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West Lake por Hisue

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Notas del capitulo:

Hola, gente.

Antes que nada, la próxima semana no hay capítulo. No es que yo quiera, es que esta semana no escribí nada. Para hacer corta una larga historia, tengo una hermana en el hospital, yo no puedo donar sangre porque tengo la estatura de un hobbit y es todo muy estresante. Lo único que hago es jugar, me relaja.

Sobre el capítulo, bueno... primero, en serio no esperaba la respuesta que tuvo el anterior. Me gusta que todo el mundo tenga su opinión sobre lo que pasó, porque todo depende de la perspectiva. (No creo en los absolutos xD)

Así que, ¡gracias por comentar!

PD: Juego Otogi Spirit Agent. Es el único juego que tengo en el celular porque jugaba Ayakashi y esperé más de un año para que saliera la otra versión. No soy obsesiva ni nada.

Capítulo 75

 

Wade se acercó a su cuarto, bostezando. Acababa de llegar al colegio, junto con el grupo de chicos que se quedó hasta el amanecer, entre los que también se incluía Ericka, algo que le extrañaría de no estar un poco borracho. Falló dos veces en coger la perilla, antes que sus dedos acertaran y pudiera abrir la puerta y empezó a esbozar una sonrisa al ver que había alguien más con Gabe en la cama. Bueno, ya era hora.

-Ya era hora -dijo en voz alta, deslizando la chaqueta fuera de su cuerpo. La persona en la cama de Gabriel se movió y se levantó, restregándose los ojos con una mano y Wade abrió la boca, la sorpresa haciéndole olvidar el sueño-. ¿Qué demonios?

-Buenos días, Wade -Clay bostezó y al parecer eso despertó a Gabriel, que se incorporó, miró a los lados y al menos tuvo la decencia de lucir culpable.

-¿Qué demonios? -repitió Wade, pasmado. Se preguntó si estaba soñando o si no veía bien, porque no había manera que ése fuera Harris en la cama. Con Gabriel.

-No es lo que piensas -respondió Gabriel. Clay murmuró algo entre dientes que ninguno de los dos alcanzó a escuchar.

-Creo que ese es Harris en tu cama, Gabriel -reclamó, señalando a Harris. Gabriel se encogió de hombros.

-Es más o menos lo que piensas -corrigió, bajando de la cama, cuidando de envolver su cuerpo desnudo en una sábana antes de acercarse a Wade. Clay se había vuelto a acostar, cubriéndose con el edredón, sin darle importancia a su charla.

-Antes que digas nada, Wade -dijo, cuando estuvo cerca a su amigo-. Me has dicho que salga con alguien desde hace meses.

-Con alguien, no con Harris -replicó Wade, indignado-. Pensé que lo detestabas. No lo pensé, en realidad, ¡tú lo odias!

-Esto no cambia nada -murmuró Gabe, desviando la vista. Ahora que estaba despierto no podía evitar sentirse culpable. Daría lo que fuera por regresar a la noche pasada y evitar que esto pasara-. Nunca me dijiste que buscara alguien que quisiera, más bien todo lo contrario.

-Vaya, ahora es mi culpa -ironizó Wade, negando con la cabeza-. ¡Te has acostado con Harris! ¡Lo odias! ¡Siempre me dices que él es una plaga!

-Oigan, estoy aquí y puedo escucharlos -interrumpió Clay, sentándose en la cama y ahogando un bostezo. No esperaba un despertar tranquilo, pero le dolía la cabeza y sentía el cuerpo pesado, quería dormir-. No te preocupes, Wade. Todavía eres mi favorito -dijo, volviendo a acostarse.

-Cállate -espetó Wade-. No puedo hacer esto. Esta fuera de mi jodido límite. Tienen cinco minutos. Tú -señaló a Gabriel- vístete y tú, Harris, te quiero fuera de aquí -dijo, caminando hacia el baño.

-Estaba pensando en tomar un baño primero, Wade... -se quejó Clay.

-Cinco minutos -repitió Wade.

-En serio quería bañarme, no quiero ir a mi cuarto apestando -replicó Clay. Wade ni siquiera volvió a mirarlo.

-Vístete, no quiero tener que soportarlo enfadado -dijo Gabriel, buscando ropa limpia en su armario.  Se demoró de más, queriendo evitar mirarlo o hablarle.

