Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Error mágico por lizergchan

[Reviews - 96]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Gomen por la demora!!!

Disclaimer: Los personajes de Hetalia no me pertenecen, sino a su autor Hidekaz Himaruya-sama, este fic lo hice sólo y únicamente como diversión.

Parejas: RusiaxMexico, FranxUk, PruxAus, EspxRoma, UkxFran, y HarryxDraco insinuación de AmexMex y SnapexUk

Aclaraciones y Advertencia: Este fic contiene YAOI, humor, Lemon, fantasía y lo que se me vaya ocurriendo, kesesesese.

 

 

 

OoOoOoOoOoOoOoOoOoOoOoOoOoO

 

 

 

Error mágico

 

 

Capítulo 25.- Las vacaciones terminaron.

 

 

 

—¡Quítense de encima! —gritó Francia pues Ron, Alfred, Iván, José e incluso Fido habían caído sobre él, aplastándolo; aunque por suerte aterrizaron en algunas flores del jardín.

 

El viaje en translador era terrible, pero no existía una manera más rápida para pasar de país a país en cuestión de segundos.

 

—¡Ay!, ‘ora si me di un ranazo bien dado —se quejó México sobándose cierta área de su anatomía.

—¿México se encuentra bien? —le preguntó Rusia ayudándolo a ponerse de pie, el aludido asintió con la cabeza. Fido comenzó a llorar, ocasionando que el moreno se separara de su novio para ver como se encontraba su mascota.

—Debemos encontrar otra manera de viajar —se quejó Prusia quien estaba algo mareado por el viaje.

—Si encuentras una forma más fácil, me encantaría escucharla —recriminó Inglaterra en tono ofendido mientras se sacudía las ropas.

—¡Eso me dolió, maldición! —se quejó Romano. Acababan de llegar a Canadá, primer país que visitarían en América  después de pasar varias semanas en Europa y Asia.

—Esto no es Washington —comentó Alfred quien no tenía idea de donde se encontraban. México le dio un sonoro zape.

—No sé si eres pendejo o de plano te haces —le dijo enojado al ver como Mathew bajaba la mirada, sintiéndose deprimido —. Estamos en Ottawa —le dio otro zape al estadounidense —. Pendejo.

—Hace frío—se quejó Ron quien titilaba como una hoja y se abrazaba a sí mismo para tratar de darse un poco de calor pues la ropa que llevaban era delgada y aunque no se encontraban en invierno, la temperatura era un poco baja, aunque no demasiado.

—Yo… lo siento… —se disculpó Mathew apenado de que sus huéspedes estuvieran pasando frio.

—Mathew no tiene por que disculparse, da —le respondió Rusia dándole algunas palmaditas en la espalda.

 

Canadá le agradeció con una sonrisa. Mathew llevó a los magos y países al interior de la casa; Kumajiro se bajó de los brazos de su dueño para dirigirse al sillón y acostarse ahí para una siesta.

 

—Yo… los llevaré a sus habitaciones…

—Por mí no te molestes Mateo que me duermo con Iván —dijo el moreno con una sonrisa picara, estaba feliz de estar nuevamente en América y más cerca de su casa y de sus hermanos. Canadá asintió con la cabeza; sonrió, ya imaginaba que su amigo pedirá eso. Condujo a sus huéspedes a sus respectivas habitaciones. Los magos estaban más que encantados con su nuevo hogar. Pero, había algo que mantenía a Harry sumido en sus pensamientos y es que México había dicho que Draco se uniría con ellos cuando estuvieran en el continente Americano pero hasta ahora no tenía noticias de él.

 

Harry decidió bajar a la sala; tal vez Mathew requería de ayuda. Durante ese largo viaje había conocido tantas cosas; todos los países que habían visitado no se parecían el uno del otro, eran tan diferentes como sus mismas representaciones. Incluso los dos Italia eran como el agua y el aceite, pero no tanto como Canadá y Estados Unidos; Harry jamás había visto un par como esos dos con personalidades tan contrarias y…

 

—¡Vamos Donaji! —dijo México quien corría tan rápido que casi choca con Harry en las escaleras. —Lo siento Harry. —se disculpó pero no se detuvo. —¡No me has visto! —le gritó a lo lejos. Poco después, el quetzal se unió a su amo y como éste, por poco arrollaban al pobre mago.

—¿Por qué tendrán tanta prisa? —se preguntó Harry después de escuchar la puerta de la entrada ser azotada al cerrarse. Los gritos furiosos de Alfred se escucharon como respuesta. Al parecer, José le había hecho alguna clase de broma.

—¡Joseph! ¡Regrésame mis hamburguesas! —chilló el estadounidense quien pasó junto a Harry a toda velocidad y por poco hace caer a Inglaterra al toparse con él al pie de la escalera.

—¡América, idiota! —le gritó molesto. —Esa no es forma de comportarse —pero ya era tarde, Alfred no se encontraba ya en la casa.

—¿Te encuentras  bien, Arthur? —le preguntó Harry acercándose a la representación de su país.

—Yes. Él idiota no me lastimo —respondió recuperando la compostura. —¿Sabes porque salió corriendo? —Harry se encogió de hombros aunque se imaginaba lo que pudo haber pasado.

 

Inglaterra suspiró; no tenía caso pensar en eso.

 

—Pasaremos tres días en Canadá, después en América y finalmente tres en México para luego regresar al mundo mágico e iniciar las clases —dijo Inglaterra mas para sí que para Harry.

—¿Los demás también regresaran? —preguntó el joven mago. —Escuché que algunas de las representaciones son muy buenos con la magia y es posible que entre todos puedan encontrar la forma de hacerlos recobrar su forma adulta.

—Eso es lo que España y yo consideramos mejor, pero… —Inglaterra se cruzó de brazos, cerró los ojos tomando una pose seria. —Esos idiotas no quieren que Voldemort se salga con la suya –principalmente México –. Además, ahora que él sabe de nuestra existencia; no descansará hasta encontrarnos. Al menos, en grupo, le será más difícil atraparnos.

—¿Y qué hay de los otros países? —preguntó Harry preocupado.

—Ellos estarán bien, por suerte, sólo los países y nuestros jefes; sabemos nuestras identidades. Y del mundo mágico; Dumbledore es el único con tal conocimiento y ahora, tú. Ron y Hermione, claro.

—¿Está seguro profesor? —Harry no estaba convencido del todo y le preocupaba que Voldemort, de alguna forma lograra atrapar a alguna nación para usar su magia.

