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West Lake por Hisue

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Notas del capitulo:

Actualizo hoy porque mañana voy a estar ocupada. Más cosas al final. 

Capítulo 44

 

Gabriel entró al cuarto, silbando entre dientes y jugando con sus llaves. Estaba feliz después de la noche con Mike, y aunque hubiera querido quedarse con él más tiempo, Julie lo había prácticamente jalado de entre sus manos cuando lo vio. Wade estaba hablando por celular, pero colgó la llamada cuando lo vio entrar.

-Por la sonrisa que traes, se nota que la has pasado bien -comentó. Por un momento, Gabriel creyó escuchar un rastro de reproche en la voz de su amigo, pero cuando lo miró, notó que esbozaba una sonrisa complacida.

-Bastante bien -contestó-. ¿Y a ti cómo te fue?

-Fue un día productivo -Wade bajó de la cama de un salto y se dirigió a la puerta-. Es más, creo que volveré a ir la próxima semana.

Gabriel lo miró salir, extrañado. No sólo salía con Adriana, también conocía a su familia y planea seguir visitándolos. Le había dicho que lo suyo no era nada serio, pero lucía serio.

---

Wade subió a la azotea, se sentó con la espalda apoyada en la pared, mientras marcaba un número de celular. La voz de Teresa le contestó de mala gana.

-Wade, es domingo en la mañana. Y nunca llamas.

-Necesito un favor -dijo él, sonriendo-. Mira, te pagaré -bromeo.

-Ve al grano, muchacho. Estás interrumpiendo el momento en el que puedo dormir.

-Está bien, no te enojes -su tono no dejó de ser bromista, a pesar de sus palabras-. Te he mandado una foto, de una tal Marisa Campbell. Estoy casi seguro que era una de tus compañeras de trabajo.

Teresa bufó y Wade soltó una risa.

-¿Campbell? -preguntó.

-Sip -asintió-. Muy guapa, cabello rizado, piel morena, labios gruesos.

-Pensé que me habías mandado la foto, Wade -interrumpió Teresa-. La conozco, si es la misma Marissa de quien hablamos...

Wade esperó a que ella siguiera hablando, pero Teresa guardó silencio un par de minutos, antes de continuar.

-Comprobaré la foto, si es la misma Marissa... la conocí en una de las muchas fiestas a las que iba -Teresa hizo una pausa y Wade esperó, sabiendo de antemano lo que iba a oír-. Y tu padre se encaprichó con ella un tiempo.

Sonrió. Lo sabía. Por eso es que Marissa le parecía familiar. La había visto algunas veces, incluso antes de estar interesado en Teresa. En esos tiempos, ni siquiera entendía que la muchacha morena que acompañaba a su padre era una amante más, convencido que sólo quería a la madre de Julie y que ella era otra más de las muchas socialité que pululaban en las fiestas.

-Fue hace tiempo, ¿por qué preguntas?

-Por nada -contestó Wade-. Mira la foto y dime que es la misma.

-Te mandaré un mensaje -dijo Teresa, antes de colgar.

Wade terminó de acostarse en el piso, entrelazando las manos en su nuca. Eso sí explicaría la repentina amabilidad de su tío, más que el simple “pasó por allí”. Aunque una beca le parecía exagerado.

-Vaya -murmuró, para sí mismo. Adriana no le había propuesto volver a su casa, pero encontraría la manera de convencerla para hacer otra visita el fin de semana.

---

Mike golpeó la puerta del cuarto de Gabriel antes de entrar. No estaba abierta, pero no quería toparse con Wade en una escena. Gabriel le sonrió desde la cama, levantándose para abrazarlo.

-Pensé que Julie te acapararía todo el día -murmuró contra su cuello. Mike le rodeó el cuello con los brazos.

-Me dejó libre con la condición de acompañarla el sábado que viene -contestó. Gabriel hizo un mohín.

-Genial. Y yo que planeaba otra salida.

Mike río. Se apartó un poco, sosteniendo los brazos de Gabriel para que no pudiera abrazarlo de nuevo.

-Me estaba preguntando -dijo. Gabe dio un paso adelante, provocando que Mike retrocediera.

-¿Qué? -siguió retrocediendo hasta que la espalda de Mike chocó contra la pared y se soltó de su agarre. Mike bajó la vista a sus labios, pero se concentró en la pregunta que pensaba hacer.

-Ayer, con Edward -alzó la vista y notó que la sonrisa de Gabe vacilaba. A pesar de eso, siguió hablando-, siempre me dio la impresión que te caía mal, pero no parecía así.

-No es.... exactamente eso -murmuró Gabriel. Se apartó, pasándose una mano por el pelo. Mike se preguntó si obtendría algo más en respuesta o sólo el típico no es tu problema, que le decía cada vez que intentaba saber algo de su vida-. No es que lo quiera. Pero siempre es mejor llevar las cosas por la paz. Con esa clase de personas, ganas más cuando sonríes que cuando te enojas.

