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West Lake por Hisue

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Notas del capitulo:

Hola otra vez. No sé si alguien lee esto y no soy tan cara dura como para pedir reviews (pero... ya saben, siempre ayudan XD). 

Estoy de buen humor porque Perú pasó a las semifinales de la Copa América!!!

Y, como prometí, otra actualización... tengo hechos capis para varias semanas, así que no desapareceré en un tiempo XD, espero ya no desaparecer. 

Bueno... es todo. Si alguien aún lee esto, pues disfruten el capi y eso. Nos vemos el próximo viernes o sábado. 

Capítulo 36

 

Ericka entró al salón del consejo, empujando la puerta con un hombro, puesto que sus manos estaban ocupadas sosteniendo en equilibrio libros y carpetas. No se molestó en cerrarla, avanzó hasta la mesa y dejó caer los libros, suspirando. Cuando se giró, encontró a Susan sentada en una esquina, mirándola.

-¿Hace cuánto estás aquí?- preguntó. Susan se encogió de hombros.

-No mucho, media hora o así. ¿Alguien aquí llega a tiempo?

-Están a tiempo- contestó Ericka-. ¿Decidiste unirte al club?

Susan asintió. Se miró las uñas y su rostro adoptó una expresión cansada.

-No sé qué utilidad tiene estar en un club, si te soy sincera. Pero considero que debería ser obligatorio para todos. Tener al menos una actividad extracurricular, ¿no te parece?

Ericka se encogió de hombros. Si ya tenía problemas ahora, intentando que algún club cumpla su función, sería peor si los obligara a eso. Lo cierto es que, aunque el nivel de las clases era alto, desde varios años el colegio dejó de participar en concursos externos, suponía Ericka que debido a la complacencia de los padres hacia sus hijos. Si no estuviera en el consejo estudiantil, a ella no le importaría dejar las cosas como estaban, pero quería demostrar que era capaz de tomar responsabilidades y generar cambios.

-Tendrías que planteárselo al director- contestó-. Y esperar que ningún flojo se queje con su papi para poder hacerlo.

Susan rió. Juntó las manos y negó con la cabeza.

-Es cierto, es cierto. Ya es mucho lo que intentas hacer. No esperaría más de ti.

Ericka se acercó a la silla que ocupaba, puso ambas manos sobre el respaldo y se inclinó sobre Susan.

-¿Qué quieres? Sé rápida, tengo cosas que hacer.

-Quiero muchas cosas, pero hoy sólo una en especial.

Le tendió un papel, Ericka lo tomó y vio varios nombres, con anotaciones al lado. Antes de poder preguntar, Susan siguió hablando.

-Si haré esto, lo haré bien. Quiero que me des la presidencia del club, para empezar. Entiendo que la admisión es libre, pero hay un par allí que no saben ni las nociones básicas, parece que sólo están allí para perder el tiempo. Lo sé, los he visto jugar. Encárgate que lo dejen por su cuenta. No me apetece empezar con un grupo de tontos.

-No te puedo dar la presidencia del club, Susan. Se supone que se eligen.

-Podría hacer que me elijan, pero no quiero entrar allí así. Tienes una semana, tengo que tener una petición para unirse a su club, como su presidente. Ya te lo dije, no hago nada si no es bien.

-Dirás que no haces nada si no puedes lucirte en el proceso.

Susan se levantó, sonriendo complacida, le dio un beso en la mejilla y se fue. Ericka se masajeó las sienes, irritada. No había nada peor que Susan y su orgullo. Volvió a la mesa, jaló una silla y estudió su horario. Lo quisiera o no, tal y como estaban las cosas no podría entrar al club de natación. Tenía muy poco tiempo disponible. Escuchó la puerta abrirse. Gabriel entró, cerró la puerta y bostezó sonoramente.

-No eres de ninguna ayuda, ¿sabías?- dijo ella. Gabe se encogió de hombros.

-Te tomas todo muy en serio. Por mi parte, yo entiendo que esto es temporal. No tengo que hacer más que aprobar.

Ericka negó con la cabeza. Gabriel sonrió, esperando algún comentario sobre su irresponsabilidad, pero ella no hizo más que suspirar y sacar dos cuadernos de su mochila.