—Por el momento es lo mejor.

 

 

Rusia y Alemania se encontraban disfrutando de una partida de ajedrez. Iván encontró en Ludwig un rival digno. Pocos eran los países capaces de dorar más de diez minutos en jugando contra Rusia, pero Alemania había logrado ponerlo en apuros un par de veces.

 

—Los dos son muy buenos —dijo Hermione observando la partida entre ambos países.

—Gran cosa. Si yo tuviera su edad, también sería tan bueno como ellos —dijo Ron cruzándose de brazos.

 

Parecía que el ganador iba a ser Rusia, pero… justo cuando iba a hacer “Jaque mate”. Tlilmi apareció de repente lanzándose contra la mesa y tirándola junto con el tablero de ajedrez. El chaneque era perseguido por Fido que tenía el pelaje de un extraño color fosforescente. El perro estaba muy enojado con Tlilmi quien se había prendado al cuello de Rusia para alejarse de las fauces del canino.

 

Iván se encontraba de pie desde que el chaneque tiró la mesa y le sonreía al perro que no dejaba de ladrarle a Tlilmi quien hacia aquel extraño chirrido que sólo serbia para hacer enojar mas a Fido.

 

—Fido debe calmarse, da —dijo Iván en tono infantil. A diferencia de Hermione, Ron y Alemania, éste último sostenía al perro para que no se lanzara contra el ruso.

—¡Rápido! Alguien llame a México para que los controle —pidió Ludwig.

 

Hermione y Ron asintieron antes de salir corriendo en busca del latino. Iván parecía no estar preocupado por el perro, al contrario; continuaba sonriendo de manera infantil. De pronto, Fido dejó de ladrar; Rusia tenía un aura oscura a su alrededor.

 

—Kolkolkol —el perro se agazapo, gimió un poco antes de salir corriendo. Rusia tomó al chaneque por las axilas

—Creí las mascotas de José se llevaban bien entre ellas —comentó Alemania. Tlilmi lo miró ofendido y le enseño la lengua.

—Tlilmi no puede ir contra su naturaleza, da —comentó Iván mientras ponía de cabeza al chanque quien parecía reír divertido por la manera tosca en la que era tratado.

—Pero, hacerle eso a un perro… —guardó silencio cuando el chaneque volvió a mirarlo, esta vez hizo algunos sonidos antes de desaparecer, esfumándose en el aire.

 

Ludwig dejó escapar un pequeño suspiro. Estaba comenzando a arrepentirse de dejar su casa para acompañar a los magos antes de regresar a Hogwarts.

 

A la hora del almuerzo; José propuso ir a las catatas del Niágara, con la excusa de que ese lugar era frontera con Estados Unidos y podrían ir a la casa de Alfred sin la necesidad de usar el translador. La idea les gusto a todos, principalmente a Hermione quien siempre soñó con visitar aquel mágico y romántico lugar. Pero Rusia sospechaba que México tenía algo entre manos por lo que esperó a estar a solas con él para saber sus planes.

 

—Haré que el babas de Alfredo se enamore de Mathew en las cataras —dijo México sonriendo. Rusia miró a su novio, confiaba plenamente en él, pero le preocupaba que su plan no funcionara.

—¿Qué hará José si América no se enamora de Canadá? —el latino se puso rígido y su rostro se volvió enigmático.

—Los encierro en un closet, con un “cartucho” de chelas y que sea lo que la Virgencita quiera —José pensó primero en esa posibilidad, pero no como Alfred fácilmente podía romper la puerta, arruinando su intento por emparejarlo con Canadá. Por eso, rogaba a todos los santos habidos y por haber, que el plan de las cataratas funcionara.

 

Los magos se encontraban reunidos en la habitación de Harry, hablando sobre la experiencia que habían tenido hasta ahora en los diferentes países que visitaron. Su comida, sus tradiciones y sus ciudades eran más de lo que cualquiera de los tres se hubiese imaginado.

 

—Es una pena que el viaje se terminará en unos cuantos días —se quejó Ron quien deseaba seguir conociendo el mundo.

—Cierto. Pero debemos volver a la escuela —dijo Hermione. —No podemos perdernos las clases por estar turisteando por ahí.

—Yo preferiría seguir haciéndolo —agregó Harry. Antes, Hogwarts era como un santuario para él; un sitio en el que podía escapar de sus tíos, pero ahora que había estado viviendo con los países. Por fin sentía que era realmente querido, que pertenecía a un lugar.

—¿Cómo puedes decir eso, Harry? —chilló Hermione ofendida. —No podemos retrasarnos con nuestros estudios.

—Dejemos de hablar de la escuela. Aún estamos de vacaciones y planeo disfrutarlas hasta el último momento.

 

 

OoOoOoOoOoOoOoOoOoOoOoOoOoO

 

 

Los magos estaban emocionados. Llegaron a Niágara Falls, Otario. Se habían hospedado en un pequeño hotel donde permitían mascotas y se encontraba a unos diez minutos en auto del río; un pequeño camino de bicicletas pasaba por delante del hotel y había un área lo suficientemente grande para que los niños jugaran.

Francia no paraba de decir lo romántico que era; sin duda una muestra de que Canadá era su hijo. Además de eso, Francis se la pasaba acosando a Inglaterra para que tomaran el crucero y apreciar mejor la belleza de las cataratas.

Extrañamente, Rusia y México no se la pasaban teniendo sexo en cada rincón del hotel (como se hubiese esperado de esos dos); al contrario, se pasaban el tiempo en compañía de Canadá.

Alfred actuaba raro, pues desde que el nuevo trió se formó; se pasaba mirando mal a sus vecinos y a Rusia; pero todos asumían que el enojo del Estados Unidos tenía como destinatario a Iván.

 

—Entonces, ¿estás de acuerdo? —le preguntó José a Mathew, éste asintió algo cohibido. —¡Vientos! —exclamó abrazándolo.

—José está ahogando a Mathew, da —dijo Rusia con su típica sonrisa infantil. Los tres se encontraban dando una caminata por el área recreativa del hotel. La mayoría de los países había salido con los magos a conocer la ciudad.

 

Mientras el trió platicaban; eran observados por Alfred. Estados Unidos no comprendía; desde que salieron de Alemania estuvo recibiendo notas de amor de parte de Mathew, pero desde que llegaron a Canadá, éste se mantenía con Rusia y México; demasiado acaramelados, en muchas ocasiones; todo aquello, ponía a Alfred celoso, pero, ¿de quién? ¿Celaba a José o a Mathew?

