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West Lake por Hisue

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Notas del capitulo:

Mil años después... regresé. Exageraciones aparte, ¡qué difícil fue escribir esto! Llegué al punto en que borré todo dos veces. Pero al fin. Terminé. Asdf.

 

Nos vemos la próxima y espero que sea el próximo sábado. Merezco escribir rápido después de todo este sufrimiento (?)

Capítulo 93

 

-Gracias por acompañarme -dijo Julie, entrando al supermercado. Había venido a comprar un par de camisetas, pero ya que estaban allí, decidieron ir de compras y llevar algo para comer más tarde. Mike se encogió de hombros, sin darle importancia. Caminaron entre los pasillos mientras miraban y comparaban precios y mientras Mike murmuraba sobre uno de los empaques de café, que no iba a comprar de todas maneras, Julie se detuvo. Había un hombre cerca a ellos, y el parecido con Gabriel era notorio, a pesar del cabello castaño. Cuando el hombre se giró y ella vio su rostro y el verde en sus ojos, supo que no estaba equivocada.

-¿Liam? -dijo, atrayendo la atención de Mike, que alzó la cabeza. Conoció al hermano de Gabriel el año pasado y no esperaba volverlo a ver, nunca supo exactamente qué pasaba entre ellos, pero allí estaba, en el mismo pasillo, a sólo un par de metros de ellos.

Julie se quedó de pie, mirándolo. La última vez que lo vio fue en el sepelio de Isabelle, años atrás y pensó que nunca lo vería otra vez. Como Gabriel, jamás entendió porque desapareció, sólo sabía que le prohibieron hablar de él y que incluso Henry dejó de mencionarlo. Pero todavía recordaba el día después del sepelio de Isabelle y como Gabriel no se extrañó de su partida hasta una semana después, cuando se echó a llorar en medio de la sala. Aquella vez, ella quiso acercarse y comprobarlo, pero Wade estaba allí también y la apartó antes que pudiera hacer algo. Nunca había escuchado a nadie llorar de forma tan desesperada.

-Julie -dijo Liam, caminando hacia ellos, y Julio notó la diferencia. El Liam que ella conoció era un arrogante estirado, pagado de sí mismo, pero éste lucía casi melancólico, su sonrisa era amable y cansada. Era un adulto, también-. Y el amigo de Gabriel.

Julie se giró hacia Mike, en espera de una explicación.

-¿Cómo está mi hermano? -preguntó Liam, antes que ella pudiera terminar de examinar las expresiones de Mike. Julie le miró, ladeando el rostro en un gesto de confusión.

-Él está bien -respondió, con una brusquedad que ni ella misma esperaba, pero que no le sorprendió. Él abandonó a su hermano cuando más lo necesitaba, después de todo-. ¿Y tú? ¿Cómo has estado? ¿Y dónde?

Liam notó su hostilidad. Julie era una niña cuando él se fue, una niña muy lista y algo impertinente, pero nunca le hablaba así a él. Las cosas habían cambiado. Y él no era más ese “Liam Barnett”.

-Estoy bien -respondió, optando por ignorar el tono de Julie. Se volvió hacia el otro chico, sonriendo. Recordaba que parecía ser un amigo cercano de Gabe-. Creo que no sé tu nombre, perdona si me lo dijiste y lo he olvidado.

-Mike -contestó Mike. Notó que Liam le estaba hablando a él para no enfrentarse a Julie y se sintió algo incómodo. Nunca llegó a descubrir nada sobre Liam, en realidad, era otra de las cosas de las que Gabriel jamás habló-. Hola.

-¿Aún son amigos de mi hermano? Recuerdo que tú y él se llevaban bien, Julie.

-Sí, algo -contestó ella. Tenía un montón de preguntas en la lengua que quería hacerle, pero no sabía por dónde empezar. Pero tenía que hacerlo-. ¿Por qué te fuiste?

Liam esbozó una sonrisa y sacudió la cabeza.

-Lo siento, pero no es algo que pueda contestar. Pero, ¿pueden hacerme un favor? -pidió, mirando nuevamente al estante. Tomó un café, bufando y siguió hablando, aunque no vio a Julie asentir-. Díganle a Gabriel que piense bien las cosas, sólo eso. Quiero verlo, pero...

-¿Y qué demonios significa eso? -preguntó Julie, cuando pasaron unos minutos y Liam no completó la frase. Éste se giró hacia ella, con una sonrisa cansada en los labios.

-Es complicado. Sólo te pido un favor, Julie-se interrumpió, volviendo a sonreír-. Y si pueden mantener en secreto que me vieron... no quiero a nadie siguiéndome, me gustan las cosas como están. Cuídate, Julie. Y tú también, Mike.

Liam les dedicó una última sonrisa, tomó un paquete de café y se marchó hacia la línea de cajas, mientras Julie lo miraba, pasmada. Se preguntaba si alguien de los que estaba allí notaba que ese hombre vestido con un jean desgastado, botas y un suéter gris era el heredero de una gran compañía en el país. Quería hablar más con él, preguntarle qué demonios pasó y porqué se fue. Pero por lo que había dicho, Gabriel sabía que estaba allí. Y Mike lo había conocido antes de hoy.

Mientras salían del supermercado, Mike se preguntó en qué momento Julie empezaría con las preguntas. Desde que vieron a Liam, ella se había sumido en el silencio, mirando hacia el piso con el ceño fruncido, como si tratara de atar cabos.

-La única cosa que entiendo ahora es que Gabe sabe que Liam está aquí y tú lo conoces. Nada más -dijo, en voz baja-. Y tengo esta sensación que hay algo más detrás de todo.

Mike suspiró. Él había sentido lo mismo, tiempo atrás, con algunas de las cosas que Gabe hacía o decía y ese sentimiento se incrementó cuando vio a Liam. Dudaba que algún día supiera de verdad qué estaba pasando.

-¿Cómo lo conoces? -preguntó Julie.

-Sólo lo vi una vez, Gabriel estaba molesto y nunca me explicó nada. Sé que hablaron, pero nada más -contestó, bufando. Cada vez que pensaba en esos pequeños detalles, se preguntaba si en verdad Gabe lo había querido o lo había considerado importante. Y no es que no lo notara antes, es que estaba enamorado y lo dejaba correr, esperando que algún día fuera... digno o lo que fuera, que le permitiera saber sus secretos-. Me pidió que no le contara a nadie.

-Me imagino -Julie se llevó el pulgar de su mano derecha a los labios, maldiciendo en voz baja. Recordaba a Liam en el cementerio y la palidez que ella relacionó con miedo y conmoción y recordaba haber despertado con los cuchicheos de su partida, lo mucho que eso afectó a Gabriel... ¿qué demonios hacia allí ahora?-. Y supongo que tampoco me contarás nada ahora.

-No hay nada qué contar. Lo vi, Gabriel se enfadó, y nunca me habló más de eso. No sé qué pasa entre ellos, Julie, en serio. No sé nada de Gabriel, al parecer.

Julie hizo una mueca y le dio una palmada en la espalda, a modo de consuelo.

-¿No quieres averiguarlo? -preguntó. Mike le regresó la mirada, sin contestar. Quería, pero no lo veía correcto.

-Regresemos al colegio, Julie.

---

-Entonces -Julie se sentó en el piso, cruzando las piernas y miró a Alan-. La próxima semana iremos a tu casa. Porque tú, la persona que odia a estos tipos más que yo misma, has decidido ofrecerles una fiesta, ¿voy bien? Y quieres que me lo crea así nada más.

Suspiró, giró el rostro para ver a Mike y negó con la cabeza.

-No les creo nada. ¿Por qué estás invitando a Gabriel? ¿Esto tiene que ver algo con lo que tú sabes de Gabe que ni Mike puede saber? ¿Y con Liam apareciendo?

-¿Liam? -preguntó Alan, ignorando el resto de las preguntas de Julie. De cualquier forma, no le iba a contar nada-. No sé nada de él.

-¿En serio no puedes decirme nada? ¡Sabemos que algo raro pasa, Alan! -exclamó, poniéndose de pie-. ¡Y tú eres el que más sabe de nosotros aquí! Eso, para empezar, ya es raro.

-Lo siento, Julie, pero no puedo contarte. Si fuera tu secreto, tampoco quisieras que lo divulgue.

-Pero tú odias a Gabe -replicó. Alan se encogió de hombros y Julie miró a Mike, tratando de encontrar apoyo en él.

-No tiene nada que ver con eso -respondió Alan-. No es correcto, es todo. Y créeme, Julie, sería en vano.

-Bueno, como sea. Me voy.

