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Guerreros Legendarios por Shiochang

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Guerreros Legendarios
Suplicio y abstinencia

Deia miró a sus amigos y luego a Heero que los miraba un tanto avergonzado, se había olvidado por completo que el castigo de ambos, aparte de la abstinencia, les tenía prohibidos los besos, podían estar juntos siempre y cuando no cayeran en la tentación.
- ¡BUAAAAAA! - empezó a chillar Deia - ¡Me quieren quitar a Heero!
- Deia - lo regañó el japonés - estamos castigados ¿recuerdas? Nada de besos ni nada parecido que nos pueda tentar a romper la abstinencia
- ¡No es cierto, Wufei nos quiere separar!
- ¡Basta! - le dijo el chino molesto - no los separamos por eso ¿Acaso no recuerdas lo que dijo San Gabriel? Ni sexo, ni besos.
- Heero es mío - insistió y se echó a los brazos del japonés.
- No seas burro - le dijo Trowa molesto - los hacemos por el bien de ambos, no querrás que los castiguen de nuevo y con la separación ¿verdad?
- Tiene razón, Deia - le dijo Heero - ahora aboquémonos a nuestra misión, me contabas que viste a Zech y a Traize hace un rato, y que el rubio se robó Dúo.
- Debemos recuperarlo de inmediato - dijo Wufei.
- ¿Por qué no dejamos que se queden con él? - les dijo - aunque Traize está furioso con Zech por llegar con él de la mano, no le ha dejado explicarle los planes que tiene para ellos, como será que se ha encerrado en su cuarto con llave y el demonio no puede abrirla.
- Recuerda lo que nos dijo San Gabriel - insistió Trowa - debemos purificarlo para que sus poderes regresen a Deathscythe y su alma sea redimida.
- Está bien, pero ellos se encuentran muy lejos, creo que dijeron que era Ámsterdam o algo parecido - se encogió de hombros - van a subirlo a Epión y Traize deberá pilotear a Ypsilón.
- De seguro atacarán muy pronto - dijo Trowa - mejor los esperamos aquí, no podemos provocar una pelea en una cuidad tan grande.
- Oye ¿y Quatre?
- Se quedó conversando con su gente - respondió Trowa - estaba un poco cansado, así que le dije que se acostara temprano, creo que mi pequeño se va a enfermar, los cambios de clima y de lugar parecen estarlo afectando bastante.
- ¿No se supone que somos ángeles?
- Pero eso no significa que seamos inmortales - le replicó Heero jugando con su trenza - esa facultad la tendremos sólo estando en el paraíso, aquí somos simples mortales como cualquier otro ser humano.
- ¿De qué nos vale ser ángeles entonces?
- Es el poder, tonto, y no otra cosa lo que necesitamos para luchar.
- Bueno - se encogió de hombros ante el regaño de su novio - regresemos al campamento a descansar, no creo que ellos ataquen pronto, en especial porque dudo que Zech convenza con facilidad a Traize que no lo estaba engañando con el gringo loco ese ¿cómo puede creerlo?
- ¿Cómo lo crees tú? - se burló el chino.
- Ajniashi toha - le dijo y Wufei quedó suspendido en el aire y de cabeza.
- Deia, basta - le dijo Heero y vio como dejaba caer al chino de golpe al suelo - no te comportes como un crío, recuerda que tienes que aprender a tener paciencia.
- Pues creo que no tengo mucha - gruñó fastidiado.
- Es por eso que nos mandaron a la Tierra de vuelta - le dijo Trowa ayudando al chino a levantarse - regresemos al campamento, es mejor que descansemos mientras esperamos el ataque de los demonios.

Amanecía y Heero no había conseguido dormir más de un par de horas, a cada rato se despertaba al no sentir el calor de su trenzado a su lado. Se volvió fastidiado mirando a Trowa que dormía en la otra cama ¿cómo podía dormir tan tranquilo con su novio al otro lado de la cortina? Molesto, se sentó abrazándose a sí mismo para darse calor pensando si Deia estaría en las mismas condiciones, sin poder dormir y echando de menos su calor.
- Deberías tratar de dormir un poco más - le dijo con voz somnolienta Trowa - son apenas las tres de la mañana.
- No puedo, hace demasiado frío sin Deia a mi lado.
- Sabes perfectamente que no pueden estar juntos, deben practicar la abstinencia una semana y si duermen juntos más que de seguro la rompen.
- Cómo si fuera tan fácil de mantenerla.
