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The One Night Stand por Fallon Kristerson

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Notas del capitulo:

Holiiiiiss! bueno no se cuando fue la ultima vez que actualice asiq ue no se si excusarme por tardarme o no XD en fin, capitulo doce ^^

12. Cartas usadas, cartas perdidas

-Buenas noches, Oshitari-san –lo saludó con una pequeña sonrisa la cabeza de la familia Mukahi.

El mayor de los gemelos no quitó su mueca de descontento, ni cuando su padre le lanzó una mirada asesina, ni cuando su madre le preguntó qué postre deseaba. Eligió lo que parecía ser lo mas caro del carrito de dulces y ni si quiera se fijó en qué se llevaba a la boca. La animada conversación de los adultos y la Mukahi mayor se le hacía equivalente a un molesto sermón acerca de la moral, de la cual él tenía tanto como su hermano tenía de humildad. Aún así, no podía evitar observar cada cierto tiempo al peliazul, viéndose descubierto por este en cada ocasión.

El socio de su padre no dejaba de lado esa seductora sonrisa que Gakuto ya sabía muy suya, y los adultos sostenían vasos llenados a medias con algún líquido alcohólico, lo cual irritaba a Gakuto. No soportaba la idea de estar tan cerca y no poder decir nada de lo que le habría gustado. Bueno, decir no, mejor dicho quería abalanzarse sobre el adulto y besarlo salvajemente, cosa que estaba claro que no haría en la mansión de los grandes jefes, en medio de una reunión de los más importantes empresarios de la ciudad, si no era que del país.

Gakuto quería tener de nuevo la completa atención de Oshitari, quería volver a ser suyo y de nadie más. Gakuto lo veía y se moría de de ganas por volver a sentirlo cerca, ya no solo porque creyese que el peliazul era bueno en la cama, sino porque ahora realmente lo deseaba.

Harto, se separó en algún momento del grupo en el que estaban sus padres y su ¿novio? y se mantuvo vagando por la gran sala.

Quería, secretamente, que Yuushi lo siguiese con la mirada, quería que el adulto lo buscase, fuese tra él. Y a la vez quería tirarse de un precipicio. Dios, ¿desde cuándo se había vuelto tan autodestructivo? Definitivamente le afectaba el enamorarse. Por primera vez.

Uno diría ahora que Gakuto era lento en ese tema, pero a él le valía. Le bastaba con ver a Taki, quien prácticamente se enamoraba a diario. Era por eso también que a muchos les asombraba lo mucho que estaba durando con Hiyoshi.

Daba pequeños pasos lentos, observando a la gente que se aglomeraba en pequeñas agrupaciones y conversaba.

-Todos adultos y aburridos –murmuró para sí el pelicereza, preguntándose dónde michi se habrá quedado su hermano gemelo. Le extrañaba que no estuviese rondando cerca del tensai, pero prefirió no romperse la cabeza con algo tan nimio como Kotaro. Era mejor así, que se mantenga lejos del peliazul, ahora más que nunca.

Siguió dando tumbos de buffet en buffet, sonriédole hipócritamente a la gente que lo saludaba por su nombre y aguantádose las ganas de preguntarles quienes eran, cuando por fin encontró algo que le agradó. Se trataba de un balcón, milagrosamente vacío, lejos de todo el tumulto de gente importante y adinerada. Dio un salto y ya se encontraba sentado sobre la fría veranda de mármol. La noche estaba despejada y no se veían ni las estrellas ni la luna. Una fresca brisa corría por el lugar.

-Veo que te aburres –llamó su atención una voz a sus espaldasy su corazón dio un brinco. Hizo un gran esfuerzo por no sonrojarse, pero aún así no se giró.

-¿Qué haces aquí?

-Nada en especial, –contestó Yuushi haciéndose el que solo pasaba casualmente por el lugar-. Te pregunto lo mismo.

-Ya lo has adivinado de antemano –responidó Gakuto, sin dejar de darle la espalda.

Sintió como el peliazul se le acercó y como le acarició la cabeza con cuidado, enredándose en su cabellera lacia. Y aquello le gustó, pero como todos ya deben de saber, Gakuto tenía un orgullo retorcido y bastante absurdo: -No hagas eso.

-¿Por qué? - musitó Yuushi y se quedó quieto, mas sin quitar la mano de la cabecita cereza.

-¿Por qué? No hagas preguntas de niño pequeño –renegó el adolescente-. Porque no, no insistas.

