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West Lake por Hisue

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Notas del capitulo:

Hola, yo otra vez.


Bueno... capítulo 70. Quién lo diría. Se supone que debería haber algo especial, pero estoy cansada y molesta... la vida real... quiero hablar de eso, en realidad. Yo sólo... terminé gritando a dos de mis compañeros porque me cansé de sus estúpidas insinuaciones de doble sentido. ¿Saben? Soy feliz de coquetear, cuando me dan ganas, pero una cosa es eso, y otra... escucharlos hablar, y dejar que sigan dizque bromeando... estaba pensando... cuando hablan de violencia de género siempre mencionan el acoso callejero, los roces, eso... y eso es horrible, pero lo peor es que tan metido en la cultura que nadie se extraña, y a nadie le preocupa y todos esperan que te rías y aceptes si van y sueltan una charla de “la música puede manipular, si te pones a bailar salsa conmigo, pensaré en sexo” (con otras palabras, pero básicamente...). Pero uno se tiene que reír, hey!, ¡Que son bromas! ¡No seas amargada!


Lo siento, estoy demasiado molesta. Fucking world. (Son libres de decirme si consideran que sobrereacioné)


Hablando del capítulo... en serio quería hacer algo especial por la fecha y porque han llegado a 300 reviews!!! Gracias por todo. A veces no sé cómo sobreviví dos-tres años sin escribir regularmente. Gracias, los quiero <3


Creo que ya no tengo nada qué decir. Estos capítulos se están convirtiendo en un dolor de cabeza. Y, por cierto, la próxima semana es el día del padre. Entonces, si leen las notas, sabrán que no va a ser una fecha fácil para mí. Si no publico la próxima semana será porque... bueno, estaré deprimida. Pero trataré. Ya estan hechos los dos capis siguientes -más o menos-, sólo tengo que revisarlos y editarlos, y todo eso. Es más odioso que escribir, en realidad.


Nos vemos en una o dos semanas. Y gracias por todo. Algún día tendré algún especial, i promise.


 

Capítulo 70



-¿Decidieron algo? -preguntó Katherine, apareciendo detrás de Alan mientras éste colgaba los guantes de boxeo en el gimnasio.

-Joder, no aparezcas así -exigió, girándose y llevándose una mano al pecho. Ella retrocedió, elevando las manos a modo de defensa.

-No encuentro a Mike, ni a Julie -se quejó, aún con las manos en alto-. Y aún no me contestan, ¡y ya es este viernes!

-¿Y a mí que me cuentas? -espetó Alan, aún molesto por la manera en que había aparecido-. Es su problema.

Katherine hizo un puchero, cruzando los brazos sobre su pecho.

-¿Y tú no irás? -Alan negó con la cabeza, causando que Katherine hiciera aspavientos con los brazos, lo que le hizo sonreír. Cuando se relajaba, ella era más infantil que otra cosa-. ¡Tienes que ir! Vamos, Alan, ¿quieres quedarte todo el fin de semana aquí, solo?

-Si Julie no va, no estaré solo -contestó, sólo para fastidiarla.

-¿Por qué no quieren ir a mi cumpleaños? -preguntó, su rostro convirtiéndose en una mueca triste que hizo que Alan casi se sintiera culpable. Casi-. ¿Es algo contra mí?

-No tiene nada que ver contigo -contestó él-. Es sólo el lugar... sabes que Julie no es aceptada en ninguno de esos lugares, y menos yo. ¿Crees que queremos estar allí y fingir que no escuchamos lo que hablan de nosotros?

Katherine bajó la mirada, mordiéndose el labio. Entendía el punto de Alan y sabía que tenía razón, no ignoraba los comentarios sobre los dos, que había escuchado incluso de sus padres. Nunca había entendido cómo hacía Wade para soportarlo, estaba segura que ella no podría.

-Pero son mis amigos -insistió-. Si van es para acompañarme, porque quiero que estén allí, conmigo.

-Te vuelves amiga de la gente muy rápido, ¿no? -Katherine le miró a traves de sus pestañas y Alan se rascó la nuca, sabiendo que se iba a arrepentir de lo que diría-. Está bien. Hablaré con Julie, ¿bien?

-¡Gracias! Eres el mejor -Katherine se acercó y le dio un beso en la mejilla. Mike, que acababa de entrar, los observó, sonriendo.

-¿Interrumpo algo? -preguntó, de forma pícara. Llevaba la chaqueta atada a la cintura y resoplaba, mientras se dirigía a uno de los estantes ubicados en la pared, para dejar allí el par de raquetas de tenis que llevaba en las manos.

-¡Nada! -exclamó ella, caminando hacia la salida-. ¡Tienes que ir a mi cumpleaños!

