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VACIO DE UNA NOCHE BLANCA por sleeping god

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Notas del capitulo:

Una disculpa para los que posiblemente esperaran la versión de Ulquiorra.

Me encanta la intriga, disculpen.

Siente mi cuerpo una presencia extraña,
se acalora ante tu simple presencia...
Se llena de ternura el corazón vacío...
y se abren mis alas para abrigar tu frío.

Nace una fuerza extraña de asustar al miedo...
Se centra en mi pensamiento la sola idea de hacerte libre…
Anhelo el día de verte volar con tus propias alas.

No quiero voltear y verte atrás, ni quisiera ver tu sombra nada más...
Por eso toma mi mano y déjame levantar tu vuelo
Toma mi mano y mira al cielo
Toma mi mano y ajustemos el ritmo, para estar siempre paralelos al camino…

 

La culpa lo hizo retroceder, la mirada de su amado era incriminatoria, aun sabiendo que no conocía las mentiras dichas sus ojos lo acusaban de traicionar su confianza.

-¿estás... bien?- alcanzó a articular. (No seas paranoico). Quitándose el miedo, se dio cuenta que estaba triste antes que todo. Sus bellos ojos lloraban a pesar de acusarlo- no llores, por favor. Lo que te tenga así lo arreglaré. Si estoy contigo haré que nada te haga derramar lagrimas- lo abrazó aunque pareciera recio a recibirlo-te amo, te amo, te amo. Te puedo dar lo que quieras, sólo tienes que pedírmelo- agradeció como nunca que los delgados brazos del menor lo rodearan, ya no sollozaba.

-¿es verdad? ¿Me amas tanto como afirmas?- frunció el ceño con la pregunta, (¿duda de mí?). Separó su cuerpo más dejó las manos en sus costados.

Su mirada si que era la vista a su alma, y lo que vio no le gusto nada, era un hueco, no encontró ningún sentimiento en sus ojos ni en toda su cara.

-contesta- bufó de nuevo. No podía hacerlo, juraba que ese no era su ángel pues carecía de su brillo natural.

-… ¿Por qué preguntas algo como eso?

- es fácil y deducible- le contestaba seriamente mientras se levantaba y secaba la cara. Pareció como si nunca hubiera llorado- es porque lo dudo-(¿duda… que lo quiera?).

-¿lo… dudas? No tendrías porque…-cuestionó al darse cuenta de que, quizá, algo de su personalidad le molestaba y era el momento para arreglarlo-…te amo, nunca quise a alguien de esta manera- se puso nervioso, los ojos verdes del murciélago lo ponían tenso de miedo, como si llegase a cometer una equivocación sería terriblemente juzgado- estás extraño ¿estás bien?

-¿Por qué me amas? No me viste nada… no entiendo que fue…

-no digas eso-lo calló, nunca oyó tal tontería, tenía tantos atributos que él se consideraba poca cosa en su presencia. Dios, lo amaba como nadie y esa conversación no era una prueba que fuera necesaria, en especial porque parecía que le lastimaba preguntar a su bienquisto- eres hermoso y tú alma lo es aún más. No sé qué te pasa pero no quisiera que dudaras de mí, por favor, me traes loco…

-guarda silencio- le pidieron con un sollozo, su mirada se empezaba a suavizar. Debía continuar.

-…dios sabe que los mortales son débiles. Adán ante una sola fruta jugosa cayó en pecado, por eso cuida lo que crea y si peca de belleza lo destruye…- no creía lo que veía, el espada se negaba a encantarse, miraba el suelo con confusión y repudio. Se le acercó aunque puso sus manos para interponerse, las ignoró y lo obligó a recargarse donde latía su corazón- es tan cruel y protector con sus criaturas, privándolas de goce y protegiéndolas del infiero. Pero….- le elevó el rostro, esperando ver el sonrojo, no era así, se encontraba confundido y ajeno a lo dicho. No se rindió y continuó la historia-…el diablo es astuto, creaba ángeles, más ninguno tan poseso de belleza como los que destruía el creador. Fue al mundo de los mortales, con su astucia atenta, buscando a alguien que si no estaba en el fuego eterno era porque su cuerpo no le permitía morir. Lo sacó a la luz y lo hizo más miserable, quitándole inclusive la esperanza y sólo dejándole el ruego a su dios…- sintió como le jalaban el haori, haciéndolo acercarse.

