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Buscadores de libertad por Chris Yagami

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Notas del capitulo:

De nuevo por aqui n.n... despues de haber perdido la historia no me quedaron ganas de continuar --', pero ya la habia inicado y a darle entonces XD

Soledad


Esa noche de luna llena, de luna llorosa se escucho en toda la espesura de la selva el grito doloroso de mi rival. De igual manera en como nació, murió entre la maleza, en la oscuridad de la selva en medio de las aullidos y ajetreo de los merodeadores nocturnos que nos vigilaban todo el tiempo. Siempre parecían decir lo mismo, y esperar lo inevitable, que lo deseaban era otra cuestión, pero todos esperaban que yo matara a Shaka de Virgo.


Me escabullí entre los arboles, cuidándome de que el viento no delatara mi presencia, avisando a ese demonio que yo estaba cerca pues sus sentidos estaban ya tan acostumbrados que sabia cuando estaba cerca… me escuchaba, me olía… este olor a muerte que yo significaba para él y era algo inevitable para ambos… el debía morir por mi arma. Desde hacia años que nos sabíamos enemigos.


Dude un momento al sentir un cambio en la dirección del viento, pensando que este hecho me había revelado mi presencia, sabia que todos aquí me odiaban, todos en ese lugar, cada espíritu y animal había elegido a un favorito y sabia que ese favorito no era yo. Los espíritus viejos creadores de nuestras tribus siempre lo salvaban a él, de no ser así se que el hubiera muerto hacia mucho tiempo.


Siempre sigiloso esquivando las ramas de los arbustos, brincando los arroyuelos, el lodo, los troncos, las aves, los roedores, todo parecía querer delatarme, pero siempre encontraba la manera de pasar sin ser descubierto por él. Siempre sospechaba de las sombras, de los ruidos de la selva dormida y de los rayos de la luna traicionera, esos espíritus cancerígenos que de seguro intentaban avisar a Shaka que estaba cerca.


A medida que me acercaba a su elegante figura me sentía cada vez mas odiado, cada vez mas hostil y esperaba que los espíritus me jugaran sucio de nuevo y permitieran que se escapara de nuevo.


Pensé en la recompensa que me esperaba en la ciudad si llevaba la cabeza de ese espíritu viejo y astuto, que resultaba peligroso para los dioses, pensar en las retribuciones económicas de su muerte me hacia olvidar que estaba incorrecto hacer lo que yo hacia. Me acerque mas a él, que bebía de una pequeña cascada de agua cristalina, casi me pareció ver a los espíritus de piscis juguetear con sus hebras doradas, pero sacudí mi cabeza intentando alejar esos tontos pensamientos para al fin darle muerte.


Apunte directamente a su cabeza y sentía con cada paso que la maleza, que el viento, que la luna intentaban detenerme, pero no fue así, ellos no podían impedir el destino de ninguno de los dos, y mi destino era matarlo a él, y su destino era ser muerto por mi arma.


Mi mano tembló al momento de presionar el gatillo levemente mientras no lo perdía de vista, mientras veía como los espíritus de cáncer volaban a su alrededor intentando alejarlo, pero el seguía bebiendo… se veía agotado, fatigado de los años de huida y de constantes sobresalto, solo el sabia lo que en estos momentos pasaba por su cabeza.


Presioné el gatillo dejando a su paso una estela de humo y el ruido de los animales que despertaron por el estruendo.  vi como su majestuoso cuerpo callo al suelo en medio de un grito de dolor y se retorcía en el suelo. Salí de mi escondite y me acerque para darle el tiro de gracia, todo con tal de que ese hombre dejara de sufrir, para acabar con esa agonía que ya lo perseguía desde hacia años. Levante el arma nuevamente pero me quede congelado cuando vi sus ojos repleto de odio mirarme directamente mientras se ponía de pie, éramos casi de la misma estatura, pero el era un poco mas alto… aun así lo vi para abajo pues su cuerpo se agazapó mientras los rayos plateados daban mas volumen a esos músculos, a esa expresión… me vi muerto en ese instante pues el seguía con vida, apenas había rozado su brazo derecho… el aun era salvaje y podía matarme en ese instante, pues estaba armado con una daga, mientras que yo necesitaba recargar mi arma…


-Hyoga de Acuario- siseo furioso sin apartar la vista de mis ojos observándonos,  yo el asechador… el la presa…


En un instante alce el arma dispuesto a matarlo pero en ese segundo el brinco a la maleza sin darme oportunidad de nada, solo vi su sombra, un destello que desapareció en la oscuridad… inmediatamente dispare en esa dirección y corrí detrás de el desesperado sin poder creer aun que lo tuve cerca una vez mas y que había fallado... Estaba enojado, aburrido, histérico de que esto pasara todo el tiempo.