-Vamos, no te enojes- dijo él, después de un rato en silencio-. Y lo creas o no, hice mi trabajo. Revisa tu mail, te envié una lista de los gastos de cada club y de sus logros en los últimos tres años, basados en eso, podemos pedir una reestructuración, o como se llame. Para empezar, ya convoqué a los presidentes a una reunión el jueves, nos da algo de tiempo para preparar argumentos.

-¿Te lo estás inventando o es en serio?

Gabriel se cruzó de hombros, indignado.

-No puedo creer que lo dudes. También hago mi parte del trabajo. ¿Y el resto?

-No deben llegar hasta media hora más tarde. Me da tiempo a avanzar mis tareas en silencio- contestó Ericka-. Por cierto, Susan vino aquí con más peticiones que estrella de cine. Creo que la detesto.

-Tú y todos- asintió Gabriel.

El silencio que Ericka buscaba no duró mucho, sin embargo, al entrar Katherine y prácticamente llevársela a rastras del salón. Intentó oponerse, pero su amiga no dio señas de querer soltar el brazo del que la jalaba hasta que estuvieron lejos del salón del consejo.

-¿Qué te pasa a ti ahora?

-Te tengo una sorpresa- anunció Katherine. Su luminosa sonrisa molestó a Ericka más que el dolor que sus dedos le habían dejado en el brazo. Se cruzó de hombros, expresando su descontento-. Vamos, ven.

Ericka se resignó a seguirla. Cuando llegaron al cuarto, Katherine señaló un paquete en la cama y Ericka lo abrió, bufando. Se encontró un bikini de una pieza, color azul oscuro, con líneas de un azul más claro. Se volvió a su amiga, y pasó una mano de forma nerviosa por su cabello.

-Estaba pensando que no debería entrar- dijo.

-¡Qué!- gritó Katherine- ¡Has estado entrenando muy duro para entrar! ¡No puedes no intentarlo, al menos!

-Es peor empezar algo que dejaré a medias- arguyó Ericka. Katherine negó con la cabeza.

-No me parece. Era lo que más querías, ¿o no? El consejo no eres sólo tú, ¡qué trabajen para variar!- su rostro volvió a iluminarse y se señaló a sí misma-. Yo podría ayudar. Le diré a Gabe que me cree un puesto. Algo como “asistente del presidente”, o sea tu asistente. No voy a dejar que desperdicies tu esfuerzo.

Ericka la miró, sonriendo. Miró el bañador, y volvió a frotarse las sienes. Katherine se sentó a su lado, apoyando una mano en su rodilla.

-Tú crees que no me doy cuenta, pero sé que eres muy feliz cuando te vas a nadar. Podrías hacerlo mientras estás aquí, ya que tus planes a futuro son otros. Es horrible que sólo tengas responsabilidades. Al menos esta es una responsabilidad que te gusta.

Ericka se levantó. Miró a Katherine. Hacerle caso por una vez no estaría tan mal.

-Creo que tienes razón- admitió, sonriendo. Katherine le rodeó los hombros con un brazo, correspondiendo su sonrisa.

---

Julie tocó la puerta del cuarto que compartían Mike y Alan. Eran casi las siete de la noche y aunque se suponía que las chicas no debían estar allí, ésa era una de las pocas reglas que incumplía. Volvió a tocar, esta vez con más fuerza. Alan le abrió la puerta, se apartó para dejarla pasar y regresó a su cama.

-¿Y Mike?- preguntó Julie.

-No sé para qué preguntas eso- contestó Alan-. Está con su novio.

-¿En serio?- Julie negó con la cabeza-. Un poco más y se volverán siameses, esos dos. Dios, qué horrible asunto el ser un adolescente híper hormonado.

-¡Estoy aquí!- gritó Mike, indignado, saliendo del baño. Alan soltó una risa, ignorando la mirada de furia que Mike le lanzaba-. No soy un adolescente híper hormonado. ¡Y ustedes tienen mi edad!

-Tu argumento no sirve de mucho, considerando que pasas la mayor parte del tiempo libre enrollándote con Gabriel, querido amigo.

