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West Lake por Hisue

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Notas del capitulo:

Hola, otra vez. No sé porqué, pero me parece que siempre quiero decir algo y al momento de publicar lo olvido. 

Esta semana ha sido muy atareada, hemos hecho mudanza en el trabajo, y ahora me demoro mucho más en llegar y no tengo internet hasta nuevo aviso. NO TENGO INTERNET. Es trágico. 

Pero logré terminar éste y el próximo capi. Espero terminar otro en el transcurso de la semana. 

Estoy muy cansada. Asdf. 

Como siempre, agradecer a los que siguen, y a los que comentan... ayuda saber que alguien me lee, aunque tal vez no lean las notas y pierdo tiempo XDDDD. Ya paro, al capítulo.  

Capítulo 56

 

-Te dije que quería estar solo, Mike -espetó Gabriel, cuando escuchó la puerta del cuarto abrirse. Wade se detuvo, mirando a los lados, confundido.

-Soy yo -anunció. Gabriel levantó la cabeza, restregándose los ojos con el brazo izquierdo-. ¿Qué pasó y por qué quieres estar solo? Digo, por lo general quieres estar solo con Mike, no sin él. ¿Se pelearon?

-No quiero hablar de eso -murmuró Gabriel. Dejó escapar un suspiro que no sabía que contenía. Ahora que podía hacer algo más que sólo estar allí, sentado y recordando a su hermano, notó que estaba cansando. Exhausto, para ser más precisos. Ni siquiera sabía cuánto tiempo había pasado desde que Mike se fue.

-Oh, vamos, no empecemos con esto otra vez -reclamó Wade, sin hacer intentos de acercarse. Tenía una cita con Adriana, sólo había venido a darse un baño y cambiarse de ropa. Caminó hacia el armario, silbando entre dientes-. ¿Qué fue del “nunca te volveré a guardar secretos, Wade”? No ha pasado tanto tiempo para que lo olvides.

-Vi a Liam -dijo Gabriel, después de considerar guardar silencio. Era mejor decirlo de una vez y evitar que Wade se enfade, pensó.

Wade se detuvo con la mano en el armario, pasmado por un segundo. Regresó sobre sus pasos, parándose delante de Gabe.

-¿Tú qué? -preguntó. Gabriel alzó los ojos hacia él, dejando escapar otro suspiro, antes de hablar.

-Vi a Liam -repitió-. En el pueblo, Mike chocó con él... él sólo estaba allí...

-No hablaste con él -afirmó Wade. Gabriel pudo escuchar la leve reprobación en su tono y eso hizo que su furia regresara.

-No, no lo hice -exclamó-. ¿Qué querías que hiciera, que me quedara a compartir un té mientras hablamos de nuestras vidas? ¡Claro que no hable con él, no me interesa verlo!

Wade le regresó la mirada, sin tomar en cuenta los gritos de Gabe. Sabía que no estaba enojado con él, después de todo.

-No lo dije por eso -se puso de cuclillas en el piso, delante de Gabe, y lo miró a los ojos, tratando de lucir más calmado de lo que se sentía. Su mente trabajaba en más posibilidades de las que podía expresar, cosas en las que Gabriel, molesto como estaba, pasaría por alto-. Sólo piensa un poco. Siempre me pareció extraño que Liam desapareciera, lo sabes. Más desde que sabemos que mi tía está viva. Entonces, ahora él aparece, y tú lo dejas ir. No estoy diciendo que tengas que ser amable con él, ni mucho menos. Pero podríamos saber qué paso, porqué se fue y si tuvo algo que ver con Isabelle.

-Tal vez sólo era un cobarde, incapaz de soportar no ver a mi mamá otra vez -murmuró Gabriel. Wade apoyó una mano en su rodilla, asintiendo.

-Pero tal vez no. No recuerdo a tu hermano como un cobarde, todo lo contrario. Él estaba jodidamente feliz con su posición, entonces, ¿por qué irse?

Gabriel cerró los ojos, inspirando profundamente para lograr calmarse. Cuando abrió los ojos, la rabia había desaparecido de su expresión dando paso a la una mucho más fría a la que Wade ya se había acostumbrado. La tenía siempre antes de esbozar esa falsa sonrisa con la que se relacionaba con su padre.

-Tienes razón -admitió.

-Lo sé -sonrió Wade-. Ahora, ¿hay alguna forma de hablar con él?

Gabriel cerró los ojos. No quería ver a Liam, pero igual se forzó a buscar en la cama el papel con el número que Mike había dejado, hasta que lo encontró. Se lo tendió a Wade y éste se levantó, sacando su celular.

-No quiero hablar con él -dijo. Wade asintió.