 

Alfred se quedó quieto; México acababa de levantarse para ir tras su perro que comenzó a perseguir a una ardilla que le mordió la cola; seguramente era Tlilmi trasformado.

Cuando José desapareció del rango de visión; Estados Unidos pudo apreciar, como Rusia tomaba de la mano a Canadá y éste se sonrojaba.

 

—¿Qué estará planeando ese comunista? —se preguntó Alfred. Como cualquier héroe, era su deber cuidar que los villanos no lastimaran a personas tan lindas como Canadá, un momento, ¿acababa de decir que su hermano era lindo? Bueno, claro que Mathew era muy lindo, dulce, tierno y cariñoso pero…

Sus pensamientos se vieron interrumpidos. Rusia tomó a Canadá de la barbilla y lo besó; eso fue la gota que derramó el vaso. Alfred se acercó a la pareja a grandes zancadas.

—¡Deja a mi hermano, maldito comunista! —gritó Estados Unidos tomando a Iván de las solapas antes de soltarle un puñetazo en la barbilla que hizo al ruso trastabillar.

—¡Alfred! —Canadá no podía creer lo que acababa de pasar; su hermano apareció de pronto y ahora golpeaba a Rusia como si deseara matarlo y éste ni siquiera se defendía. —¡Detente! —gritó empujando a Alfred.

 

Estados Unidos mira a Mathew enojado, peros todo su coraje desaparece al darse cuenta que el canadiense llora.

 

—Matt…

—¡Cállate! —grita Canadá. Dio media vuelta antes de alejarse corriendo. No podía creer que Alfred se hubiese atrevido a hacer tal cosa; pero también estaba el hecho de que Rusia lo besara, ¿qué le diría a México?, ¿Cómo podría verlo a la cara después de eso?

 

Alfred no fue tras su hermano, se había quedado en shock cuando éste le gritó. Tan metido estaba en su mundo que no se percató que Rusia ya estaba de pie y lo sostenía del cuello, levantándolo algunos centímetros del suelo.

 

—América, ¿quiere jugar con Rusia, da? —dijo Iván en tono infantil, aunque el aura que lo rodeaba era tan oscuro que los pocos niños que se encontraban en el lugar, salieron corriendo. —Kolkolkol…

—Braginski, déjalo —México se encontraba enfrente de las dos potencias con un semblante serio y los ojos rojos; había visto todo lo ocurrido. Todo el enojo de Rusia desapareció al darse cuenta de la tristeza que se reflejaba en esos bellos ojos que tanto amaba; soltó al estadunidense sin cuidado alguno. —Vámonos.

 

El tono usado por José no dejaba espacio a las protestas; Rusia asintió con la cabeza y se dejó girar por el latino que parecía estar a punto de romper en llanto. Alfred quiso volver a golpear a Iván por ocasionarle tanto dolor a su adorado vecino, pero se contuvo; en aquel estado, México era muy inestable y un peligro para todo lo que le rodeaba, además, él tenía asuntos que arreglar con Mathew.

 

—El héroe no será juguete de nadie. —no iba a permitir que se burlaran de él y eso incluía a su hermano.

 

Canadá se había ido a refugiar a su habitación; no podía creer lo que sucedió. Rusia besándolo, Alfred mirándolo tan… dolido.

 

La puerta se abrió de golpe; sobresaltándolo. Estados Unidos estaba en la entrada, observando a Canadá con una seriedad pocas veces vista en él.

 

—América… —Canadá susurra.

 

Alfred se acerca lentamente a Mathew; lo toma por los hombros, el canadiense lo observa expectante; parecía que Alfred estuviese a punto de besarlo. De pronto, se separó abruptamente. Estados Unidos sacó un manojo de cartas arrugadas y se las entrega a su gemelo.

 

—¿Lo que dicen es cierto? —Canadá no comprendió de lo que su hermano hablaba; tomó una de las cartas para leerla. Estaba asombrado; ahí, con una letra idéntica a la suya estaba plasmados sus más profundos sentimientos: su amor a Alfred.

 

Mathew mira a su hermano (extrañamente serio). Tuvo el impulso de negarlo, pero estaba cansado de ser tan cobarde. Era momento de tomar al toro por los cuernos. Amaba a Alfred, ¿para qué negarlo?

 

—Sí… todo… es verdad… yo… —fue inopinadamente silenciado por los labios de Alfred.  Mathew cerró los ojos y abre la boca para permitir que la lengua de su hermano explorara toda su cavidad.

 

Estados Unidos condujo a su gemelo hasta la cama; en el trayecto, lo fue desnudando, mientras disfrutaba de cada centímetro de piel que quedaba expuesta a sus deseos.

 

 

OoOoOoOoOoOoOoOoOoOoOoOoOoO

 

 

Rusia y México se encontraban entre las sábanas revueltas. Iván tenía a José atrapado en un abrazo.

 

—¿México sigue enojado con Rusia? —preguntó cual niño regañado. El latino se levantó de la cama para caminar por la habitación completamente desnudo, regalándole una hermosa vista al europeo.

—Sé que la idea fue mía, pero odie verte besando a Mateo —dijo cruzándose de brazos. —La neta, llegue a pensar que me estabas pintando el cuerno —agregó dolido.

 

Iván trata de levantarse, pero le dolía cierta parte de su anatomía; José había sido demasiado salvaje (aún para él). No es que le molestara realmente la actitud de su novio, al contrario era excitante ser tomado de esa manera tan agresiva; sin embargo, le preocupaba la razón por la que lo hizo.

 

—Rusia y México son uno, da —le aseguró Iván mientras se acercaba al moreno para abrazarlo por la espalda. Le besó el cuello provocando un gemido en el latino.

—Ya lo sé, Osito sádico —dijo José volteándose para quedar frente a su novio. Sonrió antes de lamer los labios del más alto. —Que bruto soy. Sé que me amas y jamás me harás de chivo los tamales —Rusia asintió con la cabeza, iba a besar a José pero se detuvo a mitad de camino, pues los ojos del moreno se volvieron rojos y su semblante era aterrador. —Por qué si lo haces, tendré que sacarte el corazón y comérmelo.

 

Iván asintió con la cabeza; besó al mexicano como si su vida dependiera de ello. La amenaza lo había excitado tanto que necesitaba hacerlo suyo.

