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Guerreros Legendarios por Shiochang

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Guerreros Legendarios
El despertar del durmiente.

Los cuatro jóvenes revisaron toda la sala pero no pudieron encontrar ninguna pista que los ayudara a encontrar el sarcófago escondido.
- Heero, deja de ignorarme - lo abrazó Deia - mírame.
Pero Heero siguió sin prestarle mayor atención, pero sentía que ahora su presencia era más patente que antes. Puso sus manos sobre las fantasmales y sintió su tibieza, debía de estar muy cerca de su cuerpo.
- ¡Debajo de nosotros! - señaló mirando algunos adornos - la segunda cámara está abajo.
- No sería extraño - aceptó Trowa - así estaría seguro.
De inmediato comenzaron a revisar todo el lugar buscando el acceso a la cámara secreta.
- Me gustaría saber dónde quedó metido - gruñó Heero mirando directamente al faraón por primera vez.
- Estoy debajo de ti - se sonrió él, estaba feliz, al fin tenía lo que quería, su atención - la manera de encontrarme está escrita a tus pies - lo besó en los labios.
Heero se agachó al piso apartando los tesoros del joven faraón y vio los escritos y cuando los seguía para leer más, presionó una piedra y se abrió una cámara especial que se levantó y mostró el hermoso sarcófago de oro en que estaba el faraón.
- ¡Guau! - exclamaron todos asombrados.
- Un sarcófago de fina madera del Líbano recubierta con láminas de oro - dijo Heero pasando los dedos por la superficie - y delicadamente labrada con la historia del personaje que descansa en su interior.
-Se encuentra perfectamente conservada.
- Es lógico, se encontraba encerrado al vacío en un lugar fresco y seco, así que no le pudo entrar la oxidación.
- Libérame - gemía Deia - Libérame.
- ¿Abrimos el sarcófago? - preguntó Wufei.
- Vamos - dijo Quatre y entre los cuatro empujaron la tapa - que pesa - gruñó al ver que no se movía ni siquiera un milímetro - ¿no tendrá una trampa?
- Veamos- dijo Heero revisando los escritos la tapa - es extraño - puso los dedos en uno de los dibujos y la tapa se abrió como empujada por un resorte - ¡Vaya!
- Sí tenía truco la cosa esa - dijo Wufei mirando la tapa.
Heero de asomó al dejar de sentir al fantasma de faraón y miró la momia. Sobre su cara había una máscara de oro imitando su rostro y sobre su pecho, bajo las manos cruzadas, había otra tablilla. Con cuidado retiró la tablilla y apartó la máscara, miró la cara oculta por el paño de lino y vio como se movía ligeramente al compás de una tranquila respiración. Disimuladamente tomó su muñeca y le buscó el pulso ¡Latía! Miró a los demás y se dio cuenta que lo miraban extrañados. Tomó la tablilla y comenzó a descifrarla para los demás:
"Tú, el único que puede traerme de regreso, has llegado hasta aquí porque el destino así lo quiso. Descubre mi rostro y permite que mis ojos te vean y vean nuevamente la luz del sol de la cual el libro de los muertos me privó".
Heero descubrió el rostro de la momia con delicadeza retirando el paño de lino y revisando las facciones del joven durmiente antes de continuar leyendo:
"El tiempo no ha pasado por mi piel, ni mi sangre, me he conservado joven para que tú me despiertes hoy".
Heero miró la cara del joven faraón y le vio los ojos color violeta que lo miraban fijamente. De inmediato Heero le cubrió la cara con una mascarilla para que no llenara sus pulmones con las venenosas esporas.
- Heero - le acarició la mejilla con la mano vendada.
- ¡Está vivo! - dijo Quatre asombrado con el gesto.
- Debemos sacarlo de aquí - dijo Heero comenzando a quitarle los vendajes de la cabeza y los brazos - es peligroso que permanezca en este lugar tan contaminado.
- ¿No sería mejor que le quitaras los vendajes afuera?
- ¿Quieres que los trabajadores salgan corriendo hacia El Cairo gritando que una momia ha resucitado?- le respondió Heero quitándose la chaqueta para cubrirlo - y no deben vernos sacarlo tampoco - lo abrazó.
- Heero ¿daj atamon linej majna tani? - le preguntó Deia acomodándose contra su pecho y cerrando los ojos, le encantaba encontrarse entre sus brazos.
- ¿Otro túnel de acceso a esta cámara? - repitió.