-¿A dónde? -preguntó Mike, preocupado por la furia que sentía en Julie.

-A darle el mensaje a Gabe -respondió ella. Mike suspiró y se inclinó para darle un beso en la mejilla a Alan antes de levantarse e ir tras Julie.

-Iré con ella. Creo que se peleará si no la detengo.

-Suerte con eso -le dijo Alan, besándolo de regreso.

Mike la siguió, observando a Julie de reojo mientras esta llegaba al cuarto de Gabriel y empujaba la puerta para entrar, sin anunciarse. Gabriel alzó los ojos del celular en el que escribía y los miró, frunciendo el ceño. Wade estaba en su cama, leyendo, y no pareció notar su presencia, o no pareció importarle.

-Tenemos un mensaje de tu hermano -anunció Julie, examinando su rostro para ver alguna reacción. Pero Gabriel no reaccionó de ninguna manera en absoluto y ella se preguntó en qué momento había cambiado tanto. Sabía que era frío, pero esa falta de expresión y esa estudiada indiferencia eran demasiado y la ponían de mal humor.

-Pensé que ibas a decirme el mensaje -dijo Gabriel, acomodándose en la cama. Sólo parecía aburrido y Julie bufó, harta de verlo así. 

-Al menos di “por favor” -dijo, cruzando los brazos sobre su pecho. Gabriel le dirigió una mirada molesta que Julie mantuvo sin inmutarse. Mike le tocó el hombro, tratando de llamar su atención y observó a Gabriel por encima del hombro de Julie, mascullando un por favor que no supo si Gabriel entendió. Pero, al menos, él soltó un suspiro y asintió con la cabeza

-Por favor -dijo-. ¿Quieres por favor decirme algo que en realidad no te he pedido que me dijeras?

Mike rodó los ojos, pero Julie bajó los brazos, cediendo.

-Dijo que pienses bien las cosas y que aún estás a tiempo. Que entenderías a qué se refería.

-Gracias -dijo Gabriel, volviendo la vista al celular. Incluso a Mike le extrañó su reacción. Recordaba la furia que expuso cuando vio a Liam el año pasado y que se mantuvo allí por semanas. Ahora sólo había... nada, ninguna emoción, ninguna expresión. Nada más que un poco de aburrimiento. Mike se preguntó quién era este Gabriel o si tal vez esta había sido Gabe desde un principio, y él estaba tan ocupado con sus sentimientos que nunca lo notó-. ¿Puedes cerrar la puerta cuando te vayas?

-¿Sólo eso? -Mike la cogió del brazo, tratando de evitar el inevitable grito que venía, pero Julie se soltó, enfadada-. ¡Vimos a tu hermano! ¡El mismo que lleva años desaparecido! ¡Y no te importa! ¡Qué demonios pasa contigo! ¿Qué demonios está pasando?

Gabriel chasqueó la lengua. Dar explicaciones era cansado, sólo a Liam se le ocurría involucrar a más gente en el asunto, se preguntó si el tiempo lejos lo había vuelto idiota y casi agradeció cuando la puerta se volvió a abrir, esta vez para dar paso a Harris. Le había estado escribiendo antes de ser interrumpido.

-¡Eh, Barnett! -Clay miró a Mike, que parpadeó ante su escrutinio, y sonrió-. Pero si estás ocupado, me voy.

-No estoy ocupado -dijo Gabriel. Bajó de la cama, se quitó la camiseta vieja que llevaba y buscó una en el armario-. Podemos irnos.

Clay volvió a mirar a Mike y a una muy enfadada Julie y se preguntó qué estaba pasando allí. Al parecer había llegado en un terrible momento. El único que no lucía afectado por la situación era Wade, tirado en la cama y con los ojos metidos en un libro, como siempre.

-Gabriel, espera... -Julie se puso en su camino, frunciendo el ceño-. No puedes irte así.

-En realidad, sí, Julie. Tenía planes antes que tú vinieras y aunque no los tuviera, no es nada que tenga que explicar. Pero si insistes, Wade... -llamó Gabriel. Bufó cuando éste no le hizo caso, rodando los ojos y le tiró un papel que tenía en el bolsillo

-Hombre, estoy leyendo, ¿pueden dejar de interrumpir? -Wade negó con la cabeza, indignado-. Ya es difícil concentrarse con todos sus gritos, por Dios.

-Sólo explícales -ordenó, señalando a Julie e ignorando el gesto grosero que le dedicó su amigo-. Vámonos, Harris.

-Te ves sexy cuando das órdenes -Clay cruzó las manos detrás de la cabeza, sonriendo. Todo el ambiente estaba muy denso para su gusto, sólo quería decir algo que relajara las cosas, pero no pareció funcionar. Wade le miró como si le hubiera salido una segunda cabeza, Mike se removió, incómodo y Julie sólo se enfadó más. Clay se mordió la lengua para no decir nada más.

-Estás loco si crees eso -murmuró Gabriel, cogido con la guardia baja. Se esforzó en no mirar para ver la forma en que reaccionaba Mike, pero falló y lo hizo. Sólo parecía incómodo-. Vámonos.

Gabriel ignoró la mirada asesina que le dirigía Julie y salió del cuarto, siguiendo a Harris. Wade seguramente se encargaría de hacer que dejaran de tener ganas de seguir insistiendo. O lo que fuera, no le importaba.

Mientras tanto, Wade suspiró, dejó el libro de lado y espero a que Gabriel cerrara la puerta, antes de llevar una mano a su cabello y chasquear la lengua. Él pensaba pasar una tranquila tarde leyendo. Nada más.

-Estábamos teniendo un buen día aquí, ¿sabían? Y ahora, ustedes... -se detuvo, pensando en qué decir-. Bien, lo explicaré. Su majestad lo ha ordenado y todo.

Julie sólo le fulminó con la mirada y Mike se arrepintió de haber venido. Dudaba que esto terminara bien.

-No es necesario -dijo, tirando de Julio-. Nos vamos.

-No, no, ya están aquí, lo diré -le interrumpió Wade, esbozando una sonrisa amable. Se llevó un dejo a la mejilla y al fin encontró qué decir-. Ustedes dos necesitan entender algo. No son relevantes, lo que pase con Gabe no tiene nada que ver con ustedes. Tú, Julie, sólo eres un error que mi tío ayudó a criar porque es la clase de cosas rara que hace, no intento entenderlo, ni me importa. Y tú, Mike, eres el idiota cuyo amor duró tanto que saliste corriendo al primer problema y te metiste con una persona que lo detesta. Muy sutil, hermano, muy sutil.

Mike abrió la boca para contestar, pero Wade bajó de un salto de la cama, llevando un dedo a sus labios para indicar que mantuvieran silencio.

-Entonces, díganme, ¿qué demonios hacen aquí? ¿qué demonios quieren de Gabe? Y en serio, quiero saber, soy curioso. ¿Por qué insisten? Sólo paren de meter sus narices dónde no los llaman. Y cierren la puerta al irse.

-Sabes, yo tampoco puedo entender algo -dijo Julie, con el rostro ardiendo de rabia-. Tú dices que eres su mejor amigo y tú sabes, tanto como nosotros, que sería infeliz si se va a estudiar alguna cosa que lo meta a las empresas. La única cosa que le gusta son los animales. Y tú lo sabes y sólo lo dejas seguir y ser infeliz por alguna maldita razón. ¿Crees que no lo he notado? Vivía con él, Wade, más tiempo del que tú lo hacías. Sé lo mucho que ha cambiado. Y si nosotros no tenemos derecho a preocuparnos, ¡al menos hazlo tú! ¡Me estás diciendo que puedes ver cómo cambia y se convierte en esa versión sin expresiones de ahora!

-Te estoy diciendo que no tienes nada qué ver en eso, Julie -respondió Wade, dejando de sonreír. Muy pocas veces Mike lo había visto enfadado, ahora parecía cerca a estarlo-. No tú, ni nadie.

-Vamos, Julie -susurró Mike, tomándola del brazo. Julie le dirigió otra mirada enfadada a Wade, pero al menos no discutió y Mike se dirigió a Wade. Siempre supo que tenía un lado muy cruel, pero Wade solía actuar tan despreocupado que era fácil olvidarlo-. Tú probablemente no nos creas o no te importa, pero nos preocupamos por él también. Lo siento por molestar.

Cuando salieron del cuarto, Julie se soltó de su mano y se alejó corriendo y Mike la siguió. Una parte de él no entendía porqué Julie estaba tan afectada y se limitó a ir tras ella hasta que se detuvo, fuera del colegio y se apoyó en la pared, dejándose caer al piso.

