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Against the rules por Altair

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Notas del capitulo:

¡Aquí está el extra! Decidí publicarlo ahora porque aquí ya es día 23 (Son las dos y media de la mañana xDU) y por la tarde no voy a tener un solo minuto libre para publicarlo. La vida del estudiante... uwu Desearía haber ido por la rama de artes, lo juro, las mates acaban conmigo xDU

Espero que os guste. No es nada del otro mundo, es solo una pequeña continuación, un "lo que pasó después". c:

-Ronald, ¡céntrate! –gritó un shinigami estricto de negros y cortos cabellos-.

-Lo siento, Will, estaba… pensando.

-¿Otra vez Grell? –asintió-. Déjalo ya, un shinigami como él no merece la pena.

Ronald encolerizó. Grell no era “un shinigami más”. No era “alguien que no merece la pena”. Era aquel que detrás de su fachada de persona despreocupada se escondía alguien tremendamente especial. Y Will no lo reconocía, por mucho que lo supiera.

-¡Mira quién habla, el que se pasó dos días encerrado en su despacho más seco que cactus en el desierto! A ti también te dolió que se fuera, no me engañas.

-Me dolió más su compañía que su renuncia. Créeme –confesó tan seco como siempre-.

A Ronald no lo engañaba, Will lo pasó mal durante ese par de días, aunque no lo quisiera admitir. Al fin y al cabo, Grell fue su compañero durante mucho tiempo. Entraron juntos al despacho de shinigamis y juntos pasaron el examen.

-Como sea, deberías alegrarte por él. Ahora es feliz… Solo piénsalo, no es tan malo. Son especies distintas, ¿y qué? Hay casos de shinigamis que se enamoraron de humanos y no armaron tanto escándalo. ¿No es lo mismo? Vale, los demonios comen almas y entorpecen un poco nuestro trabajo, pero no es para tanto. Lo hacen por necesidad, es su alimento.

- …

No contestó. Ronald dejó el despacho de su superior para regresar al trabajo. Will se levantó de su sillón y con parsimonia se dirigió a la ventana, donde miró al exterior con expresión melancólica.

-Quizás debería aprender a tolerar estas cosas… Espero que le vaya bien –dijo en un susurro casi inaudible incluso para él mismo-.

 

 

 

Ronald tuvo que ir hasta el viejo Londres por un trabajo que Will le había encargado especialmente. Como shinigami estrella, ahora que Grell se había marchado, debía encargarse de un alma especialmente dura.

El alma de aquella anciana persona se resistió a la muerte, pero pronto cayó rendida ante el cortacésped del rubio. Una vez terminado, Ronald se permitió tomarse un breve descanso en un jardín cercano. El sol estaba en su punto más alto, y bajo la sombra de un gran árbol se respiraba tranquilidad. Nadie pasaba por allí a esas horas. Solo se escuchaba el canto de los pájaros. Entonces cerró los ojos unos instantes, para suspirar y volver a pensar en su senpai pelirrojo. Lo echaba de menos. Hacía ya dos semanas que se había ido, y los demás shinigamis ya habían comprendido que no iba a volver. Aún así, Ronald todavía guardaba una pequeña esperanza en su interior de que volviera, aunque fuera solo para despedirse.

Sintió una brisa fría, contrastando el cálido ambiente de finales de primavera. Abrió los ojos, para encontrar frente a él varias plumas negras deslizándose suavemente por el aire y cayendo a sus pies, donde encontró una carta. Miró hacia su alrededor y después la recogió, como si temiera ser visto... o quizás buscando a alguien. En su parte posterior, con caligrafía casi divina, estaba escrito su nombre. No tenía remitente. La abrió para leerla, lleno de curiosidad.

 

Estimado señor Knox,

Antes que nada, me gustaría darle las gracias sinceramente por la ayuda que me ha brindado durante los problemas que hemos tenido Grell y yo. Si no hubiera intervenido, todo habría tenido un desenlace muy distinto.