-Entiendo. No pasa nada entre ustedes, pero tienes que explicarte ante él -Clay sacudió la cabeza, haciendo una mueca. Se levantó de todas formas y buscó su ropa entre la cama y el piso, suponiendo que tendría que dormir en su propio cuarto. Notó que Gabriel seguía ocupado en buscar ropa y negó con la cabeza, mientras esbozaba una sonrisa incrédula. Al parecer Barnett iba a tratar de ignorarlo. Suerte para él, no tenía ganas de nada más que de dormir por ahora.

Cuando Wade salió del baño, Harris ya se había ido y Gabriel estaba vestido, aunque sin ganas de discutir.

-Harris -murmuró Wade, incrédulo-. De todas las personas. Joder, Gabe, intento entenderlo, pero si no lo hubiera visto...

Gabriel suspiró. Para ser sincero, él tampoco lo creía, se preguntaba qué demonios pasaba por su cabeza cuando pensó que era una buena idea tener sexo con Harris, de todas las personas. No sentía nada por él que no fuera antipatía y nada había cambiado, excepto lo idiota que se sentía.

-En realidad, yo tampoco lo sé -admitió-. Tengo que agradecerte, si no hubieras llegado, no sé qué habría hecho.

-¿De qué hablas? -preguntó Wade, ladeando la cabeza. Gabriel bufó.

-Que estaba allí, esperando que él se levantara y se fuera porque no tenía ni puta idea de qué decirle. ¿Cómo puedes acostarte con cualquier persona, sin sentir nada por ella y estar bien al día siguiente?  -preguntó, curioso de verdad. Porque él se sentía sucio, arrepentido y con muchas ganas de tener algo que pudiera borrar la noche pasada. Se había acostado con una persona en la que no confiaba, a la que no quería abrazar, con la que no podía sentirse feliz después y se sentía enfermo cada vez que lo recordaba, y mucho peor cuando recordaba que lo había disfrutado.

-Cuando duermo con alguien, lo hago por divertirme, Gabriel. Sólo eso-Wade suspiró, reparando en algo-. Entonces, ¿todo eso de sentirse atraído por mí era basura? Lo sabía, tanta discusión entre ustedes era por algo. Yo sólo era la excusa, ahora me siento usado.

-No seas idiota -murmuró Gabe-. Y no hables como si yo sintiera algo... joder, qué demonios hice.

Wade se sentó en la cama, bostezando.

-No puedo enfrentarme a esto medio dormido -dijo, cerrando los ojos y dormitando en el lugar. Gabriel pensó que ya se había dormido, cuando volvió a hablar-. Odio lo que voy a preguntar, pero tengo que... ¿quién fue... quién fue la chica?

-¿Por qué demonios te importa? -preguntó Gabriel, alarmado. No quería entrar en detalles, quería olvidarlo todo, dejar de hablar del tema y darse un baño porque todavía podía oler el perfume de Harris en su piel. Tendría que lavar sus sábanas también. Wade se rascó una mejilla, luciendo un poco inseguro.

-Es un poco estúpido, pero cuando me dijiste que te gustaban los chicos por primera vez, yo hice un poco de investigación. Hermano, fue horrible. Me encontré con estas páginas que... -se interrumpió, haciendo una mueca de horror-. Como sea, digamos que tuve esta pesadilla en la que tú me presentabas a un tipo muy grande y actuabas... bueno, como una chiquilla enamorada. No te rías, fue horrible, Gabe.

Gabe se llevó una mano a la boca, tratando de evitar la risa, pero no pudo hacerlo. Soltó una carcajada, olvidando por un momento todo lo concerniente a Harris.

-¿Sabes que eso no tiene nada que ver, cierto? O sea, cómo actúes no tiene nada que ver con lo que elijas en... ya sabes -se cortó, sin querer entrar en detalles explícitos.

-Oh, por favor, no me digas que con Mike, tú...

-No -interrumpió, volviendo a reír-. Ni con Harris. No creo que me agrade con nadie, de todas formas -murmuró. Al menos, Wade lucía complacido.

-Me alegra -contestó. No recordaba la última vez que había escuchado a Gabriel reír y que esa risa sonara realmente feliz, sin ninguna tara-. Y al parecer el sexo sí que relaja, incluso el malo.

-¿Quién te ha dicho que fue malo? -inquirió Gabriel, sin dejar de sonreír. Lo hizo más para ver el rostro de Wade, a medias entre la incredulidad y la indignación.

-¡Acabas de decir que quieres olvidarlo! -exclamó-. En mi libro, eso significa que fue bastante malo.

-Quiero olvidarlo, porque es Harris, pero no fue malo. En realidad fue bastante...