-Sé que no tengo ningún derecho a saber nada -dijo, apretando sus manos en puños-. Pero hubo un tiempo en que éramos amigos. Sí, no hablo con él, pero... yo también estuve allí cuando Isabelle murió y Liam se fue. Estaba allí y nunca lo he entendido. Isabelle era importante para mí también. Pero él tiene razón y no tengo ningún maldito derecho.

-Lo siento -dijo Mike. Él se había sentido así por meses, aún se sentía así a veces, desplazado, como si querer a Gabe no fuera suficiente para entenderlo y para saber más de todo lo que ocultaba. Ese lugar era sólo para Wade y él siempre lo supo. Julie también.

-No importa. Odio decirlo, pero tiene razón. Nosotros dos vamos a estar lejos de ellos pronto. Quiero estar lejos de aquí.

-No lo creo -Mike se arrodilló a su lado y apoyó una mano en su hombro-. Preocuparse por alguien no es un derecho que se tenga que ganar, Julie. Y no te deberías sentir mal por eso.

Julie alzó la cabeza, haciendo una mueca que no llegaba a ser una sonrisa, pero ya era algo.

-Gracias por decirlo -suspiró-. ¿Aún así vamos a ir a casa de Alan y fingir que no sabemos que algo raro pasa?

-No es que pueda dejar a Alan solo -murmuró Mike-. Ni tú tampoco.

Julie llevó una mano a sus labios. Tal vez podía usar ese día para descubrir algo. Le gustaría decirle a Mike que le ayude, pero no creía que él lo encontrara correcto. No podía contar con algo tampoco. Tal vez sólo debía hacerle caso a Wade y no entrometerse. Pero eran tantos secretos que no saber nada la sacaba de quicio. Y no era sólo Gabriel e Isabelle. A veces se preguntaba porqué ella estaba allí, porque Henry aceptó a su madre en su casa, porqué la dejaba estudiar allí... su padre decía quererla, es cierto, pero apenas la miraba cuando era una niña. Nunca tuvo un regalo de él o un intento de ser su padre, de divorciarse y estar con su madre. Hace años que dejó de creer que la razón de vivir en casa de los Barnett era porque su padre así lo quería. Pero entonces, ¿por qué?

---

-Todavía no entiendo porqué tenemos que ir a casa de Garton -dijo Elizabeth estirando la mano y admirando el color rosa en sus uñas-. Esa familia es... ni siquiera entiendo porqué le dejan estudiar aquí.

-Es la forma en que Barnett hace las cosas -contestó Clay, mientras su prima se pintaba otro color sobre el rosa, con una mirada de disgusto en el rostro-. Tu padre dice que adquiere posibles aliados ofreciendo favores sin nada a cambio.

-Aparentemente nada -replicó Elizabeth. Su padre, aunque consideraba a Barnett un aliado poderoso y esencial, no confiaba mucho en él. No como un amigo. Aunque tampoco era que su tío fuera una persona confiable cuando se trataba de negocios-. Si al menos lo tuyo con Gabriel te reportara algún beneficio...

-¿Quién dice que no lo hace? -contestó, sonriendo y enarcando las cejas. Elizabeth suspiró.

-Eso es asqueroso de imaginar, Clay. Y van a terminar mal.

-No lo dejaré -dijo Clay, dejando de sonreír y quitando el esmalte de las manos de su prima. Era desesperante verla cambiar de color cada cinco minutos, así que eligió uno al azar y empezó a pintarle las uñas. Su prima ya tenía las uñas hechas un desastre de todos modos-. Te preocupas demasiado, piensas que soy como ese chico con el que andaba y que me voy a sentir muy atado a él, pero no es así. Y, de todas formas, no encuentro atractivo al tipo que se hace el bueno, sino al que está detrás.

Elizabeth hizo una mueca. No pensaba insistirle más a su primo, pero esperaba que pudieran regresar a casa rápido. Chasqueó la lengua cuando Clay terminó con sus uñas, se las había pintado de azul oscuro y ahora tendría que usar una ropa diferente a la que había elegido antes para que combinaran. Cuando cogió otro esmalte, su primo le dio un golpe suave en el brazo.

-Si sigues con eso, me iré sin ti.

-Ni siquiera quiero ir.

-Vamos, será divertido. Te espero afuera, no tardes y no vuelvas a pintarte las uñas.

Elizabeth asintió, a regañadientes, rodando los ojos cuando Clay salió de su cuarto. Esperó a que la pintura se secara y se cambió, chasqueando la lengua. Al salir, Clay seguía allí, con los audífonos puestos y ella tuvo que pasar la mano delante de su rostro para que le hiciera caso.

-Pensé que estabas apurado en ir. No me digas que vamos con Gabriel.

Clay sonrió, lo que dio a Elizabeth la respuesta. Se mordió la lengua para no decir nada, pero no pudo evitar mirar a su primo mientras subían al avión y él se sentaba junto a Barnett, aunque había varios espacios libres y provocó que Wade le dirigiera una mirada fastidiada, antes de tumbarse en otro lado, y abrir un libro. Que Lorenz pasara gran parte de su tiempo leyendo era algo que a ella todavía le asombraba. Nunca le había escuchado mencionar libros, ni siquiera solía participar en clase de literatura, si no era para decir algo que molestara a la maestra. Era raro, aunque no tanto como la fijación de su primo con Barnett. Casi hubiera preferido que siguiera detrás de Lorenz. Al menos, eso era comprensible. Suspiró, apoyando la cabeza en el respaldo de la silla. Quería a su primo y no quería verlo sufrir por culpa de nadie. Sólo esperaba que supiera lo que estaba haciendo.

---

Lo primero que pensó Alan al abrir la puerta de su casa y ver a casi toda la clase en su puerta, fue que mataría a Barnett. Esto no tenía nada de “una pequeña reunión” y lo peor es que su madre había estado feliz por la idea, diciendo que era bueno que se integrara con sus compañeros, aunque fuera tarde. En su tono animado, Alan detectó la esperanza de que cambiara de opinión con respecto a su futuro, pero él aún no lo había decidido. A Melinda no le importó dejarles la casa sola, con no más que un par de guardianes en las afueras y no más de cinco trabajadores dentro. Chasqueó la lengua, apartándose de la puerta. Al menos, hubiera querido tener más tiempo para mostrarles su casa a Mike y Julie, pero apenas habían llegado hace media hora en la que lo único que habían hecho era comer. 

-Sólo entren -murmuró, sintiendo su paciencia acabarse desde ya. Subió escaleras arriba, ignorando los cuchicheos de sus compañeros y entró a su cuarto, justo en el momento en que Julie se quitaba la camiseta. Ella no parecía preocupada porque Mike estuviera en el cuarto, pero frunció el ceño y se cubrió al verlo.

-Hey, toca primero -reclamó. Alan parpadeó.

-Es mi cuarto en el que estás, te dije que podías quedarte en otro. Y Mike está aquí también.

Julie chasqueó la lengua, poniéndose una camiseta y se inclinó para atarse las zapatillas.

-No es lo mismo Alan. Mike nunca trató de besarme.

-Es algo de lo que me arrepiento, no me lo recuerdes.

-¿Llegaron? -les interrumpió Mike. Desde que Alan se negara a contarle a Julie lo que pasaba con Gabriel, no estaban en los mejores términos e incluso sus bromas tenían un tinte de amargura que Mike odiaba escuchar.

-Más de lo que pensé y antes de lo que pensé -respondió Alan-. Y la mayoría ha traído trajes de baño. Ustedes no encajan.

-Ninguno de nosotros lo hace -respondió Mike, sonriendo y bajando la mirada a sus manos-. Y vinimos por ti, no por ellos.

-Voy a hablar con Barnett antes -Alan sonrió. Quería acercarse a Mike y besarlo hasta que lo mirara con esa mezcla de deseo y vergüenza que no parecía perder. Quería tenerlo allí, en su cuarto y su cama. Pero tenía cosas que hacer.

Julie le miró fijamente. Desde que se encontrara con Liam, sus ganas de saber que estaba pasando sólo habían aumentado y que Alan supiera cosas que ella no, le enfadaba. Asintió de todas formas, mordiéndose la lengua para no decir nada.

-¿No estás para nada curioso? -le preguntó a Mike cuando Alan volvió a salir.

-Lo estoy -admitió Mike, encogiéndose de hombros. Lo estaba, pero no podía obligar a ninguno a hablar-. A veces desearía no saber nada de nada. Sería mejor así.