-Ustedes dos se llevan muy bien, ¿verdad? -preguntó a Alan. Éste enarcó una ceja, parándose a su lado, con la espalda apoyada en la pared.

-Es fácil hablar con ella -admitió.

-Tan fácil como besarse -comentó Mike, bajando la mirada para ocultar su sonrisa.

-No tienes que estar celoso, sólo te quiero a ti -bromeó Alan. Mike alzó la mirada, abriendo la boca sin decir nada, él sólo pretendía burlarse, no traer los sentimientos de Alan a la charla-. Es una broma, Mike. No hace falta que te asustes.

-No me asusto -murmuró-. Es sólo que no quiero que... te sientas mal.

-Sí, eso ayuda -ironizó Alan-. Sólo deja de lucir tan culpable, eso sí que me hace sentir mal.

Mike le dedicó una pequeña sonrisa que se congeló en su rostro al ver que la puerta se abría, dejando entrar a Gabriel. Él no parecía haberlos visto de todas formas, se restregaba los ojos con el dorso de la mano, murmurando cosas en voz baja. Se dejó caer en el piso, apoyándose contra la pared, con los ojos cerrados, suspirando.

-Mierda, joder, estoy tan cansado -dijo, en voz lo suficientemente alta como para que Alan y Mike lo escucharan.

-Vaya lenguaje, Barnett -se burló Alan.

-Jódete, Garton -respondió, aún sin abrir los ojos, y llevando una mano a su frente para masajear sus sienes-. Sólo quiero dormir, te puedes ir largando.

-Tienes un cuarto y una cama, Barnett, ¿por qué no la usas? -preguntó, disfrutando de fastidiarlo e ignorando las miradas de advertencia que Mike le dirigía.

-No te importa lo que mierda haga, Garton. Ni necesitas saberlo.

-Sí, eres bueno no contando las cosas -intervino Mike, sin poder contenerse. Gabriel abrió los ojos de golpe, apoyando las palmas en el piso. Trató de pensar en qué responder, él había hecho todo lo posible por apartarse de su camino, por no incomodar a Mike, tratando de ser mejor persona de lo que era, pero esa amargura en la voz de Mike fue como un golpe en el estómago.

-¿Qué es esto, un ataque conjunto? -se burló, sin saber qué más hacer y sin estar dispuesto a lucir débil delante de Garton-. ¿Desde cuándo son amigos, de todas formas?

Alan y Mike se miraron, ambos sin saber qué responder. A Alan le gustaría decir algo que hiriera más a Barnett, pero dudaba que Mike lo aprobara.

-No luces bien -contestó Mike, en cambio, y agregó, sonando cansado-. De nuevo.

Gabriel esbozó una sonrisa sardónica, estirándose en el piso para acomodarse y causando que la camiseta se le subiera un poco. Alan notó la manera en que Mike observó el pedazo de piel descubierta, antes de desviar el rostro.

-Agradezco tu preocupación -contestó-, pero en serio sólo quiero dormir. Si salen y cierran la puertas detrás, se los agradecería más que si se quedan mirándome como idiotas.

Mike frunció el ceño antes sus palabras y se acercó a él, dispuesto a encararlo.

-¿Hay una razón para que te comportes tú como un idiota?

Gabriel se levantó en un rápido movimiento, invadiendo el espacio personal de Mike.

-¿Quieres que sea amable contigo? -preguntó-. ¿No me dijiste lo contrario hace un tiempo? Decídete, Mike.

-Vamos -interrumpió Alan, cogiendo el brazo de Mike y tirando de él. Podía notar la precupación de Mike, y lo entendía, Barnett no lucía bien, de cerca podía notar que tenía los ojos rojos, como si llevara días sin dormir bien. Y estaba más irritable de lo normal-. Barnett, en serio, luces como la mierda. Te odio, pero cuídate un poco.

-Largo -espetó Gabriel-. Los dos.

-Conozco esa mirada -comentó Alan, cuando ambos salieron del gimnasio. Mike se había quedado mirando la puerta, la culpa ensombreciendo su expresión-. Nada de lo que le pase a Barnett es culpa tuya.

Mike no contestó. No podía dejar de preguntarse si era su culpa, si podría hacer algo de haberse quedado al lado de Gabriel, como Wade le dijera hace días. Si podría haber hecho algo para obligarle a descansar, sus ojeras y su palidez sólo empeoraban con los días, y no sabía qué hacer o cómo ayudar. Y odiaba, a la vez, sentir esa debilidad hacia él. Tal vez no cambiaría nada si estuviera aún a su lado, tal vez Gabriel le seguiría manteniendo aparte como cuando pasó lo de Liam.