Mike decidió dar el tema por perdido. A decir verdad, en los últimos días apenas había visto a Gabe, estando éste ocupado en los asuntos del consejo de estudiantes. Tenía suerte si era capaz de saludarlo por las mañanas, o almorzar con él. Se sentó en el espacio de su cama que Julie no ocupaba.

-A todo esto, ¿qué haces aquí?- preguntó.

-No necesito una razón para visitarlos. Eso y que estaba muy aburrida- admitió-. No tengo mucho qué hacer últimamente.

Alan regresó a verla, perplejo. Desde su punto de vista, Julie era una persona muy ocupada. Tenía a cargo a él mismo, a su odioso medio hermano y a un par de personas más a las que daba tutoría y era muy extraño verla sin un libro o garabateando cosas en un cuaderno.

-Desde mi punto de vista, tienes tan poco tiempo libre que tienes que venir a verme por las noches- apuntó, recostándose en la cama y cruzando los brazos detrás de la cabeza.

-Sí, pero, ése no es el punto. Es que hago lo mismo todos los días y me aburro. ¿No les pasa lo mismo?

-No, en realidad. Si fuera por mí, sería feliz si no tuviera tantas cosas qué hacer- dijo Mike. Se acomodó en el espaldar de la cama, de tal manera que podía ver a Julie de frente.

-Eso sólo lo dices para tener más tiempo con Gabriel- se quejó ella-. Cuando te conocí, eras una persona más responsable.

-Soy responsable- replicó Mike-. Y me parece que tengo la cantidad justa de responsabilidades.

-Si me preguntan- Alan interrumpió-. Ustedes dos son adictos al trabajo.

Julie y Mike se encogieron de hombros simultáneamente. Mike examinó a su amiga, ahora que lo notaba, parecía inquieta.

Julie suspiró. Alan tenía razón, hacía muchas cosas al día, pero eran las mismas. Pensaba que tal vez no estaría mal variar un poco. Por lo general, los clubes en West Lake no eran más que una forma de ocupar el tiempo de niños ricos que tenían demasiado libre. Ahora, gracias a Ericka, se preocupan por mejorar e incluso buscar miembros. Hace un par de días, un chico de tercero, se había acercado a ella para preguntarle si no quería unirse al club de matemáticas. Y la gente no hablaba con ella si podía evitarlo.

-Creo que voy a unirme a un club.

Mike esperó un par de segundos. Frunció el ceño, miró a Julie, sintiéndose tentado de acercarse a ella y tocarle la frente, para comprobar si estaba enferma.

-¿Tú? ¿En un club? Julie, haces todo lo posible para relacionarte lo menos posible con la gente de aquí- dijo Alan, poniendo en palabras lo que Mike intentaba decir, aunque de forma menos amable de la que él pensaba hacer.

Julie no contestó.

-Ahora que lo dices, ¿qué pasa con los clubes? Gabriel me dijo hace unos días que Ericka quería que me uniera al club de ajedrez.

No recordaba si le había hablado o no de los motivos para que Ericka le pidiera eso, de ese día, recordaba con más claridad los besos en la biblioteca y el tiempo juntos en la cama. Sonrío, logrando que Julie hiciera una mueca de asco.

-¿Todas tus charlas con Gabriel terminan en sexo o qué?- preguntó, negando con la cabeza. Mike se sonrojó.

-Eres tú quien ha asumido que...- balbuceó. El suspiro exasperado de Alan le interrumpió.

-Si no les molesta, me voy. Voy a perder mi reputación si paso más tiempo escuchándolos.

Se puso una chaqueta y salió. Julie no le dio importancia.

-Entonces Gabriel no te ha dicho porqué la repentina actividad de los clubes- afirmó Julie. Mike negó-. Deberías preguntarle.

-No es que me interese unirme a uno- contestó Mike. Recordó la sonrisa prepotente de Susan- ¿Crees que puedas manejar las actividades del club y tu beca?

Julie se encogió de hombros.

-Supongo, ¿por?

-Porque a mí apenas me alcanza el tiempo...

-Bueno, tú tienes a Gabriel...

-No toda mi vida gira en torno a él- dijo Mike, algo enojado. Claro que no quería perder el poco tiempo que pasaba con él, pero tampoco quería que todos pensaran que andar con él era lo único que le importaba.

