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Guerreros Legendarios por Shiochang

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Guerreros Legendarios
Las pesadillas de Dúo

- Deia, aún me perteneces - le decía una voz desconocida - no has roto por completo la maldición - se burló de él.
- ¡Heero me dijo que me ama!
- Pero ¿lo hace como tú lo haces? - se burló de nuevo - te apuesto que no. Además, no sabes si te ama a ti o al verdadero Dúo que se perdió en el desierto.
- ¡Heero me ama a mí!
- ¿Ama a Dúo Maxwell o a Deia Mon? - se rió la voz y se alejó.
De inmediato apareció en las pantallas de su intercomunicador la imagen de su Heero de pie junto a un joven idéntico a él, incluso vestido como él, le rodeaba el cuello con los brazos y acercaba su rostro al de su amado... >>

- ¡NO! - gritó sentándose en la cama despertando por completo - Heero es mío, nadie me va a quitar su cariño - cerró los ojos y trató de volver a dormirse, pero a su mente venían las palabras del conjuro...

Duerme, duerme eternamente Deia Mon, que serás el faraón, pero en el reino de los sueños, tu alma vagará por toda la eternidad por el lago de los muertos pero jamás podrá entrar, como tampoco podrá regresar a este mundo porque aquel que ha de despertar tu corazón no ha nacido.

Cierto, Heero no había nacido entonces, por lo mismo durmió más de tres mil años esperando que él lo encontrara y lo sacara de aquel sombrío mundo en el que nada se sentía, no había frío ni calor, día ni noche, no existía el hambre, ni la tristeza, ni la alegría, era un lugar vacío sin tiempo ni nada, sin al calor de los brazos amados ni el dulce sabor de sus labios.
Se volteó del otro lado y trató de volver a dormirse, faltaba mucho para que amaneciera y no quería despertar a los demás, estaban cansados y sabía que aquello los ponía de mal humor, en especial a Heero.

- ¿En qué piensas, Miliardo? - lo besó en la frente.
- En esos muchachos, si ese muchacho es realmente Deia Mon, es posible que hayan encontrado el libro de los muertos y el camino hacia los guardianes del infierno - metió su mano bajo la chaqueta del otro hombre - tenemos que encontrar el libro antes que ellos controlen aquel poder.
- No te preocupes por ellos, uno de mis hombres me dijo que estuvieron en una congregación cristiana, aún no sabemos cuál, pero no nos tomará mucho tiempo saberlo - le sonrió levantando su mentón y depositando un suave beso en sus labios.
- Debería hacer uso de mis poderes para averiguarlo ¿no crees? - dijo apartando la chaqueta de los hombros y quitándole la camiseta.
- No es buena idea, Miliardo - lo ayudó a quitarse la ropa también - no queremos que Romefeler se entere de quién eres ¿verdad? - se recostó en el pasto atrayéndolo hacia él - no podríamos pasar tanto tiempo juntos.
- Mmm - asintió comenzando a acariciar su pecho con las manos mientras sus labios recorrían el esbelto cuello - cierto.
Traize comenzó a frotar con los dedos delicadamente la espalda de su amado mientras este torturaba sus pezones con la lengua, pero soltó el aire con violencia cuando notó que una mano juguetona se posaba sobre aquella parte de su anatomía que revelaba su excitación.
- Miliardo, que pueden pillarnos - le rogó.
- Nadie vendrá - le replicó soltando el cinturón y abriendo el cierre de los pantalones - sabes que te puedo disfrutar en donde sea sin interrupciones.
Traize se estremeció ante las atrevidas caricias del rubio que ahora comenzaba a bajar por su pecho y liberaba su miembro excitado de la presión de sus pantalones y comenzaba a frotarlo con fuerza antes de tomarlo entre sus labios.
- ¡Miliardo! - exclamó al sentir que le mordía con suavidad la punta y luego pasaba la lengua por aquella zona maltratada.
- ¿Qué acaso no te gusta? - lo soltó y comenzó a masajear sus testículos antes de volver a tomarlo en su boca. Traize solo soltó un gemido en respuesta.
El rubio continuó frotando, pasando su lengua de arriba abajo arrastrando levemente la piel con sus dientes, provocando violentos estremecimientos a su amante hasta hacerlo acabar. Sólo entonces regresó a su lado, le plantó un profundo beso en la boca y lo volteó acariciando su espalda musculosa y retirando totalmente sus pantalones de su bien formado trasero.
- ¿Qué haces? - le preguntó al ver que no lo tomaba de inmediato.
- ¿Te gustaría sentir algo muy especial?
- Siempre lo haces - le dijo mirándolo por encima de su hombro.
- Entonces, será Zech quien te posea - comenzó a prepararlo lentamente - sentirás casi lo mismo que la primera vez que lo hicimos - introdujo dos dedos para dilatarlo y luego un tercero - y es porque transformado tengo mucho mejor equipo ¿sabes? - introdujo la lengua en aquel agujerito prieto mojándolo con su saliva - ya verás.
Traize abrió tamaños ojos cuando vio el tamaño del pene de Zech, pero fue más cuando lo penetró hasta el fondo, sentía como sus músculos se estiraban a su paso, pero el dolor no era nada comparado con el placer que sintió cuando comenzó a moverse en su interior mientras sus manos tomaban su miembro nuevamente activo.
- ¡Ahhhhh!>>