-Vale, no te estoy diciendo que lo hagas. Yo me encargo, aunque no recuerdo que Liam me apreciara mucho.

Le escuchó suspirar nuevamente y se giró, encontrando a su amigo tendido en la cama, con una mano sobre sus ojos. Gabriel nunca hablaba de eso, pero la partida de Liam casi lo destruye. No sólo perdió a su madre, también al hermano al que consideraba un héroe y sin ninguna explicación. Wade recordaba haber pasado noches enteras escuchando a Gabriel sollozar en voz baja, pidiendo saber qué había pasado. Aún le hacía sentir mal pensar en eso. Caminó hacia la cama y se trepó en ella, poniendo una mano sobre la frente de Gabriel.

-¿Estás bien? -preguntó, de la forma más suave que pudo.

-Bien -murmuró Gabriel-. No necesito otro hermano.

-Descansa -susurró, esbozando una sonrisa. No debería, pensaba, sentirse bien porque Gabriel lo considera su único hermano, pero lo hacía. Nunca había tenido algo así, el sentimiento de ser necesario para alguien en su familia, después de todo. Depositó un beso en su frente, antes de alejarse-. Me haré cargo de esto, no te preocupes.

Dejó a Gabriel en la cama y escribió un pequeño mensaje a Liam en su nombre, sólo preguntando cuándo podían verse. Pensó en Adriana, pero no tenía ganas de verla y en vez  de eso, caminó hacia fuera del colegio. Acababa de regresar hace sólo media hora, con deberes que su madre le había impuesto, exigiéndole conocer más de los negocios familiares y se preguntaba cómo Gabriel hacía para manejar el colegio y a su padre a la vez, pero eso no tenía tanta importancia ahora. Liam estaba aquí. Y si estaba en el pueblo, debía haber venido buscando a Gabriel. Quedaban demasiados “por qué” en el aire para su gusto.

---

Mike observó a Gabriel entrar al comedor. No había hablado con él desde que lo dejó en su habitación el día anterior, todo lo que quería era saber cómo estaba, pero no podía adivinar nada por su expresión, lucía igual que siempre, un poco indiferente a las charlas entre Ericka y Katherine y las discusiones que mantenían Wade y Clay. Nada que se pareciera a la furia y el dolor del día anterior.

-¿No tienes hambre? -preguntó Julie, sacándolo de sus pensamientos. Mike parpadeó, dándole una mirada a su almuerzo sin tocar y se esforzó en comer, sin dejar de mirar a la mesa de Gabriel. Julie pareció notar que no quería hablar y se quedó en silencio, revisando su celular mientras comía. Cuando Gabe se levantó, Mike lo imitó y fue tras él, esperando a estar ambos lejos del comedor para darle alcance.

-Hola -saludó. Gabriel esbozó una sonrisa.

-Hola -respondió. Mike dudó. Incluso ahora, Gabe no parecía afectado, como si el día de ayer su hermano desaparecido no se hubiera mostrado ante él.

-¿Estás bien? -preguntó, sin saber qué más decir. Gabriel se encogió de hombros.

-¿Por qué no lo estaría? -preguntó a su vez. Se adelantó unos pasos, para abrir la puerta de su cuarto y la mantuvo abierta para Mike.

-No necesitas fingir conmigo -dijo éste, mirándolo a los ojos.

-No estoy fingiendo -replicó Gabriel-. Estoy bien. Y ahora, aunque me encantaría quedarme contigo, tengo que estudiar.

Se dirigió al escritorio, metiendo un par de libros a su mochila y caminó hacia la puerta, sosteniéndola abierta para que Mike saliera primero.

-Gabriel, viste a tu hermano -dijo Mike, poniendo énfasis en cada palabra, ignorando la nada sutil invitación para que se fuera-. ¿Cómo puedes estar bien?

-Él no es mi hermano -contestó Gabe. La tranquilidad en su voz sólo sirvió para alarmar a Mike-. No le llames así. Y si quieres saberlo, no me importa. Estoy bien.

Abrió más la puerta y Mike salió, después de tratar de decir algo sin encontrar qué. Mientras se alejaba, pensó que tal vez todo estaba bien, si Gabriel lo decía. Pero sinceramente lo dudaba. Gabriel se había portado como lo hacía antes de empezar a salir, porque aunque nunca hablaba demasiado de su familia, Mike había creído que las cosas entre ellos eran lo suficientemente fuertes como para que pudieran hablar.  Tal vez sólo debía darle tiempo, pensó. 

-¿Qué te pasa? -le preguntó Julie, cuando Mike entró al cuarto. Él se encogió de hombros en respuesta-. Desde que llegaste ayer de tu paseo con Gabriel has estado así, Mike. ¿Pasó algo entre los dos?