 

 

Cuando los otros países y los magos regresaron de su paseo, se encontraron con una asombrosa sorpresa: Estados Unidos había anunciado que él y Canadá estaban en una relación, algo que tomó por sorpresa a la mayoría, especialmente a Francia  a quien casi le da un ataque al enterarse que su precioso y dulce niño, ya era todo un hombre.

 

—Mañana partiremos a gringolandia —comentó México; todos se encontraban en un acogedor restaurante familiar, disfrutando del almuerzo. El latino miró a su vecino del norte; para José, el que Rusia tuviese que besar a Canadá era culpa de Alfred, por no darse cuenta de sus sentimientos y los de Mathew. —¡Así que hagamos algo memorable hoy!

—¿Qué sugieres? —preguntó Harry antes de llevarse un pedazo de panqué a la boca. José dejo escapar una sonrisa digna del Grinch que preocupó a los magos y a uno que otro país.

—Alfredo, ¿no te gustaría mostrar que eres todo un héroe? —le preguntó José con inocencia. Al aludido se le ilumino la cara y asintió con la cabeza.

—Sure, what I have to do, Joseph? —el latino sonrió satisfecho; él sabía que Alfred no conocía las culturas fuera de su casa (aún cuando muchas de sus costumbres fuesen copias de otras).

—Hay una vieja leyenda de las cataras que dice: Sí te lanzas de la “herradura de caballo”* y sobrevives; serás considerado el más grande héroe.

—Eso… es mentira… —dijo Canadá pero Alfred estaba tan ocupado en su propio mundo que no le prestó atención.

—¿Qué? ¿Te lanzas o le sácatelas? —Estados Unidos asintió con la cabeza. Ninguno de los presentes se metió pues ambos americanos eran tan tercos que no escucharían razones.

—¡Sure! —exclamó Alfred. —Pero  sólo si Joseph también lo hace.

—Ya estas, peinado pa’tras —dijo emocionado. —¿Qué te parece si lo hacemos interesante?

Rusia hizo intento de levantarse pero Fido se lo impidió; el perro confiaba plenamente en su amo y estaba seguro que podría con el reto.

 

Estados Unidos asintió con la cabeza.

 

—Si tú ganas, le diré a los fantasmas de Hogwarts que no te molesten por un mes —a Alfred se le iluminaron los ojos ante la posibilidad de que  Peeves dejara de atormentarlo una temporada. —Pero si yo gano, me reduces la deuda a la mitad (otra vez) —dijo sonriendo.

—That is impossible —replicó el rubio —, mi jefe ya me regañó por perdonarte la mitad de la deuda; no puedo hacerlo otra vez. —México maldijo mentalmente al jefe de Alfred; ya se aseguraría de hacer que uno que otro fantasma se le apareciera.

—Bueno, entonces. Quiero que hagas que la ley de migración sea aprobada y no afecte a ningún latino —Alfred lo medito un momento antes de asentir con la cabeza. Ambos americanos se dieron la mano, sellando el trato.

El grupo suspiro pesadamente; esos dos no tenían remedio.

 

La apuesta era simple: ambos debían construir un objeto resistente y lanzarse por “La herradura”, el primero en llegar con su “barril” intacto (y con vida), ganaba la apuesta.

Como era de esperarse, Alfred creó una esfera inflable con el símbolo de super man, mientras que José optó por un simple barril al que le puso un corazón amarillo con las letras “CH” en rojo.

 

Los únicos que se encontraban con José y Alfred eran: Francia, el trio dorado, Canadá y Rusia; los demás, los esperaban abajo.

 

—¿Están seguros de esto? —preguntó Mathew preocupado por su pareja y su amigo.

—Simón. Además, somos países; no vamos a entregar el equipo nomas por aventarnos de una cascada de varios metros de altura, con miles de millones de litros de agua, que fácilmente pueden aplastar un cuerpo hasta volverlo papilla —México dijo tales palabras de forma tan casual que Canadá no sabían si estaba bromeando o lo decía enserio.

—¡El héroe está listo!, ¡Hahahaha! —Alfred no tenía miedo; para él, era un simple juego.

El estadounidense entró a su inflable y lo mismo hizo el mexicano en el barril.

 

—Aún están a tiempo. Detengan esta locura —les pidió Canadá quien estaba preocupado por ambos. Miró a los demás esperando que ellos intervinieran. —Rusia, di algo…

—José debe aplastar al capitalista, da —dijo sonriendo infantil. El mexicano asintió con la cabeza; sonrió mostrando el pulgar arriba y se metió de lleno al barril, aguardando a que su novio lo sellara.

 

Canadá suspiró derrotado, era inútil tratar de convencerlos; sólo rogaba que ninguno de los dos resultara herido.

Los dos se lanzaron a la furia de las aguas, perdiéndose de la vista de sus amigos poco después.

 

—¿Creen que estarán bien? —preguntó Hermione preocupada.

—Ya escuchaste a José; ellos son naciones, no pueden morir, ¿o sí? —Harry no estaba del todo seguro de las palabras de Ron.

—Estarán bien, no se preocupen —les dijo Francia dándoles una palmadita en la espalda a cada uno.

—Será mejor que nos reunamos con los otros. Esos dos ya deben de haber salido de la cascada —comentó Ron. Todos asintieron. Para el momento que llegaron con los otros; Estados Unidos y México ya se encontraban con ellos; sentados en la orilla, completamente mojados y rodeados de varias personas que los miraban asombrados por la proeza.

—¡Yo gane! —dijeron ambos americanos al unisonó.

—Nel, gringo. Gané yo; “tu pato de hule” se poncho y Gilberto tuvo que sacarte con ayuda de Ludwig y de mi papá.

—¿Qué me dices de tu barril? —señaló el objeto que se había partido a la mitad. Los dos continuaron discutiendo, hasta que colmaron la paciencia de Inglaterra.

—¡Suficiente! —gritó Arthur molesto ocasionando que los curiosos se fueran dispersando a causa del miedo que les provocaba. —Los dos quedaron empatados y se acabo.

 

Estados Unidos y México se cruzaron de brazos e hicieron un puchero de manera sincronizada. Se vieron a los ojos y suspiraron derrotados.

 

—Bien —respondieron al unisonó.

 

 

Ese mismo día, recogieron sus maletas para dirigirse en autobús al lado estadounidense; Alfred tenía pensado llevarlos a las Vegas y la mayoría de los países estaban de acuerdo; pero Inglaterra quería que visitaran Salem, Blair o Nueva Jersey, los tres, lugares muy enigmáticos, donde se respiraba un aire sobrenatural. Sin embargo, Alfred no pensaba pasar su estancia en casa visitando esos aterradores lugares por lo que “convenció” a los otros de ir a California y disfrutar de sus playas; la escogida fue Laguna Beach, un perfecto y tranquilo sitio para pasar tres días asoleándose y jugando en las tranquilas aguas.

