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The One Night Stand por Fallon Kristerson

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11. Es hora de confersar un par de verdades


No supo en qué momento había dejado de jugar, en qué momento había dejado que la máscara se le cayese. Solo supo que sucedió y que él cedió ante el impulso de ser sincero aunque sea esa vez. No sabía si Gakuto realmente aparecería ante su petición de que fuese a su apartamento, después de todo el chico no le había respondido al mensaje de texto en el que se lo pidió. Pero ahí estaba otra vez el adolescente, notablamente molesto, aunque con un extraño brillo en sus ojos que no quería delatar su razón de estar ahí, y él no pudo hacer más que besarlo. Otra vez. Pero no se había tratado de un beso como los demás que ya se habían dado y ambos se habían percatado de eso desde el primer instante. Sin más el chico se había dejado empujar contra la puerta principal, la cual había cerrado el mismo pelicereza cuando entró, y el tensai ya no podía negar que ese niño lo traía más que loco. Y un beso tras el otro vinieron, pero ninguno fue más allá de los labios del menor, ninguno buscó profundidad y ninguno mintió.


-Viniste –logró por fin susurrar una vez que se separó del más pequeño, quien solo frunció el ceño y trató de sonar frío.


-Eso era parte del trato, ¿o no?


Yuushi sonrió, pero faltando su acostumbrada soberbia, cosa que tomó a Gakuto con la guardia baja.


-No, no lo era ni lo es –murmuró y lo volvió a besar-. Lo siento.


-No sé de que hablas –trató de convencerse el chico, alejando al peliazul con dificultad y desviando la mirada hacia el suelo o el costado, o donde no estuviese la sonrisa del adulto-. No tienes de qué...


-No volveré a meter a Kotaro en nada –prosiguió Yuushi, ignorando las protestas del menor, tomándolo del mentón y mirándolo a los ojos.


-Ya, dije que no importa –farfulló Gakuto, perdiendo la postura al sentir nuevamente los labios del mayor sobre los suyos. Sin darse cuenta de lo que hacía, se aferró a la camisa del Oshitari, quien lo tomó por los brazos, besando las mejillas del menor.


-Sí importa –reiteró Yuushi, rozando con sus labios los mechones cerezas que cubrían su frente-. Importa porque tú eres importante para mí, lo quieras o no, me gustas, me enamoré, te adoro y te necesito conmigo, Gakuto.


El acróbata se quedó sin palabras ante lo dicho por el prodigio, quien observó con atención cada una de las reacciones del menor.


Primero todo en él se tensó, en especial el agarre que ejercía sobre su camisa, y luego sintió como si se le fuese a escurrir entre los brazos. Tanto así que simplemente lo tomó y lo jaló hacia la sala. Se sentó en el sofá, con el chico sobre sus piernas y entonces por fin Gakuto se sonrojó a más no poder, haciéndole saber que todo había salido a la perfección.


-Yuush...


Posó un dedo sobre los labios del chico, callándolo, y los delineó con lentitud y requiebro, sintiendo como se tensaba a causa del tacto que tenía con él. Gakuto cerró por un instante los ojos y disfrutó de los sentimientos que se arremolinaban en su estómago y que subían por su garganta, dejándole un sabor extraño en la boca. No supo cómo describirlo, todo eso era innombrable y confuso, pero no por eso dejaba se sentirse bien. Para cuando volvió a abrir los ojos, el par de orbes azules del empresario estaba fijo en él, buscando una respuesta. Pero Gakuto no se atrevió a hablar, algo en él no se lo permitía y un terrible bloqueo en su garganta le robaba toda palabra.