-Lo que dijiste que ocultaba... -dijo, desviando los ojos de la puerta y empezando a caminar. Alan lo siguió, metiendo las manos en los bolsillos de su chaqueta-, ¿es tan grave?

-¿Quieres saberlo? -Mike lo consideró unos momentos. Sí, quería saberlo. Pero lo detenía el considerar que tal vez Gabriel sólo se enfadaría más, no sólo con él también con Alan, por hablar de cosas que no debía.

-Sólo dime si es grave.

-Lo es -Alan miró hacia el frente, el ceño fruncido-. Pero no creo que eso sea lo que lo tiene así -de eso, estaba seguro, casi dos años atrás, un Gabriel más joven había jurado vengarse. Vio muchas cosas en él, pero no la clase de debilidad que exhibía ahora. Tal vez en realidad estaba triste por Mike. Supo que él pensaba lo mismo, al ver la forma en que bajó la cabeza, apesudumbrado. Alan trató de combatir la amargura que sintió. Si Mike se preocupara por él la mitad de lo que lo hacía por Barnett, sería feliz.

---

-Bueno, sí que luces mal -Ericka estiró las piernas en la cama, observando a Gabriel-. ¿Qué te pasa? El año pasado mantenías el mismo ritmo y no lucías así.

Gabriel se encogió de hombros. No estaba durmiendo bien, eso era todo. Desde que Katherine le dijera que Mike trataba de superarlo y desde que esa imagen de Wade se coló en sus sueños. A veces no sabía que era peor, el vacío que sentía en el pecho por Mike, la forma en que sentía su sangre hervir cuando lo veía reír con Alan o Julie, lo mucho que necesitaba sentirlo cerca. O esas imágenes que no paraban de colarse en su cabeza. Había tratado de racionalizarlo, tal vez sólo sufría de abstinencia y Wade era guapo, objetivamente hablando, incluso aunque nunca le hubiera dado importancia. Le gustaban los chicos, ta vez era normal perder tiempo mirando la curva de su cuello o los músculos en su espalda. Maldijo entre dientes. Todos los días era una tortura, pasando de extrañar a Mike hasta sentirse como un enfermo cuando se permitía pensar en Wade de otra forma.

-No es nada -contestó.

-Entonces esa nada no se llama Mike -comentó ella, cruzando las piernas. Gabriel bufó, girando la silla para observarla.

-¿En serio quieres hablar de Mike? -preguntó, cruzándose de brazos, la acusación latente en su voz. Ericka bajó la mirada, luciendo culpable.

-Lo siento, sé que fue mi culpa -dijo, cerrando el libro que intentaba leer y dejándolo en su regazo.

-Incluso ahora, ¿le dirías a mi padre si trato de arreglar las cosas con él?

-Si le dices la verdad, sí -admitió ella. Gabriel la miró fijamente, negando con la cabeza después de un rato.

-¿Por qué lo apoyas? Él es el mal tipo aquí, podrías mentirle.

Ericka consideró sus palabras un momento, antes de responder.

-Tú sigues a su lado por una razón, ¿no es así? Quieres recuperar a tu madre -contestó. Gabriel asintió, aunque no era toda la verdad-. Tengo una razón también, tal vez menos altruista que la tuya, pero es mi prioridad. Lo siento, de verdad.

-No importa -dijo, aunque no pudo evitar la amargura en su voz-. ¿Y tú? ¿Cómo llevas lo de Bryan?

-Hablo con él a veces -admitió Ericka. Se arregló un mechón de cabello que caía de forma descuidada por su rostro, pensando en Bryan. Muchas veces se sorprendía pensando en sus besos, la calidez en el estómago, la debilidad en sus piernas cuando los besos duraban demasiado y sus dedos recorrían su espalda. Sonrió, asumiendo que a Gabe no le importaría si hablaba un poco más-. Y lo extraño, en cierta forma. Extraño la atención, ¿sabes? Siempre se preocupaba por mí, y estaba atento a lo que quisiera -Ericka cortó sus palabras con una suave risa. No podía hablar de eso con Katherine, ella se lo tomaría a mal si le escuchaba admitir que extrañaba la atención más que a la persona. No le preocupaba si Gabe la juzgaba o no.

-Me gustaría tomarlo como tú lo haces -respondió Gabe, esbozando una sonrisa tirante-. Algunas veces pienso que no voy a ser capaz de soportar esto, Ericka. Es sólo que no imaginé que dolería tanto.