-Entonces, ¿no te agrada? -preguntó. Lo que había visto indicaba todo lo contrario.

-¿Crees que me agradaría el responsable que Wade y Julie se odien? -preguntó, a su vez. Mike negó, luciendo un poco avergonzado. Gabriel solía estar en desacuerdo con ambos, a Joanna y Edward, pero no los odiaba. Al menos, no todo el tiempo, y aunque así fuera, nunca les daría una excusa para que pensaran que lo hacía.

-Sólo me extrañó -contestó-. Me parece muy hipócrita.

-Y lo es -corroboró Gabe-, pero estoy acostumbrado. Si Wade hubiera estado allí, ni mi tío hubiera mencionado a Julie, ni él se habría comportado como nada menos que un buen hijo.

-Eso sí es difícil de imaginar -comentó Mike. 

Gabriel se encogió de hombres. En realidad, el comportamiento de Wade dependía de su ánimo y era tan probable que se comportara bien, como que avergonzara a sus padres en público. Volvió a abrazar a Mike, decidido a dejar de lado el tema.

-Es así como funcionan las cosas. Ahora dime, por favor, que no vamos a hablar de esto todo el día.

Mike se encogió de hombros, con una sonrisa traviesa adornando sus labios. Tendría tiempo para pensar en lo que Gabriel había dicho después.

-No se me ocurre que más podríamos hacer.

-Tengo un par de ideas -murmuró Gabe. Atrapó con los dientes el labio inferior de Mike y lo apretó levemente, para después soltarlo y lamerlo-. Creo que podrías encontrar alguna interesante.

Mike posó las manos en su cintura, y lo atrajo hacia él, besando la piel expuesta de su garganta. Gabriel gimió, complacido. Le gustaba cuando Mike tomaba la iniciativa, le gustaba que poco a poco fuera haciendo más que sólo esperar sus avances. Cerró los ojos, disfrutando de los besos en su cuello y se dio la vuelta para apoyar la espalda en la pared, obligando a Mike a girar con él. Esta vez, fue Mike el que lo besó y dejó que sus manos resbalaran debajo de la camisa de Gabriel, mientras él se dedicaba a disfrutar de las caricias. Al menos, hasta que el sonido de su celular los interrumpió. Gabriel lanzó una maldición, mientras Mike se apartaba. Se sacó el celular del bolsillo,  considerando colgar, hasta que vio el nombre de su padre.

-Hola -contestó, moderando su tono.

-Hijo. Melanie me contó que te vio ayer.

-Sí, fui a acompañar a la ciudad a un amigo. Vi a mi tío también.

-No hagas planes para la próxima semana. Melanie nos ha invitado a su casa, iremos allá -Gabriel se tragó su mal humor y asintió.

-Claro, ¿te veo allá?

-Está interesada en conocer a Julie. La llamaré, pero intenta convencerla.

-Está bien -contestó. Antes de poder detenerse, preguntó-. ¿Wade va también?

-Es mejor que no -contestó su padre. Gabe notó la manera en que se endurecía su voz y supo que no le agradó que preguntara. Debía ser porque seguía pensando que ambos dependían mucho el uno del otro. A Gabriel sólo se le hacían más soportables las reuniones cuando Wade estaba con él.

-Bien, sólo preguntaba -contestó. Su padre colgó y Gabriel suspiró, dejándose caer en el piso. Mike se sentó a su lado.

-¿Qué pasó?

-Mi papá -explicó Gabe-. Quiere que vaya a  casa de Mel este fin de semana. Otra de sus fiestas. Al menos, ahora le puedes decir a Julie que no voy a sobornarte para que la dejes plantada.

-Sabes que no la dejaría plantada, ni siquiera por ti -bromeó.

-Claro, es a mí a quién dejas -murmuró, en un falso tono lastimero. Mike se apoyó en uno de sus hombros.

-¿Aún no me perdonas por eso? -preguntó. Gabriel, sonrió, negando. La expresión herida de Mike era demasiado falsa como para tomársela en serio.

-No. No puedo perdonar que rechaces ver camiones monstruo.

-Pero son horribles. Son sólo... dos autos destrozándose.

-No son sólo eso -se indignó Gabriel-. Son una pieza de ingeniería, que necesita estar bien construida, con modificaciones muchas veces hechas en talleres artesanales. Se necesita mucha habilidad para construir uno. Y es mucho más que dos autos destrozándose, a veces es un auto destruyendo muchos más. O muchos autos destrozándose entre ellos.

Mike, que empezaba a tomarse en serio sus palabras, entornó la mirada.

-Suena como una diversión muy culta.

