos de venganza, conoció a Naruto. Él le enseñó a despreciar su sed de sangre por la convicción para transformarse en una mejor persona, superior a su padre, mejor que Tadashi. Naruto fue su primer y verdadero amigo. Un lazo valioso. Obtuvo una paliza y la promesa de un nuevo comienzo. Aquella tarde se despidió de él, comprometiéndose a convertirse en el líder de Suna. Había cumplido. Estaría agradecido de por vida.

—Mi vida en Kioto pertenece a los recuerdos, mi hogar está en Suna.

—Nada te ata a esta ciudad —asintió, recordando los viejos tiempos—, pero recuerda que siempre serás bienvenido en Konoha.

Por ese lazo. ¿Naruto comprendería que una palabra suya bastaría para hacerlo cambiar de opinión? Posiblemente no. Naruto Namikaze veía en él un amigo, un compañero, un hermano. ¿Tendría una oportunidad ahora que había regresado a Kioto?

—¿Sabes? Me gustaría decirte algo…

—Dime, soy todo oídos.

Su amigo sonreía radiante. ¿Qué estaba a punto de confesarle?

No obstante, tal vez nunca lo descubriría porque fue interrumpido por una llamada en la puerta. Naruto dijo un "adelante" y la misma muchacha que lo recibió primero entró a la habitación.

—¿Qué pasa, Shizune?

—Lamento interrumpirte, pero alguien pregunta por ti.

¿Un cliente? Era raro que Tsunade no se encargara de esos inconvenientes.

—¿Puedes consultarlo con la abuela Tsunade? Ella sabe cómo manejarlo.

Ella pareció inquieta.

—Será mejor que vayas tú, es el Capitán Uchiha quien te busca.

Gaara pretendió ignorar el repentino brillo en los ojos azules. ¿Capitán Uchiha? ¿El mismo hombre que formaba parte de su encomienda?

—Voy enseguida, entretenlo un momento por mí, Shizune.

—Él me pone nerviosa, aunque pretenderé.

—¡Gracias!

Shizune no lucía convencida al abandonar la habitación, dejándolos solos nuevamente. Gaara tenía un montón de dudas.

—Lo siento, Gaara, debo ir a verlo. Sasuke es un idiota impaciente.

El semblante alegre de Naruto decía más que mil palabras. Sería un idiota si pasaba por alto aquel detalle, aun cuando su amigo pretendía disimularlo y esconderlo. «He perdido y ni siquiera lo intenté.» Dolía admitirlo. Algo en su interior se despedazó, sin embargo no era momento de lamentaciones.

—Te gusta —fue una clara afirmación.

Naruto no supo qué contestar. ¿Tan trasparente se había vuelto? Gaara lo conocía demasiado bien.

—No digas tonterías.

—A mí no me engañas, Naruto, hemos pasado por mucho.

Cubrió su rostro con ambas manos sintiéndose descubierto. Sus sentimientos por Sasuke eran reales, sinceros. Tenía claro que aceptarlos en voz alta traería problemas. Para sus compañeros en Konoha, Sasuke Uchiha simbolizaba un enemigo. Pero si confiaría su situación a alguien, sin duda sería a Gaara Sabaku.

—¡¿Por qué nunca puedo mentirte?! —dijo saltando repentinamente—. ¡Tienes razón, Gaara! No sé cómo pasó, me enamoré de él. Soy un fracaso, ¿verdad?

Sabaku negó, jamás asociaría la palabra "fracaso" con su amigo.

—Eres un humano como cualquiera, con emociones impredecibles, cometer errores está en nosotros.

—¿Errores? —Naruto cruzó los brazos, molesto—. Mi relación con Sasuke surgió en un mal momento, pero no lo considero un error-ttebayo.

—Debes ser realista, alejarte de él para romper esto, un paso en falso y saldrás lastimado.

—¿Alejarme? ¿Romper? ¡He pensado eso muchas veces! Gaara, si fuera así de sencillo lo haría ahora —había construido un escenario solo, lejos de la compañía de Sasuke y únicamente consiguió desmoronarse—. Es demasiado tarde para mí. Quisiera acabar esta misión, dejar la farsa y tener otra vez el control de mi vida. ¿Es mucho pedir?

Gaara estaría a su lado, independientemente de las decisiones que tomara.