Ericka se acercó al filo de la cama, con intenciones de bajar de ella y acercarse a su amigo, pero no lo hizo. Gabriel pocas veces dejaba caer su máscara de indiferencia y cuando lo hacía, solía hacerlo ante Wade. Y estaba siendo sincero con ella, justo cuando era ella quien tenía la culpa. Intentar consolarlo sería una burla.

-Pienso que por lógica -continuó Gabe- debería dejar de importarme con el tiempo, pero sólo se vuelve peor. Lo veo sonreír, y pienso en que no puedo tocarlo, que no me va a sonreír a mí más, y no lo soporto.

-Lo siento por cambiar el tema, pero ¿por qué me lo cuentas a mí?

-Porque Wade no lo entiende -contestó-. Y no quiero discutir con él, ni tenerlo insistiendo en que me consiga a alguien más. Entonces -cambió el tema-, ¿tú y Bryan están en una relación a distancia o qué?

-No, para nada -sacudió la cabeza-. No creo que sería justo para él. Sólo hablamos. Nos seguimos en instagram, esas cosas.

-Tengo un instagram y no tienes a Bryan.

-Tengo otro -Ericka sonrió, encogiéndose de hombros-. ¿Sigues sin querer hablar de tu pequeña nada?

-¿Esa nada que terminará por destrozarle? -intervino Wade, entrando al cuarto. Se acercó al escritorio en el que Gabriel se encontraba, tendiéndole una taza que contenía un líquido caliente.

-¿Qué es esto? -preguntó, olisqueando el líquido. Le había pedido algo de tomar, esperando que le trajera café o una gaseosa.

-Veneno -contestó Wade-. He decidido ahorrarte el sufrimiento. Y a mí, de paso. Mejor aligerar las cosas, estoy harto de tu cara de pena. Eso del héroe torturado sólo funciona en las películas.

-Qué gracioso -ironizó, tomando la taza y observando el líquido humeante-. ¿Tengo que tomarlo?

-Sí, me he tomado el trabajo de ir hasta la cocina y prepararlo . Hazlo, es sólo té.

Gabriel tomó el té a sorbos. Era amargo, pero no resultaba tan desagradable. Podría haberse negado, pero empezar otra discusión no le apetecía. Ni siquiera por un horrible té.

-No sabe a ningún té que haya tomado -se quejó de todas formas. Wade rodó los ojos, exasperado.

-En serio necesitas echar un polvo, te quejas demasiado de todo.

-Estoy aquí, Wade, no menciones esas cosas -murmuró Ericka, poniéndose de pie. Gabriel dejó la taza vacía sobre la mesa, restregándose los ojos. Tenía sueño, lo que no era extraño, sus días se resumían tener sueño y estar demasiado cansado y en las noches, sólo las pasaba en vela, quisiera su cuerpo o no. Nunca pensó que tuviera conatos de insomnio, pero eso parecía.

Ericka le explicó unas cosas de la clase, hasta que bostezó ruidosamente.

-Ve a la cama, Gabe, de todas formas no me estás escuchando.

-No puedo dormir -se quejó, ahogando un bostezo. Wade frunció el ceño.

-Métete en la jodida cama y trata -exigió-. Me estoy durmiendo de sólo verte y quiero aprovechar a Ericka ahora que la tenemos.

Gabriel bufó. Lo mejor era hacerles caso, decidió, al ver que Ericka se volvía hacia él, dispuesta a discutir. Él seguía demasiado cansado para discutir. Se dejó caer en la cama, apenas quitándose las zapatillas y las medias y se arropó, dejándose relajar por la textura de su cama y la calidez del edredón encima de su cuerpo. No pasó mucho hasta que se durmió.

-¿Qué le diste? -preguntó Ericka.

-Ni idea. Le comenté de su problema a Adriana y su madre me mandó un atajo de hierbas. Mencionó algo de romero o cosas así.

-¿Y no es peligroso? -Ericka negó con la cabeza, alarmada-. Tenemos una enfermera aquí, Wade.

-Deberías conocerla, es imposible que recomiende algo peligroso. Y no quería llegar al extremo de camuflar pastillas en su jugo, él nunca aceptaría que tiene un problema y tampoco quiero que empiece a depender de pastillas tan joven -comentó. Ericka enarcó las cejas. Nunca dejaría de extrañarse de la forma en que Wade cuidaba de Gabriel, incluso cuando no se preocupaba por nada más-. En serio, Ericka, me estoy preocupando de más, este jodido idiota apenas duerme un par de horas al día.

-Y es por Mike -murmuró ella.

-Por un jodido mal de amores -rezongó Wade, apretando los dientes-. No entiendo porqué le afecta tanto. Es sólo un chico, puede tener al que sea.

-Tal vez sólo se enamoró de verdad, ¿no lo has considerado?