-No he dicho eso. Pero es raro. Me han venido a buscar para que me una al club de mates. A mí.

Julie suspiró. Claro, no le importaba lo que los demás pensaran de ella. Pero no podía evitar sentirse complacida al saber que alguien la necesitaba. Para lo que sea.

---

Wade sonrío, satisfecho. Técnicamente, él no era parte del consejo de estudiantes. Y si había estado en la reunión fue representando al club de periodismo. Por otro lado, todos sabían que si Gabe y Ericka decían algo, él estaba de acuerdo y colaborara para que se cumpliera. Aquello hacía más fácil, por ejemplo, el tener que convencer a un presidente de un club a dimitir y cederle el puesto a alguien más capaz. No era chantaje, lo único que había hecho era recordarle el plazo que Ericka le había dado a los clubes en general para cambiar sus políticas y recordarle que él sería vigilado de cerca si no los cumplía. Por los profesores, incluso. Y claro, nunca estaba de más mencionar un par de sociedades con su familia y lo conveniente que era mantener una buena relación con los Barnett. Lo único que le fastidiaba era tener que hacerlo por Susan.

-¿Por qué tengo que hacer yo el trabajo sucio?

Gabriel, sentado en un rincón, alzó la cabeza para responderle.

-Porque no has hecho nada para ayudar. Y porque te gusta amenazar gente.

-Oh, vamos- dijo, sin sentirse insultado en absoluto. En general, la reunión no había sido más que la comunicación de las nuevas reglas. Ericka había con el director antes que con los estudiantes y obtuvo la aprobación. Los cambios eran simples. Los clubes debían presentar un plan de trabajo,  renovar sus miembros y, en el caso de aquellos que pudieran hacerlo, prepararse para tener al menos dos competencias anuales con otros centros. Lo que Ericka pedía era sencillo, los clubes tenían que tener una razón para existir más que sólo para pasar el rato. Gabe había colaborado recordando la historia del colegio, sus anteriores participaciones a nivel nacional y los trofeos que podían verse en uno de los salones, para convencer al profesorado que intentaban recuperar el renombre de West Lake. Wade, por otro lado, sabía que para el único que se estaban probando era para Henry Barnett.

-¿Por qué te estoy acompañando?- preguntó Gabriel. Estaban en el club de periodismo, un lugar que  Gabe no solía visitar. Hace unos años, las impresiones se habían cambiado por una página web y un blog, el problema es que nadie leía más que la sección de chismes. Aquello a Wade no parecía incomodarle. 

-Porque eres mi mejor amigo- contestó Wade. Terminó de teclear, actualizó la web y se preguntó si hacer una edición especial en papel había sido una buena idea. Tenían los ejemplares ya impresos, no demasiados, lo justo para que todo el mundo se enterara de las reglas. La idea había sido repartirlos el viernes por la mañana, pero tuvieron que buscar una imprenta y traerlos desde la ciudad.

-¿Crees que cambie mucho el ambiente con esto?- preguntó. Gabriel se encogió de hombros. Lo dudaba, la novedad duraría un par de semanas y luego, cambios o no, volvería la rutina habitual. 

-Yo sólo quiero dormir un rato, si no es problema. ¿Terminaste?

Wade asintió. Él, personalmente, estaba de acuerdo con todo lo que volviera sus días un poco más interesantes.

---

-¿Vaya actividad, eh?

Wade se quitó el libro de los ojos, encontrándose con la mirada de Clay. Estaba acostado en el césped del campo de fútbol, intentando dormir, huyendo de la actividad febril en la que estaba sumida el colegio. En un par de horas con Gabe había escuchado felicitaciones, dudas y amenazas con quejarse ante el consejo directivo. Después de un rato de lo mismo, terminó por aburrirse.

-Qué puedo decir- contestó, sin levantarse-. Nuestro consejo estudiantil hace muy buen trabajo.

Por un momento, Clay se planteó el acercarse, o sentarse a su lado. Con Wade, era difícil saber qué hacer. Que le hubiera contestado no le garantizaba que ya no estuviera enojado o que se dispusiera a burlarse. Por otro lado, era ese carácter el que lo volvía interesante. Se sentó.