Mike se sentó en el escritorio, bajando la mirada a sus manos. No podía hablar de lo que pasó, y no sabía cómo decirlo sin mencionar a Liam.

-No pasa nada -contestó.

-No sabes mentir -opinó Alan. Estaba de pie al pie de su cama, examinando un par de camisas, decidiendo cuál estaba menos sucia para usar.

-No te mataría hacer la lavandería de vez en cuando -opinó Julie, mirando hacia Alan mientras él se quitaba la camisa del uniforme sin molestarse en desabrocharla. Mike sonrió por la broma, mucho más relajado ahora que estaba con ellos.

-Estabas hablando con Mike -le recordó Alan, tirando la camiseta descartada al cesto de la ropa sucia.

Julie asintió, girándose hacia Mike, que ya estaba poniendo sus cuadernos en orden en la mesa. Ella no dijo nada, pero frunció levemente el ceño. Conocía a Mike, sabía que algo había pasado y no es que fuera muy discreta la manera en que miraba a Gabriel durante las clases. Se preguntó si sería grave, o si debía preguntarle a Gabe directamente. Desistió de esa idea, había miles de posibilidades más que Mike hablara a que Gabriel lo hiciera.

---

El restaurante era bastante pequeño. A Wade le recordó al que manejaba la familia de Adriana y se preguntó porqué debían conversar en un sitio así. Era un lugar en el que debías hablar en voz baja, si no querías que las mesas circundantes se enteren de lo que decías. Buscó a Liam con la mirada, hasta que lo encontró, sentado en una mesa del fondo. Liam alzó el rostro, aún sin verlo y él reconoció sus rasgos, mucho más maduros de los que recordaba, aunque su mirada no tenía la arrogancia de antaño. Se acercó a la mesa, quedándose de pie un momento mientras esperaba que Liam lo reconociera.

Liam miró al chico de pie delante de él, preguntándose quién era. Lo comprendió pronto, los ojos grises de Joanna, el rostro que recordaba delicado del mejor amigo de su hermano. Wade Lorenz.

-Wade, ¿qué haces aquí? -preguntó. Wade se sentó, esbozando una sonrisa torcida que lo descolocó. El Wade que recordaba solía llorar mucho, pero el que tenía en frente parecía mucho más agresivo. Se preguntó que tanto habría cambiado su hermano.

-¿No lo recuerdas? -preguntó-. Me citaste aquí, ¿llegué tarde?

-Cité a mi hermano, ¿dónde está él?

Wade tomó el vaso que Liam tenía delante sin pedir permiso e hizo una mueca al encontrarse con un sabor demasiado dulce.

-Él no quiere verte -contestó. Notó el dolor en el rostro de Liam y dejó el vaso a un lado. No obtendría nada si se portaba mal, supuso, así que se corrigió-. No todavía, al menos. Ha sido todo muy confuso, desde que apareciste.

-¿Y te envió a ti para qué? -preguntó Liam. Había pasado años de su vida acompañando a su padre y fue fácil notar el cambio de actitud de Wade, de agresivo a amable. Era fácil suponer que era fingido también. Su hermano debía estar viviendo lo mismo que él, tratando de cumplir los deseos de su padre y no podía permitirlo.

-Gabriel no puede verte, al menos debes entender eso -contestó Wade-. Pero quiere saber qué pasó. Quiere saber por qué te fuiste. Piensa que al menos le debes eso.

-No es algo que te pueda contar -Liam suspiró, llevando una mano a su rostro-. He venido aquí para aclarar las cosas, pero es algo que sólo puedo decirle a Gabriel. Necesito hablar con él, aclarar las cosas.

-Lo que necesitabas hacer era no irte desde el principio -murmuró Wade, dejando que un poco de furia se colara en su voz-. No sabes cómo fue, que mi tía muriera y tú desaparecieras al día siguiente, no sabes cómo le afectó eso a Gabe. Y ahora, sólo apareces, ¿y crees que puedes hablarle?

-¡Es por eso que necesito hablar con él! -exclamó Liam-. Necesito explicarle...

-¿Explicar qué? ¿Qué fuiste un cobarde? -Wade sonrió, negando con la cabeza. Estaba perdiendo la paciencia y lo que era peor, dudaba que Liam le contara algo.

-Lo siento, Wade -respondió, volviendo a hablar con calma. Le dirigió arrepentida-, pero no puedo decirte nada. Esto es algo que sólo le compete a Gabriel y a mí.

-Al menos, dime algo que me haga convencerlo de venir a verte -pidió, soltando un suspiro de cansancio.

