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Guerreros Legendarios por Shiochang

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Guerreros Legendarios
La purificación de un ángel

Los cuatro guerreros miraban al trenzado que lloraba pero no de pena sino de rabia, y más que nada porque lo habían castigado y no por el castigo en sí, de todas maneras, estaban seguros, iba a practicar la abstinencia por un buen tiempo por el desgaste que había hecho de su cuerpo y de sus energías junto con Heero.
- ¡Déjate de llorar! - le dijo Heero abrazándolo - recuerda que yo también estoy castigado.
- Yo no quiero estar castigado - lloriqueó.
- Vamos, si sólo vamos a estar juntos sin hacerlo, el practicar la abstinencia no significa que no estemos juntos.
- ¿En serio? ¿Nadie nos va a separar? - lo miró con sus ojitos llenos de ilusión.
- ¿Es por eso que lloras? - lo atrajo hacia su pecho - no vas a dejar de verme, Deia, sólo vamos a abstenernos de amarnos físicamente por un tiempo.
- Y de besos tampoco - les dijo el arcángel - también Wufei tendrá que practicar la paciencia porque se dejó invadir con mucha facilidad por la ira, así que tendrá que soportar a la persona que menos aguanta una semana para purificarse. Y Trowa y Quatre van a tener que ayudarlos.
Todos asintieron mientras Wufei se cruzaba de brazos enfadado pero sin decir nada, no quería ni imaginarse a quién iba a tener que aguantar una semana.
- ¿No vas a preguntar quién es?
- No, aunque creo que de todas maneras me lo vas a decir.
- No te lo voy a decir, los vamos a mandar directamente con él, deben rescatarlo, Epión está intentando ponerlo bajo su control nuevamente, eso le daría a Zech la libertad de manipular a Talguis y dejar que Traize controle a Ypsilón sin que esto le produzca mayores contratiempos.
- ¡El trenzado antipático ése! - chilló Deia mientras Heero se tapaba los oídos - ese no es castigo para Wufei, es castigo para mí - se volvió hacia Heero y ocultó el rostro en el pecho de este.
- También debes cultivar la paciencia, Deia - le dijo San Gabriel con una gotita cayéndole por el costado - y no es tan terrible como crees, deben purificar a ese muchacho para que vuelva a formar parte del ángel.
- ¿Qué quiere decir con eso? - le dijo Quatre preocupado.
- Lo sabrán a su debido tiempo, ahora deben regresar a la tierra y rescatar a ese muchacho.
- ¿No me puedo quedar aquí con Heero? - le pidió Deia.
- Lo siento, pero deben ir los cinco.
- Diantre - dijo entre dientes - después no se enojen si lo mato por tratar de quitarme a Heero.
- No lo va a intentar - le aseguró.
- ¿Y quién me asegura que cuando lo vea no cambia de opinión y vuelve a la carga? No creo que le dure mucho el gusto por Wufei, mi Heero es más bonito.
- Oye, trenzado loco, no me molestes - le dijo el chino.
- No le hagas caso - abrazó Heero al trenzado divertido - tiene una visión muy parcial de mí, no es para nada objetivo en sus apreciaciones.
- Cierto, aunque debo admitir que no tiene tan mal gusto.
- ¡Wufei!
- Ya, basta de tonterías, bajen a la Tierra y tengan cuidado, no quiero que vayan a caer en el peor de los pecados capitales, la soberbia.
- ¿Por qué?
- Por eso fueron expulsados los ángeles malos del paraíso - le recordó Heero y caminaron de regreso a los hangares donde descansaban los guardianes.