-Espero que no se les ocurra volver obligatorias las afiliaciones.

Wade se encogió de hombros. Ericka tuvo esa idea, pero Gabe se mostró en contra. Por lo que sea que le haya dicho a ella, la única razón era no presionar a Mike.

-Creo que eso sí volvería un poco locos a todos.

Se medio incorporó, apoyándose en las manos, al escuchar un ladrido. Max corría hacia él, y se detuvo a unos metros, moviendo la cola y mirando hacia atrás. Wade frunció el ceño.

-Es un horrible ejemplo de perro- señaló Clay. Wade asintió. No se podía estar en desacuerdo con esa afirmación. Max tenía un pelaje gris que aunque tupido, era pálido y soso, las orejas en punta y un hocico alargado-. ¿Por qué lo eligió Barnett?

Wade se encogió de hombros. Él habría elegido un perro de raza, de aquellos que hacían que la gente quisiera jugar con ellos y acariciarlos. Sospechaba que en cuanto Max terminara de crecer, lo único que provocaría sería ganas de alejarse de él. Sólo a Gabriel le parecía lindo.

-Te advierto, nunca está tan calmado si Gabe no está cerca.

-¿Me estás protegiendo de la ira de Barnett?- bromeó Clay. Wade clavó en él una mirada gris, sin pizca de diversión. No era necesario que dijera que nada estaba perdonado y que debería agradecer poder haber hablado dos frases con él. Clay se levantó, malhumorado.

Cuando se fue, el perro se levantó, volviendo a ladrar, anunciando la llegada de su dueño. Gabriel se sentó al lado de Wade y Max se ubicó en su regazo, haciéndose un ovillo.

-¿Cómo va todo?- preguntó Wade.

-Bien- Gabriel acarició al perro, de forma distraída-. Me parece que lo que les molesta es que se haya hecho todo sin consultarles. Supongo que unos días lo superarán. Al menos, eso espero. Me empieza a cansar este asunto. Mira, dentro de poco ya no podré tenerlo en el cuarto.

Wade pensó qué decir un par de segundos, confundido por el cambio de tema.

-¿Hablas de tu perro?

-¿De quién más? Mañana voy a ir a comprarle una casa, ¿vienes?

Wade volvió a acostarse en el piso.

-Paso, oírte hablar de ese horrible perro no es mi ideal de domingo.

-Al menos el viejo está feliz- murmuró Gabe.

-¿Lo está?

La felicidad no era una emoción que Wade relacionara con el padre de Gabriel. Al menos no, la felicidad como ellos la concebían.

-Complacido- corrigió. Wade asintió. Podía imaginárselo complacido.

-Eso es bueno, ¿no?- notó que el ánimo de Gabriel decaía y se incorporó, para mirarlo a los ojos-. Ya hemos hablado de esto. No puedes hacer nada por ahora, así que no te deprimas.

Gabriel le dirigió una sonrisa tensa. Como siempre, la aprobación de su padre le causaba sentimientos disímiles. Prefería la cólera a la chispa de orgullo que sentía al saber que él creía que hacía un buen trabajo. No estaba haciendo nada para complacerlo, sólo tenía que recordar eso. Un golpe en la cabeza lo sacó de sus pensamientos.

-¡Hey!- reclamó.

-Te dije que no te deprimieras. No pienses.

-¿Y por eso me pegas?

Wade se llevó una mano al pecho, en un gesto melodramático.

-Es un gran sacrificio. Pero hago lo que sea por ti.

Gabe negó con la cabeza. Bajó la cabeza para que su sonrisa no fuera tan obvio, agradecido de tener a Wade a su lado, aunque prefería no tener que admitirlo nunca.

---

-Así que esto era.

Julie dejó el papel en la mesa. Había demasiado escándalo en el comedor, ella y Mike habían decidido refugiarse en la biblioteca, que solía estar vacía los sábados, compartiendo una gaseosa y galletas.

-No sé porqué hacen tanto revuelo- dijo Julie. Mike asintió.

-En mi antiguo colegio habían clubes y todos estaban supervisados. Me extraña que aquí no.