-¿Qué sigue? ¿Cómo termina?

- era su hijo y no lo abandonaría, le daría lo que necesitaba. El diablo enfureció ante la falla, volvió a subir, con trinchete en mano y su odio andando, ni tarde ni cansado le quitó de lo que lo dotaron.

Dios no se quedó de brazos cruzados y volvió a ayudarlo. Dándole banquetes en charola de plata, con una muchedumbre que lo alababa.

Unos días después al hombre se le cayó la vida, bajo la maldición que lo atormentaba de que se recuperaba y nuevamente bajaba y caía de bruces al suelo sin las manos atadas.

El bendito, pensó y pensó, no quería una rueda sin fin, algo que ayudara y no se arrebatara para que en el corazón viviera plenamente. ¿Sabes qué fue?- le preguntó sujetándole la cabeza y acariciándole el cabello.

 

-¿Qué fue?

- hizo un ángel, hermoso y radiante que incluso las doncellas envidiaban y se disputaban su sola mirada. ” Es pecado” gritó el máximo exponente, la criatura sería poco conveniente, más sólo vio una cosa en él que le impidió lastimarla. Era el plan del maligno, algo tan bello que cautivara a cualquiera- guardó silencio y le tocó el rostro. No se sonrojaba pero permanecía tranquilo.

-¿Cómo acaba?

-…el diablo tampoco pudo sostenerle la mirada, el plan de ambos seres inmortales se rompió y se creó algo más poderoso entre los dos amantes pecadores y benditos.

-nunca he escuchado esa historia…-(naturalmente… acabó de inventarla)-¿Qué se creó?

-amor.

-nacido de algo malo con una buena intensión… cuesta entenderlo.

-te noto tan extraño ¿puedes contarme qué te tiene así?- le pidió mimando el suave rostro.

-es… una tontería- le pesaba el estar tan juntos pero a la vez tan distantes. Sujetó su barbilla y la alzó, dejando ver sus radiantes ojos (confundidos) para tratar de tomar control de su boca-ah…- le escuchó decir justo antes de que se alejara corriendo-… pe… perdón…-jadeaba mientras hablaba y se tocaba las mejillas rojas como si le quemaran.

-no estás bien ¿Qué ocurre?- le preguntó tratando de acercársele pero recapacitando y quedándose en su lugar. (No sé qué sea pero necesita distancia).

-es… es… no… no importa.

-¿no importa? Vamos, puedes decir…

-¡a la chingada, Ichigo! No seré el presidente pero tampoco un monje para esperar al “que vendrá al final de los días”- se escuchó fuera, en la sala. Después el humano dio una risa y reprendió.

-no digas eso, un rato más- (los había olvidado… tengo que llevarlo ahora… el plan no ha cambiado).

-Uruki-chan… hay a alguien que quiero que conozcas- utilizó todas sus fuerzas en esas palabras, las más difíciles de su vida al saber que estregaría a su amor en bandeja de oro y sin luchar-ven- le extendió la mano, que después de un rato el otro tomó.

Lo sacó del cuarto. Giró su cabeza cuando las lagrimas le quisieron salir, (no quiero hacerlo, no debería hacerlo…), de pronto su mano fue jalada hasta la cara del menor, que se sobaba contra ella como un minino, uno que parecía curioso y desconcertado del contacto. Volteó a verlo sin entender qué demonios pasaba por su cabeza, justo después estiró sus pequeñas manos a su rostro, se dejó tocar. No paró de observarlo, quizá algo le daría una pista de qué quería.