 

Se quedarían en una pequeña casa cercana a la playa que Alfred tenía cuando deseaba escapar de las responsabilidades de ser un país. La residencia se encontraba a unos metros de la playa; había una gran terraza dé donde se podía apreciar el océano.

 

—Debo admitir, que esta fue mejor opción —comentó Harry quien, desde hace mucho había deseado ver el mar; y ahora, gracias a Alfred, su sueño se hacía realidad.

—Cierto, es magnífico —comentó Ron embelesado con el paisaje.

—Do you like?—los magos asintieron con la cabeza y Alfred sonrió de oreja a oreja por la respuesta. —What are we waiting for? Let's swim!

 

Todos asintieron con la cabeza y se fueron a sus respectivas habitaciones para dejar sus maletas y cambiarse de ropa. Por suerte, tuvieron la precaución de comprar trajes de baño de camino a la casa de la playa.

 

Francia e Inglaterra se habían alejado del resto; ante los ojos ajenos, la relación de los dos estaba prohibida, pues Francis era un niño (al menos en apariencia). Era en esos momentos los que habían a Arthur maldecirse mil veces por su error; gracias a él, su idiota novio y muchos de los países era unos infantes.

 

—¿Te sucede algo, mon petit? —le preguntó Francis preocupado por el comportamiento del más alto. Habían encontrado un lugar alejado de las miradas indiscretas; pero Francia se había dado cuenta que Inglaterra actuaba raro desde que llegaron a la playa donde había tantas  parejas demostrando sus sentimientos abiertamente.

—No es nada, Frog —le respondió algo distraído. Francia suspiró pesadamente, pero no preguntó más, en lugar de eso, se acercó al inglés y lo besó, aunque tuvo que pararse de puntitas, pues Arthur era más alto que él, lo que le resultaba algo confuso y extraño en algunas ocasiones.

—Sé que te sucede algo —dijo separándose un poco de su pareja. Francia dio un largo suspiro al no obtener respuesta, pero estaba seguro que Arthur no le estaba diciendo la verdad.

 

Francia se sentó en la arena, le hizo una señal al británico para que se acomodara a su lado.

 

—¿Sabes? Hay algunas cosas positivas del incidente que nos convirtió en niños —comentó Francis con una sonrisa. Inglaterra lo miró confundido, ¿Qué de bueno podría ser para ellos haber regresado a ser infantes?

 

Francia pareció darse cuenta pues tomó el rostro del británico para darle un rápido beso en los labios

 

—Que hemos podido estar juntos por poco más de un año y seguiremos así, hasta que logremos romper el hechizo —Inglaterra sonríe; cierto que tenían una especie de vacaciones desde lo sucedido y que, gracias a eso, había podido ver a su pervertido novio todos los días.

 

Ninguno de los países que fueron convertidos en niños, podían quejase ahora (al menos los que tenían pareja en las mismas condiciones). Todos disfrutaban de ser “personas normales”, y disfrutaban del amor en plenitud; algo, que como naciones tenían prácticamente prohibido.

 

Esa misma noche; los magos y naciones hicieron una parrillada cerca de la casa. Los del bad cuarteto (a excepción de España), se quejaban por no poder beber alcohol, púes según ellos, una fiesta no era una fiesta sin bebidas.

Alfred se jactaba de de las “super” parrilladas que él solía realizar casi todos los fines de semana, de las barbacoas al aire libre y de lo bien que sabían. Por eso, nadie tuvo reparos en dejarlo encargarse de cocinar, aunque, de vez en cuando, cambiaba lugares con José para estar un rato con su gemelo.

México aprovechaba los momentos que lo dejaban con la parrilla para marinar la carne con cerveza para darle más “sazón”.

España tocaba la guitarra y cantaba para animar el ambiente. Los magos hablaban animadamente entre sí o reían por las ocurrencias del bad cuarteto y de Alfred.

 

—Si Malfoy supiera que pasamos las vacaciones de verano con las representaciones humanas de los países, se moría de envidia —comentó Ron de buena gana. Harry casi se había olvidado de lo mucho que extrañaba a Draco en esos días… casi. Aunque México le había asegurado que él iba a pasarse los últimos días de vacaciones en su casa.

—¡Venga, tíos! Quiero ver esa enjundia —dijo España mientras tocaba la guitarra a un ritmo más alegre y comenzaba a cantar.

 

Ey ey Ita-chan, ¿quieres churros?

Ey ey mamá, ey ey mamá, la paella que comimos hace tiempo

¡no puedo olvidar su sabor!

 

Dibuja un círculo, es la tierra. Dibuja un círculo, es la tierra

Dibuja un círculo, es la tierra, yo soy España

 

Dibuja un círculo, es la tierra. Dibuja un círculo, es la tierra

Hablando de círculos, un tomate. Yo soy España

 

¡Ay! De un sólo trazo un maravilloso mundo puedes ver

¡El Reino de la Pasión! España

 

"¡El jamón serrano curado es el mejor jamón del mundo!"

 

Dibuja un círculo, es la tierra. Dibuja un círculo, es la tierra

Dibuja un círculo, es la tierra, yo soy España

 

Dibuja un círculo, es la tierra. Da un paso atrás, es la tierra

Túmbate sobre la tierra, yo soy España

 

¡Ay! Con un solo hervor

Una receta que te hará llorar de felicidad

"¡Al horno como toque final!"

La comida es un menú completo

Come cuanto quieras

 

Ey ey Romano, ¡no hagas eso!

Realmente, Ita-chán ¿quieres bailar Boleros?

Ey ey, Francia, el vino está bien~

Sí, sí, Alemania, Sonrisa

 

(Cuando mencionó a Francia, éste levanto su vaso con refresco y sonrió. Pero cuando nombró a Ludwig, éste lo miró con seriedad y un ligero rubor en las mejillas).

 

Ey ey camarero, ¡lléneselo al niño!

Ey ey mamá, ey ey mamá

La paella que comimos hace tiempo

No puedo olvidar su sabor~

 

Las olivas, los tomates y también...

"¡El gigantesco Sol al atardecer son tesoros!"