Wade sonrió, negando con la cabeza. Un año atrá, el gesto despectivo que sus labios formaron la habría afectado, pero ya había superado cualquier gusto que pudiera tener hacia él.

-Sí, esa estupidez -dejó escapar Wade, como si escupiera las palabras-. Puedo admitir que esté enamorado, o lo que sea, pero dejar a Mike fue su decisión. Bueno, tú ayudaste, pero Gabe tiene prioridades por encima de todo. ¡Y es una jodida persona! -exclamó-. Hay miles de personas en el mundo, se enamorará de alguien más.

Ericka se encogió de hombros. No quería discutir acerca del amor por Wade, menos cuando ella no estaba segura de haberlo sentido alguna vez.

-Como sea, no estoy segura de si dormirlo sea la mejor solución.

-Soluciona el problema del sueño, al menos -Wade se apoyó en el escritorio, dejando escapar un suspiro frustrado-. Este idiota sólo me complica la vida.

-Suerte con eso -sonrió ella, antes de salir. Wade asintió, no demasiado animado. No tenía idea de qué hacer si Gabe seguía así, y por momentos, odiaba la sensación de responsabilidad que sentía hacia él. Era más fácil cuidarlo cuando entendía las razones de su tristeza o mal humor... su madre, Liam, eran cosas comprensibles. ¿Pero Mike? ¿Un amor que podía obtener en cualquier parte? No lo entendía.

Cuando Gabriel abrió los ojos, la luz en el cuarto era mucho más tenue que cuando se acostó. Se restregó el rostro con el dorso de la mano, estirándose en la cama. No recordaba haberse dormido. Recorrió el cuarto con los ojos y se encontró con el rostro sonriente de Wade, sentado en el borde de su propia cama. Él miró su reloj, asintiendo complacido.

-Son las diez, te dormiste a las tres. Siete horas funciona para mí.

-El té -murmuró Gabriel, cayendo en la cuenta-. ¿Qué era eso?

-Sólo algo para que duermas, lo necesitabas.

Gabriel apoyó la espalda en la cabecera, acariciando su cuello. Se sentía descansado, en realidad se sentía tentado a seguir durmiendo. Estaba hambriento y abrió la boca para pedirle a Wade algo de comer, pero notó el taper térmico sobre la mesa de la noche y estiró una mano, abriéndole y encontrando un par de crepes. Junto al taper había un vaso, también térmico y Gabriel lo miró, con sospecha

-No te voy a dormir otra vez -dijo Wade-. Es sólo chocolate

Gabriel empezó a comer, sin dejar de sonreír. No era extraño que Wade lo cuidara de esa forma, lo había hecho cuando su madre murió, encargándose de mantenerlo comiendo y hablando, evitando que se deprima más de lo que estaba. Él sabía que mientras peor estuviera, más tendría a Wade pegado a sus espaldas, y el saberlo era siempre reconfortante.

-Gracias -dijo, mientras bebía el chocolate. Wade alzó los ojos, confundido.

-¿Por medio drogarte? -preguntó.

-Lo necesitaba. Un poco. No lo vuelvas a hacer -agregó, quitándole hierro al asunto. Gabriel dejó el taper y el vaso sobre la mesa al terminar. Seguía sin ganas de levantarse y se estiró, apoyando la cabeza en la cabecera de su cama.

-¿Estarás bien, verdad?

-Trataré.

Wade asintió, sabiendo que no obtendría nada mejor que eso. A Gabriel le gustaría saber como “tratar”, como empezar a olvidarse de Mike, pero sabía que no podría hacerlo, mientras la culpa siguiera carcomiéndole.

---

Julie se puso la chaqueta, subiendo a la camioneta de Katherine. No estaba del todo convencida sobre si esto era una buena idea, pero no podía soportar los pucheros de Katherine y su mirada de cachorro apaleado cada vez que sus ojos se encontraban. Esa chica era un problema. Al menos, ella no era la única débil a los caprichos de Katherine, Alan estaba allí, sentado al frente de Mike.

-Linda camioneta -le dijo a Katherine, subiendo al auto. Ella sonrió, aunque su sonrisa vaciló un poco al ver la ropa que traía. Julie llevaba zapatillas, un jean de color negro y una camiseta roja debajo de una chaqueta beige que había vivido mejores épocas.

-¿Nunca has pensando en probar un cambio de estilo? -le preguntó, sentándose al lado de Mike. Ella no iba a conducir, su familia había mandado la camioneta con un chofer y pronto se les unió Betty, mostrando la tímida sonrisa de siempre.

-Me gusta mi estilo -contestó Julie, asintiendo con la cabeza a Betty a manera de salido-. ¿Por qué? ¿No te gusta?

