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West Lake por Hisue

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Notas del capitulo:

Hola!!! ¿Me tardé? (No recuerdo cuando fue que actualicé) Espero que no ^__^. Ummm... sobre el cap... nada. ¿Recuerdan la sección  "hablemos de mí"? ¡Volvió! (Ya se la pueden saltar)

Me he dado vacaciones, así que estoy disfrutando de la civilización, las computadoras y leer mangas. Hace calor, mucho, mucho calor... y estoy en esos días de desanimo en donde quiero quedarme quieta, quieta y no hacer nada... execpto escribir. Por cierto, me puse a editar Rockbol y por alguna de esas cosas raras de la vida... se borró el archivo... T___T... tendré que empezar de nuevo.

Ahh, bueno, al fic, al fic. 

29

Wade abrió los ojos y se dio cuenta que estaba en el colegio, pero no en su habitación. Se llevó una mano a la cabeza y se incorporó, maldiciendo a las resacas y el alcohol. Miró a los lados, intentando saber en qué habitación estaba y con quien. En especial, con quién.

-Buenos días- dijo la voz de Clay. Wade giró el rostro y su cabeza se quejó por el movimiento.

-¿Qué hago aquí?- preguntó. Su boca tenía un horrible sabor amargo que hizo               que Wade sintiera  ganas de escupir.

-Bebiste mucho, así que te traje de regreso.

-Gracias- contestó Wade, levantándose de la cama, observando a Clay, que parecía estar perfectamente- ¿Tú no tomaste?

-No, tenía que cuidar a Liz- contestó él.

-¿Sabes? Generalmente suelo ser una excelente compañía, pero no cuando tengo dolor de cabeza. Me voy. Adiós, Harris.

-¿Te ayudo a llegar al cuarto?- preguntó Clay, burlándose al ver como Wade se tambaleaba.

-No, gracias- contestó este, de mal humor, encaminándose a la puerta. Odiaba las resacas, con toda su alma.

Empujó la puerta cuando llegó a su cuarto, pero esta no se abrió y rebuscó la llave en sus bolsillos. Quería darse un baño, lavarse los dientes y dormir unas diez horas seguidas. No le extrañó ver la cama de Gabriel vacía, lo más probable es que hubiera amanecido con el novato. Caminó mecánicamente hacia el baño, desnudándose mientras lo hacía y se quedó bajó la ducha hasta que lo peor de su dolor de cabeza lo abandonó.

Después de bañarse, se dio cuenta que tenía hambre y se dirigió a la cafetería, sólo para descubrir que no podía pasar nada. Bebió tres tazas de café cargado y se dispuso a salir, para despejar su mente un poco. El día era frío, agradable. Wade caminó hasta la caseta que usaba el conserje y golpeó la puerta, mirando en dirección al bosque.

Enarcó una ceja, sorprendido al ver que Gabriel le abría la puerta.

-Hola, pasa- dijo Gabe, sonriéndole con la misma expresión de felicidad que el día anterior, cuando hablaron de Isabelle. Wade entró, detrás de Gabe.

-Pensé que estarías en otro lugar- observó, pero Gabriel no pareció hacerle caso.

-¿En qué lugar?- Wade alzó la cabeza para ver al viejo conserje. Le sonrió, encogiéndose de hombros.

- Ya sabe, por ahí- contestó. El viejo negó con la cabeza.

-Ya crecieron- dijo, haciéndolo sonar como una explicación.

-¿Y por qué la cara de felicidad de este tonto?- preguntó, señalando a Gabriel, que seguía sonriendo, sin intervenir en la charla.

-Al parecer, por un regalo- contestó Gabriel- Ven a verlo. Aunque no sé dónde voy a ponerlo. Pero la comida no será un problema- Wade observó al hombre, con una expresión de sorpresa, mientras Gabriel hablaba, entusiasmadamente.

-¿Le regalaste un gato?- preguntó, conmocionado- No se permiten animales en West Lake.

-No es un gato- dijo el conserje- Lo encontré por el bosque, medio muerto. Lo he tenido aquí. Gabriel lo vio cuando despertó hoy y se lo ha regalado sin mi permiso.

