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The One Night Stand por Fallon Kristerson

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Notas del capitulo:

Weee, cuarto capi, gracias todos los que leen y aun mas a las que comentaron ^3^ las amo, sin ustedes mi autoestima estaria por los suelos XD n.nU en fin, aqui les dejo la conti :P

4. Amigos

-¿Y bien? –preguntó al día siguiente Jiroh cuando se volvió a encontrar con su amigo en el cruce. Gakuto solo le dirigió una mirada asesina y siguió de largo-. ¡Oye no, espérame!

-Muérete.

-Vamos, Gaku, no es para tanto, de todas maneras ibas a acabar llendo. Daba lo mismo si me iba o no...

-¡No, no daba lo mismo! –le cortó molesto el pelicereza dándole una patada al aire-. ¡Mierda!

Jiroh lo observó preocupado, sin saber exactamente qué decir.

-Y... ¿tan mal estuvo ayer?

-"Malo" es poco –bufó irritado el acróbata y se quedó parado-. ¡Casi toda mi familia se muere por ese idiota! ¡No entiendo qué le ven!

-Mmh... ¿Te incluyes en el club de fans? –preguntó un poroc inseguro el lirón.

-¿¡Qué! ¡Claro que no! –protestó Gakuto y miró sorprendido a su amigi. Este solo se encogió de hombros.

-Te alteras demasiado por él... ¿Cómo dices que es su nombre?

-Oshitari Yuushi –contestó Gakuto desviando la vista y clavándola en sus zapatillas.

-¿El nuevo dueño de Tatami Corp?

-¿Cómo es que sabes eso? –pregunto extrañado y receloso Gakuto.

-Simplemente lo sé. ¿Es eso un sí?

Gakuto asintió.- Sí, es ese.

"Dios, a este le dará un ataque cuando le cuente todo..."


Y en efecto, así fue, cuando a la hora del almuerzo se sentaron en la cafetería y Gakuto le salió con el cuento completo.

-¿¡Que tú qué!

-Jiroh, si sigues así voy a quedar sordo –murmuró Gakuto tapándose los oídos. Taki solo lo miró sonriente-. ¿Y tú qué? Mejor di algo antes de que te borre la memoria a golpes...

-No necesitas amenazarme, Gakuto, no es mi culpa que a Jiroh se le haya escapado –contestó el chico del pelo lacio y el lirón sonrió nervioso-. Aunque esta vez sí me sorprendiste... una cosa es lanzarte de juerga en juerga, pero otra ya es acostarte con el socio de tu padre...

-Cierra la boca –siseó Gakuto y lo miró feo-. He dicho que esa no era la intención.

-¿Qué intención? –lo interrumpió Haginosuke y el Mukahi se calló.

-Déjalo en paz, Taki –murmuró Jiroh y luego se dirigió al acróbata-. ¡Pero aún no me has contado los detalles!

Gakuto le dirigió una mirada de incredibilidad a su mejor amigo, quien al parecer iba en serio. Taki solo soltó una risita, principalmente de burla y diversión, y decidió no decir más y concentrarse en la tarea de química que aún no había terminado y que debía estar lista para cuando el recreo terminase.

-¿Qué quieres que te diga? Ya te conté todo...

-Pero es que no entiendo, Gakuto, ¿cómo es que puedes ser tan idiota de haberte dejado engañar por ese sujeto?

-¡Él no me ha engañado, solo me ofreció no acusarme con mi padre!

-Porque a él tampoco le conviene –le contestó molesto el lirón-. Gaku, nada bueno va a salir de esto...

-Y tú que vas a sabes –le espetó el pelicereza, ya cansándose de las protestas de su amigo-. Si paras todo el día durmiendo. Tengo que agregar que es todo un milagro que tengas un enamorado...

-¿Ah, qué? –se hizo oír otra vez Taki y se rió-. De lo que uno se entera cuando se sienta con ustedes dos...

-¡Gakuto! –protestó alterado Jiroh, ignorando el último comentario del metrosexual. Algunos curiosos comenzaron a voltearse a mirarlos, tratando de enterarse de lo que sucedía con los tres de la última mesa.

-¿Qué? No es que tu hayas guardado mi secreto.

-Pero...

-¿Pero qué? ¿No es lo mismo?

-No, yo no dije eso...

