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Risorgimento por lizergchan

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Disclaimer: Los personajes de Hetalia no me pertenecen, sino a su autor Hidekaz Himaruya-sama, este fic lo hice sólo y únicamente como diversión.

Parejas: RusiaxMexico, kesesee

Aclaraciones y Advertencia: Este fic contiene YAOI, Lemon, mpreg, rape, angustia (para Alfred XD), y lo que se me vaya ocurriendo, kesesesese.

Beta: Usarechan.

 

 

 

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Aquí están los resultados de las votaciones hasta el momento!!, Recuerden que para los siguientes dos capítulo nacerán los bebés!! Así que no se olviden de votar n-n

Votaciones actuales:

 

Cuates: 1

Gemelos (niños): 2

Mellizos (niña y niño): 3

Niño: 3

Niña: 5

Gemelos (sexo indefinido) 3

 

 

 

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Capítulo 11.- Meses complicados

 

 

Había pasado un mes desde que la mayoría de los países regresaron a sus casas. En esos momentos, América se encontraba reunido con el secretario de defensa, convenciéndolo de que Atlántida representaba una amenaza para la seguridad nacional, pues tenían armas bélicas que planeaban usar en su contra. Le dijo que contaban con armas aún más peligrosas que su proyecto HAARP* y que los atlantes eran responsables de los temblores que habían azotado al país en los últimos meses.

 

El secretario de defensa, un hombre tan ambicioso como Alfred*, amaba el poder; no sabía mucho de la Atlántida pero lo poco que conocía, lo llenaba de avaricia; si lograban conquistar al legendario imperio, Estados Unidos se volvería tan fuerte que podría doblegar al mundo entero.

 

Sólo existía un problema, Atlántida no había dado razones (aparentes), para atacarlo o declararle la guerra, para colmo su soberana se había hecho de la amistad de Obama y su familia; no sólo eso, también de los presidentes de Latinoamérica. Los líderes de Canadá, Rusia, España, Italia y más recientemente de Austria, Francia, Inglaterra, Grecia y Japón. No les resultaría nada fácil conseguir su objetivo.

 

—En cuatro meses será la reunión en Atlántida —dijo América con seriedad —. También presentarán las instalaciones para los embajadores de cada país.

—Podríamos aprovechar la ceremonia para plantar una bomba y culparlos de terrorismo.

 

Alfred se negó rotundamente, Pedro y su hijo podrían salir heridos y él no quería que su familia resultara lastimada, le pidió al hombre que buscara una forma que no afectara a ninguno de los latinos, principalmente a México.

 

—¿Por qué le interesan esos frijoleros*? —preguntó el hombre haciendo una mueca de asco.

—México del Norte está esperando a nuestro hijo —dijo antes de salir, dejando al hombre con la palabra en la boca.

 

Caminó tranquilamente por los pasillos de la casa blanca; se cruzó con las hijas de su superior quienes lo invitaron a jugar pero él se negó argumentando estar cansado; tenía que preparar la habitación de su futuro hijo.

 

 

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Cuando los latinos recién llegaron a sus casas, se encontraron con un panorama muy cambiado; el paisaje de destrucción que eran muchos de los estados y ciudades, ahora presentaba casas, negocios y edificios de todo tipo reconstruidos o en proceso. Las escuelas y hospitales contaban con mejores servicios, gracias a la ayuda de los voluntarios atlantes. Milagrosamente, la economía estaba creciendo a pesar de todas las expectativas, todo gracias a la ayuda del legendario imperio; aunque obviamente, las cosas no cambiaban de la noche a la mañana; la corrupción, los malos gobiernos, la pobreza, la marginación y la violencia aún persistían, pero la gente se dio cuenta que si deseaban que las cosas cambiaran, primero debían iniciar en el seno familiar. La esperanza, la fe y la certeza de que podían llegar a ser mejores, se había tatuado en sus corazones y mentes.

 

 

María estaba en su habitación, sentada frente a su computadora, hablando con su hermano vía skype, Pedro ya tenía poco más de tres meses de embarazo y se le veía tan radiante como una mujer en su estado.

 

—¿Cómo está todo por allá? —le preguntó Pedro a su hermana; hablaban todos los días, pero aún así el moreno quería saber cómo seguían las cosas en su querida casa.

—Mejor; Calderón dice que la superiora de tata envió material y equipo de punta pa’ cuarenta hospitales.