-Ven a verlo- dijo Gabriel, cogiendo la muñeca de Wade y tirando de ella. Él bufo, pero lo siguió hasta la pequeña cocina de la casa del conserje. Debajo de una mesa de madera, en una cama hecha de trapos viejos y descoloridos, estaba un perro. Wade lo miró y se volvió a Gabriel.

-Es la cosa más fea que he visto- declaró, cruzándose de brazos. Gabriel lo miró, sin sentirse afectado por sus palabras. El perro era un cachorro aún y tenía el pelaje de un color gris, el hocico alargado y las orejas erguidas. A Wade no le pareció bonito en ningún sentido, pero Gabriel parecía pensar todo lo contrario.

Wade se inclinó y alargó la mano hacia el cachorro, intentando tocarlo. El cachorro respondió con un gruñido y un intento de mordida hacia los dedos de Wade, que se levantó y volvió a cruzarse de brazos.

-Es un poco salvaje- dijo el viejo, entrando a la cocina.

-¿Un poco? Casi me quedo sin dedos.

-Es porque no confía en ti- dijo Gabriel.

Se inclinó y Wade lo observó mientras él observaba al perro y lo acariciaba después de unos momentos. Wade chasqueó la lengua al ver que el perro dejaba que Gabriel lo sacara de su cama y lo abrazara.

Le acarició el lomo, mientras lo sostenía en brazos. Sabía que el perro no era lindo. No ganaría concursos de pedigree, pero era lo que menos le importaba. El perro le lamió los dedos y Gabriel sonrió, acariciando sus orejas.

-Debemos ponerle un nombre- dijo.

-No, no tenemos que hacer eso. No se permiten perros, ¿recuerdas?

-Soy el hijo del dueño, Wade- dijo Gabriel- Piensa en un nombre.

Gabriel lo miró, seriamente y Wade bufó.

-¿Qué tal “horrible”?

El perro gruñó de nuevo.

-Wade, es en serio- dijo Gabriel.

-Discutan fuera- dijo el viejo- Ya pasó el tiempo en que tenía que aguantarlos- espetó. Gabriel asintió, pero antes cogió un biberón de leche que estaba sobre la mesa y se lo dio al perro. Wade alzó las cejas y salió de la cabaña. Gabriel lo siguió, sin el perro y se volvió hacia Wade, antes de que este pudiera decir algo.

-Tienes que contarme algo- dijo. Wade asintió.

-Iba a hablar de eso, pero estabas ocupado con esa cosa.

Wade puso sus manos en la espalda y se mantuvo en silencio hasta que llegaron al lindero del bosque y se sentó, apoyándose en un árbol, con Gabriel frente a él.

---

El día anterior, se había ido después de ver la motocicleta de Gabriel. Mientras viajaba, sólo podía pensar en alternativas que iban desde la más estúpida hasta la más trágica. Una de las que se repetían en su mente era que al llegar, Isabelle no estaba allí. Nunca había estado y todo eso era una muy elaborada broma. Wade cerró los ojos, apoyó la cabeza en el asiento del avión y decidió dejar de pensar tonterías.

Como la vez pasada, habían pacientes fuera de las habitaciones, en el patio. Wade frunció el ceño ante el blanco que predominaba en las ropas y las mesas del lugar. Pudo verla después de sobornar a una enfermera. Se sentó en la silla ubicada en frente de ella, que mantenía la cabeza gacha y armaba origamis. Wade sonrió, sin poder evitarlo. Alargó la mano y cogió un avión de papel e Isabelle alzó el rostro.

-¿Qué haces aquí?

Wade titubeó. No esperaba la alarma en la voz de Isabelle. No esperaba que fuera eso lo primero que dijera al verlo.

-Hola, tía- saludó, devolviendo el avión de papel a la mesa, fingiendo una tranquilidad que no sentía.

 -¿Por qué estás aquí?- Wade observó el rostro de Isabelle, pálido y limpio, observó las arrugas en sus labios y alrededor de los ojos y bajó la mirada a las manos de ella.

-Descubrí dónde estabas. Quería verte y hablar contigo- dijo, sin elevar los ojos.

-¿Gabriel sabe qué yo…?

Wade asintió.

-Sí, lo sabe.

Isabelle se llevó una mano al cabello, acomodándoselo.

-¿Pero cómo?

-No sé- dijo Wade- Tía, ¿Por qué estás aquí?

Isabelle elevó una mano y acarició la mejilla de Wade.