-Lo es -asintió Gabriel. Ambos rieron y Gabriel se abalanzó sobre él, haciéndolo caer al piso. Rodaron, envueltos en una falsa de lucha llena de risas, y al fin, Mike se sentó a horcajadas sobre él, respirando agitado. Debajo de él, Gabe alzó una mano para alcanzar su rostro.

-Dime que puedes pasar el resto del día conmigo -pidió. Mike apretó su mejilla contra la mano que lo acariciaba.

-Puedo -contestó, inclinándose para besarlo.

---

-Hola, Julie- Gabriel entró al cuarto, cerrando la puerta detrás de él. Julie estaba sola en su habitación, acomodando la ropa recién salida de la lavandería. Ella alzó la vista del suéter que doblaba y la volvió a bajar. Cuando lo dobló, lo puso en una pila y cogió la siguiente prenda. A Gabriel no le extrañó su silencio. Jaló la silla que estaba delante del escritorio y la arrastró hasta quedar cerca a la cama, para después sentarse.

-Asumo que mi papá ya te llamó -dijo. Julie asintió.

-No me digas que vienes a convencerme -ironizó ella. Solía limitarse a tirar la ropa dentro del armario, si la arreglaba ahora era porque necesitaba pensar y una actividad mecánica como ésa, le ayudaba. No se esperaba que Barnett la llamara y que le insistiera en socializar. 

-Bueno, sería genial tener allí a alguien con quien charlar.

Julie le dirigió una mirada escéptica.

-¿En serio? Creo que eres bastante bueno relacionándote con ese tipo de gente. Lo que no entiendo es porqué el repentino interés en mí. Le dije a tu padre que no iría, no me interesa.

Gabriel examinó su semblante un momento.

-Tu papá quiere que lo hagas. Que actúes como su hija -dijo. Julie tuvo la reacción que él esperaba, lanzando un risa corta y seca-. Sabes que está planeando darte su apellido.

-Lo sé -confirmó Julie-, mi mamá me lo ha insinuado algunas veces.

-¿Y no quieres?

Julie dejó de acomodar la ropa, para mirar a Gabriel de frente.

-Gabe, si pudiera elegir algo en mi vida respecto a mi padre, sería que mi madre hubiera sido lo suficientemente decidida para no quedarse con él, a espera de sus deseos. Lo único que quiero es dejar de vivir a su sombra. Nunca llevaría su apellido.

-Asumo que eso es un “no iré, gracias Gabe” -ironizó. No esperaba nada menos. Se levantó y salió sin despedirse.

Si Edward planeaba usar a Julie para avergonzar a Joanna, tendría que hacer mucho más de lo que ya hacía. Comportarse como un padre, para empezar. Acercarse a ella él mismo. Dudaba que Julie  le permitiera hablarle, pero intentar coaccionarla era una alternativa mucho peor.

Encontró a Wade fuera del colegio, jugando con Max y los observó un rato, antes de acercarse. El perro corrió hacia él. Llevaba el hocico el frisbee que Wade le lanzaba. Gabriel lo tomó de su hocico, le acarició la cabeza y lo volvió a lanzar.

-¿Cómo te fue tratando de convencer a Julie de acompañarte? -preguntó Wade. Gabe se encogió de hombres-. No me extraña, ella odia esas cosas. Sigo sin entender porqué mi padre piensa que aceptará su apellido así por así. Si quería dárselo, debió hacerlo cuando era niña, no le habría dado problemas. Aunque tal vez ella acepte, si es por su mamá.

Gabe examinó a su amigo, confundido. Wade hablaba de forma desapasionada, y él nunca había logrado entender esa contradicción. Odiaba a Julie, y a sus padres, pero no parecía incómodo con la idea de compartir el apellido y, más allá del hecho que él le mintiera, no parecía importarle que los planes de su padre fueran degradarlo.

-¿No te importa? -preguntó. Wade le observó, sin saber a qué se refería-. Que tu padre quiera darle tu lugar. ¿No te molesta ni un poco?

Wade se llevó una mano a la mejilla. La última vez que vio a su padre, Julie había detenido el golpe que había estado a punto de darle. Sabía perfectamente que Edward sólo sentía por él rencor, que lo culpaba porque su nacimiento le impidió separarse de Joanna. Nunca fue su “padre”. En ese sentido, incluso Joanna se había portado mejor. Pero, claro, para ella era el caballito de batalla contra Edward.

-No, la verdad es que no -contestó. Max volvió a él y Wade se arrodilló, acariciando su rostro y jugando a quitarle el frisbee. El perro saltó, ladrando alegremente, hasta que apoyó las patas en el pecho de Wade, meneando la cola. Aunque no lo dijera, a Gabriel le gustaba verlos así. Pensó que Wade odiaría a su cachorro después de la mordida y que tendrían que deshacerse de él, pero ahora ya no tendrían razones. Aunque Max seguía siendo igual de arisco con todos los demás.