—Tata me dijo que enviaría brigadas pa’yudar con el analfabetismo, así como el superior de Jorge hizo en el 60*, ¿Te acuerdas?

—Pus, claro. Andar del tingo al tango por allá no se me puede olvidar —comentó entre risitas —. ¿Cómo va tu embarazo?, ¿has hablado con mi cuñadito?

 

Pedro asintió; aunque estaba algo triste pues su estado actual lo tenía algo sensible, sin mencionar que se sentía solo.

 

 

—Hablé con él anoche —dijo sonriendo. Recordó que Rusia le habló desde un clóset pues Bielorrusia lo acosaba aún más que antes. María no pudo evitar soltar una risita; era demasiado gracioso que una persona como Iván –a quien muchos consideraban un demonio o un monstruo –, pudiera temerle a una mujer de la mitad de su tamaño, pero eso también le preocupaba; con seguridad, Natasha iría a la reunión, para entonces su hermano tendría poco más de siete meses.

 

Siguieron hablando largo rato; María le preguntó por los demás. Pedro le contó que su mamá Lovino podría estar molesto y al minuto siguiente podría estar llorando como si estuviera en un funeral, su tía Veneciano estaba deprimido por que el olor de la pasta le provocaba náuseas, el tío Roderich se la pasaba tocando el piano que Asteria le había regalado y usando a la amazona como si fuese su sirvienta, Arthur se la pasaba pegado a Oberón como lapa, quien había descubierto su fase de “mamá gallina”.

La comunicación finalizó unas horas después; pasaban de las cinco de la tarde. Anastasia estaba dormida en la cama del moreno y Cerberos a los pies de éste, ambos animales habían crecido; la tigresa tenía siete meses pero era pequeña a comparación del lobo que a sus diez meses ya era adulto y bastante grande. Ambos animales solían rivalizar por la atención del mexicano, aunque Anastasia era más apegada a Iván.

 

 

Salió de su habitación, el único que lo siguió fue Cerberos, pues Anastasia ni se movió, estaba demasiado cómoda para querer levantarse. Se dirigió a la sala de juegos donde seguramente estarían su madre y tía, viendo alguna telenovela, película romántica o algún anime; en efecto, ambos italianos estaban frente al televisor, llorando a lágrima viva, mientras veían una telenovela que el mexicano reconoció cómo Marisol.

 

 

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En la sala de música estaba Austria, tocando una de sus piezas favoritas en el precioso piano que había sido traído exclusivamente para él; a su izquierda estaba un sillón donde Asteria estaba semi-recostada con cara de aburrimiento.

 

—Puedes retirarte si te estoy aburriendo —le dijo Roderich sin dejar de tocar.

—Qué más quisiera señorito, pero Argos me pidió que cuidara de ti —dijo somnolienta —, además, se lo prometí al pichón.

 

Austria dejó de tocar abruptamente; miró a la mujer con el ceño fruncido, la detestaba. Le molestaba que estuviese cerca de Gilbert, pavoneándose en esas escasas ropas de delgadas telas que no dejaba mucho a la imaginación.

 

¿Qué si estaba celoso? ¡Por supuesto que sí!, tenía celos de la belleza divina de la amazona, celoso de lo mucho que tenía en común con Prusia, celoso de sus largas salidas de borrachera en la que ninguno tenía conciencia de lo que hacía, pero sobre todo, estaba celoso de lo bien que se llevaban ambas ex naciones.

 

—No debes enojarte señorito, eso le hace daño al bebé —Roderich frunció el ceño, se levantó del banquillo para plantarse frente a ella.

—¡No me llames así! —le gritó enojado —, ¡Y haz el favor de sentarte apropiadamente! ¡Indecente! —Asteria bufó molesta pero bajó los pies del sillón y se sentó derecha, cruzando las piernas, casi ceremonial.

—Eres demasiado estirado, señorito —habló con calma —, cualquiera creería que eres un anciano… no entiendo cómo es que el pichón te soporta.

 

Roderich volvió a gritarle, diciéndole que no llamara a Gilbert de esa forma; ella bufó nuevamente, le comenzaba  resultar aburrido y molesto los arranques de celos que tenía el austriaco.