- Te aseguro que no es nada fácil, lo sé por experiencia propia - le dijo - estar sin Quatre también es doloroso para mí, pero cuando al fin podamos estar juntos, te aseguro que será fantástico siempre y cuando no caigamos en la lujuria.
- No fue nuestra culpa, fue el brebaje y el aceite ese que le dio el sacerdote a Deia lo que nos alteró las hormonas.
- ¿Lo sabías y lo bebiste?
- Deia lo echó en mi copa y la acercó a mis labios ¿cómo iba a soportar semejante tentación? No podía despreciar lo que ofrecía mi esposo, menos delante de todos.
- ¿Lo consideras tu esposo todavía?
- Sí - admitió volviendo a acostarse - y creo que la abstinencia me está haciendo mal, tengo aún más tentaciones.
- Es porque es forzada, fuera de manera voluntaria, tal vez fuera más llevadera, aunque eso no impide que tengas pensamientos pecaminosos - admitió avergonzado.
- Quatre y tú no tenían que practicar la abstinencia también - le dijo - Wufei podría habernos vigilado.
- Deia habría reaccionado tal como lo hizo en la tarde, sabes que no le perdona que esté enamorado de ti.
- Posiblemente sí - asintió mirando el techo - pero yo nunca sentí nada por Wufei, para mí era un héroe al que quería imitar, nunca tuve interés romántico en él.
- Pero Wufei sí en ti, y es eso lo que no soporta - lo miró - creo que lo único que lo va a tranquilizar es verlo interesado de verdad en alguien más.
- Mientras no sea Dúo - dijo sonriendo - no creo que sea bueno para Wufei, es un tipo demasiado mundano para él, lo único que haría es complicarle la vida.
- ¿Y qué piensas de la chica que lo espera en China?
- No lo sé, ella fue elegida por su familia y si hay algo que Wufei odia es que le impongan algo - miró al latino - aunque aquello signifique perder su herencia y el liderazgo de su clan a la muerte de su abuelo.
- ¿Qué fue lo que pasó?
- Yo conocí a su abuelo pocos días después de terminar la secundaria cuando fui a visitar a Wufei para proponerle un negocio que nos favorecería a los dos sin saber que él no estaba ya en China. Su abuelo me recibió de mala gana y me dijo que Wufei se había marchado por mi culpa y que no había querido cumplir su deber con el clan casándose con Merina tal como estaba establecido desde hacía muchos años. Yo le dije que nada tenía que ver con las decisiones que tomara él, yo no sabía que estaba enamorado de mí y le dije que sólo éramos amigos.
- En aquel tiempo Wufei estaba en mi casa, en Italia.
- El anciano me dijo que yo había pervertido a su nieto y que no quería que me acercara más a su casa, que no iba a permitir que contaminara a alguien más de su clan - movió la cabeza negativamente - yo le repliqué que para qué me iba a juntar con gente así, se enfureció y me sacó con violencia de su casa, tanto así que terminé en el hospital y tuve que poner una denuncia en su contra para poder regresar a Japón. Sólo que yo no me esperaba que intentara vengarse de mí matándome, por poco y lo consigue mientras estaba en Japón con una bomba incendiaria puesta por su gente, así que me fui a estudiar a Londres, esperaba estar a salvo, pero la mafia china me persiguió y estuvo a punto de matarme, me vi obligado a buscar protección y estuve prácticamente recluido dos años cuando al fin me dejaron en paz pues Wufei estaba en Grecia contigo.
- Ya me extrañaba tu actitud para con él cuando coincidimos en las ruinas del Partenón hace un año.
- ¿A quién le va a gustar encontrarse con la persona por la cuál haz estado tres veces al borde de la muerte? Yo pensaba que él lo sabía y que lo hacía por vengarse que lo hubiese despreciado.
- ¿Cómo pudiste pensar semejante estupidez? - le dijo Wufei molesto desde el otro lado de la cortina - me hubiese enterado entonces de ello le habría puesto un atajo y no te habrían perseguido tanto.
- Pero siempre hubo alguien a mi lado - miró la cortina que lo separaba de su trenzado - sólo ahora reconozco quien era.
Un fuerte estallido se escuchó a la distancia y se repitió cada vez más cerca haciendo que Quatre lanzara un grito de dolor...

- ¿Qué hago, Traize? - lo miró con ternura - no sé por qué no quiero que conozcas el infierno y mucho menos el lago de fuego y azufre al que ya estoy destinado ¿esto es lo que ustedes llaman amor?