-Está bien, está bien... No te molestes conmigo –rió Yuushi y se pasó una mano por el cabello, alejándola luego del menor.

-No me molesto, solo no me gusta que hagas eso –murmuró Gakuto ya un poco más calmado, pero odiándose por haber espantado al mayor.

¿Qué demonios tenía en la cabeza? ¿Que a caso no se estaba quejando de no tener para sí a Oshitari? Gakuto se odió en ese momento, a sí y a su odioso caracter del que normalmente estaba tan orgulloso.

-Mentiroso –le cortó el empresario con son de burla y Gakuto por fin se giró hacia él, encarándolo con una expresión sin precio.

-¿Q-qué cosa? –farfulló confundido y Yuushi dio un paso hacia él, quedando a una distancia ya fuera de lo permitido.

-Que eres un mentiroso –repitió el mayor con esa molesta calma que tanto le absorbía la suya a él, tomándolo de la mejilla y acercando sus labios a los suyos.

-¿Qué te hace decir eso? –cuestionó indignado el pelicereza. Yuushi le sonrió con ternura, cosa que lo tomó por sorpresa, robándole un sonrojo y derribó por milésima vez sus barreras-. No pongas esa cara...

-Ay, Gakuto, eres tan obvio –musitó sin poder esconder muy bien el hecho de encontrarse contento-. Tú siempre me mientes... Solo una vez no lo hiciste.

Y sin añadir más (y dejando atrás a un pelicereza perplejo y boquiabierto), se fue. Gakuto no podía creer lo que había oído... ni mucho menos entenderlo.


-Por favooooor –gimoteó con ojos de cachorrito abandonado su mejor amigo y juntó las manos en gesto de súplica.

Era jueves a la hora del almuerzo, los tres días de suspensión se habían acabado para los gemelos y estos ahora se encontraban sobreviviendo sus últimos dos días antes de las vacaciones de verano. ¿A qué colegio se le ocurre suspender a sus alumnos cuando faltan DÍAS para terminar el año? Definitivamente solo a Hyotei, de eso estaba ahora convencido el mayor de los gemelos.

No había dormido en toda la noche, más bien lo hizo durante las clases, y sinceramente no tenía ganas ni de existir. Estaba frustrado porque durante toda la noche, aquel momento en el balcón fue el único en el que se había encontrado a solas con Yuushi. Y el miércoles... Bueno, algo había sucedido en las oficinas de Tatami Corp, por lo que el tensai estuvo ocupado todo el día y en la noche solo le mandó un pequeño mensaje de texto, excusándose. Por un momento incluso envidió a su padre. Él si podía ver al tensai cuando le diera la gana.

-¿Para qué, Jiroh? –preguntó Gakuto en tono cansado.

-E-es que papá al parecer tiene algo en contra de él –confesó Jiroh apenado, aunque también exhasperado.

"O mejor dicho: teme por su hijo y por que se repita la jodida historia", pensó Gakuto de mal humor.

-¿Y?

-Si vienes con nosotros no va a pensar nada malo...

-Sí, como tu padre confía tanto en mí –contestó con sarcasmo el pelicereza mientras que rebuscaba en su mochila. No, definitivament eno era el favorito del señor Akutagawa.

-No –confirmó Jiroh-. Pero mi mamá sí –terminó el lirón y el acróbata puso los ojos en blanco.

-Como sea, no conmigo.

-¡Por favor!

-No.

Con eso Gakuto consideró que había dado fin al tema y sacó un par de monedas y un billete de su cartuchera, dirigiéndose ya hacia la puerta del salón. No estaba de humor ese día. Tenía los nervios devastados, primero porque durante todo el santo miércoles no oyó, leyó, ni nada por el estilo, del Oshitari, además de que el poco contacto que tuvieron el martes fue todo un fracaso. No entendía como en una podían parecer en serio una pareja terriblemente enamorada y como al día siguiente se seguían retando, como si no hubiese sucedido nada y siguiesen siendo los mismos amantes fugaces de siempre.

Bufó irritado cuando llegó a la puerta del salón, esperando que el lirón lo alcanzace. Pero Jiroh solo lo observó, mudo y abstraido, pensando en cómo podría convencer a su amigo de que fuese con él y su nueva pareja a la pizzería. Además de que hace mucho tiempo que quería presentarle a esta su mejor amigo... Y una luz iluminó su pequeña cabecita.