A petición de Grell, quería informarle de que ambos nos encontramos bien. Estamos fuera de Londres, pero no puedo decirle donde. Él es muy feliz aquí, y dice que no le gustaría tener que volver a trabajar como shinigami, así que presenta formalmente su renuncia en otra carta que he enviado a William T. Spears. Aunque al dejar sus gafas me imagino que ya lo habrán dado de baja o algo similar… Pero no es improbable que algún día regrese para hacer una visita. Dice que no soportaría una vida eterna sin volver a ver a sus amigos. Así que no se preocupe, que volverá.

Si quiere comunicarle algo, favor de escribir una carta y dejarla en la entrada de la mansión Phantomhive.

Nuevamente, muchas gracias por su apoyo y hasta otra ocasión.

Un saludo,

Sebastian Michaelis

 

Terminó de leer la carta con el corazón en un puño y sonrió. Se recostó en el banco y echó la cabeza hacia atrás mientras su mente se despejaba. Al menos ahora sabía que se encontraban bien, pero le faltaba la despedida de su amigo. Volvió a enderezarse y abrió de nuevo el sobre, donde encontró otro papel más. Lo retiró, para encontrar la letra de su superior, curvada y elegante.

 

¡Hola, Ronnie! ¿Cómo estás? Nosotros muy bien.

Lo siento por irme de esa manera sin despedirme. Sé que debería haber hablado contigo, al menos. Eras mi único amigo ahí, y deberías saber que lo aprecio mucho. Pero tomamos una decisión y queríamos irnos cuanto antes, empezar nuestra nueva vida y eso. Esperamos demasiado tiempo.

Muchas gracias por todo lo que hiciste. Vi el Cinematic Record de Sebastian y me enteré de todo. ¡No me esperaba que colaboraseis! Ojalá los demás shinigamis fueran tan abiertos con otras especies como tú. Así, no tendríamos que habernos ido de esta manera.

Oh, por cierto, ¿cómo está el despacho ahora que no estoy? ¿Me echan de menos? Seguro que no, jaja. También le escribí una carta a Will, pero no creo que me responda…

En fin, por ahora no puedo regresar a Londres, pero dentro de un tiempo te haré una visita. Me imagino que debo esperar a que las cosas se calmen. Además, si volvemos a la ciudad y Ciel se entera de que Sebas-chan está vivo, de esta no lo contamos. Por eso te pido que tengas un poco de paciencia, ¿sí? Te escribiré.

Besos,

Grell  DESU♥

PD: ¡Que no te engañe Sebas-chan! Yo no le pedí que te escribiera, era él el que quería darte las gracias.

 

Ahora sí, se había quedado tranquilo al leer las palabras de despedida de su senpai.

Regresó lo más rápido que pudo a su despacho, para entregar el informe y escribir pronto la carta de respuesta. Estuvo pensando un buen rato lo que escribir, hasta que por fin dejó fluir las palabras que estaban en su cabeza.

Volvió, rápido como un destello, al mundo humano. El sol todavía estaba bastante alto, pero no tanto como cuando leyó la carta. Dejó el sobre en el suelo y se giró, para encontrarse con una persona que se dirigía hacia la mansión.

-¡Will! –gritó sorprendido-. ¿Vas a responderle a Grell también? No me lo esperaba.

- … No pienses lo que no es. Tenía que decirle que recibí la hoja de renuncia. Y por supuesto, una queja por habernos dejado así, con lo faltos de personal que estamos.

-Claro… –observó como su superior dejaba la carta en el suelo, junto a la suya-. Bueno, ¿volvemos ya? Todavía hay trabajo y no quiero quedarme a hacer horas extras.

-Eres imposible. Deberías aprender un poco de mí. El trabajo se hace bien, aunque tengas que estar más tiempo.

-¡Sí, venga, y convertirme en un viejo shinigami amargado como tú!

Will le envió una mirada fulminante.