—No lo sé, recuerdo un chico energético que gritaba seguir su propio camino, luchar por sus metas y jamás darse por vencido. —Temari haría una rabieta al descubrir que había animado a Naruto para luchar por Uchiha, en lugar de obtener una ventaja. Así era él; su amistad valía más que un amor no correspondido. Deseaba verlo feliz. Ya después buscaría más información de Sasuke Uchiha—. ¿Lo conoces? Es un poco despistado, ¿aun estará por allí?

Naruto casi saltó en la mesita para abrazarlo.

—Gracias, Gaara.

—Ahora, ¿me acompañarás a la salida?

Sonrió. Su amigo era genial.

—¡Hasta la pregunta ofende!

En la puerta principal Gaara se despidió dándole un beso en la mejilla, prometiéndole regresar otro día. Naruto aceptó gustoso, despidiéndolo con un cariñoso movimiento de mano. Se quedó ahí parado un rato, fue Shizune quien tocó su hombro, regresándolo a la realidad.

—¿Qué sucede, Shizune?

—El Capitán Uchiha no quiso ir a una habitación, está esperándote fuera.

Shizune apretó las manos en un gesto nervioso, señalándole hacia atrás. Naruto siguió la dirección y comprendió un poco su agitación. Sasuke estaba en el vestíbulo observándolo fijamente, sus ojos oscuros dejaban traslucir un tinte molesto. Él ignoraba que, desde la perspectiva de Sasuke, el beso de Gaara había sido en los labios. Sasuke por fin entró a una sala cercana y Shizune le deseó suerte al despedirse.

—¿Qué pasa, Sasuke? ¿Por qué pareces enfadado?

Ni la sonrisa de Naruto mejoró su condición.

—Jamás me contaste que tenías un cliente extranjero, ¿quién es el tipo?

—¿Te refieres a Gaara?

Escuchar la familiaridad del primer nombre empeoró su ánimo. Conservaban una relación cercana para olvidarse de los honoríficos.

—Lo llamas por su nombre —casi escupió—. ¿Es importante para ti?

¿Qué ocurría? El tono acusador borró su sonrisa. Molesto, defendió a su amigo. ¡¿Valía un comino su maldita máscara!?

—Muy importante, un amigo valioso. ¿Cuál es tu problema, Sasuke?

—Tu ingenuidad, Naruto, ése es mi problema, ¿puedes considerar amigos a tus clientes? ¿Ellos te ven igual? La mirada de ese hombre parecía otra cosa menos de amistad. —La parte racional estaba yéndose a la basura, las emociones negativas bullían en su interior, apoderándose de sus palabras. Naruto provocaba tal desequilibrio en él, y el gesto decepcionado de Tayu lo confirmaba. Los celos susurraban malos consejos y su naturaleza desconfiada ganaba territorio. Pero sólo escondía la realidad de su miedo. Miedo a perderlo, miedo a ser sustituido, miedo de abandonar su cariño. Y como un cobarde en el campo de los sentimientos, prefería lastimar primero—. ¿O deseas que él sea tu amante?

Cayó la gota que derramó el vaso.

—A ti te consideré un amigo, supongo que también me equivoqué —apretó la mandíbula en un vano intento por calmarse. Dolía escuchar a Sasuke, lastimaba saber que dudaba de su cariño por celos infundados. Su orgullo pedía a gritos defenderse—. Y Gaara tendría una cálida bienvenida en mi cama cuando lo deseara. Así de importante es para mí. ¿Contesta a su pregunta, Capitán Uchiha?

Dio media vuelta con el firme propósito de marcharse, sin embargo Sasuke tuvo otros planes, sostuvo su brazo y, dándole un fuerte tirón, lo giró otra vez quedando frente a frente. El insulto que Naruto pensó darle quedó atorado en su garganta al sentir un repentino beso brusco. Un beso desesperado, ansioso, tosco. Los fuertes brazos de Sasuke presionaban más y más, uniendo sus cuerpos. Naruto se removió en un inútil esfuerzo por zafarse. No correspondió el beso. Gustaba de ellos, pero no de tal forma. Por un segundo estuvo tentado a sacar la daga escondida en el moño de su obi. ¿Se arriesgaría? ¿Realmente deseaba lastimarlo por muy imbécil que fuera? Las respuestas llegaron a tiempo, justo en el momento que Sasuke desistió de besarlo. Continuaba abrazándolo, con la frente de Uchiha sobre su hombro.

