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Efectos del Alcohol por Sady

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Notas del fanfic:

Masashi Kishimoto es dueño de la serie Naruto y los personajes usados en este fic.

Lemmon. Historia AU.

 

Notas del capitulo:

Un MinaNaru, el presente solo es un one-shot.

(Estoy haciendo un fanfic con ellos si quieren pasarse quienes les guste esta pareja).

 

Efectos del alcohol, desde luego. O al menos por parte de él. Por mi parte… por mi parte no tengo idea cómo llegué a este punto exacto, ni mucho menos porqué dejé (y dejo) que pase esto.

 

Estoy siendo penetrado placenteramente por Minato.

 

En algún rincón de mi cabeza me digo tres cosas: primero, el sujeto que está detrás de mí es mi padre, segundo, que con tal sujeto estas cosas están prohibidas y en tercer lugar, es a quien le debía su respectivo respeto… Si bien puedo decir que eso no es exactamente así.

 

En primera, Minato (no padre, ni papá, ¿ni papi a pesar que en medio de la euforia se lo he dicho tres veces por morbo?), hace unos meses descubrió gracias a su abogado que soy su hijo y yo, necesitado de casa, le dije que sí viviría con él aprovechando la culpabilidad de la paternidad olvidada. En resumen, es prácticamente un desconocido que aunque ha estado buscando la redención paternal pagando mi estudio, alimentos y dándome una cama… es un desconocido muy bueno en la cama que me ha dado.

 

En segunda (¿es acaso esto una lista a manera de excusas para no sentirme tan sucio porque el vaivén me enloquece?), estas cosas estarán todo lo prohibidas que sean pero teniendo pegado a mi espalda a Minato lo único que pienso es que hiciera todo menos parar.

 

En tercera… joder, en tercera no sé si pueda darle el respeto que se merece a alguien que me ha dicho al oído, antes de repasarlo con su húmeda y calida lengua, que soy su putita.

 

Ante el odioso (¿o no tanto?) apodo he tenido que ayudar acariciar mi propio miembro a pesar que una mano de él ya estaba ubicada allí en tales labores.

 

Creo que estoy a punto de resbalarme por la cama debido a las centenares gotas de sudor pegadas a mi cuerpo pero como él ya me está sosteniendo tan bien con ambas manos creo que el peligro está lejos.

 

Aún así, a pesar que yo ya me había venido una primera vez por la sorpresa que esto me tomó y porque mi juventud nunca había sentido tal inicial dolor placentero, gustoso y agradable en la vida, Minato no ha descargado nada de nada.

 

—¡Cabrónhg, qué haces! —le digo porque muy al contrario de venirse en medio de las embestidas que me dio, en un arrebato sacó su miembro y tal acto lo sentí mucho.

 

Me callé sintiéndome raro de ponerme así.

 

No sé si acaso se ha dado cuenta que un padre no puede meter el pene en el culo de su hijo por lo que va a parar todo el rollo... pero cuando siento todavía toques lujuriosos en mis muslos veo que no.

 

Algo me dice que sus pensamientos de estar fuera de mi no es definitiva porque tan pronto vio que mi mejilla le quedaba cerca se ha puesto a pasar la lengua por ahí.

 

Estoy seguro que lo que quiso fue cambiar el estilo perrito en que me tenía dominado.

 

Estoy seguro que se cansó de verme en esa misma posición en el largo espejo que hay en la pared a un lado nuestro y supongo que además quiere regodear sus ojos no sólo con la visión del culo al que follaba.

 

En definitiva… me había dado la vuelta y por ese momento aproveché para quitarme la única prenda que tenía, la camiseta escolar, algo que no sabía si era justo mientras él seguía vistiendo todo y sólo tenía desabrochados sus pantalones para darle liberación… a la polla que, me da vergüenza admitirlo, quería de regreso, que se introdujera otra vez en mí. Entonces, pareciéndome la cosa injusta en un arrebato yo también terminé por hacérselos caer y ahora adornaban sus pantorrillas, hasta de esa forma nos parecíamos más.

 

Cuando Minato sintió eso quitó su boca de mi piel que ya iba queriéndose clavar en mi clavícula (ahí quedará una marca que veré como disimular mañana para ir a estudiar). Me vio y desde ahí ya no ha podido evitar pasear sus ojos por cada centímetro, milímetro de piel de mi torso, tetillas, abdomen.

 

Esa mirada hizo que me pusiera más duro, si es que eso era posible.

 

Si no era posible, al menos sé que no voy a retroceder del punto en que he llegado a pesar de que otra vez empezaba el tremendo esfuerzo para él insertarse en el agujerito que, como dije antes, ya le extrañaba.

 

Esta vez la segunda penetración fue lenta, indicándome que su borrachera no era tan grave y a esta altura del juego había disminuido… Es decir, que sabía que estaba teniendo sexo con su hijo, que excitarse con el muchacho que le llegó de un momento a otro a su vida no era una alucinación ni imaginación.

 

Quedé ensartado de forma perfecta, cabe decir.

 

Él está parado al lado de la cama. Mi espalda ya no está a la vista de él, está sobre el colchón y yo, valiéndome de la fuerza de sus manos y de la propia por mis muslos en un abrazo indecoroso con él (y de la fuerza por la unión prendada que creamos), me encontraba un poco inclinado y puedo jurar que su verga está más metida que antes. Si es que es posible. Si no, el efecto de ver sus ojos mientras me hace esto hace milagros.

 

El ritual sigue un tiempo más, el de las embestidas hasta que mis huevos se tocan con los suyos, ¡plap, plap, plap! resuena en la habitación, una mezcla sucia con nuestros jadeos y gemidos y mi esplendorosa carne erecta permite un segundo chorro de esperma que casi ensucia más el ambiente.

 

Mientras sé que mi ano se contrae más dándole poco segundos a Minato antes que por fin eyacule dentro (porque sé que así lo quiere y como buen improvisado hijo no se lo voy a negar), una de sus manos se afloja y llega por encima de mi vientre, lo acaricia primero y luego con su dedo recoge algo de tal líquido espeso. Mis orejas enrojecen cuando veo como lame ese dedo, sabiendo que mis restos patinan dentro de su garganta, y nada de calma viene a mí cuando por fin siento como me llena.

 

Completo. Así me siento. Lleno como nunca antes y agradezco que por fin no estoy solo en esta vida.

 

Obligo que su boca me bese y evitando que su pene salga, logramos recostarnos mejor en esa cama.

 

Largos minutos pasan antes que le empiece a quitar su camisa de ejecutivo…

 

Ahora nos parecemos más.

 

He estado muy solo, papi. Necesito más veces de ti para que me marques como tuyo y así nunca me dejes ir.

 

Por mis acciones (¿y esa última ridiculez quizás lo dije en voz alta?) empiezo a sentir como se endurece de nuevo la carne que reclama la que tuvo perdida por años.

 

Desde este día ya no habrá necesidad de alcohol.

 

Notas finales:

Me parecen candentes ellos dos, ¿no? xD


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