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West Lake por Hisue

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Episodio 24

Gabriel caminó entre los pasillos de West Lake. Era domingo en la noche, último día de vacaciones y la mayoría de alumnos aún no llegaban, a pesar que las clases empezarían el lunes temprano y Gabe se había cruzado con unos cuantos maestros al llegar.

Entró en su nueva habitación, en el segundo piso ahora y la contempló un rato sin mucho interés. Sus maletas estaba sobre la cama que le correspondía, ya vacía y su ropa acomodada en el armario. Gabriel fue hasta allá y lo abrió, sacándose la casaca de cuero que llevaba y colgándola en una de los percheros libres. Notó que había otra maleta en el piso y abrió el otro armario. La ropa de Wade ya estaba allí también y Gabe sonrió al notar la pila de libros que ya habían sido acomodados en un estante con cortinas corredizas. Gabriel sabía que apenas Wade llegara, los libros estarían en cualquier parte menos allí.

Se tiró en la cama, feliz al no tener que estar en una casa llena de extraños y de no tener que escuchar, al fin, la voz de Clay. El tipo no había intentando ser su amigo desde el día que fueron a ver el partido de futbol, pero eso sólo lo había puesto más irritante. Tres meses de comentarios cínicos, burlas e interrupciones cuando intentaba hablar por teléfono, chatear o dormir eran más que suficientes. Suspiró y pensó en Mike. Una sonrisa se expandió por su rostro de forma automática. Lo vería al día siguiente, al fin. Sólo esperaba que Mike no estuviera molesto. No había podido hablarle tan seguido a partir del último mes y, ahora que lo recordaba, Wade tampoco le contestaba el celular desde hace un par de semanas. Gabriel bufó y decidió dormir.

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La mochila de Mike resbaló de su hombro mientras entraba al colegio. La acomodó sobre su hombro y se detuvo un momento para mirar el colegio antes de entrar. Era bueno regresar, aunque se sentía un poco culpable por desear durante todas las vacaciones estar aquí, en vez de seguir con su familia. No es que no quisiera a su madre o a su tía, pero en West Lake, a pesar de todo, se divertía más. Y además, Gabriel estaba allí. Mike sonrió y se adentró en los pasillos, atestados de alumnos que iban y venían.

-¡Mike!- le saludó Julie, acercándose a él. Llevaba puesto el uniforme e incluso se había peinado. Se veía feliz.

-Hola, ¿Cuándo llegaste?

-En la madrugada. Me suponía que esto iba a estar un caos- rió un poco- Hay nuevos dormitorios, ¿sabes dónde es el tuyo?

Mike se encogió de hombros. Esperaba seguir sin tener que compartir habitación este año.

-¿No les preguntaste a los que fueron a recoger tus cosas?

Mike negó con la cabeza. Apenas había llegado, un par de hombres que nunca había visto hasta ahora le pidieron su maleta. Mike introdujo una mano en los bolsillos traseros de sus jeans, recordando que le habían dado una llave.

-Me dieron la llave- observó el llavero de cuero, con las letras “WL” en relieve a un lado y el número 208 en el otro.

-Eso es en el segundo piso- dijo Julie, observando el número.

-Los llaveros no tenían este diseño el año pasado- comento Mike, pasando los dedos por la superficie de cuero.

-Deben haberlos cambiado. Gastan hasta en lo más inútil- dijo Julie.

-Apuesto que Wade tendrá algo que decir- Mike esbozó una sonrisa y Julie lo miró, interrogante- WL- aclaró Mike.

-Oh, vamos- dijo Julie, haciendo un gesto de fastidio- Es inútil desear que lo pase por alto, ¿no?

-Eso creo- Mike volvió a sonreír. Subieron las escaleras hasta llegar al segundo piso y adentrarse en los pasillos de las habitaciones.

Mike abrió la puerta y la esperanza de tener el cuarto para el solo se desvaneció, reemplazada por una sensación de cansancio y molestia. Julie le sonrió a Mike, señalando a Alan, que estaba acostado en una de las camas, tarareando una canción. Este le dirigió una mirada enojada, indicando que no era un asunto para bromear.

-¿El novato?- dijo Alan, sentándose en la cama- Eso suena genial.

Su voz transmitía el mismo disgusto de siempre.

-No es mejor para mí- dijo Mike.

-Oh, por cierto, debes usar uniforme hoy- comunicó Julie. Mike asintió y cogió su uniforme, para después ir al baño.

-No vayas a estar molestándolo- advirtió Julie a Alan, que la miró, con una expresión de fastidio.

-Ese chico no me interesa.

-Prométemelo.

-Vale. No haré nada que moleste a tu amiguito, ¿feliz?

Alan se levantó de la cama, abrió una mochila y sacó unos posters de una mochila que estaba a los pies de la cama.

-¿Me ayudas, Ju?- preguntó.

-No reduzcas mi nombre, ya es lo suficientemente corto- dijo Julie, acercándose a la cama de Alan y extendiendo uno de los posters.

-Bien, Julie- corrigió.