- ¡Ahhhhh! - repitió Dúo despertando de su sueño dándose cuenta que sin quererlo el sueño le había excitado y que su mano, como por voluntad propia, lo había masturbado y llevado al clímax.
Un ligero golpe en la puerta lo hizo sobresaltarse y antes de responder limpió su mano en la sábana y revisó si no había alguna prueba visible de sus actos.
- Dúo, te oí gritar - le dijo Heero del otro lado de la puerta - ¿Estas bien? ¿Puedo pasar?
- No te preocupes, estoy bien - le dijo nervioso y por lo mismo Heero entró - ya te dije que no es nada.
- ¿Tuviste otra pesadilla? - Se sentó en la cama y vio como Dúo ocultaba sus manos bajo la sábana - ¿o tuviste otro tipo de sueños?
- Bueno, yo... - empezó a decir rojo hasta la raíz del cabello.
- Todo el mundo tiene sueños eróticos, Dúo - se rió.
- Es que no era un sueño - se defendió enrojeciendo más si se puede - yo los vi, eran de verdad, mis poderes síquicos me llevaron hasta ellos.
- ¿Quiénes?
- Esos tipos que nos fueron a molestar en El Cairo.
- Era sólo un sueño - le tomó la trenza divertido - no te pongas tan nervioso y mejor duerme, olvídate de ese par, nada pueden hacernos, están muy lejos.
- Es que ellos saben que fuimos a un monasterio y están tratando de averiguar a cuál, si ellos encuentran el libro de los muertos...
- No lo harán, no encontrarán ni los originales ni la copia - le dio un tierno beso en los labios - y si tienes otro sueño húmedo, mejor déjate llevar, no te pasará nada.
- ¿Me puedo ir a dormir contigo? - lo miró esperanzado.
- Mientras no me involucres en uno de tus sueños - aceptó.
- Me cambio y voy contigo - y espero que saliera para levantarse, no era la primera vez que hacía algo así, pero siempre había procurado que nadie se enterara y ahora el amor de su vida lo sabía, sería algo natural, pero igual le daba vergüenza.

Heero estaba medio dormido cuando Dúo se metió en su cama y lo abrazó antes de dormirse. Hizo una mueca y cambió de posición en la cama, dejaría que durmiera sobre su pecho, así se quedaría tranquilo. Pero al poco rato se dio cuenta que no era una buena idea, su suave aliento sobre su piel le excitaba los sentidos ya de por sí alborotados por su cercanía. Sonrió pensando que era él quien tenía fantasías eróticas con el trenzado y que por eso había escuchado su grito pues estuvo a punto de entrar en su habitación y tomarlo por asalto.
- Dúo, estas demasiado tenso - lo acarició con ternura - pero no te haré nada todavía, esperaré que estés listo para que nuestra relación suba de grado.
Dúo sonrió sin comprender sus palabras y su mano bajó por el estómago de Heero hasta descansar sobre su ombligo sin llegar a tocar aquella zona prohibida.