- El amor está prohibido para los demonios - le recordó una voz.
- ¿Que quieres, Lilith?
- No entiendo a aquellos que sienten aquella terrible debilidad por estos seres tan insignificantes, ninguna clase de poder, la inteligencia mal utilizada, sólo pretenden brindarse una vida cómoda y sin sobresaltos, pero sin hacer grandes esfuerzos - señaló a Traize que dormía - no sé cómo …l los prefiere sobre nosotros, tanto así que les pone ángeles que los cuiden toda la vida, que hasta los acompañan a la entrada del infierno cuando son enviados allí
- Supongo que de tanto cuidarlos se enamoran de ellos - se encogió de hombros enredando los dedos en el cabello de Traize - no parece ser tan difícil.
- Estás mal de la cabeza.
- Eso a ti qué te importa, es mi cabeza ¿no?
- No te alteres, sólo vengo a decirte que Babilonia ha caído y que la última etapa del Armagedón acaba de empezar y se encuentra muy cerca de donde están los Guardianes, que si quieres hacer bien tu trabajo, lo hagas ya.
- No vas a decir nada.
- Aquel hombre me expulsó del paraíso - dijo molesta refiriéndose a Adán - pero no los odio, al contrario, aquello me dio poder, uno que jamás imaginé tener cuando estaba en el paraíso - desapareció.
- Traize, despierta, tenemos una tarea que cumplir - lo movió con suavidad.
- Te amo - le replicó enderezándose y plantándole un suave beso en los labios - vamos.
Zech no pudo responder y se levantó de la cama siguiendo a su amante hacia donde los esperaba Dúo que dormía profundamente sentado en un sillón con la trenza sobre el hombro como si alguien lo hubiese estado acariciando. >>

Trowa tenía fuertemente abrazado al árabe que se estremecía con violencia y sentía cada vez más fuerte las dolorosas puntadas en el pecho y que no atinaba a explicarles a los demás que era lo que pasaba, aquel dolor no le permitía coordinar las palabras correctas. Deia se sentó a su lado y lo abrazó tratando de calmarlo y de leer su mente para explicar lo que pasaba, sin embargo, fue rechazado violentamente por algo que no era de Quatre.
- ¿Qué pasa? - lo ayudó Heero sentándolo en su regazo - ¿por qué te atacó?
- No fue Quatre - le dijo acomodándose en su hombro - la última parte del Armagedón está muy cerca y él está sintiendo como muchas personas están muriendo, ha sido su ángel de la guarda y el mío los que me han apartado, ellos no quieren que yo comparta su dolor.
- Pobre amorcito - dijo Trowa besando la frente del árabe - pero esta parte vendría solo después de la caída de Babilonia - dijo pensativo y se volvió hacia Deia - ¿sabes algo?
- Una tal Lilith se lo dijo a Zech, ellos vienen en camino.
- ¿Lilith? - repitieron los otros tres.
- ¿La conocen?
- Lilith era un ángel del paraíso, pero le gustaba mucho la sangre, así que Adán la echó del paraíso, sin embargo, aquí se hizo más fuerte y comenzó a matar a los jóvenes y a los bebés para saciarse, mantenerse joven y hacerse fuerte - le explicó Heero - y si ella está de ese lado, hay que cuidarse.
- Esa vampiresa es peligrosa.
- Tal vez haya sido ella la que acariciaba a Dúo antes que lo fueran a buscar.
- Y de seguro a ese le gustó - dijo Wufei.
- No lo creo, estaba muy dormido.
- Olvidemos eso, y mejor preparemos nuestros guardianes - dijo Heero y se volvió hacia Quatre - No podemos hacer nada para evitar la muerte de aquellas personas - le dijo con calma - recuerda que deben morir para alcanzar la gracia de la resurrección, así que es mejor que dejes de angustiarte, y tratemos de salvar a los que están tratando de matar los demonios, no podemos dejar que los condenen.
- Eso no hará que no sienta el dolor de sus muertes - le replicó Trowa molesto - amor, mejor quédate aquí - le pidió acariciándolo con ternura.
- No, ustedes me necesitan en el campo de batalla - se apartó mirando hacia afuera - y Heero tiene razón, no puedo abatirme por aquellos que van a alcanzar la luz, debo proteger a los otros para que alcancen la luz y no se vayan a la oscuridad.
- Bueno, pero ten cuidado - lo soltó.