Los murmurllos llenaban el lugar y estaban comenazando a molestar a Gakuto, quien, harto y de mal humor, se levantó de la mesa.

-Como sea, yo me largo.

Jiroh lo miró atónito y se levantó también, con la intención de seguirlo, mas Taki lo detuvo.

-¿Pero qué...?

-Déjalo, con el humor que esta, lo más probable es que solo vayas a empeorar las cosas.

Jiroh no sabía qué replicar ante aquella declaración. Miró dudoso a su amigo y este solo le indicó que se volviera a sentar.


Molesto Gakuto le sacó la lengua al gran reloj que indicaba que ya era hora de volver a entrar a clases. Gesto de por más infantil, pero a nadie le interesaba. Después de todo, estaba solo. Solo y sin poder creer que en serio le había gritado a Jiroh. Y se sentía culpable, pero su orgullo era más grande que eso. Al menos ya tenía una solución para ese momento. Faltaría a clases, no tenía ganas de alimentar su sentimiento de culpa viendo la cara de gato atropellado de su amigo. ¿O ex-amigo? No, mejor ni pensaba en eso. Lanzó una última mirada hacia el edificio principal y luego trepó ágilmente por el muro trasero del campur escolar. "Alabado sea Kami-sama por hacerme tan acrobático, mucho más acrobático que el perdedor de Kikumaru" pensó contento una vez que sus pies se encontraban sobre la vereda. Luego de diez minutos ya se encontraba sentado en su heladería favorita.


Si había algo que detestaba, era el tener una secretaria que podía adivinar sus malas intenciones. Y que podía llegar en la mañana al trabajo, mirarlo a los ojos y decirle con toda seguridad "sé que no ha leído los informes que le entregué ayer, Oshitari-san". Y lo malo es que cuando lo decía, también tenía la razón. Por ello, había comenzado a levantarse más temprano para echarle un vistazo a los dichosos informes mientras conducía al trabajo en su maravilloso, y ahora también admirado por adolescentes de preparatoria, carro. Pero ahora con su nuevo juguete que ocupada su cabeza más de lo que cualqueir otra persona lo hizo en toda su vida (hecho que le era preocupante, pero que sin embargo decidió ignorar), los informes habían caído otra vez en una posición secundaria, si es que si quiera.

-Jefe –algo malo se acercaba-, no ha leído los informes.

No era una pregunta, definitivamente no lo era. Mal por él, mal por su humor y mal por con quien luego se fuese a desquitar (y bien en el fondo esperaba que fuese el hijo de su socio). Alzó la mirada de sus documentos y la dirigió hacia su joven y atractiva secretaria, con la cual hasta ahora, y por más que suene como un milagro del cielo y una prueba de la existencia de Dios, no se había acostado. De hecho, ni si quiera se le había insinuado, porque simplemente ella no era su tipo. Además de que tenía novio, aunque eso no iba al caso.

-No, no lo hice, Tomoka –fue su un tanto descarada respuesta. La joven mujer ni se inmutó, solo frunció levemente el ceño.

-Lo hará –ordenó con tono severo, esperando oír el típico y mentiroso "Sí, sí, lo haré" de su jefe. El cual no se hizo de esperar-. Lo digo en serio.

-Sí, lo haré –volvió a repetir y peliazul y la Osakada estuvo satisfecha, o mejor dicho, se rindidó.

-¿Quiere que le traiga su almuerzo o saldrá a comer algo? –cambió de tema, ya volviéndose otra vez hacia la puerta de la oficina, girándose en el último momento hacia Yuushi.

-No, creo que saldré a comer. Se me apetece algo más grande que solo un sándwich.

Tomoka asintió y desapareció. Un rato más tarde, el jefe deTatamo Corp la siguió.


No era la primera vez que se escapaba del colegio para terminar en aquel lugar. Era la primera vez en la que no se sentía completamente a gusta estando ahí mientras perdía clases. No porque química fuese uno de sus cursos favoritos, sino porque sentía un indescriptible sentimiento que le quería quitar el apetito. Y eso que tenía delante suyo un helado de cinco pisos (Bueno, tenía cinco pisos, de los que solo quedaba uno). Indeciso revolvió la cuchara en lo que ya solo era una mezcla marrón y pegajosa, que aún así no dejaba de ser dulce y atractiva para el pelicereza. Llevó la cuchara otra vez hacia su boca y saboreó la empalagosa salsa.