 

—Escucha señorito, sé que no te agrado —eso era poco, Austria la odiaba —, pero estás equivocado si crees que tengo algún interés más allá de la amistad, con alguno del Bad Trio, especialmente con el pichón.

—No te creo —Asteria rodó los ojos. Le aseguró que si deseaba sexo, podría ir con Oberón o Argos, ellos dos (especialmente el atlante), tenían siglos de experiencia; esos dos eran tan diestros que seguramente podrían matar de placer.

—Olvida tus celos estúpidos; los chicos y yo sólo nos emborrachamos, participamos en una que otra pelea y nada más.

 

Roderich se quedó callado, algo en las facciones de la mujer le decía que era honesta, cerró los ojos, volvió a sentarse en el banquillo; dio un pequeño suspiro, antes de comenzar a tocar dijo:

 

—Deseo un poco de té y algunos dulces —la amazona sonrió comprendiendo que esa era la forma del austriaco de hacer las paces.

 

 

 

Arthur y Oberón estaba en la enorme biblioteca del segundo; Inglaterra  jamás  había visto tal cantidad de libros de magia. Todos más raros y únicos que el anterior; algunos de ellos, incluso estuvieron en Alejandría*, otros eran códices que alguna vez pertenecieran a los hijos de Argos.

 

—¿Cómo pueden tener todo esto?, ¿no se supone que Atlántida se hundió antes del nacimiento de Cristo? —le cuestionó el inglés; entre sus manos tenía un libro que él creía desaparecido.

 

Avalón y Temiscira salían a la superficie cada cierto tiempo para ver cómo estaban las cosas y que tantos cambios había; durante esos viajes, Argos no los acompañó por su estado de debilidad y profundas heridas que tardaron siglos en sanar, aunque claro, Oberón no le contó sobre eso, ni las razones por las que su amigo terminó en esas condiciones, para él y los habitantes de Atlántida, era un tema tabú.

 

—Toma; este libro lo escribió el más ilustre de mis jefes: Merlín* el mago —dijo orgulloso —. Necesitas aprender magia, es una verdadera humillación que un hijo mío sea tan pésimo en las artes místicas.

 

Inglaterra suspiró; no sabía si prefería que su padre lo siguiera ignorando o que lo cuidara como ahora.

 

 

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Últimamente Argos pasaba mucho tiempo con su reina, rodeados de los miembros más importantes de la corte y la milicia; llevaban ya varias semanas, preparando todo para la reunión. Al terminar la junta del día, en la habitación sólo quedaron Atlántida y su superiora.

 

—Han pasado tan sólo unos cuantos meses y ya han habido muchos cambios —comentó Kiara revisando los informes y peticiones de extranjeros que deseaban mudarse o visitar Atlántida.

—Esto será bueno para el pueblo —comentó Argos, estaba algo cansado, no había dormido bien en los últimos días, tenía un mal presentimiento… algo sucedería muy pronto.

 

Continuaron hablando sobre los cambios que había desde su resurgimiento; hasta ahora, la mayoría buenos especialmente para el pueblo, aunque, como en cualquier lugar acostumbrados a un tipo de vida que se vio cambiado de forma abrupta, había quienes tenían alguna inconformidad, pero eran pocos en comparación con los que estaban alegres por los  nuevos cambios.

 

Argos salió dejando a su superiora sola; caminó por los largos pasillos hasta toparse con Pedro. Sonrió, su vientre no era demasiado grande, pero aún así era notorio bajo sus ropas, se acercó a él, lo atrajo en un abrazo y besó su frente.

 

—¿Te sientes mal?, ¿Necesitas algo? —Pedro negó con la cabeza, sólo estaba aburrido.

—Tengo que ir a supervisar las construcciones de las embajadas, ¿quieres venir conmigo?, después podemos ir a donde tú quieras —México asintió feliz de poder salir del palacio después de mucho tiempo.

 

Argos decidió que irían en carruaje para que Pedro pudiese apreciar mejor el paisaje fuera de la ciudad sagrada.*

La capital no había cambiado mucho, en apariencia; las tres pirámides aún dominaban el paisaje, las casas y otras construcciones de diseños tan excéntricos como funcionales. Sin embargo, ahora Pedro podía ver entre las cabelleras albinas y pieles bronceadas, castaños, rubios, negros. Los ojos del mexicano de vez en cuando se topaban con alguna tez tan blanca cómo la de Rusia o América, otras tan morenas cómo la suya o incluso más.

