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Risorgimento por lizergchan

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Notas del capitulo:

New cap!!!

Disclaimer: Los personajes de Hetalia no me pertenecen, sino a su autor Hidekaz Himaruya-sama, este fic lo hice sólo y únicamente como diversión.


Parejas: RusiaxMexico, kesesee


Aclaraciones y Advertencia: Este fic contiene YAOI, Lemon, mpreg, rape, angustia (para Alfred XD), y lo que se me vaya ocurriendo, kesesesese.


Beta: Usarechan.


 


 


 


OoOoOoOoOoOoOoOoOoOoOoOoOoO


 


 


 


Capítulo 9.- El dios de la era oscura parte II


 


 


La amazona se precipitó contra Argos, pero éste, la esquivó con facilidad, desarmándola e hiriéndola en el costado derecho con su propia espada para luego azotarla contra la pared con tal fuerza que logró agrietar el mármol.


 


—No te metas —le dijo mientras soltaba el arma ensangrentada; Asteria trató de incorporarse pero el dolor se lo impidió.


—¿Argos… por… que… haces e-esto? —el atlante la miró sin remordimiento alguno. “Alfrede F. Jones abusó de Pedro y debe pagar”; Temisquira abrió los ojos como platos, miró al mexicano que estaba tratando de llegar a su abuelo pero era contenido por Rusia. “Estas asustando a tus mocosos”, era cierto, los latinos estaban azorados por el comportamiento de Argos; sin embargo, continuó su camino. Cualquiera que se tropezaba con él, huía al ver sus ojos rojos pues las historias del dios de la era oscura eran muy bien conocidas por los atlantes.


 


 


Cuando Argos hubo desaparecido de su rango de visión, Avalón se acercó a su amiga, ayudándola a ponerse de pie; por suerte su herida no era muy profunda pero sangraba mucho.


 


 


—¿Qué está sucediendo? —cuestionó Perú.


—¿Por qué tata actúa como si se hubiese metido tachas? —cuestionó María.


—Luego hablamos —los interrumpió Asteria —. Oberón, debemos detenerlo —el aludido la miró como si estuviese desquiciada.


—¡¿Estás loca, mujer?! —la reprendió —Ve lo que te hizo. En ese estado es capaz de matarnos. Asteria se separó de él bruscamente sin importarle lastimarse aun mas; tenía el ceño fruncido y se veía enfurecida.


—¡Idiota! ¡Argos planea matar al escandaloso de los lentes! —le gritó —, ¿entiendes eso?, ¡cualquiera que se meta correrá el mismo destino!


 


Temiscira estaba preocupada por su hermano y sus nuevos amigos, pero Oberón no se movió, esto provocó que la amazona enfureciera más y le gritara lo cobarde que era. Ella miró a Rusia, le pidió que no permitiera que ninguno de los latinos saliera del palacio; Asteria haría lo posible por contener a Argos hasta que éste se calmara, pero como estaban las cosas, sabía que sólo se detendría hasta matar a alguien.


 


 


La amazona corrió por los enormes pasillos y grandes salas hasta llegar a las caballerizas; demasiado tarde, ni Argos ni su caballo se encontraban, chasqueó la lengua y montó en su corcel. La adrenalina ya comenzaba a recorrer todo su cuerpo, lo que le ayudaba a no sentir dolor, eso le facilitaba ir a todo galope.


 


Mientras tanto, los latinos habían logrado sacarle información a Avalón sobre lo que le sucedía a su abuelo


 


 


El gran imperio de Atlántida fue conquistador de gran parte del mundo. Mató y se alimentó de las representaciones de los reinos que caían a sus pies. Esa época fue conocida como la era oscura y Argos como su dios.


 


—Cuando llegó a lo que hoy es el continente Americano; acabó con varias naciones de las cuales no quedó nada —habló Avalón con seriedad —; Argos fue el más grande conquistador que existió, pero fue derrotado por Ixchel, el imperio Olmeca.