Al poco rato los cinco jóvenes estaban en sus guardianes esperando la llegada de los demonios que no se hizo de rogar y que de inmediato se lanzaron al ataque. En total eran trece, diez normales y los tres principales: Epión, Talgis e Ypsilón. Los rodearon separando a Heero de los demás obligándolo a luchar contra los superiores lejos de sus amigos.
- ¡Quieren tu corazón! - le advirtió Deia preocupado intentando llegar hasta él siendo detenido por uno de los demonios menores - ¡quítense del medio! - gritó sacando su guadaña luchando con fuerza - ¡Heero!
Heero volvió la cabeza hacia su amado y se topó con que Talguis lo detenía por los brazos aunque Deia hacía denodados esfuerzos por safarse, pero Zech lo tenía bien sujeto.
- Mi querido Heero - le dijo Dúo acercándose peligrosamente a él, iba decidido a robarle un beso, así sería para siempre suyo - volvamos s ser pareja, Zero.
- ¡No te dejes, Heero!
- Ya me traicionaste una vez, Epión - le replicó Zero por medio de la boca de Heero - lo único que querías de mí era aquello que Deathscythe y yo custodiábamos, no volveré a permitir que juegues conmigo.
- Eso significa que aún me amas - se sonrió Dúo, estaba posesionado por completo por el demonio acercándose aún más - sólo quiero probarlo, antes no pude hacerlo porque Talgis se apuró demasiado y tu querido amigo estaba allí.
- ¡Nunca te quise! - retrocedió sacando su espada - ¡estaba confundido con lo que sentía!
- Nunca haz sido un buen mentiroso, amor mío - se sonrió.
- ¡No es tu amor! - le gritó Deia desplegando las negras alas de su guerrero para soltarse del agarro de Zech - ¡nunca lo será! - intentó avanzar hacia ellos pero lo volvieron a detener.
Los demás peleaban tratando de proteger lo mejor posible el campamento, toda esa gente estaba marcada como de las tribus elegidas, para aquellos demonios sería un triunfo robárselos, y por lo mismo luchaban tratando de no disparar, sin embargo, los detenían momentáneamente, ellos volvían a aparecer con fuerzas renovadas y no les daban descanso.
- Debemos usar las armas de los sellos - dijo Wufei un tanto cansado - así no volverán del infierno.
- Pero podemos hacerle daño a la gente de aquí - dijo Trowa.
- Tu arma posiblemente - replicó - los brazos de Nataku no - y los desplegó en dirección a dos de los demonios que los rodeaban rompiendo sus corazas.
Quatre sacó sus armas y comenzó a atacar a los demonios haciéndoles una cruz sobre el pecho, viendo como estos desaparecían a su paso. En eso notó que los tres demonios principales estaban con Heero y Deia y que Epión se acercaba peligrosamente a Zero, pero sus intenciones no eran de atacarlo. Miró a Deathscythe y vio como este luchaba por liberarse de Talgis e Ypsilón, pero que ellos no aflojaban su agarro.
- Trowa, ayuda a Heero y a Deia - le dijo Quatre - Wufei y yo nos haremos cargo de los demonios, no permitas que logren su objetivo.
Heero retrocedió más usando sus alas como escudo, no podía atacar a Epión porque dentro de él estaba una pequeña porción del alma de Deathscythe y eso significaría enviarlo al infierno, contaminar a su ángel y condenar al propio Deia al lago de fuego y azufre aunque no tuviera nada que ver con aquello.
- ¡SU…LTENME! - gritaba Deia agitándose desesperado consiguiendo herir en una pierna a Talgis con su guadaña. Este, al sentir el dolor quemante, lo soltó cayendo sentado al suelo, por lo mismo lo soltó Ypsilón, que fue a socorrerlo - ¡NO BESARÁS A ZERO!
Heero vio que Deia venía al ataque y levantó su espada para proteger a Epión consiente que si lo destruía ambos se irían al lago de fuego y azufre, pero Deia lo interpretó de otra manera.
- Zero, aún amas a Epión ¿verdad? - le dijo dolido.
- Deia, no es lo que crees.
- Por eso no te importaba no estar conmigo y te enfadabas cuando yo quería estar más tiempo a tu lado - agregó sintiendo como las lágrimas se acumulaban en su garganta y pugnaban por salir de sus ojos - lo amaste antes, le permitiste usarte como su juguete y te olvidaste de mí, ¡siempre has rechazado mi amor!
- ¡No, Deia, estas equivocado!
- Nunca fuiste verdaderamente su dueño, era el mero parecido - se rió Dúo burlón con una risa maniática que a Heero no le gustó nada.