Cada vez que el carruaje se detenía, ya sea para dar el paso o porque así lo indicaban los señalamientos de tránsito, descubría un nuevo negocio de extranjeros.

 

El carruaje se detuvo y el mozo abrió la puerta; Argos bajó primero para ayudar a su nieto a descender. Frente a ellos estaba un edificio casi terminado; la construcción contrastaba con todo a su alrededor, a Pedro le recordaba mucho la pintoresca Catedral de San Basilio*.

 

—Esta será la embajada rusa —dijo Argos sonriéndole a su nieto —, ¿Te gusta? —a él le parecía hermosa, estaba seguro que a Iván y a su gente les encantaría.

 

 

Argos y su reina habían decidido que las embajadas no fuesen simples y estériles edificios, querían que sus habitantes y también sus visitantes, tuvieran un pedacito de tierra fuera de su país, por eso, cada embajada era creada con la arquitectura de la nación a la que pertenecerían. Visitaron un par más, todas con hermosos diseños; pero la  que le hizo derramar algunas lágrimas a Pedro fue la embajada mexicana. Era una mezcla de lo colonial y lo prehispánico, mezclando dos partes de su ser en un solo lugar… simplemente hermosa.

 

Cuando terminaron, argos lo llevó al zócalo; el atlante le pidió al mozo dejarlos solos, él lo llamaría cuando decidieran regresar. El lugar le trajo a Pedro un sentimiento de nostalgia; era tan parecido al que su papá tenía en casa. Aunque él y su hermana aún eran muy pequeños cuando España llegó; aún podía recordar sus largos paseos de la mano del gran imperio Azteca.

 

Las personas iban y venían, algunos con cámara en mano, tomando fotos a todo lo que se les pusiera en frente.

 

—Tata —lo llamó, el aludido lo miró con adoración.

—¿Ya te cansaste?, ¿quieres que regresemos? —negó, sólo tenía un fuerte antojo, esto hizo que el mayor riera con ganas. Argos no pudo evitar recordar cuando Ixchel sufría de antojos, siempre muy raros; pero Pedro sólo deseaba un helado pues un niño atlante había pasado frente a él comiendo uno.

 

 

Los helados no eran conocidos en Atlántida hasta unos cuantos meses atrás y se habían vuelto muy populares, sobre todo entre los niños. Cerca del zócalo, había una heladería muy popular llamada “la mexicana”, donde vendían paletas, aguas frescas, jicaletas* y por supuesto, helados. Al entrar, fueron recibidos por los dueños del local, un joven matrimonio de nombres Juan y Carmen.

 

—¿Qué les damos? —preguntó la joven que sonreía de oreja a oreja; no todos los días iba a tu negocio el representante de Atlántida y el de tu amado país.

—Pide por mí —le dijo Argos a su nieto, él le sonrió; para su abuelo pidió un helado de coco con vainilla y para él uno de café con guanábana*, cuando terminó ese pidió uno de nanche* y chile, para terminar con una chamoyada* de mango, tamarindo y jícama* de la cual, Argos también probó.

—Pedrito, con razón estás gordito —comentó la joven pícaramente. El aludido se sonrojó un poco y más cuando su abuelo dijo que él estaba embarazado —. Por favor, dime que no es del gringo pendejo —rogó juntando las manos como si estuviese orando.

 

Pedro negó violentamente con la cabeza, un suspiro abandonó los labios de Carmen, le preguntó de quien era sin tomarle importancia al hecho de que México del Norte era un hombre.

 

—De Rusia —la joven chilló emocionada. “Rusia fue nuestra primera opción, pero iba a ser difícil vender helados ahí —ella rió de su propio comentario. Juan se acercó a ellos, había escuchado parte de la conversación.

—¿No se supone que eres hombre, cuate?, ¿Eres María disfrazada…? —el hombre se quejó cuando su esposa le dio un codazo en las costillas. Pidió disculpas, mientras regañaba a Juan diciéndole que Pedro no era un humano común, sino un país y las reglas naturales para las naciones no eran las mismas que para los demás. Adolorido por los jalones de oreja y los reclamos, decidió regresar al trabajo dejando al trío solo nuevamente.

 

—¿Están cómodos en mi país? —le preguntó Argos a Carmen después de que se fuera Juan.