—¿La abuela? —cuestionó Pedro tan sorprendido como sus hermanos y Rusia —, ¿Cómo? —Oberón se encogió de hombros. La única que, posiblemente conocía la verdad –aparte de los protagonistas –, era Asteria pero la amazona guardaba el secreto con recelo.


—Sólo sé que, después de conocerla; Argos cambió hasta ser quien es en la actualidad —era impresionante saber que un imperio tan poderoso como lo era Atlántida hubiese sido derrotado por una nación que desapareció de la noche a la mañana.


 


Pedro y María se miraron entre sí y asintieron con la cabeza. Detendrían a su abuelo; pero ni bien se habían alejado del grupo cuando Brasil los detuvo.


 


—Ni se les ocurra —los reprendió Luciano tomando a ambos por el cuello de sus ropas mientras los mellizos trataban de zafarse.


—¡Debemos hacer algo o matará a Alfred! —chilló Pedro con desesperación, Rusia frunció el ceño, no lo negaría, estaba celoso.


—Entonces, Argos-san le hará un favor al mundo, da —la voz de Iván era gruesa, fría y el aura a su alrededor era más oscura de lo normal, la mayoría dio un paso atrás con miedo, pero ninguno de los dos mexicanos le dio importancia. Fue María quien gritó que Estados Unidos no estaba solo y que, con seguridad, Inglaterra trataría de protegerlo y Francia a Arthur y así hasta formar una cadena que finalizaría en la tercera guerra mundial.


 


Brasil suspiró; sus dos primos tenían toda la razón, sin embargo, no podían permitir que Pedro se expusiera, podría ser peligroso para el bebé.


 


—Yo iré —dijo Argentina sorprendiendo a sus hermanos. María se abrazó a él, besándolo efusivamente y diciéndole “por eso te quiero, gordito*”. A Marcelo se le unió Brasil, ellos dos, junto a Pedro, eran conocidos como el “bad trio latino”. El Salvador, cuba, Chile y Paraguay se agregaron a la lista, junto a Rusia quien no encontró otra manera de calmar a su pareja.


 


—Son unos estúpidos —habló Oberón cruzándose de brazos —, pero creo que yo lo soy más… —finalizó haciéndoles señas con la mano para que lo siguieran. Entró a la habitación de Asteria y les dijo que tomaran un arma. El grupo estaba sorprendido, jamás habían visto un cuarto que más que dormitorio era una armería con una cama; había, incluso pistolas de diferentes calibres y fechas.


 


Asteria y yo solíamos salir de Atlántida cada cierto tiempo. Comentó antes de dirigirse a su habitación, regresó cargando un morral de cuero de dónde sacó algunas esferas un poco más grandes que un limón, le dio una a cada uno de los que lo acompañarían.


 


—Cuando se los diga, láncenlas —ellos asintieron guardándolas entre sus ropas. Después se dirigieron al exterior, seguramente por algunos caballos, pero se sorprendieron cuando Oberón los condujo al lugar donde guardaban los vehículos.


 


Argos se fue hace  una hora, su caballo es el más rápido en Atlántida y seguramente debió haber llegado a su destino hace unos treinta o cuarenta minutos. La única forma de llegar lo antes posible era en los aerodeslizadores; un vehículo muy parecido a un bote de propulsión a chorro.


 


—Súbanse y por favor no se mueran o Argos me matará a mi —sentenció poniendo en marcha el transporte.


 


 


OoOoOoOoOoOoOoOoOoOoOoOoOoO


 


 


Cuando Argos llegó al palacio de invitados; encontró a los países en la sala, algunos de ellos veían el enorme televisor que Asteria le regaló al Bad Trio para que se entretuvieran, otros leían algún libro o como en el caso de Francis y Arthur, se comían las caras.


 


 


—Atlántida-san, aru —habló China a modo de saludo, pero pronto se quedó callado al notar el semblante del mayor. Sus ojos eran tan rojos como los de un demonio, tenía un halo maligno a su alrededor, además del enorme tridente que completaba su intimidante presencia.