-¿podrías… decirme por qué tú sostienes mi corazón?- lo turbó aun más, sin embargo su novio no bromeaba.

Como todo un caballero le hizo retirar sus manos y guiarlo hasta el patio, donde la noche había robado el cielo.

-te encontré bajo un cielo como este, con una luna parecida que no cambia- le afirmaron con la cabeza- no lo parezco pero solía sentirme muy solo. No hay peor soledad que la que uno mismo se impone aun estando rodeado de gente… porque aun así el corazón llama a su otra mitad. Esa noche, tú me encontraste a mí, sonará tonto pero para que yo sostenga tu corazón…- le dedicó una sonrisa y lo atrajo a él- tú debes sostener el mío. Sin ti ya no vivo.

-Byakuya…- bajó la cara y lo vio tan diferente, como dos personalidades peleándose por la situación, sus ojos se mojaron pero su sonrisa no se borraba, mientras con las manos trataba de contener la risa.

- hoy, definitivamente, estás muy extraño.

-ca... callate, jajaja…- nuevamente le revolvieron las ideas cuando se arrojó a su cuello, llorando y riendo- di… dímelo de nuevo, dilo otra vez…

-¿Qué cosa, mi amor?- preguntó aun sin entenderlo pero abrazándole la cintura. Ya ni recordaba que debía llevarlo a perderlo.

-que me amas, dímelo, dímelo jajaja- nunca lo escuchó reír tanto, siendo tan poco maduro a lo de costumbre.

-Contigo podría morir y jamás dejaría de sentirme vivo. Perderme en el frio y no disipar calor. Pasar al infierno y sólo ver un ángel. Olvidarme de mi mismo y continuaría gritando “amor”.

-jajaja continua, continua…- la felicidad le venció, ya no quería saber a qué se debía ese comportamiento si lo hacía así de feliz. Los cachetes del murciélago se habían teñido de rosa por la emoción y su sonrisa era tan enorme y linda que le provocaba reír, como si un ser celestial le sonriera.

- Mientras me hablabas y yo te miraba, se detuvo el tiempo en medio instante: el amor me llamaba y yo le obedecía. Mientras me susurrabas y yo te amaba, se alzaron los sentimientos,  mandó tu voz, el cielo se hizo visible en tus ojos, y yo pronuncié el querer en tus labios… jajaja- rieron juntos como unos locos, quizá ninguno de los dos entendía la gracia más no tenía importancia. Cuando más contento y olvidadizo estaban se oyeron los pasos de dos personas saliendo de la sala. Los reconoció y renunció a carcajear, debía seguir con el plan y dejarlo ir. (Fue un bonito final…)-vamos… tienes que ver a estas personas- lo bajó de su cuello y caminó de su mano.

-no quiero- le respondieron fríamente- no me interesa conocerlos.

-es por tu bien- (incluso yo tuve que aceptarlo).

-no, estoy cansado y me estoy mareando, además, tengo muchísima hambre.

-comerás con ellos o después- se le hacía difícil no utilizar alguna de esas excusas para disipar la idea que debía realizar.

-no, quiero comer contigo, quiero estar contigo, quiero que se vayan y nos dejen solos, quiero que dejes de salir tanto… quiero… quiero ser un poco más egoísta-apenas lo reconocía, se leían los celos en su rostro contento y apenado, (egoísta… siempre tan recluido y ahora egoísta… yo quiero ser el que te mime).

-está bien. Los iré a despedir- le soltó la mano y fue casi corriendo a alcanzarlos, no era por preocuparse de no poder pedirles disculpas sino por la euforia que lo desbordaba. Todas las ocasiones en que ese pequeño parecía querer algo lo callaba y no aceptaba que gastaran en él, no pedía nada y siempre se disculpaba; y lo que deseaba era llenarlo de todos los lujos que, al parecer, nunca tuvo y dejarle ser con toda la confianza y sin ningún miedo. (Se lo puedo cumplir, seré yo quien pueda hacerlo feliz…). Sonreía a pesar de que lo viera la muchedumbre, incluso en un pasillo agarró la pared para dar una vuelta más rápido, derrapando y saltando.