- ¿Entiendes lo que dice? - señaló Wufei.
- Habla en egipcio antiguo - le dijo Quatre - es una lengua que ya no se habla.
- Dice que existe una salida alternativa de la pirámide, que por ese camino hay paso expedito.
- El egiptólogo ha hablado - dijo Wufei fastidiado - lo que no entiendo es ¿qué pretendes hacer con un muerto vivo, Yuy? Es un espécimen raro.
- ¡Atasma conij! - dijo Deia y de inmediato la estatua que estaba detrás de Wufei comenzó a apretarlo.
- ¡No, Deia, detente! - le pidió Heero.
- ¿Qué fue eso? - preguntó Trowa.
- Según muchos escritos, los faraones tenían ciertos poderes síquicos - explicó Quatre - algunas están documentadas, pero luego no aparecen más.
- De seguro Deia debía trasmitirlo a sus descendientes y como no los tuvo, el don se perdió.
- Así que ya sabes, no lo molestes - le dijo Trowa.
- Muéstranos el camino, Deia - lo levantó y lo sacó del sarcófago cubriéndolo con su chaqueta - ciérralo, por favor, Trowa, después copiaré los jeroglíficos.
- Heero, taimenaj dal - le mostró una pared.
- ¿Estás seguro que es por allí?
- Dah - le sonrió rodeándole el cuello con los brazos.
- Wufei ¿Nos haces el honor? - le preguntó.
El joven chino los miró molesto pero derribó el muro falso de una violenta patada y los dejó pasar sin ver que el joven faraón le mostraba la lengua. Heero siguió las indicaciones del joven y fueron a salir a la parte posterior del campamento.
- Es la primera pirámide que veo que tiene una segunda salida - dijo Trowa.
- Es porque esta no es para un difunto, sino que para un durmiente maldito - entró en su carpa y dejó al joven sobre su cama - quédate aquí, nosotros debemos regresar y salir por donde entramos.
- Heero - lo detuvo por el brazo - tei manja.
- No te preocupes, caminaré con cuidado.
Los cuatro volvieron a entrar en la pirámide y se dedicaron a copiar los jeroglíficos de la cámara por medio de un escáner, luego salieron por la primera entrada.
- Es hora de comer - dijo Wufei tapando sus ojos con el brazo de la luz solar - hemos avanzado bastante con los escáner que trajiste, Winner, será sólo cuestión de calzar las imágenes después ¿cierto, Yuy?
- Cuando terminemos de escanear los jeroglíficos, informaremos a las autoridades de nuestro descubrimiento, no conviene hacerlo antes - dijo Heero.
- ¿Por qué no? - preguntó Trowa.
- Es muy simple - respondió Quatre - acordonarán el lugar, traerán sus propios egiptólogos y aunque yo pagué la expedición descubridora y Heero encontró la pirámide, no vamos a tener ningún acceso a ella.
- ¿Qué vamos a hacer si descubren que no hay momia?
- Será muy difícil que abran el sarcófago a la fuerza, ni yo sé como fue que lo abrí antes - contestó Heero.
- ¿No descubrirán que lo abrimos por la tablilla que tenía aquel joven? - dijo Wufei preocupado.
- La dejé dentro del sarcófago cuando lo saqué.
- O sea, van a tener que sacar el sarcófago de la pirámide para investigarlo - dijo Quatre divertido - pero no podrán usar rayos X para revisarlo porque está recubierto por dentro y por fuera con capas de oro.
- Al menos podré decir que el descubrimiento es mío.
- Tal vez deberíamos investigar acerca del libro de los muertos ahora - dijo el rubio pensativo - es una excelente prueba que realmente existen sus conjuros y me daría la excusa perfecta para mantenerme alejado de mi padre.
- Según sé, Traize Kusrenada está pagando una investigación al respecto - le dijo Heero - hace un año trató de reclutarme en su equipo, pero yo andaba detrás de Deia Mon y lo rechacé, lo que ocasionó que me provocara problemas con mi benefactor y no pude conseguir fondos para iniciar la búsqueda con propiedad, por eso me demoré tanto.
- Y necesitaste mi financiamiento para seguir ¿verdad?
- Pero nosotros tenemos una prueba y tal vez pistas para iniciar la búsqueda - señaló Trowa - pero debemos enseñarle a hablar español al muchacho - agregó.
- Deia habla varios idiomas - informó Heero - lo que pasa es que creo que no le gusta que ustedes lo entiendan - les explicó al verlos asombrados - está un poco loco.