-Has crecido- dijo- La última vez que te vi eras un niño. Estabas discutiendo con Julie. ¿Cómo está ella?

-Bien- respondió Wade, al ver que Isabelle no pensaba contestar su pregunta- Es muy lista. Estudia en el mismo lugar que nosotros, pero no le gusta…

-¿Se llevan mejor?

Wade desvió la mirada, con una culpa que no sentía desde que Isabelle le reprochara por última vez. Cada vez que ella lo regañaba lo hacía sentir culpable, pero era agradable, incluso.

-Tienen que aprender a hacerlo, Wade. Puede que a ninguno de los dos les guste, pero son hermanos.

-El año pasado intenté acercarme a ella- dijo Wade, disculpándose- Pero ella… bueno… ya sabes cómo son las cosas con nosotros. No vas a decirme porque estás aquí, ¿verdad?

Isabelle negó con la cabeza.

-No pienses en eso, Wade. Tengo que pedirte algo y no puedes negarte- Wade la miró, frunciendo el ceño- No vuelvas aquí. No quiero que vuelvas a visitarme, ¿entendido?

-¿Qué?- Wade golpeó la mesa, provocando que unos cuantos de los papeles en ella cayeran al suelo. Isabello se mantuvo impasible- No puedes pedirme eso. Por lo menos, no sin decirme que está pasando aquí. ¡Estás en una institución mental! Y no estás loca, ¿verdad?

-Cálmate- dijo Isabelle- No voy a decir nada y tú no volverás a verme. Y le dirás a Gabriel que no puede venir. Ahora, háblame de mi hijo. Hoy es su cumpleaños. Me gustaría tanto estar allí…

La voz dolida de Isabelle al mencionar a Gabriel apaciguó a Wade, que suspiró y retiró su celular de su chaqueta, enseñándole una foto de Gabriel a Isabelle. Ella sonrió, mirando la imagen.

-¿Ha cambiado mucho?

-No tanto- respondió Wade.

Mientras Isabelle le preguntaba sobre su vida en el colegio, sus amigos, sus preferencias, Wade consideró el decirle que su hijo tenía un novio en vez de una novia y que él se pasaba varias noches al mes en compañía de mujeres poco recomendables. Aquello decepcionaría sin duda a Isabelle y fue eso, más que el miedo a un regaño el que impidió que se lo dijera. Hablaron dos horas sin parar, hasta que Wade miró el reloj, sonriendo de forma triste. Le gustaría no tener que irse.

-Me gustaría que le dijeras tantas cosas a mi hijo- dijo Isabelle- Me gustaría hacer algo por él. Prométeme otra cosa, Wade.

-Dime.

-Prométeme que ni tú ni Gabriel intentara saber nada de porque estoy aquí- Wade abrió la boca para reclamar, pero ella negó con la cabeza- Sólo hay una cosa que quiero para mi hijo y es que viva como quiera vivir, sin arrepentirse de nada. No quiero que se convierta en un juguete manipulado por los demás.

Wade supuso que por “los demás” se refería a su tío.

-Sólo quiero que haga lo que él quiera hacer. 

-Conoces a Gabe, tía. Él no va a dejarte aquí.

-Tiene que hacerlo. Wade, no quiero que viva bajo la sombra de su padre. Por favor, prométeme que se lo dirás y que lo convencerás para que no haga nada.

-No, no estoy de acuerdo. No puedo prometerte eso. Yo tampoco puedo aceptar que te hayan hecho esto.

-Lo harás. No quiero que Gabriel se involucre en esto. Convéncelo. Prométeme que lo harás.

Wade observó sus manos, que Isabelle había cogido y luego a los ojos de su tía, que lo miraban suplicantes. Asintió lentamente.

-Haré lo que pueda, ¿está bien?

-Bien. Una cosa más, dale esto a Gabriel de mi parte.

La sonrisa regresó al semblante de Isabelle mientras se levantaba y besaba a Wade en las mejillas y en la frente. Wade sonrió, intentando disimular el alivio y la angustia que lo recorrían en igual medida.

-No es mi pasatiempo besar a los chicos- dijo, tocándose la mejilla derecha. Isabelle sonrió y le dio otro beso.

-Para mí son todavía niños. Mis niños. Siempre lo serán.