La tierra se veía muy extraña, por todos lados había un rastro de la miseria que habían sembrado las siete plagas y los jinetes del Apocalipsis en su paso por ella, cosa que se veía multiplicada por la acción de los demonios al mando de Zech y su Epión, que seguían destruyendo a cualquiera que no se sometía a sus ideas. Había ciudades que estaban deshabitadas por completo por todos lados, algunas con rastros de guerras e incendios enormes.
- Por aquí pasaron los jinetes del Apocalipsis desde un principio, estamos muy cerca de donde se inicia el Armagedón - dijo Quatre preocupado - siempre se supo que todo se iniciaría en el Oriente Medio.
- El Chilam Balam también lo señala - dijo Heero - sus profecías se van cumpliendo de acuerdo al Apocalipsis una por una, aunque sus señales son más nítidas para aquel que abre su mente a ellas.
- ¿Abrir la mente? - le dijo Deia extrañado.
- Me refiero que, al igual que el Apocalipsis, es un libro hecho para que la gente cambiara su conducta destructiva, para que se dieran cuenta que las guerras son innecesarias, que los instintos del hombre por dominar al hombre no son constructivos, que más bien lo llevan a su perdición, que la tierra que le heredemos a nuestros hijos debe estar cimentada en la paz, en la unidad y en la comprensión mutua.
- Pareces predicador, Yuy - le dijo Wufei - mientras antes lleguemos con el gringo loco y lo salvemos de Zech, antes estaremos de regreso.
- Y nos desharemos de él - agregó Deia.
- Ustedes deben recordar que lo van a tener que aguantar una semana - les recordó Trowa entre divertido y preocupado - recuerden que San Gabriel dijo...
- ¡YA SABEMOS!- gritaron el trenzado y el chino al mismo tiempo.
- Ok, pero no se enojen así.
Aterrizaron en lo que quedaba del antiguo cashba de los Winner y revisaron todo el lugar buscando al americano hasta que lo encontraron jugando ajedrez con Rasid no muy lejos, al lado del oasis bajo la sombra de una palmera.
- Amo Quatre, jóvenes, que bueno que están de regreso.
- Hola, Heero - le sonrió el trenzado y se fijo que el otro se apegaba a este - hola Wufei - le sonrió también.
- ¿Hay alguna novedad, Rasid? - sonrió Quatre desentendiéndose de las miradas de odio que se lanzaban ambos trenzados.
- Unos cuantos problemillas que ya solucionaron sus hermanas, amo Quatre - le respondió mirando al trenzado americano - hay rumores que al otro lado de las dunas se ha desatado una terrible guerra, pero no hemos visto ni oído nada.
- Es mejor así - dijo el rubio.
- Su padre nos ordenó que lo esperáramos aquí, le ofreció a su amigo llevarlo a casa - le señaló.
- No me quise ir, sabía que volverían aquí - dijo Dúo moviendo una pieza negra - jaque.
- Pésima jugada - dijo Rasid y movió la suya - jaque mate.
- Es hora de comer - sonrió - ¿vamos?

Deia y Dúo se dedicaron a molestarse mutuamente, si bien el americano había mostrado interés por Wufei, cada vez que podía se acercaba a Heero y le conversaba e intentaba coquetearle, pero este se hacía el desentendido tratando de no provocar más roces entre ambos, cosa que no conseguía porque Deia iba y se sentaba en sus piernas, lo abrazaba por atrás o simplemente le plantaba un beso en los labios y el otro apretaba los puños y se iba a coquetearle a Wufei. Y este estaba sumamente ofendido, no le gustaba, como era lógico, ser segunda opción y se había tenido que armar de paciencia para no darle un buen golpe.
- Te pones pesado de más - le dijo a Dúo el joven chino - ¿Acaso no descansas de tus tonterías?
- A ratos - le sonrió y se acomodó en su hombro - Oye, ¿me enseñarías tu guardián? Debe ser divertido ser en parte un ángel.
- No quiero mostrarte a Nataku.
- ¿Tiene nombre de mujer?
- No es un nombre de mujer, es un dragón guerrero legendario - lo corrigió molesto - ahora hazte a un lado.
- ¿Por qué?
- ¿Cómo que por qué? - lo miró fastidiado - estoy cansado y quiero relajarme un poco y tú me estorbas.
- Podría ayudarte un poco, mi querido Wufei - le sonrió muy coqueto - sé hacer muy buenos masajes.
- Oh, claro - le replicó Deia - tal como sabes jugar ajedrez.
- Deia - lo regañó Heero.
- ¿Sabes, Faraoncito? Eres más antipático que una ortiga.
- Vete al... - le replicó pero Heero le tapó la boca.
- No debes decir éso - le dijo haciendo girar su rostro hacia él - recuerda que nos dijeron que nosotros podemos mandar a cualquiera a ese lugar, nos volveríamos jueces y cuando nos toque a nosotros, nos juzgarán con la misma dureza.
- Paciencia - gruñó entre dientes y se volvió hacia él - ¿por qué no mejor vamos a caminar un poco? A ver sí se me pasa un poco la rabia.
- Está bien - lo abrazó por la cintura y vio que Wufei se ponía de pie - vendrás con nosotros ¿verdad?
- Alguien tiene que ver que practiquen la abstinencia - le respondió el chino y los siguió.
- Así nunca vas a tener novio - le dijo el americano.
- Ni lo necesita - le replicó el egipcio - tiene una prometida esperándolo en China.
- Deia, cállate - le dijo Heero y se alejaron.