-Me conoces, sabes que todo lo que quería era complacer a mi padre -dijo Liam, después de un momento en silencio-. Y sé que ahora debe esperar de Gabriel lo que esperaba de mí, pero Gabe no puede aceptar. No puede... -se interrumpió, bajando la mirada-. No tengo nada contra ti, sólo sé que no puedo confiar en nadie, no en los que son de nuestro entorno.

-Hablas como si lo que tuvieras que contar fuera algo muy grave -hizo notar Wade. Liam no contestó-. Se lo diré. No puedo prometer nada, de todas formas.

-Has cambiado -dijo, cuando Wade no hizo intentos de irse-. ¿Quieres tomar algo?

-No, probé eso y sabe horrible -contestó-. Tú también has cambiado.

-Gabriel ha crecido mucho -Liam sonrió, recordando a su hermano. El niño que él recordaba había crecido más de lo que imaginó.

-Bueno, han pasado cuatro años -dijo Wade, sarcástico-, no podía estar del mismo tamaño.

-Le acompañaba un chico, cuando lo vi, ¿quién era? -preguntó, ignorando el cinismo en la voz de Wade.

-Lo siento, no puedo decírtelo -ironizó-. Tal vez si Gabe acepta verte, te lo contará.

Liam ocultó su sonrisa bebiendo un sorbo de su café. Veía mucho más parecido con Joanna del que había supuesto, aunque el sarcasmo de ella solía ser más sutil. Le traía buenos y malos recuerdos, pensar en Joanna era pensar en su padre y en una vida que nunca volvería a tener, y a la que no quería regresar.

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Clay vio llegar a Wade, caminando con las manos en los bolsillos hacia la entrada. Era miércoles y era extraño que saliera en mitad de semana. Bajó las escaleras de la entrada, acercándose a él, notando al perro que caminaba unos pasos detrás.

-Hey, ¿desde cuándo te escapas a media semana? -preguntó. Wade levantó la cabeza, y Clay se extrañó al notar la expresión que su rostro, siempre sonriente, era sólo una máscara vacía.

-No me estoy escapando -contestó.

-¿Qué te pasa? -preguntó. Se acercó a él, alzando una mano para posarla en su rostro, esperando que Wade responda con las burlas habituales, pero éste retrocedió un paso, poniéndose fuera de su alcance-. Luces terrible.

-Me siento terrible, y con muy pocas ganas de jugar contigo -contestó Wade, esbozando una sonrisa amarga. Max le gruñó a Harris, algo que él agradeció. Al menos así, Harris se fue y lo dejó a solas. Tenía que calmarse antes de ver a Gabriel.

Llegó hasta su cuarto, pero regresó sobre sus pasos con el perro aún pegado a sus talones. Wade lo miró, enarcando una ceja. Ahora que lo pensaba, el perro solía estar cerca de Gabe cuando éste estaba triste o desanimado, se preguntó si podía sentir los cambios de ánimo y actuar en consecuencia. Como sea, no podía pensar en eso ahora, necesita distraerse. Cambió de dirección, dirigiéndose a los dormitorios de las chicas. Quería ver a Adriana, pero se encontró con Katherine y Ericka a medio camino.

-¡Wade! -exclamó Kathy, abrazándolo.

-Es siempre un gusto verte -contestó, cuando ella se apartó-, ¿pero por qué la efusividad?

-Quería pedirte un favor -dijo ella, juntando las manos

-Debí suponerlo -se quejó-. Sólo por eso me abrazas.

-Vamos, no digas eso -Kathy soltó una risa, que causó que Ericka bufara.

-Quiere que Adriana le enseñe a bailar, pero no se anima a pedírselo -aclaró-. Yo creo que es una pérdida de tiempo, si me lo preguntas.

-Le diré, pero debes saber que la acompaño en sus prácticas, y suelen ser muy íntimas -bromeó. Ericka le dio una mirada que claramente decía que pensara que era asqueroso, algo que le hizo sonreír más-. ¿Han visto a Gabriel?

-Estaba en la biblioteca. Tal vez siga allí -contestó Ericka. Katherine se había agachado e intentaba tocar a Max, aunque el perro le gruñía cada vez que se acercaba-. No hagas eso, Kathy, te morderá.

-Le diré a Adriana, pero no prometo nada -dijo Wade. Miró hacia el techo un momento, decidiendo si debía ir a ver a Adriana o sólo buscar a Gabe para comunicarle las nuevas. Katherine se levantó, después de varios infructuosos intentos de tocar al perro, pero su rostro malhumorado no duró mucho.

-Si has venido buscando a Adriana -le dijo a Wade-, ella no está en su cuarto. Venimos de allá, para pedirle clases.

