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The One Night Stand por Fallon Kristerson

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Notas del capitulo:

Hey! que genial, estoy actualizando tanto en un solo día! si bien es un capi un tanto corto en comparación a los demás, fue un tanto difícil pues me había quedado atorada en la historia y tenía que desarrollar hacia donde quería que fuese la trama, que hasta ahora no tenía realmente una dirección fija, es más, todavía no diviso cómo ser el final, pero ya algo se me ocurrira y esperoq ue sea bueno ^^ espero que les guste! :D

14. Calor y frío

No estuvo muy seguro de cuales fueron las sensaciones que tuvo cuando el adulto lo tomó de la mano, acercándolo más a él. ¿Que no se suponía que iría a la cárcel si lo veían saliendo con un menor de edad? Y no lo iba a negar, Gakuto definitivamente no parecía mayor. De hecho, de no ser por su manera de comportarse y vestir, podría hasta pasar como un chico de catorce años. Pero tampoco iba a negar que aquello le gustaba. Le gustaba el estar con Yuushi y aquello solo hacía que sus vacaciones fuesen aún mejores de lo que había esperado. Cosa que claro que no iba a decir en voz alta, ni por escrito ni insinuado, despues de todo seguía siendo Gakuto.

Cuando habían salido del apartamento de Yuushi, aún era de día, mas ya había anochecido y la ciudad brillaba por sí sola. Yuushi en un primer momento había pretendido ir a comer en algún restaurante, pero como Gakuto se había opuesto, terminaron simplemente vagando por las calles más comerciales de la zona. Allí todo era anonimato, lo cual Gakuto ya sabía, y aquello les favorecía, ya que no debían preocuparse de cruzarse repentinamente con el padre del acróbata. (Gakuto aún estaba aterrorizado de que su padre lo descubriese, ya que aquello significaría lo mismo que un internado de monjas en el fin del mundo.)

-Estás muy callado –comentó en cierto momento el mayor, posando una mano sobre la cabeza cereza de Gakuto.

Este no respondió, solo jaló a su novio hasta un puesto de hot dogs.

-No es nada –murmuró Gakuto, haciendo su pedido, el cual por supuesto sería pagado por el empresario.

Yuushi no comió nada, ya ni si quiera estaba mirando a Gakuto, sino otra cosa, o persona, más allá, al otro lado de la calle.

-¿Qué sucede? –preguntó Gakuto extrañado, pero antes de recibir respuesta alguna, Yuushi ya lo había tomado de la muñeca y lo jalaba consigo. Sin embargo ya era demasiado tarde.

-¿Gakuto?

El adolescente se congeló en su posición, sin atreverse a voltear. Había oído mal, eso debía ser, de seguro se trataba de otra persona que llamaba a otro Gakuto (¿A quién demonios pretendía engañar?). Otra persona que casualmente tenía la misma voz que Kotaro.

Mierda.

Yuushi fue el primero en girarse, viendo al gemelo menor, quien los había visto y no había resistido la tentación de cruzar la pista y "saludarlos". Cuando Gakuto también se giró, Kotaro le regaló una extraña sonrisa, que parecía más forzada que otra cosa. Su mirada recayó sobre las manos entrelazadas de Gakuto y Yuushi, quien no sabía qué hacer.

-¿Qué haces aquí? –gruñó Gakuto de mal humor, siendo Kotaro la última persona que deseaba ver ahora.

Su hermano rió.

-Es una calle, tarado –respondió-, cualquiera puede estar aquí...

-Creí que estabas en casa –murmuró el mayor de los gemelos y Kotaro se encogió de hombros.

-Me estaba aburriendo... Tengo el derecho de desaburrirme –musitó aún mirando hacia las manos entrelazadas-. ...igual que tú...

Gakuto no supo qué responder, la verdad es que no había mucho que decir. Quería gritarle insulto y medio a su hermano, mas aquello no tendría mucho sentido, Kotaro tenía razón, la calle era un lugar público y cualquiera podía estar ahí.

Genial, no se cruzó con su padre, pero sí con su hermano. Misma estupidez.

-Bueno, tengo que irme –se apresuró entonces a decir Kotaro, quien sentía qe ya no había mucho que hacer ahí.

Se dio media vuelta y se alejó a paso rápido. Gakuto permaneció un rato en silencio, hasta que Yuushi siguió jalándolo consigo.

-¿Crees que sea malo? –preguntó el mayor.

Gakuto se encogió de hombros.

-No lo sé... Es Kotaro después de todo, nadie sabe qué tonterías pueden pasar por su cabeza.

Yuushi habría respondido que lo mismo valía para él, Gakuto, sin embargo consideró que sería una mejor idea callar y tragarse sus palabras. No deseaba discutir ahora con el pelicereza por culpa de su hermano gemelo.

El resto de la noche se pasó casi en silencio y tranquilidad. Ninguno de los dos relamente sitió la necesidad o el deseo de hablar, por lo que solo vagaron por las calles sin decir mucho, comiendo algo por ahí o decidiendose entonces a ver una película en el último horario y luego, casi a medianoche, regresaron a casa del adulto.

-Sigues muy callado –dijo Yuushi al salir de la ducha con una toalla en la cintura y con otra secándose el cabello.