-Escuchas puro ruido, ¿lo sabías?- dijo ella, mirando el poster de Metallica. Lo dejó aparte y cogió otro, que resultó ser de Rammstein.

-¿Y tú que escuchas?- preguntó Alan, sin sentirse ofendido.

-Ya sabes, cosas más… suaves.

-Pop rosa… eso es de chicas.

Julie rió, se sentó en la cama y observó a Alan colgar los posters en su lado de la pared, hasta que Mike salió del baño, ya con el uniforme puesto.

-Te veo después, Alan- dijo, levantándose y yendo al lado de Mike- Si lo piensan, es bueno que mis dos mejores amigos compartan cuarto- dijo, sonriendo.

-Para ti, tal vez- masculló Mike. Le echó un vistazo a los posters en la pared, pero se ahorró los comentarios. No era su estilo de música favorito, pero no tenía nada contra el metal y además, no quería empezar discusiones.

-¿Dónde pasaste las vacaciones?- preguntó Mike, cuando salieron del cuarto. Sospechaba que las vacaciones tenían algo que ver con la forma deslumbrante en que Julie seguía sonriendo.

-Te lo dijo antes de salir. Me fui a México con mis tíos.

-Y… ¿Qué pasó en México?- Mike esbozó una leve sonrisa y Julie lo miró, un poco extrañada.

-¿Por qué preguntas?

-Es que estás radiante. Y nunca te he gustado estar aquí.

Julie soltó una risa.

-Fueron unas geniales vacaciones, pero siempre es genial alejarse de todo esto- dijo, moviendo una mano alrededor- Seguro al final de la semana, estaré con el mal humor de siempre.

Mike rió, negando con la cabeza, mientras sus ojos vagaban por los pasillos. Julie no necesitó preguntar para saber que estaba buscando. Estaba a punto de hacer un comentario burlón, cuando divisó a Gabriel, que venía hacia ellos.

-Hey, ¿Qué tal?- saludó a ambos, pero sólo prestando atención a Mike.

-Excelente- contestó Julie.

-Bien- dijo Mike, desviando la mirada. Su corazón latía apresurado y casi tembló cuando Gabriel tomó su brazo. El roce de sus dedos contra su piel le resultó familiar y le hizo notar cuanto lo había extrañado.

-Nos vemos después, Julie- se despidió, tirando de Mike.

-Perdón por llevarte así- dijo Gabe, soltándolo y volviendo a verlo- Yo… bueno- le sonrió, tratando de lucir bien, aunque por dentro lo único que quería era estar a solas con Mike, para poder abrazarlo y asegurarse que, al fin, lo tenía cerca.

-Está bien, supongo- dijo Mike. Se mordió los labios, sintiéndose de repente torpe y no encontró nada más que decir, a pesar de no haber hecho más que pensar en el momento en el que se encontraran desde que salió de su casa.

-¿Y cómo te fue?- preguntó Gabriel. No esperó respuesta y siguió hablando- Algunas veces, te escuchabas un poco mal. Preocupado.

-Sólo eran los mismos problemas de siempre- contestó Mike.

-Pero tuviste que trabajar- la voz de Gabriel sonó dura sin que él lo planeara- Me molesta pensar en las cosas que tienes que pasar.

Mike se mordió el labio, sintiendo que se atragantaba, complacido por la preocupación palpable en la voz de Gabe.

-No es para tanto. Esa es mi vida. Y no está tan mal, tampoco- dijo, aunque incluso a él le sonó muy poco convincente.

Gabriel lo miró, enarcando una ceja, dándole a entender que no le creía.

-Eso es algo bueno en ti- dijo, cambiando su expresión escéptica por una sonrisa- Nunca te he visto quejarte por tus problemas. A decir verdad siempre luces muy animado. Yo… bueno, yo admiro eso en ti.

Mike lo miró, boquiabierto. Sintió que el calor subía a sus mejillas y desvió el rostro, agradeciendo ver a Ericka llegar a su lado.

-Van a empezar las clases ya- les avisó, para después seguir caminando. Gabriel hizo una mueca de fastidio.

-Bueno, vamos de una vez- dijo. Mike asintió. La vergüenza inicial por las palabras de Gabe había disminuido para darle paso a una leve sensación de orgullo, que se expandió como calor desde su estómago a todo su cuerpo.

Entraron al aula y Mike se sentó junto a Julie, dejando que Gabe se alejara hasta su grupo habitual.

-Es un placer volver a verlos- dijo la maestra de química, entrando al aula- Tenemos que darle la bienvenida a dos nuevos estudiantes.

Gabriel alzó los ojos, frunciendo el ceño. Se había imaginado algo asi, pero había mantenido la esperanza que los Harris permanecieran en Inglaterra.

-Elizabeth y Clay Harris- dijo la maestra, señalando a los dos chicos, que entraban en ese momento. Elizabeth miró a todos con una sonrisa radiante y Clay asintió con la cabeza- Tengan la libertad de sentarse en donde plazcan- dijo la maestra- Esperan aquí y por favor, no hagan desorden mientras regreso.