Trowa estaba sentado en la orilla del pequeño estanque que daba vida al oasis con los dos pies en el agua mirando a Quatre que dormía a su lado con una sombrilla sobre su cabeza y sonrió. Hacía unos días habían descansado de la misma manera junto al lago plateado en el paraíso, sólo que allí el agua estaba deliciosa y el sol no quemaba ni producía insolación, aquí en cambio, si uno se dejaba llevar por la somnolencia que este provocaba, lo más probable era que le diera insolación, se deshidratara o se quemara la piel expuesta y luego pareciera jaiba.
- Que aburrido - dijo el americano sentándose junto a Trowa - creo que debí irme con el padre de Quatre, al menos podría haber ido de tiendas con una de sus hermanas y no tener que soportar a ese horrible faraón.
- No creo que Deia sea horrible, además, te le pareces mucho.
- No me refiero a su aspecto físico - movió la cabeza - es su forma de ser, es un acaparador, nunca deja solo a Heero y se dedica a fastidiarme.
- Es probable que lo haga porque sabe que tú tienes segundas intenciones con él, recuerda que tiene poderes síquicos. Además, Heero fue quien lo despertó de su sueño eterno.
- Eso no le quita que sea un fastidio.
- Para él también debes resultarle fastidioso - le replicó Quatre sentándose - estás tratando de quitarle su novio y por eso se pone así contigo.
- Pero si me fastidia hasta cuando estoy con Wufei.
- Lo hace por protegerlo.
- ¿De quién? - dijo enojado - además me dijo que este tiene una prometida ¿es verdad?
- Sí, ella lo está esperando hace tiempo pero él no se decide.
- Así que todavía tengo una oportunidad con él.
- Lo veo medio difícil - le dijo el latino - Wufei ha estado mucho tiempo enamorado de Heero como para que te preste atención y menos con el parecido que tienes con aquel que se lo arrebató.
- Pues no pienso darme por vencido, uno de los dos será mío - se levantó y se fue.
- Parece que nosotros también vamos a tener que practicar la paciencia - murmuró Quatre mirando al trenzado que se alejaba - sólo espero que las cosas salgan bien.

- Joven Miliardo - se inclinó ante él un demonio respetuosamente - el gran jefe quiere verlo lo antes posible en la base central.
- Muy bien, voy para allá - se puso de pie y en un pestañeo desapareció.
- ¿Adónde fue Miliardo? - le dijo Traize que había llegado a buscarlo, estaba aburrido del entrenamiento y quería divertirse un rato - iba a invitarlo a la ciudad a bailar.
- Lo llamó el gran Jefe, Sr. Traize.
- Ah, entonces será en otra ocasión.
Zech miró el lugar, nunca le había gustado mucho, en realidad, hacía demasiada calor en la sala, el prefería los lugares frescos, aunque tampoco le gustaba el frío, pero eso se remediaba fácilmente. En todo caso, no le daba mayor importancia.
- ¿Me mandó llamar?
- He recordado algo ¿Recuerdas al muchacho que usaron para despertar a Babilonia? - el rubio asintió - bueno, teniendo en cuenta en parecido que guarda con el alma de Deathscythe, debe ser la mitad perdida del ángel, así que debe haber sido contaminado al estar en Epión.
- ¿Qué pretende, Excelencia?
- Simple, reducir el poder de las fuerzas celestiales, recuerda que fueron ellos los que impidieron que nos hiciéramos con el poder del Padre hace tanto tiempo.
- ¿Y qué es lo que debo hacer?
- Irás con tu gente a buscarlo al desierto en Qatar, sé que los guardianes están de vuelta en la tierra, lo que significa que mis deducciones son exactas, te llevarás a Epión, a Talguis y a Ypsilón y secuestrarán al chico. Mis informes dicen que le gusta el alma de Zero, pero que éste apenas y lo soporta, hazlo creer que le darás el poder para conquistarlo y será fácil convencerlo.
- ¿Y qué ganaremos con eso?
- Fácil, mi querido Zech, la mitad de Deathscythe estará contaminada y sus poderes no le servirán de mucho. También, de paso, contaminaremos la espada de Miguel y le será completamente inútil en la batalla final.
- Bien, entonces, voy a necesitar un par de demonios...
- Que Traize pilotee a Ypsilón.
- ¿Traize? ¿Por qué él?
- Será mucho más poderoso si controla un alma humana - le dijo - y te estás encariñando demasiado con él, deberás demostrarme tu lealtad entregándome a aquella persona que más quieras.
- Como ordene - desapareció, pero había una espina clavada en su mitad humana que comenzaba a desgarrarlo. >>