—Mucho, don Argos. La gente aquí es muy amable y nos trata como si nos conociera de años.

 

Atlántida sonrió, le agradaba que su gente fuese hospitalaria con los extranjeros (especialmente con los que provenían de la casa de sus nietos y la de Rusia).

 

Carmen les contó que extrañaba mucho su tierra*; ella y su marido eran guerrerenses pero antes vivieron muchos años en el D.F, donde se conocieron y se casaron. Ver a Pedro les provocaba un calorcito en el pecho que los hacía querer saltar de alegría. Ella le gustaba mucho cantar, incluso tocaba la guitarra y en ocasiones solía hacer pequeños shows para los clientes.

 

—¿Quieres que me eche algunas? —Pedro asintió emocionado mientras que Argos sólo sonrió; ella se levantó y fue a la trastienda para luego volver con dos guitarras, una de ellas se la entregó al moreno.

 

Carmen cantó por los caminos del sur* y México lindo y querido*, Pedro cantó Gavilán o paloma* y Cielito lindo*, juntos cantaron Amor eterno*, entre muchas otras.

 

Argos y su nieto se retiraron a la hora de cerrar, Pedro estaba tan contento que el atlante le prometió llevarlo al siguiente día, lo que alegró al moreno, quien le pidió incluir a su madre y a los demás.

 

 

Al anochecer; Pedro quiso dormir con su abuelo, pues se sentía solo, a pesar de que Cerberos dormía a su lado al igual que Anastasia.

 

México había adquirido la costumbre de cantarle al lobo para que éste se durmiera.

 

Señora Santana

¿Por qué llora el niño?

Por una manzana

Que se le ha perdido

 

Ya no llores niño

Aquí tengo dos

Una pa' la Virgen

Y otra para ti.

 

 

Argos lo observaba desde el marco de la puerta, era una escena muy conmovedora. No pudo evitar imaginarse cómo sería cuando su nieto tuviese en brazos a su hijo.

 

 

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Un mes más pasó, los cambios en los cinco eran cada vez más evidentes; los antojos, el cansancio, las ganas de ir al baño cada cinco minutos y otros síntomas más se habían vuelto parte de sus vidas. Mientras se acercaba la fecha de la reunión Argos tenía menos tiempo para su nieto, por lo que Oberón, Asteria y más recientemente, Umna atendían a los embarazados. Ikta se encargaba personalmente de los cinco, les hacia chequeos semanales y proporcionaba ejercicios para garantizar la seguridad de los bebés y sus “madres”. Ninguno de ellos quería saber el sexo de sus futuros hijos, (aunque el viejo doctor ya los sabía), querían que fuese sorpresa.

 

 

En el campo de entrenamiento de la ciudad sagrada, había un gran número de personas, hombres y mujeres que practicaban con espadas y lanzas con una sincronía increíble; ellos eran el escuadrón Leviatán, la élite de la milicia atlante, serían los encargados de mantener el orden y la seguridad en lo que durara la reunión de las naciones.

El quinto mes de embarazo se anunció con vientres más notorios, después vino el sexto y con él los movimientos más claros de los bebés. El séptimo mes se acercaba y con él la reunión.

 

¿Qué era lo que planeaba hacer Alfred para quedarse con Pedro y el bebé?

 

 

Continuara…

 

 

 

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HAARP: es el acrónimo inglés del Programa de Investigación de Auroras Activas de Alta Frecuencia (High-Frequency Active Auroral Research Program). Se trata de una instalación ubicada cerca de Gakona (Alaska) que inició su actividad en 1990, y consiste en un transmisor de alta potencia (3.600 kilowatios) que se emplea para excitar de forma temporal un área limitada de la ionosfera, y en un grupo de instrumentos muy sofisticados (entre los que destacan 180 antenas) diseñados para observar los procesos físicos que suceden en la región excitada. Sin embargo, se cree que este proyecto es en verdad un “arma climática” y se le culpa de los terremotos en Haití, Chile y más recientemente, el de Japón.

Un hombre era tan ambicioso como Alfred: Aceptémoslo, lo que USA quiere de México no es precisamente su amistad u.u

Frijoleros: Es una forma despectiva con la que algunos extranjeros (principalmente estadounidenses), se refieren a los mexicanos.