Wade se dejó caer en la cama, cubriendo su rostro con la almohada.

-No quiero saber.

Gabriel volvió a reír, antes de dirigirse al baño. Si tenía que ser sincero, no, no había sido malo, objetivamente hablando. Pero seguía siendo terrible saber que se acostó con alguien que ni siquiera le caía bien. Tenía ganas de golpearse a sí mismo.

---

-¿Por qué estás tan feliz? -preguntó Alan, observando a Julie quien silbaba con las manos juntas en la espalda, mientras se acercaba a él.

-¿Aún no recibes las notas del examen de historia? -preguntó ella, en vez de responder.

-Aprobaste con la nota más alta -afirmó Alan. Julie se sentó a su lado, en el piso, sonriendo.

-Eso, entre otras cosas. ¿Tú aprobaste?

-Apenas -Alan suspiró, si no fuera por Mike, y las notas que se tomó la molestia de prepararle y su ayuda al estudiar, habría desaprobado, estaba bien con ese “apenas”. Agradecía que Mike fuera lo suficientemente amable para ayudarle a pesar de su situación.

-Lo siento, sé que debí ayudarte, pero estaba muy ocupada.

-No importa, Mike me ayudó a repasar antes del examen. Y a diferencia de ustedes dos, no necesito ni podría sacar un perfecto.

Julie soltó una risa, apoyándose en su hombro. Mike y Alan se mantenían apartados y ella volvía a sentirse culpable, creyendo que contribuyó a separarlos, aunque sabía que tenía la razón. Hasta que Mike no aclarara sus sentimientos, cualquier cosa que tuviera con Alan fracasaría, y no quería tener que ver a ninguno de los dos herido.

-Hay algo que no te he contado. Ni a nadie -susurró. Dejó de apoyarse en Alan, flexionando una rodilla para apoyar allí sus manos-. Sabes que nunca he querido quedarme aquí...

-Lo sé, me lo has repetido infinidad de veces -interrumpió Alan.

-Bueno. Éste es un lugar muy exigente y soy una de las mejores, con mis notas podría conseguir beca fácilmente en muchos lugares...

-También lo sé, ¿por qué repites cosas obvias? -Julie le dirigió una mirada de advertencia-. No te interrumpo, está bien.

-Es que... si me voy, ¿voy a tener las mismas oportunidades que aquí? -preguntó. Alan abrió la boca para decir que no, pero no dijo nada. Julie no parecía querer que le respondieran-. Pero sigo sin querer depender de ese idiota. Así que, he aplicado a un par de universidades. Y por eso no tuve tiempo de ayudarte.

-Entonces no te irás -Alan la rodeó con brazo, complacido. Existían los teléfonos, pero la idea sólo ver a Julie por una pantalla no era agradable. Al menos ahora estarían en el mismo país-. Eso es una buena noticia. ¿Ya sabes qué vas a estudiar?

-Todavía sigo pensando en educación -murmuró, Julie, llevando el pulgar a sus labios, sin sonar convencida.

-Serías una maestra temible -opinó Alan-. La clase que se vuelve la pesadilla de los niños -Julie le golpeó en la cabeza, ofendida.

-No sé, quiero hacer algo que tenga algún significado. Por el momento, pienso en ciencias sociales. Tengo algunos meses para decidir.

-Lo harás bien en lo que sea -le animó Alan, apretándola contra su cuerpo. Julie se apartó, quejándose de falta de aire, entre risas.

-¿Y tú? -preguntó, cuando al fin Alan la dejó libre-. ¿Has pensando en qué hacer?

Alan se encogió de hombros. Antes que su padre muriera, tenía la vida tan definida como sus compañeros. No le agradaba sobremanera pero aceptaba que su futuro sería estudiar economía o administración y trabajar junto a su padre y lo aceptaba. Ya no más.

-Si estamos diciendo cosas que nunca le hemos dicho a nadie.. -empezó a decir, fijando la vista en sus manos-. Cuando mi padre murió, me dejó una carta.

Julie dejó de sonreír y apoyó una mano en el hombro de Alan, en un gesto de consuelo. Hablaba muy pocas veces de su padre, pero con el tiempo había dejado de lucir amargado al respecto. Ahora, sólo notaba melancolía en su voz.

-Para no entrar en detalles, me decía que podía hacer lo que quisiera. Que no tenía porque vivir siguiendo las expectativas de nadie y que sería feliz si encontrara algo que me hiciera feliz. Odié esa carta cuando la leí. Pero ahora creo que tal vez tenga razón. Y creo que no hubiera apreciado de no ser por ti -dijo, dirigiéndole a Julie una sonrisa.