Salió del aula apresuradamente. Desde donde estaba, Mike vio a los dos chicos acercarse al asiento de Gabriel, quien mantenía una sonrisa forzada en el rostro.

-Hola- saludó Elizabeth- Es un bonito lugar, al menos lo poco que he visto.

Volvió a sonreír y se dirigió al lado de Ericka, en donde se sentó. Gabe las miró entablar conversación de reojo y se volvió a Clay.

-Vamos, deja esa cara, sabías que íbamos a venir.

-Tenía la esperanza de que no- dijo Gabe, mordazmente.

-Que poco amable eres- Clay le dio un vistazo al aula y luego regresó a mirar a Gabriel- Pensé que vería un rostro agradable hoy- murmuró- ¿Dónde está tu amigo?

-¿Qué amigo?

-Ese que parecía mucho más amable que tú, en las fotos.

Gabriel se giró hacia atrás, notando que Wade no estaba allí. En su prisa por buscar a Mike, no había notado que Wade no había aparecido en el cuarto.

-Evidentemente, no aquí- replicó, preguntándose donde se habría metido Wade. Clay sonrió y se sentó en la silla vacía detrás de Gabriel, que sólo bufó, fastidiado.

---

Cuando las clases terminaron, Gabriel se dirigió sonriendo a la salida del aula. Incluso aunque Clay se había pasado el día sentado detrás de él, molestando como siempre, el sólo hecho de saber que estaba aquí, de nuevo en un lugar que conocía, le hacía sentir mejor.

-¿No está Wade aquí?- preguntó Mike, cruzando la puerta de la habitación de Gabe. Era un poco extraño no tener a Wade molestando por allí, aunque también, todo se sentía tranquilo, de una forma agradable.

Gabriel se encogió de hombros. Tal vez había decidido saltarse el primer día de clases.

-No ha venido- respondió. Estaba a solas con Mike, al fin y un escalofrío de anticipación le recorrió el cuerpo.

-¿Cómo te fue?- preguntó Mike, desviando la mirada de los ojos de Gabriel. Casi había olvidado lo intensos que podían ser sus ojos.

-Más o menos- respondió Gabe simplemente. Mike hizo una mueca de disgusto pensando que sería lo único que obtendría como respuesta, pero Gabe siguió hablando- Creo que mi viejo lo hizo por molestar. No necesita que yo fuera con él a Londres.

-Tal vez…- aventuró Mike. Se detuvo, imaginado que lo que iba a decir molestaría a Gabriel y este lo miró, instándolo a seguir.

-¿Tal vez?- repitió.

-Bueno, es tu padre. Tal vez sólo quiere tenerte cerca.

Gabe sonrió sin alegría y se sentó en el borde de la cama, negando con la cabeza.

-A mi me encantaría que se olvide que soy su hijo. A él no le interesa la familia, Mike.

Mike se sentó a su lado. Gabriel nunca le había explicado porque odiaba tanto a su padre y él suponía que no le gustaría que intentara averiguarlo. Sin embargo, creía que guardar tanto rencor estaba mal.

-¿Tu padre te abandonó, verdad?- preguntó Gabe, de repente- Una vez me dijiste que sólo vivías con tu madre y tu tía.

Mike asintió.

-¿Y no lo odias por eso? ¿No estás molesto con él por dejarte?

-Bueno- dijo Mike, sintiéndose un poco incómodo. No solía hablar mucho de su padre. Ni su madre, ni su tía lo mencionaban y, a pesar de que durante muchos años en su  niñez había querido saber algo de él, muy pocas veces se había atrevido a preguntar- Él se fue cuando estaba muy pequeño, asi que nunca lo conocí. No sé si lo odio o si estoy molesto con él. Hubo un tiempo en que me hizo mucha falta, pero… sólo no pienso demasiado en él. A veces me gustaría saber porque se fue. A veces lo culpo por las cosas que hemos tenido que pasar, pero nada se soluciona con eso.

Mike se detuvo al sentir los dedos de Gabe apretando la mano que él mantenía sobre su rodilla derecha.

-¿Qué pasa?- preguntó en un susurro, alzando la cabeza para encontrarse con el rostro de Gabriel a escasos centímetros del suyo.

-¿Ya te dije que te admiro?

Mike no pudo contestar. Gabriel atrapó sus labios, acariciándolos con los suyos, rozándolos con su lengua y Mike cerró los ojos los pocos segundos que duró el beso.

-Te extrañé- susurró Gabriel. Mike sonrió, complacido por el cambio de tema y tomó entre sus manos el rostro de Gabe antes de devolver el beso y entreabrir los labios, reclamando más. Sintió la lengua de Gabriel en su boca, recorriéndola y explorando. Mike hizo resbalar sus manos hasta la espalda de Gabe, abrazándolo y este respondió posando las manos en su cintura, sin dejar de besarlo.

Mike jadeó cuando se separaron. El beso lo había dejado un poco inestable y mantuvo sus manos en la camisa de Gabe, mientras su respiración se normalizaba.

-Yo también te extrañé.