- Deia, mira en tu corazón - le rogó subiendo sus manos para tomar las de él - te estoy protegiendo a ti, recuerda que sólo debemos ser jueces de los demonios, él es humano, tiene parte de tu esencia, no te dejes llevar por la ira, recuerda que no debemos caer en los pecados capitales.
- ¡Dime que ya no lo amas!
- ¡NUNCA LO AM…, TE LO JURO!
- Nunca haz sabido mentir, Zero, ni por tu propio bien - se burló Epión - tú lo amas tanto como Zech ama a Traize, el ni siquiera puede aspirar a tener siquiera un pedacito de su corazón - se rió - el pobre es tan tonto, que se dejaría matar.
- ¡TÚ NO SABES AMAR! - gritó Deia molesto - ¡AL ÚNICO QUE AMAS ES A TI MISMO!
- ¿QU… SABES TÚ, REMEDO DE ÁNGEL? - le disparó y una fuerte explosión lo rodeó a ambos, sin embargo, el escudo de las alas de Zero y Deathscythe evitaron que los dañaran a ellos, pero el disparo se había desviado y había caído sobre Talguis hiriendo de gravedad a Zech - miren lo que han hecho, han matado a un demonio, lástima que no se vaya a ir al lago de fuego y azufre - se burló.
- ¡Maldito! - gritó Traize sacando el habla por fin - estás muy contaminado, no eres ni ángel ni humano, estás podrido por dentro - se lanzó contra él - si no fuera por Zech estarías muerto, te habrían comido los buitres.
- Que lástima - se burló cruzando sus espadas - pero él no podía saber que no era lo que necesitaba para ser libre, es medio demonio, su alma no me servía, así como tampoco le sirve a mi querido Talguis, necesitamos un alma humana para ser dioses - se rió - y tú tampoco nos sirves - y le lanzó una violenta estocada con la lanza, sin embargo, esta fue interceptada por Zech que fue atravesado de parte a parte por ella - que tonto eres, sabes que si hiero al guerrero que piloteas irremediablemente la herida se repetirá en tu cuerpo humano.
- No importa - dijo el rubio casi sin voz - al menos... evité... que lo... mandaras a... conocer... el infierno...
- Zech, a mí no me importa si estoy contigo - le dijo él - ¿cómo puedes pensar qué estaré tranquilo con tu muerte?
- El amor hace débiles a los más fuertes - se burló.
Wufei y Quatre siguieron a Trowa que se había detenido a cierta distancia de la pelea principal, allí estaba Talguis con una lanza atravesada en su estómago y escupiendo sangre, la misma que debía brotar de los labios de su piloto.
- Dicen... que los... demonios... no debemos... amar... o encontraremos... el camino... de la luz - murmuró Zech apoyado en el regazo de Traize - pero... no pude... evitarlo... te amo... mucho.
- Silencio, sólo apuras tu muerte - le dijo casi llorando.
- Ya no... importa...
- ¡C”MO NO VA A IMPORTAR SI YO TAMBI…N TE AMO!
- Patético - murmuró Epión agarrando su lanza y sacándosela a Talguis teñida de la sangre de Zech - muérete ya - levantó su cañón contra él.
- ¡NO! - Ypsilón se lanzó contra él al ver que le iba a disparar de nuevo para ultimarlo, pero recibió el disparo en medio del pecho, siendo herido de muerte.
Deia ya no pudo soportarlo más y con sus poderes síquicos amplificados por el propio Deathscythe, se le acabó la paciencia, lo lanzó lejos evitando que los ultimara y lo atacó mentalmente de manera tal que perdiera la conciencia por un buen rato.
- Debemos sacarlos de allí - dijo Quatre bajando de un salto de su guardián - es la única forma de evitar que mueran.
Wufei y Heero de inmediato los rescataron sacándolos de las cabinas de Talguis e Ypsilón, pero era demasiado tarde, ambos ya habían perdido mucha sangre con el ataque de Dúo.
- El ángel caído ya ha sido purificado - llegó diciendo San Rafael y los cinco lo miraron asombrados - no me miren con esa cara, el ángel que debían salvar era Zech o Miliardo, como lo conocen los humanos, aunque pensábamos que debía ser Dúo, pero, al parecer, es la parte más oscura del alma de Deathscythe y no tan necesaria.
- ¿Los vienes a sanar?
- Ellos le pertenecen ahora al paraíso.
- Pero si los mató un demonio - dijo Deia.
