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MÍO por Orseth

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            -Pues mi sencilla respuesta es NO –respondio Harry limpiando el café esparcido en la mesa.

            -Vamos Potter ¿Por qué no? ¿Qué hay de malo en ello?

            -Porque no.

            -Hace mucho que no salimos… -Harry levantó la mirada clavándosela como cuchillo, a lo que Draco alzo las manos diciendo: - algo que entiendo perfectamente, claro…

            -Que bueno, porque sigo en el plan de cero salidas, mi psicomaga dice que eso es lo correcto.

            -Tu psicomaga me vale una mierda –pensó Draco conteniéndose de gritar eso por obvias razones, mostrando una sonrisa en su lugar- tu psicomaga ha obrado milagros en ti, ya no tienes ese gesto de estreñido de siempre.

            -Si ese es tu modo de pedirme algo, Malfoy, estas logrando lo contrario –dijo Harry poniéndose de pie.

            -No seas así Potter, tú tienes la culpa por hablarme de tu motocicleta.       

            -¡¿Yo?!... ¡pero si fue porque tú insististe! –exclamó pelando tremendos ojos.

            -Si, pero pudiste negarte –respondio alzándose de hombros.

            -Estás loco –dijo al fin tomando su chaqueta y saliendo de ahí.

            -¡Vamos Potter, solo una vez! –dijo pisándole los talones hasta la chimenea.

            -Olvídalo –respondio Harry tomando un puñado de polvos flú y arrojándolos a la chimenea.

            Contrariado, Draco se cruzo de brazos viendo como Harry desaparecía entre las llamas verdes.

 

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            -Demonios… -masculló Harry viendo en el reloj de su oficina que ya pasaban de las 11:00 pm, así que dejó por la paz el montón de informes que aun tenía que redactar y se levanto para ponerse su chaqueta e irse de ahí de una buena vez.

            Cuando llegó a su casa, se la quitó para después desparramarse en el sofá.

            -Buenas noches Potter.

            -¡Puta…! –brincó Harry como gato espantado al oír la voz a su espalda- ¡me asustaste torpe! –dijo viendo a Draco  de pie en la puerta de la cocina con una taza de té en cada mano.

            -No fue mi intención –respondio caminando hasta él y sentándose mientras le ofrecía una taza ante la mirada extrañada de Harry.

            -¿Qué haces despierto a esta hora? –preguntó tomando la taza y sentándose también- ya es media noche.

            -Estaba esperándote ¿no vas a tomar tu té?... oye, no voy a envenenarte –añadió al verlo mirar inquisitivamente la taza de té.

            -No voy a preguntar porque me esperabas porque ya lo sé y la respuesta sigue siendo la misma –dijo Harry tomando al fin el té al tiempo que se despatarraba en el sofá a sus anchas.

            -¿Pero porque no? no estoy pidiéndote que me regales Malfoy Manor –exclamó Draco con genuina sorpresa.

            -No me sorprendería que lo hicieras.

            -Solo una vez, Potter  y juro que nunca más te vuelvo a pedir nada.

            -Sí, como no.

            -Ya sabes que no me gusta pedir nada.

            -¿Y debo estar agradecido por ello? –dijo Harry volteando a verlo al notar cierto dejo de molestia en la voz.

            -Pues no, claro que no –respondio  conteniendo las ganas de aventarle la taza de té en la madriguera de castores que tenía en la cabeza- pero si yo fuera Longbottom  no te negarías tan rotundamente.

            -Si tú fueras Longbottom, para empezar no estarías en prisión, Malfoy.

            Sabiendo que estaba a un paso de comenzar una discusión, Draco optó por morderse un huevo y la mitad del otro para poder esbozar una pequeña sonrisa.

            -Es verdad, si yo fuera Longbottom, sería un hombre respetable.

            Harry volteó a verlo por un instante para después mirar al frente negando con la cabeza mientras sonreía.

            -Si que lo deseas…

            -¡Solo una vez Potter! –exclamó Draco ya con actitud suplicante- ¡no te cuesta nada!

            -No lo sé, Malfoy…

            -Potter, hace meses que no pongo un pie en la calle, sería solo una salida, un pequeño paseíto, una cosita de nada…

            Escuchar a Draco hablar así, hizo a Harry suspirar y comenzar a flaquear; algo que el rubio notó enseguida.