-¡Kurosaki Ichigo y Grimmjow Jaegerjaquez, esperen!- la compostura no logró bien su trabajo, aun su boca tenía la cuerva de la felicidad y estaba agitado de correr.

-¿Qué pasó, Byakuya?- preguntó con aire de extrañeza el shinigami sustituto.

-lamento no haberlos atendido pero hubo un inconveniente que…

-lo que sea, cabrón- interrumpió la pantera-ya nos podemos largar.

-si-no le interesó la mala actitud, dio la vuelta y fue corriendo con el murciélago. Estaba en el cuarto, viendo como si fuera algo nuevo el primer peluche que le regaló.

-Uruki-chan- lo abrazó por la espalda y besó su mejilla-¿pasa algo, también extraño, con el conejo?

-… nada… nada- el menor se dio la vuelta en sus brazos para quedar de frente- actuaré algo extraño, por lo menos esta noche. Te aviso- se extraño que no le pidiera permiso cuando siempre lo hacía para casi todo, por eso se puso contento.

-¿de qué vas a actuar extraño?

-deja…- eso fue familiar, que se sonrojara como un tomate-… déjame besarte… tú no hagas nada- al final bajó el rostro.

-adelante- no supo en qué momento cambió tanto, su mirada era más tosca de lo que esperó y lo besó apenas sonrojado, más como si estudiara lo que realizaba. El beso le fue familiar. Bruto y lindo. Eventualmente se separó. Que complicado fue contenerse.

-me estoy muriendo de vergüenza- fue su afirmación antes de voltearse y taparse con las manos la cara. (Que hermosura).

-¿Por qué estás haciendo esto?- preguntó mientras lo estrujaba y acariciaba el mechón de cabello que siempre atravesaba el medio de su cara. (No me agrada este cabello).

-¿Por qué siempre mueves ese mechón?- le cambiaron el tema con obvies.

Dejó que lo hiciera y respondió- porque cubre tu cara.

-¿y eso qué?

-no me gusta que algo la cubra- respondió acomodándole la cabellera de forma que dejara su rostro limpio.

-¿por qué?

-porque me gusta.

-¿Por qué te gusta?

-porque es tu rostro.

-sé que es mi rostro, está en mi por lo tanto es mío-(adoro sus respuestas)- más no responde porque te gusta.

-bueno…porque es algo tuyo y todo lo tuyo es encantador.

-no contesta.

-si lo hace- le viró la cara y pegó sus labios, esperando ver su reacción. No ocurrió nada, por lo que devoró con lentitud la boca, saboreando su lengua y saliva, mientras las manos le cogían bien la cintura. Con pasos lentos lo fue acorralándolo en la pared, distrayéndolo con el juego de lenguas mientras su pierna entraba entre las dos del otro. El pequeño no respondía, no usaba sus manos, permitía todo entre gemidos.

Una alarma sonó. El enorme reloj del pasillo repiqueteó, marcando las 12 de la noche. Calmó su cuerpo, tenía una junta a las 5 de la mañana y debía estas despierto y preparado. Paró su boca lentamente y fue ensanchando la distancia de sus cuerpos.

-no te lo comenté. Mañana me voy temprano así que lo dejaré hasta aquí.

-me niego…- le espetaron como contestación. Notó de inmediato la excitación que le causó y la necedad en sus ojos, algo que nunca vio en ellos-… mañana… no quiero que te vayas porque no regresarás hasta quién sabe cuándo. No soy un juguete que puedes guardar y después recoger de nueva cuenta- (está bien, siempre debió ser así, tu estando sobre todo en mi vida). Lo encerró en la pared y le quitó la respiración besuqueándolo con lujuria.