Caminó lentamente entre los escombros humeantes de lo que fuera por siglos el Monasterio de San Alejandro, apartando del camino las vigas humeantes que caían con las manos de su guerrero, hasta llegar a lo que había sido la capilla del monasterio. Allí encontró partido en dos el cristo crucificado que había estado ante el altar y los cuerpos calcinados e irreconocibles de algunos de los monjes que tan bien los habían tratado.
Se bajó de su guerrero y recorrió todo el lugar, al parecer los que habían atacado no habían dejado piedra sobre piedra buscando le libro de los muertos, habían penetrado por todas las salas del lugar y habían puesto de cabeza la hasta ese momento la ordenada biblioteca. Avanzó hacia un rincón y allí encontró a un monje moribundo.
- ¿Qué pasó? - le preguntó al pobre monje.
- Esos demonios querían el libro de los muertos, le dijimos que no estaba aquí, pero igual destruyeron todo y encontraron uno de los rollos, los otros los escondió tu amigo.
- ¿Tienen uno de los rollos? ¿Cuál? - lo remeció, pero el hombre ya estaba muerto.
Un ruido lo alertó, una sombra negra cubría la luz a su alrededor y se apuró en regresar a su guerrero, con uno de los rollos podían liberar a uno de los demonios del infierno, pero no sabía a cuál.
- ¡Huyamos, Dúo! - le gritó su guerrero y una horrible mancha roja se puso sobre el cielo. >>

- ¡NO! - volvió a gritar al sentarse sobresaltando de paso a Heero que también se sentó y lo abrazó contra su pecho al ver que sus ojos se llenaban de lágrimas.
- ¿Qué pasa?
- El monasterio... - se apoyó en su pecho - los monjes... todo destruido.
- ¿Qué dices?
- Los demonios... un rollo - siguió lloriqueando - el cielo rojo.
- ¿Quieres decir que ellos encontraron el monasterio y lo destruyeron al no encontrar el libro de los muertos? - Dúo asintió - pero eso del rollo no lo entiendo, yo saqué todos los rollos del monasterio, están ocultos en Zero.
- Pues encontraron uno.
- Diantre, y ni siquiera sabemos cuál es ni a qué demonio puede liberar - dijo furioso - esto comienza a ponerse color de hormiga , vamos a tener que averiguar si en otros lados hay otros rollos y cuantos componen el libro de los muertos, porque si nosotros tenemos cinco y los que faltan son más y liberan más demonios de lo somos que nosotros, la vamos a ver fea.
- Heero, hay una manera de averiguarlo - le dijo Dúo cerrando los ojos mientras se apegaba aún más al pecho del joven japonés - los rollos de los guardianes me dijeron la manera de comunicarme con el general de la fuerzas celestiales.
Heero miró el reloj y se volvió a recostar contra las almohadas llevando a Dúo con él, era demasiado temprano para despertar a los demás pese a la terrible noticia que el trenzado le había dado, sabía que debía ser cierto lo que le decía, que habían encontrado el monasterio y lo habían destruido por completo, pero debía descansar un poco o no tendría fuerzas para luchar contra el mal o para intentar comunicarse con el otro mundo.
- Durmamos lo que nos queda de noche - le tendió el brazo para que volviera a apoyarse en su pecho - ya veremos que hacemos.

- Amo Miliardo - se apareció frente a ellos un hombre de negro al que no se podía distinguir - encontramos un solo rollo - se lo entregó en sus manos - al parecer esos jóvenes encontraron los otros y se los llevaron.
- Muy bien, retírate - lo tomó y este desapareció.
- De seguro ellos no sabían de su existencia - dijo Traize enderezándose para verlo - ¿será útil tener sólo uno?
- Mi querido Traize - le levantó el mentón con una mano para mirarlo a los ojos - cada uno de estos rollos liberará un demonio específico, este en especial liberará a Epión, un demonio muy parecido al más fuerte de los guerreros guardianes del infierno, creo que lo llaman Zero - lo besó en la boca - esto es algo que vamos a celebrar a solas.
- Pero aún estoy algo adolorido - se quejó rodeándole el cuello con los brazos.
- Está bien, por ahora podrás tomar - le ofreció los labios y se colocó de tal manera que fuera el castaño quien lo poseyera. >>