---

Cuando terminó de hablar, se quedó en silencio, esperando a que Gabriel dijera eso. Sabía que ambos, probablemente, estaban sintiendo lo mismo. La sensación de haber recuperado a la persona más importante de sus vidas, sólo para volverla a perder.

Wade siempre había tenido sentimientos encontrados con respecto a su madre verdadera, probablemente por eso, quería tanto a Isabelle. Sus padres no lo querían y él lo sabía. Su padre quería a Julie y él no podía perdonarle el que ella tuviera su cariño, aún cuando Julie detestaba al tipo. Para su madre, él sólo había sido una forma de asegurar su matrimonio y tener un heredero. No recordaba haber recibido palabras amables de su parte. Porque quería tanto a Isabelle, envidiaba a Gabriel. Gabe tenía lo que él siempre había querido tener. Wade sonrió. Hacía mucho tiempo que no pensaba en esas cosas. Solía ignorarlas, simplemente porque no le gustaba el papel de víctima.

-¿Ella te pidió eso?- preguntó Gabriel, rompiendo el silencio.

Wade asintió, mientras Gabe apretaba los puños sobre sus rodillas.

-Como si pudiera ignorar algo como eso- masculló- Mi padre… él… la hizo pasar por muerta. ¿Cómo puedo dejarlo pasar?- alzó los ojos hacia Wade, con el ceño fruncido- Espero que no estés de acuerdo con ella.

Wade se encogió de hombros.

-¿Qué piensas hacer? Porque, sabes, para odiar a tu viejo, has estado bastante obediente con él.

Gabriel suspiró, desviando los ojos. Su madre estaba viva y bien. Eso le aliviaba, pero las preguntas que le daban vueltas en la cabeza no hacían más que aumentar.

-Sólo quiero vengarme. Y quiero saber por qué pasó todo eso.

-¿Y cómo piensas hacer eso?

Gabriel suspiró. Si era Wade, podía decirle la verdad, la que no le había dicho ni a Ericka, ni a Garton.

-¿Qué es lo que más quiere mi padre, Wade?

-Sus empresas- contestó Wade, automáticamente.

-Quiero destruirlas. Voy a acabar con el imperio de los Barnett.

Si alguien más hubiera dicho eso, Wade se habría reído. Pero Gabriel lo dijo totalmente en serio. Wade soltó una risa nerviosa, pasándose una mano por el rostro.

-Bueno, no hay mucho que puedas hacer siendo estudiante.

-Lo sé. Me llevará muchos años, supongo- dijo Gabriel- Pero no voy a detenerme hasta que no quede nada de los Barnett en pie.

-También es tu herencia, ¿sabes?

-No me importa- musitó Gabe.

Volvieron a quedarse en silencio, escuchando el aire soplar entre las ramas de los árboles, cada uno sumido en sus propios pensamientos.

-Wade- llamó Gabriel. Este lo miró, expectante- ¿Me ayudarás?

-¿A destruir a tu familia, lo que provocará que mi propia futura fortuna esté en peligro? No sé para qué preguntas eso- sonrió, levantándose- Entre mi familia y tú, la respuesta es obvia. Además, supongo que será divertido.

-Bastaba un “sí”- dijo Gabriel, levantándose también.

-Ahora, voy a comer- Wade se alejó, borrando la sonrisa apenas le dio la espalda a Gabriel. Si pudiera ver de nuevo a Isabelle le diría “tía, tu hijo sigue siendo la persona obsesiva y exagerada de siempre”. Sonrió y divisó a Mike que se acercaba en su dirección- Gabriel está por allá- le indicó, sin esperar a que el muchacho le preguntara.

Mike miró hacia atrás, a la espalda de Wade, un poco extrañado por no recibir ningún comentario de doble sentido o una burla. Su expresión está mañana parecía un poco ida. Mike se encogió de hombros, sin darle mucha importancia y caminó hacia donde Gabriel se encontraba.

-Hola- saludó, en cuanto llegó. La expresión seria de Gabe se transformó en cuanto lo vio, reemplazada por una sonrisa.

-Hola. Siento haberte dejado ayer, yo…

-¿Te divertías mucho bebiendo todo lo que estaba a tu alcance?- bromeó Mike- No te ves tan mal como Julie. Fui a verla y me recibió con un almohadazo en la cara.