Deia miraba a la distancia, estaba un poco alejado de sus amigos, se sentía extraño, no era la primera vez que veía cosas relacionadas con Zech y Traize y tampoco creía que fuera la última, sin embargo, había cosas que se sabían en el infierno y que él, que era el verdadero afectado por aquello, no conocía ¿sería cierto que aquel insoportable americano era su otra mitad? Tal vez era por eso que no se soportaban el uno al otro. Sin embargo, recordaba que les habían dicho que en el libro de la vida aparecía tanto su nombre como el del americano como almas de Deathscythe ¿qué podía significar aquello? Nada bueno, tal vez.
- Estás muy silencioso, amor - le dijo Heero abrazándolo - ¿qué pasa?
- Es que he vuelto a tener visiones presentes de Zech y Traize. No, no de ese tipo - negó moviendo la cabeza - su jefe planea algo contra nosotros.
- Déjalos que vengan, los venceremos.
- Traize va a controlar a Ypsilón.
- ¿Qué? - lo miró asombrado - ese demonio, si toma el alma de un humano, tendrá tanto poder como tres de nuestros guardianes juntos. Aunque no creo que a Zech le guste mucho eso de convertir a su novio en un condenado.
- …l se lo ha pedido como prueba de su lealtad.
- Está malo - dijo preocupado - pero yo venía a otra cosa - lo tomó de la mano y lo llevó dentro de la tienda que compartían - recuerdo que fui tu esclavo en otra vida y que era tu verdadero amor, sin embargo, pese a que estaba allí, no te pude despertar ¿por qué?
- Yo también me he preguntado aquello - se sentó en la cama junto a Heero - recuerdo claramente que cuando leíste la tablilla en la entrada me desperté, mejor dicho, mi alma regresó a este mundo ya que desde el momento en que me maldijeron me separé de mi cuerpo, te pude seguir, entonces, la tablilla sellaba mi alma lejos ¿no crees?
- Eso quiere decir.
- Hola, chicos ¿tienen dudas?
- Hola, San Gabriel ¿qué lo trae por aquí?
- Bueno, yo quisiera decirles algo respecto a lo que pasó cuando te hicieron dormir - les dijo - las almas son seleccionadas minuciosamente antes de ser enviadas a este mundo a encarnarse, pero tres de ellas se fugaron y bajaron al mundo humano, dos de ellas regresaron, una cubierta de tristeza y la otra vacía, la tercera quedó atrapada entre dos mundos, la tuya - le dijo a Deia - Es cierto que han estado destinados a ser siempre uno, pero el que lo hicieran significaba en inicio del mal, por eso los mantuvimos separados. Sin embargo, ustedes los humanos pueden hacer lo que quieran y se reunieron antes de tiempo. No podíamos permitirlo, pero tampoco podíamos hacer nada. Pero ocurrió algo extraño, el Diablo metió su cola e intentó hacerse del poder humano ya que no podía acceder al divino sin saber que así se encerraba a si mismo ya que los otros ángeles no habían bajado aún a la tierra.
- Pero ¿por qué no pude liberarlo de la maldición?
- Porque la maldición no fue completada hasta mucho después de tu partida de Egipto - señaló - la mujer que encontraron posteriormente en la pirámide lo hizo en venganza, no pudo matar al faraón por el sello que tú habías puesto en su sarcófago, así que le volvió a poner otro sello que sólo tú podrías romper para despertarlo, pero allí nadie lo sabía y ya estabas muy lejos. Además, fue tu deseo que te olvidaran para que cuando despertara pudiera ser feliz y ella te borró de su memoria con los hechizos del libro de los muertos.
- Pero yo lo recordé - dijo Deia.
- Pero fue porque las palabras de Heero te habían marcado el alma.
- Una cosa, dice que soy el alma de Zero, pero este amaba a Epión y no a Deathscythe, sin embargo, yo amo a su alma.
- Zero si amaba a Deathscythe, pero estaba confundido, era su amigo, casi su hermano, y cuando Epión le ofreció una salida a su dilema, la tomó. Creo que no quería sentirse así de atraído por él, pero si sufrió cuando Deathscythe le dijo que lo amaba y que haría lo que fuera por él.
- Perdón, pero ¿por qué tiene dos almas? - dijo Deia.
- En realidad debió ser Zero quien se dividiera en dos - dijo - él se encontraba dividido entre amar a Deathscythe y amar a Epión, sin embargo, fue decisión de Deathscythe el hacerlo para proteger ambos mundos para demostrarle su amor a Zero.
- ¿Y tengo que unirme a ese gringo loco?
- No, cada uno es una persona diferente, tú eres el alma de Deathscythe y, aunque Dúo piloteara a tu guardián, ya no sería lo mismo.
- Entonces ¿para qué purificarlo?
- Para que su poder regrese a Deathscythe y él tenga oportunidad de redimir su alma y entrar en el paraíso.