-Ignorantes y felices -murmuró Julie, haciendo una mueca. Se dejó caer al piso, cruzando una pierna sobre la otra y sosteniendo su rodilla. Sentía que si no se detenía a sí misma, saldría de allí y trataría de averiguar qué demonios pasaba. Estaba a un segundo de ponerse de pie cuando la puerta se abrió y ella alzó los ojos de inmediato, esperando ver a Alan y leer algo en su reacción, pero quien entraba al cuarto era Katherine, toda sonrisas como acostumbraba, vestida con un corto short blanco con tiras negras a los costados y una blusa sin mangas celeste. Lucía bien, pero ella se veía bien en todo, no era la gran cosa. Julie no pudo evitar soltar un suspiro de decepción y Katherine lo notó porque su sonrisa tambaleó.

-No es por ti -dijo Julie, antes que ella pusiera una expresión más deprimida-. Esperaba a Alan.

-Ah -dijo Katherine, recuperando la sonrisa y terminando de entrar al cuarto. Se sentó en el piso también, mirando de Julie a Mike-. No sé a qué viene todo esto, ¿pero se van a quedar encerrados aquí? Hay una piscina. Y música. Y creo que Gabriel ya lleva un par de cervezas encima. Si se emborracha, pienso grabarlo y subirlo a youtube.

-Sólo estamos aquí por Alan -dijo Mike-. Y no creo que tenga muchas ganas de bajar.

-¡Vamos! ¡Clay está haciendo una charada! -Katherine los miró a ambos y Julie y Mike compartieron una mirada. Los dos sabían que oponerse al entusiasmo de Kathy era un caso perdido, así que se levantaron, suspirando al unísono.

-Sólo porque eres tú -le dijo Julie, empujándola hacia la puerta. Katherine le miró por encima del hombro, sonriendo y Julie desvió la mirada. En serio, esa chica necesitaba dejar de ser tan alegre.

---

Alan se cruzó de brazos, esperando una explicación de parte de Barnett. Estaban en la cocina, apartados del resto y Barnett seguía sosteniendo una cerveza en las manos.

-Estoy esperando, Barnett -dijo, observándolo mientras éste se apoyaba en una mesa, mirando a los lados. Habían pasado años desde que estuviera allí y Alan lo sabía. La última vez eran niños, Barnett llegó arrastrando a Lorenz, esos tiempos en los que Lorenz se pasaba la mayor parte del tiempo oculto tras su espalda. Él había tratado de jugar, sabía que debía ser amable con ellos y había funcionado hasta que el balón de béisbol chocó en el rostro de Lorenz, le hizo sangrar la nariz y éste empezó a llorar. Barnett lo culpó a él y a pesar de ser más pequeño, se atrevió a golpearlo, antes de ignorarlo y correr hacia su amigo. No le caían bien, ninguno de los dos. Barnett le gustaba, pero sólo cuando su amigo no estaba en la ecuación y Lorenz siempre estaba. Para terminar de arruinar las cosas, él se acercó a ellos y le dijo en voz alta que debería dejar de ser tan marica, lo que provocó más golpes. Su padre le gritó esa noche. Era irónico, si se ponía a pensarlo. El único que, al final de cuentas no era un marica era Lorenz-. ¿Qué hace toda esa gente en mi casa?

-Necesitaba una excusa -contestó, al fin-. Mi padre sabe que te detesto, no puedo simplemente venir. Es mejor tener una explicación, por si acaso.

-Sé eso, no soy estúpido. Me dijiste que eran unas cuántas personas. Casi toda la clase está allí.

-El rumor se corrió -contestó Gabriel, mirando la botella vacía-. Y si es todo, necesito regresar y tú también. Sé un buen anfitrión.

-¿Y cuándo planeas ir al despacho de mi padre? -preguntó, ignorando su respuesta-. No creas que vas a ir allí tú solo. Quiero saber también.

Gabriel se mordió el interior de la mejilla para aguantar su repentino enfado. Sólo quería terminar con esto, y Garton no hacía más que fastidiarle. Primero Julie, ahora él. Lo que quería es que se quitaran del camino y dejaran de cuestionarle.

-¿Qué quieres? -preguntó, abriendo los brazos, y suspirando-. Quieres ir conmigo, bien. Lo que sea. Despierta temprano, no voy a ir ahora mismo con gente merodeando por allí.

Alan abrió la boca para decir que estaba siendo paranoico, pero la cerró al ver la mirada en los ojos de Gabriel. No era enfadada, sólo fría y desinteresada, como si ya se hubiera aburrido del tema. Le irritaba eso en él más que cualquier cosa. El Gabriel de años atrás era un poco más... parecía tener más sentimiento.

-Bien. Es todo, entonces. A las cinco, no creo que nadie esté despierto a esa hora -Alan le vio esbozar una radiante y falsa sonrisa, antes de salir y lo siguió un rato después. No tenía caso discutir más el tema. Sólo esperaría y rogaría porque el día pase pronto.

Cuando entró a la sala, notó que Mike y Julie ya estaban allí, sentados junto a Katherine en su sofá, lo que no le extrañó. Se acercó a ellos y se sentó en el brazo del sofá, mirando a las personas que ocupaban su sala, algunas sentadas en los sillones y otras en el piso. Por alguna razón habían cojines que no supo de dónde habían sacado.

Su casa no estaba tan llena de gente desde... años atrás. Trató de ignorar su desazón y bebió un sorbo del jugo que Mike le pasó, sintiendo el leve roce que le dio a su pierna, antes de apartar la mano. Alan supuso que no lo iba a tocar más de la cuenta en medio de toda la gente, así que se concentró en beber, observando de reojo a sus compañeros, mientras estos jugaban verdad o reto y reían de las historias que contaban. Si nada hubiera pasado, él estaría entre ellos, jugando a lo mismo, riéndose y tratando de avergonzar a los demás. Suspiró, observando a Katherine unirse a ellos y se sentó al lado de Julie, descansando la cabeza en su hombro.

-Esto es estúpido -dijo ella-. ¿Y si vamos arriba y jugamos a algo? Puedes dejar a estos idiotas aquí.

Alan observó al lugar al que Julie estaba mirando y no se extrañó demasiado al ver que era Wade, sentado en el piso, junto a Adriana. Si estaban jugando o no, era un misterio, lo que era claro era que se estaban besando y cuando terminaron, Adriana dirigió a toda una sonrisa orgullosa.

-Me perdí los últimos minutos, ¿qué está pasando? -contestó él.

-Estoy de acuerdo en irnos -murmuró Mike, hundiéndose en el asiento. Antes que Alan pudiera contestar, notó que Kristy miraba a Mike con lo que sólo se podría definir como malicia.

-Ustedes tres, allá -llamó ella. Alan frunció el ceño-. Vamos, también tienen que jugar. Verdad o reto, Mike.

Mike no contestó. Lo que fuera, no quería hacerlo, ni quería contestar. No con todos mirándole. Alzó la mirado y notó que Gabriel lo miraba. Por un momento, parecía que iba a intervenir y Mike recordó todas las veces en que evitó que lo molestaran o que le incluyeran en sus juegos, pero cuando lo único que hizo fue darle un sorbo a su vaso, supo que eso no iba a pasar hoy.

-Hey, hey, Kris -intervino Clay, alzando la mano y llamando la atención de Mike-. Antes que vayas desviando la atención, ¿no deberíamos preguntarte a ti? Te has salvado hasta ahora.

-Y tú también, Harris -respondió ella, frunciendo el ceño. Clay no se inmutó.

-Aquí está mi pregunta -dijo Clay-. ¿No estás celosa?

Mike bajó la mirada. No quería que lo mencionara, no quería que Harris dijera nada de su pasada relación con Gabriel.

-¿Celosa de qué? -preguntó Kristy. Mike se forzó a mirar, esperando algo que le avergonzara, pero en vez de eso, Harris bajó de la silla en dónde estaba y se sentó al lado de Gabriel, deslizando una mano hasta su nuca.

-Bueno, de esto, claro -dijo, antes de inclinarse y besarlo, en frente de todos. Por un momento, Gabriel se quedó estático, dejándose besar sin reaccionar en el absoluto, pero después movió una mano, la enredó en el cabello de Harris y le regresó el beso con el mismo ímpetu. Mike no desvió la vista, aunque quería hacerlo. No quería que nadie pensara, menos Alan, que le importaba o que le afectaba lo que estaba pasando.

-No estoy celosa -respondió Harris, cuando se separaron-. Pero puedo darte un par de consejos cuando quieras.