Jorge hizo en el 60: Pues Jorge es Cuba y en 1960 Fidel Castro prometió erradicar el analfabetismo en un año, para lograrlo formó brigadas de jóvenes que se encargarían de enseñar en zonas rurales y urbanas. La razón por la que María dice: andar del tingo al tango por allá, es porque también hubo mexicanos que se hicieron brigadistas, uno de ellos fue José Agustín, escritor de Diarios de un brigadista y que por cierto, es guerrerense.

Alejandría: La Biblioteca Real de Alejandría o Antigua Biblioteca de Alejandría, fue en su época la más grande del mundo. Situada en la ciudad egipcia de Alejandría, se estima que fue fundada a comienzos del siglo III a. C. por Ptolomeo I Sóter, y ampliada por su hijo Ptolomeo II Filadelfo, llegando a albergar hasta 900.000 manuscritos. Una nueva Biblioteca Alejandrina, rememorando la original y promovida por la Unesco, fue inaugurada el 16 de octubre de 20021 en la misma ciudad.

Merlín: La razón de esto, es simple XD puesto que Oberón es Avalón y a Merlín se le relaciona mucho con esta isla, me parecía apropiado XD.

La ciudad sagrada: Se le llama así por ser el lugar donde Argos y su gobernante viven; es un conjunto de 10 palacios, el de la reina es el más grande, seguido por el de Argos, también cuenta con un enorme coliseo, un bosquecillo y jardines. En total, la ciudad cuenta con más de 4,000 habitaciones.

San Basilio: La Catedral de la Intercesión de la Virgen en el Montículo (en ruso i7;l6;k3;l6;l il6;l2;ll6;k4;k2; m5;m0;l6; l5;k2; i6;k4;m1;), más conocida como Catedral de San Basilio, es un templo ortodoxo localizado en la Plaza Roja de la ciudad de Moscú, Rusia. Es conocida mundialmente por sus características cúpulas en forma de bulbo (acebolladas).

Jicaletas: Es una paleta hecha con jícama.

Guanábana: La Annona muricata, guanábana o graviola, es un árbol de hoja perenne endémico del Caribe, México, Centro y Sudamérica, estrechamente relacionado con la chirimoya. Se cultiva, como esta, por su fruto, de cáscara verde y sabor muy dulce.

Nanche: El nance es el nombre que se le da al fruto pulposo de la especie Byrsonima crassifolia, de color amarillo en su maduración, con fuerte aroma, un poco más pequeño que una aceituna, hueso redondo. Originario de las regiones tropicales de latinoamérica.

Chamoyada: Es un raspado hecho con chamoy  y chile.

Jícama: también denominada nabo mexicano, xicama o yacón, es una planta enredadera (Pachyrhizus erosus) originaria de México y Centroamérica de la que se consume su tubérculo. Los tallos, las hojas, las vainas y sus semillas contienen una sustancia llamada rotenona que puede ser tóxica para las personas, se utiliza como insecticida.

Carmen les contó que extrañaba mucho su tierra: Es decir, que extrañaba su país.

Por los caminos del sur de Agustín Ramírez

(Fragmento)

Por los caminos del sur

Hay rosas, voces ye estrellas,

Son  canciones y doncellas

Bajo  un alto cielo azul. ( Se repite. )

 

México lindo y querido (Jorge Negrete)

(Fragmento)

México Lindo y Querido

Si muero lejos de ti

Que digan que estoy dormido

Y  que me traigan aquí

Que digan que estoy dormido

Y  que me traigan aquí

México Lindo y Querido

Si muero lejos de ti

 

Gavilán o paloma (Letra: R.P. Botija)

(Fragmento)

Amiga, hay que ver como es el amor Que vuelva a quien lo toma, gavilán o paloma Pobre tonto, ingenuo, charlatán Que fui paloma por querer ser gavilán Amiga, hay que ver como es el amor Que vuelva a quien lo toma, gavilán o paloma Pobre tonto, ingenuo, charlatán Que  fui paloma por querer ser gavilán

 

Cielito lindo (Quirino Mendoza y Cortés)

De la sierra morena,

Cielito lindo, vienen bajando

Un par de ojitos negros,

Cielito lindo, de contrabando

 

Amor eterno (Roció Durcal)

Tú eres la tristeza de mis ojos

Que lloran en silencio por tu amor

Me  miro en el espejo y veo en mi rostro

El tiempo que he sufrido por tu adiós

 

 

 

 


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