-¿Entonces no piensas hacer nada? -preguntó, acercándose a Max y tomándolo del cuello para apartarlo de su amigo. Wade se encogió de hombros.

-Cualquiera sabría que Julie es mejor que yo en todo, sólo mirando. Y tampoco es que quiera ser su títere.

-Pero podrían mandarte a cualquier lado.

-Entonces que lo hagan -Gabriel negó con la cabeza, en desacuerdo-. Tengo otras cosas de qué preocuparme.

-¿Otras cosas? ¿Qué otras cosas?

-Ya te enterarás -contestó Wade, esbozando una media sonrisa. Alzó la vista y se levantó, sacudiéndose los jeans-. Si me disculpas, allí viene Harris y dado que sé lo mucho que lo odias, te ahorraré el que tengas que escucharlo y verlo de cerca, y me iré a darle alcance ahora. Mira lo buen amigo que soy.

Gabriel lo detuvo, tomándole de un brazo, cuando Wade empezó a caminar.

-¿En serio te cae bien Harris? ¿Sabiendo que sólo quiere...? -dejó la frase inconclusa, pero Wade se encargó de completarla por él.

-¿Qué? ¿Follarme? -Gabriel hizo una mueca de asco al escucharlo-. Hermano, no lo culpo. Si yo fuera gay, me enamoraría de mí.

-Olvidé tu ego. Largo, y espero que te vuelva a besar, a ver si esta vez vomitas de verdad.

Wade le respondió con una risa y se alejó corriendo para alcanzar a Harris. Gabriel los vio charlar, Harris con las manos en los bolsillos de sus jeans. Clay notó su mirada y le guiñó un ojo, antes de alejarse con Wade. Gabriel frunció el ceño. Odiaba a ese tipo.

---

Ericka suspiró, mientras se metía al baño. Tenía el cuerpo adolorido, gracias a las clases de gimnasia y los entrenamientos en el club de natación. En estos momentos, casi se arrepentía de haber contraído más obligaciones, pero sólo casi. Llenó la bañera, mientras revisaba el celular. Un mensaje de Bryan la hizo esbozar una sonrisa tensa. No había cambiado nada entre ellos desde el beso y no sabía si sentirse desilusionada. No sabía si quería que pasara algo más. Se metió en el agua, hundiéndose en ella, deseando no tener que darle tantas vueltas a las cosas. Más que nada, deseaba poner en orden sus ideas.

Dejó que el agua caliente la relajara, mientras pensaba en qué hacer a continuación. Aunque, si había entendido bien qué era el gustar de alguien, no se trataba tanto como el pensar como el querer.

-Demonios -murmuró. No había pensado en eso, en qué quería. Cerró los ojos, trayendo a su mente el recuerdo de los labios de Bryan sobre los suyos y se sorprendió al descubrir que su corazón se aceleraba. Lo había besado, y ni siquiera se detuvo a pensar en las consecuencias. Hundió la cabeza en el agua, repentinamente arrepentida. ¿Qué pensaba hacer, después de todo? Bryan no era alguien con quien ella podía estar, no habría ninguna forma en que funcione después que él fuera a la universidad.

Se levantó, se envolvió en una toalla y se secó el cabello con un poco más de fuerza de lo normal. ¿Tenía que pensar siempre en las consecuencias de todo? Katherine le diría que no lo deje ir, Wade que se divierta... Gabriel... Gabriel vivía una situación parecida con Mike y no parecía preocuparse del qué pasará después. Tal vez ella debería hacer lo mismo. No se molestó en ponerse nada más que unos shorts y una camiseta, antes de meterse a la cama, y abrir un libro. Preocupaciones o no, aún tenía materias que aprobar.

Su celular sonó, y Ericka lo tomó, algo distraída, contestando sin ver el número.

-Hola -dijo la voz de Bryan en el celular-. ¿Tienes algo que hacer este fin de semana?

Ericka se sobresaltó al escuchar su voz y lo pensó un momento, recordando la fiesta a la que Gabriel había sido invitado. Wade no iba ir, mucho menos Julie y aunque no le había pedido, su forma de sugerir que necesitaba compañía era más que suficiente.

-Hola. Y sí, voy de viaje esta semana.

-Lástima -murmuró Bryan-. Quería verte.

Ericka se pasó una mano por el cabello. Las dudas volvieron a su cabeza, causando que se enfadara. Odiaba esa sensación, la incertidumbre y aún más, ese pequeño tirón en la boca del abdomen.

-Tengo que ir a otro lado -contestó. Su voz sonó más fría de lo que pensaba y como respuesta obtuvo un suspiro de parte de Bryan.

-No quiero incomodarte, supongo que ya nos veremos -concluyó, con una risita.