 

Dibuja un círculo, es la tierra. Dibuja un círculo, es la tierra

Dibuja un círculo, es la tierra, yo soy España

 

¡Ay! De un sólo trazo

Un maravilloso mundo puedes ver

Mirar fútbol a la hora de cenar

¡Es muy divertido!

 

¡Ay! En el interior del mundo

Duerme la receta de la felicidad

El vino en una mano y el flamenco

¡Son lo mejor!

 

 

Los magos aplaudieron por la divertida canción a la que pronto se le unieron las de los otros países, incluido Alemania quien fue obligado por su hermano a cantar; el único que no interpretó su canción fue México.

 

—Mathew, ¿Por qué no cantas algo? —pidió Hermione. El canadiense tenía bonita voz, y la bruja tenía curiosidad de oírlo cantar. El aludido se había sonrojado por el pedido y negó ligeramente con la cabeza.

—¡Sí, Mateo! Algo bueno le debiste haber aprendido al pervertodo de Francia —dijo México dándole palmaditas en la espalda a su amigo.

—Se dice pervertido, da —dijo Rusia sonriéndole a su novio.

—No. Francia paso de pervertido a pervertodo; ósea que es nivel master —Francia se quejó por el comentario del latino.

—Bueno, ya. Mathew, ¿podrías cantar algo, por favor? —está vez fue Ron quien se lo pidió, y al poco se le unió Harry y demás. Era tal la insistencia que a Canadá no tuvo otra opción que aceptar.

—Yo… cantaré, algo que papá Francia… me cantaba cuando… era una colonia —dijo avergonzado. Cerró los ojos, inhaló fuerte y comenzó a cantar:

 

À Paris, à Paris,

Sur mon petit cheval gris,

À Rouen, à Rouen,

Sur mon petit cheval blanc,

À Toulon, à Toulon

Sur mon petit cheval blond

Et rentrons au manoir

Sur mon petit cheval noir.

Au galop, au galop…

 

Todos aplaudieron, conmovidos por la canción. Francia, incluso soltó unas lágrimas; abrazó a Canadá, estaba alegre que aún recordara.

 

 

OoOoOoOoOoOoOoOoOoOoOoOoOoO

 

 

Al día siguiente; Alfred llevó a los países y a los magos a visitar Disneyladia. Sobra decir que hasta Harry y Hermione que crecieron en el mundo muggle, estaban impresionados. Todos esos colores, olores y personas que deambulaban por el lugar.

 

—No es como los parques de diversiones en el mundo mágico; pero tiene su encanto —comentó Ron mirando a Goofy, quien se tomaba una foto con un niño.

—Siempre quise venir a Disneyland  —comentó Harry. En una ocasión, los Dursley fueron al de Paris y Dudley se la pasó presumiéndole todo lo que le compraron y los lugares que vio.

—¡Vamos a The Twilight Zone Tower of Terror! —exclamó México. Quería algo que hiciera que la adrenalina fluyera por su cuerpo, en vez de ver a Francia tratar de conquistar a Blanca nieves y a Inglaterra regañándolo por eso.

—¡Yo quiero subirme a eso! —dijo Alfred señalando el California Screamin; la  montaña rusa. José y Alfred se miraron con complicidad, asintieron con la cabeza y corrieron rumbo a la atracción.

—A José parecen gustarle las emociones fuertes —comentó Ron al ver a los dos americanos brincar de alegría mientras esperaban en la fila de la montaña rusa.

—Es por su sangre de guerrero —comentó España cruzándose de brazos. —En la segunda guerra, participo con sus “Águilas aztecas”. En ese tiempo, los superiores de Alfred, le dieron a México las misiones más peligrosas, de las que era seguro que ningún miembro de su escuadrón saldría con vida, pero lo hicieron sin ninguna baja.

 

Rusia asintió con su sonrisa infantil; en esa época, no tuvo mucha suerte de pasar tiempo con ninguno de los latinos, pero recordaba los elogios que ellos recibían por sus hazañas.

—Aún recuerdo a México con ojos rojos y con esa sonrisa, mientras volaba su avión, ¡era aterrador! —chilló Francia haciendo un ademán afeminado.

—¡Ey! Los estamos esperando —gritaron Alfred y José.

 

Los dos días restantes, la pasaron en Disneyland. Después, tomaron el translador para ir a México.

 

—Me duele el sacroiliaco —se quejó México haciendo un gesto gracioso. Fido gimió adolorido.

—Por suerte, es la última parada —dijo Francia aliviado.

—¡Bienvenidos! —el gritó los sobresaltó. De pronto se vieron rodeados de varias personas. Los magos pudieron reconocer, los otros países que iban a Hogwarts con ellos, pero también estaba Luciano, el primo de José.

—¡Kyaaaa, que lindo! —exclamaron las chicas y se lanzaron contra el mexicano para estrujarlo y llenarlo de besos mientras que Rusia las miraba con un aura asesina y José gritaba por ayuda.

—Espero que tuvieran un viaje placentero —dijo Brasil sonriendo a los desconcertados magos. —Mi nombre es Luciano Barbosa, soy la representación de Brasil.

 

Inglaterra les había dicho que el trió dorado ya sabía de la existencia de las representaciones humanas y que, ya no era necesario ocultarse de ellos.

 

—Discúlpenlas, están algo locas —comentó un joven con extraño asentó —. Soy Chile, pero pueden llamarme Manuel.

—Es un placer, soy Harry, ellos son Hermione y Ron.

—Che, pensé que serian más altos —comentó Argentina mirándolos con una sonrisa en los labios. —Yo soy el sencillo, pero carismático Argentina. Podéis llamarme Marcelo.

—Más bien. Es el escandaloso, egocéntrico, idiota…

—¡Oye! —se quejó el aludido.

—Es la verdad —comentó una linda chica. —Hola, soy Colombia, discúlpenos por la escena, pero extrañábamos mucho a Itzamma. Y estando tan adorable, que bueno, no pudimos contenernos.

 

Los latinos presentes eran Brasil, Argentina, Chile, Colombia, Guatemala, Belice, Venezuela, Honduras y Cuba. Las chicas se llevaron a México, España y Romano, dejando a sus hermanos para que se encargaran de atender a los invitados.

 

Los magos y los otros países, fueron llevados a las habitaciones que ocuparían mientras permanecieran en la casa de José. Se encontraban en una hacienda, de las pocas que aún quedaban en el territorio mexicano.