-Vaya. Gracias -Wade suspiró. Volvió sobre sus pasos, sacando el celular de su bolsillo para mandarle un mensaje a Gabriel. Sería más fácil que buscarlo, después de todo. Se dirigió a la azotea, volviéndose a mirar a Max cuando llegó.

-Ahora que lo pienso, no debería haberte traído aquí. No se te ocurra querer saltar, por favor, o Gabe me matará.

Max no se acercó a las barandas, de todas formas. Se acostó cerca de la puerta, con la cabeza entre las patas delanteras, sacudiendo la cola. No parecía estar muy cómodo.

Gabriel llegó poco después. Acarició a Max antes de acercarse al lugar en el que Wade estaba sentada, con la espalda apoyada en las rejas.

-¿Qué pasó? -preguntó, tratando de lucir indiferente.

-No tengo buenas noticias -contestó Wade, estirando los brazos por encima de su cabeza-. En realidad, no tengo ninguna noticia.

-¿No lo viste? -Gabriel se pasó una mano por el rostro, exhalando un suspiro que Wade no supo definir si era de alivio o de exasperación.

-No, sí lo vi -aclaró-. Pero no quiso contarme nada. Insistió en que debe hablar contigo y que son cosas que sólo te conciernen a ti. Lo siento, no pude sacarle nada.

Gabriel se quedó en silencio. No quería ver a Liam, quería seguir actuando como si no existiera, pero también quería respuestas, incluso si no sabía qué hacer con ellas, o no le sirvieran de nada.

-¿Qué crees que debo hacer? -le preguntó a Wade. Éste se levantó, encogiéndose de hombros.

-Si algo saqué en claro, es que lo te vaya a decir tiene que ver con tu padre. Insinuó que no podías trabajar con él. Debe ser lo mismo que lo alejó en primer lugar.

-¿Crees que sabe que mi mamá está viva?

-No reaccionó de ninguna manera cuando la mencioné -murmuró Wade-. Yo digo que lo veas. Al menos, no te quedarás con la duda.

Gabriel asintió.

-Háblale. Esta semana no puedo, pero la próxima sí. ¿Vas a ir con tu madre estos días?

-Si me llaman, sí.

-Bueno. Dile que le confirmarás el día el lunes o martes. Y que esta vez sí iré.

-Como diga, mi capitán -bromeó Wade. Notó la manera en que Gabriel se pasaba el brazo por el rostro, en un gesto de incomodidad y se acercó a él, posando una mano en su hombro-. No dejes que te afecte demasiado.

Gabriel suspiró. A Wade no le podía decir que no le afectaba, lo conocía muy bien y mentirle no servía de nada.

-Trataré -contestó. Se dio la vuelta, abrió la puerta de la azotea y esperó a que Max se levantara y caminaras tras él-. ¿No vienes?

Wade dejó de mirar el horizonte, asintiendo.

-Tienes que prestarme tus tareas, en vista que me pase la tarde haciendo recados para ti. Ya es muy tarde para estudiar.

-Lo acepto sólo por esta vez -contestó, agradecido por el obvio intento de cambiar de tema.

---

Gabriel tocó la puerta abierta del cuarto de Mike, para anunciar su presencia. Julie lo vio, no le dio importancia y volvió su atención a la pantalla. En su cama, en medio de libros y papeles, Mike descansaba apoyado en el respaldo. Gabe le sonrió, antes de treparse en la cama y acostarse en sus piernas.

-Pesas -se quejó Mike, sin hacer el menor intento de apartarlo.

-Podemos cambiar -sugirió Gabriel, sin hacer tampoco el intento de levantarse-. O puedes dejar que te use como almohada en compensación por todos estos días en los has estado demasiado ocupado para verme.

-Tú también has estado ocupado -replicó Mike. Le alegraba ver que la personalidad cariñosa y juguetona de Gabriel había vuelto, incluso cuando aún se preguntaba qué había pasado con Liam. Gabriel no había salido del colegio y no lo había vuelto a mencionar y aunque Mike quería preguntar, no se atrevía.

-Lo sé, lo siento -contestó éste.

Julie rodó los ojos desde dónde estaba. Pensaba terminar sus trabajos pendientes y luego jugar un poco con Mike, pero ahora que Gabriel estaba allí, podía dar sus planes por perdidos, al menos hasta que Gabriel se levantó, le dio un beso en los labios a Mike y bajó de la cama.

-Quiero quedarme, pero no puedo -empezó a decir.

-Entonces, ¿para qué viniste? -interrumpió Julie, girando en la silla para verlo. Captó la mirada de decepción de Mike y se sintió un poco mal por él.