- No otra vez - se despertó Dúo - ¿por qué tengo que ver también lo que hace ese par? - gruñó.
- ¿Otro sueño de esos? - le dijo Heero adormilado.
- No alcancé a verlos - se ruborizó alegrándose porque la luz estuviera apagada.
- Pero igual te excitó - le dijo Heero y Dúo se dio cuenta que su cuerpo, al estar pegado al de su amado, evidenciaba las implicancias de su sueño - duérmete, apenas son las cinco de la mañana.
- Heero, si yo quisiera... - se cortó avergonzado.
- Si tú quisieras ¿qué?
- Si yo te pidiera que me hicieras el amor - dijo aún más avergonzado - ¿me tomarías?
- Dúo, creo que esos sueños eróticos te han subido la libido, trata de apartarlos de tu mente y descansa - lo besó en la frente.
- Entonces, es verdad que no me quieres como yo a ti - murmuró - aquella voz en mis sueños tenía razón.
- No digas tonterías - lo regañó - es sólo que ambos estamos cansados y no estoy seguro que realmente quieras hacerlo, puede que sea que aquellos sueños te han puesto así y después te arrepientas, y eso es algo que me dolería mucho ¿sabes? Cuándo todo este lío termine, lo haremos ¿te parece?

Quatre fue el primero en levantarse, una fuerte opresión en el pecho lo molestaba, pero no podía definir el motivo, así que encendió la televisión en la sala de descanso y lo que vio lo dejó abismado ¡cinco monasterios al sur de Egipto habían sido reducidos a cenizas por desconocidos! Subió el volumen y prestó mayor atención a la noticia, al parecer todos habían sido atacados de la misma manera, no había quedado piedra sobre piedra y todos los monjes habían muerto calcinados, no había testigos y mucho menos pruebas que señalaran a los culpables de semejante masacre.
- ¡Dios mío! - gimió y corrió a despertar a Trowa - Trowa - lo remeció y este, al verlo a su lado lo atrajo contra su pecho y lo besó en la boca - no, no vine para eso - se apartó un tanto molesto - es que varios monasterios han sido atacados, entre ellos el de San Alejandro, y reducidos a cenizas por desconocidos ¡han masacrado a los monjes! - se puso a llorar - es nuestra culpa.
- Claro que no, Quatre - lo abrazó sentándolo en su regazo para consolarlo - nosotros no sabíamos que ellos tenían el libro de los muertos, era de esperar que en algún momento esos malvados lo descubrieran y se lo llevaran.
- Pero si nosotros nos hubiéramos ido, nunca lo habrían encontrado.
- Eso no podemos saberlo, además, tampoco nosotros habríamos encontrado a los guardianes del infierno y el mundo estaría más desprotegido.
- Si, pero... - un golpe en la puerta los interrumpió.
- ¿Sí?
- Trowa, Quatre, Dúo tiene algo que decirnos, es sobre el monasterio.
- Está bien, ya vamos - Trowa soltó a Quatre y comenzó a vestirse - Quatre, debes tranquilizarte, en este estado no eres de mucha utilidad.
- Lo siento, es que algo me oprime el pecho, siento que me ahogo.
- Ven, veamos que nos dice Dúo - le tendió la mano al terminar de vestirse y salieron juntos de su habitación.