Ella colgó, preguntándose si él tendría las mismas dudas, aunque lo dudaba. Bryan parecía seguro de sus sentimientos. Su atención se desvió cuando la puerta del cuarto se abrió y Katherine entró, cantando entre dientes. Ericka le sonrió, antes de preguntar:

-¿Irás a la fiesta ésa de Barnett?

-Creo que la da una empleada de Barnett -aclaró Katherine. Se miró las manos, haciendo un mohín-. Necesito una manicure. No sé, no he sido expresamente invitada.

-¿Podrías ir por mí? -preguntó. En algún momento entre el instante en que colgó y Katherine entró, había decidido no ir. Trató de no pensar que lo hacía por Bryan-. Gabe quiere que alguien lo acompañe, nada más.

-¿T tú por qué no vas? -Ericka se encogió de hombros y Kathy esbozó una sonrisa, señalándola con un dedo-. ¡Vas con Bryan!

-No -negó Ericka-, sólo quiero relajarme un poco y pensar, y no lo podré hacer si voy. Además, al fin logré estar en una competencia, ¿sabes? Voy a practicar.

Katherine asintió, sin creerle. Ericka nunca rechazaba una oportunidad de conocer personas, mucho menos de ver a Barnett. Se preguntó si el enamoramiento no le estaba afectando demasiado, pero decidió no decir nada. Desde su punto de vista, era bueno que se tomara un descanso.

-Entonces no hay problema. Sabes que amo las fiestas.

---

-¿Quieres volver a mi casa? -Wade asintió, acostado en la cama de Adriana. Ella le miró un momento, frunciendo el ceño, antes de negar con la cabeza-. ¿Por qué?

-Es un lugar divertido y no tendré nada qué hacer este fin de semana -contestó.

-No suelo regresar a casa tan seguido -Adriana se llevó un dedo a los labios, reflexionando. Su madre estaría feliz, no sólo de verla a ella, también por Wade. Estaba encantada con él.

-No vas a gastar nada de dinero, yo te llevo -insistió Wade-. Gabe se va a esa reunión a la que no estoy invitado, supongo que Ericka y Kathy van también. Y no quiero pasar el día con Clay.

-Pensé que te llevabas bien con Harris -bromeó ella.

-Sí, cuando no intenta meterse en mis pantalones.

Adriana se acercó a la cama y se sentó al lado de Wade, examinando el libro que tenía entre manos. Sonrío al ver el nombre.

-¿Las flores del mal? -preguntó, sin poder evitar la burla que se coló en su voz-. ¿Te gusta la poesía?

-Voy a asumir que ese tono condescendiente es porque eres una pobre niña cuya crianza no le permite valorar a Baudelaire. Tan ciega a la cultura y la belleza de sus versos. Demasiado ignorante para apreciar la estructura y la forma de sus poemas.

Adriana entornó los ojos, antes de coger una almohada y fingir ahogarlo.

-En la cuadra en la me críe -contestó, mientras Wade se debatía debajo de ella-, me enseñaron a responder con golpes los insultos.

-¡Eres una incivilizada! -gritó él, con un falso tono agudo. Elevó el brazo para dejar el libro fuera de su alcance y maniobró hasta quedar sobre ella-. En serio necesita aprender modales, señorita. Considere el lugar en el que se encuentra.

Adriana le echó un vistazo a la habitación, y luego a él, sentado a horcajadas sobre ella y enarcó una ceja.

-Es una posición muy culta -río-, perdón, lugar.

Wade se inclinó para besarla, negando con la cabeza.

-Está bien. No veo porqué no podemos ir a mi casa. Mi madre estará feliz de volver a verte, quedó encantada contigo.

-Qué puedo decir -murmuró Wade. Apoyó las manos a ambos lados de la cabeza de Adriana bajando hasta apoyar los labios en su cuello-, soy encantador.

Adriana gimió. La lengua húmeda de Wade le recorrió el cuello, se posó en su garganta y le besó de regreso a su boca. Ella enredó una mano en su cabello y recorrió con la otra los músculos de su espalda. Wade la tomó de la cintura y giró, quedando de espaldas.

-¿Te gusta que esté encima de ti? -preguntó Adriana, riendo. Ahora era ella la que estaba a horcajadas sobre él.

-Definitivamente me gusta -Wade alzó una mano y la posó en su abdomen, por encima de la blusa de puntos negros que ella llevaba puesta. Desde que empezaron con esto, él no hacía más que esperar sus avances, dejando que ella decidiera cada movimiento. Pero esta vez desabrochó un botón, mirándola para saber si podía continuar. Adriana movió la cabeza, asintiendo, y él se incorporó. Quitó botón a  botón, hasta que llegó a sus pechos y dejó la blusa tal y como estaba, disfrutando de la anticipación. En momentos como éste, agradecía que Teresa le hubiera enseñado a ser paciente y valorar cada momento. Observó el sube y baja de los senos de Adriana antes de regresar su mano al abdomen y apartar la blusa.