-te haré el amor…- pronunció besándole la piel después de bajar la playera de cuello alto-… como tú me lo pides, y para no ir al trabajo…- desató la cinta que sostenía el pantalón para meter la mano en la ropa interior.

-aaahh…

-terminaré después de las cinco de la mañana ¿está bien, ternurita?- culminó sacándole lo que cubría su pecho.

-… si, está bien…- regresó su Uruki, tan penoso durante el sexo y, a la vez, tan extrovertido. Lamió sin piedad sus hombros hasta marcarlos con mordidas, llenando la habitación de gritos y exclamaciones, con su pierna masajeaba los testículos y el pene ya erecto del pequeño-… desnúdate…- le ordenaron como pudieron.

 Aceptaba que nunca pensó en hacer algo como eso pero igual lo efectuó. Con lentitud desiso el moño del pantalón justo frente a él, cual estríper profesional, tirando su haori al suelo y abriendo la ropa para dejar ver sus pectorales. Le tomó la cadavérica mano al menor, que no procuró nada, y la acomodó en su pecho.

-… !¿qué… dia… blos?!- no lo dejó huir y le obligó a tocar más, finalizó lamiéndole la palma-¿Qué… qué es esto?- articularon antes de regresarle la mano y dejarlo dar unos pasos a la pared. Deslizó su pantalón hasta el suelo para volver a atacar la boca jugosa de su amado, tomarle las manos y obligarlo a acariciarle desde los omoplatos hasta el trasero. El quiróptero se sonrojó hasta las orejas en cuando lo agarró de atrás, pegando sus partes nobles-aahh… ahhh… no siguas…- contrario a lo dicho, siguió, bajando la ropa que cubría su espalda, dejándose la ropa interior. Lo llevó a besos, empujones y toqueteadas al mueble más cercano, un enorme sillón que se encontraba en el pasillo. Estando ahí lo hizo recostarse, lo tenía agitado, rojo, excitado y desesperado; gusto lo que buscaba. Se colocó sobre él, con las piernas abiertas sobre su pecho, lo más cerca de su cuello. El cuarto espada volteó la cara pero no los ojos ante este “contacto”. Sin importar se bajó lánguidamente esa prenda.

-¿po… por… ah… esto… aahh?- le sorprendió verlo retorcer el cuerpo de demasiada excitación, que al parecer se negaba a aceptar. Se recostó, con la cara frente a frente, reconociendo en su rostro una pena combinada con miedo e indecisión.

-no voy a lastimarte, ya sabes que nunca lo hago- susurró a su oído. Justo después el menor se volteó y pudo besarlo cálidamente, resbalando sus manos por las costillas, pasando por el abdomen y las piernas. Ya tranquilo, descendió a besar sus pezones y lamer el cuatro, marcándolo de saliva.

-Bya… ku… ya…- llegó a la parte baja del vientre con un camino de besos. Subió una mano hasta el rostro del hollow, que acarició desde las sienes hasta la barbilla, como la curvación de una luna-… yo… creo estar… seguro de que… - quería oírlo, pero igual engulló el miembro de su novio, masajeándolo con los labios y la lengua, mientras la saliva hacía su trabajo de lubricarlo, mojándole la parte interna de las piernas; subió y bajó su cabeza aun esperando lo que diría-¡aaah! ¡aahhh… ri… rico!- no paró hasta hacerlo venirse dos veces, dejándolo con muchas ganas de penetrarlo inmediatamente.

-¿quieres que… sigamos aquí o vamos a una cama?

Uruki se levantó con dificultad, se arrodilló para recargar la frente en su pecho. Parecía débil y abstraído.

-no importa dónde. Te necesito, házmelo… donde sea, sólo házmelo- sus ojos no decían que se sintiera mal, más si rogaban. Le sujetó las piernas, abriéndolas para irlo penetrándolo de frente y sentado. Sus reacciones eran las misma, rasguñándole la espalda y gimiendo de aquella forma tan escandalosa y tierna (… pero, sus ojos… parecen estudiarme). Ya en su interior dejó unos segundos para acostumbrarse a la interrupción, enseguida continuó, incitándolo a subir y bajar, lo miraron desconcertado, lo animó nuevamente surcando su rostro con la mano, a esto le dedicaron una sonrisa angelical que siguió de unas cuantas lagrimas, que atribuyó a el movimiento ascendente y descendente que hacía.