La conversación y los juegos siguieron, Kristy ignorando a Mike de nuevo, algo que él agradeció. El único cambio fue que, cuando Clay regresó a su sitio en el sofá, Gabriel se movió, de tal forma que podía recostarse en sus piernas. De alguna forma, verlo hizo que el pecho de Mike doliera. Mientras estaban juntos, hacer algo como eso en público no era una opción, a Mike le asustaba y Gabriel nunca insistió ni pareció querer divulgarlo y Mike estaba bien con eso, pero ahora... Harris había hecho lo que él en más de un año de relación no se atrevió a hacer y lo hizo como si no tuviera importancia y fuera una broma. Y ahora Gabe apoyaba la cabeza en su pierna, sonriendo mientras escuchaba a sus amigos narrar anécdotas vergonzosas e intercambiar tragos. Delante de todos sus compañeros.

Sin poder evitarlo, se levantó y se alejó de la sala. Sólo quería calmarse un poco y descubrir porqué de repente le molestaba. Él y Alan se habían besado en la fiesta de Halloween, pensó que ya lo había superado. Pero le enfadaba, verlo con Harris, exhibiéndose, le hacía notar que no fue especial. Para Gabriel, su relación no fue tan especial como lo significó para él.

-¿Qué estás haciendo? -se giró al escuchar a Julie y se encogió de hombres. Había terminado en la puerta frente al cuarto de Alan, sin atreverse a entrar-. ¿Es por Gabriel y Harris?

-No -negó Mike. Él ya los había visto juntos, no era eso, no era el beso.

-Bueno, parece que es por ellos, Mike -replicó Julie, en voz baja. Mike se estrujó los dedos.

-Es que verlos... a él nunca le interesó publicar lo nuestro. Y siento que... a veces siento que en realidad sólo yo lo quería y pienso en el tiempo que pasamos juntos. Y no quiero creer que fue una mentira, pero a veces... lo escucho hablar y no reconozco al Gabriel que quería, y me pregunto si alguna vez existió. No tolero pensar que todo ese tiempo, todas esas cosas en realidad no fueron nada. Y no es que quiera volver con él, es que es mi vida, ¿entiendes? Mi vida y mi tiempo y las cosas que asumí que eran ciertas, y si no lo eran entonces yo...

-¿Desperdiciaste todo ese tiempo? -completó Julie. Mike cerró los ojos.

-Más o menos.

Julie asintió. No lo entendía del todo, pero suponía que era lo que debía hacer. Mike suspiró y cerró los ojos, acariciando el puente de su nariz.

-Esto es tonto -murmuró-. Estoy aquí por Alan, no por... ya no debería importarme.

-Sólo cálmate, Mike. Mira, yo no creo que lo tuyo y Gabriel fuera una mentira. Gabriel es un mentiroso, y eso no se puede negar, pero no miente acerca de lo que siente. Y lo de Harris, bueno, Harris se parece a Wade en algo, les gusta actuar y divertirse. He visto a Gabe reaccionar a Wade por mucho, así que tal vez sólo se está dejando llevar. Voy a regresar. Alguien debe detener a Katherine, antes que termine vomitando de borracha. O haciendo algo peor.

Mike sonrió y la vio marchar y regresó a la sala un rato después, pero Alan no estaba allí. Siguió el ruido de risas y música y salió fuera de la casa, hasta llegar a la piscina. Como había dicho, Julie estaba al lado de Katherine y le hablaba de algo, negando con la cabeza cada cierto tiempo, inmune a los pucheros de Kathy. Vio a Alan apoyado en la pared, mirando a ningún lado y se acercó, recostando su cabeza en su hombro.

-¿Cómo estás? -preguntó Alan. Mike alzó los ojos, pero Alan seguía con los ojos fijos al frente.

-Bien -contestó-. Lo siento por irme, yo...

-Está bien, Mike -le interrumpió Alan-. No me voy a estar enojando por cada cosa que hagas.

Mike le tomó la mano y la apretó, sintiéndose calmado de nuevo.

-Gracias -murmuró-. ¿Cómo van las cosas aquí?

-¿Cómo crees? La mitad está media borracha y no creo que cambien. Al menos, ya está anocheciendo. Voy a ser feliz cuando se vayan.

Mike soltó una risita y Alan lo miró al fin. Por el rabillo del ojo, era capaz de ver a Gabriel cerca a la piscina, acostado en el piso, indiferente a la mano de Harris que acariciaba su abdomen desnudo. Pero con Alan allí, no se sentía tan mal. Sonrió y lo besó en la mejilla y el gesto sorprendió a Alan, que llevó una mano a su mejilla y lanzó una carcajada. Era la primera vez en el día que reía y era el mejor sonido que Mike había escuchado.

---

Gabriel bostezó, mirando sin demasiado interés a Wade sentado en una tumbona, junto a Adriana. Habían estado bailando unos minutos atrás, pero los dos lucían agotados ahora y sólo se dedicaban a hablar en susurros. Una de las manos de Wade se apoyaba en la cintura de la chica y Gabriel sintió un pequeño ramalazo de disgusto. Esta podría ser la vida de Wade, era feliz con ella, aunque ellos negaran que fueran pareja y era feliz con su familia, con todas las carencias que tenían. Y no tendría que seguirlo a ese mundo lleno de mentiras en el que pensaba meterse. Gabriel apretó los puños, incómodo. Trataba de no pensar en eso, pero a veces se preguntaba si no estaba siendo egoísta. Después de todo, era él quien le dijo que le siguiera. Desvió los ojos, forzando a su mente a ir en otra dirección, no quería pensar en eso porque sabía que llegaría a la misma conclusión: nunca le diría en serio a Wade que eligiera algo que no fuera seguirlo, era egoísta, pero no podía. Ya había perdido al resto de su familia, no se alejaría de él.

-Cuando lo miras así, se me hace difícil creer que no lo quieras -escuchó susurrar a Harris. Giró el rostro, suspirando.

-Creí que ya habíamos pasado por eso. Deja a Wade fuera de tu mente.

-Eso es algo un poco difícil de hacer -respondió Clay, sonriendo. Llevó una mano a su pecho, cuando vio el ceño fruncido de Gabriel-. Pero estoy tratando, lo intento con todo mi corazón.

Gabriel negó con la cabeza, indeciso entre sentirse exasperado o divertido. Al menos Clay lo distraía de sus pensamientos. Se movió un poco, estiró la mano y la ubicó en su cuello, atrayéndolo para poder besarlo. Sabía que estaban en público, pero estaba cansado y necesitaba la distracción. Necesitaba cualquier cosa y los labios de Clay abriéndose para los suyos y sus manos aferrándose a su espalda estaban más que bien. Movió sus labios hacia el cuello de Harris, chupando la piel expuesta y lo escuchó reír sin aliento en su oído.

-Eres raro, Barnett -le susurró-. Primero, insistes en que no es nada y luego saltas en público sobre mis huesos. No es que me queje -agregó, cuando Gabriel se apartó.

Gabriel miró a los lados. Wade y Adriana habían desaparecido, pero Ericka lo estaba mirando con una ceja enarcada y se obligó a apartar las manos de Clay.

-Después -le susurró, caminando hacia su amiga.

-Estaba tratando de fingir que todo esto de venir aquí y hacer una fiesta es normal -le dijo ella, cuando Gabriel llegó hasta su lado-, pero lo tuyo con Harris es todavía más raro. Aunque puedo racionalizarlo si pienso que no quieres que Mike... como sea, ¿por qué estamos aquí?

-Estamos despidiendo el año antes de tiempo -contestó Gabriel, cruzando las manos tras su espalda-. Garton amablemente se ofreció.

Ericka le miró por debajo de las pestañas, incrédula. Era imposible que creyera eso, pero después de considerarlo un momento, decidió dejar las cosas como estaban.

-Fingiré que te creo y que no noto que estás mintiendo en mi cara -dijo, esbozando una sonrisa. Gabriel se sentó, bufando-. Entonces, ¿Harris?

-Tenemos algo -contestó Gabriel, haciendo una mueca. Ericka lo miró, extrañada. Hace unos meses, lo único que hacía Gabe con Harris era gruñirle y tratar de alejarlo de Wade.

-Pensé que se detestaban mutuamente.

-No creo que haya dejado de detestarlo -dijo Gabriel, mirando hacia Harris. Él estaba con su prima ahora, bailando. Uno al lado del otro, parecían más hermanos gemelos que primos, los dos con la misma piel blanca, el cabello rubio tan claro que era casi platino y los mismos ojos azules-. Sólo pasó. Y supongo que es más fácil así.

Ericka asintió. Gabriel no sonaba enamorado, ni nada que se le acercara. Era un poco triste, pero si pensaba en eso, sólo se sentiría culpable, así que dejó de hacerlo y se levantó, estirando la mano hacia él.

-Ya que estamos aquí, bailemos. Además, me empieza a dar frío.