—¿Le sucede algo? —cuestionó Austria mirando a su anfitrión con un deje de preocupación. Argos no contestó. El atlante usó su enorme velocidad atrapando a Alfred que estaba sentado en el sillón y lo azotó contra la pared, causando que esta se agrietara. Todos se sorprendieron con la reacción del imperio, el primero en reaccionar fue Inglaterra que corrió para socorrer a su ex colonia.


—¡Suéltalo! —le gritó Arthur tratando de separarlos, pero era inútil; el albino era mucho más fuerte y no lograba moverlo ni un ápice.


—Tú… maldito engendro —Argos no parecía afectarle los intentos del británico, toda su atención estaba centrada en el norteamericano —. Te abrí las puertas de mi casa, de mi mesa y te di mi hospitalidad —la presión sobre el cuello de Alfred aumentaba con cada palabra, cortándole el suministro de aire con una lentitud desesperante —, ¡¿y cómo me lo agradeces?! ¡Abusando de Pedro!


 


 


La declaración sorprendió a los presentes, pero Arthur no lo creyó; él sabía que su “hijo” podía ser muchas cosas pero no era un violador.


 


—¡Mientes! —le gritó furibundo —, ¡Alfred no es capaz de algo así! —miró al rubio que luchaba por respirar. Los ojos de Arthur estaban empañados por las lágrimas que él se negaba a dejar salir —¡Díselo, América!


—Y-yo… n-no… l-lo… hi-hi-ce… —dijo a duras penas. Gilbert frunció el ceño, apretó los puños y gritó enfurecido lo mentiroso que era, que si había abusado de Pedro y no sólo una vez. España y Romano miraron al prusiano con enojo, ¡¿Por qué no se los dijo antes?!


—¡Estás mintiendo! —le gritó Inglaterra desesperado, no quería creer que su pequeño fuera capaz de hacer algo tan ruin y bajo como lo era una violación.


—Asteria y yo lo descubrimos la última vez que lo hizo —desvió la mirada, se sentía tan impotente y miserable —, por desgracia no pudimos llegar antes de que la violación se consumara.


—Gilbert, esto no es una broma —habló Francia tratando de calmar a Inglaterra quien temblaba entre sus brazos.


 


Las heridas que Alfred tenía en esa ocasión… no fueron causadas por ningún caballo. Argos había dejado de estrangular a su presa, pero no lo soltaba; por ese momento, su atención se centraba en el prusiano.


 


—Asteria y yo  fuimos los que lo dejamos en ese estado.


Bruder, ¿Por qué no nos lo dijiste? —Alemania lo miraba con desaprobación mientras abrazaba a Veneciano quien lloraba por su sobrino. El prusiano sonrió con pesar.


 


Pedro nos lo hizo prometer”.


 


 


Argos volvió su atención a Alfred. Tomó su tridente con firmeza; todos los países, incluyendo al mismo Alfred, cerraron los ojos como auto reflejo en el momento que el atlante atacó al angloamericano; cuando abrieron los ojos, vieron a Estados Unidos con el cuello atrapado entre los espacios del arma.


 


 


Te hare vivir en carne propia el sufrimiento de mi nieto —el tono sombrío y la declaración fue suficiente para helarles la sangre. Arthur no lo soportó más; se lanzó contra Atlántida, pero éste sólo le dio un manotazo que lo lanzó contra Francia quien recibió todo el golpe del impacto al chocar contra el televisor.


—¡Francis! —gritó Gilbert siendo esta vez el que atacara, pero sufrió la misma suerte, golpeando una pared. Alemania sacó un arma, pero ni siquiera pudo llegar a apuntar pues el atlante lo sometió contra el suelo.


No se metan —nuevamente se acercó a Alfred quien luchaba frenéticamente por liberarse.


—¡Déjame! —gritó desesperado; Atlántida sonrió con tal crueldad que asustó aun mas al rubio. De un solo movimiento le arrancó las ropas.


Tienes un lindo cuerpo —comentó rasguñando la blanca piel —… tal vez lleguemos a disfrutar esto.


