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Buscadores de libertad por Chris Yagami

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Notas del capitulo:

Je, ya les traigo la conti, casi llego a donde me quede :P

Espero les guste

La compañía de Shun hizo tanto bien a la vida de Shaka como los vientos frescos en aquellos días calurosos, como lo hiso alguna vez nieve al iracundo fuego de Aries o la tierra a la deprimida montaña de Capricornio. Shun era la felicidad misma, la alegría y la vida, era todo lo que Shaka necesitaba en estos momentos de la existencia, era una energía pura que lo llenaba de completamente, lo hizo de nuevas fuerzas, agotadas por los años de fugas y huidas, lo invito a seguir viviendo, Shaka de nuevo deseaba vivir. Muchas veces lo sorprendí buscando flores entre los arbustos, atrapando mariposas para entregárselas a él. Pasaba noches sin dormir vigiando el sueño de su compañero.

Mudo el sitio de su refugio muchas veces, encontraba vestigios de cuál era el anterior cuando ya lo habían abandonado, tal vez lo hacía porque intuía que yo seguía en la selva buscándolo. Nunca lograba encontrar su refugio pues cuando me dedicaba a perseguirlo el deambulaba horas enteras entre las veredas y ríos más peligrosos hasta que lograba perderlo.

Ya nunca veía a Shun cazando o recolectando solo, siempre estaba bajo la protección de los ojos azules de Shaka. Me di cuenta de que poco a poco se volvía cada vez menos tolerante, más agresivo con cualquier aproximación a Shun o cualquier travesura d él como trepar árboles o corretear en los arroyos. Atacaba a cualquier animal que se acercara demasiado, no permitía ningún momento de desprotección en él.

Estaba muy preocupado por algo, muchas veces me llegue a preguntar qué era eso que lo hacía pasar de una felicidad constante e inmensa a ese miedo, furia y recelo hacia todo lo que lo rodeaba, a ser tan violento. Lo vi caminando solo otra vez, como hacía meses que no lo veía, eso me hiso pensar que Shun lo había dejado y que eso lo regreso a ser el mismo Shaka que cazaba desde hacía mucho tiempo, irritable, escurridizo y sobre todo, solitario.

Pero poco después mientras conseguía un poco de alimento para mí los vi juntos de nuevo, brincando las ramas de los arboles recolectando fruta. Me acerque aún más, cuidándome de que no me vieran. Shaka tenía el rostro realmente alterado y siempre iba detrás de Shun cuidándolo, protegiéndolo de una caída, actitud que hacía reír a Shun. Entre salto y salto, alcance a notar la edad del porque la reciente actitud de Shaka, todo estaba en ese pequeño cuerpo cuyo vientre estaba abultado. Shun esperaba el hijo de Shaka.

Esa próxima criatura, saberse padre dentro de poco, saber que quedaría eternizado en el mundo gracias a ese bebe, aterraba a Shaka. Fue la primera vez que vi miedo en sus ojos, que descubrí que realmente le temía a algo, y no era precisamente un miedo hacia él, era el miedo por Shun, por la criatura. Todo intento y toda lucha por salvarse a sí mismo habían desaparecido cuando lo conoció, cuando su vientre comenzó a crecer, ahora también luchaba por la supervivencia de su descendencia.

Sabía que su muerte llegaría pronto, que como todo en este mundo su ciclo de vida llegaría a su fin en cualquier momento, como las flores y los animales, él debía dejar la existencia y reunirse con su padre el viento. Pero al saber de esa criatura supo también que todos los años de fuga habían valido la pena, que todos esos sobresaltos, su lucha quedaría perpetuada en el fruto de esa felicidad que lo unía a Shun. Ese conocimiento lo volvía aún más agresivo y peligroso, estaba seguro de que Shaka convertiría la selva en su campo de batalla si era necesario para asegurarse de que su hijo llegaría a este mundo.

Muchos días lo descubrí cazando solo, Shun debía esperarlo en el refugio que aún no lograba encontrar, el seguía escabulléndose por las sendas lodosas, por los riachuelos que zigzagueaban en el Partenón. Borraba sus huellas pues siempre supo que yo aún estaba allí, que seguía buscándolo y que tarde o temprano nos encontraríamos.

Unas semanas después del descubrimiento del estado de su compañero nos volvimos a ver, estaba espiando a un tapir, cazaba para alimentarse cuando presintió que lo observaba. Dio vueltas intentando descubrir donde me encontraba hasta que alcanzo a ver el brillo de mi arma entre unos arbustos. En ese momento salí de mi escondite para apuntarle pero el solo sonrió como reto antes de brincar a los árboles y desaparecer en medio de la lluvia de balas que rebotaban en los troncos y en las ramas.