—Discúlpame, no quería herirte —susurró despacio—. Lo siento, Naruto

A él le dieron ganas de golpearlo. Se detuvo por una razón; Sasuke sonaba sincero y arrepentido. Considerando a un hombre como Sasuke Uchiha, inexpresivo, altivo y orgulloso, disculpándose por segunda vez, derribaba sus barreras. Ciertamente no supo qué decir. Sasuke era una misteriosa caja de sorpresas por descifrar. Rendido, permanecieron así por unos minutos, ordenando sus propios pensamientos. ¿Para qué engañarse? Necesitaban uno del otro, ni las peleas los alejarían. Ambos eran orgullosos, resistiéndose a dar su brazo a torcer, parecía una competencia por quién saldría más lastimado. Idiotas.

—Solo deja de comportarte como un imbécil, o tendré que golpearte.

Sasuke sonrió, o similar a una sonrisa. Ese insulto significaba que el ánimo de Naruto había vuelto.

—Sé que no tengo derecho a cuestionarte, no me perteneces —admitió, sosteniéndole la mirada. Pocas veces decía más de lo necesario, pero era tiempo de sincerarse, consigo mismo y con Naruto. Revelar sus inquietudes, confiar en él—. Es tu trabajo y, de cierto modo, tienes la libertad de elegir a tus clientes, pero…

—¿Pero?

—Me da miedo de perderte, Naruto, que te alejes de mí.

Listo. Había puesto en palabras sus pensamientos. Sincero y directo. Le asustaba perderlo. Porque detrás de las puertas de Shimawara quedaba atado de manos, ese mundo se movía diferente al suyo. La existencia de Tayu pendía del dinero de otros.

Entonces Naruto abrigó una sensación cálida en el pecho. En ocasiones olvidaba que Sasuke, el tipo serio y firme, era otro humano más. De carne y hueso, no de hielo. Guardaba sentimientos complicados, emociones; miedo, dudas, temor, alegría… amor. Comprendía. De vivir en una situación similar perdería la cabeza. ¿Cómo hacerle saber que correspondía? Sostuvo su rostro, uniendo sus frentes como aquel día en el lago. La respiración cálida de Uchiha acarició sus labios.

—Escúchalo bien porque no volveré a repetirlo —dijo sonriendo. Sasuke abrió su corazón, él haría su parte también—, te amo. ¡Te amo aunque seas un idiota! Créeme, Gaara es mi amigo, y ni él u otra persona me apartará de ti, a menos que tú lo pidas.

—Quiero estar siempre contigo, ¿por qué te alejaría de mí, Naruto?

Quedó en silencio, y en lugar de responder lo besó. Afectuoso, dulce e intenso. La advertencia de Gaara rondaba sus pensamientos, pero los labios de Sasuke la desvanecieron. Ahí, entre los brazos del Capitán, deseó atesorarlo antes de perder su máscara.

Una semana transcurrió de su último encuentro con Sasuke. El resto de los días se mantuvieron separados por el trabajo del Capitán. Esa ventaja sirvió para continuar la misión de vigilancia. Cada ronda era igual a la otra, sin novedades. ¿Qué tramaban en realidad? La aparente inactividad alimentaba la desconfianza, su instinto nunca fallaba.

Casi concluía su turno y, valiéndose de su cercanía al Cuartel, entró a la parte trasera del bosque escabulléndose sigilosamente, buscando un punto para visitar a Sasuke. Los altos árboles facilitaban su tarea. Usó su agilidad para subir las ramas bajas, poco a poco escaló a una altura considerable, superior a la del muro que rodeaba el cuartel. Tuvo suerte encontrando la ventana abierta de la oficina de Sasuke, obsequiándole una perspectiva del interior; él estaba sentado tras su escritorio, escribiendo en un pergamino. La luz en la lámpara de aceite reflejaba sombras naranjas en su rostro concentrado. La ansiedad en su pecho se disolvió. Estuvo ahí hasta que Sasuke guardó los documentos, apagó la lámpara y cerró la ventana.

El aire frío movió las hojas y observó el cielo a través de las ramas. La luna iluminó unos segundos y luego fue cubierta por gruesas nueves grisáceas. Un mal presentimiento apretó su corazón nuevamente.

Una tormenta se acercaba.

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Continuara…

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…oooO*Oooo…

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.

.

 

Notas finales:

Muchas gracias a: Pikacha-sama, lia, Kyubi-dono, gogo-chan, yaoi mix, Nydga, hanakaede85, Emina2040, Naruke, Tsunade la quinta, sue, Sorazumi, Zaphyrla, kariina, coe-chan y Hiraki Oedo.


Gracias x leer (°~°)/


 


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