La Hacienda “Quetzalcóatl”, había sido un regalo que Porfirio Díaz le dio a José, en sus primeros años de mandato, como una manera de agradarle a la joven nación. En ese lugar, era donde el mexicano solía reunirse con sus hermanos y primos a pasarla bien.

 

Era tarde, cuando llegaron, por lo que todos se fueron a dormir. Al día siguiente; se dirigieron al comedor, guiados por un delicioso aroma. La mesa estaba dispuesta con gran cantidad de platillos y nada tenía que envidiarle a los banquetes que se servían todos los días en Hogwarts.

 

—Espero que sea de su agrado —dijo la colombiana que salía en ese momento con una olla de barro que contenía chocolate caliente.

—No sabíamos que preparar, así que mis carnales* y su servilleta*, decidimos hacer los mejores platillos de nuestras casa —agregó México mientras dejaba una charola con tamales en la mesa.

—Pero siéntense —les dijo Brasil a los magos, pues eran los únicos que aún continuaban de pie. —Coman lo que guste, sin pena.

 

Ya todos estaban desayunando. Hermione de vez en cuando interrogaba a los latinos sobre algún tema de sus casas; la divertida convivencia se vio interrumpida por la presencia de un joven de rubios cabellos platinados.

 

—Malfoy —gruñó Ron al ver al heredero Malfoy parado con en la entrada, con esa pose arrogante que lo caracterizaba.

—¡Güero! —exclamó el mexicano levantándose para ir a saludar a su amigo. —Se te pegaron las sábanas —le dijo en tono de broma, dándole una pequeña palmadita en la espalda.

—¿Cuándo llegó Draco? —cuestionó Rusia, sonriéndole al recién llegado.

—Su amigo llegó anoche. Después de que ustedes se fueran a dormir —dijo Chile antes de darle un manotazo a Argentina que trataba de meterle mano.

 

Harry se sonrojó cuando Draco le dedicó una sonrisa; Malfoy se acercó al niño que vivió, había una silla desocupada a su lado, donde se sentó.

 

—¿Sorprendido, Cara rajada? —Harry iba a responder, pero es interrumpido por Venezuela que le había lanzado un bolillo a Draco en la cabeza.

—Nada de insultos en la mesa, jovencito —le Verónica dijo mirándolo con el ceño fruncido.

—Es verdad. Güero, no te he presentados a mi familia —dijo José sonriendo. Presentó a los otros latinos (ocultando sus identidades como países, claro).

—¿Y a donde los piensas llevar, chico? —le cuestionó Jorge a José. El mexicano se llevó una mano a la barbilla en pose pensativa.

—A mi me gustaría ver las pirámides. Estuve leyendo sobre ella; su historia mágica me parece muy interesante —comentó Hermione.

—Entonces vamos a las pirámides y de ahí viciamos Xochimilco, pa’ que vean la isla de las muñecas* —dijo México sonriendo. Tampoco estaría mal llevarlos al zócalo capitalino para que les dieran una limpia*, aunque José estaba seguro que con, Alfred se necesitaría, mínimo unas tres toneladas de albacar y otro tanto de copal para quitarle la mala energía y no quería imaginar cómo quedaría el pobre que tuviera que hacerlo.

 

Terminando de desayunar; fueron a cambiarse. Los latinos se llevarían a los invitados de su hermano, dejando a Inglaterra descansar. Durante el trayecto, Hermione no paraba de hacerles preguntas sobre sus respectivos países, Ron hacia lo posible por mantener a Harry lejos de Draco pero sin mucho éxito, pues Rusia lo mantenía a raya a él.

 

Al llegar a Teotihuacán; los magos quedaron impresionados por las magnificas construcciones que, a pesar de los siglos seguían en pie, impasibles al tiempo. México les habló de la antigua ciudad, sobre las costumbres de los ciudadanos y sus leyendas. Mientras hablaba, la mirada de José era una mezcla entre alegría y nostalgia. Después, se fueron a Xochimilco*.

 

Llegaron al embarcadero Salitre; ahí tomarían una trajinera que los llevaría a la Isla de las muñecas.

 

—Buenas tardes —dijo Cuba a un hombre que se encontraba limpiando su embarcación.

—Buenas —le regresó el saludo sin verlos en un primer momento. —¿En qué les puedo servir?

—Nosotros….

—Jorge, Vero, Manu, Celo, An….

—Ya entendimos, ya entendimos —dijo Luciano con cierto nerviosismo.

—‘Ora, ¿andan criando o qué? —preguntó el hombre mirando a los más jóvenes. Su atención se centro en México quien, por primera vez se puso nervioso y más al notar la sonrisa picara del trajinero. —Mira nada más, quien viera al Pepe. Ya tiene chilpallate y  bien grandote y nunca dijo nada. Chales, cuando la Meche se entere, le va dar el patatús; la pobre que andaba tras sus los huesitos.

 

Los latinos mayores comenzaron a reír bajito, pero pararon en seco al notar el aura oscura del mexicano y del ruso; éste último decía: kolkolkol.

 

—Wey. Ya, no venimos a que nos dé cátedra —dijo José con el ceño fruncido. —Queremos ir a la Isla de las muñecas; y no me salga con que a Chuchita la bolsearon*, que La Coquita* dejó dicho que podía ir cuando me diera mi rechingada gana y El Chope* piensa igual. Ahora, nos llevas o buscamos a otro, que al cabo, no eres el único cuate que mi jefe tiene aquí —dijo mintiendo en la última parte, pues no podía permitir que el hombre supiera su identidad.

 

El trajinero abrió y cerró la boca un par de veces pero no pronunció palabra. Estaba impresionado con lo mucho que ese niño se parecía a su amigo; sonrió.

 

—‘Ta bueno, escuincle; na’ mas pa’ que no diga tu jefe que soy maleta con su hijo. Pero vamos a necesitar otra trajinera, porque, pus, ustedes son un chorro y no van a caber todos en la mía.

 

El hombre se fue a buscar a un compañero suyo, para que lo ayudara a llevar al grupo a donde querían ir. Draco miró al mexicano que parecía molesto; no había entendido nada de la conversación pues él no hablaba español (de hecho, la única de los cuatro magos que hablaba un poco ese idioma era Hermione, quien aprendió durante el viaje), pero la forma en que actuaba su amigo, le preocupo.

 

—¿Está todo bien? —le preguntó Malfoy preocupado. México lo miró confundido pero asintió con la cabeza. —¿Qué te dijo?

—Nada, el wey quería pasarse de listo con el precio porque creyó que sólo éramos un grupo de turistas extranjeros —mintió.