El ruido se hiso presente en la selva, las aves graznaban y piaban aterradas mientras soltaban en vuelo y en mis pies escuchaba incontables chillidos de ardillas y demás roedores que salían de sus madrigueras. En mi carrera desperté a la selva mientras gritaba su nombre para llamarlo en incitarlo a que diera la cara y no escapara de una confrontación a muerte, como sabíamos que tarde o temprano acabaría todo… corrí, brinque riachuelos, esquive ramas y arboles, esos espíritus de tauro que arañaban mis cara y ropas desgarrándolas… la selva intentaba detenerme para darle aun mas ventaja, pero no me iba a dar por venido tan fácilmente, lo seguiría hasta el fin del mundo y lo iba a matar… o seria muerto por el.


Pero finalmente caí sobre la maleza agitado comprendiendo que no podría amas contra la dura protección de los espíritus sobre su hijo, sobre el que antes creí mi hermano, pero abandone cuando esta vida me pareció insuficiente, cuando me vi tentado por lo material y escape del seno protector de la naturaleza… grite furioso sabiendo que desde algún lugar el me escuchaba… el siempre debía comprender que lo perseguiría por siempre, que no pensara que había escapado aun, que se enterara que la paz le llegaría solo hasta que se viera muerto.


Y sentía el mirar desilusionado de mis ancestros, pero ellos debían comprender que ahora necesitaba matarlo para sobrevivir, que nada me detendría ante ese firme propósito. Mire mi arma y mire la luna cancerígena, estaba llorando me pareció, casi escuchaba como los espíritus de piscis que brotaban del arroyo sobre el que caí me pedían llorando que dejara esa arma… pero no lo haría, fue cuando vi que la luna se quejaba con miedo.


Cerré los ojos sonriendo cuando escuche el grito de Shaka a los lejos, tal vez sanaba su herida, o tal vez estaba tan desesperado como yo, pero el lo estaba porque quería ser dejado en paz… buscaba la tranquilidad que se le había negado desde muy temprana edad, pero yo no se la daría… y lo buscaría hasta no volver a escuchar ese grito.


El venia de los campos al sur de Grecia, de aquellos campos donde el gran espíritu Mercurio había decidido vivir para dejar su descendencia en la tierra, campos serenos. Desde hacia tiempo que lo había visto rondando el lugar de los dioses, y nadie pudo negar desde entonces que el ya formaba parte del Partenón.


Los virgo habitaron siempre en el sur, en campos repletos de frutos y buenos ambientes, era un clan que se caracterizaba por su inteligencia y serenidad, jamás tuvieron alguna enemistad con ningún otro clan, disfrutaban de la naturaleza sin lastimarla. Shaka nació allí y fue criado por sus padres que le enseñaron lo importante de la vida,  seguro conoció a sus abuelos y tuvo hermanos… todos ellos sabios… y libres.


Pero cuando llegaron los dioses a este planeta, nuestra Grecia fue cambiando poco a poco, sus armas, sus rejas… propiedades, todo aquello que nosotros no conocíamos lo trajeron consigo. Esos dioses comenzaron a poblar el planeta y a desterrar a los clanes de sus tierras para construir sus ciudades. Algunos clanes intentaron luchar pero murieron poco a poco


Así Aries, el clan descendiente de de los espíritus del fuego hijos del gran Marte principalmente aquellos que se encargaban de despertar la guerra, eran muy impulsivos y por ello fueron los primeros en desaparecer al llegar los dioses a conquistar nuestro planeta pues se negaron a estar a su disposición.


También desapareció el clan Tauro descendientes de la vegetación que aunque poseía gran fuerza no pudo contra los dioses al igual que sus hermanos del clan libra descendientes de los espíritus de la tierra, hijos de Venus… no eran luchadores muy al contario fraternizaban muy bien, inculcaban lo que era la unión familiar a los demás clanes, y por ello desapareció bajo la sombra de los dioses.