-Claro que no le gusta -intervino Alan, que seguía sin saber porqué debía ir con ellos. Bueno, tenía un auto propio, pero no quería pedirle a su madre más dinero del necesario sabiendo que venía de Barnett, indirectamente-. Es una esclava de la moda.

-No lo soy -negó Katherine. Alan echó un vistazo a su blusa de diseñador, el jean ajustado y los zapatos bajos que llevaba, junto al brazer, incrédulo. Todo lo que ella vestía podría servir para pagar su educación de un año-. Bueno, tal vez un poco. Mira, Julie, tengo un montón de ropa en mi casa que nunca he usado, podríamos probarte un par de cosas.

-No me interesa que me regales ropa, Katherine -contestó Julie, cruzándose de brazos-. Estoy bien con lo que visto.

-No dije eso -negó Katherine-. Sólo creo que sería divertido que pruebes algo nuevo. Sabes, cada vez que veo, pienso en la muchas posibilidades que tendríamos si quisieras arreglarte un poco. Como tu cabello... o si dejas de usar camisetas. Sólo por probar.

-Me gustan mis camisetas -Julie esbozó una sonrisa tirante-. ¿Cuando nos empezamos a mover?

-Faltan un par de personas. Es una lástima que Adriana no pueda venir.

-¿No viene? -preguntó Betty, alzando la cabeza. Una parte de ella lo agradecía.

-No -Katherine suspiró-. Tiene cosas que hacer. Quería hablar con ella sobre Wade. Todavía no entiendo cuál es su relación. A veces parecen novios, pero luego...

-No creo que Wade sea alguien que tenga novias -comentó Mike. Miró a Betty y esbozó una sonrisa de disculpa-. Lo siento, Betty.

-No importa -dijo ella, alzando las manos-. No es algo que me afecte ya... -Betty notó las miradas de tristeza que le dirigían y sonrió-. Sabía que no era nada especial cuando lo hice -dijo lo último en voz baja, todavía avergonzada por el recuerdo-. Y sé que fue un error.

-Él es un imbécil mujeriego. Tú tienes razón, Betty, lo mejor que puedes hacer es no darle importacia -Betty sonrió antes las palabras de Julie, a la vez que ambos Harris entraban al auto.

-Estamos completos ahora -Katherine sonrió, apartándose un poco para que Elizabeth se siente a su lado. Esperaba que nadie discutiera porque ya podía ver a Clay lanzando miradas maliciosas hacia Julie.

---

Al llegar, Julie bajó del auto y se quedó un momento de pie mirando la casa ante la que estaban. No era más grande que la de Gabriel, en realidad, pero estaba pintada de un color azul claro que le daba un aspecto más juvenil y agradable. Mike se unió a ella, esperando que Katherine terminara de bajar las maletas y conversar con el chofer. Los Harris no lo hicieron, entraron a la casa sin dar una segunda mirada a la fachada, pasaron la reja que los separaba de la casa y desaparecieron dentro. Durante el viaje en la camioneta y luego en el avión, ambos primos se habían unido a la charla de videojuegos con facilidad, demostrando que podían ser amables y divertidos, cuando lo querían. Ahora, parecían volver a su habitual arrogancia.

-Entremos entonces -dijo Katherine, con el entusiasmo que la acostumbraba. Lideró la marcha dentro de la casa y les indicó que se sentaran en los sofás acomodados en la sala-. Mi madre no debe tardar en venir. Voy a ver si sus habitaciones están listas. Relájanse mientras tanto -miró alrededor, como si olvidara algo importante-. Oh, veré que les traigan algo de comer.

No pasó mucho para que una muchacha vestido con un uniforme de mucama negro con líneas rojas en la blusa apareciera empujando una mesa plateada sobre la que llevaba varios platos cubiertos y dos jarrras, una de algo que parecía té helado y otra de agua.

-La señorita Katherine me pidió que les trajera el desayuno -anunció, descubriendo los platos-. ¿Hay algo en especial que deseen?

-No te preocupes, nosotros nos serviremos, puedes retirarte -intervino Alan, levántandose y cogiendo la mesa para acercarla al sofá en el que Julie y Betty se encontraban. La muchacha hizo una pequeña reverencia, antes de hablar.

-Cualquier cosa que necesiten, sólo háganlo saber.

-Gracias -respondió Alan. Mike se acercó y tomó un par de sandwichs, antes de regresar al sofá, comiendo mientras miraba alrededor. Se preguntaba cómo sería vivir así, con personas que siempre harían todo por ti, en esta casa tan grande. Él tal vez se sentiría perdido, fatigado por el trato impersonal de los trabajadores.