Gakuto, acurrucado en el sofá, no respondió más que preguntando si tenía hambre.

-Es mi casa –respondió Yuushi-. Yo debería hacerte esa pregunta.

Gakuto se rió, respondiendo que estaba aburrido. Y Yuushi se rió también, terminando de acercarse al sofá y sentarse al lado de Gakuto. Este le sonrió en silencio, cerrando los ojos al tocar la mano de Yuushi su mejilla. Los labios del mayor se posaron sobre los suyos, rozándolos apenas. Subió, besando sus mejillas, la punta de su nariz, sus ojos y finalmente colocó otro beso en la frente del pelirrojo. Apartó sus cabellos cerezas y le dio otro beso. Gakuto pasó sus brazos por el cuello del peliazul, acercándolo más hacia sí, bajándolas luego por su pecho, acariciando y disfrutando del contacto. Segundos después ya etsaba tumbado sobre el sofá, con Yuushi desnudo arriba, desvistiéndolo ahora a él. Gimió al sentir como las manos del adulto lo sujetaron con firmeza por la cintura y sus labios volvían a buscar la boca del adolescente. Abrió los ojos, mordiéndose el labio nerviosos, percibiendo como la mirada oscura de Yuushi los acariciaba también, de una manera tan llena de ternura que sintió ganas de salir corriendo. Él no... él no estaba acostumbrado a hacer el amor y Yuushi lo había descubierto. Se inclinó hacia abajo y lo besó a tientas.

-Gakuto te amo –susurró y Gakuto balbuceó un "y yo a ti" apenas audible.


-Volviii –musitó Kotaro, tirando la puerta principal.

Su madre salió a su encuentro, con gesto un tanto molesto por la actitud de su hijo menor, pero luego le sonrió.

-Que bien, justo a tiempo –dijo con una sonrisa la mujer-. Ven, tu padre quiere hablar contigo.

Kotaro la miró sin comprender, pero al final asintió y se dirigió a la oficina de su padre, quien por milagro del cielo se encontraba ahí, en casa. Entró a la pulcramente ordenada oficina, viendo a su padre sentado en la mesa. Al oirlo entrar, el señor simplemtne le hizo un gesto con la mano para que se sentase en el sillón delante de él.

-¿Querías hablar conmigo? –preguntó el menor de los retoños Mukahi.

-Así es –respondió su padre, dejando de lado un oar de papeles-. Quería hacerte una pregunta.

-Dime.

-Verás, tú sabes que nuestro negocio siempre ha estado en manos de la familia desde que mi abuelo lo fundó –empezó-. Por lo que me gustaría que tú tomases las riendas una vez que yo ya no pueda.

Kotaro lo miró con una ceja en alto.

-¿Yo? –cuestionó-. ¿Qué hay de Suzume?

Su padre alzó la mirada y se quitó los lentes, masajeándose la sien.

-Tú sabes que tu hermana está obstinada con volverse una arquitecta, además no tendría sentido que cambiase de facultad luego de la llevar dos años de estudio en arquitectura... –explicó y un pesnamiento cruzó la mente de Kotaro.

-¿Qué hay de... Gakuto?

Su padre dejó escapar un ruido extraño, el cual parecía una risa sarcastica mezclado con el sonido de alguien atragantarse. El señor se rió ligeramente por unos segundos, mirando incrédulo a su hijo menor.

-Gakuto no es una opción, si bien podría hacerlo. Pero no estoy lo suficientemente loco como para dejar el negocio en sus manos –dijo con tono sarcástico.

Y tenía razón, Gakuto de todas maneras había demostrado que no tenía ni el más mínimo interés en hacer algo siquiera por la familia, así que ni hablar de encargarse del engocio de su padre. A veces aquello le colmaba la paciencia a Kotaro y le dejaba los nervios en punta, dado que siempre quedaba él como la única opción y ni que se emocionara tanto de ser el último recurso y aquel de deba tragarse todas las ocurrencias de su progenitores, en especial de su padre. Y le cabreaba terriblemente, porque en situaciones así, prefiría ser como su hermano y rebelarse abiertamente, aunque luego recordaba los beneficios y se obligaba a sí mismo a resignarse a ser el "buen hijo".

Su padre lo observó, diciendo por fin:

-Bueno, he pensado que tal vez te gustaría ir conociéndo la compañía más a fondo, dado que cuando terminen las vacaciones solo te quedará un año más en el colegio y mientras más temprano te prepares, mejor.

Kotaro asintió.

-He pensado que tal vez te gustaría trabajar a medio tiempo en alguno de los departamentos, ¿qué dices?

Kotaro asintió nuevamente, parecía que no había opción. Pero entonces una idea cruzó su mente. Sonrió.

-De hecho, hay algo que si me interesaría –dijo y sonrió aún más-. Me gustaría ver más de cerca tu trabajo con Oshitari-san. Se ve... ehm... interesante.

Tuvo que hacer un gran esfuerzo por no ponerse a dar saltitos de emoción, pensando que por fin había recibido su merecida oportunidad sobre su hermano idiota. Pero esperó sentado, mirando a su padre. Este primero se lo pensó pero luego asintió y Kotaro sintió que su corazón dio un brinco.

"La hice, despídete de Yuushi, hermanito..."

Notas finales:

dejen rr! TT^TT


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