-Les voy a decir –dijo de pronto, causando que el pelicereza se detuviese en el marco de la puerta y se diese la vuelta sorprendido.

-¿Qué cosa?

-A tus padres –Gakuto alzó una ceja-. Y tú ya sabes a qué me refiero.

El acróbata no respondió, solo miró incredulo a su mejor amigo. ¿Que mosco lo había picado a este?

-¿Gaku?

-No lo harías –siseó Gakuto, convencido de que jiroh era demasiado buena persona como para chantajearlo de esa manera...

-Claro que sí –afirmó Jiroh.

Ok, tal vez no lo era del todo. No, no podía dejar que ahora sus padres se enterasen de la relación que tenía con el socio de su padre. Si lo hacían... Bueno, ahí sí se moriría, porque ahora si le importaba si estaba o no cerca del peliazul.

-¿Y desde cuándo la necesidad de amenazarme?

-... –El lirón no dijo nada, sino que bajó la mirada apenado. Realmente no sabía ni el sabía qué le había llevado a decir eso. Cierto, él aún no sabía de lo que había sucedido entre su mejor amigo y su amante.

-Ok –dijo por fin Gakuto-, voy a ir. ¡Perno no quiero nada de escenas empalagosas ni palabreo cursi.

-¡No habrá nada de eso! –afirmó Jiroh.

Esperanzado el dormilón volvió a alzar la mirada y miró feliz y agradecido al acróbata. Este solo siguió su camino, dispuesto a autorecompensarse con algo de comer por su buena obra del día.


-Realmente, cuando dijiste pizzería... –murmuró Gakuto en voz baja- no me había imaginado esto.

Los dos chicos se encotraban parados ante una de las pizzerías más lujosas que uno se podía imaginar.

-Eto...

-Algo muy digno de una cena romántica –comentó el pelicereza sintiéndose un poco fuera de lugar-. Dime que él sabe que vienes acompañado.

-Claro que lo sabe –se rió Jiroh-. Y se llama Keigo.

-Pero para ti Atobe.

Los dos adolescentes se dieron la vuelta sorprendidos. Ante ellos estaba un hombre joven, probablemente un estudiante universitario, tal vez uno o dos años mayor que Suzume, es decir, rondando los veinte.

-Ore-sama se disculpa por hacerlos esperar. No es normal, pero es que había unos asuntos que se cruzaron –se excusó el adulto.

"Oh, no, por favor no. ¡Jiroh, dime que no es verdad!" pensó aterrado Gakuto. "No uno así..." El acróbata miró de lado a su amigo, pero este parecía ya haberse olvidado de su presencia.

-¡Kei-chan! No importa, no tenemos tanta hambre –a Gakuto le rugía el estómago-, además yo pensaba que nosotros estábamos tarde...

-Oh, no, claro que no, Jiroh –respondió el mayor, descubriendo entonces a Gakuto, quien llevanba puesto un pantalón pitillo del color de su cabello y un polo largo y blanco, algo que se podía definir como el tipo de ropa que usaba cuando no estaba en el colegio o en laguna discoteca.

-Ah, este es Gakuto, mi mejor amigo –lo presentó apresuradamente el lirón-. Gaku, este es Keigo.

Nadie dijo nada por un momento, hasta que Atobe los invito a entrar al local. Una mesa para tres ya había sido reservada con anticipación, y sobre esta ya se encontraba servida la pizza favorita del rubio. "Genial... Este sujeto ya lo tiene comiéndole de la mano" pensó entre irritado y preocupado el pelicereza. "Pero a la vez se me hace conocido..."

La velada se pasó rápidamente, al menos para los dos enamorados. El acróbata se mantuvo al margen de la conversación, solo repsondiendo una que otra cosa y solo cuando ya no había escapatoria, hasta que de pronto sonó el celular de Jiroh. Este se excuso y salio corriendo a contestar, por desgracia de su amigo. "Rayos..." pensó este. Un silencio mas que incómodo se interpuso entre el mejor amigo y el nuevo enamorado, quien finalmente se decidió por decir algo antes de que el lirón volviese.

-Oshitari-san es un gran sujeto... –musitó y el pelicereza automáticamente encendió todas sus alertas. ¿Qué había dicho? -...si de jugar se trata.

-¿A-a que te refieres? –preguntó Gakuto sin cautela alguna, ni preocupándose por ser educado con el adulto.

-A que con el no deberías creerte el muy listo –aclaró Keigo con sencillez y yendo de frente al grano-. Ni confiarte...

