La magnífica estatua de la libertad se alzaba orgullosamente frente al mar, símbolo inequívoco de Nueva York. Siempre causo la admiración de Light, desde que era un niño soñó con el día en que pudiera visitarla… y ahora que tenía la oportunidad, ahora que por fin estaba ahí… no podía admirar la belleza de esa gran ciudad. ¿Y porque? Porque su mente estaba centrada en ese caso que le habían asignado, ni siquiera consideraba necesario ocuparse por lo que sucedió entre él y su ex pareja antes de partir de Japón; ¿para que si lo que había pasado no tenía justificación ni perdón? El ojinegro le había sido infiel con alguien que ni le llegaba a los talones en ningún aspecto, las veces que le paso por la mente la posibilidad de que Ryusaki hiciera eso imagino que sería con una persona que lo superara a él mismo, alguien más inteligente, atractivo, pero ¿Matsuda? ¿En serio?
Suspiro agitando la cabeza, de nuevo el inglés se colaba en sus pensamientos; debía concentrarse en el trabajo no en tonterías debía olvidar a L.
Pero había algo que no entendía, antes de irse a Estados Unidos su padre estuvo actuando de forma extraña como si… como si lo estuviera evitando. Recordó cuando era pequeño y su padre descubría que había hecho alguna travesura, no le decía nada esperaba a que el mismo confesara, fue lo mismo. ¿Quizás se enteró? De ser así, ¿Por qué era el quien debía confesar si no hizo nada malo? Él no fue quien engaño a nadie con el primero que se le puso enfrente, nunca en su vida lo hizo y nunca lo haría, la traición le parecía una de las cosas más ruines y miserables que una persona pudiera hacer por eso de ningún modo la perdonaba.
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Respiro hondamente tres veces intentando que el repentino mareo se le pasara, pero no sirvió así que mejor se sentó en el piso. Que extraño, últimamente se mareaba muy seguido tal vez nuevamente le dio anemia; chasqueo la lengua ante ese pensamiento de ser así le mandarían vitaminas inyectadas y no había cosa que Elle Lawliet odiara más que las inyecciones.
Cuando se sintió mejor se levantó y fue al baño, el espejo le devolvió una imagen mucho más pálida de lo normal de sí mismo, sus ojeras resaltaban aún más y las venas de los parpados igual. Debía ir al doctor y hacerse unos exámenes antes de caer en el hospital, otra vez.
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Beyond llevaba una rosa gris –originalmente blanca pero la tiño- entre sus manos, era hermosa realmente, la textura de sus pétalos era extremadamente suave; para el simbolizaba la vida misma. No binaria sino gradual, ni blanca ni negra sino gris con cosas buenas y desgracias. Un regalo perfecto para la persona que más amaba en el mundo, una rosa para su detective; tenía pensado irlo enamorando poco a poco y que mejor que con detalles románticos. Y esa rosa era perfecta ya que Lawliet creía lo mismo que el sobre la vida.
Y quien no después de todo lo que había vivido.