-Dios, ¿dónde está mi Alan? -bromeó Julie, sin saber qué más contestar. Lo abrazó, de todas formas-. Nunca pensé que sería buena influencia para nadie.

-Lo eres a pesar de ti misma -Julie le volvió a golpear en la cabeza-. Como sea, aún no sé si haré algo. Soy consciente que no podría obtener una beca en ningún lado y mi madre cree que puede recuperar el estatus que tenía antes, pero eso no me importa demasiado. Tal vez me vaya de casa.

-Si lo haces, puedo ayudarte. Para algo tiene que servir todo lo que cobro por enseñar. Podría hacerte un préstamo.

Julie esbozó una sonrisa orgullosa y Alan negó con la cabeza. Al contrario que Julie, él no tenía claro que quería hacer con su vida, ni una sola idea al respecto. Tal vez era momento de empezar a pensarlo.

Unos metros más allá, Mike se detuvo, preguntándose si debía acercarse. Alan y Julie seguían abrazados y aunque no tenía nada de extraño, se sintió mal. Apartado de ellos, molesto por no poder compartir lo que fuera que hablaran. Podía ir allí y saludar, después de todo, había pasado los últimos días ayudando a Alan a estudiar. Lo malo era que en las mañanas, ambos seguían actuando de la misma manera, y él no se atrevía a charlar con Alan, temiendo que podría malinterpretar las cosas. Decidió que lo mejor era regresar al colegio y aclarar su mente.

-Hey, Mike -saludó Julie, llegando a su altura. Mike le sonrió, mirando hacia atrás. Alan se dirigía hacia las gradas, al parecer para unirse a un grupo de chicos que jugaban en el campo-. Alan te manda a decir que muchas gracias por la ayuda. Aprobó.

-Me alegra escucharlo.

Julie se rascó la cabeza. Detestaba la tensión entre los dos.

-¿No has decidido nada? -preguntó, aunque temía que se arrepentiría después-. Gabriel está actuando normal contigo, y tú... ¿qué sientes?

-No sé, Julie -suspiró Mike. Le gustaría tener todas las cosas definidas, que sus sentimientos fuera tan fáciles de resolver como los ejercicios de matemáticas, pero no era así. Gabriel fue demasiadas primeras cosas en su vida y todo terminó tan abruptamente que no podía darle sentido. Ya no le dolía tanto como antes, era cierto, pero a veces tenía una estúpida esperanza a pesar de su negación... ¿cómo sabía uno que ya no amaba a alguien? ¿y cómo podía estar seguro que le gustaba otra persona? Lo que sentía por Alan era bastante diferente a lo que sentía por Gabriel, él siempre estuvo intimidado por Gabe, por su atractivo y conmocionado por saber que le quería de vuelta. No era así con Alan, empezó teniéndole miedo y ahora eran amigos, le agradaba, le divertía. Julie le miró, expectante.

-Creo que prefiero tener exámenes todos los días -respondió, bajando la cabeza. Julie lo miró durante un momento, echando a reír.

-¿Ves? Esa es la razón por la que no salgo con nadie.

-Pensé que era porque no querías salir con nadie de este colegio -murmuró Mike.

-Eso también -admitió Julie, rodeando los hombros de Mike con un brazo-. A pesar de todo, confío en ti, Mike. No creo que seas capaz de hacer una estupidez.

Mike la miró, sin contestar. En realidad, no confiaba en sí mismo para no hacer nada estúpido.

---

Gabriel maldijo entre dientes. Si estaba en la biblioteca era porque no quería cruzarse con Harris, llevaba esquivándolo tres días y empezaba a cansarse, pero ver a Mike llegar cuando todo el lugar estaba desierto hacía que Harris sonara como una buena idea, en especial por la culpa que sentía burbujear en su estómago, como si hubiera traicionado a Mike al acostarse con Harris. En realidad, incluso sin la culpa y el sentimiento de traición, seguiría siendo terrible. Desde la mañana del domingo se sentía sucio y expuesto. Como si le hubiera mostrado algo que no debía, que Harris no se había ganado siquiera. Frunció el ceño, concentrándose en el libro. Wade le había prestado una colección de cuentos de Hemingway en español, según él para que practicara el idioma y al menos le mantenía distraído, aunque tenía que usar un diccionario para saber qué decía. La próxima, le pediría que le pasara libros en digital.