-¿Puedo traerte una chaqueta y no bailar? No estoy de humor -bromeó a medias, pero le hizo caso de todas maneras. Eran apenas las ocho de la noche y quería que el tiempo pasara pronto y salir de allí. Para su mala suerte, mientras se levantaba, vio a Mike. Estaba con Alan, ambos apoyados en la pared, pero inclinados el uno hacia el otro, riendo. Notó la forma en que Mike alzaba la vista y unía sus manos con las de Garton y sintió que su estómago se revolvía. Se preguntó, no por primera vez, cuándo demonios iba a dejar de sentirse así.

-¿Dónde está Wade? -le preguntó a Ericka, para cambiar el rumbo de sus pensamientos y tratando de ubicar a su amigo.

-Se fue con Adriana. No me pidas detalles, por favor. 

-¿Te cae bien Adriana? -preguntó Gabriel. Ericka se separó y volvió a su asiento. Gabriel la siguió, examinando su reacción. No tenía ninguna razón para preguntar, sólo seguía pensando en lo mismo de antes, lo mucho que ella y su mejor amigo parecían funcionar.

-No la he tratado lo suficiente como para tener una opinión -contestó Ericka-. Y no creo que importe, en un par de meses, no la volveremos a ver.

Gabriel asintió, sonriendo al ver que Harris se acercaba a ellos con una pizza en las manos. Incluso Ericka abandonó toda pretensión de elegancia y cogió un trozo con las manos, riendo de un chiste que Harris contó. El tiempo pasó rápido después de eso, mientras observaba a Garton tratar de organizar a todos y de impedir que destrozaran algo y trataba de resistir a la tentación de emborracharse. Para cuando dieron la una, Harris volvió a acercarse a él, con una sonrisa pícara en los labios a que se estaba empezando a acostumbrar e hizo un ademán sutil hacia la casa. Gabe no pudo evitar el estremecimiento de anticipación que le recorrió, así que se levantó y lo siguió dentro de la casa.

-Garton estaba tratando de organizar a todos, pero no creo que le hicieran caso -le comentó Harris, mientras Gabriel avanzaba por los pasillos y abría una puerta. Solía quedarse en se cuarto cuando llegaba de visita y sabía que la casa tenía suficiente lugar para todos, así que no le preocupaba. Ya había dejado sus cosas allí horas antes, de todas formas y, para su suerte, nadie lo había ocupado-. Pensé que ibas a golpearme o algo, cuando te besé antes. No que lo admitirías o algo así.

Gabriel se encogió de hombros. Harris ladeó el rostro y estiró una mano, delineando un lado de su rostro con dos dedos. Gabe lo dejó hacer por un momento, pero esta clase de cosas le incomodaban cuando venían de él, así que lo atrajo hacia sus labios y lo besó, tratando de quitarle la camiseta mientras lo hacía. Estaba intentando de no pensar que cerca de allí, Mike estaría haciendo lo mismo con Garton, pero el pensamiento seguía colándose en su cabeza mientras Clay deslizaba la lengua por su cuello y le empujaba hacia la cama y siguió pensándolo cuando Clay se puso de rodillas delante suyo y le abrió los jeans. A diferencia de Mike, él jamás temblaba cuando lo tocaba, nunca se sonrojaba o parecía avergonzado y Gabriel se odió al notar que no podía concentrarse en el momento.

-No me contestaste -dijo Harris, acariciando su miembro y dirigiéndole una mirada curiosa-. ¿Por qué lo admitiste?

-Daba igual -contestó. No quería decir que agradeció que Harris atrajera la atención hacia ambos en ese momento, porque así Mike se salvaría de ser interrogado.

-Bueno, bueno, dejando eso de lado, ¿puedes concentrarte en esto? No me gusta tener que hacerlo cuando el otro tipo tiene la mente en otro sitio. No es amable, Barnett.

Gabriel suspiró. Clay era un imbécil, pero tenía algo de razón. Asintió, sin responder y lo miró, tratando de olvidarse de todo. No fue tan difícil como creyó que sería, nunca le prestaba mucha atención, pero ahora que lo hacía, podía notar su cabello rubio y la forma en que se lo apartó del rostro antes de envolver los labios en su miembro, la forma en que sus ojos brillaban con diversión antes de cerrarse cuando lo llevó más dentro de su boca. No pudo evitar llevar una mano a su cabello y apretar, ni empujar sus caderas hacia adelante.

-¿Nadie te lo había hecho? -preguntó Clay, con la voz ronca. Gabriel le miró, y negó con la cabeza. Movió la mano que mantenía en su cabello hasta los labios entreabiertos de Clay y los acarició, dirigiendo su erección de regreso a su boca, pero Clay sonrió y se alejó un poco.

-Nadie -respondió Gabriel, observando mientras Clay lamía su miembro. No le gustaba hablar de él o de sus experiencias.

-¿Ni siquiera Mike? -susurró Clay, sabiendo que estaba tentando su suerte. Mencionar a Mike era llamar el mal humor de Gabriel-. Pensé que sí, ese chico te miraba y parecía que haría lo que fuera por ti.

Gabriel dejó escapar una risa seca y esta vez se aseguró que Clay no se moviera, le abrió la boca y se lamió los labios mientras miraba su miembro entrar en la boca de Clay. Era excitante y raro y era mucho más raro porque en realidad tenía ganas de contestarle. Lo único que había hecho con el asunto de Mike era no hablar de él, no pensar en él y consumirse en la culpa, los celos y el enfado. Tal vez cambiaría algo, si dejaba de fingir que no le importaba y se atrevía a mencionarlo en voz alta.

-Lo intentó una vez -dijo, entre jadeos-. Lo intentó, pero no pudo y no lo hizo otra vez. Y nunca se lo pedí.

Clay alzó los ojos, gimió con el miembro todavía en su boca y Gabriel se preguntó si lo hacía a propósito, sólo para provocarlo.

-Y yo se lo hice un par de veces, pero nunca... -se interrumpió, para maldecir en voz baja, tratando de ahogar sus gemidos-... nunca se lo pedí. O sea, a veces lo pensaba, pero nunca pensé en decirle que lo hiciera. Joder, para.

Clay se detuvo y se levantó. Gabriel podía estar excitado, pero era la primera vez que le escuchaba hablar de Mike y admitir que su relación en realidad había existido y podía notar el dolor en su mirada. Se preguntó si debían continuar o si sería mejor irse.

-Creo que fue mala idea sacar el tema -dijo, tratando que su voz sonara a broma, para aligerar el ambiente. Gabriel alzó la vista, pareció notar que todavía tenía la bragueta abierta, pero en vez de cubrirse, como Clay pensaba que haría, empezó a acariciarse y Clay sonrió al verlo. Eso era sexy, tenía que admitirlo, la forma en que se tocaba, casualmente y no dejaba de mirarlo y se movía hasta quedar recostado en la cabecera de la cama, exhibiéndose para él. Si tan sólo pudiera ser así de dócil siempre y se quedara así, con las piernas abiertas, dispuesto a recibirlo.

-Ven aquí -casi gruñó y Clay fue, feliz de obedecer. Tal vez todo lo que Gabriel estaba haciendo era usarlo para sacar a Mike de su mente y por eso se dejó besar y le regresó los besos, con más rabia que otra cosa, pero no le importó. Le gustaba verlo sin la máscara que lucía a diario y le gustaba ser capaz de provocarlo y de verlo perder el control. Fue empujado hacia abajo en la cama poco después y sintió dientes en su cuello y sus hombros, lo sintió acariciarle el abdomen y se empujó hacia arriba cuando sus erecciones se rozaron, ambos todavía con los jeans puestos. Con el apuro, Clay ni siquiera pensó en desnudarse o desnudarlo.

-Demonios, Barnett, sólo hazlo de una vez -exigió. Gabriel seguía sobre él, lamiendo su cuello y moviéndose, causando que la fricción entre sus miembros fuera insoportable, y Clay quería más. Quería sus dedos dentro de su cuerpo.

-Te dije que no me llamaras así -gruñó en su oído, antes de morderle el lóbulo. Clay dejó escapar una risa ahogada.

-Entonces -dijo, apartando a Gabriel de su cuello y sosteniendo su rostro con ambas manos. Miró su rostro sudoroso, notó la manera en que se mordía la lengua y elevó las caderas sin pensarlo. Quería ser él quién le mordiera, así que se acercó y lo hizo, le mordió el labio inferior, antes de lamerlo-...deja de llamarme “Harris”. Barnett -gimió la última palabra, sólo para fastidiarlo.

-Clay -gruñó Gabriel, sin ánimos de discutir. Era extraño decir su nombre en voz alta, no recordaba si alguna vez lo había hecho.