-Hoy miré al cielo, ese cielo aparente muy azul y hermoso, y al contemplarlo lo comparé con el amor.
Si, con el amor, así de aparente, tan profundo. Porque el amor es lo más hermoso, lo más lindo, lo inacabable, lo profundo, lo que hace que te inspire, te toma y te llena de ilusiones, de proyectos, de vida…, de tantas ganas de ser mejor…- aun no se corría ninguno de los dos pero quiso parar cuando las lagrimas del arrancar le mojaron el cuello, (¿Por qué llora tanto?)- ¿te lastimo?

 

-… aahh… no… para… mmm… nada..- respondieron sin detenerse, con sus mejillas con gotas de agua salada y una sonrisa leve pues el cansancio la difuminaba-… sin duda… mm… ah… te amo- agarró sus caderas para apoyarlo.

Sintió un líquido caliente en su vientre. Besó sus ojos cerrados y su nariz.

 Cada vez que lo hacían le admitía que lo amaba y, sin embargo, en esa ocasión lo presintió increíblemente importante en su vida.


-Recuerdo cada palabra que de tus labios salieron, cada frase de amor pronunciada, como olvidar aquella ilusión, ese amor tan profundo que me inspira. Pensé que mi vida, que mi mundo eras tú y sólo tú. ¿Sabes? Hasta hoy no me equivoqué, al contrario sigo pensando que mi vida eres tú y sólo tú- culminó, seguido de sucumbir en su interior.

Exhalaron aire antes de proseguir, Ulquiorra fue el primero en querer tomar alguna medida, apoyándose en sus hombros para ir hacia arriba.

-no… puedo…- aceptó tiernamente. Igualmente no planea sacarlo, sino que lo obligó a caer de espaldas donde pudo acomodarse entre sus piernas con sus brazos a los costados.

-mi turno, corazón- nuevamente le sonrieron, seguido de una exclamación de goce y el rasguñar de las garras del menor en la tela del mueble.

Embistió lento y poco a poco más adentro, excitándolo con un movimiento ondulatorio dentro y besos lujuriosos en todo el rostro.

Fue acelerando. Esa noche se convirtió en algo inesperado, a su novio le gustaba el sexo igual o menos que a él, o eso imaginó, una vez que lo envolvieron con las piernas de la cintura, entró lo más posible haciendo que su amor gimiera con fuerza, sonreía y carcajeaba entre exclamaciones de placer.

-mmm… aaah… bi... bien… ja… aah…- le acariciaban los músculos del pecho y los brazos, sin dejar de desternillar.

-estás… muy contento…- le afirmó, esperando una respuesta. Lamió su cuello, agarró los hombros del otro, pegando su pecho, moviendo las caderas a un ritmo mayor. (Imposible que hable así).

Tan junto apenas podía moverse pero la profundidad remplazaba esa medida. Arañó los hombros mordisqueados de su amante, sabiendo de antemano que le gustaba lo masoquista.

-me… aaahhh… y… aah…- como podía entraba y salía, ahora para darle la idea de que era todo un experto en aquello y, sin olvidarlo, para autocomplacerse. En lo último necesitó más tiempo y retomar la antigua posición para sujetarlo por las caderas, de forma que se adaptara a su ritmo.

Ya su vientre y pecho se encontraban húmedos, el espada no evitaba venirse, más la realidad eso no le molestaba sino al contrario.

-¿Por qué tan contento?- añadió nuevamente. Aún daba algunas embestidas.

-¿có… cómo… mmm… no estar… ah… lo contigo?- le capturaba el corazón siempre que deseaba. Unas palabras simples de él llevaban el misterio del amor excelso.