-No creo que Wade venga hoy- comentó Gabriel, cuando Mike estaba a punto de salir de su cuarto. Este se giró, sin saber que decir- Bueno, podrías quedarte a dormir aquí hoy- sugirió Gabe. Mike se sonrojó, adivinando lo que pasaría si aceptaba. Asintió lentamente y señaló a la puerta.

-Sólo voy a… cambiarme el uniforme.

Gabriel asintió, sonriendo al notar la turbación de Mike. Le gustaba pensar que podía hacer que Mike se sonrojara, que podía ponerlo nervioso. Le gustaba pensar que él podía provocar que esa expresión inocente en sus ojos se transformara en una llena de deseo.

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Mike se dejó guiar hasta la cama.  Durante todas las vacaciones había soñado con esto. Con la forma en cómo las manos de Gabe le acariciaban por encima de la ropa, con sus labios besando la curva de su cuello. Con sus propias manos rozando la piel del abdomen de Gabe, subiendo hasta su pecho y bajando de nuevo.

Gabriel deslizó una mano por debajo de la camiseta de Mike, tocó su piel un momento antes de tirar de la camiseta hacia arriba y separar su boca de la piel de Mike para poder quitársela. Lo empujó sobre el colchón, lamiendo su garganta, subiendo hasta su boca, mientras sus dedos apretaban sus pezones, haciéndolo gemir. Mike apretó los labios cuando la mano derecha de Gabe bajó hasta su entrepierna y la rozó. Se arqueó, buscando la mano de Gabe que sonrió sobre su cuello y se demoró un momento antes de introducir la mano entre los jeans de Mike y tocar su miembro.

-Gabe- gimió Mike- Mmmhhh.

Gabriel se recostó en la cama e hizo que Mike se sentara sobre él. Mike se llevó una mano a la boca, intentando acallar sus gemidos, moviéndose sin pensar sobre la erección de Gabe, que jadeó observando las mejillas sonrojadas de Mike. Se incorporó y retiró la mano que Mike mantenía sobre su boca para poder besarlo, mientras desabrochaba los jeans de Mike y dejaba su miembro libre.

Mike se apartó para poder desnudarse. Observó a Gabriel, medio incorporado sobre la cama, apoyándose sobre sus brazos. El cabello negro se le había despeinado y le caía sobre la frente, perlada de sudor. Mike bajó los ojos por su torso desnudo, notando la erección apretada por los jeans. Trepó a la cama y besó sus labios, apenas rozándolos, antes de bajar hasta su cuello, pasar por su garganta y llegar a su pecho, mientras Gabe jadeaba, apretando las sábanas entre sus dedos para no ceder a la tentación de tocar a Mike. Quería disfrutar cada segundo con él y quería que durara lo más que pudiera.

Se estremeció cuando sintió la lengua de Mike rozar su abdomen sólo un segundo y sintió sus manos desabrochando los jeans. Cerró los ojos, expectante, pero Mike dejó de tocarlo y Gabriel abrió los ojos, encontrándose con la mirada dubitativa de Mike. Sus mejillas estaban teñidas de rosa y balbuceaba.

-Yo…- murmuró.

-Hazlo- jadeó Gabriel. El rostro de Mike estaba demasiado cerca a su entrepierna y Gabe podía adivinar lo que Mike había estado a punto de hacer antes de detenerse.

Mike bajó la mirada, avergonzado. Por un momento, realmente había deseado lamer el miembro de Gabe, saber que se sentiría tenerlo en su boca y que podía producir en Gabriel si lo hiciera, pero ahora ya no le parecía tan buena idea. Nunca lo había hecho antes.

-Hazlo- repitió Gabe, más bajo y más grave y Mike sintió una nueva oleada de deseo. Movió las manos, dirigiéndolas de nuevo hacia el jean de Gabriel, bajando la cremallera, mientras sentía el latir sordo de su corazón en los oídos. Bajó la cabeza y sólo lo rozó con la lengua, provocando que Gabe jadeara y alzara las caderas. Mike lo tomó en su boca, sintiéndose más avergonzado que en toda su vida, pero sin pensar en detenerse. Le resultó un poco extraño al principio, hasta que los gemidos de Gabriel lo hicieron levantar la mirada. Gabe se mordía los labios para evitar gemir, apretaba las sabanas y lo miraba a él, los ojos fijos, de un verde que se veía más oscuro.

-Michael- gimió y Mike sintió una punzada dolorosa en su entrepierna.

Gabriel cerró los ojos. Los labios de Mike se cerraban en torno a su miembro, presionando, chupando y él sentía que estaba a punto de terminar. Hizo un esfuerzo por moverse y tomó el cabello de Mike, jalándolo suavemente, alejándolo de él, para después tomar sus brazos y tirar de él.

-Me gustas- susurró, abrazándolo y repartiendo besos en la curva de su cuello- Me gustas mucho.

-Y tú- alcanzó a decir Mike, con la voz partida por el deseo.