Mike no se acercó a él. Se sentó en la mesa de siempre, acomodó sus cuadernos y empezó a leer y a escribir en uno de ellos, concentrado como acostumbraba cuando estudiaba. Gabriel se encontró sonriendo sin querer, recordando las veces en que lo había visto así, tan enfocado hasta que él lo distraía con besos. Estaba tan distraído que contestó sin mirar cuando su celular sonó y casi se atragantó cuando escuchó la voz de Liam al otro lado de la línea.

-No me cuelgues -dijo su hermano.

-¿Qué quieres? -preguntó, sin poder evitar el timbre rudo en su voz. Mike, desde la mesa, alzó al rostro al escucharlo. No lo había visto hasta ahora y bajó la cabeza de inmediato, regresando a sus libros.

-Saber cómo está Wade -contestó Liam-. Su número no está disponible.

-Le robaron el celular en el asalto -contestó Gabe. No era cierto, pero Joanna seguía teniendo el antiguo celular-. Tiene otro. Antes que preguntes, no te lo pienso dar.

-Gabriel, por favor. Entiendo que estés enfadado conmigo, pero ya te explique las cosas. Aún quiero que vengas conmigo, pero no llamo para eso, sólo quiero saber de Wade.

-Wade está bien -contestó-. Le daré tus saludos.

Colgó, sin querer nuevamente discutir con Liam, ni ser cuestionado por sus decisiones. Además, tampoco podría charlar con él con Mike escuchando, se preguntó qué pensaría de su forma de tratar a su hermano. Probablemente lo desaprobaría. Se levantó, bufando, pero se detuvo a su pesar cuando llegó cerca a la mesa en la que Mike estudiaba. No estaba mal hablarle, no tenía una orden de restricción, después de todo.

-¿Cómo vas en las clases? -preguntó. Sabía que iba bien, Mike era casi tan listo como Julie, pero fue lo único que se le ocurrió preguntar. La mirada sorprendida de Mike le respondió.

-Bien. Bien -repitió, con más firmeza la segunda vez-. ¿Y tú?

-No tengo un tutor ahora, me es un poco más difícil -intentó bromear, pero su voz no sonó como pretendía, un rasgo de dolor colándose en ella.

-Lo siento -contestó Mike. Gabriel no sabía si se refería a sus notas, al no poder ayudarle más o a terminar con él, o a todo eso.

-Lo siento también -contestó. Y lo hacía por todo también.

-¿Cómo va Wade? -preguntó Mike, para cambiar el ambiente tenso que se empezaba a formar.

-Va a repetir el examen, la profesora cree que con lo que pasó, es comprensible que no haya aprobado -Gabriel bufó-. Generalmente, es bueno en ese curso.

-O tal vez no debieron salir a una discoteca y regresar en la madrugada -opinó Mike. Gabriel asintió con la cabeza, forzando una sonrisa. Si no hubiera ido a esa discoteca, nada con Harris hubiera pasado.

-Sí, eso también. Lástima por los que no tenemos la excusa del trauma.

-No creo que eso algo para envidiar.

Gabriel asintió. Tampoco lo creía, pero era mejor tratar el tema así, que deprimirse sobre ello. Miró a Mike, que mantenía su vista fija en él y se lamió los labios, forzándose a sí mismo a permanecer en su lugar y no acercarse.

-Entonces, ¿podemos hablar normalmente ahora? -preguntó, curioso. Tal vez sería peor si volvían a hablar y Mike empezaba a ser amable con él, se preguntó si podría actuar como su amigo, sin intentar acercarse más de la cuenta, o si resultaría demasiado doloroso-. ¿Me perdonaste?

-No lo sé -contestó Mike, mirándolo a los ojos-. Ni siquiera sabía que había algo qué perdonarte porque nunca supe qué pasó.

Gabriel no contestó. Era culpable, lo sabía, negarlo e intentar defenderse sería estúpido e hipócrita.

-Tienes razón. Te dejo estudiar. Supongo que a tu novio no le gustará si se entera que hablamos.

-Él no... -murmuró Mike, contestando antes de pensarlo. Se interrumpió. Si le decía que no eran novios, probablemente iría a burlarse de Alan y no quería eso. Tampoco quería mentir.

Gabriel observó a Mike, ladeando el rostro, esperando que completara la frase, pero la biblioteca se empezaba a llenar de gente y eso lo detuvo de insistir.

-No estás estudiando -dijo, cuando llegó a su cuarto y encontró a Wade acostado en el piso, jugando en el celular.