- Claro que hay algo que puedes hacer, pequeño - le dijo una voz masculina a sus espaldas - en especial si quieres conquistar a Heero Yuy.
- ¿Sabes que hacer?
- Epión era el novio oficial de Zero, si te conviertes en su piloto, Zero influirá en su piloto para que te quiera.
- ¿Crees que sea posible?
- Es más que posible, así desplazarás en su corazón a Deia.
- ¿Quién eres?
- Mi nombre es Miliardo Piscraft - le dijo el rubio sonriendo.
- ¿Por qué me ayudas? ¿Qué ganas tú con que Heero me ame? ¿Acaso te gusta Deia?
- Lo sabrás a su debido tiempo, ven conmigo - le tendió la mano y ambos desaparecieron y reaparecieron en Ámsterdam.
Traize se volvió al sentir a Miliardo pero sus ojos se llenaron de ira al ver que llevaba de la mano al trenzado ¿qué era lo que pretendía ahora? Como si no fuera suficientemente malo ya que lo hubiese plantado para el almuerzo ahora venía con el americano y de la mano, para colmo.
- Dúo, él es Traize Krusrenada - lo presentó sin soltarle la mano.
- Buenas tardes.
- Para otros serán buenas - le respondió de malas - los dejo, tengo cosas importantes que hacer - se volvió para salir, no pensaba montarle una escena, pero sentía que los celos se lo comían.
- Tengo que hablar contigo, Traize - lo detuvo.
- Pues yo no tengo ganas de hablar contigo - le replicó de malas entre dientes y se marchó.
- Espérame aquí ¿quieres? Traize está extraño - lo siguió.
- A mí no me parece tan extraño - murmuró el americano - está actuando igual que Deia cuando nota que estoy demasiado cerca de Heero, así que supongo que debe estar celoso de mí - pero el rubio no lo escuchaba. >>

Deia apoyó la cabeza en el hombro de Heero, no había dicho nada todavía, quería averiguar un poco más acerca de lo que iba a hacer el demonio ese con Dúo, pero tenía que informar de su desaparición, se suponía que por el momento eran sus custodios. Además, ¿Dónde estaba su ángel de la guarda que no le decía que ese tipo era un demonio?
- ¿Pasa algo malo?
- Zech se llevó a Dúo - le dijo en voz baja - le ha hecho creer que si pilotea a Epión Zero te hará amarlo.
- Diantre - gruñó - ¿qué más averiguaste?
- Traize está molesto con él, creo que teme que le quiten a su demonio, él está tratando de explicarle las cosas en este momento, pero me temo que no lo está consiguiendo.
- Bueno, mientras menos se entiendan ellos, mejor para nosotros, tendremos más tiempo para prepararnos para su ataque.
- Quieren la perdición de un ángel y la contaminación de la espada de San Miguel.
- No te preocupes tanto, rescataremos a ese loco - le dijo y iba a besarlo cuando Trowa y Wufei los separaron - ¿qué pasa?
- Abstinencia y nada de besos - le recordaron los dos.

Continuará...

¿Conseguirá Zech convencer a Traize? ¿Evitarán que Epión le robe su alma a Dúo? ¿Podrán Heero y Deia soportar la abstinencia? Sépanlo en el siguiente capítulo, a la misma hora y por el mismo canal.

Ya sé que esta vez me he demorado más de lo que pensaba en hacer una capítulo que no me quedó tan largo como planeaba, y no ha salido como quería, pero tengo que dejar unas cuantas dudas por allí si quiero tener un enlace al siguiente capítulo, que espero me salga mejor.
Realmente, Deia y Dúo no son la misma persona aunque sean parte de un todo, uno tiene ciertos poderes místicos y el otro sólo es la sombra (Como Cid y Bo en la saga de los Dioses Guerreros de Asgard en los Caballeros del Zodiaco), aunque sean idénticos.
Sólo les quiero adelantar algo, alguien va a morir.
Shio Chang.
¡Ya falta menos!

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