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Error mágico por lizergchan

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Notas del capitulo:

Nuevo capitulo!!!!

Disclaimer: Los personajes de Hetalia no me pertenecen, sino a su autor Hidekaz Himaruya-sama, este fic lo hice sólo y únicamente como diversión.

Parejas: RusiaxMexico, FranxUk, PruxAus, EspxRoma, UkxFran, y HarryxDraco insinuación de AmexMex y SnapexUk

Aclaraciones y Advertencia: Este fic contiene YAOI, humor, Lemon, fantasía y lo que se me vaya ocurriendo, kesesesese.

Beta: Usarechan.

 

 

 

OoOoOoOoOoOoOoOoOoOoOoOoOoO

 

 

 

Error mágico

 

 

Capítulo 4.- Las clases comienzan

 

 

Después de la cena los prefectos llevaron a los de primer año y a los países a sus respectivas casas. Las naciones que quedaron en Gryffindor dormirían en la misma habitación, a acepción de Hungría que se quedaría con Hermione; en Hufflepuff sucedió lo mismo, en Ravenclaw los nórdicos compartirían habitación, Austria con Grecia y Canadá a quien nadie recordaba, el verdadero conflicto se presentó en Slytherin donde la mayoría había ido a parar. Francia y Prusia discutían con Alemania por que querían ser compañeros de cuarto junto con México pero Ludwig se negaba que esos tres estuvieran juntos, apenas le habían crecido las cejas de la última vez que el ahora llamado “Bad cuarteto” estuvieron juntos. Bielorrusia perseguía a su hermano quien se escondía tras el moreno, llorando como un niño asustado, mientras José cruzaba dos dedos frente a la chica a modo de cruz diciéndole: “císcale, císcale, diablo panzón”. Turquía hablaba con Japón para convencerlo de ser su compañero; los únicos que se mantenían neutrales a las discusiones eran Suiza y Su-san.

 

—Que patético —dijo Draco plantándose frente a ellos, como siempre, tenía un aire de arrogancia, los dos gorilas que estaban a su lado eran del tamaño de Alemania pero más pequeños que Suecia.

—Disculpa mon petit, pero esta es una discusión privada —habló Francis. Draco frunció el ceño, nadie le hablaba así y menos un extranjero con apariencia de niña.

—Se los diré sólo porque es obvia su ignorancia —dijo altivo —. Soy Draco Malfoy.

—Ah, mira que chido —comentó México sin darle mucha importancia. —Yo soy Itzamma José Francisco Ricardo Montoya de la Rosa Pérez, él es Gilberto Beichito, él es Francisco Bonafont…

—Es Gilbert Beilschimidt —dijo el albino mirando al moreno con el ceño fruncido.

—Y el mío es Francis Bonnefoy, no Bonafont, mon chery —lo corrigió el francés soltando un ligero suspiro, definitivamente, tanto padre como hijo se parecían.

—No me interesa saber el nombre de ninguno de ustedes…

—Entonces no te metas, mocoso —le cortó Sadiq.

—Sí, mi estimado “oxi”, ¿No ves que estamos ocupados? —agregó José colocando su brazo alrededor de Draco quien lo apartó bruscamente, Goyle y Crabbe iban a golpear al moreno pero la mirada que Iván les lanzaba fue suficiente para hacerlos retroceder. El resto de los Slytherin miraban la escena incrédulos de lo que veían.

—Kesese, ¡el grandioso yo tiene la solución a nuestro problema!  —exclamó Prusia ignorando lo sucedido y las miradas del resto de los alumnos.

—No haremos un concurso de bebidas, bruder —el aludido soltó un bufido cruzándose de brazos.

—Gilbert-san, le recuerdo que somos menores de edad —Kiku había omitido el “ahora” porque en ese momento eran el centro de atención.

—Ludwig, pon algo de orden —le pidió Suiza, estaba arto de la discusión sin sentido y quería irse a dormir. El alemán soltó un suspiro, tardó un minuto antes de decidir: Gilbert y él compartirían alcoba, Kiku con Sadiq, Francis y Vash, por último Berwald, Iván y José. Natasha compartiría habitación con otras chicas.

 

Draco se quedo de pie, mirando como los extranjeros se alejaban. Apretó los puños, ya se encargaría de ellos, nadie se burlaba de él.

 

 

El desayuno fue parecido a la cena; Alfred e Iván debajo de la mesa (aunque por diferentes razones), Francis trataba de propasarse con Gilbert y José, Sadiq y Heracles se lanzaban comida cuando creían que ningún maestro los veía.

 

En la mesa de los profesores, Lockhart, quien estaba sentado junto a Arthur, hablaba hasta por los codos de sus grandes hazañas haciendo que el pobre de Inglaterra deseara que la tierra se lo tragara.

 

—Jejeje, parece que ése tipo le está haciendo la vida imposible a Arthur —comentó Dinamarca, los Gryffindor que estaban cerca de él y escucharon el comentario lo miraron sorprendidos por la confianza que parecía tenerle al profesor.