-¿Por qué debería? -preguntó éste, sin despegar los ojos del aparato.

-Porque has desaprobado y tienes otro examen en dos días, Wade. Toma las cosas en serio por una vez.

-¿Sabes? -dijo, maldiciendo entre dientes-. Recuerdo perfectamente que había decidido que no podías hablarme, y nunca lo cambié. Así que no me hables.

-Lo recuerdo. Y he decidido mis prioridades ya -contestó, sentándose frente a Wade y quitándole el celular para llamar su atención. Wade trató de quitárselo, pero Gabriel lo apagó, antes de seguir hablando-. Lo he decidido. No puedo cambiar lo que siento por Mike, pero se acabó estar sufriendo y se acabó molestar a los demás por eso. Lo entiendo, fue mi culpa y no puedo solucionarlo porque con lo mucho que quiero a Mike, y por Dios que lo quiero, no es lo que más me importa.

-¿Y lo estás diciendo porque lo has decidido o lo has decidido por esto? -Wade señaló a la cicatriz de su rostro, decidiendo que renegar por su avance en el juego no tendría sentido.

-Si fuera por eso, elegiría lo contrario, Wade -negó Gabriel-. Fue tu nombre el que hizo que se fijaran en ti.

-Ya sabes, incluso si te fueras y dejaras de ser un Barnett, yo aún seguiría aquí, siendo un Lorenz. No tiene nada que ver contigo.

-¿Quieres decir que no vendrías conmigo? -preguntó Gabriel. Wade ladeó el rostro, mirándolo como si fuera retrasado-. Como sea, no lo hice por ti. Mi padre me mostró algo.

-¿Qué, para hacerte olvidar tu depresión post-Mike?

-Una muestra de su poder -contestó Gabriel, sonriendo. Le regresó el celular a Wade, quién frunció el ceño sin entender-. Ahora, ¿te puedes poner a estudiar?

-Vivo para servirte -dijo, haciendo una falsa reverencia.

Gabriel se quedó en el piso mientras Wade se levantaba y se dirigía al escritorio. No había nada de raro en sus palabras, siempre decía cosas como ésas, pero ahora no podía dejar de notar el doble sentido. Cerró los ojos, tratando de distraerse. Ninguno de sus sentimientos por Wade había cambiado, por Dios, era una molestia la mayor parte del tiempo y su mejor amigo y él aún quería a Mike, pero no podía detener a su mente.

-Gabe, tu cuaderno. Hay algunas cosas que no copié.

Gabriel se levantó, buscó el cuaderno y lo puso sobre el escritorio, molesto consigo mismo. Wade apoyó un puño sobre sus labios y él se quedó mirando un largo minuto en el que lo único que quiso fue haber prestado más atención cuando se besaron.

---

Wade abrió los ojos y apoyó una mano en su boca por acto reflejó, acallando su respiración agitada. Otra pesadilla. Se incorporó en la cama, diciéndose a sí mismo que estaba en el colegio, a salvo, no había nadie con él. Se tocó las costillas donde le habían pateado. Por un momento, el recuerdo fue tan fuerte que sintió el dolor, la opresión en su costado. Se puso de pie en la oscuridad, sus ojos captando el cuerpo de Gabriel en la cama de al lado. Todas esas noches, Gabriel despertaba apenas lo sentía moverse y a veces se quedaba en su propia cama y otras se metía en la suya, sin decir nada, sólo estando allí.

Se puso las zapatillas esperando no despertarlo y tomó la chaqueta que estaba sobre la mesa de noche, antes de salir del cuarto y revisar los bolsillos. Quería dejar de fumar, pero ahora lo necesitaba. Encendió el cigarrillo con manos temblorosas y le dio una larga calada, caminando fuera de las habitaciones, lejos de las aulas. Gabriel lo alcanzó cuando ya estaba afuera, sentado en las escaleras.

-Te enfermarás si te quedas -dijo, sentándose a su lado. Wade expulsó el humo del cigarro, sin responder-. ¿Quieres hablarme, por favor?

-¿Sobre qué?

-Las pesadillas, ¿tal vez?

-No hay nada de qué hablar. Después de lo que pasó, es jodidamente normal que tenga pesadillas. Pasarán.

-¿Y mientras tanto qué? -reclamó Gabriel-. Joder, Wade, sólo háblame.