Enfadado nuevamente lo busque por un par de semanas más, lo encontré en muchas ocasiones pero siempre iba al lado de Shun, protegiéndolos, eso me hacía dejar el intento de matarlo por esa ocasión, pero me decía cada vez que cuando lo encontrara solo entonces lo mataría.

Días después la selva se volvió un completo caos, el viento no dejaba de soplar, los animales estaban asustados pues una gran tormenta se avecinaba. La tormenta azotó por horas al Partenón, y durante ese tiempo yo tuve a Shaka de nuevo al borde de la muerte pero nuevamente no pude matarlo.

Fue rápido, la lluvia cayó repentinamente, en cuestión de minutos el cielo se ensombreció trayendo casi inmediatamente un diluvio. En pocos minutos los arroyos se llenaron y se desbordaron. Piscis inundo la tierra, salió de los bordes de los lagos y ríos ahogando casi todo. Incluso el viento estaba furioso ese día y las aves se esforzaban en llegar a sus nidos y algunas no lo lograban, caían al agua y eran arrastradas por las corrientes. El sonido del agua azotar la vida era terrible y el lodo que se formaba en las sendas te atrapaba traicionero, sabía que ese era el refugio predilecto de los caimanes por eso subí a un árbol donde pudiera refugiarme. Las nubes negras en el cielo nos amenazaban con su movimiento, con su oscuridad. Todos estábamos asustados, las garzas de vez en cuando emblanquecían ese cielo al volar desesperadas a un mejor refugio, escapando de las corrientes violentas de las aguas.

En mi refugio, fuertemente aferrado a las ramas de ese gran árbol, me sorprendí al ver a lo lejos a Shaka, corriendo desesperado siguiendo la corriente de lo que antes era una senda, intentaba no caer al agua pero no apartaba su mirada de esta. Levante mi arma para aprovechar el momento, su distracción y preocupación, sería una muerte rápida.

De repente del hoyo salió medio cuerpo de Shun. Había caído a las corrientes y Shaka se empeñaba en sacarlo de allí, arriesgando con eso su propia vida, por él y por su hijo. Baje el arma sin saber qué otra cosa hacer observando ansioso el rescate de su compañero, pero todo lo que intentaba era inútil, no podía acercarse mucho sin arriesgarse a ser arrastrado el también y si eso pasaba entonces ninguno de los dos tendría salvación.

 Shun se aferraba a una roca que sobresalía de las aguas mientras Shaka caminaba sobre un tronco caído para acercarse lo más que podía. Muchas veces vi sumergir de nueva cuenta a Shun. Ambos conteníamos la respiración entonces, pero poco tiempo después el volvía a emerger en un gritillo desesperado, llamándolo a él, rogando por la vida de su hijo.

Alce la vista al cielo, a esas nubes oscuras, a la tempestad que se cernía sobre nosotros. Recordé la historia de nuestros antepasados, aquella anécdota de la lucha constante entre Viento y Fuego por el amor de Nieve y como Agua también enfurecía por no poder controlar el daño que su temperamental primo causaba. Rogué a ellos, intente suplicar a Fuego que se compadeciera de los hijos de sus hermanos, a Viento y Nieve para que vieran lo que estaba pasando, a Agua para que dejara su ira, que dejaran su lucha y no torturaran más a la tierra. Supliqué por la vida de Shun y su hijo.

Como si mis ruegos fueran escuchados un rayo impacto muy cerca de nosotros arrancando una rama a uno de los árboles, rama que cayó cerca de Shaka y que éste utilizó para sacar a Shun. Tomándola de un extremo la acerco lo más que pudo a él, cuando estuvo sujeto jalo con todas su fuerzas hasta traerlo a la orilla donde lo abrazo y beso aliviado. Shaka se levantó y lo invito a él a hacer lo mismo y de verdad que lo intento, pero su vientre y la debilidad que le dejara la lucha con las corrientes lo hiso caer al suelo exhausto. Le suplico que lo intentara, que tratara de salir de ese lugar, pues allí eran presa fácil de caimanes y culebras. Después de varias suplicas el pequeño finalmente intento levantarse, sus piernas le temblaban pero ayudado por su compañero lentamente pudo salir de allí. No hice ningún intento de disparar, deje que se marcharan, no quería lastimar a Shun.