De igual manera el clan Virgo descendientes del espíritu del viento y sus hermanos, el clan Géminis descendientes de las estrellas ambos hijos de Mercurio se vieron desterrados poco a poco de esos lugares en los que habitaban, Géminis intento luchar pero fue vencido, Virgo por el contrario solo se fue desplazando poco a poco al norte con el fin de encontrar otro lugar donde habitar y encontrar de nuevo la serenidad para convivir de nuevo con la tierra.


Pero los dioses seguían entorpeciendo esa esperanza de encontrar esa paz, pues conforme ellos se alejaban un paso, los dioses daban dos hasta que le dieron alcance y destruyeron su clan casi por completo. Shaka fue un de esos pocos sobrevivientes pero ya no existía para el esas noches tranquilas esos días pacíficos.


Cada día el se encontraba mas solo mientras el recuerdo de aquellos días de infancia en los que estaba rodeado de hermanos y amigos se empeñaba por hacerlo agonizar al desear de nuevo ese hogar de ataño, sabiendo que no podría tenerlo nunca mas pues todo aquello había desaparecido.


El ahora era un hombre solitario, alguien que aun tenia su libertad aunque la defendiera día y noche con uñas y dientes… siempre vagaba solo entre los espesos arboles, bajo la mirada entristecida de las estrellas Geminianas y la luna de cáncer durante sus tristes noches, o protegido por el espíritu del sol de leo en el día largo y caluroso cuando lamentaba su existencia atormentada, condenado a buscar eternamente compañía, una compañía que nunca llegaba.


Nadie sabe quien lo llamo Shaka por primera vez, pues es no era su nombre zodiacal, sino el que los dioses le dieron, pero se hiso famoso al intentar sobrevivir en el mundo que ellos habían creado destruyendo el que el y yo recordábamos. Su actitud altiva, esa mirada recelosa y sus pasos sigilosos nos daba a entender que en poco tiempo comprendió que estaba solo y que debía sobrevivir  y desconfiar de la cercanía de cualquiera.


Sus ojos llenos de aflicción, en muchas ocasiones tristones, señalaban que tenia un corazón muerto, y que sus tiempo de felicidad había quedado atrás sin poder disfrutarla, sus ojos eran clara muestra de lo que los dioses le habían hecho. Pero su figura atlética, que rara vez se dejaba ver en pequeños claros cuando se encontraba distraído o bebiendo, esa figura seguía siendo la de alguien orgulloso,  astuto, libre  y elegante… un digno hijo de la naturaleza. Porque el seguía siendo libre aunque yo intentara quitarle esto, porque el aun podía decidir si dejarse morir, o seguir luchando por su vida… era libre de elegir seguir en libertad… y yo ya no lo era.


A veces me parecía que Shaka miraba al cielo con la firme esperanza de tener compañía y dejar en Grecia descendientes que fueran testimonio de que el existió alguna vez. Siempre caminaba cumpliendo con un horario, buscando y no encontrando, rogando y negándosele algún amigo que le diera calor y le hiciera saber que no estaba solo… Shaka deseaba tener compañero.


En épocas de primavera, cuando la naturaleza despertaba y los espíritus de Acuario se retraban para despertar a Tauro, cuando os animales despertaban para comenzar con los rituales de búsqueda de compañía, en esos momentos se podía ver a Shaka expectante, ansioso, deseoso… desesperado por ponerle fin a esa soledad que lo perseguía desde hacia mucho tiempo. Y en eso nos parecíamos más de lo que deseaba pues yo tampoco tenia aun compañía, no había logrado encontrar en este mundo a alguien con quien pasar mis días… ambos estábamos completamente solos, mi vida no era mejor que la de ese hombre a quien vigilaba desde hacia años.


Los dos conocimos la libertad, conocimos alguna vez lo que era ser como esos espíritu que nos protegían, como acuario, como virgo… la nieve y el viento que viajan a través de Grecia llevando consigo tempestad o alegría, paz o terror… conocimos un hogar y a nuestras familias, conocimos el orgullos de ser un Zodiaco, la felicidad de que todos los días te encontrabas rodeado de los tuyos, de amigos que te sonreían… pero ahora todo eso era el mejor recuerdo de ambos, la felicidad que alguna vez tuvimos, aquellos bellos días.