- ¿Cómo sabes que habla nuestro idioma si casi no has hablado con él? - le dijo Wufei asombrado.
- Cuando encontré la pirámide encontré una tablilla que no les he mostrado. La leí en voz alta y desde entonces empecé a tener sueños con él, pero no le pude ver la cara hasta que abrimos la pirámide y se apareció ante mí como un fantasma.
- ¿Un fantasma? Pero si estaba dormido.
- Tiene poderes síquicos - le recordó Quatre - no es extraño.
- Bueno, ya veremos que hacemos, por ahora mejor comemos.
- Voy a ordenar que nos preparen la comida para cinco - dijo Quatre - diré que un amigo americano está por llegar.
- Le daremos un nuevo nombre - aceptó Heero - Quatre ¿Tienes ropa que le sirva? Me temo que soy más alto y delgado y nada de lo mío le quedará.
- Claro, aviso y te la llevó - le sonrió.

Deia estaba sentado tranquilamente sobre la cama de Heero cuando éste entró, dejó el portátil sobre la mesa plegable que estaba junto a la cama y se acercó a él, cosa que el joven aprovechó para echarle los brazos al cuello y atraerlo para besarlo.
- ¡Deía! - le reclamó y trató de soltarse sin conseguirlo - suéltame.
- ¿Por qué si eres mío? - rozó sus labios con los suyos.
- ¿Quién dice que soy tuyo? - contestó molesto y se safó de su agarro - y no me mires así, te ayudaré a vestirte e iremos a comer.
- No he probado comida en años - asintió poniéndose una camisa blanca mirando como Heero se la abrochaba - estás molesto ¿verdad?
- Quiero que te comportes con propiedad y que hables en español delante de los demás - lo regañó - además, he pensado en llamarte de otra forma.
- ¿Por qué? ¿Acaso tiene algo malo mi nombre?
- No se trata de eso, sino que pronto llegarán otros especialistas a trabajar y tu nombre es mencionado en los escritos de la pirámide y el sarcófago. Si ellos llegan a saber quien tú eres, querrán averiguar muchas cosas de ti, te examinarán, te harán experimentos y nos separarán.
- Entiendo, yo no quiero que me aparten de tu lado.
- ¡Heero, las pirañas ya se fueron a comer! - dijo Quatre.
- ¿Pirañas? - repitió - ¿qué es eso?
- Dúo - lo llamó - así te diré - lo llevó con él - las pirañas son un tipo de peces llenos de dientes que se comen con voracidad todo lo que queda a su alcance. En este caso, mi amigo Quatre se refiere a que Trowa y Wufei comen con la misma voracidad que aquellos.
- Supongo que después dirá lo mismo de mí - se lamentó.
- Oh, vamos - lo tomó por la muñeca - a ti te perdonaremos, quien sabe cuantos siglos has estado sin probar bocado.
Tal como lo dijo Quatre, Wufei y Trowa trataban de arrasar con la comida que había sobre la mesa cuando los jóvenes llegaron a comer junto a ellos. Heero los miró divertido y le explicó a Dúo cómo utilizar los cubiertos.
- ¿Qué nombre le has dado? - le preguntó Quatre sonriente.
- Dúo Maxwell - tomó la trenza del joven- habla como por dos, por eso el nombre y el apellido es americano.
- Me gusta el nombre y más porque Heero me llamó así.
- Así que realmente hablas español, como dijo Heero.
- Es porque dos de ustedes no hablan egipcio antiguo y porque me gusta que Heero me preste atención sólo a mí.
- Como si alguien pretendiera quitarte al frío Heero Yuy.
- ¿Y cómo sabía yo que no? - le respondió - tenía que protegerlo.
- Pues por mí no te preocupes - los interrumpió Trowa tratando de romper el ambiente tenso entre Dúo y Wufei - a mí no me gusta Heero de esa manera y lo quiero sólo como mi amigo.
- Además, Wufei tiene una bonita novia esperándolo en China - dijo Heero.
- ¡Ni siquiera la conozco y dices semejante tontería!
- Así que te pasa lo mismo que a mí - dijo Quatre sirviéndole un poco de gaseosa a Dúo - mi padre quiere casarme.
- Entiendo que a Wufei quieran casarlo, en su país aún existen los matrimonios concertados y se cumplen cuando los dos novios alcanzan los 14 años y a este ya se le pasó el tiempo hace rato - dijo Trowa - pero tú ¿por qué debes hacerlo?