-Está bien -dijo Mike. Bajó de la cama y se alzó en puntillas para poder alcanzar los labios de Gabriel, lamentando no poder darle un beso más largo. Se sentía un poco incómodo con Julie mirando-. Podemos salir el sábado, creo que mencionaste que no tenías que ir con tu padre por unas semanas.

Gabriel asintió, rascándose la nuca. Lo había dicho en la última salida juntos, el domingo pasado. Antes de ver a Liam.

-En realidad, estoy ocupado también el fin de semana -dijo. No quería ir a la ciudad, en realidad, no sabiendo que podía encontrarse con él, y aunque le había dicho a Wade que hablaría con él, y pensaba hacerlo, no quería arriesgarse a encontrarlo con Mike allí, o a verlo más de lo necesario-. Voy a ir con Wade, ahora que está actuando como un hijo responsable.

Mike asintió, esbozando una sonrisa forzada. Lo veía todos los días, no debería sentirse mal por una semana que no podían salir, o unos días en los que sus respectivos horarios se ponían difíciles.

-Si Wade está asumiendo sus deberes como hijo, ¿eso significa que dejarán de molestarme a mí? -preguntó Julie. Gabriel se volvió hacia ella, sus labios formando una sonrisa de burla.

-Creo que tu padre no parará hasta que lo aceptes, así que no. No significa eso, lo siento -volvió su atención a Mike, cambiando su expresión a una dulce apenas lo miró. Le dio otro beso, sin tener ninguna gana de abandonar el cuarto-. Creo que puedo mandar el consejo a la mierda por un día y quedarme contigo -susurró, presionando su cuerpo contra el de Mike.

-Creo que sería bonito -contestó él-. Pero también creo que Ericka vendría a gritar y no me gustaría ver eso.

-Tienes razón. Es horrible, pero tienes razón -aún reticente, Gabriel se separó de Mike y se alejó. Cuando salió, Julie clavó los ojos en su amigo, exhalando un suspiro.

-Ustedes dos algún día me van a provocar un coma de azúcar.

Mike respondió con una risa.

-Sólo estás celosa -acusó-. Si tú y Alan se decidieran, estarías igual.

-Alan y yo no somos así -contestó Julie. Se preguntó qué cara pondría Mike si se enteraba que era él quien le gustaba a Alan, no ella-. Ni él me gusta, ni yo le gusto a él, te lo aseguro.

-No es lo que parece -Mike se sentó en el borde de la cama, examinando el rostro de su amiga, tratando de encontrar algo en ella que confirme sus suposiciones-. Fue al baile de Halloween por ti. Para que no tuvieras que estar sola.

-¡Es porque somos amigos! -exclamó ella, sonriendo-. Y le doy clases gratis, estamos a mano.

-En realidad, me mandas a mí a darle clases -replicó Mike, ahogando una risa. No entendía porqué Julie lo negaba. Alan era más amable con ella que con cualquier persona, todo el mundo podía ver eso.

-Bueno, pero gratis -contestó-. Es lo que cuenta. De cualquier forma, no es así. En serio, Mike, no sería tan idiota de rechazar a Alan si me gustara. O sea, ¿lo has visto? No es por nada, pero es más guapo que Gabriel -sonrió al ver que el ceño de Mike se fruncía y siguió hablando-. Es más alto, y tiene un poco más de músculos también. Si sonriera más...

-No es más guapo que Gabe -interrumpió Mike. No lo era, aunque era cierto que era más alto y más musculoso, pero eso era porque Gabriel no se pasaba el día en el gimnasio.

-Lo es -asintió Julie.

-¿Quién es qué? -preguntó Alan, apareciendo por la puerta. Sintió los ojos de Mike clavados en él y le regresó la mirada, sin saber qué podía causar su ceño fruncido y la manera en que seguía mirándolo.

-No eres más guapo que Gabe -susurró Mike, causando que Alan le dirigiera una mirada extrañada, antes de volverse hacia Julie, exigiendo una explicación.

-Discutíamos por quién te gustaba, y de repente terminó así -dijo ella. Se puso de pie, llegando a la altura de Alan y colocando las manos en su pecho-. Pero yo estaba de tu lado. Como siempre, ya sabes.

Alan evitó contestar. Lo que sea que Julie tratara de hacer, sólo quería que se detuviera.

-Y pensar que en un momento creí que me gustabas -dijo, negando con la cabeza-. No me gusta nadie, ¿bien? -dijo, mirando a Mike esta vez-. No discutan estupideces.

-Julie empezó -se disculpó Mike. Julie soltó una risa, le dio una palmada en el hombro a Alan, y se dirigió hacia la puerta.