-Me gusta el contraste -susurró, observando su mano pálida sobre la piel morena de ella. Adriana río, pero la risa se transformó en un jadeo suave cuando Wade acarició la piel debajo de sus pechos.

El golpe en la puerta sobresaltó a ambos. Adriana se arregló la blusa y Wade bajó de la cama, para abrir la puerta. La muchacha que estaba en el umbral le dirigió una mirada escéptica, que él ignoró.

-Nos vemos el sábado, entonces -dijo a Adriana. Ella asintió y Wade se dirigió a su propia habitación, maldiciendo por lo bajo. Si esa niña no se hubiera entrometido... no entendía cómo Gabriel era capaz de acostarse con alguien en el colegio, teniendo en cuenta las interrupciones. Tal vez podría convencer a Adriana de pasar el domingo en un hotel de la ciudad.

---

Julie bostezó cuando terminó la clase y se dejó caer sobre la silla. Detrás de ella, Alan alzó la cabeza del cuaderno en el que garabateaba, mirando a la pizarra.

-No has escrito nada -dijo Mike, sentado a su lado. Estiró el rostro para ver qué hacía en el cuaderno, pero Alan lo cerró de un golpe y golpeó suavemente con él la cabeza de Julie.

-Intento dormir -murmuró ella-. Además, ya sé todo sobre las mitocondrias y las células, y eso.

-Estoy de acuerdo con relajarse los viernes -Alan esbozó una sonrisa, antes de volver a tocar con el cuaderno la cabeza de su amiga-. Pero deberías aprovechar el tiempo en algo más que dormir.

-Prefiero dormir -dijo ella-. Mike está de acuerdo, ¿verdad, Mike?

Mike asintió, sin apartar los ojos de Gabriel. Esta semana no habían tenido tiempo para estar juntos más que en los recesos, antes que uno u otro saliera corriendo a hacer otra cosa. Mike, por una vez, estaba resintiendo el ritmo de las clases y deseaba sólo un par de horas libres. En su sitio, Gabriel pasó una mano por su cabello, intentando peinar los mechones oscuros y Mike recordó con toda claridad esa misma mano moviéndose lentamente sobre su miembro, la manera en que se mordía los labios y la lengua y se tocaba. Para él. Su corazón saltó y se detuvo al escuchar un golpe seco detrás suyo.

-Tierra a Mike -canturreó Julie. Alan lo miraba con burla y él carraspeó.

-Estoy de acuerdo con Julie -contestó rápidamente-. Dormir es una buena opción.

Metió sus cuadernos a la mochila y salió con pasos apresurados del aula. Cuando llegó al cuarto, dejó la mochila en la mesa y dejó escapar el aire en un hondo suspiro. Apoyado en el escritorio, una de sus manos vagó por su abdomen hasta posarse, vacilante, por encima de la cremallera del pantalón. Estaba nervioso. Se masturbaba, sí, pero solía hacerlo en la noche, como un alivio rápido que era más una rutina que otra cosa. Ahora no. La imagen de Gabriel seguía grabada a fuego en su mente y cerró los ojos, pasando los nudillos por su entrepierna, mordiéndose la lengua para no gemir. Sería diferente si Gabriel estuviera allí. Tal vez no se atrevería a hacer nada o tal vez sería él el que lo acarice. Mike forzó a su mano a tocarse lentamente, imitando los movimientos que Gabriel hiciera esa noche y se sostuvo del escritorio con la otra. Nuevamente, otro ruido le sacó de sus pensamientos, esta vez de la puerta y dio un saltó, dejando de tocarse y llevando sus manos a su pecho.

-¿Quieres matarme de un ataque al corazón? -preguntó, agradeciendo que Alan no le prestara atención. Se giró, sentándose en la silla y cogiendo un cuaderno al azar.

Detrás de él, Alan hizo una mueca de desconcierto.

-¿De qué mierda hablas? ¿Te asustaste porque abrí la puerta? Te recuerdo que duermi aquí también.

Mike se sonrojó. Si él no hubiera estado tan ensimismado, no le habría asustado. Alan sólo era culpable de llegar a interrumpir.

-Lo siento -murmuró-. Estoy un poco cansado.

-No te veo haciendo intentos de dormir -Alan se acercó a él, extrañado al ver que Mike sólo mantenía el cuaderno abierto, sin hacer nada. Notó la forma en que movía las piernas y el rojo en sus mejillas y sonrío-. ¿Sabes? Cuando Julie bromea diciendo que eres un adolescente hormonado, nunca se lo cree en realidad. Pero resulta que tiene razón. 

Mike bajó la mirada, deseando poder fundirse con la madera. Alan río al notar que incluso sus orejas se ponían rojas. Sin poder evitarlo, llevó una mano hasta el cabello de Mike y lo revolvió.