-¿Sobre qué? Ya sabes que pasó, asaltaron el banco, me golpearon, no pude hacer nada para defenderme, incluso cuando uno de esos hijos de... estrelló mi cara contra una puta mesa de vidrio -Wade dejó de hablar. La mano que no sostenía el cigarro, vuelta un puño, temblaba y a Gabriel no supo qué hacer-. Y nada va a cambiar eso, incluso si los atrapan.

-Vale -aceptó Gabriel, después de un rato en silencio-. Sólo regresa al cuarto. Está congelando aquí. Puedes fumar allá.

-Odias que fume en el cuarto.

-Puedo soportarlo -Wade le miró de reojo y se levantó. Gabriel lo siguió y se quedó despierto un rato después que Wade durmiera, mirando la silueta de su amigo sobre el colchón. Joanna no estuvo de acuerdo con que ellos regresaran al colegio tan pronto y se estaba preguntando si tenía razón. Si no sería mejor que dejara las clases, volviera a casa, y tal vez viera a un psicólogo. Pero Wade había sido el que más había insistido en volver, dudaba que aceptara irse por las pesadillas. Sólo quería encontrar una forma de ayudarle.

Al día siguiente, Gabriel tuvo que preguntarse si alguien podía ser tan bueno fingiendo. No había nada del Wade de la noche pasada en su amigo, como si el miedo y las pesadillas nunca hubieran existido, de nuevo la sonrisa en su rostro, bromeando con todos y actuando como si nada pasara.

-¿Te molesta si interrumpo tu para nada aterradora forma de mirar a tu supuesto mejor amigo?

Cuatro días y Harris estaba allí. Gabriel suponía que era imposible evitarlo por siempre, pero había mantenido la esperanza. Ver a Harris le hacía pensar en esa noche del sábado, o madrugada del domingo, y aunque fue placentero mientras duro, ahora no podía encontrar una razón por la cuál consideró que era una buena idea acostarse con él. Por otro lado, Harris no lucía afectado. Si estaba fingiendo, no podía saberlo. O tal vez para él fue algo insignificante.

-Me molesta -contestó, pasando de ser amable-. ¿Qué demonios quieres, Harris?

-¿Ni un beso, Barnett? -Clay negó con la cabeza, dejando escapar un suspiro de dolor-. Pensé que eras mejor que eso.

Gabriel miró a los lados, agradecido al notar que estaban solos y nadie podía escucharlos.

-Deja de joderme -murmuró. No quería recordar esa noche, fue una estupidez. Y actuó como un imbécil antes Harris, por Dios.

-No puedo, porque no me dejaste. Te dejaría en paz si me lo permitieras -Clay sonrió. En realidad, lo único que ganaba fastidiando a Gabe era el placer de ver su rostro enfurecido. Bastante diferente a la forma en que se portó esa noche. Ese Barnett dulce fue una inesperada y agradable sorpresa que no le molestaría ver otra vez, pero al parecer la amabilidad de Barnett se limitaba al sexo, porque la mirada que le estaba dirigiendo le mataría si pudiera-. Está bien, cambiemos el tema. ¿Cómo está Wade?

-¿No lo ves? Disfruta con la atención.

Harris miró hacia Wade. Sí, parecía que disfrutaba la popularidad, pero también sabía que era muy bueno mintiendo.

-No sé, no creo que nadie pueda pasar por una situación así y quedar tan bien. Y él es un buen mentiroso.

-O tal vez estás asumiendo cosas. No sería la primera vez.

-Lo dudo -replicó Clay, sin ninguna vacilación. 

-La humildad no es una de tus virtudes, ¿eh? -Clay esbozó una sonrisa, mirando de reojo hacia los lados. Nadie les prestaba atención.

-Soy inglés, Barnett -susurró, inclinándose sobre Gabe. Ver la forma en que trató de alejarse, apretando los dientes, le hizo sonreír. Como si hace menos de una semana no hubiera estado gimiendo en su oído, a pesar de lo mucho que lo detestaba-. La humildad me es un concepto extraño.

Gabriel lo apartó de un empujón, levantándose de la silla en la que estaba. No sabía en qué pensaba Harris, pero él no quería tenerlo cerca, ni de broma. Clay sonrió al verlo prácticamente correr lejos de él, aunque no pudo evitar sentirse un poco decepcionado. No esperaba que Barnett sea amable con él, pero si no le seguía el juego, todo esto era demasiado aburrido.