Tenía que recuperar el aire y la razón y, después, dar el siguiente paso. Retiró su miembro y se dirigió a su boca a besarla, fue correspondido de inmediato, acomodado en el pecho y brazos del arrancar que lo acariciaban. El lindo ataque se vio pronto corrompido por la situación, las manos que antes se dedicaban a coquetear con la espalda y el cabello habían descendido drásticamente y gozaban de a cada centímetro de piel que rosaban. Lo fue levantando hasta acomodarlo en el respaldo, permitió la libertad de su boca. Estrujó su trasero mientras lamía la saliva que derramaba hasta la barbilla.

-tienes una excelente… figura, ángel sugestivo- contuvo la palabra que usaría en vez de figura, pues sería lo que tocaba y al pequeño nunca le gustaba escuchar que tenía tremendo culo. Teniéndolo tan centrado, lo giró, relamiendo su espalda y omoplatos, subiendo de las rodillas hasta la entrepierna con las palmas hasta abrirlas.

-ya… ya hazlo… ¿Qué esperas?

-esperaba tu desesperación- lo elevó y luego lo descendió en su pene, ahora penetrando como un toro enloquecido teniéndole medio cuerpo contra el artefacto y el pecho hacia arriba contra la pared- ten… ah… cuidado con tus uñas- le previno, no le interesaba la pintura rasgada, exclusivamente la salud y cuidado del lindo niño.

Entre gemidos de ambos escuchó los unos tacones fuera, seguramente una mucama. (Vaya momento de intervenir), más no siguieron por el pasillo, sus voces tenían suficiente frecuencia y eran muy obvias como para fingir no saber lo que sucedía.

La pintura se rasgó, claramente se corrió emitiendo un grito agudo; entró en él una docena más de veces hasta concluir. Le miró las caderas, estaban con enormes moretones producto del agarre.

-¿te duele?- preguntó en tono sumiso.

-… ¿q… qué?- lo depositó en el sillón, de esa forma ya podría hablar. Revisó todo su cuerpo, lleno de moretones, mordidas, rasguños y marcas. (¿Cómo me atrevo a herirlo?). Tanteó una mordida ruda en el pectoral izquierdo, muy cercano al 4.

-esto ¿te duele mucho?

-… mm… apenas… si… lo siento- no le creyó, agachó la cabeza de culpabilidad.

-discúlpame, Uruki-chan. No importa que estemos haciendo… no debería causarte ningún daño- (deberé contenerme… quizá clavar mis manos en las almohadas… o…) antes de planear algo su novio lo besaba en el cuello, sus besos eran suaves siendo sus labios tan blandos, pero sus colmillos como los de Drácula no se comparaban, los clavó hasta que sintió su sangre brotar. Cuanto debía enojarle ese acto, no obstante siempre lo distraía con su cuerpo, que pegaba al suyo, con las manos tomaba sus pectorales y las piernas los frotaba contra las suyas, permitiendo que las recorriera a su antojo.

-me… voy a desangrar, Uruki…- le mencionó con poca importancia. (Que piernas más buenas).

-lo sé…- paró de beber la sangre para descender hasta su entrepierna. Ahí no interrumpió, ese pequeño era experto en hacerle el sexo oral como no pudo imaginar. Disfrutaba de la lengua que chupaba como si fuera una paleta, desde el inicio hasta el fin y viceversa, sin ninguna parte sin lamer, de manera uniforme y un ritmo que lo volvía loco.

-muy bien… Uruki… aahh…- le enganchó mechones de cabello, empujando un poco la cabeza. Finalmente supo que lo tenía por completo en la boca, succionándolo jugosamente, obligándolo a gritar en más de una ocasión. Apenas divisó como el espada movía sus caderas antes de derramarse-aaahh… nada mal…- felicitó, aunque no fuera el mejor alago.