-Podría esperar hasta pasado mañana y, si hasta entonces no se disculpó, disculparme yo –murmuró para sí el acróbata, sin importarle si alguien lo escuchaba, lo cual era meramente improbable, dado que era casi la única persona que se encontraba a esas horas en el local.

O al menos eso fue hasta que un pequeño grupo de estudiantes de su edad entró y se instaló en una de las esquinas. No le fue difícil identificar a qué colegio pertenecían, con solo echarles una fugaz ojeada, pudo saber de quienes se trataba. Y quién estaba en medio de ese grupo.

Bajó la mirada hacia su helado derretido, decidiendo que ya no comería más. No se atrevía a alzar la mirada, porque sabía que entonces habría mayor oportunidad de que lo descubran y aún peor, que lo identifiquen. Porque Gakuto sabía que entonces él se acercaría y le hablaría. Y eso era lo último que quería, más que nada porque ahí sí una pelea seria algo fijo. Llamó a una mesera, la única que estaba a la vista, y pagó lo más rapido que pudo, para luego levantarse y dirigirse hacia la salida. Pero aún así, llegó a oír lo inevitable.

-¡Hey, Mukahi, saludos a todos los niños sensibles del Hyotei! ¿No deberías estar ahora ahí?

Cómo odiaba al Rikkai, más que nada a esa jodida personita que había firmado su sentencia de muerte. Solo le faltaba encontrárselo solo en un callejón abandonado y esa sería la última vez que se le vería. Pero es tendría que esperar, dado que él ahora estaba en desvenataja y no tenía ganas de volver a casa y tener que explicarle a su familia la rezón por la que venía con un ojo azul.

Caminó con prisa, se podría decir que cegado por la rabia que ahjora le oprimía el pecho por aquel simple y corto encuentro. Y es que su odio tenía razones suficientes como para estar triplemente justificado. Razones que a veces preferiría olvidar... Siguio caminando sin rumbo alguno, con la cabeza aún en la heladería, recordando en algún momento que había olvidado su mochila en el colegio. Poco le importó, él solo siguió caminando, medio corriendo por la ciudad... Hasta que chocó.

-¡Mira por dónde caminas, imbé...!

Las palabras se le quedaron atoradas en la garganta, no porque no recordase como acababa el bonito insulto, sino porque la persona con la que se había topado no era ni más, ni menos que el socio de su padre.

-¿Cómo dices? –preguntó este divertido, sin mostrar señales de sorpresa.

-Mierda –susurro Gakuto y quiso voltearse e irse corriendo, mas fue agarrado del brazo por Yuushi, quien le sonrió con burla-. Suéltame.

-Solo si no sales corriendo –respondió Yuushi, aflojando el agarre, sorprendiéndose al ver que el adolescente seguía ahí parado. Y no fue el único sorprendido. "¿¡Qué hago todavía aquí?"

-Oh vaya, ¿el señorito sabe caminar? –trató de burlarse el menor al no ver el lujoso carro cerca, pero el tiro le salió por la culata.

-Mi carro esta estacionado a unas cuadras, si quieres te llevo en él –sonrió "inocentemente" el tensai, decidiéndose luego por cambiar de tema: -¿Te puedo invitar a comer algo?

Gakuto lo miró desentendido, sin poder ver lo que había detrás de esas aparentemente bien intencionadas palabras, mas no logró ver nada. Para él Yuushi era un misterio a medio resolver. Dicho misterio comenzó a impacientarse, viendo que Gakuto solo lo miraba confundido y sin darse cuenta de que el tiempo no se detuvo, por lo que le repitió la invitación y automaticamente el chico asintió. Al parecer estaba aún tratando de adivinar las intenciones del tensai.

-¿Vienes? –lo llamó Yuushi y Gakuto por fin pareció salir de su estado de trance, viendo que el peliazul lo invitaba a pasar al restaurante, delante del cual habían chocado. Se trataba de un lugar de comida griega. A Gakuto le pareció extraña la elección del tensai, mas no dijo nada. Yuushi lo jaló consigo y pidió una mesa para dos.