            -¿Entonces sí, Potter?

            -No.

            -Solo una vez.

            -Mira, no sé si sea buena idea, déjame pensarlo.

            -¿Pero que hay que pensar? –Exclamó con actitud sufriente- solo di que si y ya.

            -Te repito que no se si sea buena idea, pero te propongo algo, déjame preguntarle a Emily y luego te digo.

            -¿Emily?... ¿y quién diablos es Emily? –preguntó arrugando el ceño.

            -Mi psicomaga, ya te la presenté.

            -¡Ah sí! Ya recuerdo.

            -Justamente tengo cita con ella mañana, déjame preguntarle y después de digo.

            -¿O sea que primero tienes que pedirle permiso a ella? –Dijo Draco contrariado- es tu psicomaga, no tu madre.

            -No es permiso, es una consulta.

            -Pero…

            -Eso o definitivamente es no –concluyó Harry ya con gesto serio- lo tomas o lo dejas.

            Sintiéndose entre enojado y avergonzado, Draco apretó los labios sintiendo la cara caliente; Harry lo vio enrojecer hasta las orejas y por un momento pensó que el rubio estallaría en palabrotas y se iría de ahí, pero lo único que hizo el ex Slytherin, fue asentir con la cabeza y decir:

            -Está bien, esperaré.

            Harry no pudo evitar alzar las cejas asombrado al verlo levantarse e irse en silencio.

            -Buenas noches Potter.

            -Buenas noches Malfoy.

 

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            Aunque al día siguiente era sábado, Draco no obtuvo la respuesta de Harry, pues éste había tenido que dirigir un operativo que llevaba organizando desde hacía semanas para capturar a un grupo de mortífagos rezagados que si bien no pretendían organizar una revolución, si utilizaban su fama terrorífica para cometer atracos y extorsiones.

            Fue hasta el lunes por la noche que encerrado ya en su habitación  esperaba al auror caminando de un lado a otro; mucho rato después escuchó un ruido en la sala y estuvo a punto de salir corriendo, sin embargo tuvo que contenerse al escuchar el murmullo de una voz femenina.

            Después de mirar el reloj por centésima vez, Draco pateo el suelo enojado.

            -¡llegó hace una hora, ya van a dar las 10:00!

            Impaciente se dejo caer de espaldas en la cama decidido a salir en cinco minutos si Harry no aparecía para darle una respuesta, cualquiera que esta fuera.

            -Me importa un comino si se halla en plena epifanía con la fulana esa –mascullo enfurruñado.

            Pero no era tan tonto como para irrumpir en plena sala arriesgándose a enfurecer a Harry, por lo que no tuvo más remedio que esperar hasta que éste se dignase ir a verlo.

 

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            Unos suaves toquidos en su puerta lo hicieron abrir los ojos sobresaltado, miró el reloj viendo que ya era poco más de media noche; sin embargo la modorra desapareció casi al instante para abrir rápidamente la puerta encontrándose a Harry con una expresión de disculpa.

            -Creo que te desperté.

            -No, para nada.

            -Me imagino que no te habías acostado bien porque me esperabas.

            -Así es, no te lo voy a negar.

            -Se nos fue el tiempo, pero…

            -¿Pero? –repitió Draco al verlo quedarse callado tratando de no mostrarse ansioso… algo que no logro para nada.

            -Emily dijo que estaba bien.

            -¡Sí! –exclamó cerrando los puños en expresión de triunfo.

            -Solo que…

            -¡Ay no Potter! –Dijo  cambiando al instante su actitud triunfante por una contrariada- no me salgas con que siempre no.

            -No es eso, es solo que podremos hacerlo hasta el sábado.

            -¿¡Hasta el sábado?!... ¡pero estamos en inicio de semana!

            -Si, pero yo trabajo, no se te olvide –respondio sabiendo de antemano que esa sería la reacción del rubio- lo cual me recuerda que ya es tarde,  me voy a dormir –concluyó dando un bostezo mientras se daba la vuelta.

            Haciendo a un lado la contrariedad del tiempo, Draco cerró su puerta ya con una gran sonrisa pintada en el rostro.