-No puedo decir que los envidio -murmuró. Alan se sentó en el brazo del sofá, lo suficentemente cerca para escucharlo.

-Tiene sus cosas buenas -contestó-. De alguna forma, lo extraño.

-¿Tener sirvientes y no hacer nada por ti mismo? -medio bromeó Mike.

-Sí, eso -Alan sonrió, bebiendo un sorbo de su té, y Mike le regresó la sonrisa. Había algo de complicidad entre ellos que le sorprendía y le resultaba confuso y abrumador a la vez. Como si su mente no supiera qué dirección seguir, atrapada en el pasado con Gabriel y siendo empujada poco a poco hacia Alan.

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Mike se apoyó en la una de las columnas decoradas que habían instalado en el jardín. Vestía un traje, el único que tenía y que Katherine le convenció de llevar. No estaba asistiendo a una fiesta, era un evento de caridad que, por lo que le contó Katherine, su madre organizaba con regularidad. Claro que, en palabras de Julie, esto no era más que una excusa para lucirse y Mike debía creerle, si tenía que considerar la opulencia, las modelos que se habían presentado minutos antes exhibiendo los vestidos donados cuyas ventas servirían para caridad, la música... sacudió la cabeza, antes de volver a pensar en Julie. Ella se había puesto un vestido e incluso se había peinado, aunque no pudieron convencerla de hacerlo hasta que Gabriel y Wade aparecieron, entrada la tarde y disculpándose por la ausencia de Ericka. Fue Gabe el que la hizo cambiar de parecer, nadie sabía cómo.

Mike suspiró. Alan estaba conversando con Katherine, y era extraño verlo con algo que no fueran las camisetas. Durante los días pasados, y a pesar del beso tan insatisfactorio que compartieron, mantuvieron sus salidas, convertidas ya en una tradición de los sábados, sólo interrumpida cuando las tareas eran demasiadas. Él lo apreciaba, su mordaz sentido del humor y esa forma en que tenía de ser amable, tratando de no demostrarlo demasiado. Le divertía también y no podía engañarse a sí mismo y no admitir que se veía bien en el traje negro. Su estómago se retorció cuando vio a Katherine colgarse de su cuello, riendo. Sacudió la cabeza, para alejar la sensación.

-¿Qué miras? -escuchó a Julie preguntar. Mike se volvió para verla, esbozando una sonrisa. No podía creer que aceptara ponerse el vestido que llevaba, un modelo que le llegaba hasta la rodilla en color rojo que le quedaba bien y marcaba su cintura. Llevaba el cabello trenzado cayendo sobre su hombro izquierdo.

-Te ves muy bien -dijo, sinceramente. Julie rodó los ojos, y se cruzó de brazos destruyendo la ilusión.

-Odio esto, debimos salir a alguna parte. Pero, ¿qué mirabas?

-Nada -negó Mike, acercando la copa que había olvidado que sostenía a sus labios.

Julie se apoyó a su lado, mirando hacia Alan, con una sonrisa burlona adornando sus labios.

-Vaya buena vista que tienes desde aquí, ¿te sientes algo acosador? -bromeó-. Ustedos dos apenas se han separado estos días.

-Sólo es mi amigo -Mike se cruzó de brazos-. No quiero... no quiero que piense cosas que no son.

-Pero, ¿sólo tu amigo? -Julie le regresó a mirar, sin creerle-. ¿En serio no te gusta?

-No es... -Mike se interrumpió. Le gustaba, eso creía. Pero no era lo mismo-. No creo que sea suficiente.

-Mira -dijo Julie- si no fueran ustedes, diría otra cosa, pero tal vez necesitas intentarlo. No sé, tal vez puedas quererlo. Creo.

-No creo que las cosas funcionen así -rebatió. Dirigió su mirada a su costado derecho, al lugar en el que sabía que estaba Gabriel, todavía acompañado de una chica pelirroja de cabello corto que había modelado antes y que no parecía tener intenciones de alejarse de su lado. Se preguntó si debería considerar las palabras de Julie, intentar algo con Alan, pero no podía. Se sentía como si lo estuviera usando.

-Hey, nerds -Alan les sonrió, tendiéndole un vaso a Julie-. ¿No se cansan de criar malvas aquí? Llevan como media hora parados.

-Yo acabo de llegar -intervino Julie-. Es otro al que le empiezan a salir raíces.

-¿Quieres ir a bailar? -preguntó Alan, luciendo incómodo-. Todo el mundo lo está haciendo.

-No pienso hacer nada más que caminar con estos tacos, lo siento -contestó Julie, apoyándose en la columna.

