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The One Night Stand por Fallon Kristerson

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Notas del capitulo:

Ok, me atrevo a decir que fue el capítulo más difícil hasta ahora y que siento que posiblemente no se entienda todo lo que pasa entre yuushi y Gaku (ni yo sé si puse todas mis ideas, mi cabeza es un caos TT___TT) -.-U o que las cosas están en desorden no sé, mi cabeza en sí es un desorden XD

Abrió lentamente los ojos, inseguro de qué podría encontrarse. Vio una habitación espaciosa, muy moderna y todo eso. Él conocía esa habitación, ¿pero de dónde?

-Vas a acabar haciendo que realmente comience a preocuparme por ti, ¿sabías?

Esa voz... Ah, cierto, ya lo recordaba. Esa era la habitación de Yuushi. Ahora solo faltaba saber qué miércoles hacía ahí. ¿No será que lo hubiese citado otra vez y que lo había olvidado? No, eso era estupido, recordaba más bien que algo había sucedio con Kotaro. Ladeó un poco la cabeza y dio con el peliazul, quien se ecnotraba sentado sobre la cama, la espalda apoyada contra la cabecera y los ojos fijos en unos papeles. Al parecer le aburrían.

-¿Eh? ¿Qué co...

-Ya encontraron a tu hermano –dijo Yuushi sin dignar al adolescente de una mirada-. Lo castigaron.

-Bien por él –masculló Gakuto, aunque por dentro se sentía ofendido. Castigado... Pf, como si eso sirviese con Kotaro.

Se sentía cansado, como el lobo feroz lleno de piedras. Solo que él no tenía nada en el estómago. Trató de levantarse, pero el adulto se lo impidió, con la excusa de que estaba enfermo. Y sí, se sentía como una muñeca de trapo, la cual no tenía ni fuerzas para mantenerse senatada. Miró pensativo hacia el techo. ¿Qué lo había hecho salir de su casa? ¿Kotaro? ¿Acabó por eso ante la puerta del socio de su padre? ¿Al final realmente...?

-¿Tienes hambre? –preguntó Yuushi en fingiendo indiferencia.

-No te imaginas –admitió el menor, aceptando gustoso la oferta.

El tensais se puso de pie y bajó a la cocina. Se preguntaba qué hora debía ser. Pasó la mirada por la habitación, encontrando sobre una silla su ropa. Momento... su ropa... ahí... él en la cama... Bajó preocupado la mirada hacia abajo, levantando las sábanas y descubriendo que un certero alguien (ejem, Oshitari Yuushi como principal sospechoso) lo había cambiado de ropa. Vestía ahora una pijama que le quedaba ligeramente grande. Un delatador sonrojo se apoderó de sus mejillas. Sentía como toda la cara le ardía, en especial los ojos. Aún se sentía cansado, pero de todas maneras se levantó, no sin cierta dificultad, y se dirigió hasta su ropa. Rebuscó en los bolsillos de su casaca y de su pantalón, hasta que por fin encontró su teléfono celular. Lo encendió, llevándose la sorpresa que ya era medio día y domingo. Realmente había perdido la noción del tiempo.

-Enfermo y fuera de cama, si no fueras tú me extrañaría.

Gakuto se giró hacia Yuushi, quien le sonrió de manera coqueta, acercándosele y jalándolo hacia la cama, donde lo echó y le dio un plato de sopa con tallarines. Gakuto miró un poco descepcionado la sopa, pero Yuushi se excusó diciendo que ya había pedido pizza.

-¿No sabes cocinar?

-No tengo ganas de hacerlo.

-Eso dices... –se burló Gakuto, sentándose junto al peliazul, quien había vuelto a sus papeles.

-¿En dónde estaba Kotaro?

-¿En dónde crees?

-Pues, no lo sé, por algo te lo pregunto... ¿estación del metro?

-Así es –contestó como si nada Yuushi.

-¿Eh? ¿En serio? –cuestionó sorprendido el pelicereza. Había dicho lo primera que se le hbaía venido a la cabeza.

-Si yo lo digo... ¿Ya terminaste?