---

-Tuve una terrible pesadilla ayer -comentó Julie, apartando los pies de Alan de la banca para poder sentarse. Alan se movió a regañadientes, estaba muy cómodo allí, pero Julie venía con Mike y supuso que sentarse de forma correcta era un pequeño sacrificio por verlo. Agradecía que nadie pudiera escuchar sus pensamientos, sonaba patético-. Estaba en el colegio y me levantaba tarde para un examen, y cuando llegué a clases, no había nadie. Me pasé todo el día buscando a alguien y empezaba a anochecer y pensaba “pero vete, Julie”. Pero no podía salir. Se escuchaba mucho peor en mi cabeza.

-En realidad, si es algo escalofriante -admitió Alan, bostezando.

-¿Ustedes no tienen pesadillas?

-No, desde hace mucho que no -contestó Alan. Mike se encogió de hombros.

-La última que tuve fue una muy tonta, sólo llegaba a las clases, esperando dar el examen de lengua, pero era el de química y no sabía nada.

Alan soltó a reír, sin contenerse.

-Sólo tú podrías tener pesadillas con las clases -exclamó, aunque la mirada que le dirigió a Mike tenía muy poco de burla y mucho de afecto. Mike bajó los ojos, odiando la sonrisa tímida que sus labios empezaban a formar. Julie, por su parte, rodó los ojos-. Aunque seguro aprobarías sin estudiar, a veces te envidio.

-Ustedes dos no hacen más que regresar al mismo punto -murmuró. Alan desvió los ojos, decidido a actuar como si no supiera de qué hablaba Julie.

-¿Y a qué viene el relatar de pesadillas? -preguntó.

-No sé. Me he sentido inquieta todo el día, ¿nunca se han sentido así?

-Algunas veces -contestó Mike, decidido a seguir con ese tema y no el que involucraba a Alan y sus sentimientos por él-. Sólo relájate, Julie. Es por los exámenes.

-O por el fin de año. Tantos nuevos planes... -comentó Alan. Mike sonrió, sabía que Julie decidió quedarse en el país y eso le alegraba sobremanera.

-Podríamos ir a la misma universidad, ¿no te parece? -preguntó, bromeando a medias-. Seguir juntos...

-¿Y convencer a Alan para que venga con nosotros? Podrías ser nuestro mandadero, si no logras entrar. Limpiar nuestro cuarto, ese tipo de cosas.

-Qué graciosos.

-Oh, demonios -Julie se levantó cuando la alarma de su celular empezó a sonar-. Olvidé que tenía clases, diablos. Mi cabeza es un desastre.

-Creo que deberías reducir tu número de alumnos, Julie -sugirió Mike. Julie sólo asintió, antes de irse y Mike se preguntó si debía quedarse allí o levantarse. Alan parecía cómodo, recostado en la banca, con las piernas estiradas y él no quería irse.

-¿Cómo te fue en los exámenes?

-Aprobé todo -contestó Alan-. Pasando apenas, pero no tendré que dar dobles exámenes.

-Me alegro. Al fin puedo relajarme -Mike estiró los brazos por encima de su cabeza, bostezando-. No he dormido bien en días.

-Tienes razón, esta semana al fin podré relajarme. No me esperes a dormir temprano -bromeó. Esperaba que Mike le dirigiera su mirada reprobadora, pero este se mantuvo mirando sus manos.

-En realidad, quería invitarte al cine -murmuró-. Sólo porque... llevo un tiempo sin salir y Julie está ocupada también los sábados, y si no quieres está bien, sólo era una sugerencia -dijo, hablando muy rápido y arrepintiéndose mientras lo hacía.

-Claro que quiero ir -respondió Alan. Se acomodó en la banca, tratando de no lucir muy interesado-.  Supongo que ya que me invitas, me vendrás a buscar el mañana. Espero una limosina y una buena comida.

-No eres gracioso -replicó Mike, aunque sonreía-. En realidad, no sé si me alcance para el taxi, ¿quieres prestarme?

-¿Me invitas a una cita y quieres que te preste dinero? Eres ruin, Michael.

-¡Soy una persona muy pobre! -exclamó Mike, estallando en risas. No recordaba la última vez que había reído tanto y cuando dejó de hacerlo, observó a Alan de reojo. Había extrañado hablar con él y por alguna razón, su corazón se saltó un par de latidos cuando éste le regresó la mirada-. Voy a la biblioteca, nos vemos el mañana.

-No te pierdas entre los libros, no quiero tener que ir a buscarte.

Mike le dedicó una media sonrisa, apresurándose hacia el colegio. Estaba complacido de recuperar su relación. Por primera vez en mucho tiempo, Gabriel o el sentimiento de estar traicionándolo no cruzó por su cabeza.


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