-No te lo decía a ti -replicó Alan. Mike alzó la cabeza, sorprendido y asustado.

-¿Qué? -dejó escapar, mirando alrededor. Sí, había gente bailando, pero no eran sólo parejas, chico y chica. Y a él no le gustaba bailar, y definitivamente no quería bailar con Alan. Sintió que sus mejillas se coloreaban- No.

-¿Por qué no? Nadie va a decir nada -Alan estiró la mano hacia él y Mike se volvió hacia Julie en busca de ayuda, pero ella se limitó a silbar, fingiendo estar interesada en el grass. Traidora.

Alan enarcó las cejas y él se rindió, suspirando. No le tomó la mano, sin embargo, sólo se movió, dejando su vaso en manos de Julie y caminó unos pasos, para después girarse hacia Alan, como si esperara instrucciones.

Alan le tomó del codo y tiró de él, obligándole a seguirle hasta que se alejaron de los invitados, rodeados de paredes de hierba y flores entre blancas y amarillas. La música se escuchaba allí un poco más suave y el corazón de Mike se saltó un latido cuando las manos de Alan se posaron en su cintura y lo acercó a su cuerpo. Él lo imitó, por inercia. Apoyó una mano en su hombro y llevó la otra a su cintura y se dejó llevar, meciéndose juntos en ese lugar oculto y semi iluminado. Mike se relajó poco a poco, sintiendo que podía olvidarse de todo por un momento. Alzó el rostro, encontrando la sonrisa de Alan a pocos centímetros de él.

-No te gusta esta música -dijo, en un susurro.

-No -admitió Alan-. Pero quería bailar contigo -esbozó una sonrisa, que cada día tenía menos de las primeras sonrisas que Mike conoció, cargadas de amargura y mal humor; al contrario, eran sinceras y suaves.

-Gracias -dijo. Las palabras de Julie volvieron a su mente, y trató de no pensar en ellas.

-¿Por el baile?

-No sólo por eso -Mike lo soltó y se apartó un poco-. Por todo, en realidad. Estos días y que me tengas paciencia, tiene que ser difícil, y acompañarme los sábados, y distraerme en vacaciones. Por todo.

-Eres adorable -le interrumpió Alan-. Un poco idiota, pero adorable.

-¿Siempre me vas a insultar cuando me des un cumplido?

Alan echó la cabeza hacia atrás, riendo. Mike lo observó, disfrutando de verlo así, relajado, feliz, sin la tensión que a veces le rodeaba. Era agradable. Siguiendo un impulso, se acercó y puso las manos en sus hombros, estirándose para depositar un beso en sus labios. No fue más que un roce suave, que interrumpió la risa de Alan y que causó que se quedaran en silencio, Mike aún con las manos en sus hombros y Alan sin decir nada, ni querer decirlo. No sabía qué era lo mejor para decir y no quería arriesgarse a arruinar esto, lo que sea que fuera.

Mike bajó la mirada, mordiéndose los labios. Tendría que explicar esto, decirle que no sabía lo que hacía, que sólo quería agradecerle de algún modo. Pero cuando volvió a mirarlo, se encontró con la sonrisa comprensiva, un poco resignada, de Alan, y no pudo decir nada. Alan hizo el amago de tocarle el rostro, pero dejó caer la mano antes de lograrlo, como si no supiera qué hacer. Tal vez fue eso, las dudas, lo vulnerable que se veía lo que llevó a Mike a acercarse nuevamente, a llevar una mano a su nuca y presionar un poco para que agache la cabeza y pudiera juntar sus labios otra vez. Esta vez, el beso fue más largo. Lento, como si se tantearan y ninguno de los dos se atreviera a dar un paso más allá. Mientras sus bocas permanecían unidas, Alan llevó sus manos a los antebrazos de Mike, sosteniéndolo y apoyándose a la vez y Mike dejó resbalar la mano que no tenía en su nuca, por el pecho ajeno.

Mike no supo si fue él el que abrió los labios, o fue Alan, sólo que en un momento tenía una lengua en su boca, recorriéndola, y respondió de la misma manera, suspirando mientras enredaba los dedos en el cabello de Alan y la lengua de éste entraba y salía de su boca, lamiendo sus labios, hasta que se detuvo, dejando un último beso sobre su barbilla, antes de alejarse.

Mike se llevó una mano a la boca, sintiendo el latido de su corazón, casi tan agitado como sus pensamientos. No sabía que iba a hacer a partir de ahora, él no quería perder a Alan, no quería que las cosas entre ellos se arruinaran. Pero por un momento, se sintió bien al estar allí, sin el vacío que sentía en el pecho, como si fuera natural besarlo.




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