- Verás, soy el menor de 30 hermanos y el único varón.
- ¿Treinta hermanos? - Wufei casi se ahogó al escucharlo.
- Si, treinta y veintinueve son mujeres.
- Y eres de una cultura en la que los varones son los importantes - dijo Trowa - tu padre tiene muy mala puntería.
- No sé por qué los asombra tanto - dijo Dúo mirando el vaso de vidrio con el liquido rosado - mi abuelo tuvo cincuenta hijos, mitad y mitad, pero sólo dos de sus hijos lo sobrevivieron, uno era sacerdote del dios Ra y era mi tío; mi padre, que tenía los dones mágicos, se convirtió en Faraón.
- ¿Por qué no bebes? - dijo Wufei burlón.
- No sé qué es - replicó.
Heero, previendo un nuevo dime que te diré entre ese par, se sirvió gaseosa en otro vaso transparente y comenzó a beberlo. Dúo lo miró y bebió también.
- ¿Qué es? - preguntó al sentir que le burbujeaba en la boca - es muy dulce, me gusta.
- Una deliciosa invención de los americanos.
- ¿Americanos? - repitió bebiendo más - ¿Esto no emborracha? - los miró preocupado.
- No, no tiene alcohol - le dijo Quatre - eso es lo mejor.
- Sírveme más, por favor, Quatre - le pasó el vaso.
- Creo que vamos a tener que enseñarle algunas cosas a Dúo - dijo Trowa - no vaya a ser que le hagan preguntas y él no sepa siquiera de lo que le hablan.
- Pues el mundo que él conocía ha cambiado mucho y aún no sabemos de cual año es - señaló Heero.
- No entiendo de lo que hablan.
- Mira, vamos a terminar de copiar los jeroglíficos de la pirámide y mandaremos a dar aviso al Cairo de nuestro descubrimiento y nos dedicaremos a enseñarte todo lo que podamos sobre el mundo de hoy ¿te parece?
- No me gusta estudiar, pero haré lo que pueda.
Los cinco se pusieron de pie y volvieron a entrar en la pirámide y cada uno de los exploradores se colocó frente a una de las paredes de la cámara central con el lector óptico en la mano mientras Dúo los miraba y les contaba que era lo que decían aquellos dibujos y se reía cuando leía los que se referían a su persona y a su forma de ser.
- ¿Quién habrá escrito todo esto? - le preguntó a Heero abrazándolo desde atrás - me halagan demasiado.
- No se puede hablar mal de los muertos, en especial si crees que algún día van a despertar y podrán venir a desquitarse por lo que hiciste - le respondió Quatre.
- Pero ellos sabían que no estaba muerto, sino dormido.
- Con más razón - le dijo Heero - ahora, suéltame.
- Tienes mal genio, Heero - lo soltó - sabes que me gustas.
- Ya lo sé, pero debes dejarme terminar mi trabajo ¿sí?


Continuará


Bueno, que puedo decir, el faraón ya apareció y pronto aparecerán más detalles de la leyenda que los jóvenes deberán cumplir, lo único que puedo adelantarles es que tiene mucha relación con el Apocalipsis, el Libro de los Muertos, el Libro de Diablo y el Libro de Guerra.
Por si no conocen estos libros, les digo:
El libro de los muertos: Es una colección de escritos mágicos que habrían de ayudar al alma de los difuntos a llegar al otro mundo, a resucitar de entre los muertos y otras cosas similares.
El Libro del Diablo: Es una colección de escritos satánicos que señalan los rituales de la magia negra y las invocaciones a este (dejando claro que no tengo idea si lo que diga al respecto es cierto porque jamás lo he visto más que de referencia y tan sólo tomo su nombre)
El Libro de Guerra o la historia de Tercer Reich (el gobierno de Hitler): este es un manual de los soldados Nazis de la segunda Guerra Mundial, un anexo a esta historia novelada, que aún ahora tiene relevancia, en especial para los locos que se dicen neo nazis.
Gracias y que disfruten de la historia.
Shio Chang.
Ah, estoy suponiendo que todos conocen el Apocalipsis o el Libro de las Revelaciones, aunque en la historia sólo haré mención a algunas cosas solamente, como el sonar de las trompetas, la ruptura de los siete sellos o el enfrentamiento de los guerreros al mando de San Miguel y una que otra cosilla (pero no al estilo de Evangelion), sin llegar al fin del mundo, o al menos eso creo.

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