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-Parece que fue una noche movida- comentó Alan, recostado en la cama, quitándose los audífonos mientras veía a Mike entrar. El chico tenía el cabello mojado y un sonrojo cubrió sus mejillas. Alan esbozó una sonrisa sardónica- ¿En cuál de todos los cuartos estabas?

-No te importa- masculló Mike. El reloj marcaba la una de la mañana y se preguntó que hacía Alan despierto a esta hora.

Alan rió un poco y volvió a colocarse los audífonos. Le había prometido a Julie que no molestaría a Mike, pero le divertía mucho hacerlo. Aunque en realidad no le importaba donde o con quien hubiera estado.

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Gabriel se levantó y miró la cama vacía en el otro lado de la habitación. Los dos primeros días, la ausencia de Wade sólo le había molestado, por lo irresponsable que era faltar a clases, pero ahora empezaba a preocuparse. Era miércoles ya y aún no aparecía, ni contestaba el celular. Dejó la habitación con una última mirada a la cama vacía y fue hasta la cafetería, que estaba vacía a excepción de Ericka, Katherine y Elizabeth, que parecía haberse vuelto muy amiga de ellas.

-Ven un momento- le dijo a Ericka, parándose delante de su mesa. Ella alzó los ojos, pero se guardó las preguntas hasta que estuvieron lejos de sus dos amigas.

-¿Qué pasa?- preguntó, alisándose la falda.

-¿Has hablado con Wade?

Ericka negó con la cabeza.

-No ha estado aquí para hablar con él.

Gabriel se rascó la nuca, sintiendo que su preocupación crecía.

-No entiendo porque aún no viene- dijo y Ericka se encogió de  hombros.

-Conociéndolo, seguro estará por allí de vago- dijo, sin darle mucha importancia al tema. Wade y ella habían salido un par de veces después de que este regresara de visitar a su familia, pero habían seguido manteniéndose como amigos y ella empezaba a dudar de sus sentimientos hacia él. No es que no sintiera nada, sólo que no sabía que sentía por él, exactamente.

-Sí, pero ni siquiera me contesta el celular.

-Bueno, no te preocupes. Seguro y aparece- dijo ella. Gabriel asintió con la cabeza, aunque no se sintiera mejor. Sólo empeoró mientras transcurría el día. Tres días eran demasiado y además, las cosas de  Wade estaban allí desde el domingo.

Salió apresuradamente del aula cuando terminaron las clases y caminó por los pasillos, inquieto. Ya no podía usar el laboratorio de química como escondite, pues ahora lo usaban a menudo, pero había un aula desocupada en el último pasillo del mismo piso. Gabriel fue hasta allí y marcó el número de la casa de Wade.

-Buenas tardes, ¿Quién habla?- escuchó la voz de la ama de llaves.

-Soy Gabriel, ¿puedes pasarme a mi tía?

-Claro, joven- Gabriel esperó, golpeando el piso con el pie mientras lo hacía. Al fin, escuchó la voz de la madre de Wade.

-Hola, ¿Cómo va todo?

-Aquí, bien. Tía, Wade no ha venido a clases.

-¿No?- respondió ella. Su voz no sonaba sorprendida.

-No- dijo Gabriel- Su ropa está aquí, pero él no ha venido y su celular sale fuera de servicio. Yo… yo pensé que tal vez le pasó algo.

-Cálmate- dijo ella- Wade ya no es un niño, puede cuidarse solo. Si no ha ido al colegio es porque no quiere ir. Pero terminará por aparecer.

-Pero…- replicó Gabriel- Pero no tienes idea de donde  está. ¿Te dijo que se iría a otra parte?

-No. Pero sabes muy bien que Wade no suele pedir permiso.

-Tía- insistió Gabriel.

-Intentaré llamarlo, si te preocupa tanto. Tengo que irme, hay una reunión muy importante a la que tengo que asistir.

Joanna colgó y Gabriel observó el celular, molesto aunque no completamente sorprendido.

Se quedó allí un rato, jugando con el celular, tratando de no enojarse más de lo que ya estaba. Salió cuando le dio hambre y fue de nuevo a la cafetería. Cuando estaba comiendo, Julie entró y lo miró, algo sorprendida.

-Es un poco tarde para el almuerzo- dijo, observándolo con una media sonrisa. Gabriel alzó la mirada y apoyó el rostro en una mano.

-¿Tampoco te preocupa a ti?- preguntó, cansinamente.

-¿Qué cosa?

-Que Wade no haya llegado todos estos días.

-Pensé que tal vez se había trasladado a otra escuela. Estaba a punto de festejar- dijo, en son de broma, pero Gabriel frunció el ceño y Julie hizo una mueca de fastidio- No tengo por qué preocuparme- dijo, esta vez, seriamente- Ya sabes que no lo considero nada mío.

-Ya sé- contestó Gabriel, amargamente, volviendo su atención a su comida.

Julie se alejó, decidiendo que era mejor dejarlo solo y Gabriel volvió a sacar el celular apenas ella se fue. Marcó el número del padre de Wade esta vez.