—¡Argos, detente! —Asteria hizo su aparición. Sus ropas estaban mojadas por la sangre que aun salía de su herida y bajaba por su pierna derecha dejando pequeñas líneas rojas.


Asteria… debiste quedarte para que te atendieran —su voz estaba carente de sentimientos, era fría y oscura como la amazona no creyó escuchar otra vez.


—I-idi-o-ta… —su respiración era entrecortada, su visión comenzaba a hacerse borrosa —. S-sí… las-ti… mas… a-a ese… ti-po… no… se… ras… me-jor… q-que él…


Debe pagar por lo que le hizo a mi nieto.


—¡Y lo arreglaras causando una guerra! —la amazona cayó de rodillas siendo asistida por Grecia y Japón, éste último trataba de detener la hemorragia.


¿Por qué no me dijiste lo que ese bastardo le hizo a mi nieto? —le preguntó mientras le bajaba los bóxers a Alfred quien pataleaba y daba manotazos pero nada parecía afectar al atlante.


—Tú… nos pediste… cumplir… l-los… de-seos… d… t-tus… mocosos… y… P-Pedro… n-no… desea… guerra…


 


Argos se quedó quieto nuevamente pero sólo fueron unos segundos, pues Alfred había comenzado a insultarlo, lo que lo alteró nuevamente. Tomó la “capital” del rubio presionándola con fuerza. Atlántida estaba a punto de cumplir su objetivo, pero una vez más, los gritos de sus nietos lo detuvieron.


 


 


—¡Abuelo, detente! —le gritó El Salvador. La escena los asustó; Alemania, Prusia, Francia e Inglaterra estaban desmayados. Estados Unidos tenía el rostro deformado por el terror; las lágrimas mojaban sus mejillas sonrojadas.


—Che, esto no está tan mal —comentó Argentina quien no podía negar que estaba disfrutando ver a Alfred en tal estado.


—No digas eso —lo regañó Brasil, que como siempre, era la voz de la razón.


—Venga, que a ustedes  también les gustáis ver al pelotudo de Alfred así —ninguno de los latinos contestó; la verdad es que si les causaba cierto placer ver al engreído de Estados Unidos en tal condición.


—Da —dijo Rusia con su típica sonrisa infantil. Oberón frunció el ceño.


—Idiotas, no es momento para eso —los reprendió Avalón. Argos volvió la atención al rubio, le separó las piernas, listo para penetrarlo con los dedos.


—¡Arrójenlas esferas ahora! —les gritó Avalón, las esferas cayeron a los pies de Argos; de ellas salieron enredaderas que atraparon al atlante haciéndolo caer al suelo. Oberón aprovechó para acercarse a Inglaterra, lo tomó del brazo, alejándolo del francés.


—¡Suéltame! —le gritó Arthur forcejeando.


—Cállate y ayúdame con el hechizo —le ordenó entregándole una hoja amarillenta y vieja —. Eso no detendrá a Argos por mucho tiempo —demasiado tarde, Atlántida ya se había liberado con relativa facilidad. Temiscira se levantó y atacó a su amigo en conjunto con su hermano, Japón y Prusia pero fueron rápidamente replegados.


—Creo que nos toca —comentó Cuba, sus hermanos asintieron, atacaron a Argos, pero éste los desarmó con facilidad, sin embargo a ellos no los hirió. Oberón y Arthur aprovecharon la distracción del atlante para lanzarle un hechizo pero no pareció surtir efecto. Atlántida estaba a punto de penetrar a Alfred pero una mano translúcida se lo impidió; era una mujer de rasgos indígenas, usaba una falda de cintura a los pies, un paño cuadrado que cubría el busto y se anudaba a la espalda; el rubio no pudo soportar más y se desmayó.


 


Ixchel… ¿eres tú? —Argos no podía creer lo que sus ojos veían. El imperio Olmeca, su cihuatzin* estaba de pie, junto a él.


Tenamiktli* —respondió el espectro. Atlántida se separó de su presa; quiso tocar el rostro de su amada, pero su mano la atravesó


Siuatl*… —ella le sonrió, acercó sus labios a los de Argos y los besó; el atlante sólo pudo percibir un toque helado, pero aun así lo disfrutó.