Durante casi todo el día llovió de esa manera, era muy difícil que los espíritus dejaran sus riñas, pero por lo menos había ayudado a uno de sus hijos. Ya no vi más a la pareja, desaparecieron en medio de la maleza inundada.

Mientras este caos ocurría, mientras pensaba en esas leyendas de mi gente recordé una leyenda que los dioses me contaron alguna vez, hablaba sobre la creación de nuestra gente y la suya. Decía en ella que existió al principio un solo ser supremo llamado Cronos, el esculpió una figura humana de barro y la coloco en el suelo, después con algunas rocas golpeo esa figura para marcar con eso el futuro de sufrimiento que tendría su raza. Esa figura se hiso hombre. Después hiso lo mismo con pero esta vez esculpiendo la figura de una mujer.

La mujer era una imagen que yo solo conocía antes por los grabados de nuestros espíritus, por los grabados de Nieve, Agua, Luz de Luna, Estrellas, Vegetación y Montaña. Sin duda yo consideraba desde entonces que eran por demás delicadas y menos corpulentas que los espíritus creadores hombres, y cuando conocí a las diosas constaté ese hecho. Los dioses no eran capaces de concebir, a diferencia de algunos zodiacos que nacieron con ese don especial, una bendición de nuestros espíritus. Solo sus mujeres tenían esa gracia.

 Es primera pareja tuvo dos hijos, el mayor de ello que de un varón fuerte y autoritario fue llamado Zeus, mientras que su otro hijo nacido mujer, de apariencia frágil pero con el corazón bondadoso fue llamada Athenea.

Cronos llamo a su descendencia y les informo de la creación de Grecia donde ellos debían formar ley así que les pregunto qué era lo que ellos deseaban en la repartición de los bienes de ese nuevo paraíso. Athenea no quiso armas, ni caballos, la primera porque era inservible y muy pesada y los  últimos porque ellos debían ser libres. Escogió en cambio la tierra, la naturaleza, la libertad. Así ella se convirtió en la madre de nuestra gente y los protegería con su bondad y amor. Zeus en cambio, recibió como regalos el arma y los caballos con los que fue más feliz y se apodero de Grecia poco a poco, viendo a sus hijos crecer en la prosperidad, protegidos por su mano dura y su voluntad inquebrantable.

Jamás escuche en ese cuento si Athenea fue feliz con esa decisión, si vio a sus hijos crecer también en la libertad que tanto soñó, tal vez para los dioses, nosotros los zodiaco estábamos marcados para ser infelices.

Cuando yo era niño y vivía rodeado por mis hermanos del clan acuario eso no me importaba mucho, veía como los dioses se abrían camino a través de nuestras tierras, a través de las muertes de nuestros primos pertenecientes a los clanes exterminados y nunca me pregunté porque nosotros no poseíamos esos bienes. Pero conforme fui haciéndome mayor comencé a envidiar la facilidad en la forma de vida de los dioses y cuando escuche ese relato por primera vez al llegar a la ciudad, me pregunté porque Athenea no fue prospera con su decisión, por qué fueron los hijos de Zeus los que se convirtieron en dueños de las tierras y se convirtieron en nuestros amos.

Mi señor, el que por primera vez me llamo Swan, que significa Cisne en su lengua se rio cuando le hice esas preguntas.

-Tu gente no fue creada para ser gran cosa supongo- me contestó aun burlándose

Tal vez el no comprendió del todo el significado de esa leyenda, tal vez para él y para mi había un elemento que se nos había escapado en esa historia que explica el origen de nuestras dos razas, o podría ser que en realidad nosotros los zodiacos habíamos nacido para convertirnos en sirvientes de los dioses, que nuestro destino no salía de eso, que solo estaríamos condenados eternamente a una existencia miserable e insignificante.

Eso ya no importaba, fuera cual fuera el significado de esa leyenda no tenía nada que ver conmigo, era la historia de otra gente a la que no pertenecía, tampoco debía interesarme la de otras culturas si ya no me importaban las historias de los zodiacos y sus orígenes. Esas historias que mi padre me conto de niño, pero ahora solo eran cuentos.

Pensé en innumerables ocasiones en mis padres durante aquella jornada en el Partenón, donde me conocía a mí mismo también. Mis padres se habían quedado en el norte, en los dominios de la nieve, de nuestra madre. Yo no quise quedarme, decidí dejar mis raíces y desistir de los lazos que tenía con ellos. Abandone el nombre que ellos  me dieron, un nombre que tenía significado, el nombre ancestral de los espíritus y adopte el que me dio mi nuevo señor y asumí también la identidad que me dieron. Yo pase a ser Swan y era eso lo que me importaba mientras permanecía en este lugar. Ya nadie me nombraba por mi nombre de zodiaco porque no me gustaba, cada vez que lo pronunciaba se volvía un motivo de vergüenza para mí.