Los cinco se reunieron en la sala en donde pasaban por televisión la tragedia que había pasado en los monasterios, el gobierno y los especialistas internacionales culpaban a los ultra nacionalistas y fundamentalistas islámicos de aquella catástrofe, pero no había señales de un atentado, ni señales de cómo habían causado tanto daño en tan sólo una noche, todo era demasiado extraño.
- Están equivocados - dijo Dúo sentándose junto a Heero - fueron los demonios de Zech los que hicieron eso.
- ¿Quién es ese?
- Un demonio mayor, el mismo que dictó el libro de los muertos, y que es amante de Traize.
- ¿Qué dices? - dijo Wufei asombrado - ¿Cómo puedes saberlo?
- No entremos en detalles - interrumpió Heero - vamos a lo importante, ellos no tienen los rollos que los monjes nos entregaron, yo los saqué del monasterio y están bien ocultos, sin embargo, había otro rollo, del cual ni ellos no nosotros sabíamos de su existencia y ese sí está en su poder.
- Cada rollo tiene la capacidad de liberar un demonio en particular - explicó Dúo - y con todos juntos pueden liberar al gran jefe del mal. Nosotros tenemos algunos y mientras permanezcan ocultos tenemos una ventaja sobre ellos, pero hay un problema, el rollo que ellos tienen sirve para liberar a un guerrero que iguala a Zero, así como tampoco sabemos cuantos rollos más andan sueltos por allí ni dónde pueden estar.
- ¿Cómo lo sabes?
- Porque él se lo dijo a Traize, pero para eso tiene que traer al desierto de Sinaí el libro del diablo que tiene la fundación.
- Lo que significa que va a haber una masacre similar a la del monasterio allá en Estados Unidos ¿verdad? - dijo Trowa preocupado - dudo mucho que la fundación entregue así como así aquel libro tan poderoso sin querer conocer el motivo principal ni la fuerza que ese par de locos quiere liberar.
- Es posible que agranden la catástrofe, un demonio debe tener muchos poderes que ellos no se pueden ni imaginar siquiera.
- Es mejor que nosotros vayamos allá - dijo Heero - así podremos intentar saber algo más sobre el libro de los muertos y si andan otros rollos sueltos por allí, o si la fundación tiene alguna pista que nos pueda ser de utilidad
- ¿Y que vamos a hacer con eso? - dijo Quatre señalando la televisión - van a causar una catástrofe de proporciones, una guerra santa prácticamente sin que los islámicos tengan culpa de nada.
- Mientras no logren probar nada, no debemos preocuparnos por eso - dijo Heero - en especial porque pronto vamos a tener otro tipo de problemas.
- Antes de irnos, debemos preguntarle al general de las fuerzas celestiales cuantos rollos son y si ellos nos pueden dar mayor información acerca de dónde encontrarlos antes que el enemigo.
- ¿El General de las fuerzas celestiales? - repitió Wufei - Te refieres al arcángel San Miguel ¿verdad?
- Creo que es buena idea - dijo Trowa mirando a Heero - no podemos andar a tontas y a locas persiguiendo los rollos cuando puede que ya los tengamos casi todos.
- Una cosa, Dúo ¿de qué manera lo vas a hacer? Para llegar al otro mundo hay que morir.
- Lo sé, pero debo hacerlo.
- ¿ESTÁS LOCO? - gritó Heero - NO TE LO VOY A PERMITIR.
- Lo siento, Heero, pero no necesito tu permiso - se plantó ante él con firmeza - es algo que debo hacer para el bien de la humanidad, soy el único capaz de lograrlo.
- No.
Mientras, en la televisión transmitían otra terrible noticia a la cual ninguno de ellos prestó mayor atención.

VIOLENTO ATAQUE A MUSEO

Nueva York (CBS). El Museo de historia de la Fundación Romefeler fue atacado apenas hace unas horas por desconocidos y muchos de sus tesoros han sido robados, pero lo que más preocupa a la fundación es la desaparición de la bóveda de un libro que dice ser del Diablo cuyos poderes malignos y conjuros serían capaces de hundir al mundo en una terrible Oscuridad.
Personas allegadas al consejo general de la fundación dicen que este no fue un simple robo de reliquias históricas, sino que es de alguien que sabe y que conoce el poder que el famoso libro tiene, sin embargo, la misma fundación desmiente todo aquello y dice que todos sus investigadores son leales a ellos.
¿Será verdad que aquel libro puede abrir las puertas del infierno? Por el momento, nada se sabe...

Continuará...

Bueno, ya lo he dicho y vuelvo a repetirlo, no se me da el lemon, por eso omití el segundo, creo que quedó sobre entendido lo que querían hacer ese par de malvados.
¿Por qué Zech es el seme? Siempre he visto que es Traize el que lo pone, así que la sufra un poquito con la tremenda herramienta del rubio. Ah, esto último no fue idea mía, fue de Aka Barton (Uy, he conocido muchas con este apellido), me dijo que los malos la debían de tener de burro. Ustedes me entienden ¿verdad?
Bueno, no voy a matar a Dúo ni nada parecido, simplemente lo voy a poner en estado alfa (para quienes no saben nada de esto, bueno, es un estado de súper conciencia en que percibes cosas, desdoblas tu mente y tu alma por encima de tu cuerpo, cosa que en estado natural o beta no puedes) para que pueda atraer por primera vez al General de las Tropas Celestiales, ya en adelante no va a ser necesario que se arriesgue tanto.
Espero que les guste el capítulo.
Shio Chang.

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