Y por eso besó a Yuushi, presionando sus labios contra los del adulto, sintiendo como su corazón perdía nuevamente el ritmo y como todo en él volvía a revolotear. Ya no aguantando más, buscó profundizar en contacto que había creado entre ambos, cediéndose ante el adulto, quien exploró su boca y lo sostenía con fuerza. Yuushi no lo iba a soltar, no ahora. Si en una sola tarde había descubierto sus sentimientos hacia ese niño rebelde, no significaba que en una tarde también lo iba a dejar ir. Ahoria sí que no. Gakuto rodeó su cuello y pegó más su cuerpo al otro, queriendo nunca alejarse de él. Sintió las manos del adulto descender por sus costados, sujetarlo por la cadera y luego rodearlo por competo con los brazos. No quería que aquello se terminase. El mayor lo alzó y segundos después estaba echado de espaldas sobre el sofá, Yuushi arrodillado por encima de él, con una extraña mirada recorriéndole. Era una mirada que no conocía, diferente a la que el mayor siempre le dirigía. No había lujuria, no había ningún deseo sucio, nada que buscase solo lo físico y fugaz. Era una mirada que solo logró enamorarlo aún más, que terminó de cautivar por completo al acróbata, quien alzó una mano y acarició al mayor en la mejilla. Luego subió un poco y le quitó los lentes, conociendo ya el chiste de estos y sabiendo se sobra que no los necesitaría ahora. No quería máscaras, no quería seguir actuando. Se había hartado de fingir que todo eso solo era físico.


Sintió los labios del mayor sobre su cuello, acariciarlo y saboreándolo hasta el cansancio. Las manos de Yuushi se ocuparon de quitarle el polo que aún traía puesto y, una vez que ese estorbo fue eliminado, recorrieron el torso del pelicereza, quien seguía inmerso en los ojos del mayor. Este plantó un dulce beso sobre sus labios, que no duró más que un abrir y cerrar de ojos, pero que aún así fue comprendido por el chico. Tomando al Oshitari por el cabello, Gakuto lo atrajo nuevamente hacia su rostro y un beso más fue creado, éste más profundo y duradero que el anterior y solo se separaron cuando la falta de oxígeno los obligó. Yuushi dejó que su cabeza descansase sobre el hombro del más pequeño, su cuerpo curvado por estar arrodillado. Gakuto lo redeó como pudo con sus brazos, atrayendo su cuerpo hacia el suyo y haciendo que Yuushi se echara sobre él. No le interesó que pesase más que él, aún podía respirar y así, de esas manera, sentía al Oshitari más cercano que nunca. Sintió su respiración junto a su cuello, bajar por él y acariciar sus hombros desnudos. Percibió con claridad los latidos de su corazón. Estaba ahí, resonando. Sentía su calor invadirlo, como apenas se movia y aún así lo llenaba. Así estuvieron hasta que en algún momento Yuushi se levantó, se acomodó a sí mimo en el sofá y a Gakuto entre sus brazos, meciéndolo entre ellos hasta que el adolescente rebelde se durmió.


...


Cuando Gakuto volvió a abrir los ojos, ya había oscurecido. No entendía cómo había podido dormirse, pero por lo menos ahora estaba despertando. Yuushi mantenía su cabeza apoyada contra la del menor y, al notar que estaba consciente otra vez, le susurró en el oído:


-¿Tienes hambre?


Gakuto negó y solo se acurrucó aún más entre los brazos del peliazul. Estaba consciente de que este no se declaraba así no más a cualqueira que se acueste un par de veces con él, no necesitaba preguntarle eso para saber la respuesta. Así también sabía que el tensai ahora debía de estar esperando ahora una respuesta por parte suya. Una que consistiera de palabras concretas y no de besos.


-Yuushi, yo... –pero las palabras no querían salir, no de su boca.


Yuushi lo giró sobre su regazo, hasta dejarlo sentado con ambas piernas a cada lado y mirando hacia él. Gakuto no se sintió incómodo en aquella posición, mas le ponía nervioso el ahora tener que mirarlo a la cara.


-¿Cuánto dormí?


-Yo diría que por lo menos cuatro horas –respondió Yuushi con paciencia, sabiendo que tal vez el chico necesitaría algo más de tiempo. Pero Gakuto se inclinó hacia adelante hasta quedar a unos pocos centímetros de su rostro. Yuushi alzó una mano y lo acarició en la cabeza hasta bajar por la nuca y delinear su cuello con el pulgar.