-Hola, tío- saludó. Obtuvo una réplica algo seca como respuesta- Sólo te avisaba que Wade no ha llegado al colegio. Nada más.

-Es un irresponsable- fue el único comentario del hombre antes de colgar.

Gabriel apretó los dientes, furioso y se levantó, dejando la comida a medias. Vio a Mike en el pasillo, pero ahora no tenía ganas de hablar con él. A pesar de eso, Mike lo siguió hasta la azotea.

-Julie me dijo que estabas preocupado por Wade- comentó Mike, parándose a su lado.

-Por favor, si me vas a decir que estoy exagerando, no lo digas- dijo Gabriel, agriamente.

-No iba a decir eso- la voz suave de Mike hizo que Gabe girara la cabeza y esbozara una sonrisa de disculpa.

-Lo siento, pero es que…- se detuvo. Los problemas familiares de Wade no eran un secreto, pero a su amigo jamás le había gustado que lo traten como a una víctima- Bueno, a nadie parece importarle. ¿Qué hubiera hecho tu madre si desaparecías tres días?

-¿Mi mamá?- Mike sonrió, divertido, imaginándose la reacción de su madre. Sin contar a su tía- Habría movilizado hasta al FBI.

-Te preocupas mucho por él, ¿verdad?- preguntó, luego de un rato en silencio.

-Él y Julie son como hermanos para mí- dijo Gabriel- Es lógico que me preocupe.

Mike apoyó una mano en el hombro de Gabe.

-Si no llega…- empezó- Supongo que sus padres harán algo, ¿no?  O tu padre. Pero, Gabe, cálmate un poco, ¿quieres?

Gabriel asintió con la cabeza. Por lo menos Mike no parecía tan insensible con el tema. Le rodeó los hombros con un brazo, acercándolo a su cuerpo.

-Por lo menos tú no me consideras un paranoico- comentó.

---

Una leve neblina hacia que el día se viera gris. Gabriel entró al aula, se sentó en su sitio y empezó a leer sin mucho ánimo. La segunda semana de clases comenzaba y Wade no daba señales de vida.

-Buenas- escuchó decir a una voz clara, divertida y familiar. Alzó los ojos y sintió que una corriente de alivio le recorría el cuerpo al ver a Wade parado en el umbral de la puerta, mirándolos a todos con una sonrisa.

Clay dirigió la mirada hacia la puerta. Reconoció a Wade y lo observó, examinando su figura. Había pensado que era apuesto, después de verlo en algunas fotos y no tenía razón para dejar de pensarlo. Lucía el cabello más corto y desordenado y llevaba un jean negro, desteñido en algunas partes, zapatillas del mismo color y una camiseta de manga corta blanca con una calavera estampada. Sobre ella, un chaleco negro sin mangas. Una pulsera de metal en la mano izquierda y una muñequera de cuero en la derecha. Se veía algo punk y entre los estudiantes, todos vestidos con el uniforme, un poco fuera de lugar.

Clay se acercó y le tendió la mano.

-Hola- saludó- Wade Lorenz, ¿verdad?

Wade asintió, moviendo la cabeza y Clay se fijó en la delgada curva de su cuello y la piel tersa de su garganta.

-¿Quién eres tú?- preguntó Wade, ignorando la mano extendida delante de él.

-Clay Harris.

Wade frunció las cejas, tratando de recordar en donde había escuchado el nombre.

-Claro- dijo. Clay vio una luz de reconocimiento en sus ojos grises- Eres el idiota insoportable.

Clay entornó los ojos, sin saber si sentirse ofendido. Debería estarlo, por las palabras que Wade había usado, pero la sonrisa que esbozó mientras lo hacía impedía que se enojara.

-Y supongo que Gabriel te habló de mí- dijo, decidiendo sonreír.

Wade le estrechó la mano, asintiendo y sin encontrar nada, a primera vista, que hiciera que Clay le disgustase. Examinó su rostro, algo pálido y el cabello rubio, pero si había algo en su figura que lo impresionaba, eran sus ojos. Ojos de un azul pálido.

-No demasiado- dijo.

Soltó la mano de Clay y se volvió para mirar a Julie y saludarla con un asentimiento de cabeza. Como esperaba, ella sólo frunció el ceño y desvió la mirada.

Wade se mordió el labio para contener la risa, sin notar que la mirada de Clay se posaba en su boca. Pasó delante de él hasta llegar a la fila en donde Gabriel se sentaba. Había una mochila en la silla detrás de la de Gabe y Wade la retiró y se sentó. Gabe se giró en la silla, examinando su semblante.

-¿Dónde andabas?- preguntó. Wade se encogió de hombros y Gabriel se extrañó al ver que desviaba la mirada. En todos los años que habían pasado juntos, Wade jamás se había mostrado reticente a mirarlo. La profesora entró en ese momento y Gabriel volvió a mirar al frente, de mala gana.

-¿Por qué te has vestido como punk?- preguntó Ericka, mirando a Wade mientras comían. Wade extendió la mano derecha, mostrando la muñequera negra.

-Creo que me gusta- respondió.