 

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            Esa semana se le hizo una de las más largas de su vida o al menos eso le pareció a Draco, quien ya ni frente al televisor se estaba en paz, por lo que el gimnasio volvió a ser su reino cayendo rendido desde antes que Harry llegara en las noches.

            Pero la noche del viernes, Draco rompió la regla del toque de queda esperando que eso no molestara al auror y  esperando también que éste llegara solo para evitar cualquier inconveniente.

            Cuando Harry llegó a su casa a las 8:20 pm, no le sorprendió en lo más mínimo encontrar a Draco dando vueltas por la sala como si pretendiese cavar un hoyo en el suelo y sembrar maíz.

            -¡Potter, al fin llegas!

            -Buenas noches para ti también, Draco –respondió Harry sacudiéndose el hollín de los brazos y del pelo.

            -Rayos sí, lo siento Potter, buenas noches –saludo Draco dándose cuenta de su descortesía- pasan de las 8:00 y estoy fuera de mi habitación, espero que no haya ningún problema.

            -No, está bien.

            -¿El amo Harry desea que le sirva la cena? –dijo Tombo saliendo de la cocina.

            -Si, gracias, muero de hambre.

            Sabiendo que su silencio mataba a Draco, Harry se dirigió a la cocina divirtiéndose al ver a Draco pisarle  los talones como un niño ansioso.

            -¿Qué hiciste de cenar? –preguntó Harry echando una ojeada a las cacerolas.

            -Comida Potter, hizo comida –respondio Draco cruzándose de brazos antes de que al elfo le diese tiempo de contestar.

            -Huele bien –dijo el moreno levantando una tapa.

            -Es pollo frito con verduras al vapor y salsa de mantequilla –exclamó Tombo orgulloso.

            -Genial, sírveme un buen plato –dijo Harry tapando de nuevo la cacerola  y quitándose la chaqueta para después lavarse las manos.

            Intuyendo que lo hacía a propósito, Draco torció la boca y decidió esperar a que el otro hablara, pues por lo visto mientras más impaciente se mostrara, Harry tardaría mas en sacar a colación el tema que le interesaba.

            -¿Ya cenaste? –pregunto tomando asiento.

            -No, no tengo hambre.

            -Deberías comer un poco, se ve muy bueno.

            -Pues sí, huele bien –dijo Draco percibiendo el aroma de la comida despertando su apetito- de acuerdo, cenaré.

            Pasaron un rato en silencio en lo que disfrutaban de la comida; Draco lo prefirió así sabiendo que Harry estaba cansado y también para no darle pie a que siguiera torturándolo con la espera.

            -¡Ah que rico comí! –exclamó Harry echándose hacia atrás al tiempo que se sujetaba el estomago con ambas manos.

            -Me di cuenta Potter ¿Dónde te cabe tanta comida?

            -Espero no tener pesadillas por haber comido mucho.

            -Si, sí, yo también espero que sueñes con los angelitos, pero ya me hiciste sufrir bastante ¿no te parece? –exclamó Draco impaciente.

            -¿Hacerte sufrir? –Dijo Harry con inocencia- ¿de qué hablas?

            Con un dramático gemido, Draco se dejó caer sobre la mesa.

            -De acuerdo, de acuerdo… -dijo Harry riendo- mañana después del desayuno ¿te parece?

            -Perfecto –respondio levantando al instante la cabeza.

            -Bien, yo me voy a dormir, estoy agotado –dijo Harry poniéndose de pie- Tombo ¿podrías llevarme una taza de chocolate caliente a mi habitación, por favor?

            -Con todo gusto amo Harry, señor Malfoy ¿usted también desea una?

            -Si, bueno Potter, buenas noches –se despidió Draco- no vayas a dormirte mañana.

            -No me preocupo por eso, estoy seguro que tú no permitirías que se nos haga tarde.

            -Eso tenlo por seguro.

 

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Notas finales:

Gracias s todos los que comentaron, disculpen si no respondí, no por eso dejaron de alegrarme el dia al leer sus maravillosos comentarios, y gracias a eso estoy aqui de nuevo.

espero que disfruten la lectura, besos!!!


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