—Densen, ¿Conoces al maestro Kirkland? —le preguntó Ron, él asintió con la cabeza mientras se llevaba un trozo de pan a la boca.

—Por desgracia, él es algo así como nuestro tutor —agregó España quien parecía más entretenido observando como Peeves* se divertía asustando a Alfred.

—¿Son huérfanos? —se atrevió a preguntar un Gryffindor que escuchó la conversación.

—Podría decirse, aru —respondió Yao con tranquilidad.

 

Nadie se atrevió a indagar más en el tema por temor a ofender o lastimar de alguna manera a sus nuevos compañeros.

 

 

Después del desayuno se fueron a sus respectivas clases, los Hufflepuff y Ravenclaw serían los primeros en tener Encantamientos y magia ancestral con Arthur, los Gryffindor y Slytherin tendrían Herbología con la profesora Pomona Sprout. En el camino a clase, España se encontró con el resto del Bad cuarteto.

 

—¡Hijo mío! —exclamó abrazando al mexicano.

—Jefecito, mi cabecita blanca… ¡no me vuelvas a dejar!

 

Alemania suspiró mientras se sobaba las sienes, ¿No se suponía que México se había emancipado de España para alejarse de él? Volvió a suspirar cuando al abrazo se les unió Prusia y Francia; los cuatro lloraban como si no se hubiesen visto en años.

 

Los Slytherin veían la escena de mal modo, incluso hubo algunos que querían intervenir, pero se detuvieron al sentir la penetrante mirada y su “kolkolkol” de Iván. Los Gryffindor –entre ellos el trío dorado –, que veían la escena se quedaron sorprendidos, no todos los días se presenciaba a tres serpientes abrazando a un león y con tanta efusividad.

 

—Dejen de hacer el ridículo —los reprendió Hungría quien tenía ambas manos en su cintura y miraba al cuarteto con deseos homicidas.

—Y tenía que ser la loca del sartén quien nos arruine nuestro awesone encuentro —dijo Gilbert antes de salir corriendo con Elizabeta persiguiéndolo para golpearlo.

—Vamos o llegaremos tarde a clase —dijo Ludwig en tono cansado. Estar en la misma casa con todos ellos le provocaba una migraña permanente.

 

 

 

La profesora Sprout estaba en el centro del invernadero, detrás de una mesa montada sobre caballetes. Sobre la mesa había unas veinte orejeras. Alfred se colocó a la izquierda de Harry con quien comenzó una conversación, Hermione estaba entre Elizabeta y Ludwig, nuevamente el Bad cuarto había tenido que separarse. Cuando todos estuvieron acomodados, la profesora dijo:

 

—Hoy nos vamos a dedicar a replantar mandrágoras. Veamos, ¿quién me puede decir qué propiedades tiene la mandrágora?

Sin que nadie se sorprendiera, Hermione fue la primera en alzar la mano.

—La mandrágora, o mandrágula, es un reconstituyente muy eficaz —recitó Hermione—. Se utiliza para volver a su estado original a la gente que ha sido transformada o encantada.

—Excelente, diez puntos para Gryffindor —dijo la profesora Sprout—. La mandrágora es un ingrediente esencial en muchos antídotos. Pero, sin embargo, también es peligrosa. ¿Quién me puede decir por qué?

Al levantar de nuevo velozmente la mano, Hermione casi golpea al alemán en el ojo, por suerte, éste había logrado esquivarla.

 

—El llanto de la mandrágora es fatal para quien lo oye —dijo Hermione instantáneamente.

—Exacto. Otros diez puntos —dijo la profesora Sprout—. Bueno, las mandrágoras que tenemos aquí son todavía muy jóvenes.

Mientras hablaba, señalaba una fila de bandejas hondas, y todos se echaron hacia delante para ver mejor. Un centenar de pequeñas plantas con sus hojas de color verde violáceo crecían en fila. Ni Harry, ni las naciones no tenían ni idea de lo que Hermione había querido decir con lo de “el llanto de la mandrágora”.

—Pónganse unas orejeras cada uno —dijo la profesora Sprout. Hubo un forcejeo porque todos querían coger las únicas que no eran ni de peluche ni de color rosa.

 

—Cuando les diga que se las pongan, asegúrense de que sus oídos quedan completamente tapados —dijo la profesora Sprout—. Cuando se las poda quitar, levantaré el pulgar. De acuerdo, pónganselas.

 

Insonorizaban completamente. La profesora Sprout se puso unas de color rosa, se remangó, cogió firmemente una de las plantas y tiró de ella con fuerza. Algunos dejaron escapar un grito de sorpresa pero obviamente ni ellos pudieron escucharlo.

 

En lugar de raíces, surgió de la tierra un niño recién nacido, pequeño, lleno de barro y extremadamente feo. Las hojas le salían directamente de la cabeza. Tenía la piel de un color verde claro con manchas, y se veía que estaba llorando con toda la fuerza de sus pulmones.