-Ni si quiera empecé –se quejó el adolescente, llevándose por fin la primera cucharada a la boca. No estaba mal, pero supuso que se trataba de sopa de sobre.

-No, no lo es –respondió el Oshitari y Gakuto casi escupe el líquido caliente.

-¿Cómo?

-Que no es sopa de sobre, cerecita –sonrió el tensai, a lo que Gakuto enmudeció. Eso al menos hasta que llegó el chico de la pizza.

-Por Kami, que me moría de hambre –exclamó satisfecho el adolescente, dejándose caer hacia atrás en la cama y cerrando los ojos, una vez que ya no había rastro de la pizza más que la caja vacía. Yuushi sonrió, observando al chico que ya se estaba durmiendo otra vez en su cama.

-Eres acróbata, ¿verdad?

Gakuto volvió a abrir los ojos y frunció el ceño, incorporándose y quedando a pocos centímetros del rostro del peliazul.

-¿Cómo?

-Tomaré eso como un "sí" –afirmó sonriente el genio, acercando sus labios al cuello del menor, quien parecía un poco confuso-. ¿Preguntándote cómo lo adiviné?

-Eh, más o menos –admitió a regañadientes el menor, separándose de Yuushi, quien lo sujetó por la cintura.

-Es obvio... y me lo dijo tu padre.

Gakuto se giró hacia él, alzando una ceja y mirándolo escéptico. Yuushi rió divertido. Esa familia sin duda era todo un circo.

-Tu padre habla más de lo que crees –aclaró el adulto con una misteriosa sonrisa-. ¿Crees que me quiera sacar pica?

-A mí qué, si mi padre quiere presumir está bien, no es que yo no lo haga –bufó el pelicereza.

Yuushi lo miró seriamente y luego lo besó. Apenas lo rozó, solo fue un contacto fugaz, pero Gakuto parpadeó sorprendido.

-Deberías llamar a tu casa o tu madre va a enloquecer –murmuró Yuushi sobre sus labios y le dio su celular, antes de levantarse y salir de la habitación. Gakuto marcó el número de su casa, sintiendo como le quemaban los labios y como volvía a tener es ahorrible sed con la que había llegado a su casa el jueves por la noche.

-¿Mamá? –saludó-. Ah, Suzume, ¿me pasas a mamá? ... Sí, sí estoy bien... Gracias, supongo...

Esperó por unos segundos, para luego oír la voz de su madre.

-Ma, soy yo, estoy en casa de Yuu... digo, de Oshitari-san –murmuró el chico, respondiendo luego solo con "sí" y "no" a la lluvia de preguntas que le lanzó la señora Mukahi.

-Sí, el me encontró, creo que me desmayé en alguna parte –mintió finalmente y puso los ojos en blanco-. No, no tengo ganas de ir al doctor... Mamá, solo estaba cansado, eso es todo... Ok, ya, entendí. Ya... Bien, chau, ma.

Luego de eso colgó, suspirando un poco cansado. En el fondo había oído a su padre renegar y agradeció al cielo el no tener que estar presente en su casa y que Kotaro se llevara todo el sermón. Pero por otro lado, el señor Mukahi tendría una razón más para estar encantado con el molesto peliazul. Quien de pronto ya no era tan molesto... "Pero, ¿¡en qué momento cambié de opinión!" Sacudió la cabeza como si pudiera sacarse con eso sus "malos" pensamientos, mas tuvo que confirmar que no servía en lo absoluto. Se dejó caer otra vez hacia atrás en la cama. Se sentía cómodo y le habría gusta quedarse ahí por el resto del día. Misión imposible. Pero aún así trató de dormir.

-¿Estás dormido? –preguntó a su lado la voz del peliazul. Gakuto volvió a abrir los ojos y lo vio parado al costado de la cama-. Veo que no...

-Échate.

Tanto Gakuto como Yuushi se sorprendieron de la orden que había salido de la boca del pelicereza. El tensai ladeó un poco la cabeza, pero luego se acercó al menor y se recostó a su lado, mirando hacia el adolescente, quien correspondió a la mirada. El tensai alzó una mano y tomó uno de los mechones del chico, jugando con él por un rato.