-Gabriel -murmuró Clay, esbozando una sonrisa antes de llevar las manos a la nuca de Gabe y atraerlo a su boca. Gabriel le regresó el beso con la misma intensidad, embistiendo contra él. Coló una mano entre sus cuerpos y los masturbó a ambos, ahogando sus gemidos en la boca de Gabriel cuando se corrió. Gabriel lo hizo poco después y se dejó caer sobre él, respirando agitado.

-Deberías dejarme estar arriba alguna vez -murmuró Harris, pasando una mano por el cabello de Gabriel.

-No.

-¿Por qué no? ¿Nunca has oído hablar de reciprocidad?

-Eres pesado -respondió Gabriel, bostezando.

-¿Y crees que tú no? Esa no es una razón, Gabriel.

Gabriel se quitó de encima de Clay y se acomodó en la cama, apoyando su rostro en la almohada. Estaba sucio, pero pararse a limpiarse le parecía demasiado esfuerzo, así que uso su camiseta y observó, con el ceño fruncido, cuando Clay tomó la camiseta de sus manos y se limpió con ella también.

-No me gusta y es todo -contestó. Clay le miró, enarcando una ceja.

-Lástima. Porque creo que lo disfrutarías -se interrumpió cuando Gabriel dejó de fruncir el ceño y sólo le dedicó una mirada indiferente. Cuando ponía esa expresión, era imposible hablar con él-. Bien, como quieras. Pero si alguna vez cambias de parecer y quieres experimentar, sólo dime. Lo mantendré en secreto y todo.

Gabriel cerró los ojos, ignorando sus palabras.

-Sólo duerme, Harris. Estoy cansado, ¿sabes?

-¿Vuelvo a ser “Harris”? -Clay sonrió, tirando la camiseta sucia hacia una mesa cercana y preguntándose si podrían ir por una segunda ronda. Eso no había sido satisfactorio en lo absoluto.  Pero Gabriel lucía cansado de verdad y bostezó, aún mirándole.

-Sólo duerme -le espetó, tirándole la sábana y cerrando los ojos. Clay rio y eso fue lo último que Gabriel escuchó antes de rendirse al sueño. Despertó por el sonido de la alarma del celular y lanzó una maldición al ver que había dormido menos de dos horas. Eran apenas las cuatro y media. Bostezando, se levantó, se puso una camiseta limpia y se cambió los jeans y regresó a mirar a Harris cuando este gimió en sueños, sólo para asegurarse que seguía dormido. Salió del cuarto, cuidando de no hacer ruido y bajó las escaleras. No se sorprendió demasiado al encontrar a Alan sentado al pie de ellas.

-Al fin te apareces -dijo, causando que Gabriel frunciera el ceño.

-Sólo apresurémonos, ¿quieres? -contestó-. No me digas que ni siquiera has dormido por estar aquí.

Alan se levantó y examinó el rostro de Gabriel. Lucía cansado, más que él, que al menos había logrado dormir un par de horas, después de mandar a todos a la cama y asegurarse que no rompieran nada valioso; pero sentir simpatía hacía Barnett no era algo que quisiera hacer. 

-Dormí. Más que tú, al parecer -respondió, empezando a caminar. Gabriel lo siguió, en silencio y pronto, estuvieron ante la puerta del despacho del padre de Alan y éste se detuvo, con la mano en la perilla. Llevaba años sin entrar allí. Dolía demasiado ver el lugar en el que su padre solía sentarse, pasando horas entre papeles y al teléfono y aunque a veces Alan lo detestaba por no tener más tiempo para jugar con él, la idea de no verlo allí era mucho peor. Por eso no podía entrar.

-No tengo todo el día, Garton -espetó Gabriel, detrás de él. Alan maldijo entre dientes. La primera vez que entraba desde que su padre murió y tenía que ser acompañado de un Barnett. Abrió la puerta y encendió la luz y se quedó de pie, mirando las paredes que seguían tal y como las recordaba. Su madre no entraba allí tampoco, pero ordenaba que mantuvieran el lugar limpio. Se acercó al escritorio y lo miró, sin atreverse a tocarlo, casi deseando volver a los tiempos en los que era más pequeño y había una persona sentada allí. Reaccionó al escuchar los pasos de Gabriel, lo vio pasar el escritorio y mirar un cuadro detrás de la silla con expresión insegura.

-Creo que es este -murmuró, antes de alzar las manos y mover el cuadro. Alan se apresuró a llegar a su lado. No es que esperaba que Gabriel pidiera permiso, pero era su casa y sus cosas, podía ser al menos un poco cortes.

Debajo del cuadro, sólo había una pared, pero Gabriel no se inmutó y la tanteó, murmurando para sí. Alan lo apartó, recordando que de niño, alguna vez vio a su padre hacer lo mismo y presionó hasta que sus dedos encontraron una pequeña hendidura, que provocó que la pared se corriera, revelando una caja fuerte empotrado en ella.

-Estaba bien disimulada -comentó Gabriel. Alan lo miró, notando que a pesar del tono ligero de su voz, estaba ansioso. Si allí había una prueba contra Henry, lo menos inteligente sería dejarle con su hijo, pero con todo lo que Alan detestaba a Gabriel, no podía decir que su odio por Henry fuera falso.

-¿Puedo abrirla? -preguntó. Gabriel frunció el ceño, pero asintió. Sacó un papel del bolsillo de sus jeans y se lo tendió. Alan lo leyó, y suspiró, antes de girar la cerradura, sintiendo que también empezaba a ponerse nervioso. Si había algo allí que podía probar que su padre era inocente... cuando al fin abrió la caja, Gabriel lo apartó y miró dentro. No sabía que estaba esperando, exactamente, pero lo que había allí no era más que un sobre marrón que sacó después de dudar unos minutos.

Alan esperó, tratando de ver que había dentro mientras Gabriel abría el sobre y revisaba los documentos. Al verlo fruncir el ceño, supo que no había encontrado lo que esperaba.

-Esto es una mierda -murmuró Gabriel. Cogió el sobre y lo estampó contra el pecho de Alan, apretando los dientes. Éste lo cogió y revisó el contenido. Había unas facturas viejas, una foto de sus padres jóvenes, nada que valiera la pena-. Hay algo para ti allí.

Alan lo miró, mientras Gabriel se dejaba caer al piso y se llevaba el puño a la frente, a todas luces tratando de contener su furia. Regresó los ojos al sobre y volvió a revisar su contenido, hasta que notó la letra de su padre en unos de los papeles y su nombre en la cabecera. Era una carta. Alan la leyó por encima, no queriendo hacerlo con Gabriel allí y en vez de eso, se sentó cerca de él, esperando que hiciera o dijera algo. O que simplemente se dignara a levantarse y se fuera de una vez.

-¿Cómo van las cosas entre tú y Mike?

Alan parpadeó. Eso no era lo que esperaba.

-¿Por qué te importa?

-Curiosidad -gruñó Gabriel. Todavía tenía los ojos cerrados y todavía apoyaba el puño en la frente, así que Alan era incapaz de ver su expresión, pero no le gustaba un ápice el tono tan tranquilo que estaba usando-. Estoy curioso, de verdad. Él no es del tipo de enamorarse y desenamorarse así nada más. Así que me extraña.

Se descubrió el rostro y miró a Alan, sonriendo y éste supo que lo mejor era levantarse y dejar de escucharlo, pero no se movió. Si Gabriel pensaba que podía provocarlo, estaba equivocado.

-No tiene nada que ver contigo, Barnett.

-No te enfades. Estaba pensando en darte un par de consejos, para variar -Alan hizo una mueca de asco y Gabriel se acomodó, apoyando las manos en el piso y mirando al techo-. Tú sabes, no importa cuánto tiempo pase o cuántas veces lo haga, siempre se sonroja como la primera vez y siempre parece tan tímido e inocente. Siempre temblando y balbuceando y luciendo tan adorable que dan ganas de hacérselo hasta que ruegue.

Alan lo miró, boquiabierto. No esperaba que de verdad se pusiera a hablar de Mike y lo odió, porque estaba siendo sincero. Él había notado lo mismo en Mike, aunque lo atribuía a su sentido de la vergüenza y a su inseguridad. Cuando Gabriel lo mencionaba, sonaba como si Mike lo planeara así, como si usara esa inocencia para seducir. Quería callarlo. No quería escuchar lo que Barnett pensaba de Mike, trataba de no pensar en ellos, juntos.