—Tata… —la pareja se percató de la presencia de ambos mexicanos en la entrada. Ixchel sonrió; todos sus nietos eran muy parecidos a sus amados hijos.


Argos… deja al chico —el aludido negó con la cabeza.


Debe pagar por lo que le hizo a nuestro nieto.


—Si lo haces, Inglaterra y Francia te declararan la guerra y esto se volverá un infierno para todos —dijo María con lágrimas en los ojos.


—No queremos ver a nuestra gente sufrir… por eso es que callé —agregó su mellizo. Ixchel les sonrió a sus pequeños; le dedicó una mirada sebera a su esposo. Argos suspiró, nuevamente sus ojos volvieron a ser dorados y el aura oscura desapareció.


In yakumech —dijo Ixchel y desapareció.


—Yo también… —le respondió mientras una lágrima traicionera escapaba del rabillo de su ojo derecho. Ambos mexicanos se acercaron para abrazarlo, a ellos se les unieron los otros latinos.


—Perdonen a éste viejo por a verlos asustado —ellos negaron con una sonrisa. Lo que había hecho fue por amor a ellos. Argos se separó de sus nietos y liberó al estadounidense, quien cayó al suelo como peso muerto; después se acercó a Asteria quien le sonrió levemente.


—Yo me haré cargo de ella —le dijo Oberón tomando a su amiga de los brazos de Heracles —. Llévate a tus mocosos. Limpiaré tu “desastre” —Atlántida le dedicó una mirada enigmática, antes de irse, le dijo a Alfred “Ruega que el hijo que Pedro espera no sea tuyo o juro que te mataré”, no le importó si el angloamericano lo escuchaba o no, esa advertencia serviría para todos los presentes. “No toquen a mis nietos o los haré conocer el infierno”. Después se marchó con los latinos e Iván.


 


—¡Hay que atenderla inmediatamente! —exclamó España cuando Asteria se desmayó; Oberón asintió, aunque bien sabía que ni ella ni él podrían morir; sus vidas estaban ligadas a la de Argos. Llamaron a los médicos para atender a los heridos, mientras Arthur se encargaba de Alfred.


 


 


El estadounidense estaba profundamente dormido en su cama; le habían suministrado un calmante para evitar que entrara en shock. Inglaterra aún no podía creer que su “hijo”, el niño que él vio crecer y a quien le dio todo hubiese sido capaz de una canallada tan grande.


 


—Iggy —lo llamó Francis desde la puerta de la habitación. Tenía la cabeza vendada y la ropa ocultaba más vendajes.


—Es mi culpa —habló el británico sin despegar la mirada del menor. Francia lo atrajo en un abrazo protector; ambos se sentían responsables de lo que Alfred le había hecho a México del Norte y les preocupaba la reacción de Atlántida; habían comprobado un poco de su abrumador poder.


—Dejen de lamentarse por tonterías, par de idiotas —Oberón se encontraba recargado en el lumbral mirando a la pareja con el ceño fruncido y los brazos cruzados.


—¿Vienes a burlarte? —lo cuestionó Inglaterra sin mirarlo —Debes estar feliz, ¡tenías razón!, soy un inútil y un fracasado.


—Cierto —lo apoyó Avalón —, sin embargo… como tu padre he de admitir que estoy… orgulloso de ti, mi inútil preferido.


 


Francis, abrió y cerró la boca como un pez; no podía creer que ese hombre fuera el padre de Arthur, aunque no podía negar que se parecían mucho, cejas pobladas, mismo color de ojos y cabello, sin mencionar lo tsundere que eran ambos.


 


—El mocoso dejó de ser tu responsabilidad cuando se independizó, así que deja de comportarte como una embarazada hormonal —lo regañó dándoles la espalda, antes de irse, les dijo que los esperaba en la sala para contestar todas sus preguntas sobre lo sucedido.