-He tomado aspirinas- admitió Gabriel- Oye, ven a ver algo- se levantó, sonriendo y Mike notó que llevaba la cadena puesta y sonrió.

-Pensé que no se permitían animales en el colegio- dijo Mike, observando al perro que jugaba mordisqueando las telas de su cama. No era bonito, en ningún sentido.

-No- dijo Gabriel- Pero no podíamos dejarlo allí, viviendo en el bosque. De todas maneras, el viejo puede cuidarlo, si mi papá no me permite tenerlo en mi cuarto. Lo único que falta es un nombre, ¿se te ocurre algo?

-Pues…- Mike intentó tocar al perro, pero este se agazapó y le enseñó los dientes.

-¿También a ti?- preguntó Gabriel. Mike regresó a verlo, retirando su mano del alcance del cachorro- Pensé que le gruñía a Wade porque había detectado su mala personalidad, pero ¿a ti?- dijo Gabriel, acariciando las orejas del perro.

-No te muerde.

-Al viejo tampoco- dijo Gabe.

El conserje observó a Gabriel mientras entraba a la cocina, sonriendo para sí. Que trajera a otra persona, que no fuera Wade o Julie, a su cabaña era muy extraño, pero el chico lucía como una persona más razonable que la mayoría de estudiantes del colegio.

-Ya, largo de aquí. Si vas a ser dueño del perro, llévalo a un veterinario primero. Fuera, los dos.

Gabriel asintió y jaló a Mike, llevándolo fuera de la casa, después de dejar al perro de nuevo sobre los trapos.

-Mañana tendré que llevarlo a un veterinario- dijo, apenas estuvieron fuera de la casa- Y pedirle a mi viejo que me deje tenerlo.

Mike lo observó hablar, con una sonrisa condescendiente en el rostro. Gabriel lo observó, tirando de la cadena que llevaba en el cuello, mientras sus labios dibujaban una sonrisa traviesa.

-No es que no me guste la cadena- dijo, en un susurro, caminando hacia el colegio. Mike lo siguió, aguzando el oído para poder escucharlo- Pero ayer esperaba otro tipo de regalo.

Mike sintió que sus mejillas ardían, pero se hizo el desentendido. No es que le molestara la perspectiva de tener sexo con Gabe, pero aun seguía algo incómodo con todo las cosas que sabía que Gabe ocultaba. Gabriel regresó a mirarlo, sonriendo y Mike frunció el ceño. Podía ver, en sus ojos, como se esforzaba en ocultar algo.

-No te fuerces a sonreír si no quieres- masculló. Gabriel lo miró, sorprendido.

-No me estoy forzando a nada- susurró. No es que no estuviera feliz, pero la charla con Wade había hecho crecer sus dudas. Dentro de sí, Gabe sabía que la única forma de estar tranquilo era saber que había pasado en realidad con su madre. No es que no estuviera feliz, pero no podía evitar estar triste y preocupado a la vez. Atrajo a Mike hasta un aula desierta y lo besó, forzando con lamidas suaves los labios cerrados de Mike, que cedió y se abrazó a él.

-¿Ves? Estoy feliz- sonrió, tomando de la cintura Mike, que le devolvió la sonrisa a regañadientes- Ahora, ¿me ayudas a encontrar un nombre para mi cachorro?

---

 

 

-¡Buenos días!- Wade se giró, sonriendo al ver a Adriana correr hacia él.

-Que ruidosa eres- murmuró, cuando ella se detuvo a su lado- ¿No tienes a nadie más a quien molestar?

-Lamentablemente, no- contestó, juntando sus manos en la espalda- Todo este lugar está lleno de gente estirada y fastidiosa. Excepto los becados, pero ellos o quieren ser como todos o son demasiado estudiosos. No me acostumbro.

-¿Y por qué estás aquí, entonces?

-Porque me mandaron- Adriana volvió a sonreír, cambiando de tema- ¿Qué tal la fiesta?

-No me recuerdes eso, aún tengo dolor de cabeza. ¿Por qué no fuiste?

-Vamos, Wade. ¿Fiestas de niños ricos y yo?

-Sí, es cierto. Sólo mira como luces- regresó a mirarla, fijándose en la camiseta desteñida que llevaba puesta y los jeans que tenían un corte a la altura de la rodilla izquierda- Esa ropa, se nota que tiene como dos años más o menos. Nadie de aquí saldría contigo luciendo así.