-No te preocupes, es normal. Algunos incluso encontramos la manera de solucionarlo sin depender de alguien más- Alan pensó un momento, antes de añadir-. Apenas que eso estuvieras haciendo. Con  razón reaccionaste así.

Mike se giró hacia él y a pesar del sonrojo, le sostuvo la mirada y frunció el ceño, enfadado. Lo que menos quería era hablar de eso con él. Menos, ser blanco de sus bromas.

-A algunos no nos gusta hablar de eso -espetó-. ¿No deberías irte a dónde sea que te vas los fines de semana?

-Me estoy yendo -Alan se alejó a su cama. Mike notó la leve expresión de descontento que cruzó por su rostro, sin embargo estaba demasiado avergonzado como para pensar en ello.

Cuando escuchó la puerta cerrarse, alzó los ojos, arrepentido. A pesar de las palabras, el tono de Alan no había sido de burla, como antes, era más bien las pullas bienintencionadas que compartían cada vez más a menudo. Tal vez sobre reaccionó. Mike apoyó la cabeza en la madera del escritorio, suspirando. Todo era culpa de Gabriel, decidió. Si estaba así era por él y su espectáculo, era por él que su cuerpo se sentía así.

-Dios, soy idiota -murmuró. Sacudió la cabeza, decidido a dedicarse su tiempo en cosas más útiles que fantasear.

---

 

Marissa frunció el ceño, la cólera visible en sus ojos negros. La sonrisa de Wade se amplió aún más.

-Lo sabía desde que te vi. No te recordaba muy bien, pero eres tú. Debes haberme visto también, aunque era más pequeño. No sé si me recuerdes, fue hace... ¿cuántos años?

-¿Qué quieres? -repitió Marissa. Wade se encogió de hombros.

-Saber algunas cosas -Wade se apoyó en una pared, dejando las bolsas en el piso-. Esa historia de mi tío ayudando a Laura porque sí, es irreal, como poco. No es creíble. Sólo quiero saber si sabes algo.

-¿Algo de qué? Lo que yo haya hecho no tiene nada que ver...

-Seamos claros en algo -interrumpió Wade, tomándola del brazo al ver que ella empezaba a caminar. Dejó de sonreír, y bajó el tono de su voz, hasta convertirla en un susurro-. Por si no lo entendiste, sé lo que hacías. Sé que fuiste una de las putas de mi padre, y que repentinamente desapareciste.

Marissa intentó soltarse, pero Wade no aflojó el agarre en su brazo.

-No te preocupes, no me importa. Pero, imagina lo que dirían Adriana o Laura si se enteran.  Apuesto que sería una gran conmoción para ellas. 

-¿Me estás amenazando?

-Exactamente -la sonrisa volvió a resplandecer en su rostro mientras soltaba a Marissa-. Y lo único que te pido es que me cuentes qué pasó. Porqué lo dejaste. Porqué mi tío le paga a Adriana el colegio.

-Pensé que eras su amigo -Marissa se acarició el brazo, enfadada-, ¿se lo dirías? Nunca volverías a hablar con ella.

-No te preocupes por mí, tengo más amigos -contestó él, despreocupadamente. Wade avanzó unos pasos y Marissa le siguió a regañadientes.

-¿Por qué? -repitió. Lorenz era un apellido que había esperado no volver a escuchar nunca más. Y allí estaba el hijo de ese hombre.

-Tengo curiosidad.

-Curiosidad -repitió.

-Curiosidad. Tú me dices qué pasó, yo guardo tu secreto, y no le hacemos mal a nadie. A mí me suena como un trato justo.

Marissa pareció considerar sus palabras un momento, antes de exhalar un suspiro cansado.

-Como dijiste, era la puta de tu padre -dijo. Su voz se tiñó de amargura y, por respeto, Wade adoptó una expresión seria. Ella apretó los dientes y habló rápidamente, queriendo acabar con el asunto de una vez-. Pero por un tiempo creí que era algo más. Tu padre me hizo creer que me quería. Que era especial, incluso me exigió serle fiel, y me juró que lo era también.

Wade resopló. Su padre era un imbécil, lo sabía. Pero siempre había pensado que la colección de amantes era para molestar a su madre. Por ese lado, Joanna era mucho más sutil. Manejaba los insultos con gracia, se anticipaba a ellos y siempre encontraba la forma de dejarse ver como la adorable esposa traicionada que intenta mantener su hogar por su hijo. Nada más lejos de la realidad.

-Pero saliste de allí, ¿cómo? -preguntó, al ver que Marissa no seguía hablando.

-Algunas chicas necesitaban relajarse. Siempre hay quien no lleva bien el trabajo, supongo que son las más normales, a las que les invade la culpa. Todas ellas tenían un forma de evadirse. A mí no me pasaba seguido, pero a veces... no podía conmigo misma. Tu padre me dio algo, una vez que me puse muy nerviosa. Una nueva droga sintética.