Le limpió la boca con los dedos y luego besó su frente. Con timidez voltearon la cabeza al lado derecho y se cubrió con el cabello sin el éxito de ocultar la sonrisita y el sonrojo encantador.

No tenía duda, no daría la razón de su existencia a un imbécil, que como un perro le dan un dólar, no sabría apreciar el regalo.

-¿te quieres quedar conmigo para siempre?- le preguntó sobando su cuello, yendo bajando al sillón y estrechando la distancia de sus caras.

-… ¿tú…- la expresión del pequeño se volvió lúgubre-… estás seguro que me quieres tanto?

-si, complemente- no comprendía tales cuestionamientos, pero no era necesario, sólo tenía que responder con la verdad, y la verdad nunca le fue más clara pues amaba con toda el alma a su enemigo.

-…jaja-río nuevamente. Le besó la mejilla con gentileza-… ¿me estás pidiendo matrimonio?-(¿matrimonio?). El recuerdo de su esposa se le hizo presente, ya lo había superado y, aun así, esa palabra la seguiría vinculando… hasta ahora que ese milagro frente a él le daba la salvación de la soledad a la felicidad.

-en una situación más bella, dame tiempo. Sin embargo, lo haré. Te lo prometo- no paró de incitarlo, aun habiéndose dado cuenta que lo tomó por sorpresa con la declaración de matrimonio. No pensaría en el rechazo, jamás volvería a pensarlo ya que le demostraron que lo amaban incluso más que al sexto espada.

Con lentitud y pasión avivó la flama, rosando sus labios por todo el cuello, dando chupetones y mojándolo en saliva. Sus manos se encargaban de calentar la parte baja del cuerpo, acariciando febrilmente las piernas que tenía una a cada costado. Lo hacía sonreír y gemir al mismo tiempo.

-Tengo miedo de tu piel, porque me tiene atrapado como una mosca en la miel. Me dan pánico tus labios, porque después de besarlos, te juro cariño mío, lo dulce me sabe amargo- comió su boca, saboreando los labios hasta dejarlos rojos- Me da miedo tu mirada, bella, tibia, limpia, clara, porque al cruzarme con ella dentro de tus ojos vivo y fuera no existe nada.

-que pena…- le respondieron quedamente a la vez que giraba el rostro lejos de su vista-… ¿lo qué quieres es volverme loco?

Unió sus cuerpos desde la cintura, estrujando la retaguardia del menor.

-si de esa forma eres feliz, si- se besaron durante un enorme lapso. Ya le dolía la boca y aun así nunca se hubiera detenido- Tengo miedo de quererte, porque después de probarte, vivir sin poder tenerte no es vida, es mil veces muerte- ya guiado lo colocó en cuatro patas, penetrándolo y mirando por un rato a la ventana, el cielo seguía negro pero con un toque de claridad, lo que le hizo sentir orgulloso.

Dio con fuerza, tomándose su tiempo en masturbar el miembro a la perfección.

-nun… ah… caa…- pronunció el hollow-… me… aaaaahh…- todo lo que saliera de sus labios sería apreciado (aunque ahora tiene prioridad que “salga” de ti algo diferente). Prosiguió aún después de que mojaran sus manos, con energía y vigorosidad.

 

Respiraban con fuerza ante esa última estacada, apenas los brazos lo sostenían y de no ser por la espalda del menor habría caído en el sillón, a su pequeño le temblaban las manos y las piernas. Por fin, estaba agotado, eran las 6:46 am y no llevaba ni un segundo de sueño. Salió para tirarse en el mueble, su amado cayó rendido y se acomodó en su brazo, usándolo de almohada, suspiraba sin control y así le reía.

-do… durmamos un… poco…- se acomodó en torno a él, se puso de lado y miró como se acomodaba el cabello en la oreja, con su rostro descubierto.

-Uruki-chan.. .te amo- pronunció y lo abrazó para dormir.

-muchísimas gracias-(de verdad… suena diferente)-no temas… nunca me perderás.

Notas finales:

Gracias por leer.

 


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