-Gracias- ironizó ella.

-De nada, ¿quieres comer algo? No he desayunado.

-Claro.

Adriana se giró, mirando hacia atrás. Había sentido que alguien la observaba. Vio a Harris recostado en una pared cercana, pero se dio cuenta que no era a ella a quien miraba. Volvió a mirar al frente, sonriendo. Ese chico no le agradaba y sólo para molestarlo, deslizó un brazo por la cintura de Wade, recostándose en él.

-¿Y eso?- preguntó Wade.

Adriana no contestó y volvió a mirar hacia atrás, sonriendo ante el ceño fruncido de Harris.

-¿Tienes amigos gays?- preguntó, soltándose.

-Más bien bisexuales- contestó Wade, pensando en Gabriel.

---

Julie abrió la puerta del baño de chicas, sosteniéndose el estómago. Los baños se usaban muy pocas veces, considerando que todos los estudiantes tenían baños en sus dormitorios y Jullie se preguntaba porque los mantenían allí, aunque suponía que era la misma situación para los baños del gimnaso. Se apoyó en la pared, agradeciendo haber estado cerca de los baños cuando le dieron ganas de vomitar. Se hizo una promesa mental de no volver a tomar nunca mientras sentía que el estómago se le desgarraba por el vómito.

Se lavó la boca, observando su expresión ojerosa y cansada en el espejo y un sonido le hizo girarse. El balbuceo que había escuchado se transformó en llanto y Julie, sin demasiadas ganas de hacerlo, se acercó hasta donde provenía el sonido y empujó la puerta.

-Betty- suspiró, mirando a la chica sentada en el piso, con el rostro escondido entre sus rodillas. Julie se rascó la cabeza, sin saber qué hacer.

-No me molestes- balbuceó Betty, entre sollozos.

-¿Qué haces aquí?- preguntó Julie, ignorándola y apoyándose en la puerta.

Betty alzó la cabeza, restregándose los ojos empañados en llantos.

-Nunca sé que pensar de ti- murmuró Julie- No sé si eres muy inocente, muy tonta o demasiado calculadora.

-Yo no soy así- Betty volvió a llorar y Julie frunció el ceño.

-¿Por qué lloras?

-Tú… tú no entenderías.

-Entonces, me voy- Julie se dio la vuelta, dispuesta a marcharse, pero los sollozos cada vez más ruidosos de Betty la obligaron a quedarse- ¡Deja de llorar! Me molesta escucharte. ¿Qué es lo que no entendería?

Durante un rato, Julie se quedó parada escuchando a Betty llorar, hasta que ella empezó a hablar en medio de balbuceos.

-No sabes lo que es. No puedes saberlo. Todo el mundo siempre está esperando cosas de mí, siempre me miran y me exigen algo. Tengo que ser todo lo que ellos quieren. ¡Y no puedo! ¡No soy buena en nada! ¡No tengo ningún talento! Ni siquiera puedo hablar o hacer amigos. Yo… yo…

Betty volvió a llorar y Julie se inclinó ante ella.

-No sé de que hablas.

-¡Mis padres! ¡Las personas que llegan a casa! ¡Todos ellos siempre quieren que sea mejor, diferente! ¡Me miran y se burlan de mi! No quiero nada de eso.

Betty se limpió los ojos, se levantó y se lavó el rostro. Julie la observó desde la puerta, sin saber que decir a eso, lamentando el haberse quedado a escuchar. Betty no le caía bien. No sabía que pensar de ella, aunque a Mike le agradara, para ella, Betty no era más que una lacaya de Susan.

-Tú… no pareces tan mala persona- dijo, al fin - ¿Por qué andas con Susan?

-Ellos… ellos quieren que sea su amiga. Porque Susan es brillante. Es inteligente y bonita y siempre sabe que decir. Y es…

-Una maldita- dijo Julie, cínicamente- ¿Por eso la sigues a donde va? ¿Por qué te lo dijeron?

-Yo no…- balbuceó Betty- Yo no puedo decirle que no. Yo no… ella.

-¿Por eso te acostaste con Wade?- preguntó, curiosa por saber la respuesta. Esa chica era una de las pocas que no se devoraban a Gabriel y Wade con la mirada. Le parecía extraño que Wade y ella terminaran enredados.