Pero ambos debíamos dejar todo aquello de lado pues ahora los dioses se había llevado lo que nosotros éramos y aunque el intentara seguir luchado tarde o temprano sucumbiría antes su poder. El ya no podía recuperar lo que tuvo en antaño, todo eso estaba ya perdido y de una vez debía ver la realidad de las cosas. Éramos de los últimos de nuestros clanes y los sueños ya deberían estar muertos, así como sus esperanzas y amigos… estábamos solos, solo nos teníamos el uno al otro para tener porque vivir, el para escapar, yo para matarlo… solo nosotros nos teníamos y debíamos ser enemigos.


Yo no lo odio, jamás lo odie, nuestros clanes jamás se encontraban, pues ellos vivían al sur de Grecia mientras nosotros habitábamos totalmente al norte, en lo mas frio de Grecia, conocíamos nuestras existencias pero siempre nos importo muy poco ese hecho, nos respetábamos por ser ambos hijos de los espíritus creadores, pero solo había indiferencia entre nuestros clanes.


Pero ahora era diferentes, nuestros clanes habían desaparecido, el de el casi por completo al ser asesinados y el mío porque como yo, muchos otros decidieron dejar esa vida y estar al servicio de nuestros dioses. Nuestros clanes no existían así como nuestros mundos, ahora estábamos en el mundo que crearon los dioses y nuestros destinos estaban marcados… yo debía obedecer a mis nuevos señores y el debía morir como los demás hombres de su clan… yo debía matarlo, así nuestros destinos estarían entrelazados.


El clan Acuario había quedado atrás para mí, mis padres y mis amigos ya no existían en mi futuro. Los recuerdos de una infancia feliz, si había logrado tenerla habían quedado atrás hacia mucho tiempo. Ahora era un cazador, un mercenario… un asesino a sueldo. Ahora yo cargaba en mis manos un arma no tan pesada como mi propia conciencia, un arma con la que aprendí que matar iba mucho más allá de conseguir el alimento necesario para sobrevivir, con esa arma yo había aprendido a matar por la supervivencia en un mundo que no me pertenecía. Yo ya había asesinado a sus hijos y solo había un lugar para mí en ese mundo… las ciudades de los dioses, donde me avergoncé de lo que era, de las ropas que vestía… de mi propio nombre


Yo ya no tenía un lugar donde me sintiera rodeado de gente que me amara, era muy triste la existencia de ambos… solitarios.


Todo en esa selva nos recordaba nuestra situación, todo en ese lugar tenía un compañero: las ardillas que jugaban en los troncos de los árboles, lo peces que nadaban en los ríos, las aves que cantaban juntas. Todos tenían alguien a su lado. Todos deberían tener a alguien a su lado, nadie debía sufrir nunca la infelicidad de la soledad… esa soledad nos deja ciegos, nos hace ignorar que todo en esta vida es bello, que hasta la tormenta más tempestuosa traía la belleza de la pureza, estar solos nos hace ignorar la belleza de estar vivos.


Mientras caminaba junto a él, mientras lo veía brincar las charcas, evitar los claros de la selva, mientras vivíamos una misma rutina diaria comencé a sentir lo que el sentía desde hacía mucho tiempo. Soledad. Ver a todos los animales pasar junto a él, ver el claro cielo, contemplar el infinito sobre nosotros nos hacía más angustiosa la existencia. Todos tenían en ese lugar algo que les permitía seguir hacia un mañana, todos luchaban por alguien que no fuera el mismo, ninguno estaba solo y tenían un motivo para seguir existiendo.


Día a día, mes a mes, año tras año, ver la selva viva que le servía de refugio se confundía mas, veía los caminos que ya había pisado hacía mucho tiempo, veía los lugares vacíos donde podía dormir. Necesitaba un compañero, alguien que le diera un poco de felicidad, que lo recordara cuando el tiempo pasara, que le hiciera sentir que en la vida no solo estaba la lucha constante por la supervivencia. Necesitaba un poco de felicidad.


Pero nunca lo encontraba, nunca sabia y es frustración lo volvía torpe, inconscientemente se quedaba mucho tiempo en un mismo lugar al aire libre. Se volvía descuidado, se perdía… muchas veces lo vi parado en el camino viendo la lejanía de la selva, sus sombras pero  sin prestar atención a lo que lo rodeaba… buscar a un compañero lo volvía en enemigo de si mismo. Se volvía una presa fácil.

Notas finales:

Espero les guste y que lo lean XD, no se por que pero a Hyoga me gusta ponerlo de el malo u.u... ya vere que hago con eso despues XD

Saludos ;)


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