-Es que los estudiantes se quejan. Aunque el nivel aquí sea bueno, si los incomodas demasiado, tendrás a un montón de padres reclamando. Lo que menos quieren es que sus hijos los molesten, así que los complacen en todo. Dudo que esta fuera idea de Gabe. Creo que es todo cuestión de Ericka.

Mike terminó de beber la gaseosa, distraído. Todo aquello no le importaba demasiado, excepto por Susan, y había decidido no pensar en ella. No había visto a Gabriel y su ausencia le incomodaba. Ubicarlo sería muy fácil si tuviera un celular. Suspiró, desanimado. Julie le dio un codazo, para llamar su atención.

-No te gastes suspirando, ahí viene Gabe.

Mike alzó la vista, sonriendo. Gabriel le dio un beso en los labios a modo de saludo, cuando llegó a su altura y Julie bufó.

-Te estaba buscando. No pensé que estarías aquí.

-Somos nerds. La biblioteca es como nuestro hábitat natural- contestó ella.

-¿No te molesta si me lo llevo?- preguntó Gabe, bromeando. Mike rodó los ojos, entre molesto y divertido al ser tratado como un niño.

-Ni que fuera su madre.

-Te veo luego, Julie.

Julie se despidió con un leve movimiento de cabeza y cuando se fueron, dejó caer la cabeza en la mesa, desanimada.

-A veces creo que estás celosa de Gabriel- la voz de Alan le hizo alzar la cabeza.

-¿Hace cuánto estás aquí?

-Sólo lo suficiente para ver a tu amiguito y su novio irse. Y, en serio, ¿te gusta Mike o qué?

Julie sacudió la cabeza, aguantando la risa.

-No seas tonto, no me gusta- volvió a recostarse sobre la mesa. Por supuesto que no sentía nada por Mike más que amistad. Lo que le molestaba era que estar con Mike significaba acercarse más y más a un mundo y unas personas a las que no quería cerca. A diferencia de años pasados, desde que era amiga de Mike, hablaba con Wade, pasaba más tiempo con sus compañeros de aula y aunque aún la despreciaban, a veces parecía que la gente se olvidaba quién era. Julie no quería acostumbrarse a eso, ni sentirse bien con ellos. Ella no pertenecía aquí, no quería pertenecer. 

-Salgamos de aquí. Te vas a terminar volviendo un vegetal si pasas tanto tiempo en compañía de libros.

-Eso no tiene sentido- rebatió Julie, pero siguió a Alan fuera de la biblioteca, sin ánimos para oponerse.

---

-¿Crees que en serio no podría mantener la beca si me uno al club?- preguntó Mike. Gabriel abrió los ojos. Estaba a punto de dormirse y se tomó un tiempo para aclarar su mente y acomodar su cabeza sobre el pecho desnudo de Mike.

-No sé- contestó- ¿Piensas entrar al de ajedrez?

-Es sólo que...- Mike enredó sus dedos en el cabello de Gabe, disfrutando del roce de su piel sobre la suya. Se preguntó si debía contarle que Susan había hablado con él, si se podía llamar hablar a sus burlar-. No quiero que Susan piense que le tengo miedo.

-Personalmente, creo que tenerle miedo es muy inteligente- comentó, dejando besos en su pecho, sin sueño ya-. ¿Habló contigo?

-Más o menos.

-Si quieres mi opinión, lo mejor que puedes hacer es no acercarte a ella. Aún te odia por ganarle, y es la nueva presidente, ¿sabías? No quiero que la pases mal.

-No necesito que te preocupes, no soy una flor delicada o algo- reclamó Mike. Gabriel se incorporó, para mirarlo a los ojos, apoyando las manos a ambos lados de su cabeza.

-No creo eso- murmuró-. No tienes que sentirte forzado a probarle nada, ¿sabes? No la pasarías bien si te unes, es todo lo que digo.

Mike suspiró. Sabía que Susan le haría la vida imposible, pero seguía sintiendo que no unirse era perder ante ella.

-Me enfada.

-Ella tiene ese talento- Gabriel bajó el rostro hasta el cuello de Mike y lo besó, subiendo hasta sus labios-. Y este es mi talento- murmuró, antes de besarlo. Mike le rodeó el cuello con los brazos, arqueándose para obtener más contacto. Sus erecciones desnudas se tocaron y ambos gimieron a la vez, acariciándose e intercambiando besos. Mike dejó de pensar en Susan y en la incomodidad que ella le hacía sentir, todos sus sentidos enfocados en obtener placer, en frotarse contra Gabriel y abrazarse a él.