-Vale, vale, lo siento. Pero aún soy joven, déjame disfrutarlo –se quejó-.

De entre los árboles que rodeaban la mansión, un pequeño cuervo graznó y alzó el vuelo. Ronald se giró sorprendido por el ruido, y cuando se dio cuenta, las cartas ya no estaban.

-Lo haces para impresionarnos, ¿a que sí? –susurró para sí mismo-.

Pero cuando ellos dos se alejaron, una tercera persona entró en escena. Caminaba de manera aparentemente torpe, y sonreía al aire sin motivo alguno. Su largísimo pelo gris ondeaba con el viento. Sacó de una de las mangas de su negra ropa un sobre oscuro y lo dejó delante de la entrada de la mansión.

-Espero que no sea muy tarde, mayordomo.

Y se fue, esperando que el demonio se diera cuenta.

 

 

 

El demonio cuervo entraba ahora en una pequeña cabaña de madera. No era gran cosa, pero parecía muy acogedora. Esperándolo sobre un sofá, un shinigami pelirrojo sonreía.

-¿Han contestado?

-Sí, los tres –le sonrió-.

-Ven, quiero leerlo –le dijo dando un par de golpecitos al sofá a su lado; el demonio se sentó junto a él-.

-Esta es de William.

El pelirrojo, impaciente, la abrió, sorprendido de que su jefe quisiera responderle.

 

Grell, no se me da muy bien esto de mandar cartas personales, pero espero que ese demonio te esté tratando bien. O si no, yo mismo me encargaré de que no vuelva a respirar –Sebastian soltó una risilla disimulada-.

Cuídate.


Era poca cosa, pero tratándose de Will lo tomaría como algo especial. Sonrió.

-La de Undertaker. Que raro que le escribieras, ¿no?

-Bueno… Era el shinigami legendario, qué menos…

 

Buenas, Grell.

Así que lo dejaste todo por ese demonio, ¿eh? Jujuju, bienvenido al club de los shinigamis retirados. Un consejo: no te tomes en serio lo que puedan pensar de ti, solo vive la vida. ¡Y ríete mucho! Jujuju…

 

Aún sabiendo que tenía el título de leyenda, esa contestación le pareció más propia de un loco que de un shinigami hecho y derecho. Pero lo respetaba demasiado, así que estaba bien.

-Y esta es de Ronald –le entregó el último sobre-.

 

¡Hola senpai! Gracias por escribirme. Ahora estoy más tranquilo.

De verdad me había preocupado mucho cuando te fuiste, sin ni siquiera despedirte. Pero ahora estoy bien. Y Will también. Aunque no lo quiera admitir, él también lo pasó mal –Grell rió-. Pero bueno, la vida sigue.

En el despacho hay división de opiniones. Hay algunos que te toman por un rebelde y un loco, que prefieren que no vuelvas. Y hay otros que te toman por un héroe, renunciando a todo por amor. Pero en general se te echa de menos. Ya no hay nadie que acose a los chicos guapos de la oficina, jaja.

Te echo mucho de menos. Eres la única persona que de verdad me caía bien en el despacho. La única que aguantaba mis ganas de fiesta. Muchas gracias por estar conmigo durante este tiempo; para mí eras como un hermano mayor y jamás olvidaré las cosas que me enseñaste.

Espero impaciente tu visita, aunque tenga que esperar diez, cincuenta o los años que sean necesarios. Estaré en el despacho de shinigamis. Hasta entonces.

Saludos,

Ronald to die!

 

-¿Estás… llorando? –preguntó Sebastian algo sorprendido al ver los ojos del shinigami humedecidos-.

-No… Es que sin las gafas tengo que forzar la vista y me molesta… –mintió, y frotó sus ojos para hacer desaparecer la evidencia-.

El demonio no dijo nada, simplemente lo abrazó. Grell se acurrucó en su pecho y cerró los ojos. Era agradable el poder estar así después de todo.