El llanto renovado de Betty le respondió y Julie lo tomó como una afirmación.

-¡Eres idiota! ¡Estás diciendo que te dicen que te acuestes con alguien y tú vas y lo haces! ¿Así nada más?

Betty agachó el rostro, sosteniéndose del lavabo, sin dejar de llorar.

-¡Eres idiota!- siguió exclamando Julie- ¡Niégate, por favor! ¡No me puedo creer que exista alguien tan imbécil!

-Susan… Susan dijo… que nadie iba a querer a alguien que le temía miedo a… eso… y… que… no sabía nada de… cómo hacerlo y… porque la primera vez, yo…

Betty dejó de hablar y Julie enarcó una ceja, sin entenderle del todo. Estaba a punto de preguntarle cuando su estómago empezó a dolerle nuevamente.

-No debí haber comido- se quejó, antes de entrar a un cubículo y vomitar. Betty la miró, sin saber que decir o hacer.

-¿Estás bien?

-No debí tomar tanto ayer- se quejó Julie, arreglándose los mechones que se escapaban de su coleta- ¿Tú estás bien?

-Sí, algo. Gracias.

-¿Por insultarte?- preguntó Julie. Betty bajó la cabeza, jugando con sus manos.

-Por no reírte.

-No me parecía un asunto de risa. No deberías seguir a Susan. Si no te gusta ella, déjala.

-No puedo- susurró Betty- No sé cómo.

-Que tonta eres- masculló Julie, se lavó la boca y salió del baño, sin esperar a ver si Betty lloraba de nuevo.

---

-Qué raro- murmuró Ericka, sentada en la sala del consejo de estudiantes, con la vista fija en el registro de alumnos.

-¿Qué es raro?- preguntó Wade, intentando ver algo por encima de la cabeza de Ericka. Sólo Gabriel y ella estaban allí, puesto que ya eran las seis de la tarde. Gabe dormitaba con la cabeza sobre su escritorio y Wade supuso que veía la sala del consejo como otro de sus escondites- Nunca lo entiendo del todo- murmuró, refiriéndose a Gabriel.

-Te lo iba a preguntar, Wade- Ericka dejó la hoja y Wade se movió para sentarse sobre el escritorio en el que Gabriel dormía- ¿Qué sabes de Méndez?

-¿Adriana? Nada, ¿Por qué?

-¿No te parece raro?- Gabriel despertó y se restregó los ojos, bostezando. Ericka siguió hablando, sin prestarle atención- Méndez no tiene beca, pero es imposible para alguien como ella entrar aquí. ¿No te parece raro que alguien cuya familia trabaja en un restaurant de comida rápida estudie aquí?

-¿Investigaste a Adriana?

-Está todo en los registros. Su tutor es su tía, que trabaja en un pequeño restaurante en el pueblo. Es quien la inscribió en el colegio.

Wade se encogió de hombros, sin darle importancia al asunto.

-Más importante que eso, Gabriel- golpeó la cabeza de Gabriel con un folder que llevaba en las manos y Gabe se desesperó, mirándolos a ambos.

-¿Qué?

-He estado pensando en mi tía- Ericka enarcó una ceja, curiosa- No importa cuánto lo piense, no puedo encontrar una razón para que tuviera que fingir su muerte. O sea, ¿Por qué mi tío quería desaparecerla? Y si quería hacerlo, matarla habría sido mejor. Dejándola viva, sólo sería un problema, ¿no? además, ¿Qué significa? Tal vez sabe algo que sea muy malo para tu viejo, ¿no?

-Ya hemos pensado en eso- intervino Ericka- Y no tenemos ni la menor idea. La madre de Julie tampoco quiere decirnos nada. Aunque tal vez ella no sepa nada.

-Sólo se me ocurren dos personas más que pueden saber todo respecto a eso- Gabriel cruzó las manos sobre la mesa, dirigiéndose su mirada a Wade- Primero tu madre. Y luego…

-Tu hermano- completó Wade- él tenía, ¿Cuántos, dieciséis? Pero no recuerdo haberlo visto llorar ese día. No lucía muy afectado, la verdad. Y luego, se fue.

Ericka observó a Wade y luego a Gabriel. Casi no sabía nada del hermano de Gabriel, en especial porque él actuaba como si no tuviera uno.