-Ustedes dos a veces hablan muchas tonterías para los genios que se supone que son.

-Somos genios adolescentes -bromeó Mike-. Eso lo explica.

Alan se encontró devolviéndole la sonrisa sin desearlo y quiso golpearse cuando lo notó. No era de extrañar que Julie se hubiera dado cuenta de su atracción. Si el mismo Mike no lo notaba era porque no había espacio más que para Barnett en su cabeza.

-De cualquier forma me encantaría que dejaran de compararme con Barnett.

-Julie empezó, en serio -se justificó Mike-. Pero tienes razón, lo siento. Ella se parece mucho a Wade a veces.

-No menciones eso delante suyo -Alan miró alrededor, sintiéndose incómodo repentinamente. Claro, podía quedarse allí y tener una charla insustancial con Mike, pero todo eso sólo le haría las cosas más difíciles a la larga. Salió sin decir una palabra y Mike miró la puerta cerrada, un poco indignado. Primero Gabriel, luego Julie, y ahora Alan. Agradeció cuando Betty apareció un poco más tarde, pidiéndole ayuda. Al menos, tenía alguien con quién hablar.

---

-¿Le dijiste a Mike que ibas a acompañarme el sábado? -preguntó Wade, por enésima vez. Sacudió la cabeza cuando Gabriel asintió, exhalando un suspiro de pena. Se detuvo, poniendo una mano en el hombro de Gabriel-. Gabriel, en serio, ¿eres idiota?

Gabriel apartó su mano de un golpe, frunciendo el ceño.

-Te lo pregunto en serio. Vas a dejar de salir con Mike por acompañarme a mí a casa de mi madre. En donde seguramente me hará leer algunas cosas aburridas, o se pondrá hablar de lo que espera de mí o algo igual de aburrido. Sin mencionar que si vas, no va a mejorar mi reputación. Son ellos los que opinan que dependo mucho de ti.

Gabriel escuchó la perorata de Wade, sabiendo que tenía razón.

-En ese momento, no se me ocurrió qué otra cosa decir -dijo, pasando una mano por su cabello-. Lo único que sé es que no quiero ver a Liam.

-Pero igual lo verás, ¿no es así? -Gabriel miró a su amigo, queriendo negar, pero asintió. Si no hablaba con Liam, nunca sabría porqué se fue, eso lo entendía. Sólo tenía que dejar de lado sus sentimientos hacia él. No era algo tan difícil, lo hacía a menudo cuando veía a su padre o hablaba con los padres de Wade-. Sólo piensa que es una transacción. Negocios y nada más.

-No necesitas animarme.

Wade rodó los ojos, antes de seguir hablando.

-Como sea, no quiero que me acompañes.

-Está bien. Puedo ir a mi casa, hace mucho que no lo hago.

-Y podrías haberle dicho a Mike eso, en vez de sólo rechazarlo, ¿no?

Gabriel dejó escapar una maldición en voz baja, dirigida a sí mismo. No se le había ocurrido, en ese momento.

-Sí, podría -murmuró-. Y no digas nada, sé que soy idiota.

-Al menos lo reconoces -río Wade. Para ese momento, ya habían llegado a la caseta de Max, a donde se dirigían. Gabriel trataba que el perro se acostumbre a la correa porque no quería dejarlo en el colegio este año, y considerando que no era amable con nadie más que con ellos, Wade no sabía si iba a funcionar-. En realidad, no entiendo para que esperar hasta la próxima semana para verlo. Podrías ir el sábado.

-Es porque quiero tener una excusa para irme pronto -contestó Gabriel, apretando los dientes. Miró a Wade, con la rabia que trataba de ocultar visible en su rostro-. Te aseguro que no voy a disfrutar el sentarme allí y verle la cara.

Wade no contestó. No es que tuviera una manera de responder a eso. Asintió, y Gabriel regresó su atención al perro. Wade se le unió poco después, cuidándose de no mencionar a Liam. Se sentía culpable, si él pudiera haber hecho hablar a Liam, Gabe no tendría que verlo. Gabriel pareció notarlo, porque lo miró, esbozando una sonrisa.

-Por cierto, tú vendrás conmigo -dijo, sentándose en el suelo con Max en sus piernas.

-¿A dónde?

-A ver al idiota de Liam, ¿dónde más? -contestó, con brusquedad.

-No sé si escuchaste cuando te lo dije, pero sólo quiere hablar contigo -contestó Wade-. No puede confiar en nadie más y eso.

-Por eso -Gabe esbozó una sonrisa algo sombría-. Irás conmigo.

Wade sonrió, para después darle un leve golpe en la cabeza. Ir con él para probarle a Liam que no había diferencia entre ambos, eso le gustaba. Y además, así se aseguraría que Gabe no perdiera la calma.