-Tus ojos –murmuró en voz baja Gakuto- no son como los míos...


Yuushi sonrió de lado.


-No, no lo son.


-Son más herm... –comenzó el adolescente pero Yuushi se apresuró a callarlo.


-No, no lo son –repitió.


Gakuto lo besó y luego escondió el rostro en su cuello. Algunas hebras azules le caían en la cara y le hacían cosquillas, mas aquello no le molestó.


-Yuushi, te quiero, idiota.


El silencio que llegó después de eso duró mucho. Yuushi permanecía con las manos sobre las espalda del menor, quien había rodeado su cuello con los brazos y no había movido su cabeza del hombro del Oshitari. Todo eso le gustaba demasiado. Percibía el aroma de su amante, como lo iba embriagando. No era algo fuerte, pero para Gakuto de pronto tenía el mismo efecto que una droga. Una de las más potentes. Por lo menos una hora o dos pasaron y la sala se había sumido en la completa oscuridad. Solo del exterior, de la calle, entraba un poco de luz del alumbrado público. Pero eos ya era todo. Gakuto sabía que debía estar en su casa antes de que su padre apareciese o que su madre se diese cuenta de que no estaba en su habitación. Se preguntó cómo era que Yuushi siempre encontraba tiempo para estar en su casa y su padre jamás se dignaba en aparecer más que los domingos. Pero estaban tan cómodo y se sentía tan bien la cercanía del adulto...


Volteó un poco la cara y depositó un beso sobre el cuello del mayor, bajando por este hasta llegar al cuello de la camisa de Yuushi, quien soltó una risita y lo abrazó aún más fuerte.


-Ya es tarde –murmuró por fin, venciendo su pereza y las ganas de quedarse ahí por el resto de su vida.


Yuushi asintió vagamente, levantándose con todo y Gakuto, quien lo redeó por la cintura con sus piernas, pareciendo un koala.


-¿Quieres que te lleve? –preguntó y el chico asintió-. Ok, voy por mis llaves, espérame aquí.


Dicho esto lo depositó sobre el suelo. Gakuto sintió como sus piernas se doblaron y tuvo que apoyarse en la pared para no caer. Yuushi le dirigió una fugaz mirada, antes de rebuscar en el bolsillo de alguna casaca y sacar las llaves de su carro. Se acercó al adolescente y, antes de volver a dejarlo salir, lo acorraló contra la pared, reclamando sus labios y oyendo como Gakuto suspiraba su nombre.






-Ya está –musitó el peliazul, mas Gakuto no se movió de su sitio. Tenía las piernas recogidas y los pies apoyados sobre el borde del asiento del copiloto.


-¿Vas a venir mañana? –preguntó casi con temor-. ¿Vas a ir? No tengo ganas de estar ahí por las puras...


Yuushi sonrió divertido. Gakuto podría quererlo también, estar enamorado de él y todo... Pero no por eso dejaría de ser Gakuto. Y no por eso dejaría de fingir que no le interesaba el prodigio, al menos no lo haría tan rápido.


-Ahí estaré y espero que tu humor esté como hoy en la tarde –rió, por lo que se ganó una mirada de odio aparente y segundos después el chico ya estaba fuera del carro.


-Buenas noches también para ti –murmuró con una pequeña sonrisa el peliazul.

Notas finales:

Bueno… querrán saber por qué no hubo lemon, no? Pues... no creo que hubiese sid buena idea. Digo, ya sé la cosa pasional y todo eso, pero a verdad es que no se me apetecía ponerle lemon ahí. Y ahora ni se les atreva a ponerme que soy una matapasiones que de eso ya habrá mucho en el fic, que esta historia recién empezó. Y además, la autora soy yo XD en fin, para las que lo estaban esperando: EN EL PROXIMO CAPITULO HARA POR FIN APARICION NUESTRO GRAN ORE-SAMA *wiiii* y bueno, incluido en el paquete, estará jiroh XD


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