 


 


Grecia y Japón estaban con Asteria; la amazona había sido trasladada a la enfermería de palacio para atender su herida, por suerte (y a pesar de la pérdida de sangre), su vida no corría peligro pero tendría que permanecer ahí, por lo menos cuarenta y ocho horas.


 


—Asteria… ¿Cómo… te sientes? —le preguntó Grecia preocupado, la aludida se encogió de hombros.


—No tan mal como me veo —su palidez no era lo único en la mujer, también se sentía débil y bastante agotada.


 


 


OoOoOoOoOoOoOoOoOoOoOoOoOoO


 


 


El grupo se reunió nuevamente en la sala. Los sirvientes hicieron un trabajo estupendo limpiando y reemplazando los muebles dañados. Ahora, los países se encontraban sentados en un nuevo sofá, frente a ellos, de pie, estaba Avalón.


 


—¿Qué quiso decir Argos con que Pedro espera un hijo? —cuestionó Antonio. Oberón suspiró; ninguno de esas naciones sabía del embarazo del mexicano, todo por órdenes de Atlántida quien consideraba que la noticia no era asunto de ellos.


—México del Norte esta embarazado, tiene casi dos meses.


—¡¿Qué?! —chilló Romano —¡Explícate bastardo! —le exigió —, ¡Pedro es un hombre, maldición!


 


Avalón les explicó que el acontecimiento tenía que ver con la luna de Tlazoltéotl, la diosa madre de la fertilidad y con su influencia era posible que un país varón, pudiera engendrar. Obviamente, ninguno de los presentes le creyó; la historia les parecía demasiado inverosímil.


 


 


—¿Estás bromeando? —lo cuestionó el galo, Avalón negó con la cabeza bastante indignado.


—Espere, si la luna lo hizo, ¿Cómo es que a ninguno le sucedió antes? —cuestionó España.


 


Necesitan estar en un lugar cargado de magia ancestral.


 


 


—Entonces… los que tuvieron sexo aquí, cuando había luna, ¿también? —cuestionó Arthur mas pálido que un fantasma. Oberón asintió provocando que su hijo, Romano, Roderich y Alemania se desmayaran, mientras que Feliciano chillaba alegre diciendo “Voy a tener un hijo de Doitsu, veeee! El bad trio también estaban contentos aunque algo asustados. Avalón suspiró; para él, sólo eran un grupo de idiotas.


 


Una vez se calmaron; China le preguntó por el comportamiento del atlante.


 


—Hubo una época en la que Atlántida conquistó gran parte del mundo…


—¡Eso no es posible, aru!


—Abría registros de ello —agregó Arthur. Avalón frunció el ceño.


 


 


¿Ustedes creen que las pirámides fueron construidas por que se veían bonitas? Todos lo miraron confundidos. Atlántida utilizaba esas construcciones para proveer a su flota de combustible*


 


—Muchos reinos desaparecieron por causa del “dios de la era oscura” —comentó Avalón —, algunos fueron erradicados completamente, pues Argos no dejaba piedra sobre piedra cuando decidía destruir a los que se le oponían.


 


 


Al llegar al continente que hoy es América; Atlántida planeaba expandir su imperio, pero jamás se esperó encontrarse una cultura floreciente y avanzada. Conoció a Olmeca con quien forjó una alianza. Por alguna razón inexplicable; dio independencia a los países que estaban bajo su control.


 


 


—¿Bromeas? —preguntó Arthur sorprendido, su padre negó con la cabeza. Los europeos no podían creer que un imperio que tenía bajo su control a otras naciones las dejara ir así como si nada.


—Después de eso, la era oscura terminó abruptamente y fue borrada de los registros de los países… mas, Argos no lo olvida.


—¿Qué sucederá ahora? —cuestionó España. Avalón se encogió de hombros.


 


 


Probablemente; Argos les pedirá marcharse. Por alguna razón, esto los entristeció, extrañarían mucho la Atlántida.


 


—¿Qué harán con Alfred? —cuestionó Inglaterra sin poder ocultar su preocupación.