---

Alan observó la espalda de Mike, mientras éste sonreía y bromeaba con Betty. Julie estaba en clases y él no tenía motivo para estar en la biblioteca, excepto el ver a Mike. Le sonaba estúpido incluso a sí mismo, pero se dijo que si lo observaba y descubría qué le gustaba exactamente de él, podría manejarlo. O incluso, podría descubrir que no le gustaba en absoluto.

Pero las cosas no iban de la forma en que quería, Mike parecía feliz mientras le enseñaba, siempre lo parecía. En general, Alan había notado que Mike era feliz, y no tenía nada que ver con que su vida fuera bueno, o algo por el estilo. Parecía disfrutar de sus días, o aceptar todo con optimismo. No era algo que él entendiera, habiendo pasado de tenerlo todo a perder su fortuna, y a su padre, y aún ahora, lo que más sentía dentro del él era cólera y rabia hacia todos. Su padre, Barnett. Pero ahora tenía a Julie, quien incluso con su humor seco y su carácter sarcástico le hacía los días llevaderos. Era gracioso, si lo pensaba, se había acercado a Julie porque Barnett le había pedido cuidarla, sabiendo que muchos de sus compañeros la odiaban. Tener hijos fuera de la familia no era extraño en su entorno, pero que una de ellas estudiara con ellos, y que nunca lo hubieran ocultado, era un insulto demasiado grande. Alan los entendía, había pensado así la mayor parte de su vida, poniendo orgullo y posición por encima de todo. Ya no más, no tenía nada de lo que sentirse orgulloso. Suspiró, decidiendo que mirar a Mike era mejor que dejar que sus pensamientos sigan un rumbo depresivo. Lo malo era que Mike también era un problema ahora. Le gustaba hacerlo enojar, ver la manera en que fruncía el ceño, y se sonrojaba pero siempre le regresaba los ataques. Le gustaba ver su rostro indignado y la manera en que no podía permanecer molesto y siempre terminaba sonriéndole.

Dejó caer la cabeza sobre la mesa, maldiciendo.

-No creo que eso sea bueno para ti -escuchó la voz de Julie y alzó la cabeza. Ella le dirigía una sonrisa burlona, alzando las cejas-. Vas a matar las pocas neuronas que te quedan -miró hacia atrás, divisando a Mike y ahogó una risita-, si el amor no te las mata primero.

-No es gracioso, Julie.

Ella se sentó delante de él asintiendo.

-No creo que lo sea. Entonces, ¿lo estás admitiendo?

Alan quiso negarlo, pero se quedó en silencio, observando la manera en que Mike apoyaba un lapicero en sus labios, con la expresión seria que ponía cuando algún tema se le dificultaba. Eso fue suficiente respuesta para Julie.

-En serio me gustaría hacer algo para ayudarte -susurró Julie.

-¿Vas a hacer que termine con Barnett de repente? Porque no lo veo posible. Y además... -se interrumpió. Lo que iba a decir es que era imposible que él le guste a Mike, se calló porque sonaba demasiado deprimente. Como si necesitara aprobación o algo.

-Debe ser una mierda que te guste alguien que no te corresponde -dijo Julie, estirando una mano para posarla en el brazo de Alan-, pero aún me tienes a mí. Aunque no sea mucho.

-No es mucho -asintió Alan. Julie le dio una patada por debajo de la mesa, que él respondió con una risa.

-Podrías animarme si aceptas ir media hora a correr, me duele verte en clase de gimnasia.

-Cállate. Los nerds no necesitan correr. Es parte del estereotipo, y no soy nadie para romper el estereotipo.

Desde su lugar, Mike se giró cuando escuchó la risa característica de Julie. Estaba sentada con Alan, al que no había visto llegar, bromeando como acostumbraban. Mike creyó ver un rastro de pesar en la mirada de Alan mientras Julie reía, y se preguntó si no era ésa la razón por la que a veces él parecía triste. Julie siempre decía que no le gustaba, tal vez lo que pasaba es que Alan prefería fingir estar de acuerdo con ella para seguir siendo amigos. Le entristeció pensarlo, pensar en ellos dejando pasar la oportunidad de estar juntos, aunque algo en su pecho se sintió en desacuerdo con la idea. No quería verlos como pareja, ambos eran sus amigos y quería que siguieran así, por más egoísta que sonara. Si empezaban a salir, él sería el mal tercio en la relación y la idea de no poder pasar con ellos sus ratos libres le causaba desazón. Cerró los ojos, tratando de expulsar esa sensación de su cabeza. Él no era una persona tan mezquina, después de todo. 


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