 

La profesora Sprout cogió una maceta grande de debajo de la mesa, metió dentro la mandrágora y la cubrió con una tierra abonada, negra y húmeda, hasta que sólo quedaron visibles las hojas. La profesora Sprout se sacudió las manos, levantó el pulgar y se quitó ella también las orejeras.

 

 

—Como nuestras mandrágoras son sólo pequeños retoños, sus llantos todavía no son mortales —dijo ella con toda tranquilidad, como si lo que acababa de hacer no fuera más impresionante que regar una begonia—. Sin embargo, podrían dejarlos inconscientes durante varias horas, y como estoy segura de que ninguno quiere perderse su primer día de clase, asegúrense de ponerse bien las orejeras para hacer el trabajo. Ya les avisaré cuando sea hora de recoger. Cuatro por bandeja. Hay suficientes macetas aquí. La tierra abonada está en aquellos sacos. Y tengan mucho cuidado con las Tentacula Venenosa, porque les están saliendo los dientes.

 

Esto era demasiado sub real para la mayoría de las naciones que nunca, en sus muy largas vidas se abrían imaginado llegar a tal situación.

 

Alfred y Mikke compartieron su bandeja con Harry y Ron, Berwald con Ludwig, Kiku y Sadiq. Natasha, Elizabeta y Hermione en otra, Yao, Vash con dos Slytherin, Iván, Francis, Gilbert y José.

 

Mikke aprovechaba cualquier oportunidad para molestar a Berwald y Su-san le correspondía, Alfred había entablado una amena conversación con Harry y Ron, México hacia lo mismo con Iván quien le sonreía con inocencia causando temor en el francés y el prusiano.

 

Después de un rato ya no tuvieron muchas posibilidades de charlar. Se habían vuelto a poner las orejeras y tenían que concentrarse en las mandrágoras. Para la profesora Sprout resultó muy fácil, pero en realidad no lo era. A las mandrágoras no les gustaba salir de la tierra, pero tampoco parecía que quisieran volver a ella. Se retorcían, pataleaban, sacudían sus pequeños puños y rechinaban los dientes. Japón, China, Francia y México no tuvieron muchos problemas, a diferencia de Alfred y Gilbert que necesitaron de ayuda para poder replantar la mandrágora.

 

 

Al final de la clase, todos, estaban empapados en sudor, les dolían varias partes del cuerpo que ni sabían que tenían y estaban llenos de tierra. Volvieron al castillo para lavarse un poco, y los de Gryffindor marcharon corriendo a la clase de Transformaciones junto con Ravenclaw.

 

Tenían que convertir un escarabajo en un botón. Ninguno de los nórdicos tuvo gran problema, a diferencia de Alfred y Antonio, el primero por que hizo que su escarabajo estallara y tuvo que pedir otro, cosa que no le hizo gracia a la profesora y el segundo logró convertir el insecto en botón pero con patas y se movía. Roderich y Elizabeta tuvieron problemas en un principio pero después lo consiguieron.

 

Poco después sonó la campana anunciando el descanso, después de comer salieron al patio. Las naciones se reunieron en el césped; Alfred había invitado al trío dorado a pasar el rato con ellos. Los tres habían aceptado movidos por la curiosidad que les producían, especialmente a Hermione que se la pasaba interrogándolos sobre sus nacionalidades, sobretodo les hacía preguntas al Bad cuarteto que eran los que más se destacaban por su forma de ser.

 

 

—¿Cómo es que personas tan distintas terminaron conociéndose? —todos se quedaron callados abruptamente por la pregunta de la chica, fue José que con lágrimas en los ojos, le inventó que sus padres y los de Arthur se conocieron durante un viaje cuando eran jóvenes y entablaron una gran amistad, pero por desgracia habían muerto durante sus vacaciones del pasado año y esa era la razón por la que no asistieron a Hogwarts en su primer año.

 

Era sorprendente lo fácil que le resultaba a José mentir y lo convincente que era, tanto así que muchas de las naciones casi se lo creían, aún cuando ellos sabían la verdad.

 

—Y desde entonces el idiota de Arthur es nuestro tutor y maestro privado —dijo Mikke en tono molesto.

—Da —dijo Rusia con su imborrable sonrisa inocente.

—Lo siento mucho  —se disculpó la joven bruja apenada por hacer llorar al moreno. José se limpió las lágrimas, le sonrió a Hermione dándole una palmadita en la espalda para reconfortarla.

—El tata solía decir que la muerte es parte de la vida —dijo sonriendo —, por eso es que en mi casa la festejamos —algunas de las naciones pasaron saliva.

—¿Tu casa? —dijo Ron creyendo no haber comprendido.

—Sí, tú sabes, mi tierra, mi país, mi México lindo y querido…

—Es una desgracia que miembros de los Slytherin estén con cara rajada, la comadreja y la sangre sucia.

 

México y Francia fueron los primeros en levantarse para encarar al que se había atrevido a meterse en su conversación y al parecer, insultar a sus nuevos amigos.

 

 

Continuara…

 

 

 


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