Ella regresó a verlo. Sus ojos estaban empañados, relucientes por la rabia. Wade parecía confuso, pero la instó a seguir.

-¿Qué vas a hacer sabiendo todo esto? -preguntó ella-, ¿para qué te sirve?

-Ya te dije, es sólo curiosidad. ¿Qué crees que puedo hacer? ¿Salir y acusar a mi padre de drogar a sus amantes? Todos pensarían que es el berrinche del hijo que él siempre rechazó. Así que te dio droga. Eso no explica nada aún.

Ella negó, antes de seguir.

-Durante un tiempo, la vendí. Le di a probar algo a una compañera, y se volvió popular. Tu padre me las daba. Yo las vendía, y luego... cuando me di cuenta, estaba comercializando drogas. Nada grande, pero pagaba por ella, la revendía... me vinieron a buscar unos tipos... trabajaban de seguridad en una exclusiva discoteca y habían escuchado de mi... producto. Me asusté.

Volvió a mirar a Wade, esperando encontrar conmoción o empatía en su rostro. Pero tal y como él había dicho, lo único que notó fue curiosidad. Marissa no supo qué pensar. Recordaba al hijo de Edward Lorenz como un niño con un aura de desamparo alrededor, al menos cuando su padre estaba a la vista. Este chico no se le parecía en nada. 

-Me asusté y quise salirme. Para ese tiempo, ya había notado que no era para Edward más que un juguete. Pero lo seguía viendo. Le conté que no iba a vender más droga, y fui muy estúpida al creer que podía sacarle dinero. Lo amenacé con contar todo a la prensa si no me pagaba. Fue lo más idiota que pude hacer, debí sólo irme.

-Asumo que no te dio dinero -comentó Wade. Los detalles de la historia se le hacían extraños.

-No -contestó Marissa. Lo que pasó fue diferente a lo que ella creyó. Lorenz se rió en su cara, a sabiendas que el decir algo la destruiría, y a la familia que pensaba que era una simple mesera en un club-. Cuando se negó, insistí. No sé porqué lo hice, supongo que ya que estaba allí, no quería irme con la sensación de haber perdido.

Se ahorró contar los golpes que le dio y la manera en que regresó a su apartamento, humillada y avergonzada y sabiendo que no podía hablar sin condenarse también.

-Yo tampoco supe qué pensar cuando Barnett apareció en mi casa. Hablé con él antes que conociera a Laura. Dijo que estaba en la oficina de al lado cuando llegué a reclamarle a tu padre, y me ofreció algo en compensación. Para ese entonces, odiaba lo que había hecho, lo odio aún. Le pedí que me dejara en paz, pero él insistió, así que le dije que ayudara a Laura y así terminó todo. Si piensas que tu “tío” es extraño, no es cierto. Es una buena persona. Se disculpó por algo de lo que no era culpable, me vino a buscar y me explicó que no podía hacer nada con tu padre, que sus negocios juntos lo ataban para actuar. Tu padre es el bastardo.

Cuando terminó de hablar, estaba casi gritando y se volvió a sorprender al ver que Wade sonreía, asintiendo.

-Al menos en eso estamos de acuerdo. Mi viejo es un bastardo.

Seguía teniendo curiosidad, pero dudaba que Marissa le contara más. Decidió dejar la historia de momento y concentrarse en actuar como el buen chico que se suponía que era. Aún así, esa historia de Henry Barnett siendo el caballero blanco no le convencía. Tal vez para Marissa lo fuera, pero no para él. 

Notas finales:

Cosas y cosas que listaré porque son medias sin sentido. 

  1. Me gusta mucho Baudelaire, la lectura es de las pocas cosas que Wade y yo compartimos. 
  2. Seguro lo notan, pero escribir a Wade me divierte muchísimo. También me relaja porque nunca se preocupa por nada y considerando que yo me preocupo mucho, es como refrescante. 
  3. Me demoro un montón justificando el texto cuando publico, porque el copia y pega me daña el formato TwT. 
  4. ¡¡ODA TE AMO, Y TE VENERO!! En estos años me he vuelto fan de One Piece, cuando empecé con esto, no lo era. 
  5. También me gustan los camiones monstruo. Me gustan los espectáculos violentos xD
  6. No es que me queje de los reviews, pero extraño los tiempos en dónde recibía más de tres xDDD -eso es mi culpa por desaparecer, lo sé-
  7. En algún momento me gustaría escribir algo de los padres de los chicos, pero no sería yaoi ni nada y no lo podría publicar aquí. Pero, a pesar de ser unos desgraciados, me gustan. O sea, como personajes, para escribirlos, me gustan. Quiero mucho a Joanna.

Bueno, eso no tiene sentido. Nos vemos la próxima semana. 


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