Gakuto lo miró molesto. ¿¡Pero quién se creía ese sujeto! Para empezar, ¿qué sabía él?

-¿Qué te crees? –le espetó irritado el pelicereza.

-Los vi en la celebración de mi padre, el martes pasado –contestó el estudiante, sin responder la pregunta del menor. Gakuto lo miró desconfiado. "¿Su padre? Momento, eso significa que... Genial, con razón me parecía conocido. Debía haberlo visto entre la gente del martes."

-¿Y bien? Viste que conversábamos en el balcón, supongo. No hay nada que te deba interesar –siseó a la defensiva el menor, esperando que en efecto, Keigo solo hubiese visto la parte menos interesante de su conversación.

No, no quería que ese sujeto se metiese, no quería que alguien si quiere lo supiese o sospechase. No quería poner nada en peligro. Detestaba admitirlo, pero tenía miedo de perder aquello tan frágil que pretendía existir entre Yuushi y él.

-No soy idiota, estas hablando con Ore-sama, niño –Gakuto bufó– pero Ore-sama no es adivino. ¿Se puede saber que hay entre el tensai de los Oshitari y el hijo rebelde de los Mukahi?

Gakuto miró desconfiado a su compañero de mesa. Entonces sabía quién era él, a qué familia del círculo de empresarios importantes pertenecía. ¿Qué tanto sabía? ¿Qué quería saber? ¿Y para qué, pura chismosería o tramaba algo? Y peor, ¿que tanto conocía a Yuushi? Su cabeza estaba llena a más no poder de preguntas.

-No tengo por qué responderte –lo retó Gakuto, mientras que con la mirada buscaba en dónde se había metido su dormilón amigo. Keigo sonrió arrogante y peligrosamente, y aquello no le gustó para nada-. No es un asunto que te interese, no te metas.

-Te estoy dando la oportunidad de ser tú quien responda –Gakuto lo miró sin comprender del todo el prestigio del ofrecimiento de Ore-sama-. Podría ir y oír la versión de cualquier otra persona, podría por ejemplo preguntarle su opinión a tu padre...

Gakuto no sabía que opinar de todo esto. De pronto estaba ahí, con el hijo de un empresario rico y poderoso, quien le estaba pidiendo que le cuente qué sucedía entre Yuushi y él, es decir, le estaba exigiendo que le dijese que se estaba acostando con el socio de su padre y que ahora estaba enamorado hasta las patas de él, creyendo ser correspondido. "Lindo, Jiroh, te ganste una paliza y de las malas..." Pero algo seguía mal con todo eso.

-Te dije que eso no te interesa. ¿Qué pretendes? –dijo por fin, tratando de descubrir las intenciones del ricahcón por el camino más directo y tal vez menos efectivo.

-Ayudarte a usar tus cartas –fue la respuesta que recibió el acróbata. "Hace mucho que me he quedado sin cartas." Al menos eso pensaba el chico y la verdad, mientras tuviese cerca al peliazul, poco le interesaba si tenía o no cartas para jugar.

-¿Y eso a ti de qué te sirve? –preguntó mordaz el adolescente y Atobe ensanchó su sonrisa-. ¿Por qué lo harías?

-¿Por qué? –la sonrisa del hombre no desapareció- Para que yo pueda usar cómodamente mis cartas.

¿Usar sus cartas? ¿Qué pretendía ese sujeto? Pero justo en el momento, en el que Gakuto iba a volver a replicar algo o tal vez ceder algo de información, volvió a aparecer Jiroh, con una cara poco común en él.

-Papá exige que nos regresemos ya a casa –anunció de mal humor el lirón-. Gaku, ¿me puedo quedar a dormir en tu casa?

Gakuto asintió aturdido, más que nada por su repentina aparición. Jiroh pasó su curiosa mirada del uno al otro.

-Uh, ¿pasó algo?

-No, nada –respondió con una sonrisa coqueta su novio-. Solo le comentaba a Gakuto que lo vi en la reunión que hubo en nuestra casa el martes pasado...

Luego de eso Gakuto cerró sus oídos a la realidad, solo percibiendo algunos intercambios de palabras entre los dos enamorados. Keigo en persona se ocupó de llevar a los chicos en su limosina a casa del acróbata. Nadie se ocupó de preguntarle cómo sabía dónde vivía Gakuto.

Notas finales:

...ajajaja... por fin aparecio atobe 8D alabenme!


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