En la ciudad todo era distinto, los niños no iban de cacería con sus padres, no aprendían de la naturaleza con los consejos de los sabios, ellos iban a la escuela donde les enseñaban a descifrar símbolos que para mí no tenían sentido, tomaban el dinero que sus padres le ofrecían y acudían a lugares donde podían usarlo comprando accesorios y juguetes extraños. Aquí el padre no era el portador de las hazañas de su pueblo, no era quien tenía la responsabilidad de pasar la sabiduría de su  pueblo a las futuras generaciones.

Eso tampoco lo seria yo, mis hijos crecerían ignorando sus raíces, las hazañas de los que antes considere héroes, todo ese conocimiento moriría conmigo, ya no sería un maestro como lo fue mi padre y mi abuelo, no tendría alumnos a los que dirigir la lengua de mi clan, la razón de nuestra existencia y de todas las cosas de los zodiacos. Ya no tenían importancia entonces en mi memoria, solo eran eso, memorias.

Tal vez ese es en realidad le motivo por el que he permanecido en la selva todo este tiempo, en insistir en matar a Shaka. Yo me había convertido en un cazador, no solo de mis hermanos sino de mí mismo, intentaba matar todo rastro de descendencia que ya consideraba irrecuperable. La muerte de Shaka le daría significado a mi vida, tendría sentido el haber venido al mundo, el existir. Necesitaba justificar mi presencia en este plano pues nada de lo que creí que haría cuando era pequeño podía hacerlo ya. Ya no quería ser muerto con la historia de mi clan y con aquellas narraciones de los héroes olvidados e ignorados por los demás. Ya no me importaban esas pequeñeces que antes considere importante y me hacían sentir único, que me hacían sentir un gran respeto por Acuario. En este momento estaba decidido a seguir siendo cazador, ya no habría otra opción.

Cuando conocí de los dioses, de sus prácticas innecesarias de cacería y sus plantaciones me pareció vergonzoso el que mataran y recolectaran más de lo que necesitaban, egoístamente cazaban solo por diversión. Nosotros solo matábamos lo que necesitábamos, jamás matamos solo por matar. Pero al entrar en las ciudades matar por la ambición y la ignorancia, matar por dinero se volvió en mi oficio personal. Mientras las ciudades crecían yo iba matando lo que ellos me pedían, mate a muchos Virgo, Aire, Libra y Tauro.  Me volví en el protector de las plantaciones, de los gallineros, de sus rebaños. Me pagaban por asesinar. Entonces me daba cuenta de que era cierto que los hijos de Athenea vivían como podían y no como querían: libres como Shaka.

No, el ya no era libre, aun luchaba por serlo, intentaba seguir siendo libre como los vientos, pero sus peleas y movimientos eran las de los desesperados, de los que saben que ya no tienen nada que perder, ya no era libre, no poda vivir como quería, no era como antes. Antes era uno de los muchos virgo que convivían en el sur, que bailaban con el viento, que deambulaban libres en los ríos y valles, pero ahora no le quedaba más que escabullirse y esconderse entre la maleza, sobresaltado muchas veces por la vegetación, caminaba por sendas lodosas desesperado por encontrar un poco de paz. Ahora estaba preocupado por el futuro que se aprisionaba en el delgado cuerpo de Shun, en el vientre voluminoso de su compañero. Buscaba sobrevivir, perpetuarse.

Ahora evitaba el sol y los rayos de leo, eso lo hacía notar en medio de la vegetación. Después de la tormenta, cuando buscaba un nuevo hogar evitaba los lugares tranquilos y fáciles de transitar, subía árboles, luchaba contra corrientes, pisaba pantanos que parecían querer tragarlos. Prefería una agenda peligrosa por donde abundaban los caimanes y pirañas. Durante días deambulo por la selva traicionera que con la tormenta se volvió mucho peor y yo iba tras él. Cazador y caza. Yo, Shaka y Shun. Pensaba en ese pequeño en innumerables ocasiones, me detuve muchas veces solo por él, para no lastimarlo, solo quería la cabeza de Shaka. Pensaba todo el tiempo en la posibilidad, en esa incomoda probabilidad de que si quería conseguir lo que quería tendría que matar también al pequeño uke y a su bebé. Sin duda tendría que matar los sueños de mi enemigo.

Notas finales:

:P


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