—Pedro ha abogado por él, así que dudo que Argos llegue a lastimarlo —Arthur suspiró aliviado —. Seguramente romperá las recién formadas alianzas con Estados Unidos, además de cancelar los tratados de libre comercio que estaban por firmarse.


 


Eso era una pena; el imperio Atlante era una nación bastante rica y con una tecnología que pudo ser muy bien aprovechada por Estados Unidos.


 


—¿Qué sucederá con el niño si resulta ser de ése bastardo? —cuestionó España que, al igual que Romano estaban preocupados por el futuro de su nieto. Avalón, los miró un momento antes de responder; les aseguró que Argos jamás lastimaría a su bisnieto, posiblemente le pediría a Pedro que se quedara un poco más del tiempo establecido.


 


 


—Debo irme —anunció después de algunas horas —. Si quieren saber algo mas, tendrán que preguntárselo a Argos personalmente —finalizó antes de irse, dejando a todos con la palabra en la boca y más preguntas que respuestas.


 


 


 


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Argos se encontraba en su habitación contemplando a sus nietos que dormían plácidamente en la enorme cama que ahora le parecía demasiado pequeña; él e Iván estaban sentados en el sofá, ninguno lograba conciliar el sueño.


 


—¿Qué piensas hacer? —le preguntó el atlante al ruso —, ¿Qué harás si mi bisnieto resulta ser hijo de ése tipo? —el aludido sonrió con inocencia.


 


El bebé que Pedro espera es mi hijo, da.


 


Argos sonrió, estaba agradecido con los dioses por darle a su pequeño guerrero una pareja como Rusia.


 


—Mañana pediré a Ikta que realice las pruebas de paternidad —Iván asintió, eso les quitaría un gran peso de encima, especialmente a México.


 


 


La prueba se le practicó a Pedro al medio día; con él estaban sus padres, Argos e Iván que en ningún momento dejó de abrazarlo o tomarlo de la mano para infundirle confianza. El ambiente estaba un poco tenso, los nervios a flor de piel. El mas alterado era el mismo México del Norte, quien rogaba a todos los dioses, santos y beatos habidos y por haber para que el padre de su hijo fuese Rusia y no Estados Unidos.


 


Pasaron alrededor de cinco minutos –los más largos en la vida de los presentes –, cuando entró un joven que se presentó como Otoxi, uno de los estudiantes de Ikta, quien entró poco después que él.


 


—Ya están listos los resultados —dijo el joven doctor. Pedro apretó la mano de Iván quien lo atrajo en un cálido abrazo.


—¿Y? —cuestionó España a punto de un ataque de nervios. El anciano sonrió, miró a Rusia dándole una palmadita en los hombros.


—Felicidades, maestro Iván, será padre de… —fue interrumpido por Pedro quien no se contuvo mas, se lanzó contra el doctor abrazándolo y diciendo “gracias, gracias” como si de un mantra se tratara, después besó a su pareja con deseo y pasión.


 


Todos estaban agradecidos que el padre fuera Iván y no Alfred, aunque Argos aun debía arreglar ese asunto; de ninguna manera podría permitir que esa falta se quedara impune.


 


 


Continuara…


 


 


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Lizerg-chan: Hola gente!!!


Youko Saiyo: Espero les agradara el capitulo n_n


Lizerg-chan: ¿Qué quieren que sea?


Youko Saiyo: ¿Niño? ¿Niña? ¿Mellizos? ¿Gemelos?


Lizerg-chan: ¡Voten! n___n


 


 


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Tachas: Droga.


Por eso te quiero gordito: No es que Argentina este gordo XD, María le dice así de cariño.


Cihuatzin: Amada mujer en náhuatl.


Tenamiktli: Esposo en náhuatl.


Siuatl: Espasa en náhuatl.


In yakumech: Te amo en maya.


Atlántida utilizaba esas construcciones para proveer a su flota de combustible: Según un documental de Histori sobre la tecnología antigua y mencionaba que las pirámides creaban hidrogeno que podría haber sido usado para dar energía a naves.


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