-Entonces- siguió Ericka- ¿Te pintarás los ojos y eso?

-Claro que no, eso es para las chicas- Wade negó con la cabeza, mirando hacia la mesa en donde los dos chicos Harris comían- ¿Qué tal son, esos dos?

-Elizabeth es amable. Aunque arrogante. No he hablado mucho con su primo. Pero a Gabe le cae mal.

Wade volvió la mirada hacia Gabriel, que estaba sentado con Julie y Mike. No hizo más comentarios y se levantó, despidiéndose de Ericka con un ademán de la mano.

Gabriel se levantó de la mesa, al ver que Wade se iba de la cafetería. Lo siguió hasta el cuarto y cerró la puerta detrás de él, mientras Wade se quitaba el chaleco y lo dejaba en la cama.

-Tardaste en llegar- dijo, apoyándose en la pared. Wade se giró, sonriendo.

-¿A qué viene esa cara?- preguntó. Gabriel frunció el ceño.

-¿Dónde estabas?- preguntó en respuesta- Te desapareciste una semana y ni siquiera contestabas el celular. Pensé…

Se interrumpió, observando la mirada perpleja de Wade.

-Vamos, no soy un niño. No tengo por qué darte explicaciones de lo que hago.

Gabriel se llevó una mano a la frente y se la acarició, esbozando una sonrisa tirante.

-No te costaba nada avisar que estabas bien- masculló. Wade bufó, molesto por el regaño velado en la voz de Gabriel.

-No eres mi padre, no tengo que avisarte nada. Si ni siquiera les dije a ellos en donde estaba, mucho menos a ti.

-Yo se los dije- murmuró Gabriel- Llamé a tus padres para contarles.

-¿Qué?- Wade avanzó dos pasos, molesto- ¿Hiciste qué? Genial, ahora voy a tener problemas. ¿Sabes lo que dirá el idiota de mi viejo cuando vaya a casa?- se detuvo, mordiéndose el labio para evitar seguir gritando, pero la expresión molesta de Gabriel no había cambiado un ápice- Tú y tus preocupaciones idiotas- añadió.

-¡Es obvio que me preocupe si te desapareces más de siete días!- gritó Gabriel, pero Wade no se inmutó.

-¿Y qué dijo mi madre?

-Que crees- masculló Gabe- Ella y mi tío… dijeron que podías cuidarte solo.

-Sí, si el único que no lo cree eres tú- Wade negó con la cabeza y se dirigió hacia la puerta, pero Gabriel le tomó de la mano izquierda cuando estaba a punto de hacerlo.

-Porque soy la única persona en el mundo que se preocupa por ti- dijo, casi en un gruñido- Asi que por lo menos tenlo en cuenta.

Wade se soltó, le devolvió a Gabriel una mirada igual de furiosa que la que su amigo tenía y al cabo de un momento, cerró los ojos y suspiró.

-Tu celular- dijo, extendiendo una mano. Gabriel frunció la cejas, extrañado.

-¿Qué?

-Tu celular- repitió- Que me lo des, vamos- dijo, estirando la mano hacia el pantalón de Gabriel, haciendo el ademán de querer buscarlo en sus bolsillos. Gabe se apartó y sacó el celular. Wade lo recibió, escribió un número y lo guardó en la agenda.

-Es mi nuevo número. Mi celular pasó a mejor vida- dijo, devolviéndole el celular a Gabriel- Ahora, ¿podemos dejar de discutir?

Gabriel no dijo nada y Wade asumió que era un sí. Salió de la habitación y soltó un suspiro. No entendía porque Gabe se mostraba tan susceptible a su “desaparición”, aunque la verdadera razón de haberle contestado a gritos era la furia hacia él que seguía latente en su mente. Furia porque Gabe no había sido capaz de confiar en él, en algo tan grave como que su madre supuestamente muerta estaba viva, aún sabiendo lo importante que Isabelle había sido en su vida.

Vio a Clay parado en el pasillo y se acercó a él al ver que le sonreía.

-Te ves mal- dijo Clay- ¿Pasó algo?

Wade negó con la cabeza.

-Nada de nada. Dime, ¿Qué hiciste para que Gabe te detestara?

Clay rió, entornando los ojos y Wade esbozó una pequeña sonrisa.

-Nada, que yo recuerde. Creo que es algo natural. No sé… algo así- se detuvo al ver que Wade lo observaba con una sonrisa burlona.

Elizabeth llegó hasta ellos. Saludó alegremente y se colgó del brazo de Clay.

-Tenemos una llamada- dijo, con voz cantarina. Wade le sonrió mientras ella se alejaba con Clay y Elizabeth se volvió a su primo.

-Él sí que es guapo- comentó, mirando hacia atrás- Pero es completamente hetero, por lo que he oído. Lo siento, primo.

-Oh, vamos, ni siquiera me había fijado en él.

Elizabeth rió de buena gana.

-Te lo estabas comiendo con los ojos cuando lo viste hoy. Aunque eso es completamente justificable- añadió, soltando el brazo de Clay y divisando a Julie. Se la señaló a Clay, sonriendo un poco- Esa chica es hermana de Wade- susurró.