-Es un color extraño –murmuró y Gakuto asintió.

Sus manos pasaron a acariciar sus mejillas, su nariz, primero su labio superior y luego su labio inferior. Un graciosos cosquilleo se hizo sentir en las yemas de sus dedos y recén luego de un rato notó que ésa era la piel del menor. ¿Cómo no había notado eso las veces anteriores en las que lo había tocado? Recordó que había estadoc egado por el deseo y que solo había observado al chico como un paisaje panorámico, uno en el que solo contaban las generalidades y lo bien que encajaba todo. Pero ahora... Ahora observaba cada detalle solo, cada elemento que componía ese cuerpo. Bajó un dedo por su mentón y le miró a los ojos. Un traicionero "Yuushi" abandonó los labios de Gakuto, quien se sonrojó ligeramente. El peliazul susurró algo inentendible para el acróbata, haciendo que este frunciese los labios. Y entonces Yuushi sonrió. Se incorporó y se posicionó encima del menor, inclinandose y depositando un suve beso sobre los labios del chico.


-Bueno aquí estamos –anunció Yuushi y Gakuto abrió prezosamente los ojos. Estaba en el carro del Oshitari, medio echado en el asiento del copiloto-. Relamente te duermes rápido.

-Especialidad Mukahi –masculló Gakuto, trando de incorporarse. Sintió los ojos de Yuushi sobre él, observar cada movimiento que hacía-. Gracia por traerme.

El Oshitari asintió. Gakuto cerró la puerta del carro y corrió hasta la puerta de su casa, girándose una vez más, y luego entró.

Sin duda ya no estaba enfermo, fuese lo que fuese lo que había tenido, pero aún así, sentía como una molesta depresión aferrarse a él. Y eso desde que cruzó el umbral de su casa. Era... tan extraño. Había estado en casa de Yuushi y sentía como si hubiese ido a un viaje de relajación o a un spa. Y el último beso... ¿le había gustado? Y un demonio, sí. Pero el idiota del peliazul la había cagado, separándose de golpe de él y farfullando algo de "te llevaré a tu casa". Se sentía pesado, sin ganas de nada... se sentía herido. Iditiota. Iditiota. Iditiota. Pasóde largo la cocina y la sala, a su madre preocupada y a su padre furioso. Subió corriendo las escaleras y corriendo pasó por las puertas cerradas de sus hermanos, entrando a su habitación y tirando la puerta con fuerza.

Tropezó hasta la ventana y la abrió, arrodillándose ante esta y apoyando los brazos, y la cabeza entre estos, en el alféizar. Y soltó un sollozo.

-Estuviste con él, ¿verdad?

Gakuto pegó un salto y se pasó automáticamente una mano por la cara, tratando de borrar cualquier indicio que lo delatase.

-¿Qué haces en mi cuarto? –protestó con voz quebrada.

Kotaro se encogió de hombros. Gakuto se acercó a su cama, sobre la cual estaba sentado su hermano. Se subió sobre la cama, tratando de botar al menor, quien solo se aferró a él, causando que ambos cayesen al suelo. Gakuto se incorporó y quedó sentado encima el cantante.

-¿Qué hace aquí, idiota? –bufó molesto el mayor, mas su voz aún no sonaba bien.

Kotaro solo lo miró, y a pesar de la ausencia de luz en la habitación, Gakuto pudo notar que el odio que había en sus ojos se había disipado un poco. Suspiró resignado y se levantó, dejando a Kotaro en el suelo, y luego se recostó en su cama, escondiéndose en la almohada.

-Solo lárgate.

Oyó como Kotaro se levantó del piso, oyó pasos. Cerró cansado los ojos. Había dormido más que nunca en toda su vida y aún así solo ganó un peso más sobre sus hombros. Nunca oyó la puerta abrirse, sintió como de pronto alguien lo abrazaba por la espalda.

-Aniki...

Y entonces volvió a llorar.

Notas finales:

los amo, recuerden eso, a ustedes y a sus reviews TTwTT


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