-Pero no podemos saber nada por él- dijo Gabriel- Para empezar, no tengo ni la menor idea de donde está.

-Entonces, no llegamos a nada. Si mi tía quisiera hablar, eso sería genial. Pero ella dijo que dejaras de intentar saber la verdad, así que…

-¿Has hablado con Isabelle?- preguntó Ericka.

-Perdón, no te conté- se disculpó Gabriel- Bueno, eso no cambia nada. Tarde o temprano, sabré que fue lo que pasó- dijo, antes de volver a apoyar la cabeza sobre sus brazos y seguir durmiendo.

Wade se rio en voz baja, levantándose del escritorio.

-Hay que dejarlo dormir- susurró, cogiendo la muñeca de Ericka, para sacarla del salón.

-¿Isabelle te dijo que no averiguaras nada?- preguntó ella, soltándose de su agarre, cuando estuvieron en el pasillo.

-Me hizo jurar que intentaría convencer a Gabriel para que no hiciera nada.

-¿Y entonces por qué lo animas?

-Porque ya lo intenté y no funcionó. Además, yo también quiero saber qué pasó con mi ma… tía.

Ericka fingió no haberse dado cuenta de lo que Wade había intentado decir.

-¿Y tú?- preguntó Wade- ¿Por qué lo apoyas?

-¿Sabes qué piensa mi padre de mí?- preguntó Ericka. Wade asintió- Piensa que debo estudiar sólo por mantener la reputación de la familia. Cuando conocí al señor Barnett, él dijo “si eres tan lista como ahora, cuando crezcas quiero que trabajes para mí”. Mi padre no piensa dejarme tener ningún cargo en sus empresas, ni en ninguna que tengan conexión con ellas. Pero no puede negarse a Barnett. Me dijo que ayudara a Gabriel y le hiciera mejorar en sus notas.

-Vaya, vaya- canturreó Wade- Así que tu lealtad está con mi tío, ¿eh? Voy a tener que cuidarme de ti.

-No me importa eso- dijo Ericka- Cuando mi padre se dé cuenta que ninguno de mis hermanos es más capaz que yo, tendrá que darme mi lugar en la empresa.

-Que rencorosos son ustedes dos. Por eso se llevan tan bien.

Wade suspiró, negando con la cabeza y Ericka se encogió de hombros.

-¿Y tú? ¿No has pensando en tu futuro?

-No- contestó Wade- La verdad es que yo nunca me he imaginado en otro lugar más que aquí. Tampoco tengo un gusto en especial. Está leer, pero no quiero escribir o ser un crítico. Y leer es sólo por diversión.  Supongo que debería envidiarlos porque ustedes dos tienen una meta para el futuro y yo no, pero no es así. La verdad es que no me importa. Nunca he pensado en nada que me guste hacer.

Ericka lo miró, sin saber que decir. No había esperado que le dijera todo eso.

-Eres patético- dijo, tratando de restarle importancia al asunto. Wade se rió y se apoyó en ella.

-¡Sólo porque tú eres demasiado perfecta!

-¡Ya! ¡No te apoyes en mí!

Ericka detuvo sus pasos cuando vio a Clay delante de ella, sonriendo y saludándola con la mano.

-Siento interrumpir.

-Hola, Harris- saludó Wade, alejándose de Ericka- Nos vemos, voy a enseñarle a este debilucho de pacotilla a sobrevivir en estado natural.

-¿Qué?

-Vamos a recorrer el bosque- aclaró Clay- Aunque yo no le encuentro el punto a eso. Podríamos ir a ver ópera.

-Eso me aburre- murmuró Wade.

-Regresa temprano. Si mañana te duermes en clase, te castigaré.

-Vale, vale- dijo Wade, alejándose.

-¿Cuántas novias tienes?- preguntó Clay.

-¿Yo? Ninguna.

-Pensé que Ericka y esa otra chica.

-No pienses, se te da mejor.

-¿Y no piensas en ir en serio con alguna?

-No- Wade bajó las escaleras de dos en dos, sonriendo- Sería una completa mentira estar con alguien, porque no creo que algo como el amor exista.

 

Notas finales:

Mike está saliendo muy poco... pero, tendrá más participación. No sé porque, me gusta escribir de Wade jaja. Nos vemos la próxima!


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