Clay se volvió hacia ella, asombrado. La chica solía ir muy mal vestida cuando no llevaba el uniforme, llevaba gafas y lucía una coleta desordenada de la que siempre estaban escapándose mechones de cabello oscuro.

-¿De verdad? Pensé que era una de las becadas.

-Lo es, pero también es media hermana de Wade. Hija de una sirvienta.

Clay negó con la cabeza.

-Es de muy mal gusto que estudie aquí- comentó, mirándola hablar con el chico becado, que había visto algunas veces en compañía de Gabriel- ¿Y el chico quién es?

-Se llama Michael, es becado y es muy amigo de Gabe. Incluso Katherine habla bien de él. Pero, bueno, no creo que tenga mucha importancia- Elizabeth se encogió de hombros- Por lo que sé, Barnett es famoso por ayudar en casos de caridad de vez en cuando, aunque me parece que no es más que una estrategia publicitaria.

Clay pasó un brazo por los hombros de su prima, mientras sonreía.

-¿Acaso alguna vez las obras de caridad son más que eso?- preguntó y ambos se detuvieron cuando llegaron a la altura de Julie, que se detuvo también, dirigiéndoles una mirada desafiante.

Clay observó a Julie, intentando encontrar algún parecido entre ella y su hermano, pero no encontró nada. Pasó su mirada a Mike, que esbozó una pequeña sonrisa conciliadora. El chico era lindo, en cierto modo, pero para nada su tipo. Y además, era un becado, probablemente de la más baja condición social. No valía la pena perder tiempo con ninguno de ellos, así que pasó por su lado y se volvió a su prima como si nunca se hubieran detenido a ver a Julie o a Mike.

-Que idiotas arrogantes- comentó Julie, viéndolos pasar. Mike los miró un momento, entendiendo el porqué Gabriel se había sentido tan mal en compañía de ellos. Le había hablado algo de Clay en sus llamadas y un poco más cuando Mike le había preguntado.

-Lo mejor es ignorarlos- dijo, pero Julie seguía con la misma expresión de furia en su mirada. Mike sonrió. Sabía que dejaría de estar molesta en un rato y además, ya no lucía preocupada, como había estado la semana pasada, a pesar de que ella nunca lo admitiría, por Wade.

-No sé cómo puedes tener tanta paciencia- comentó Julie, volviendo a caminar- ¿Vas a tu cuarto o a ver a Gabe?- preguntó.

Mike se encogió de hombros. Tenía que hacer tareas, asi que negó con la cabeza.

-A mi cuarto- dijo. Julie sonrió y ambos doblaron por el pasillo y llegaron a la habitación. Alan salía del baño cuando ellos entraron y le dirigió a Julie una sonrisa.

-Está prohibido chicas aquí, ¿sabías?

-Lo siento, tomaré en cuenta lo peligrosa que soy para ustedes, chicos- contestó Julie, sonriendo y sentándose en el borde del escritorio en el que Mike ya se había sentado, sacando sus cuadernos e ignorando a Alan, que se quitaba la camiseta y rebuscaba en el armario, soltando una risa entre dientes.

-Están en peligro, podría violarlos- siguió diciendo Julie, meciendo los pies en el aire y aguantando la risa.

Alan se volvió, pasándose la camiseta por la cabeza y miró a Mike, que ya tenía la cabeza inclinada sobre sus libros.

-No, gracias, no creo que me guste hacer un trío con el señor ratón de biblioteca.

Mike alzó la cabeza, tratando de no reaccionar ante el insulto.

-Al menos estamos de  acuerdo en eso.

-Ya, vamos, no peleen- Julie bajó del escritorio- Nos vemos luego. No se maten, por favor.

Mike le despidió con un gesto de la mano y volvió su atención a los cuadernos. Alan se acercó a él y miró por encima de su cabeza.

-Así que eres un genio, ¿eh?

-No lo soy- dijo Mike, secamente.

-Julie también es como tú- comentó Alan, sentándose en el mismo lugar en donde había estado Julie, aunque él si podía apoyar los pies en el piso- Pero no igual. No es una tragalibros.

Mike lo miró sin saber cómo actuar ante el repentino intento de Alan por hablar con él.

-La quieres, ¿no?- preguntó, dejando de escribir y mirándolo a los ojos, que se suavizaron mientras sonreía.

-Supongo- contestó, deslizándose fuera del escritorio- Bien, novato, no creo que te importe si me voy. Sólo una pregunta, ¿vendrás de madrugada nuevamente hoy?

Mike enrojeció, mientras Alan soltaba una carcajada y salía del cuarto. Dos días había regresado de madrugada y el resto, las había pasado en la cama de Gabriel, durmiéndose rodeado por sus brazos o hablando de cualquier cosa hasta el amanecer. Suponía que ahora ya no podrían hacerlo, con Wade allí. Soltó un suspiro desesperanzado, decidiendo que lo mejor era dejar de pensar en Gabriel y concentrarse en la tarea que tenía delante.


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