- Pero ambos se dejaron matar por amor, tal vez no de forma conciente, pero se amaron profundamente que se protegieron el uno al otro sin importar nada más y eso es algo que siempre se tiene en consideración allá arriba.
- ¿Y qué haremos ahora con Dúo?
- …l ya no existe, ahora es Epión, un ser con dos formas, al igual que los guardianes, una humana para mezclarse entre ellos y tratar de llevarlos a la perdición y otra de demonio guerrero, con sus poderes completos, capaz de rivalizar en magnitud con Zero y quizás hasta vencerlo, pero sin la poderosa magia de un corazón que sabe amar.
- San Rafael ¿qué pasará con los elegidos?
- Ya se van - les mostró a la distancia como un camino de luz subía hacia el cielo llevando a montones de gente que se veían felices y en paz - ellos serán los primeros en conocer la nueva Jerusalén, los primeros en ver al Cordero de Dios sentado en el trono.
- Pero, ¿Y Epión?
- Habrá que esperar a ver que hace su desalmado jefe con él, no creo que le agrade saber que su más leal y servicial ayudante a última hora se cambió de bando por su culpa, él no suele admitir este tipo de cosas, ese tipo de errores serían imperdonables para él, sólo espero que... Bueno, no hay nada que hacer por el momento, es mejor que descansen mientras puedan.
- Está bien - asintieron los cinco.
- Y no dejen la abstinencia - les dijo y desapareció llevándose a Traize y Zech por el camino de luz, hacia la nueva Jerusalén, rumbo al paraíso.

- ¿Dónde estoy? - miró a su alrededor, era un lugar oscuro, pero había una extraña calidez - ¿quién eres?
- Soy Lilith, un ángel caído - le sonrió rozando sus labios con los rojísimos suyos - muchos hombres me conocen como la vampiresa desterrada del paraíso.
- Pero no me dices...
- Estamos en mi escondite secreto, y como verás yo no obedezco las ordenes del ángel bello, yo hago lo que quiero y me gustas, serás mi pareja, eres casi tan malo como yo, corazón - le sonrió - ¿qué te perece llevar la revuelta contra el Padre por nuestra parte?
- Mi jefe no estará nada de contento cuando se entere que dos de sus mejores guerreros regresaron a la luz - dijo pensativo.
- No te preocupes tanto por eso, haz alcanzado tu máximo poder y de seguro ahora serás capaz de vencer a Zero en cualquier batalla, de seguro eso lo tranquilizará un poco.
- ¿Y si no lo hace?
- Amor, él no se opondrá a mis deseos, menos si quiero conservarte, yo conozco todos sus puntos débiles y no le conviene tenerme por enemiga - le sonrió - ¿Te quedarás conmigo?
- Voy a pensarlo - cerró los ojos.
- Sabes que te conviene hacer lo que te pido, corazón - se acomodó en su pecho y se intentó dormir, curar las heridas síquicas que le había hecho el ángel no había sido fácil, pero lo había conseguido y se había agotado mucho.
- Lo sé, pero es algo difícil cambiar los gustos de manera tan repentina.
- Nunca has estado con una mujer, yo te enseñaré y te gustará.
- Haré la prueba - aceptó y ambos se durmieron. >>

Continuará...

¿Qué pretende Lilith al quedarse con Epión? ¿Podrá Zero ganar la batalla que se aproxima contra Epión? Véanlo en el siguiente capítulo, a la misma hora y en el mismo canal.

Bueno, yo le había advertido que alguien iba a morir, así que no se enojen las admiradoras de Traize, aunque al principio iba a matar a Dúo (el malo), pero me es más conveniente mantenerlo de villano.
Se preguntarán quien es Lilith, pues bien, ella era una mujer ángel que era la compañera de Adán en el paraíso, sin embargo, ella era "superior" al hombre y le gustaba la sangre, en especial bañarse en ella y beberla para mantener su belleza externa. Adán la descubrió y la echó de su lado y del jardín del paraíso. Se le conoce como la primera vampiro de la historia, ya que al bajar a la Tierra, para mantenerse en esa forma mataba a los jóvenes que seducía robándoles toda la sangre, pero le gustaba mucho más la sangre de los bebés porque era mucho más fuerte. ¿A quién he puesto en su lugar? No es Relena, ya dije que no pensaba hacerla aparecer, es Dorothy Catalonia, a ella le gusta la guerra.
Bien, espero poder hacer algo más dentro de la semana, ¡ya falta menos!
Shio Chang.

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