-Sebas-chan.

-¿Sí?

-Prométeme que esto seguirá así por mucho tiempo.

-Lo prometo.

 

 

 

Un shinigami rubio entraba en su nuevo y gran despacho, reluciente y con olor a fresco. Se sentó con pesadez en el sillón color granate y echó un vistazo a su alrededor. Lo habían ascendido y eso merecía un lugar de trabajo mejor. Mucho mejor. Pero sintió pena por Will. Ese había sido su despacho por mucho tiempo. Después de unos 200 años de vida, decidió retirarse del puesto de supervisor del despacho y buscó un lugar un poco más tranquilo, así que lo enviaron a la biblioteca. 

Llamaron a la puerta. Ronald permitió entrar a quien quiera que fuese el que llamó.

-Buenas tardes, jefe~ –escuchó canturrear a una dulce voz-.

-¿G-Grell…? ¡Grell! ¡Eres tú!

Al principio le costó reconocerlo, pero esos dientes filosos, ese pelo color sangre que ahora llevaba un poco más largo y su suave voz lo delataron. Se le hizo raro verle sin sus gafas, la prueba que demostraba que se había retirado. Pero sus ojos seguían teniendo esos dos tonos de verde tan únicos y especiales. Ojos de shinigami. Se levantó de su sillón y fue corriendo a abrazar a su amigo.

-¡Grell, te he echado mucho de menos! ¿Tú sabes el tiempo que ha pasado?

-Eh… ¿como cien años? De verdad lo siento –le sonrió-.

Ronald quiso decirle algo más, pero vio una figura negra en la puerta.

-Oh, sí, Sebas-chan también vino.

-Buenas tardes –saludó cordialmente el demonio-.

Los dejó pasar y les ofreció asiento frente a su escritorio. Él se sentó al otro lado. La tarde pasó volando, entre explicaciones, risas y anécdotas de este último siglo. De por qué habían tardado tanto en hacerle una visita. Habían esperado a que Ciel muriese, pero luego los años simplemente pasaron volando… Tenía muchas ganas de ir a verle, ahora que lo habían ascendido. Ronald también tenía muchas cosas que decirle a su senpai. Ahora tenía una pareja estable, que hacía de su secretaria. Y le contó sobre la revolución informática que estaban viviendo en las oficinas desde que algo llamado “ordenador” comenzó a hacerse popular.

También les contó sobre otro tipo de evolución que vivieron progresivamente y a la par con los humanos: la aceptación de los demás, sin importar especie, género, edad o procedencia. Sin duda, el mayor avance de todos. Los shinigamis de ahora no odiaban a los demonios; habían aprendido a tolerarlos. Y Grell nunca se esperó el motivo. William T Spears, el ser más cerrado en cuanto a este tipo de relaciones, parecía por fin aceptarlo. Y los demás le siguieron. Se emocionó un poco al escuchar como su jefe lo había defendido durante todos estos años.

Cuando por fin llegó la hora de irse, Ronald les hizo prometer que no tardarían tanto en volver a visitarlo. Pero de todos modos allí estaría él, esperando diez, cincuenta, cien o doscientos años. Siempre los esperaría.

Notas finales:

Una pequeña aclaración en cuanto a los años y la edad de Grell y Will:

No me lo he inventado. En el OVA "El cuento de Will el shinigami", toman el examen de ingreso al despacho, y según la wiki, viene siendo a finales del siglo XVIII. La serie transcurre a finales del siglo XIX, en el año 1888-89 (si no recuerdo mal), así que deben de tener unos cien años en el anime/manga.

Por eso, tras pasar un siglo entero, estarían dejando atrás el siglo XX, a punto de entrar en el XXI. Y al final del fic, tendrían doscientos años.

 

En fin, espero que os haya gustado este pequeño extra. Ya dije arriba que no era gran cosa, porque no tuve mucho tiempo ni inspiración para prepararlo. Demasiados exámenes. u_u


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