-Pero...- suspiró, haciendo un esfuerzo por hablar.

-Mike- Gabriel se detuvo y lo miró a los ojos-. Haz lo que quieras hacer. Voy a apoyarte en lo que elijas, pero no te fuerces a complacer a nadie.

Mike asintió y Gabe volvió a besarlo. Bajó por su cuello, besó sus hombros, acariciando sus muslos. Mike tiró de su cabello, y Gabe volvió a buscar sus labios.

Una de las manos de Mike se coló entre sus cuerpos, tocó la erección de su amante, sonrojándose al sentirla endurecerse. Lo había hecho varias veces, pero no podía dejar de sentirse avergonzado. Cerró los ojos, sintiendo las embestidas de Gabe contra su mano y sus besos húmedos en la piel que podía alcanzar. Gabe le apartó la mano y usó la suya para unir sus miembros y masturbarlos a la vez. Los gemidos de Mike crecieron en intensidad. Mantuvo los ojos cerrados hasta que se corrió y cuando los abrió, observó los ojos verdes de Gabe, mirándole extasiado. Mike volvió a sonrojarse, esta vez por la intensidad de la mirada que le dirigían. Algunas veces no sabía bien que veía Gabe en él para mirarle así.

Gabriel salió de la cama y buscó su ropa. Se había quedado dormido y era tarde ya. Miró a Mike y decidió no despertarlo. Estaba atándose las zapatillas cuando la puerta del cuarto se abrió y Alan entró.

-Barnett- saludó, mirando primero a Gabe y luego a Mike-. Divertida tarde, ¿eh?

-Ha estado bien- contestó Gabriel-. Espero que tú no te hayas divertido tanto con Julie.

Alan se cruzó de brazos, apoyado en la pared. Suponía que Julie le había hablado a Mike del beso que él le dio y éste se lo contó a Gabriel, no había otra manera de que insinuara que tenía algo con ella.

-¿Por qué no?- inquirió-. No tengo que pedirte permiso si quiero acostarme con ella, ¿o sí?

Gabriel bufó. Desde que Wade le contó que los había visto besarse, esperaba el momento para hablar con Alan. Julie había crecido con él y en algunos aspectos, era como una hermana.

-La única razón por la que hablas con ella es porque yo te dije que la cuidaras- le recordó Gabe-. Entiendo que te guste, pero no te atrevas a intentar algo con ella.

Alan soltó una risa seca.

-No me jodas, Barnett. Hablas como si Julie te perteneciera. Lo que haga con ella no te incumbe.

-No puedo mandarle nada a Julie- contestó-. Pero creo que merece algo mejor que tú, así que me gustaría que no salieras con ella. Está bien que sean amigos, pero nada más.

Alan movió la cabeza, negando. Julie no quería nada con él, pero aún así le irritaba que Barnett se creyera con derecho a decidir por él. El que hablara con un tono amable en su voz sólo lo irritaba más. Había escuchado ese tono condescendiente antes, en el padre de Gabriel, la vez en que su madre le pidió aceptarlo en el colegio después del escándalo de lavado de dinero en que su padre se vio envuelto. No había nada que odiara más que ese tono.

-El problema de ustedes, los Barnett, es que creen que tienen control sobre los demás- comentó-. Julie no es como ustedes.

Gabriel se levantó. Miró a Mike, aún dormido entre el lío de sábanas

-Ella es una Lorenz- le recordó a Alan-. Es casi de la familia, y una hermana para mí. Es en serio, no intentes nada con ella.

-No te preocupes, Barnett, te mandaré una solicitud cuando encuentre alguien que me guste. No haría nada sin tu aprobación.

Gabriel volvió a sonreír. Salió sin contestar y Alan se dirigió a su cama. Antes de acostarse, miró a Mike y negó con la cabeza.

-Tú eres un idiota- le dijo, aunque sabía que no podía escucharlo-. Y no tienes ni puta idea de con quién estás durmiendo. 


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