-Pide lo que más se te apetesca y no simplemente lo más caro –advirtió el peliazul con una pícara sonrisa y un delatador sonrojo cubrió la mejillas del menor. No es que se sonrojara por vergüenza, era simplemente que aquel idiota le arruinaba todos sus movimientos. Aún así pidió lo as caro de la carta.

-¿No deberías estar en el colegio? –preguntó Yuushi mientras que esperaban que llegase la comida.

-¿No deberías estar trabajando?

-Soy el jefe de la compañía, soy el que hace menos horas al día –sonrió con cinismo y Gakuto soltó bufido. Un mesero se acercó y llenó el vaso de Yuushi con vino. A Gakuto le trajo un vaso de Coca-Cola. Luego de eso, se retiró.

-Eres igual que mi padre –murmuró por lo bajo y el adulto alzó una ceja.

-Eres bastante curioso, ¿sabías? No te gusta que la gente te compare con él, pero tú sí te permites hacerlo... –y con una sonrisa añadió- De tal palo, tal astilla...

-¡Que te calles! –alzó la voz el adolescente, llamando la atención de la gente que se encontraba en el mismo local almorzando.

-Baja la voz Gakuto –advirtió Yuushi y bebió un sorbo de su vaso, mirando fijamente a Gakuto. Este se calló de golpe y optó por beber algo también.

-Como he dicho, eres una persona bastante curiosa –sonrió el tensai, inclinandose un poco hacia adelante-. Pero, ¿sabías que, más que nada, eres una persona endemoniadamente deseable?

La seductora sonrisa y el lascivo tono de voz que el Oshitari había empleado para aquella certera frase, dejó a Gakuto sin palabras para responder. Trató de evadir la mirada del adulto, llevándola hacia su vaso, viéndo ante sí otra vez esa dulce sustancia negra que le habían servido hace ya casi una semana atrás, en la discoteca en la que el destino quiso que se cruzara con el socio el destino quiso que se cruzara con el socio de su padre. Ahora que lo consideraba, ¿qué hacía un empresario, tan famoso que hasta Jiroh sabía acerca de él, en una discoteca como las que él normalmente frecuentaba? Buena pregunta, tan buena que no tenía respuesta. Y si la tenía... el no la sabría.

-Te ves pensativo... –alzó la mirada otra vez, dejando de lado sus cavilaciones y encarando de nuevo a su compañero de mesa.

-Ah –fue lo único a lo que el chico atinó a decir, antes de volver a rehuír la penetrante y oscura mirada de Yuushi.

-Dime en qué piensas –pidió este y Gakuto comenzó a contar la burbujitas que subían desde el fondo del vaso-. Gakuto.

No quería responder, se había quedado sin movimientos ante ese sujeto. Y aquello le irritaba. Y entonces llegaron sus pedidos y a Gakuto el suyo le pareció una cosa incomestible, lo cual entretuvo de sobremanera al tensai. El chico lo miró con odio cuando exteriorizó un pequeño comentario acerca de las muecas que hacía el menor con cada bocado. Yuushi no se inmutó en lo absoluto, solo siguió portando esa seductora y jodida sonrisa suya, hasta que, poco antes de que Gakuto finalizara con su platillo, extendió su copa, que se había vuelto a llenar con mas vino, hacia el chico.

-Toma, supongo que te gusta –dijo Yuushi y soniró cuando su invitado aceptó gustoso la copa. El hecho de que la vació de un tiro lo hizo sonreír aún más.

-¿Q-qué miras? –preguntó Gakuto al notar la pícara sensualidad de todo lo que el tensai hacía, lo cual delataba la dirección de sus pensamientos.

-Vamos a mi departamento luego –sugirió y medio ordenó Yuushi, viendo satisfecho que el chico solo asintió vagamente y sin protestar o insultarlo con gravedad.

-¿Departamento? ¿No hay mansión ni nada así?

Yuushi meneó la cabeza y Gakuto rió de manera incredula.

-Como sea...

Y con un gesto, Yuushi llamó al mesero más cercano y pagó la cuenta.


-Ok, ¿a esto le dices en serio un departamento?

-Es un departamento –afirmó Yuushi. –Que sea grande ya es otra cosa.

Un bufido fue la respuesta de Gakuto antes de abrirse paso por la espaciosa sala. Un departamente muy lindo, había que decir. Casi ni parecía ser de Yuushi.