-Es como si tuvieras que seducirlo cada vez -Gabriel sonrió y lo miró, llevando un dedo a sus labios-. Aunque es fácil. Le gustan los besos. Un beso, y lo puedes tener en tus manos, diciendo que sí a todo. Pero si quieres saber qué es lo que realmente le gusta, si no lo descubriste ya, le gusta mirar. Mirarme a mí, al menos. Y por la cara que estás poniendo, ustedes realmente no han hecho mucho, ¿verdad?

Alan gruñó, sin poder negarlo. Habían dormido juntos, pero no eran tantas veces como a él le gustaría y no, nunca lo había visto derretirse y decir sí a lo que sea sólo por besarse.

-Entonces, él realmente te está usando para enfadarme -murmuró Gabriel, sorprendido-. Nunca lo creí posible.

El golpe tomó por sorpresa incluso a Alan. No estaba planeado moverse, sólo lo hizo y cuando reaccionó, estaba sobre Barnett, con una mano apoyada en su garganta y el puño en alto, listo para golpear otra vez. Lo detuvo la mirada en su rostro. No era la expresión de burla que esperaba, era desafío. Quería que lo golpeara, notó. Quería que lo golpeara, quería empezar una pelea y todo porque las cosas no salieron como él esperaba. En cualquier otro momento, habría agradecido tener una excusa para golpearlo, pero no quería ser un juguete en las manos de Barnett.

-No me metas en tus juegos, Barnett -gruñó-. No es mi culpa que no hubiera nada allí, no voy a servirte como desahogo.

-¿Y sólo por eso crees que no estoy diciendo la verdad? -susurró Gabriel-. No te mientas a ti mismo, Garton.

-Él no está conmigo para enfadarte -murmuró, tentado a dejar caer el puño y sólo destrozar su rostro-. No me digas que en realidad crees eso, porque si lo crees, nunca lo conociste. Él es mejor que tú o yo.

Se levantó, apretando los puños y caminó hacia la puerta, con el sobre aún en las manos.

-Levántate, Barnett, quiero a toda esta gente fuera de mi casa. En especial a ti.

Gabriel se levantó. Pareció derrotado un minuto, pero cerró los ojos, suspiró y salió de allí como si nada hubiera pasado. Alan cerró la puerta, prometiéndose que volvería después, a solas y subió al cuarto, a guardar el sobre, antes de bajar a la sala y dejarse caer en el sofá y notar que también él estaba decepcionado. Esperaba encontrar una prueba, algo que le asegure que siempre tuvo razón y su padre era inocente, algo que pudiera hundir a Barnett. Pero las cosas nunca eran tan fáciles y como Gabriel le dijo días antes, él estaba eligiendo salir de ese mundo, nunca podría hacer nada.

---

Gabriel entró a su cuarto, bostezando. Quería dormir un poco, pero Adriana estaba allí, sentada en el escritorio y riendo. Al menos, pensó, no se estaban besando lo que significaba que no tendría que irse.

-Tienes que ir a mi casa, Wade. Mi mamá quiere despedirse de ti. Creo que está más triste que yo ahora que no te verá.

Gabriel se sentó en su cama, mirando como Wade sonreía antes de contestar.

-Iré. Pero, no sé... no es como si nunca nos fuéramos a ver otra vez, ¿cierto? -Adriana lo miró, incrédula y sacudió la cabeza-. Vamos, estamos en la época de la tecnología. Hay facebook y video llamadas y todo.

-Bueno, sí -admitió ella-. Pero... bueno, tú no vives en el mismo mundo que yo. Estarás muy ocupado con lo que sea que ustedes hagan y yo volveré a mi casa, con un restaurante que atender y todo. Tú me entiendes, no me hagas decirlo.

-Lo entiendo -dijo Wade. Su voz sonó más seria y Gabriel se preguntó si debía estar allí, escuchando, aunque ninguno de los dos pareciera importarles su presencia-. Pero, aún así. Somos amigos, me gustas y me gusta tu familia. No creas que te vas a librar de mí tan fácil.

Adriana lo volvió a mirar, esta vez con una sonrisa más suave en el rostro y Gabe frunció el ceño. Cuando ella miraba a su amigo, casi siempre parecía divertida o con ganas de arrastrarlo a alguna habitación. Ahora, lo miraba de una forma que era casi dulce. Se preguntó si Wade se daba cuenta, o si ambos se daban cuenta que se estaban mirando como si lo que menos quisieran en el mundo era separarse.

-Bueno -aceptó ella-, pero si me dejas de escribir, será un “te lo dije” de mi parte. Ve a casa este fin de semana. Mi mamá no estará tranquila hasta que te despida de forma apropiada.

-Claro -Wade sonrió, rascándose la nuca-. Llevaré a Gabe también.

Adriana asintió. Por un momento, lució como si fuera a acercarse, pero suspiró y fue hacia la puerta.

-Nos vemos.

Gabriel parpadeó, mirando hacia la puerta cerrado. Eso había sido más incómodo que las veces que les había visto besarse.

-Entonces, ¿qué pasó? -preguntó Wade, sacándolo de sus pensamientos.

-Creo que eso debería preguntarlo yo. Garton cree que estoy devastado, así que dame algunas buenas noticias.

Wade sonrió, antes de revisar su mochila, sacar un paquete de papeles y acercarse a la cama, tendiéndoselos a Gabe.

-Al parecer, mi querida madre no mintió -dijo, sentándose a su lado-. No he tenido mucho tiempo para leerlos, pero creo que no dejé nada de importancia allí.

-¿Y esa carta? -preguntó Gabriel, hojeando los papeles. No podía entender mucho de todo esto, pero una de ellas llamó la atención. La firma de su padre estaba allí, en una de las hojas membretadas que solía usar y aunque no conocía de quién hablaba, eran al parecer órdenes para comprar terrenos. No lucía muy legal. Había más cosas por el estilo, una copia de un contrato y la foto de un hombre japonés que no reconoció como ninguno de los socios de su padre.

-Era asunto de Garton, no nuestro. Pero la memoricé, así que si quieres saber qué decía... ah, también esto.

Gabriel alzó los ojos de los papeles y observó el sobre que Wade le tendía. Antes de poder cogerlo, Wade lo abrió y Gabriel ladeó el rostro, al ver el fajo de billetes.

-¿Qué es eso?

-Había un fajo de billetes allí. No pensé que lo necesitarían, lo tomé.

Gabriel siguió mirándolo, boquiabierto. Había sido idea suya que Wade se encargara de todo, era más fácil para él pasar desapercibido, la gente solía creer que era un imbécil al que le gustaba reírse de la gente y ser algo cruel y nada más. Y Garton era un imbécil si creía que iba a aceptar que él viera la evidencia, en caso lo hubiera. Y tal vez fuera paranoico, pero si alguna vez Garton contaba la historia, lo único que tendría para decir es que no encontraron nada.

-Le robaste dinero a Garton -dijo, aún incrédulo.

-Oye, no lo digas así. Además, es bastante, y en serio, no lo necesitan. Podría comprar algunas cosas... apenas que sea como en las películas y sea dinero marcado, pero eso lo hacen los policías y creo que estamos seguros que Garton y tu padre no están de lado de la policía.

Gabriel lo miró hablar, y antes de darse cuenta, se echó a ríe. Wade se interrumpió, frunciendo el ceño.

-Robaste su dinero -repitió, entre risas. No podía recordar la última vez que se había reído en esos días-. ¡Ni siquiera lo necesitas!

-Le hemos robado algo más valioso que eso, creo yo -dijo Wade, empezando a ofenderse un poco.

-Tienes razón -suspiró Wade, apoyando la cabeza en su hombro-. Tengo que pensar en qué hacer con todo esto ahora. Lo lógico sería dárselos a Joanna.

-Ni siquiera lo pienses. Mi madre va a utilizarte para lo que sea que planee, no se lo pongas fácil. Además, tengo una idea.

Sin moverse de dónde estaba, Gabriel alzó los ojos y observó a su amigo. La sonrisa de Wade no tenía nada que ver con la que había dirigido a Adriana, era pura diversión, como si en realidad estuviera disfrutando esto. Bueno, no es que le asombrara. Wade podía ser muy cruel y regodearse en ello.

-Entonces, ¿qué es?

-No creo que te guste -contestó-. Por el momento, saquemos una copia a todo esto. Hay una USB allí que debemos revisar y luego seleccionaremos con qué quedarnos. Y luego... bueno, paso a paso.

Gabriel asintió. Paso a paso. Aunque quisiera apresurarse, no podía hacerlo. Tenía que tener paciencia y esperar e ir lentamente y pensar bien en lo que haría después, o lo que Wade estaba planeando hacer. Al menos, pensó, en Wade podía confiar.


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