 

Unos minutos después, el hombre llegó en compañía de otro; ellos dos se encargarían de llevarlos a la Isla de las muñecas. Los magos y los mismos países estaban sorprendidos por lo colorido del lugar. Finalmente llegaron a su destino.

 

—Vendremos por ustedes a las 7:00 pm, ¿les parece?

—Ya rugiste. Gracias por todo Cholo, Tamal —los dos trajineros le hicieron una señal de despedida y se fueron.

—Este lugar se ve muy tétrico —comentó Ron, inquieto por las miradas vacías que las muñecas parecían darles.

—¿Qué dé misterioso tiene este lugar? —cuestionó Draco.

—Pus, veras. Don Julián (el dueño de ésta chinampa*). Comenzó a recolectar muñecas poco después de que una joven se ahogara cerca de aquí; él decía que escuchaba gritos lastimeros de una mujer y que ella quería llevárselo, por lo que comenzó a recolectar muñecas para que lo protegieran del espanto.

—Gran cosa, sólo fue un muggle tonto —dijo Draco cruzándose de brazos antes de recibir un zape de parte del mexicano. —¡Oye!

—No peleen —los regañó Chile. Él era una persona tranquila, pero cuando se enojaba podía ser más peligroso que un volcán en erupción.

—Continua con tu relato, José —le pidió Hermione.

—Pues, muchos dicen que el alma de la joven fue quien se lo llevó, ya que murió en el mismo lugar en el que lo hizo ella. Otros, dicen que fue la mismísima Llorona*

—¿Llorona? —preguntó Ron.

—Es uno de los espíritus más comunes aquí; existen muchas leyendas sobre ella, pero todas tienen algo en común. Es el fantasma de una mujer que grita: ¡Ay mis hijos! Su leyenda se remonta hasta épocas anteriores a la conquista —respondió serio. Él llegó a conocer en persona a algunas de esas “Lloronas”, una de ellas fue “La Malinche”.

—¡Este lugar es aterrador! —chilló Alfred ocultándose tras Mathew y temblando como una hoja. Un viento fúnebre movió las copas de los árboles y las muñecas.

—¡Ve~ Ludwig, tengo miedo! —lloró Italia abrazándose al alemán.

 

Todos guardaron silencio; el gemido de una mujer se escuchó a la distancia. Japón sacó su katana, Alemania su pistola, Rusia su tubería, Hungría y China sus ímplenos de cocina que usaban como armas.

 

—¿Creen que sea un dementor? —cuestionó Ron con voz trémula; estaba tan blanco como un papel.

—No seas payaso —lo regañó México, quien era el único tranquilo. —Debe ser algún espíritu o chaneque que anda por aquí.

—¿Tlilmi? —cuestionó Draco.

—Él no es el único chaneque —respondió José. —en México hay un chingo y un montón; viven en los lugares donde exista agua: arroyos, ríos, lagunas, canales, etc.

—¿Quieres decir que hay chaneques aquí? —preguntó Harry preocupado. Si Tlilmi era un problema, no quería saber lo que sucede con más de uno de esos seres.

—Simón*. Aún que son tímidos y sólo salen en la noche.

 

Un nuevo grito hizo que la conversación se detuviera; esta vez, Ron, Finlandia, Hungría, Romano, Francia, Liechtenstein, Bielorrusia y Ucrania, se ocultaran tras, Hermione, Suecia, Austria, España, Chile, Suiza y Rusia, respectivamente.

 

—Andale, ‘ora si se enojó —comentó México. —Perenme tantito. Voy a echar un ojito.

—¿México no quiere que Rusia lo acompañe? —preguntó Iván en tono infantil. Sus hermanas negaron con la cabeza; ambas sujetas firmemente a sus brazos. José notó que ambas estaban muy asustadas, como el resto del grupo. Los únicos que lucían tranquilos eran Brasil, Colombia, Guatemala, Venezuela y Cuba.

—Nel*, voy yo solo.

—Te acompaño, chico —dijo Jorge acercándose al mexicano. —No es seguro que vayas tu solo.

 

Ambos se alejaron del grupo para ir a investigar.

 

—¿Qué hacen aquí? —los países y los magos gritaron a la vez. Un anciano de piel morena los observaba enojado.

—Eh... Nosotros… somos… bueno… —Colombia no sabía cómo explicar. El hombre traía un machete en las manos; la estaba poniendo nerviosa.

—¡Itzamma nos trajo! —dijo Venezuela, casi gritando. El hombre se relajó al escuchar el nombre de México.

—¿Itzamma? ¿Conocen a don Itzamma? —todos asintieron con la cabeza. El sujeto sonrió dejando el machete incrustado en la tierra. —¿Dónde está?

—Escuchamos unos gritos y él fue a investigar —respondió Brasil, más tranquilo.

 

Pasaron unos cuantos minutos antes de que México y Cuba regresaran; cuando el hombre vio a José, lo identificó de inmediato.

 

—¡Don Itzamma! —exclamó para sorpresa de los países y magos. —¿Pero que le paso?

—Coquita, ¿Sabes quién soy? —preguntó México señalándose. “La Coquita” asintió con la cabeza.

—Usted es Don Itzamma —respondió alegre. —¿No me diga que la economía anda tan mal que usted se hizo chiquito? —preguntó preocupado. José negó enérgicamente con la cabeza y a grandes rasgos, le explicó lo que había sucedido; después miró a sus acompañantes y les dijo que La Coquita sabía que era una representación, pues fue muy amigo suyo desde que iba a la pulquería y en todo ese tiempo José no envejeció ni un poco.

—Dispensen, yo creyiba, que se querían robar Mis muñecas —todos negaron con la cabeza. Fue en ese momento que se dieron cuenta de la palidez y la falta de piernas del hombre.

—Fa-fa… ¡Fantasma! —gritó Alfred antes de perder el conocimiento por el susto recibido.

México rodó los ojos; definitivamente, Estados Unidos era un miedoso sin remedio.

 

 

Continuara…

 

 

OoOoOoOoOoOoOoOoOoOoOoOoOoO

 

 

Lizerg-chan: Lo dejo hasta aquí porque de plano ya no se me ocurre nada -w-

Youko Saiyo: Pero no se me desesperen, que en el próximo capítulo, regresan a Hogwarts…

México: Pero antes ¡Vámonos pa’ Acapulco!

Lizerg-chan: Nos veremos en la siguiente: ‘Último día de vacaciones. Visitemos Acapulco.

 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).