-Ve adelantándote –indicó el anfitrión, dándose cuenta que Gakuto ya había desaparecido en busca de Dios sabe qué.

El pelicereza había subido al segundo piso, observando los pocos cuadros que había en las paredes de los pasillos, murmurando cosas como "Departamento... Pfh, claro, ¿por qué no dijo de frente mansión?". Luego de un rato volvió a bajar. Oyó que Yuushi hablaba con alguien por teléfono, captando uno que otro fragmento de la conversación. Al parecer hablaba con una tal Tomoka. ¿Una amiga, su novia o algo cercano? No, aquello le sonaba más a una conversación de negocios, más que nada porque se mencionó su apellido, refiriendose seguramente a su padre. Como sea, aquello ya no le interesó cuando vio cierto armario pequeño en una de las esquinas del comedor.


-¿Gakuto? –lo llamó Yuushi mientras subía las escaleras.

Había oído como el chico subió corriendo otra vez, luego de haber bajado y subido un par de veces, cosa que le parecía demasiado extraña. Pasó por lo pasillos, echando un vistazo en cada habitación por la que pasaba, hasta llegar a su dormitorio. Y ahí estaba, sentado sobre su cama y ya medio desvestido, con una botella de su mejor vino en la mano. Y con esa provocativa sonrisa que solo le era una garantía de que sería violado por lo menos una vez en su vida.

-Veo que encontraste algo que te gusta –comentó el tensai mientras se acercaba a su cama y se quitaba los zapatos. Gakuto rió altanero, mirando hacia un costado de la cama. Había subido prácticamente toda la reserva de alcohol que había en la casa. Incluso había encontrado el six-pack de cerveza que había dejado al fondo de la refrigeradora.

-¿Tienes un radar para esas cosas o qué?

-Ja, no creas que vas a ser el único que se va a divertir –le espetó el pelicereza abriendo la botella que traía entre manos. Yuushi se le acercó y terminó de quitarle la camisa de su uniforme. La corbata ya había quedado en el olvido, no había que preocuparse por ella.

-¿Hyotei? –murmuró en el oído del menor, quien se estremeció ligeramente.

-Ngh, eso no interesa ahora –contestó impaciente el chico, causando otra sonrisa por parte del tensai.

-Como digas...

Gakuto tomó un gran trago de la botella, sonriendo abiertamente mientras que el adulto lo desnudaba. ¿Y para qué negarlo? Ese sujeto lo irritaba como nadie en su vida lo ha logrado antes, pero eso no cambiaba el hecho, y es un hecho, de que aquel revolcón había sido uno de los mejores. Al menos el consuelo era que el Oshitari no era una descepción en la cama. Dejó de lado la botella una vez que estuvo totalmente desnudo, para dedicarse a desvestir a su amante, quien tomó su botella y la terminó de vaciar. No es que hubiera quedado mucho. Gakuto desbotonó la camisa de Yuushi, acariciando su pecho y luego quitándosela por completo. Pasó sus manos por los anchos hombros y luego volvió a descender por el amplio pecho. La piel de Yuushi estaba fría, un fuerte contraste a sus manos, las cuales estaban calientes como fuego puro. Al parecer al Oshitari le gustaba comprar licores extraños, pues sentía como su cuerpo literalmente hervía a temperaturas inpensables. Y no, no era simplemente la exitación que sentía en ese momento. Le bajó el pantalón y la ropa interior, lanzándo ambas prendas fuera de la cama. Luego de esto se separó de su amante y tomó la siguiente botella. Grave error.

En su descuido, Yuushi había encontrado su corbata, la cual, luego de poco, se encontraba atando las muñecas del escolar.

-¿Qué haces, imbécil? –farfulló molesto el acróbata. Yuushi solo sonrió sin decir palagra alguna. Extendió el brazo y de un solo y suave empujoncito tumbó a Gakuto hacia atrás. Acto seguido, tomó la botella de whisky que Gakuto había dejado caer sobre las sábanas y se colocó encima de él.

-¿Que qué hago? Pues, tengo entendido que es a mí a quien son los favores, no a ti.

Gakuto palicedió. ¿Acaso este sujeto ahora se reveló como un sádico de closet, o uno de esos de fantasías erótacas retorcidas? Dios, una vez más: ¿en qué mierda se había metido?

Notas finales:

reviews? :3


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